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Ecos del HAY FESTIVAL 2021

Por: Germán Sarasty Moncada*

Fecha de publicación: 27/03/2021

Para quienes hemos tenido la oportunidad de asistir a algunas versiones en Cartagena y en Medellín, nos fue muy placentero el que el HAY FESTIVAL, haya tenido la buena idea de organizar esta versión de manera virtual, desde Cartagena, Medellín y Jericó. Ha sido la salida que se ha dado a eventos culturales similares como las ferias del libro, algunos conciertos, festivales de teatro y otros. Se pierde la espontaneidad, el contacto con el público, los intercambios verbales directos y otros inconmensurables valores, pero de alguna manera se disfruta. Las temáticas desarrolladas estaban bajo el parasol del lema del evento ‘Imaginar al mundo’ y así pudimos percibirlo.

Como la oferta era tan amplia, había que escoger de acuerdo con los intereses, las expectativas, las temáticas y el gusto personal. El abanico cubría desde lo ecológico, lo económico, lo social, la música, el cine, y por tanto sobre la creación literaria, local e internacional, con exponentes de todo género, nacionalidad y arte. Se programaron ciento setenta y cuatro participantes de una veintena de países y se pudo disfrutar de más de cien eventos virtuales gratuitos. Como ha sido costumbre los protagonistas no solo han sido los invitados, sino también los entrevistadores o presentadores, quienes eran escritores reconocidos o personas además de vinculadas a la cultura, conocedoras de la temática a analizar.

Simplemente mi interés es compartir algunos de los planteamientos de los expositores y sus entrevistadores, que me causaron inquietudes; no puede lograrse en una columna limitada por el espacio y el respeto por los lectores, pero espero contribuir a la divulgación de esas ideas y a animar a que se sigan estos eventos que constituyen una oferta cultural extraordinaria.

Iniciamos con Rosa Montero (Madrid, 1951) periodista y escritora española, quien desde 1976 y poco después de la fundación del periódico El País, se inició en el trabajo editorial como autora de numerosas columnas con un estilo único. Escritora ampliamente conocida y premiada, cuyo último libro La buena suerte, publicado el año anterior, lo estuvo analizando con Ana Cristina Restrepo Jiménez (Medellín, 1970), escritora, graduada en Periodismo, especialista en Periodismo Urbano, y Magíster en Estudios Humanísticos.

Afirma Rosa Montero que el escritor no escoge las historias, que estas lo escogen a él y explica como en un viaje en tren similar al del protagonista de su libro, se le ocurrió este relato. Es como los sueños que te cogen con los ojos abiertos. Es simplemente un jugar con la imaginación, pero ese resultado, que le tomó tres años, el lector lo recorre en dos días.

Nos cuenta sobre un hombre que se le ha destrozado la vida, es un tema de supervivencia y esperanza. Muestra como el ser humano a pesar de sus desgracias, sus caídas, es capaz de volverse a poner de pie y construirse una nueva vida mejor aun que la que se tenía, es mirar el mundo de otra forma y nárraselo de esa distinta manera, aun a partir de cero.

Insiste en que no escribe para enseñar nada, solo lo hace para aprender. A propósito nos va mostrando los conflictos entre el bien y el mal, en las diferentes esferas, tonalidades y contrastes. Presenta fragmentos de una corrupción asqueante y de la cual sería culpable toda la humanidad: los estragos de las drogas, las violaciones intrafamiliares, los abominables crímenes y el abuso del mundo con los débiles.

En cuanto a la locura, sostiene que la normalidad no existe, que siempre hay desvíos del patrón normativo y que son abundantes las dolencias mentales, por eso es necesario dramatizarlo para que la gente pierda el miedo a la mal llamada locura, la cual constituye una ruptura de la narración social. Ocurre cuando la narrativa de una persona, la manera de ver el mundo y contárselo a sí mismo, deja de estar de acuerdo con la de su entorno.

Sostiene que las novelas son fragmentos de la vida del escritor y aunque no le gusta lo autobiográfico, manifiesta que en cada obra escrita hay algo muy profundo del autor, que ni él mismo es capaz de desentrañar.

Pasamos ahora Joël Dicker (Ginebra, 1985). Suizo, hijo de una bibliotecaria y un profesor de francés, pasó su infancia en Ginebra, donde asistió al Collège Madame de Staël, aunque no se sentía muy atraído hacia los estudios. A los 19 años tomó clases de actuación en la escuela de Drama en el Cours Florent en París. Un año después, regresaría a Ginebra para estudiar Derecho en la Université de Genève, graduándose en 2010. Fue entrevistado por Felipe Restrepo Pombo (Bogotá, 1978) periodista y escritor colombiano quien estudió literatura en la universidad y comenzó su carrera periodística en la revista Cambio, trabajando junto a Gabriel García Márquez.

De la obra de Dicker traducida a varios idiomas, se han vendido más de diez millones de ejemplares y su último libro El enigma de la habitación 622, publicado el año pasado, constituye un homenaje al editor que creyó en su trabajo. Justamente sobre esta obra se desarrolló la presentación.

Dicker sostiene, la experiencia con la escritura y los juegos con el tiempo, son la esencia de la literatura y de la evasión. Para él es un intercambio entre el autor que va a escribir una historia y un lector que va a interpretarla, la va a hacer existir; para que la historia exista, debe ser leída; por eso, no hay una realidad, hay varias, una por cada lector. Así, la realidad es el mito de la ficción, la ficción es la libertad total. Uno puede ir donde quiere, contar lo que quiere, sin nunca preocuparse de la realidad que va a venir a controlar, verificar y destruir. La realidad destruye la ficción. Si la ficción no está de acuerdo con la realidad, se tiene la tendencia a decir, eso no funciona, eso no es posible. Me pregunto, ¿Qué es lo que el lector va a pensar?, el lector es quien decide.

A esta realidad-ficción, se contrapone lo que se vive en las redes sociales como Facebook, Instagram, Twitter, etc. en donde existe la tendencia a crearse y creerse una vida que no es la realidad. Sirve para mostrar a los otros solo aquello que escogemos y nos hace quedar bien, así se vive por los otros y para los otros, no para nosotros, pues no nos tenemos confianza y casi que ni creemos en nosotros. Y así todo lo que uno haga debe ser documentado, mostrado, compartido y sobre todo validado. Esto nos lleva a olvidar lo esencial, los verdaderos amigos, el amar y ser amados.

Por eso, si uno conoce el fin de la vida, lo importante es lo que hacemos con ella, los amigos, la familia, el amor, ¿Qué va uno a dejar?; uno vivirá a través del espíritu de los otros, lo que uno ha hecho, los buenos recuerdos…cada día que pasa no vuelve y no se puede borrar, regresar, olvidar. Debemos por tanto tomar conciencia de la responsabilidad de lo hecho. La lectura nos induce a imaginar los sitios, las imágenes, los personajes, son momentos de reflexión sobre nuestras imágenes. El éxito de un libro está en el placer que produce tanto en el escritor, como en el lector.
El enigma de la habitación 622 también es un libro sobre la escritura de una novela, presentada por un personaje que es escritor, constituyéndose así en una especie de metalibro, la literatura como transmisión de saberes. Ayuda a cada lector a crear su propia reflexión.

También tuvimos oportunidad de escuchar a Alejandro Gaviria y Juan Luis Mejia, interrogados sobre el futuro de la cultura por Maria del Rosario Escobar. Alejandro Gaviria (Santiago de Chile, 1966) es un académico, economista, escritor e ingeniero colombiano nacido en Chile. Fue Ministro de Salud y Protección Social de Colombia desde el 3 de septiembre de 2012 al 6 de agosto de 2018. También fue director del Centro para los Objetivos de Desarrollo Sostenible para Latinoamérica y el Caribe (CODS) hasta 2019 donde inició sus labores como rector de la Universidad de los Andes.

Juan Luis Mejía Arango (Medellín, 1951). Estudió Derecho en la Universidad Pontifica Bolivariana. Fue director de la Biblioteca Pública Piloto de Medellín. Desde ese momento, su vida ha estado ligada con la educación y la cultura. Director de la Biblioteca Nacional de Colombia, durante el gobierno del presidente Belisario Betancur. En 2004 fue nombrado rector de la Universidad EAFIT, de Medellín, cargo que ocupó hasta diciembre de 2020.

Maria del Rosario Escobar, es comunicadora social y periodista de la Universidad Pontificia Bolivariana con maestría en estudios humanísticos de la universidad Eafit, especialista en semiótica de la interacción comunicativa, y especialista en periodismo urbano; también ha sido docente de cátedra en el área de Humanidades de Eafit, y ha realizado publicaciones e investigaciones en temas de arte para diversos medios y fondos editoriales.

Este constituyó un panel de lujo, en el cual trataron sobre el presente, el modelo de trabajo en el sector cultural, apoyo, mecenazgo y por ultimo sobre el libro de Alejandro Otro fin del mundo es posible. Parece paradójico que sea un buen momento para la literatura, pero la venta de libros aumentó, el confinamiento propició la lectura y el rescate de libros que nos esperaban, igual sucedió con la creación. Por contraparte la crisis del teatro, el cine, los conciertos, las exposiciones, etc., se acentuó. El tiempo se dividió en la vida del trabajo y el estar en casa, se cayó en el ascetismo, pues la sociabilidad no fue posible.

Hay mucho pesimismo, temor por el estancamiento, la cultura sigue siendo la cenicienta de los presupuestos, públicos y privados, pero en lo colectivo, la cultura debe tener futuro. Este aislamiento nos ha permitido reflexionar sobre las preguntas esenciales del ser humano, darnos cuenta como somos de frágiles, ¡ver la muerte de cerca es conmovedor!

En el libro Otro fin del mundo es posible, se nos plantea, que no debemos ir sobre seguro, que debemos mantener una búsqueda incesante, no adormecernos en la comodidad. Estamos perdiendo el silencio, la capacidad de contemplación. Debemos ser un poco más amables. Por sus planteamientos y posturas frente a la cultura, la vida y la forma de pensar y comportarse, estos dos rectores se han ganado el título de rectores de la Universidad de la Vida.

*Profesional en Filosofía y Letras Universidad de Caldas