Volver

Cuerpos que buscan ser abono y florecer como generaciones de esperanza

Por: Rubén Darío Zuluaga Gómez*

Fecha de publicación: 30/09/2021

Grupo: L`EXPLOSE. Obra: LA MIRADA DEL AVESTRUZ

Este es un grupo icónico en la historia del Festival, por su trayectoria internacional y por el tipo de propuesta que siempre trae al evento. “La mirada del avestruz” es la metáfora que recoge el grupo para expresar un mundo de violencia, desarraigo, desplazamiento. Los cuerpos de los bailarines, sus coreografías, transitan por todos esos momentos de dolor que son el pan de cada día de los colombianos, sobre todo en las regiones donde la guerra se ha recrudecido, pero también en las ciudades, en los cordones de miseria y discriminación que vive el país.

Según el Maestro Fernando Ovalle, la danza contemporánea no se refiere a la aplicación de una técnica específica, sino que se apoya en muchas técnicas, es el cuerpo del bailarín explorando muy diversas posibilidades expresivas, indagando en los límites para descubrir la poética que transita entre el concepto, la vivencia y la reflexión, su pregunta fundamental es por el tiempo, por lo que nos afecta en tiempo real o sea por lo que sucede en el aquí y ahora. Desde esta perspectiva, la danza a partir de una dramaturgia, abre sentidos, invita a la interpretación a partir de muy diversos elementos que entran a la escena y contribuyen a resignificarlos desde la propuesta.

“La mirada del avestruz” es una puesta a partir de 8 bailarines: 4 hombres y 4 mujeres, 8 sillas, una mesa, mucha tierra negra sobre el escenario y poncheras con agua. Las coreografías son muy recurrentes, pues el juego y la dramaticidad de su danza busca la repetición como un acto poético para afectar al espectador, son acciones que en sí mismas buscan conmover, meterse en sus fibras, provocar emociones verdaderas. Poco a poco la tierra va tiñendo los cuerpos de los bailarines, ellos toman su color, tal vez buscando ser abono y florecer como generaciones de esperanza.

Este espectáculo de danza contemporánea busca explorar el concepto de la violencia, pero no desde la historia o la fábula narrada como haría el teatro convencional, sino desde la imagen poética, desde la metáfora del movimiento, por eso allí aparece la voz, pero lo importante no es qué dice, sino cómo lo dice, porque está silenciada, amordazada. El acto final se presenta como un escenario plagado de zapatos, así se simboliza  la ausencia, faltan los seres arrebatados por la violencia; en el centro la oración de una bailarina que gira como un sol en una ceremonia sufí.

De esta manera la danza hace parte de la realidad de un país desangrado por la violencia, obvio, los lenguajes no son tan claros como puede expresarlo un discurso ideológico, pues la polisemia y la ambivalencia de la imagen poética podría inducirnos a hacer lecturas muy alejadas de las del concepto que parte la dramaturgia. Allí el espectador hace uso de su libertad interpretativa.

Fotos Festival Internacional de Teatro

*Docente Universidad de Caldas