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Colombia: descentralización y desarrollo regional

Por: Gonzalo Duque-Escobar *

Fecha de publicación: 05/10/2021

Preámbulo

Con motivo de la propuesta conjunta de creación de la Región Administrativa de planificación entre Caldas y Antioquia, veamos la importancia de avanzar en Colombia con una descentralización que contemple asignar funciones y dotar de presupuesto participativo, ya que hablar de autonomía territorial en un país de regiones, significa descentralizar recursos y competencias para asegurar la autogestión del desarrollo. De ahí la necesidad e importancia de la RAP del agua y la montaña propuesta entre dos territorios de Colombia, con profundos vínculos históricos y culturales. Como referente: la Carta de 1991, consagró una autonomía regional que, si bien no opera en materias legislativa ni judicial, si concede para las regiones, además del derecho a gobernarse, el de administrar recursos, establecer tributos y participar de las rentas nacionales.

La autonomía regional y el caso de Colombia

Para lograr un desarrollo equilibrado del país, además de resolver la brecha territorial entre departamentos y país, y superar el centralismo que viola la autonomía territorial, se requiere una descentralización regional soportada en el desarrollo de la identidad territorial, con políticas e instrumentos de redefinición de funciones y asignación presupuestal, lo que a su vez permitirá apalancar estrategias y proyectos concertados que sean claves para la integración supra regional. Lo anterior porque dichos proyectos compartidos, en la medida en que resuelvan problemas comunes, además de invitar a sumar esfuerzos, como catalizadores de la unidad regional, sirven para generar sinergias territoriales. Si queremos lograr un crecimiento con desarrollo, en lugar de grandes proyectos que al ser concebidos de forma inconsulta y desarrollarse a costa del medio ambiente, suelen violar los derechos bioculturales, dicha estrategia puede resultar crucial, gracias a que existe una interacción dinámica y no lineal entre las diferentes brechas, como la fiscal, que se alivian en mayor o menor grado con la autonomía territorial integral.

Dado que el Estado sustenta su existencia, entre otras cosas, en su relación con un determinado espacio físico diverso, el construir una comunidad política tendrá implicaciones muy variadas, dependiendo de su escala y propiedades. En el caso de Colombia, país que pareciera ser sólo continental y andino, pero donde los mares representan el 45% del territorio, por falta de visión marítima además de haber perdido a Panamá y mar en San Andrés, tampoco hemos aprovechado la mejor esquina de América, ni nos hemos articulado a las cuencas del Orinoco y Amazonas como espacios que representan el 46,7% de Sudamérica. A lo anterior se suma el que, por apostarle al centralismo, tampoco hemos cerrado brechas territoriales profundas con las áreas no polarizas.

Construir una comunidad política en esta Colombia diversa, significa, entre otros desafíos, resolver, al menos, dos: i) forjar un sentido de apropiación respecto de un espacio natural delimitado o región; y ii) garantizar unidad de país en la diversidad. No de otra manera, en cada región, se puede avanzar en el proceso de consolidar cada territorio, entendido como una construcción social e histórica con una particular arquitectura normativa e institucional, para aportarle desde allí al proyecto de Nación.

En un país como Colombia donde la ausencia de igualdad y sostenibilidad compromete las aspiraciones sociales básicas de regiones no polarizadas, a un alto y variado costo, las regiones administrativas de Planificación RAP, pueden consolidar esfuerzos y construir sinergias entre los asociados, para redistribuir recursos y genera oportunidades, con enfoques solidarios.

Estas serían las cinco principales brechas que, al atentar contra la autonomía regional, comprometen las posibilidades de desarrollo en Colombia: 1- En Productividad e innovación entre unidades productivas por ineficiencia dinámica y entre regiones. 2- En Infraestructura, ligada a la política fiscal y gasto público ineficiente, y en especial por falta de integración territorial. 3- En Fiscalidad, lo que impide la reducción de la pobreza y la desigualdad a través de la distribución del ingreso. 4- De Bienes públicos, por limitada inversión pública, por lo que también está asociada a la brecha de fiscalidad, como barrera de la inclusión social y productiva. 5- De Ingreso y Pobreza, por factores multidimensionales que interfieren en el nivel de bienestar, siendo también una brecha asociada a las brechas de productividad, de desigualdad, de educación y de género, entre otras.

Revoluciones urbanas

 

Si la primera revolución urbana ocurrida en torno al año 3000 a.C. cambió la historia de la humanidad, hoy la conformación de clústeres urbanos propiciando la integración territorial, social y económica del territorio, también se ha convertido en un fenómeno de primera magnitud. Ya que dicha figura, donde habrá que tener en cuenta las externalidades asociadas a los impactos ambientales funestos de las megaciudades mal planificadas, además de crear sinergias para resolver limitaciones de inversión y de tamaño de mercados, mejora la productividad y competitividad, siempre y cuando se implementen políticas y estrategias que permitan redistribuir la infraestructura social y productiva, o de lo contrario se clonaran al interior los vicios perversos del centralismo en detrimento de los centros periféricos menores asociados.

En Colombia, según el IGAC, durante 1960/1980 con el proceso de urbanización acelerada que terminó por conformar grandes ciudades, se consolidó una población 60% urbana, al tiempo que la industrialización sirvió como base del desarrollo; para entonces, la planeación se propuso frenar la migración hacia las grandes ciudades y a la desconcentración industrial. Luego, en el período 2000/2010, se da una mayor primacía de Bogotá y el surgimiento de ciudades intermedias, además de nuevos desarrollos fronterizos, en un escenario donde al primar los problemas de vivienda, movilidad y ambiente, entre otros, la planeación se orienta a la gestión del suelo, del espacio público y de la Ciudad – Región. La literatura internacional ha destacado la presencia de 3 sectores que estructuran el territorio: el sistema ambiental (que incluye los temas rurales), el sistema de carreteras y conectividad, y el Sistema de Ciudades.

Ahora, de conformidad con la moderna teoría urbana, en el Eje Cafetero los núcleos urbanos vecinos de segundo orden que son sus capitales, si en lugar de competir, conforman un sistema urbano para prevenir conflictos y potenciar desarrollos, además de evitar su marchitamiento al palidecer en medio de las interacciones metropolitanas que se avecinan desde Cali y Medellín, pueden lograr beneficios derivados de la integración de sus áreas Metropolitanas. Los alcances de dicha integración, pasan a un plano de mayor nivel de desarrollo con la Ley 1625 de 2013 sobre Áreas Metropolitanas (AM), ya que dicho instrumento fue concebido para impulsar la descentralización y propiciar una revolución territorial anticipada en Colombia. En ella, además de mantenerse los fundamentos de la autonomía municipal entre los municipios asociados, y de construirse y distribuirse el poder sin ventaja para el municipio núcleo, se brinda mayor capacidad política y administrativa a las regiones en todos los territorios conurbados de Colombia.

Epílogo

Un territorio es una construcción social e histórica, donde establecemos nuestras relaciones sociales. La ecorregión cafetera, desde la fundación de Manizales (1849) y luego desde épocas del antigua Caldas (1905), como territorio biodiverso, pluricultural y mestizo, ha tenido nexos con Antioquia que se remontan al proceso de colonización del siglo XXI. Hoy, si queremos hacer de la RAP del “Agua y la Montaña” un territorio sostenible y amable, la clave está en propender por un desarrollo centrado en la gente y por el fortalecimiento del Estado y de la civilidad como valor supremo de la cultura urbana.

Debemos trabajar por una democracia incluyente fundada en el respeto, el ejercicio y la promoción de los derechos humanos, y por una identidad cultural que reconozca los procesos  socioambientales de la ecorregión; igualmente, habrá que emprender reformas estructurales en la propiedad de la tierra y la educación, e implementar planes y programas de C&T para tener un medio ambiente más verde, seguro y sano, y para lograr una economía más robusta, equitativa y diversificada soportada en el conocimiento y en las ventajas culturales y naturales del territorio.

Entre los temas a trabajar en esta RAP, estarán el cambio climático mirando la biodiversidad y el agua, además de los páramos y el Paisaje Cultural Cafetero. Igualmente, la conectividad vial subregional con Antioquia en el Oriente, Norte y Occidente caldenses, entendiendo el transporte rural como un catalizador de la reducción de la pobreza.

También el Río Magdalena con su hidrovía extendida al Tolima Grande sin comprometer los derechos bioculturales de sus ecosistemas y pescadores, el Ferrocarril entre Urabá y Buenaventura, y el Ferrocarril Interoceánico Urabá-Cupica para aprovechar la mejor esquina de América llevando desarrollo al Chocó Biogeográfico.

En la teoría urbana donde fracasa la visión cartesiana, debe diferenciarse entre megalópolis, ciudades intermedias y pequeños poblados. Mientras las primeras – Caso Bogotá-, están obligadas a resolver problemas de escala y a volverse internacionalmente competitivas; a su vez, la suerte de los pequeños poblados – caso Mompox y Girardot, dependerá de las competencias que puedan desarrollar de cara a la gran ciudad, lo que no puede lograrse en aquellos ubicados en un escenario de soledad.

Finalmente, está la situación más compleja de las ciudades intermedias: es el caso de Cali o Medellín como ciudades intermedias grandes, o el de las capitales cafeteras como ciudades intermedias pequeñas. Para unas y otras la prioridad debe ser conformar una ciudad región, mejorando la conectividad para expandir la movilidad como condición de la integración, y por lo tanto para conurbarse; siempre y cuando esto se haga entre urbes de similar tamaño, para complementar sus economías como fórmula para no palidecer; lo anterior exige que dichos centros poblados de similar importancia o nivel de relevancia, se ubiquen a menos de dos o tres horas de distancia.

De lo anterior se colige, la urgencia de que las capitales cafeteras para no palidecer, conformen la cuidad región Manizales – Pereira – Armenia, con lo cual posteriormente se podría dar en el Pacífico Latinoamericano una importante revolución urbana, tras la integración del Eje Cali-Medellín con la Ciudad Región del Eje Cafetero como un gran articulador.

* Gonzalo Duque-Escobar, Profesor U.N. de Colombia Sede Manizales. http://godues.webs.com Soporte para Reunión con la Comisión Especial de Seguimiento y Vigilancia al Proceso de Descentralización y Ordenamiento Territorial. Manizales septiembre 22 de 2021.

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