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Fundación de la Universidad de Caldas y “El Gran Otto”

Por: Jorge Emilio Sierra Montoya *

Fecha de publicación: 20/05/2023

-Fragmento de mi libro “El Gran Otto: Años de formación” (Amazon, 2020)

 Rumbo a la Asamblea

Otto Morales Benítez (1920-2015) asumió la jefatura de debate en enero de 1945, a escasos tres meses de los comicios que tendrían lugar en abril. Debió, entonces, actuar a las carreras, naturalmente con el propósito de obtener un buen resultado en las urnas con tan poco tiempo a su favor.

Visitó los distintos municipios de Caldas. Al mismo tiempo, adelantó una intensa y efectiva organización de campaña, con tres secretarías a cargo para manejar asuntos tan complejos y fundamentales como los financieros y la cedulación, entre otros.

Fundó un radioperiódico, que escribía de punta a punta, lo cual le dio además mucha popularidad y le permitió acercarse a la comunidad por una vía distinta al contacto directo.

Hasta cuando vino la convención regional del partido, donde fue proclamado, por unanimidad, cabeza de lista para la asamblea departamental, “por voluntad de la gente -aclaraba-, no por pedir sus votos”.

El éxito fue arrollador. Tanto que de los doce diputados puestos por el liberalismo, diez correspondían a su lista, mientras los dos restantes representaban a las citadas disidencias, cuyas personas elegidas salieron por residuo.

En el Directorio Liberal

Otto, por consiguiente, llegó a la asamblea departamental como jefe de la bancada liberal, que era mayoría. Y aunque no fue presidente de la entidad, parecía serlo por el poder de que hizo gala, enfrentando su liderazgo al de colegas tan capaces como Alfonso Muñoz Botero, Gonzalo Uribe Mejía (Luis Yagarí, uno de los mejores cronistas del país por sus leídas Jornadas en La Patria), Pablo Emilio Duque y Fernando López Agudelo.

Hubo varios intentos por romper su bloque de diputados. No lo lograron, ni siquiera cuando los disidentes liberales se unieron a los conservadores para tener la mayoría, o cuando él se negó a formar parte de la comitiva para viajar a otros departamentos con la misión comercial de vender allí más licores de Caldas.

Demostró, en fin, suficiente habilidad política para mantener la cohesión de su grupo, a pesar de las dificultades. En tales circunstancias, no fue de extrañar que su nombre obtuviera pleno respaldo del partido para ser miembro del Directorio Liberal de Caldas, ratificando la jefatura regional que de manera acelerada iba quedando en sus manos.

La Universidad Popular

Pero, ¿cuál fue su balance en la asamblea? De aquella gestión, hubo dos obras en particular, dignas de destacar: primero, la Universidad de Caldas, su mayor aporte al desarrollo educativo del departamento, y segundo, la empresa Cementos de Caldas, como contribución al desarrollo industrial, económico.

En cuanto a la universidad, fue la respuesta al reclamo ciudadano, oído en los municipios, sobre esa necesidad sentida de las familias que carecían de recursos económicos para enviar a sus hijos hacia Bogotá, Medellín, Cali y Popayán, las únicas ciudades que entonces contaban con centros de educación superior.

Y aunque Manizales poseía el Instituto Universitario, centro cultural de primer orden y de sobrado prestigio en su enseñanza, requería con urgencia una universidad de caldenses y para los caldenses.

Al respecto, rescató un viejo proyecto de universidad popular (a la sombra de las que se extendían en América Latina), concebido por Efrén Lopera Gutiérrez, si bien cambió dicho proyecto no sólo en su contenido sino en el nombre: Universidad de Caldas.

Aprovechando acaso las mayorías de que disponía en la asamblea, obtuvo la aprobación que permitió, por ordenanza, crear la universidad.

De las palabras a los hechos

Sólo faltaba una cosa, de veras fundamental: pasar de las palabras a los hechos e iniciar la construcción de la obra y conseguir, para ello, el terreno donde habría de levantarse el nuevo edificio.

Visitó al gobernador, Ramón Londoño Peláez; lo convenció, aludiendo a la inminente caída del liberalismo por la división existente, para que el partido liberal dejara a los sectores populares de Caldas una obra de tal envergadura, y hasta le presentó la opción de que el departamento cediera unos terrenos en las afueras de la ciudad, rumbo al barrio Fátima.

Como el mandatario recibió la propuesta con explicable escepticismo por la distancia del terreno y su naturaleza agreste, consultaron al mejor urbanizador del momento, Eduardo Jaramillo Uribe, quien destacó el proyecto, negó que los montículos de tierra fueran obstáculo para edificar (“Hay que aplanar el área”, les dijo) y observó, con espíritu visionario, que el desarrollo urbanístico se extendería hacia allá, donde desembocarían -aseguró- importantes avenidas.

Fue así como nació la Universidad de Caldas, en el sitio escogido por Morales Benítez y gracias a su iniciativa en la asamblea departamental, donde también logró sacar adelante la creación de Cementos de Caldas, clave asimismo para el desarrollo urbanístico de Manizales y el departamento.

“Porque el cemento había que traerlo de Antioquia y Valle, lo cual encarecía mucho los costos”, observaba con la satisfacción del deber cumplido.