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De amores y odios

Por: Germán Sarasty Moncada*

Fecha de publicación: 31/10/2020

El corazón tiene razones que la razón ignora. Pascal

Hemos conocido a Guillermo Arriaga (Ciudad de México, 1958) como productor y director cinematográfico, a través de sus películas, Amores perros21 gramosBabelLos tres entierros de Melquiades Estrada y otras, ahora lo leemos en un portento de obra, Salvar el fuego, con la cual logró uno de los más prestigiosos premios de literatura, el Alfaguara de novela del 2020.

Sobre su libro, en el Acta del jurado, manifiestan: Salvar el fuego es una novela polifónica que narra con intensidad y con excepcional dinamismo una historia de violencia en el México contemporáneo donde el amor y la redención aun son posibles. El autor se sirve tanto de una extraordinaria fuerza visual como de la recreación y reinvención del lenguaje coloquial para lograr una obra de inquietante verosimilitud.

Al respecto ha manifestado que esa historia se le ocurrió hace veinticinco años, que la fue madurando mentalmente, hasta que decidió plasmarla, a lo cual dedicó cuatro años y medio y su resultado fue de mil cuatrocientas paginas, que luego de seis exhaustivas revisiones quedó en las seiscientas cincuenta y nueve páginas. Explica que no planifica la escritura, no investiga sobre los temas, no se imagina los finales, sino que su trabajo lo siente como si alguien le estuviera dictando, como si fuera una escritura automática; su déficit de concentración lo compensa con intuición pura.

El conocimiento de las calles, por su constante recorrido, desde su niñez, le han dado suficiente material tanto para sus películas como para sus novelas y como dice somos con quienes nos relacionamos, por eso lo recreado por su arte tiene todos los elementos reales de la vida: amores, odios, temores y corajes, persecuciones y evasiones, lealtades y traiciones, creaciones y destrucciones, superaciones y retrocesos, discriminaciones e integraciones, vida y muerte, el mundo tal como es. Y aunque afirme que su novela no es sobre narcotráfico, éste como ha permeado la sociedad, las autoridades y los comportamientos, también permea su libro.

Es una novela sensorial, ya que pone en juego nuestros sentidos y muchas veces debemos aguzarlos, para asimilar un verdadero efecto en su lectura. A través de tres narradores, con voces, acentos y terminología propia de sus personalidades, en tiempos narrativos diferentes, que poco a poco van confluyendo en la medida que aportan detalles sobre los personajes y su avatares, hasta que al final, luego de trasegar por escabrosas descripciones, se amalgaman en una verdadera identidad.

Encontramos las diferentes clases sociales actuando con la rabia o el temor que los caracteriza, infancias afortunadas, o reprimidas y maltratadas hasta el abuso, influencias de los padres en hijos para bien o para mal, desarrollos profesionales exitosos y trabajos de explotación miserables, autoridades represivas con algunos y complacientes con grandes delincuentes. Y en medio de todo ese cosmos, está ese otro microcosmos, también con sus jerarquías, códigos no escritos pero duramente impuestos, negocios funcionando sincrónicamente, abusos inconcebibles y por supuesto flamante corrupción, ese es el mundo o inframundo carcelario.

Aunque el eje central es la historia de verdadero amor de Marina y José Cuauhtémoc, también se intercalan una gran cantidad de narraciones que convergen en la acertada configuración de los personajes y utilizando para ello gran cantidad de formas, una de ellas al estilo de Rulfo, hablando con los muertos como lo hace Francisco Cuitláhuac, hermano de José, con Ceferino su padre: Y mira papá, terminaste peor que la madre de tu madre, tu cerebro inundado por la marea roja de una hemorragia incontenible que ahogó tus neuronas y te dejó postrado, mudo y contrahecho, en esa silla de ruedas… ¿Qué pensaste cuando meses después José Cuauhtémoc te roció de gasolina y te susurró al oído “el infierno si existe” y luego encendió un cerillo y lo arrojó a tu regazo para prenderte en llamas? ¿Qué pensaste, papa? Por favor, dime ¿qué pensaste?

Otra de las formas narrativas que aporta información al relato lo constituyen los escritos realizados por los presos de la cárcel en donde purga sus penas nuestro personaje. Estos textos son el producto de un taller de escritura creativa que lograron tener en el presidio y por medio del cual otra manifestación artística como la danza, le fue permitida a Marina con su escuela coreográfica, para culturizar a los internos y de paso iniciar furtivamente una tormentosa relación, que aunque le permite por fin tener la vida en sus manos, la conducirá a situaciones insospechadas, aunque se le había advertido de cuidarse de abrir puertas que nunca se sabe donde conducirían.

Marina al comienzo pensó que La intimidad total con José Cuauhtémoc debía posponerla lo más posible para estar segura de que las puertas abiertas no me llevaran a lugares de los cuales ya no fuera posible regresar.  Pero esa seducción animal con su poder de atracción sexual, la revaluación del concepto de felicidad y el sentido de las prioridades,  fueron más poderosos que la sensatez. De esa manera la vida nos lleva por sitios impensables y circunstancias imprevistas.

De las descripciones de los códigos tácitos del narcotráfico, que se deben respetar a rajatabla, aparecen algunas como: A otro huerquillo que conocí le ordenaron matar no sé a qué narco. Se negó y al día siguiente dejaron la cabeza de su hermano en la puerta de su casa con un mensaje que decía. “Al jefe no se le puede decir que no”. ¿Sabes qué hizo el huerco? Se suicidó.

Otra orden incumplida, otro tormento como escarmiento: El Rolex juró y perjuró que les había pedido respetar la tregua que le había exigido su jefe, el Manita Corta. “No les impusiste respeto a ese par y como te faltaron huevos para manejarlos, de una vez te los quitamos”, dictaminó el Tequila…Y para demostrar que estaba decidido a cortar de raíz cualquier intento de rebelión, se los arrancó a mano limpia.

La persecución hasta la destrucción originada por sobrepasarse con la mujer de un sicópata celoso: El nuevo Otelo dictó la orden maten a José Cuauhtémoc. Mátenlo despacio si pueden. Mátenlo mirando a los ojos. Mátenlo dos, tres, cien veces. Mátenlo como él me mató a mí. Mátenlo de frente, por la espalda, por un costado…

Y mientras estos ajustes se hacían en forma individual, en lo colectivo se fraguaban treguas non sanctas. No importaba si la prensa evidenciaba los cochambrosos acuerdos entre criminales y gobierno. El país clamaba por la paz y paz no se le daría. Convenía mas tratar con narcos sosegados y profesionales, que con macacos furibundos e indomables. La única condición: demostrar control férreo en las plazas y en los reclusorios que dominaban. Cualquier viso de que las cosas se les salían del huacal, se anulaban las alianzas y se volvía al punto cero.

Estamos ante una narración que entraña violencia en muchos sentidos y ámbitos, pero también aparecen el amor, la pasión, el arte y sus manifestaciones en la escritura y la danza contemporánea, la superación personal, partiendo de casi nada, el éxito y su lenta, pero categórica construcción, es un caleidoscopio en el cual así como se forman las imágenes, se deforman, pero es que eso es lo que constituye la vida. Igualmente nos permite ver así sea una ficción, que los extremos se tocan y que la renuncia a lo establecido, buscando lo desconocido, aunque entraña su riesgo, algunas veces puede resultar.

Por ello es pertinente al inicio de la obra, el epígrafe del pensador francés, Edgar Morin:

 Al fin y al cabo en las sociedades burocratizadas y aburguesadas, es adulto quien se conforma con vivir menos para no tener que vivir tanto. Empero el secreto de la juventud  es este: vida quiere decir arriesgarse a la muerte; y furia de vivir quiere decir vivir la dificultad.

En Salvar el fuego se tienen claros ejemplos de sumisión y rebelión con un abierto desafío a la realidad. Dos seres gravitando en campos orbitales diferentes, recorriendo todos los espectros, él entre el odio de su antiguo cuate, con su cruenta persecución para cobrarle la afrenta con su vida,  y la expectativa de su nuevo amor y ella entre la estabilidad del tedio cotidiano y el atrayente abismo de la pasión descubierta.

Y es que el hombre vive en una continua dicotomía entre pensamiento y acción que finalmente resulta conjugándose, pues si bien es cierto utiliza su mente para hacer análisis, evaluaciones  y raciocinios, para la toma de decisiones, no lo es menos que le hace falta la acción, aquella que es aguzada por los sentidos e impulsada por las pasiones. En ese balance cuentan mucho el temor y la esperanza y cuando las pasiones son intensas no hay espacio para evitar el desenfreno, fruto de un amor desmesurado, que no contempla sino su concreción.

*Profesional en Filosofía y Letras. Universidad de Caldas