Por: Martín Rodas*
Fecha de publicación: 03/05/2020
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La última cena
(Oración)
Señor,
comeré y beberé
de tu cuerpo
y de tu sangre…
Los platos y las copas
están sobre la mesa.
Los comensales
en derredor.
Tu cuerpo bendito,
como chivo expiatorio,
yace sutil y delicadamente
dividido
en porciones iguales.
Para mí, el corazón,
que todavía palpita;
para ellos,
según sus necesidades nutricionales
y del espíritu…
… hierro, fósforo, potasio… en el hígado
… apoproteínas, fosfolípidos, fosfatidilcolina insaturada… en los pulmones
… angiotensina II, vasopresina, noradrenalina y dopamina… en los riñones
… y así para cada una de tus partes sagradas.
Señor,
comeremos
y beberemos
de tu cuerpo
y de tu sangre
para saborear
la salvación de nuestras almas
liberadas del pecado.
Señor,
ahora tú estás en nosotros
y nosotros en ti,
por los siglos de los siglos…
Amén.
La carne
Cada libra,
cada kilo
de mi carne
penden
de mis huesos.
Cuelgan
cada libra
cada kilo
de mi carne
que se arrastra
lentamente
esperando
el corte final.
La morada de mis demonios
Los gusanos se arrastran lentamente
bajo mi piel
y el hormigueo que produce
su andar
es la polifonía que me habla
desde lo más profundo
de la carne…
… Adentro,
muy adentro de las cavernas
que día a día taladran,
bulle un infierno
de latidos,
torrentes de fuego
y sombras
que se revuelcan
en danzas oscilantes,
furiosas,
libidinosas,
resbaladizas,
húmedas,
terriblemente humanas
y divinas…
… Son mis demonios
en su morada,
habitando
ese otro cuerpo mío
invisible,
pero que siento
intensamente…
… Luché contra ellos
de mil maneras.
En mis confesiones
adolescentes
el cura recetó oraciones
y agua bendita,
pero seguían
apareciendo
en mis sueños;
traté de espantarlos
en otras religiones
y cultos esotéricos,
pero fue infructuoso,
pues mis demonios
siempre salían victoriosos
y celebraban
sus triunfos bañándome
en sudor
y líquidos viscosos…
… Alguna vez la locura
me atrapó
y pensé que la muerte
era la única salida,
pero ni siquiera la locura
y su muerte
lograron alejarlos…
… Un instante,
de un día glorioso,
de esos que quiebran
el tiempo y el espacio,
de esos que revelan e iluminan,
sentí amor por ellos,
entendí
que eran parte de mí,
de ese ser
que está en el fondo
de mi corazón
y de mi alma…
… Ahora,
que no los niego,
que no deseo eliminarlos…
juego con ellos
al canibalismo,
me deleito devorándolos
mientras ellos
me devoran,
y siento el poder
de su energía
que transmuto en propia,
mientras ellos
hacen lo mismo conmigo…
… La morada
de mis demonios
es mi morada,
con ellos
danzo
en torno a la hoguera
de la vida
y de la muerte,
por toda la eternidad.
Declaración de amistad
Te declaro la amistad…
tambores redoblan…
trompetas resuenan…
marchar…
ni un paso atrás…
Te descargo…
una ráfaga…
de latidos…
desde mi corazón…
Carne de cañón
La vanguardia
grita al unísono:
¡adelante!…
Redoblan los tambores,
la tierra se estremece,
tormenta de polvo y fuego;
el monstruo
de mil ojos,
de mil manos,
de mil dientes,
de mil lenguas,
como torbellino
riega de sangre
el campo santo.
Los miembros de Galán
Su cabeza
en lo alto del palo
enarbolada como trofeo.
Sus pies,
colgando al viento,
tintineando los ecos
de sus huellas.
Sus manos,
abrazando
la nada.
Y el torso,
pendiendo de un hilo
como caja fuerte
que guarda
el corazón
solitario
del héroe.
La oreja del romano
Luego del certero golpe
la oreja del romano saltó por los aires
como un platillo volador.
Al caer a tierra,
la oreja del romano,
rodó cuesta abajo
por la pendiente
del Monte de los Olivos.
Lo último que escuchó,
la oreja del romano,
fue el beso traicionero del judío
y la imprecación
de quien la cercenó de la cabeza del soldado.
Al detener su marcha
solo hubo silencio;
la oreja del romano,
no percibió
el suave murmullo
de las hormigas,
de los gusanos,
de las moscas
que empezaron a rodear
ese manjar
caído del cielo.
Sagrado corazón
Cuelga sobre la pared de la sala,
eternamente,
a corazón abierto;
como un pendón
hipnotiza la mirada del niño
que esquiva esos ojos
ya resignados
a la salvación eterna,
por los siglos
de los siglos.
Ojo de agua
El rostro reflejado,
que no es el mío,
eso creo,
grita desesperado
clamando salir.
Esas manos crispadas,
que no son las mías,
eso creo,
rasgan la superficie
indiferente al sufrimiento.
Esos ojos ahuecados,
que no son los míos,
eso creo,
escarban en la oscuridad
buscando a ese otro,
que creen,
eso creo,
soy yo.
El cerebro de Einstein
Einstein,
tu cerebro nada
en un frasco con formol,
mientras tus ideas se disuelven
en la relatividad
de lo inmortal.
Ese cerebro
que era de imaginación e ideales,
ahora no es más que un trofeo,
en un frasco con formol.
Tu genialidad,
Einstein,
ahora huele a formol,
ese que conserva tu cerebro,
mas no tu corazón…
… porque creo que este
palpita armoniosamente
en la sinfonía de las esferas.
Lenguas de fuego
La comadre está en medio,
el fogón arde
y el aquelarre apenas empieza.
Las palabras surcan el aire
desde la hoguera inmemorial
que crepita bautizando con fuego
las historias arrancadas con furia a la memoria y al olvido.
Las lenguas de fuego
lamen con sus destellos
las paredes ásperas
de tierra y piedra;
ningún rincón secreto del recinto
queda por fuera de la magia
loca y delirante
que provocan las lenguas viperinas
encendidas por la pasión;
como serpientes danzantes
bailan al son
de historias de vida
y muerte.
Amparo amoroso
(Oración)
Divina mujer,
enciendes
mi corazón
y enloqueces
mi alma
derretida
como queso
entre tus piernas
mientras zozobro
en el océano enfurecido
de nuestros sudores…
… Escucha,
por favor,
mis ruegos
desde este purgatorio
… solo tú puedes salvar
a este pecador que te adora,
venerable dama…
Mis oraciones
son lenguas de fuego…
mis lágrimas,
agua bendita,
porque brotan
de los recuerdos
del estar contigo,
los dos yacentes y desnudos
como ángeles caídos
sobre las mullidas nubes
del paraíso perdido…
… Ven a mí…
no me abandones;
no me importa
que el camino
a tu cielo
sea estrecho
y empedrado;
prefiero eso,
mil veces,
a no poseerte…
a saberte ajena…
Vuelve…
tu altar
todavía
está sobre nuestra cama
… mil velas siguen encendidas
día y noche,
¡pidiéndote!,
¡rogándote!,
¡suplicándote!,
Amparo amoroso,
que me arropes nuevamente
con tu manto
para estar
entrelazados
en un abrazo
infinito,
Amén.
Acróstico
Linda eres
Indomable mujer,
Noble y fiera,
Altanera.
Mis deseos
Arrebataste,
Rebelde
Celestina… tú, que
Entre
Libaciones y humo
Abrasas corazones.
Mi sueño
No sé si eres sueño
o pesadilla;
no sé si eres amor
o pasión;
no sé si eres realidad
o ficción…
Lo único que sí sé
es que tu recuerdo
está
despiadadamente
aferrado
a mi corazón.
Referencia bibliográfica: Rodas, M. (2020). Anatomía. Manizales: Gobernación de Caldas, Secretaría de Cultura, Red Departamental de Bibliotecas Públicas.
* Poeta, anacronista y pintor; editor de «ojo con la gota de TiNta (una editorial pequeña e independiente)».