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Espejos de ciudad: un acto de resistencia y existencia

Por: Luis Fernando Acebedo Restrepo

Fecha de publicación: 24/08/2022

La siguiente es la introducción al libro “Espejos de ciudad”, del profesor titular de la Universidad Nacional sede Manizales, Luis Fernando Acebedo Restrepo, arquitecto, magister y doctor en Urbanismo. El libro recoge una selección de artículos, con fotografías del autor, publicados en diferentes medios de comunicación. “Se trata de ser el reportero o el cronista, una persona que retrata la sociedad urbana y la comunica en sus bordes, umbrales y disoluciones sin poder eludir una cierta subjetividad frente al espacio que lo rodea”. 

El libro que usted tiene en sus manos es para mí un divertimento, un juego intelectual que puede ser tan profundo o trivial según como cada lector quiera valorarlo. Por supuesto que como autor de estas páginas las encuentro densas, incisivas, provocadoras y sugerentes. Pero, soy consciente de que en el mundo académico y científico, del cual hago parte, estas líneas podrían ser consideradas como “literatura gris”, un término despectivo en el cual se engloba todo lo que no tenga un nivel de aplicabilidad práctico-científica, no emplee una fórmula matemática que demuestre una nueva ecuación, no haya sido validado por una comunidad de expertos, no sea el resultado de una convocatoria de investigación de alguna entidad pública o privada de reconocida trayectoria nacional o internacional, o no haya sido publicado como artículo en alguna revista indexada con factor de impacto Q1.

Nada de eso me interesa ni busco con este libro. Tampoco el lector encontrará en él un orden de presentación académico con objetivos principales y secundarios, hipótesis, marco teórico, marco metodológico, discusión o trabajo de campo, resultados y conclusiones. Los mejores libros que he leído en mi vida, tanto de filosofía como de economía política o sociología ⸺los campos disciplinares que han atravesado mi formación académica como arquitecto y urbanista⸺, no fueron escritos con esas camisas de fuerza.

Si aun así usted sigue interesado en estas páginas procederé a explicar las razones que me motivaron a publicar este libro. Este trabajo es un acto de resistencia frente a los parámetros tecnocráticos antes mencionados, pero también es un acto de existencia que reivindica la necesidad que tiene todo ser humano de ordenar sus ideas sobre un asunto determinado y de compartirlas con un público para encontrar una retroalimentación. Es, igualmente, una memoria que queda al servicio de miradas espacio-temporales de futuro con arraigo en una visión humanista.

Un punto de partida esencial en la construcción de esta propuesta es la motivación existencial sobre la naturaleza del espacio como temática básica de reflexión. Este enfoque lo comencé a desarrollar a partir de una aproximación metafórica surgida de mi tesis de doctorado en urbanismo (Acebedo, 2015). ¿Una metáfora en una investigación de nivel doctoral? En efecto, la metáfora del caleidoscopio me inspiró para tratar de estudiar uno de los temas emergentes de los debates sobre la ciudad y el urbanismo, a saber, las ciudades y los territorios del conocimiento. A partir de estos primeros espejos y reflejos del conocimiento transité hacia dos concepciones trialécticas del espacio. La primera y la de mayor trayectoria intelectual y temporal es aquella relacionada con la relación sociedad-espacio-naturaleza, y la segunda es la propuesta por Lefebvre (2013) desde mediados del siglo XX y conocida como la trialéctica del espacio (concebido, percibido y vivido).

Cuál no sería mi sorpresa cuando a partir de su estudio y profundización se abrió ante mis ojos todo un debate teórico, filosófico, sociológico, económico, geográfico y arquitectónico sobre el espacio y sus relaciones con la sociedad y la naturaleza, con origen en el materialismo histórico y dialéctico del siglo XIX, pero abierto y permeado por los actuales avances del conocimiento. El primer capítulo, por tanto, es un giro caleidoscópico sobre la concepción del espacio que pongo a consideración de ustedes.

Encontré en la trialéctica una oportunidad para desarrollar el pensamiento crítico con el propósito de motivar a repensar la arquitectura y el urbanismo, para estimular la creatividad entre mis estudiantes en torno al diseño y la formulación del proyecto arquitectónico y urbanístico integral y contextual, asuntos sobre los cuales exploro y experimento en el aula con mi compañera de trabajo, Valentina Mejía Amézquita.

Los otros capítulos corresponden a giros espaciales en el campo de lo concebido, vivido y percibido. Son el resultado de las prácticas de un profesional que se propone narrar las ciudades que piensa, habita, visita o transita en medio de esa búsqueda constante de respuestas y nuevas emergencias sobre el espacio, el urbanita y la urbanización a partir de la experiencia vivida y de las prácticas espaciales como profesional.

El capítulo II se pregunta sobre la ciudad global del conocimiento. Viajé en su búsqueda por distintas ciudades de Europa y América, y escribí mis primeras opiniones en una especie de bitácora de viajes y memorias sobre las ciudades que el mercado ofrecía como paradigmas de una nueva época. Intenté contrastar los espacios concebidos por las ciudades con los percibidos y vividos a través de mi experiencia vital.

El capítulo III titulado “Diacronías espacio-temporales”, indaga por los orígenes del ordenamiento territorial en la región del Eje Cafetero de Colombia desde mediados del siglo XX hasta nuestros días. A partir de una experiencia vital que me permitió recorrer los municipios de Caldas y hablar con los alcaldes, secretarios de planeación y otros funcionarios pude evaluar los avances en materia de ordenamiento ambiental en el departamento de Caldas, con sus logros y debilidades. También presento un análisis comparativo de dos macro-proyectos de renovación urbana en Manizales y Buenaventura orientados a construir vivienda de interés social. En este capítulo se hace una síntesis de esas giras y giros territoriales y ambientales.

En el capítulo IV presento una selección de columnas de opinión sobre Manizales, la ciudad que me permitió pensarla y sufrirla por dos décadas. No podía llamar a este capítulo de otra manera: Distopías de los poderes locales. Es un giro caleidoscópico sin luz ni trayectoria. Es el ejemplo de la anti-ciudad (Borja, 2012), por más que los visitantes la encuentren atractiva, verde, serena. Ellos solo se pasean por la avenida principal y por sus lugares turísticos, pero ignoran la cotidianidad vivida y percibida en las comunas donde se encuentran los excluidos, los desempleados, los expropiados, los arrinconados, los escondidos. En algunas de esas columnas se esbozan las propuestas de nuevos giros caleidoscópicos urbanos más esperanzadores, sinergéticos, incluyentes y democráticos.

Esos últimos espejos de representación se construyeron a partir de los sentidos, del contacto con los cuerpos y la observación participante. Es el juego relacional de los imaginarios y las percepciones sobre el lugar vivido, la ciudad que he querido enderezar, no como un acto heroico o individual, sino como intérprete de un sentimiento cada vez más colectivo que anhela otra ciudad y otro territorio posible, que no esté marcado por la inequidad y la exclusión.

En ese nivel de aproximaciones me propongo cumplir una doble función: la del flâneur y la de reportero. El flâneur como esa figura metafórica parisina que Walter Benjamin (2016) llenó de sentido en el Libro de los Pasajes como un “paisaje formado de pura vida” (p. 422). Es un personaje que callejea, marcha, se pasea por la ciudad para nutrirse de lo que se le presenta sensiblemente ante los ojos y “a menudo se apropia del mero saber, incluso de los datos muertos, como de algo experimentado y vivido”.

Se trata de ser el reportero o el cronista, una persona que retrata la sociedad urbana y la comunica en sus bordes, umbrales y disoluciones sin poder eludir una cierta subjetividad frente al espacio que lo rodea. Como bien plantea Prata (2017) “la ciudad-texto se proyecta y se estructura como un ´tercer espacio` que modera la relación de su dimensión real con la imaginada” (p. 9). Escribir sobre la ciudad nos conecta con la visión itinerante, aquella que se construye al nivel del horizonte, a la altura de los ojos y se concreta por la observación de las prácticas microscópicas de la ciudad mediadas por el cuerpo.

Prata nos propone la conjugación de ambas figuras en el flâneur-reportero como un personaje siempre atento a nuevas historias. Es aquel que mira la ciudad, pero se sabe observado, deambula por ella como paseante y la relata como cronista dotándola de sentido al hacer evidente lo oculto.

La relación que establece con la ciudad se encuentra, pues, en el origen de una doble metáfora: la ciudad como texto y la del flâneur como lector. En efecto, mientras observa la ciudad y sus personajes como si se tratara de un libro “el flâneur cumple las veces de explorador en el mercado, clasificando los acontecimientos y la variedad de personajes-tipo que encuentra en ellas” (Prata, 2017, pp. 29-30).

La ciudad del espacio vivido e imaginado es, en últimas, la posibilidad de integrar el espacio racional con el subjetivo y se constituye en todo un reto para quienes aspiran a diseñar políticas públicas que moldeen la ciudad. Ignorar esto último es dejar en el limbo el “tercer espacio” desequilibrador y provocador de nuevas emergencias.

Justamente es eso lo que sucede en Colombia con las crecientes movilizaciones sociales que comenzaron el 21 de noviembre de 2020 y continuaron el 28 de abril de 2021, convirtiéndose en un estallido social prolongado durante varias semanas de protestas callejeras.

Las expresiones más novedosas de estas jornadas se han dado, justamente, en la búsqueda de nuevos valores y espacialidades identitarias, acompañadas de la destrucción de los símbolos coloniales o neocoloniales. En esas búsquedas los jóvenes urbanos encontraron puntos comunes de indignación y resistencia con las comunidades étnicas rurales. Ambos sectores les han hecho saber a los detentadores del poder que no se sienten representados en los símbolos de un pasado instituido, no se consideran parte del presente de exclusiones y violencias, y tampoco confían en el futuro que les prometen. En medio de esas búsquedas la retoma del espacio público abandonado en pandemia volvió a constituirse en el epicentro de las disputas por otro futuro posible y otra ciudad más incluyente y esperanzadora.

El libro no busca ser concluyente ni demostrativo, por eso no introduce un capítulo de reflexiones o conclusiones. Estas últimas las emitirá el lector.

Finalmente, decidí acompañar el texto con una serie de fotografías de mi autoría sobre “los espejos de ciudad” que dan origen al título del libro. Como fotógrafo aficionado he explorado posibilidades fotográficas caleidoscópicas que me han ayudado a observar la ciudad como imaginario urbano trialéctico en sus espejos y reflejos. García Canclini (2010) define los imaginarios urbanos como un “conjunto de repertorios de símbolos con que una sociedad sistematiza y legaliza las imágenes de sí misma, y también se proyecta hacia lo diferente” (p. 103).

Lo interesante es que esto se logra desde una doble condición, es decir, desde el ciudadano objetivado en las prácticas del espacio vivido y también desde el fotógrafo como sujeto activo en la captura de una imagen detenida en el tiempo, como expresión de los múltiples fragmentos que le dan sentido a la ciudad. Ambos se funden en esa suerte de visión caleidoscópica sobre la ciudad imaginada, que refleja múltiples espacialidades y temporalidades en el movimiento infinito e incontrolado de los actores sociales, junto con la velocidad de los cambios producidos en el espacio generando una especie de vértigo en la vida urbana. Tal parece que hoy ese vértigo solo puede ser medianamente controlado en la complicidad y el anonimato de los espacios virtuales.

Acebedo Restrepo, Luis Fernando. (2022). Espejos de ciudad. Proyecto Editorial Esfinge.

Isbn: (papel) 978-958-52382-5-1

Isbn: (electrónico) 978-958-52382-6-8