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¿En verdad me quieres tanto?

Por: Germán Sarasty M.*

Fecha de publicación: 02/03/2019

Hoyos editores acaba de presentar en el mundo literario una nueva figura que a no dudarlo dará de que hablar, pues es un escritor tardío. Se trata de Iván Asmar quien irrumpe con “¿En verdad me quieres tanto?”, una “nouvelle” la cual apenas con 114 páginas nos atrapa, de tal manera que no podemos sino leerla de un tirón.

Qué despliegue de imaginación para construir una historia tan creíble, en la cual hay una poesía tan sutil como hermosa, una estructura de narración tan adecuada, un suspenso admirable y cosas tan propias del escritor como el jazz, el placer de escuchar a Charlie Parker, Dizzy Gillespie, y por supuesto a Louis Armstrong, las canciones de Julie  London  y Ella Fitzgerald,  el teatro (Brecht), “táctica y estrategia”, y muchas más.

A partir de un epigrama de Arthur Schopenhauer hace la minuciosa construcción de su obra, basándose en la afirmación: “En efecto, exteriormente la necesidad y la privación engendran el dolor; en cambio el bienestar y la abundancia hacen brotar el tedio”. Serán sus personajes Bruce, hijo de un pastor presbiteriano y Bonnie hija de un   líder sindical,   habitantes de Edimburgo, capital de Escocia, ubicados en el verano del 73.

Aparecen dos narradores, Bruce y Bonnie, quienes discurren en dos sitios diferentes en el relato (su patria natal y una mina en Marmato, Caldas, Colombia) y además en dos épocas distintas (1973 y 10 años después), pero todo tan bien elaborado que no perdemos nunca el hilo de la narración, pues bien sea que narre el uno o la otra, están configurando con sus descripciones los rasgos de cada uno, obviamente desde la subjetividad de quien narra, y así se va estructurando la ficción. Como respetaron sus propios espacios en su vida, igual ocurre con su relato, pues en cada capítulo solo cabe la voz de uno de ellos, así sea para mencionar al otro.

En un monólogo interior al referirse a su químico recién graduado, bien acomodado y buen burgués, Bonnie sostiene “…por qué no reconocerme siquiera el mérito de haber sido yo quien te sacó del palacio helado del aburrimiento y entonces permitirme la vida a mí qué siempre la he querido, qué la he disfrutado a montones pese a debatirme entre la pobreza y la locura”

Por su parte Bruce piensa “…solo sé que he conocido la tragedia y la plenitud y que, desde que la conocí, cada día es distinto al otro: feliz, infeliz…, la inquietud no cesa, la incertidumbre no se agota, en un minuto puede cambiar todo el paisaje de nuestras vidas y en efecto cambia.”.

“…prendió fuego en mi sangre y me enseñó a reír con fuerza, a llorar hasta quedar sin lágrimas…”

Pasa el tiempo y obviamente no solo las cosas cambian,  sino  también las percepciones  que tenemos, por los nuevos conocimientos que adquirimos y lo que soñamos que sería un paraíso, se convierte en un infierno, del cual nos es casi imposible emerger. Ya todo es diferente, Bruce piensa “Cómo me molesta ahora su cercanía, cómo me repugna pensar que este aire que circula con pesadez por esta pequeña habitación lo comparto con ella”. “La siento muy cerca de mí, si yo quisiera podría estrangularla con solo estirar la mano y mi venganza estaría cumplida”

Por su parte Bonnie al analizar los diez años vividos juntos, medita  “Y en esa intermitencia temperamental en que se convirtió tu vida, te me volviste impredecible, no sé con seguridad si fue eso o producto de tu estrategia y táctica conmigo, porque ya veías en mí al enemigo y no a la mujer que te sedujo y por la que vivías cada minuto.” “Por supuesto yo me consumía entre la incertidumbre y la tristeza porque nunca te he dejado de querer. Claro, es un sentimiento que se ha ido transformando con el tiempo y con lo que nos ocurre, pero tiene un solo origen.”

La respuesta a ese drástico cambio, ha sido muy bien urdida y solo al final nos damos cuenta de la realidad de esta ficción.

*Profesional en Filosofía y Letras