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El sueño de una década

Por: Universidad de Manizales

Fecha de publicación: 08/02/2021

El 9 de febrero de 2021 con motivo del Día del Periodista, la Universidad de Manizales presentó el libro “Aprendimos haciendo, haremos aprendiendo”, con el cual se conmemoran los 25 años de fundación de la Escuela de Comunicación Social y Periodismo, una memoria a través de la mirada de 25 egresados. A continuación el I Capítulo sobre la historia de su creación:

“Estudie Comunicación Social y Periodismo en la Universidad de Manizales. Próxima apertura”.

Así rezaba el pasacalle que, en un caluroso mes de Agosto de 1993, un grupo de bomberos de Cartago instalaba en la vía principal que da acceso a esta población del norte de Valle.

Se trataba de las primeras piezas promocionales de un emprendimiento académico que desde un año atrás, en 1992, se venía desarrollando en el claustro académico, y que veía un gran potencial de inscritos no sólo en la región del denominado Eje Cafetero, sino también del extenso Valle del Cauca, especialmente de sus poblaciones limítrofes con Risaralda y Quindío.

Para entonces los avisos en los periódicos, las cuñas en la radio, el voz a voz o “radio bemba” y los pasacalles, eran imprescindibles para estructurar cualquier campaña de la época. Lejos estaban de aparecer el universo digital y las redes sociales. “Con Merceditas Villegas, que era nuestra relacionista pública, nos fuimos a buscar quién nos ponía los pasacalles, y donde preguntábamos nos direccionaban al cuerpo de Bomberos. Allí, acompañando un desvencijado vehículo rojo, pudimos constatar todo lo que se decía de los bomberos de pueblo: que apagan incendios, bajan loros de los árboles y suben reinas de belleza”, recuerda el docente Wilson Escobar Ramírez,
entonces Jefe de Comunicaciones y Prensa de la Universidad.

La anunciada “próxima apertura” de una facultad de Comunicación Social y Periodismo en Manizales era una tentativa de vieja data, que por diversas circunstancias no se había concretado. A cada tanto y en distintos escenarios, muchas personas se preguntaban por qué la cuidad y la región carecían de una formación en periodismo, especialmente, teniendo en cuenta la larga tradición periodística de una urbe que en los años 20 del siglo pasado llegó a tener más de 20 publicaciones periódicas, y donde la dinámica cultural e intelectual le valieron durante los años 50 y 60 el apelativo de “Meridiano Cultural de Colombia”.

“Les había cogido la tarde”, alcanzó a decir un profesor visitante cuando se enteró de la próxima apertura de la Facultad.

El furor de los periódicos

La idea de crear una facultad de periodismo, específicamente, rondaba en la cabeza de académicos, periodistas, intelectuales e instituciones de la ciudad, al menos, desde los años 80.

En su libro de memorias sobre el origen y evolución de la Universidad de Manizales, “Caminos y Desafíos”, el profesor Luis González López da cuenta de una iniciativa que en 1982 tenían algunos profesores de la Facultad de Psicología de este claustro por crear una facultad de periodismo. Aquello se quedó en algunas reuniones que no avanzaron en el desarrollo de la propuesta. También por la Universidad de Caldas gravitaba aquella idea en virtud de una rica tradición de periódicos estudiantiles.  A mediados de los años 80 había en esta universidad un gran furor por hacer periódicos, algunos contestatarios, otros con la idea de facilitar la expresión intelectual de los jóvenes, publicaciones que se hacían con el apoyo del claustro y que se editaban en su propia imprenta.

El abogado William Hernández Gómez, hoy Magistrado del Consejo de Estado, entonces vicerrector administrativo de la Universidad de Caldas (ocupó el cargo directivo entre 1987 y 1990), recuerda que la iniciativa de crear un programa de tal naturaleza la expuso tímidamente en 1988 en una reunión con algunos docentes de esa institución y representantes de la organización Periodistas Asociados de Manizales (PAM).

Hernández Gómez no sólo oficiaba en los temas del derecho, sino también en el campo cultural; en el curso de sus estudios de pregrado había hecho parte de uno de los grupos teatrales de más tradición en la ciudad, el Teatro Popular de Manizales (TPM), y había ejercido el periodismo de manera autodidacta, como buena parte de los profesionales que integraron las redacciones de los periódicos de la región durante décadas, antes de que fueran colonizadas, paulatinamente, por los egresados de las facultades de comunicación y de periodismo.

“Desde muy joven había tenido un especial interés en el periodismo. Lo intenté cuando cursaba bachillerato en el Instituto Universitario. En esa época, con algunos compañeros de la tertulia literaria, buscamos emisoras para grabar programas culturales de radio, pero fue un fracaso. Quería estudiar periodismo, pero en Manizales no había opción alguna”, recuerda Hernández Gómez.

Era cuestión de tiempo. En 1977 el maestro Héctor Moreno, jefe de redacción de La Patria, le dio la oportunidad de reemplazar a Gilberto Villegas, uno de los columnistas más leídos del periódico.  La columna “Pregunte y le respondemos” era todo un desafío para cualquier periodista de la época, que debía enfrentarse a las preguntas más capciosas que formulaban los lectores a través de cartas que llegaban en físico a la sede del periódico. “Con el atrevimiento de la juventud (solo tenía 24 años) acepté la columna, la cual se publicó casi todos los días de lunes a viernes, durante casi tres años. !!Era como una especie de google de esa época!!” . Y sí, el atrevido columnista se volvió un ratón de biblioteca para dar respuesta a inquietudes que jamás habían pasado por su apetito intelectual.

Lo que sí sabía William Hernández era que la tarea de crear una facultad de periodismo seguía intacta, a pesar del fracaso de la iniciativa en aquella reunión de finales de los ochenta entre profesores y periodistas, pues el rector de entonces, el arquitecto Alvaro Gutiérrez Arbeláez, había preferido darle más fuerza a una facultad de audiovisuales, que surgió años más tarde bajo la denominación de Diseño Visual.

La idea dormitó por un corto tiempo, pues Hernández Gómez se la trazó como uno de sus principales objetivos a su llegada a la rectoría de la entonces Fundación Universitaria de Manizales (FUNDEMA), el 17 de septiembre de 1990: “Luego de evaluar las prioridades, los primeros seis meses de rectoría los dediqué a buscar el reconocimiento como Universidad y así fue como se presentó, en el primer semestre de 1991, la solicitud ante el Ministerio de Educación Nacional (por intermedio del ICFES), lo cual se logró con la resolución 2317 del 7 de abril de 1992”.

Superado ese reto del reconocimiento como Universidad, tenía claro el otro gran objetivo: fundar la facultad de periodismo.

En 1992 la Universidad llegaba a sus primeros 20 años de creación, motivo por el cual se estructuró una amplia programación académica para celebrar aquella efemérides. Y para hacer resonancia de todas las actividades previstas, Hernández Gómez creó la oficina de Comunicaciones y Prensa. La idea era dar cuenta a los medios de comunicación de la ciudad de todo cuanto acontecía en la Universidad. “Pronto entendimos que había lectores internos a los que debíamos informar. Fue así como creamos El Informativo, un periódico en formato tabloide, con entrevistas, crónicas y noticias, que diseñábamos con enormes dificultades en un poderoso equipo macintosh, de los
primeros que hubo en la ciudad y que era incompatible con casi todo”, rememora Wilson Escobar, quien debutó en la jefatura de esa dependencia.

Apasionado como era por el periodismo, Hernández Gómez sacaba tiempo de sus labores como rector para dirigir y producir un corto noticiero de televisión que se había inventado, utilizando para ello los pocos equipos, nada profesionales, que había en la oficina de audiovisuales. Un par de televisores de la época configuraban el circuito cerrado por donde se transmitían las notas informativas, y que a la postre fueron dando la idea del futuro estudio de
televisión, clave para dar soporte al nuevo programa de pregrado que se vislumbraba en el camino.

Las preguntas de Kundera

En la segunda semana de febrero de 1992, la Universidad invitó a los medios de comunicación para celebrar el día de los periodistas. En aquella ocasión el rector mencionó la importancia del periodismo en la sociedad contemporánea; allí citó a Milán Kundera, quien en su novela “La inmortalidad” se pregunta, a través de uno de los personajes, cuál profesión le daría más poder, y concluye que ni el abogado, ni el médico, ni el político, tiene el poder de un periodista, porque: “Periodista no es aquel que pregunta, sino aquel que tiene el sagrado derecho de preguntar, de preguntarle a quien sea lo que sea. ¿Acaso no tenemos todos ese derecho?… Por eso precisaré mi afirmación: el poder del periodista no está basado en el derecho a preguntar, sino en el derecho a exigir respuestas”.

Aquellas primeras prácticas periodísticas, la dinámica de las ruedas de prensa y la presencia cada vez más frecuente de los medios de la región en los distintos eventos de la Universidad, fueron creando el ambiente propicio y generando la necesidad de creación de un programa académico en el campo periodístico.

Ya desde las primeras semanas de su gestión, cuando Hernández conformó su equipo de trabajo, le había comentado a los profesores Luis González y César Montes su idea de avanzar en la creación de una facultad de periodismo. “Yo no tenía la noción de “comunicación”, asunto que me parecía secundario (mi idea central siempre fue periodismo), pero rápidamente Luis y César me explicaron que debía tener los dos componentes”, precisa. También se hablaba en esa época de la creación de otras facultades como medicina o de algunas ingenierías, pero con los rectores de las universidades de Caldas, Católica, Autónoma, se tenía una especie de pacto de caballeros en el sentido de no duplicar programas. “En particular el programa de medicina –recuerda- era inviable en esa época, pues bien conocía de sus costos en la Universidad de Caldas. En cuanto a ingenierías, me parecía una locura tratar de competir con la Nacional. Así que mi gran propósito académico fue el de lograr la aprobación de la Facultad de Comunicación Social y Periodismo, programa que no se ofertaba en la ciudad”.

Las condiciones estaban dadas. El germen de la idea entre algunos profesores de Psicología, una década atrás, generaba un mayor entusiasmo para presentar la iniciativa ante su equipo directivo y la comunidad de académicos.

En un discurso pronunciado en el Día del Maestro, el 15 de mayo de 1992, Hernández Gómez anunció como rector la presentación de la propuesta de creación de la Facultad de Comunicación Social y Periodismo. En esa oportunidad, al celebrar la gran noticia de reconocimiento como universidad (había ocurrido en el mes anterior, el 7 de abril) explicó a los académicos las cuatro estrategias maestras de desarrollo, en las cuales se hacía especial énfasis en los postgrados y en la investigación. Sin embargo, en un fragmento de aquella disertación, el rector advertía lo siguiente:

«Esto no significa que no se abrirán nuevos pregrados, pues precisamente el Consejo Superior autorizó el inicio de todos los trámites para presentar una propuesta al Consejo Académico y al ICFES, de un nuevo programa de pregrado en comunicación social y periodismo, que se ajusta a nuestro perfil, y contamos con profesores altamente capacitados en esta área del saber o en afines».

Efectivamente, pocos días después la creación de la facultad tuvo vía libre, inicialmente con la decisión del Consejo Superior el 27 de mayo de 1992 y luego por el Consejo Académico en diciembre de 1993.

El paso a seguir era conformar un equipo de gestión, para lo cual encomendó a sus colaboradores inmediatos: Luis  González López, Vicerrector Académico y César Augusto Montes, Director del Centro de Investigaciones (CIUM), quienes representaban la institucionalidad y memoria de la Universidad de Manizales. “También confié tan importante proyecto a dos grandes amigos: Octavio Arbeláez Tobón, quien me acompañó como Jefe de Planeación, y Wilson Escobar, mi jefe de prensa en la Universidad, a quien bien conocía y admiraba por sus escritos en el diario La Patria”, explica William Hernández, quien recuerda que de inmediato se generó una sinergia muy interesante entre los que representaban la tradición, y la visión fresca y joven de Octavio y Wilson. “Recuerdo muy bien que con gran entusiasmo soñábamos con lo que yo llamaba UM-FM, una emisora radial al estilo de la emisora Remigio Antonio Cañarte”.

Octavio Arbeláez procedía del sector cultural. En 1984 había revivido una de las fiestas más significativas de la ciudad y del país, como lo es el Festival Internacional de Teatro, un evento escénico que en sus primeras ediciones, entre 1968 y 1973, había puesto a Manizales en el mapa teatral del mundo; incluso llegó a ser considerado por críticos y creadores como la nueva “Meca del teatro mundial”. Antes de subirse al escenario de la gestión cultural, Arbeláez Tobón también había despuntado en el mundo del periodismo, con artículos sobre cine y la publicación de cuentos literarios, además de la creación del magazín cultural Fabularia, que editaba en equipo con Octavio Hernández y Octavio Escobar Giraldo, este último un reconocido y premiado escritor.

La “bendición” de los medios

¿Cómo empezar? ¿Qué riesgos tiene la propuesta? ¿Cuáles son los principales obstáculos? Preguntas como estas acompañaban la antesala a los primeros esbozos de la propuesta.

La principal dificultad se vislumbraba en una supuesta oposición de los periodistas empíricos de la región. Como se sabe, el oficio del periodismo se había ejercido en la ciudad (y en general, en todo el país) de la mano de intelectuales y profesiones de otros campos, quienes podrían no ver necesaria la formación académica y, de paso, ver amenazada su actividad laboral con la llegada de profesionales en el campo específico. La redacción de La Patria era, tal vez, la que más periodistas profesionales integraba entre sus casi 30 redactores: tres o cuatro, si mucho.

Por aquella época ya se debatía que el periodismo era un oficio y no una profesión, tesis que años más tarde Carlos Gaviria Díaz plasmó en la sentencia C-087 de 1998 que declaró inconstitucional la Ley 51 de 1975 o Ley del Periodista, por resultar incompatible con la Constitución Política de 1991. “Esta fue una de las razones que me convencieron de que debía tener los dos componentes: periodismo y comunicación social”, precisa el entonces rector.

Para vencer este primer obstáculo se realizaron desayunos de trabajo con los periodistas de Manizales, Pereira y Armenia. En cada una de aquellas reuniones se fueron despejando los temores que asistían al equipo gestor. Dos periodistas de reconocida trayectoria en Manizales, como eran Diego Zuluaga Triviño y Carlos Ernesto González, de quienes se podría esperar críticas, incluso oposición a la iniciativa, mostraron su complacencia por la misma; un gesto que se valoró con importancia pues se trataba de dos grandes influenciadores de opinión desde sus tribunas en los medios radiales. Lo mismo sucedió en las otras dos ciudades capitales, donde los periodistas y empresarios de los medios de comunicación respaldaron el emprendimiento académico. “No conocí ningún comentario de prensa o de radio en contra de la iniciativa”, rememora William Hernández.

Con la “bendición” del gremio del periodismo se inició en forma la elaboración del documento maestro.

Era común ver en la oficina de planeación, convertida en el “centro de operaciones”, gran cantidad de libros traídos de la biblioteca de la Universidad, y a Octavio Arbeláez buceando entre obras y autores en procura de encontrar conceptos vinculados con la comunicación y el periodismo; era una tarea difícil porque la tradición bibliográfica de la institución estaba anclada en carreras como derecho, economía y contaduría; el soporte más cercano lo aportaban las facultades de psicología y educación.

Con el paso de las semanas comenzaron a aparecer los primeros borradores del plan de estudios, con apoyo en el curriculum de otras universidades, especialmente la Jorge Tadeo Lozano, de Bogotá. “Yo hice una visita a las instalaciones de dicha Universidad –recuerda William Hernández. Los directivos me explicaron que los costos de mantenimiento de la radio y la televisión eran muy altos y ese era el punto débil de un programa de periodismo. Invitamos al maestro Javier Darío Restrepo para que nos asesora sobre la viabilidad de la facultad. La reunión se realizó en el despacho de la rectoría y fue clave porque prácticamente nos dio el aval para avanzar. Para mí fue muy importante porque legitimaba la idea ante los periodistas de la región; nadie podría contradecir al maestro de la ética del periodismo. Nos llenamos de optimismo y valor”.

Una propuesta curricular más madura se compartió con la comunicadora bogotana Marbel Sandoval, quien venía de liderar las comunicaciones corporativas de Ecopetrol y había asesorado en años recientes a La Patria, en un proceso de depuración del estilo y la estructura periodística del diario local. En un intenso fin de semana, enclaustrado en el Hotel Carretero, el equipo de gestión logró consolidar, con el apoyo de Sandoval, una estructura curricular con la cual se daba vía libre para cerrar el documento maestro.

Octavio Arbeláez fue sucedido en la jefatura de planeación por Diego Villada, quien se encargó de pulir el documento final que debía presentarse ante el ICFES. “Un día antes del paseo institucional de fin de año, el rector me pidió que fuera a llevarlo a Bogotá porque el ICFES lo cerraban y no se podía volver a presentar el documento sino hasta seis meses después. Me fui para Bogotá, con la mala suerte de encontrar cerrado el Instituto”, relata Diego Villada. Con la suerte echada y dispuesto a devolverse con las malas noticias, tuvo un feliz encuentro con Alvaro Martínez, quien había sido rector de la Universidad de Manizales y se desempeñaba en ese entonces como Secretario General del ICFES. “Me preguntó qué hacía por allí y me invitó a pasar a su oficina y por fin pude entregar el documento maestro. Pero la tarea no quedó bien hecha porque éste fue devuelto por haber sido mal radicado”, rememora entre risas el profesor Villada.

Tras la elaboración del documento maestro, otros retos se imponían: encontrar un decano que liderara el proceso, y estructurar un cuerpo profesoral. Ambos se antojaban como una tarea difícil por la ausencia de profesionales en el medio. En el equipo gestor los profesionales procedían de la psicología, el derecho y la filosofía. Todos coincidían en que el primer decano debía ser un profesional de la comunicación y el periodismo, que transmitiera la credibilidad
al medio y, especialmente, a las familias que estaban considerando respaldar a sus hijos en una carrera inédita en la región del centro occidente colombiano.

Fue así como se aprovechó el contacto establecido con Javier Darío Restrepo, quien sugirió el nombre de María Patricia Téllez, periodista e investigadora en el Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP), ong que editaba la revista 100 Días, publicación especializada en el análisis de la realidad social y política colombiana.

Para contactarla el rector viajó a Bogotá, en compañía de César Montes, con el fin de realizar la primera reunión exploratoria. El punto de encuentro fue una cafetería en el Centro Internacional. “Desde el primer momento hubo química y mucho optimismo”, recuerda Hernández Gómez.

Nombrar a la comunicadora Maria Patricia Téllez, desconocida en el ámbito periodístico local y con buena formación académica e investigativa, fue un acierto del rector Hernández, frente a las expectativas, posibles presiones y “lobby” que algunos periodistas de la región ya preparaban, pues sentían que podrían ser llamados a ocupar ese cargo, dada su experiencia profesional o sus méritos con la tarjeta profesional de periodista. De hecho, eran unos pocos los licenciados en comunicación, al lado de un notorio grupo de jóvenes técnicos en periodismo con poca experiencia profesional, rodeados todos de una gran cantidad de periodistas de oficio o “empíricos”.  Pero todos sin experiencia en docencia universitaria en comunicación o en periodismo, así como tampoco en administración de programas de educación superior.

De las otras personas que participaron en la creación del pregrado, ninguno tenía título académico de comunicador o periodista. Así que resultaba políticamente “más correcto” evitar discusiones locales sobre si quien dirigiría este programa (versión manizaleña del híbrido colombiano de formar comunicadores y periodistas en un mismo pregrado) tenía o no los méritos profesionales, académicos o administrativos a criterio de quienes ejercían el periodismo en la región.

La experiencia de la profesora Téllez en ámbitos académicos, su posgrado en la disciplina y su previa labor en gestión académica dentro de una universidad bogotana “de postín” ayudarían a que la atención se dirigiera más hacia lo que se hiciese que a quién lo cooordinara.

Luego de su aprobación por el ICFES el nuevo programa inició labores el 24 de enero de 1994.

Una nota periodística, publicada un día antes en el diario La Patria, registraba ese momento histórico:

“Con 43 aspirantes a ser Comunicadores Sociales y Periodistas, la Universidad de Manizales reinicia clases mañana. Como decana de esta nueva facultad fue nombrada María Patricia Téllez Garzón, egresada de la Universidad Iberoamericana de México…”.

Recordaba la nota, que “Este centro de educación superior cuenta actualmente con 3.870 estudiantes, de los cuales el 52% es de Caldas, el 36% de Nariño, y el 25% del Valle y de otras regiones”.

Un pie de foto de la fachada recién estrenada de la Universidad sentenciaba: “Aquí crecerán las semillas del periodismo caldense del siglo XXI”.