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Alimento para el futuro: sobre En Razón de las Tumbas

Por: Tomás Marín Puerta*

Fecha de publicación: 25/04/2022

 “AZADAS” reza la inscripción en la cara superior de un hexaedro color cian. Contrario a lo aludido por dicho epígrafe, sobre el poliedro no se disponen un grupo de herramientas concebidas para labrar la tierra: una vasija de arcilla, tono melocotón claro, con los números veintiocho, cuatro y dos mil veintiunos grabados en su cuerpo y una roca clavada en su costado derecho, corona al paralelepípedo azul. Mientras que los dígitos hacen referencia a la fecha en que dio comienzo el Paro Nacional 2021, una de las mayores movilizaciones sociales de la historia reciente de Colombia, no queda claro cuál es la lectura que se debe de hacer respecto a la roca: ¿es acaso una metáfora sobre la fuerza de las protestas o es, simplemente, un adorno?

“ARTEFACTOS LÍTICOS” dice el rótulo de un cartel donde se habla acerca del papel de la piedra en el antiguo pueblo Quimbaya (la civilización indígena que habitó la región media del Río Cauca durante los siglos previos a la conquista española). A la izquierda de dicho afiche se ubican un par de escaparates que exhiben decenas de elementos pétreos precolombinos y, junto con un grupo de lascas, hachas, maceradores, raspadores y media docena de azuladas bases hexaédricas, a la vasija del Paro Nacional 2021. Como es de esperar, la información compartida en el cartel enriquece la apreciación de los objetos líticos Quimbaya de las vitrinas al brindar datos sobre su creación, períodos a los que pertenecen y funciones que cumplían en el día a día; más el efecto resulta ser contrario en el caso del recipiente melocotón pues el póster no sólo resalta su impropiedad temática, también hace que se ponga en duda la pertinencia de su inclusión: ¿qué sentido tiene incorporar una pieza contemporánea sobre el Paro Nacional 2021 en un sector enfocado en los usos de la roca en la antigua cultura Quimbaya?

Personalmente nunca había visto u oído sobre alguna propuesta con un montaje similar, a nivel local y regional, al planteado dentro de la última exposición artística dispuesta en el Centro de Museos de la Universidad de Caldas: “En Razón de las Tumbas” del artista Alejandro Valencia. Inaugurada el pasado 16 de septiembre y por medio de una serie de más de cincuenta obras, entre las que se cuentan esculturas modeladas en arcilla, collages hechos con hojas de árboles y páginas de libros con dibujos en barro, “En Razón de las Tumbas” habla sobre la tierra, materia prima para la vida, el territorio y la conexión e importancia de ambos conceptos en la construcción de la historia nacional. En su marco se plantea una inesperada intervención a las tres galerías que el museo universitario destina para albergar exhibiciones científicas (las salas de Arqueología, Historia Natural y Geología & Paleontología) con una parte de las obras de arte traídas, las cuales, debido a la necesidad de mantener en todo momento disponible la oferta de divulgación científica del Centro de Museos, terminan expuestas junto a fósiles de miles de años de antigüedad, animales disecados y productos de orfebrería Quimbaya, entre otros valiosísimos artículos; pero, no contento con esto, “En Razón de las Tumbas” multiplica el desconcierto, y por ello mismo la novedad, al no definir fronteras entre las piezas que ingresa y las piezas que ya estaban presentes en las galerías, una elección atrevida, aun cuando las obras de arte contemporáneo resultan ser fácilmente distinguibles de los elementos regulares de las muestras científicas, al tratarse de objetos de exposiciones diferentes, creadas por sujetos distintos y con objetivos y temáticas dispares. El resto de piezas de “En Razón de las Tumbas” se reparten entre la sala Temporal (el espacio del Centro de Museos tradicionalmente encargado de acoger las muestras itinerantes) y los pasillos y escaleras del museo universitario, lo que hace del proyecto no sólo un producto con una puesta en escena innovadora, sino una de las más grandes (en términos de espacios abarcados) intervenciones artísticas exhibidas en las instalaciones del Centro de Museos de la que se tenga memoria.

Vale la pena entonces, al disponer de una idea más o menos concreta de lo planteado en la exhibición artística, retomar la duda central de uno de los cuestionamientos formulados al inicio de este texto y preguntarse de nuevo: ¿qué sentido tiene incorporar obras de arte contemporáneo en exposiciones de contenido científico? El texto curatorial de “En Razón de las Tumbas”, facilitado en la entrada de la sala de Arqueología, señala:

“El proyecto EN RAZÓN DE LAS TUMBAS del artista Alejandro Valencia explora las relaciones entre la tierra y el territorio como aspectos importantes de la identidad colectiva de Colombia utilizando el museo como un dispositivo de memoria.

La exposición involucra las colecciones de Arqueología, Geología e Historia Natural del Centro de Museos de la Universidad de Caldas estableciendo diálogos entre el pasado y el presente, que cuestionan las formas en que se originan las narrativas de nuestra historia” (Valencia, 2021).

A pesar de su uso de verbos ambiguos, el segundo párrafo del escrito ofrece una, aunque vaga, respuesta a los motivos tras la inclusión de las obras de arte en las exposiciones científicas al mencionar que “En Razón de las Tumbas”: “(…) involucra las colecciones de Arqueología, Geología e Historia Natural del Centro de Museos de la Universidad de Caldas” con el objetivo de “(…) establecer diálogos entre el pasado y el presente, que cuestionen las formas en que se originan las narrativas de nuestra historia”. Sin embargo, tales palabras provocan, a su vez, el surgimiento de nuevos cuestionamientos en torno a un grupo de objetos, entre ellos la vasija del Paro Nacional 2021, que, pese a hacer parte del proyecto artístico, no parecen interesarse por “involucrar y dialogar” con los elementos de las colecciones del museo universitario; y es que, aun cuando es normal toparse dentro de un producto expositivo con un par de piezas que dan la impresión de no ir en la misma línea de intereses del conjunto (al fin y al cabo las exposiciones son ejercicios investigativos, de un fuerte componente teórico y cuyas decisiones curatoriales son a veces, por su naturaleza, confusas y cuestionables), luego de recorrer “En Razón de las Tumbas” queda claro que no se está tratando únicamente con “un par” de obras desentendidas de los objetivos compartidos en el escrito curatorial.

ACUERDO FINAL PARA LA TERMINACIÓN DEL CONFLICTO Y LA CONSTRUCCIÓN DE UNA PAZ ESTABLE Y DURADERA” dice la frase entallada en el cuerpo de un recipiente de arcilla. Hallado a poco más de tres metros del afiche sobre artefactos líticos Quimbaya, dentro de una vitrina que sólo le alberga a él, el recipiente se caracteriza por tener motivos romboidales levemente impresos en su superficie y múltiples huecos y grietas que se reparten por toda su figura, además de por su clara referencia a los acuerdos de paz pactados entre el Gobierno colombiano y las extintas FARC. El recipiente del Acuerdo, así como la vasija del Paro Nacional 2021, resulta temáticamente bastante ajeno a la narrativa Quimbaya de la sala donde se ubica; si a ello se le suma lo directo de su mensaje crítico sobre la implementación de los Acuerdos de Paz y su lejanía del resto de elementos exhibidos en la galería, se tiene una obra que, aunque hace parte del inventario de “En Razón de las Tumbas“, no transmite ningún tipo de interés por crear lecturas conjuntas con la colección, en este caso, arqueológica del Centro de Museos.

Algo similar sucede con un grupo de piezas de arcilla con forma de semillas cortadas coronalmente y con letras en relieve que sobresalen de uno de sus lados, expuestas en la sala de Geología & Paleontología. Las “semillas” se ubican en un sector de la estancia en el que, a través de la interacción del espectador con ciertos objetos, se busca divulgar algunas de las propiedades físicas y químicas de los minerales. Por desgracia, estas no solo no aprovechan la cualidad lúdica de dicho espacio como medio para fortalecer la propagación de sus contenidos, tampoco da la impresión de importarles entablar diálogos con las colecciones del museo universitario, teniendo en cuenta su concienzudo distanciamiento de las piezas geológicas y paleontológicas que se exponen en la sala y su expresa ajenidad a los temas planteados a su alrededor.

Composiciones hechas con hojas de árboles, un rodillo con una inscripción que clama “NOMASMASACRES” y un ala gigante modelada a partir de tierra. Pero también un conglomerado de vasijas con la palabra “AUTOARQUEOLOGÍA” grabada en su corteza y un conjunto de figuras antropomorfas con “NUDAVIDA” inscrito sobre ellas: todas se unen al listado de piezas de “En Razón de las Tumbas” aparentemente indiferentes a las ideas de “involucrar y dialogar” con su entorno; una lista que, a medida que se recorre la propuesta, se hace más y más larga. Y es que el desdén de las bases teóricas del proyecto va, incluso, más allá de las obras de arte: el folleto de la muestra artística, en el que se facilita un plano de las salas del museo universitario junto con el listado de todas las creaciones participantes, sugiere un recorrido, dictaminado por el orden ascendente de los números asignados a las piezas, en el que no se nombra ni se invita a interactuar con ningún elemento distinto a las obras de arte traídas por “En Razón de las Tumbas” y, dado que también se ofrece la ubicación exacta de cada una de las creaciones, queda claro que las temáticas tratadas dentro de las exposiciones científicas y los objetos de las colecciones de la Universidad de Caldas no fueron considerados como relevantes al momento de la concepción del folleto. Pero entonces, ¿por qué ingresar piezas de arte contemporáneo dentro de exposiciones consolidadas si a estas se les ve únicamente como una bonita decoración de fondo?, ¿no hubiese sido mejor, y más efectivo, exhibir “En Razón de las Tumbas” de manera convencional en una galería vacía?

Ahora, ¿y qué sucede con las piezas pertenecientes a “En Razón de las Tumbas” que sí dialogan con las colecciones de la Universidad de Caldas?

“Figura antropomorfa extrajudicial” es el título de una obra, exhibida en la sala de Arqueología, compuesta por una escultura de arcilla de forma humanoide y una varilla de metal que le atraviesa por la mitad. La figura tiene una cifra grabada en su parte posterior, “6402”, que hace referencia al número aproximado de víctimas entre los años 2002 y 2008 de los llamados “falsos positivos”, civiles asesinados por militares que luego los hacían pasar por guerrilleros dados de baja en combate. A la derecha de la pieza se halla un cartel titulado: “CAUCA MEDIO SIGLO XVI”, donde se menciona brevemente el genocidio sufrido por los Quimbaya a manos de los españoles, con el mariscal Jorge Robledo a su cabeza, durante el arribo de estos al valle medio del rio Cauca a lo largo del siglo XVI. A diferencia de la clara desconexión temática entre la vasija del Paro Nacional 2021 y el afiche de los artefactos líticos Quimbaya, tanto la obra sobre los Falsos Positivos como el cartel sobre las víctimas de la Conquista tocan el asunto de la violencia en el territorio nacional, lo que lleva, con su apreciación conjunta, a reflexionar sobre la persistencia de este tipo de hechos en el país: ¿cómo es que, con el pasar de los siglos, Colombia sigue siendo un territorio donde prevalece la violencia? Se produce así lo que “En Razón de las Tumbas” describe en su texto curatorial como “un diálogo entre el pasado y el presente” que legitima a la novedad de incorporar obras de arte contemporáneo en exposiciones científicas como algo más que una ocurrencia sin valor conceptual. Pero, ¿por qué la figura logra entablar un diálogo con su entorno si, hasta el momento, gran parte de sus compañeros habían, a simple vista, fallado?, ¿se deberá simplemente a la conexión temática entre la obra y el afiche? Quizás comprender cómo se logró tal diálogo dejaría ver ciertas uniones entre las obras de arte y los objetos científicos en las que no se había reparado (o que a lo mejor habían sido malinterpretadas).

En su texto: “Desde la mirada del arqueólogo-curador. La construcción de los guiones de la región del Cauca Medio y el Vuelo Chamánico para el Museo del Oro 2004”, María Alicia Uribe Villegas, actual directora del Museo del Oro, comparte su experiencia al momento de construir el guion museográfico de las salas del Cauca Medio y el Alto Cauca y del Urabá y el Chocó en el Museo del Oro de Bogotá, y propone lo siguiente:

“Los objetos arqueológicos ‘hablan’ por los significados que los investigadores hemos puesto en ellos. Sin las interpretaciones científicas las colecciones sugieren poco o nada, aunque estas interpretaciones a su vez han sido elaboradas a partir de los objetos y otros tipos de evidencias” (Uribe, 2004, p.41).

Aunque Uribe habla sobre artefactos arqueológicos, y por ende sobre colecciones de ese mismo tipo, su idea de que “los objetos arqueológicos ‘hablan’ por los significados que los investigadores han puesto en ellos” y “sin las interpretaciones científicas” dichos objetos “sugieren poco o nada” puede generalizarse, tratándose en ambos casos de productos de ramas de la ciencia, a: “los objetos de colecciones científicas ‘hablan’ por los significados que los investigadores han puesto en ellos” y “sin las interpretaciones científicas” estos “sugieren poco o nada”, ¿o es que un trozo de piedra con visos verdosos, un montón de huesos o un animal disecado le comunican algo, más allá de lo superficial, a un espectador sin conocimientos especializados?, ¿no requerirán también, como lo menciona Uribe, de “interpretaciones científicas elaboradas a partir de los objetos y otros tipos de evidencias”?  Es así que, según lo expresado por Uribe y teniendo en cuenta que al buscar “involucrar y dialogar” con objetos de una exposición científica se debe trabajar bajo las dinámicas y lógicas propias de esta, para que las obras de arte incorporadas pudiesen generar lecturas conjuntas con las colecciones de la Universidad de Caldas estas deberían de trabajar con “los significados e interpretaciones científicas que los investigadores han puesto en” las piezas de las galerías en las que se adentran. Es por ello que la figura de los Falsos Positivos, al tratar conceptos sobre la violencia que conversan con “los significados que los investigadores han puesto en” el afiche de los estragos de la Conquista, logra conectar con su entorno y generar una lectura conjunta que no existiría si la obra hubiese sido exhibida en una estancia, por defecto, vacía; y objetos como la vasija del Paro Nacional 2021, el recipiente de los Acuerdos de Paz y las “semillas”, por mencionar algunos, resultan ajenos no sólo porque ignoran “los significados que los investigadores han puesto en” las salas y colecciones del Centro de Museos, sino porque buscan generar sus propios “significados” yendo en contravía del objetivo de involucrar a su entorno.

Y es que, aun después de entender el cómo una pieza como “Figura antropomorfa extrajudicial” conversa con la narrativa de la sala de Arqueología, y de que, al volver a reexaminar el inventario de obras de arte de “En Razón de las Tumbas” incorporadas en las exposiciones científicas, surgieran un par de creaciones que generan “un diálogo entre el pasado y el presente”, como “Urna funeraria para líderes No.1” que provoca una reflexión sobre el asesinato de líderes sociales en Colombia a través de la apropiación de “los significados que los investigadores han puesto en” las urnas funerarias Quimbayas, es claro ya en este punto que solo una pequeña minoría de las obras de arte de la propuesta intentan siquiera “involucrar y dialogar” con los elementos y narrativas de las exhibiciones en las que ingresan. Pero entonces, si el producto artístico está, a fin de cuentas, tan alejado de los objetivos relacionales planteados en su texto curatorial, ¿qué es lo que termina por ofrecer?

“UN ESPACIO QUE SE COMPARTE”. Encima de la frase el dibujo de una colina en la que se asienta una vivienda Quimbaya en ruinas. Al fondo la silueta negra de unos edificios entre los cuales una iglesia que, a juzgar por su tamaño en contraste con las construcciones del conjunto y el contexto en el que se inscribe la imagen, representa a la Catedral Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Manizales. A unos tres metros a la izquierda de este cartel hay otro con la misma oración al que se le suma más texto, con la intención de precisar lo que el póster reproduce: “UN ESPACIO QUE SE COMPARTE VIVIENDA PREHISPÁNICA TÍPICA”; en este caso se muestra la figura de una colina con guadua plantada en sus suelos, en medio de la que se erige una choza Quimbaya, en el fondo una línea punteada sugiere el contorno de unos edificios y una iglesia, la Catedral de Manizales, que no terminan de estar allí.

Los dos afiches hacen parte de la exhibición de la sala de Arqueología. Su intención es la de brindar un soporte esquemático a un párrafo estampado en un retablo, localizado unos pasos a la derecha del segundo cartel, en el que se habla sobre la relación espacial directa entre la vida y la muerte en las culturas indígenas del Cauca Medio, que tenían por costumbre, como ha sido hallado en excavaciones y documentado en crónicas de la época, depositar en tumbas construidas debajo de sus hogares a sus muertos. No recordaba haber visto estos pósteres en específico en alguna de mis anteriores visitas a las instalaciones del museo universitario, pero en mi segunda pasada por “En Razón de las Tumbas” me fijé en ellos. No fue algo fortuito, la muestra tuvo mucho que ver con el interés provocado en mí por los afiches: al fin y al cabo tanto la frase de la que sale el nombre de la exposición artística como la dupla de carteles tocan temáticas sobre la muerte, el pasado y su papel en la construcción del presente y el futuro. Porque sí, el título de la exposición no sale de la nada, nace de un fragmento, compartido junto con el texto curatorial en la entrada de la sala de Arqueología, del discurso profesado por el caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán en el Teatro Colón de Bogotá el año de 1946:

(…) el hombre es como las plantas. Que la planta da fruto y flores no por la planta misma, sino por el surco y la tierra donde ha aprendido, y que el hombre y un pueblo no pueden ser grandes y fuertes sino en razón de las tumbas donde tiene el alimento para su futuro” (Gaitán, 1946).

Ahora que, al revisar las exposiciones científicas, se ve a una pareja de azadas de piedra sobre la cara superior del hexaedro color cian con la inscripción “AZADAS”, que el espacio donde se ubicaban las “semillas” de arcilla se encuentra vacío, que no hay más piezas de “En Razón de las Tumbas” repartidas por el Centro de Museos, se puede con seguridad afirmar que, aun con todos sus fallos e inconsistencias, el espíritu subversivo e innovador del proyecto artístico que se atrevió a experimentar con una nueva forma de exponer obras de arte, seguirá presente dentro del museo universitario. Pues al final el Centro de Museos no es más que un cementerio lleno de tumbas que, a su vez, alimentan a un hermoso jardín donde, muy probablemente, surgirán nuevas propuesta que perfeccionen lo planteado por “En Razón de las Tumbas” para, en este caso, estimular la reflexión en torno a nuevas formas de plantear muestras artísticas dentro de los espacios museísticos.

REFERENCIAS

Gaitán, J. (1946) Discurso de la Candidatura Liberal Para las Elecciones de mayo de 1946. Bogotá, Colombia.

Valencia, A. (2021) En Razón de las Tumbas [Folleto]

Uribe, M. (2004) Desde la mirada del arqueólogo-curador. La construcción de los guiones de la región del Cauca Medio y el Vuelo Chamánico para el Museo del Oro 2004. Boletín Museo del Oro, No. 52. Bogotá: Banco de la República.

*Estudiante Artes Plásticas. Universidad de Caldas.