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Dominga Palacios: poeta que navegó por el espíritu de diferentes tiempos

Por: Juanamaría Echeverri Escobar

Fecha de publicación: 20/11/2023

Ponencia presentada en la última sesión del proyecto “Mujeres Escritoras Centenarias del Gran Caldas”, organizado por el Centro Cultural del Banco de la República de Manizales, con motivo de los 100 años de la institución.                                                                                                           

Emma Gutiérrez Arango nació en Manizales el 15 de agosto de 1926 y falleció en Manizales en 2003. Emma, llegó al corazón de una familia amorosa y acomodada. Fue la hija única del matrimonio entre Octavio Gutiérrez y María Teresa Arango, quienes tenían su hacienda cafetera, Sebastopol, en la vereda El Rosario, de Chinchiná. Emma, estudió su primaria y bachillerato en el Colegio Sagrado Corazón de la ciudad.

Se casó el 23 de enero de 1950 con uno de los primeros psiquiatras de la región, el doctor Guillermo Arcila Arango. Se radicaron en la cosmopolita Buenos Aires, en donde vivieron por 9 años. Dominga, leía, ampliaba su bagaje cultural con propuestas estéticas de vanguardia que revolucionaban el mundo. La pareja frecuentaba círculos intelectuales, poesía, literatura, pintura, música, vivencias y aprendizajes que influyeron de manera determinante su posterior obra poética. De regreso, con todo ese conocimiento adquirido, Dominga, encontró la misma Manizales patriarcal y conservadora.

Se instaló en casa con su esposo y su primer hijo Guillermo Arturo, en camino venía Pablo Daniel. Noche a noche, la poeta leía cuentos fantásticos a sus hijos y despertaba en ellos el amor por la literatura. La familia paseaba por el relieve circundante de su hacienda y hacía excusiones por las quebradas cercanas donde Dominga se extasiaba con la belleza del paisaje, con los hilos de luz que entretejían la atmosfera de los guaduales y el propio paisaje interior de la poeta.

Llena de inquietudes, fundó en 1963 con la poeta Beatriz Zuluaga y un grupo de intelectuales, la “Casa de la Cultura” en el centro de la ciudad, donde organizaban tertulias, conferencias, recitales, exposiciones, obras de teatro y títeres. Dominga, con su particular cadencia en el andar, elegante pronunciación, fino humor y la ruptura de sus versos se paseaba vibrante por estos eventos.

Comenta el profesor Carlos-Enrique Ruiz, en la revista Aleph No.43 y en su artículo: “Beatriz y Dominga dos libros de poesía memorables”: “Los años sesenta del siglo pasado han sido motivo de indagación frecuente, por la curiosidad de haber surgido en ellos expresiones intensas en creación y rebeldía. El mundo estuvo en vilo con hippies y nadaístas, con las protestas de los universitarios por las calles, con las músicas de ruptura y la palabra en irreverencia. Nuevas formas de comunicación descompusieron las ‘buenas conciencias’ y lo ‘políticamente correcto’… Quiero aludir a dos libros, editados por la imprenta departamental de Caldas, que fueron un salto adelante en medio de la poesía decadente a la que estábamos tan acostumbrados. “Azul Definitivo” (1965) de Dominga Palacios, con imaginativa disidencia frente al destino y creación fresca, de más recatada sonoridad. Poeta de Manizales que, sin proponérselo, resultó por el propio talento inmersa en aquella corriente renovadora, todavía no reconocida… Dominga Palacios se levanta de su espacio solitario para irrumpir con voz queda en los espíritus ajenos. Tienen humor drástico sus palabras, e ironía, pero con la novedad de irse de los cánones de las obsoletas recitaciones. No pierde el ritmo y entretiene las sombras con la especulación de los sinsabores…” Termina diciendo: “Dos obras en la soledad de su grandeza por reconocer”. [1]

INVITADA AL ENCUENTRO DE POETAS

Dada la potencia de su voz, fue invitada al primer Encuentro de Poetas Colombianas del Museo Rayo 1974, convocado por la poeta Águeda Pizarro, junto a Gilma de los Ríos, Beatriz Zuluaga, Carmelina Soto, Ana Milena Puerta. Allí se reunieron en torno a la poesía y el arte, celebraron su reconocimiento de mujeres poetas. Ella, brilló -acompañada por el fuego creativo de su fantástico dragón “Solferino”, en la mesa principal, en el templo de colores geométricos y octogonales rayos.

En 1989 regresa al Museo Rayo con su poemario “Tiempo de Chicharras”, que publica Ediciones Embalaje.

Años después, en el mismo encuentro, consolidado como el más importante del país, en el marco de un homenaje que hice a su obra en 2017 con el título “Anticrítica, Poesía Respirante de Dominga Palacios”, fue reconocida por la poeta Águeda Pizarro con la dignidad de “Almadre”, título asignado a grandes poetas colombianas y que comparte con las maestras caldenses Maruja Vieira, Dorian Hoyos y Beatriz Zuluaga.

En 2015, en el “Diccionario de Autores Caldenses” compilado por el historiador y escritor Fabio Vélez Correa, se puede leer: “Su obra literaria merece una crítica seria, porque es una creadora original y valiosa, pero esa crítica no se ha escrito. Eddy Torres, en “Poesía de autores colombianos” (1975). “En la poesía de Dominga Palacios, emerge la sinceridad, la desnudez de la conciencia de mujer, que tiene la capacidad de tejer metáforas e imágenes de corte universal”. “Se sitúa en la misma línea de sus compañeras de vocación, (mujeres artistas) que adoptan una batalla solitaria frente a la posible discriminación”, señala Roberto Vélez Correa.

OBRA UNIVERSAL

Dominga supo trenzar en sus versos hebras de pensamiento e imaginación, de atmósferas propias de quebrados paisajes, de bahareque, de guadua, y en su lenguaje tejió existencialismos citadinos y de ultramar; en Madagascar, Ceylán o la vereda El Rosario. Vivió universal nuestro paisaje. Navegó por el espíritu de diferentes tiempos. Tuvo claro el ejercicio de sus libertades en las distintas facetas de su vida. Ejerció el derecho cultural a ser sujeta de voz y de palabra, en aquellas épocas en que las mujeres poco se atrevían a nombrarse y vivir con tanta afirmación. Leyendo juiciosamente su obra se pueden notar influencias del modernismo, la generación del 27, el surrealismo, también de las teorías psicoanalíticas del momento que revolucionaban el mundo y a las que tenía acceso de primera mano. Se leen en sus poemas ecos de Clarise Lispector, de Virginia Woolf, quien en la publicación de su ensayo “Una habitación propia”, en 1929, propuso una teoría femenina en la que las escritoras deben buscar su propia voz y cuestionar las estructuras imperantes de un orden simbólico patriarcal.

En su momento, Dominga se reveló telúrica desde el centro de su ser, emancipándose, y así, su pensamiento y su escritura. Sus palabras anudaron collares para lucir en un paisaje en claroscuro exuberante de bellezas incomprendidas.

En Contravía

Rescatada del último

espacio.

Mi voz alborotada

redimida,

temblando arrodillada

ante el sol

transparente del adiós;

sabe reír

alebrestada y loca

de soledad

y desamparo.

Mi muda voz

mi voz silente.

Dominga Palacios

 

LIBROS PUBLICADOS

Azul Definitivo, Imprenta Departamental de Caldas. 1965

Tiempo de Chicharras, Ediciones Embalaje. Museo Rayo, Roldanillo, Valle. 1989

Del Lado cinco de mi corazón, Ediciones Casa de Poesía Fernando Mejía Mejía, Manizales, Caldas. 1995

Claro Oscuro, separata de Poesía Caldense Actual #13, Secretaría de Cultura de Caldas. 1996.

Lea aquí el Poema Respirante que la escritora Juanamaría Echeverri dedica a Dominga Palacios:

POEMA RESPIRANTE