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Contra el distanciamiento

Por: Mario Hernán López*

Fecha de publicación: 05/01/2021

I

Dicen que con los años la gente agnóstica se vuelve creyente, al mismo tiempo que se torna cada vez más escéptica en materia política (todo tiempo pasado fue mejor, es el lema). Mi hermano, estudioso de esos temas, advierte que el problema está en la falta de dopamina.

Rodrigo León Cardona, el más lúcido y divertido de los amigos, hace poco cruzó el umbral de los 80 años. En las conversaciones recientes, Rodrigo ha hecho gala de inteligencia práctica para describir el estado del mundo y desmontar con serenidad de artesano los mecanismos de la política y la sociedad actual.

A esta altura de la vida -le escuchamos decir esta mañana- el desafío de la paz en Colombia es cambiarlo todo sin que pase nada.

II

¿A dónde van a dar los libros leídos? ¿En cuál lugar de la memoria o de las emociones quedan depositados? Se lee para trabajar, decía el maestro Estanislao Zuleta.

En los tiempos que corren, los libros y las lecturas han cumplido un papel terapéutico central: casi todas las mañanas en conferencias telefónicas o en encuentros de tapabocas en Juan Valdez, con Dolman Rubio y Alfonso Vera hemos armado y desarmado historias y argumentos de narradores y ensayistas.

Los libros leídos han sido pretextos para conversar sobre todas las cosas, para burlarse de la solemnidad del poder y para evocar, a palo seco, los buenos tiempos de las tertulias en las cantinas locales.

III

El mejor homenaje que se puede hacer a un amigo muerto es convertirlo en fantasma. Mientras las iglesias y otras instituciones religiosas canonizan héroes sospechosos, a los amigos hay que transformarlos en presencias amorosas, en apariciones alegres o en espantos inspiradores de juerga.

Anoche, en medio de tequilas y buen humor, nos encontramos con el médico Tulio Marulanda; por respeto elemental omitimos preguntarle por sus vivencias de muerto reciente.

Con la magnífica gracia acostumbrada en vida, Tulio narró de nuevo las aventuras de loco desatado en la facultad de Medicina. Se le veía adaptado y seguro en la nueva tarea de fantasma.

IV

Por estos días, en Netflix, están pasando una serie documental de seis episodios sobre el rock en América Latina. Rompan Todo es producida, entre otros, por Gustavo Santaolalla. La historia, en mucha parte contada por Santaolalla, ha generado críticas de todo tipo.

Cada capítulo tiene como telón de fondo los acontecimientos políticos que, desde la segunda mitad del siglo XX, han hecho de buena parte del rock latinoamericano una música peligrosa para los regímenes autoritarios. Charly García no sale bien librado en materia política.

Mientras una parte de la juventud latinoamericana encontraba en el rock una expresión transgresora y contestataria, otra parte lo hallaba en la rumba salsera.

Como ocurre con casi todas las cosas establecidas por la moral, en el largo plazo resulta risible que el rock fuera considerado por una tendencia de la izquierda política como música pequeño burguesa y decadente.

V

Han pasado 80 años desde cuando a Marco Tulio Bermúdez y a su hermano los dejaron abandonados en la puerta de la casa del viejo barrio de Los Agustinos en Manizales.

La abuela Rosa María se encargó de la crianza de Marco Tulio, la tia Carmen Emilia haría lo propio con el hermano.

Nunca fue a la escuela, tampoco se interesó por aprender algún lenguaje escrito, en su lugar desarrolló un sistema propio de símbolos e interpretaciones. Gracias a él, casi todas las cosas familiares tienen nombres y significados alternos.

Con muy pocos centavos en los bolsillos, Tulio nos ha envuelto en un mundo radicalmente original, sin codicia ni propietarios; un mundo básico, sencillo y alegre.

VI

Uno de los vecinos del barrio, en alguno de los encuentros ocasionales en la tienda de la esquina, mencionó a Hildebrando, se trata del título insípido de un libro del médico antioqueño Jorge Franco Vélez: una mezcla de novela, crónica, historia y autobiografía publicada en los años ochenta.

Una tarde del encierro, el vecino dejó el libro en mi casa. Empecé a leerlo con el desgano que produce a esta altura de la vida una narración de apariencia tradicional y costumbrista.

Cincuenta o sesenta páginas adelante, el relato se transformó en una historia misógina, alcohólica, racista, decadente y mafiosa que descuera a buena parte de la sociedad colombiana.

VII

“Murió Armando Manzanero”. Escribió el médico Carlos Ricardo Escobar en el chat esta mañana. “Murió Tito Rojas”. Respondí con la certeza de que Carlos Ricardo, tan lejano de la rumba salsera, no tendría idea de la música sabrosa de Tito.

“Murió Roberto Junguito”. Escribió otro amigo cercano a las políticas económicas neoliberales. “Murió Sean Connery”, riposté con lo primero que se vino a la cabeza.

Desde cierto ángulo, la vida es una contadera gota a gota de los muertos conocidos. Ayer murió Isabel Gallego, fue secretaria de la facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales en la Universidad de Caldas. Buen viaje cósmico para Isa.

VIII

Hay gente que hace cosas extrañas, atípicas. Hay personas que no lo dan todo por comida, se escucha decir en una canción de Willie Colón.

A Josefina la dejaron tirada a un lado de la carretera, antes del CAI de la Violeta, en la vía hacia Chinchiná. La botaron por hembra, cuentan las Peters.

Josefina ha crecido vigorosa, divertida, egocéntrica…

En el barrio San José de Manizales, Lida Janeth ha recogido de los basureros 17 perros y 10 gatos. Es gente emocionada y locata (como los cronopios de Cortázar), empeñada en cambiar el mundo.

IX

Es usual que los editores de libros escritos por académicos se quejen del uso y abuso de jergas inaccesibles (¿Han oído hablar de las epistemologías hologramáticas?)

En ciencias sociales la cuestión puede resultar más crítica, si se considera que buena parte de los trabajos y publicaciones se realiza con el concurso de comunidades y organizaciones sociales de origen popular.

Echo este cuento para decir que el libro del profesor Francisco Gutiérrez Sanín, titulado ¿Un nuevo ciclo de la guerra en Colombia?, es un trabajo fresco y esclarecedor, escrito para todos los interesados en comprender lo que está pasando con los acuerdos de paz y las violencias emergentes.

X

Miguel Ángel López Lince murió hace casi dos décadas. A diferencia de algunas pautas de crianza actuales que estrechan el mundo interior y quieren promover comportamientos ascéticos, Miguel inculcó en sus hijos valores prácticos, mundanos, bohemios.

-Mijo, consiga un cantinero que lo escuche y un peluquero que no hable-.

De Miguel heredamos el interés por los libros y la afición por el trago y las cantinas; el gusto por la música y la conversación. También es de él esa nostalgia infundada y llorona que se produce a las 12 de la noche del 31 de diciembre, y que se deshace en fiesta 15 minutos después.

XI

Como se sabe, las redes son un mar de información falsa. Con frecuencia se encuentran textos apócrifos, adjudicados a Borges, a Gabo, a Víctor Hugo o a cualquier celebridad literaria o política; lo tenaz es que la gente reproduce esos textos sin miramientos.

En general, se trata de escritos dulzones, algunos francamente cursis, con mensajes para Corín Tellado o la doctora corazón (¿las recuerdan?).

A propósito del tema, hace poco recibí una llamada de la EPS. Una psicóloga quería saber sobre mi estado emocional y mental. Aproveché la ocasión y le hice un par de confesiones sobre pesadillas en la pandemia. “Lea a Coelho”, dijo al final de la llamada.

*Profesor Universidad de Caldas.