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En respuesta a algunos rumores sobre la vacuna contra el coronavirus

Por:  Rafael Santander*

Fecha de publicación: 13/01/2021

A mediodía del 31 de diciembre, mientras los colombianos comenzábamos los preparativos para la fiesta de fin de año, la farmacéutica norteamericana Pfizer hacía entrega de sus estudios al INVIMA para obtener la autorización del uso de su vacuna BNT162b2 contra el SARS-CoV-2 en el territorio nacional. Esta licencia fue otorgada el 5 de enero del presente año, un proceso de gestión veloz facilitado por el decreto 1787, creado el año anterior durante la emergencia sanitaria.

Ante la próxima llegada de esta vacuna a Colombia, dada la velocidad de su desarrollo y su enfoque novedoso, una vacuna con material genético, es comprensible que haya desconfianza por parte del público general y que se esparzan rumores como el de que no está lo suficientemente probada o que este código genético pueda causarnos mutaciones peligrosas.

En su editorial del último número del 2020 la revista Science declara como el logro científico del año el desarrollo de las vacunas contra la COVID-19. El título anterior de la vacuna más rápida lo tenía la del ébola que tardó cinco años en desarrollarse.

En la mañana del 12 de enero del 2020, el día después de que un grupo de científicos de China compartiera la secuenciación genómica del virus SARS-Cov-2 con el mundo, el laboratorio norteamericano Moderna inició sus estudios para el desarrollo de una vacuna y a inicios de febrero un grupo de científicos norteamericanos publicaron un estudio sobre la proteína S (la espícula del virus que tiene apariencia de púa y se encuentra alrededor de toda su membrana), que afirmaba que esta proteína cumplía una labor fundamental en la infección de las células y sugería el aprovechamiento de este conocimiento para el desarrollo de una vacuna.

De la secuencia genómica del SARS-Cov-2 se identificaron 3.831 de caracteres encargados de la síntesis de esta proteína S. El proceso pudo realizarse rápidamente gracias a la semejanza de este virus con las variedades ya conocidas y estudiadas de coronavirus SARS-Cov-1 y MERS-CoV. Este fragmento de código genético es lo que las farmacéuticas sintetizan artificialmente como cadenas de ARN mensajero (ARNm para abreviar) e introducen en partículas lipídicas para su posterior inyección.

Una vez en el cuerpo, este ARNm entra en la célula y va al ribosoma, el cual se encarga de sintetizar la proteína S que, una vez liberada, nuestro cuerpo reconoce como antígeno y genera una respuesta inmune a esta. Al no haber necesidad de que el ARNm vaya al núcleo, no hay riesgo de modificación genética. Además, como este código consiste en las “instrucciones” para la fabricación de una proteína y no para la replicación de la totalidad del virus no hay riesgo tampoco de contraer la covid mediante la inyección de la vacuna.

En relación a los estudios es un hecho que se realizaron con prisa, pero no de forma irresponsable. Tradicionalmente, después de las pruebas preclínicas de una vacuna, realizadas en animales, las pruebas en humanos se desarrollan en 3 fases. En Estados Unidos la organización gubernamental FDA (administración de alimentos y medicamentos) debe dar su visto bueno después de cada fase para que los laboratorios puedan pasar a la siguiente. Ante la emergencia sanitaria a los laboratorios se les permitió hacer los estudios en simultáneo.

Pfizer realizó 2 estudios. El segundo, que comprendía la fase II y III, se realizó con un total de 37.586 participantes de los cuales 18.801 recibieron la vacuna. Moderna realizó 3 estudios con un total de 30.351 participantes de los cuales 15.185 recibieron alguna de las tres vacunas que probaron. Ambos laboratorios recibieron de la FDA la autorización para uso de emergencia de sus vacunas el 11 y 18 de diciembre respectivamente. Al ser productos para uso de emergencia no es posible decir con certeza durante cuánto tiempo vamos a estar protegidos por estas, es posible que en el futuro sea necesaria la administración de otra vacuna. Aún así, los laboratorios afirman que continúan monitoreando a los participantes vacunados. Tampoco es descartable que las actuales pasen a tener una aprobación oficial.

El futuro de la covid, de todos modos, está lleno de incertidumbre. En Bogotá durante la primera semana del año se declaró alerta roja después de confirmada la ocupación del 85% de las UCIs de la ciudad. Las festividades decembrinas, con sus reuniones familiares y paseos vacacionales, aceleraron el ritmo de los contagios en todo el país. Puede que la vacuna esté en camino, pero esta tampoco es una solución definitiva. Las veinte millones de dosis adquiridas por el gobierno nacional vacunarán a un total de diez millones de habitantes. Según el ministro de salud, para vencer al coronavirus es necesario vacunar al 70% de la población, es decir, un estimado de 37,5 millones y no sabemos cuándo llegarán al país las próximas vacunas.

El trabajo de la comunidad científica internacional es una evidencia de que, por lo menos en términos de supervivencia de la especie, somos más grandes que nuestras diferencias. Y por esta prueba tan maravillosa merecen nuestra gratitud. Una gratitud que podemos manifestar con nuestro cuidado, el de nuestros familiares y los demás ciudadanos, no solo vacunándonos, sino también manteniendo la guardia con los demás métodos de prevención que llevamos usando desde hace meses.

*Escritor – Docente

Imagen tomada de internet