Volver

La amistad

Por: Germán Sarasty Moncada*

Fecha de publicación: 26/10/2023

En la cafetería Nueva York, muy alejada del sector en donde habitan, uno a una cuadra del otro,  atendiendo el requerimiento de Amín de verse a las siete y media de la mañana, acude Ignacio intrigado pues hace días no se encuentran. Amigos desde el colegio se conocen sus manías, gustos, disgustos, sueños, paranoias y algo más.

Será el grupo teatral VIVEMIKEY quien con su El sueño de la bomba atómica…o la teoría de los glaciares, quien nos develará el misterio que convoca a este par de compinches, ansiosos de la concreción de sus sueños. Con una escenografía simple que muestra una de las mesas de la cafetería en donde desarrollarán el plan de Amín, quien con ello espera cumplir sus sueño de ir a vivir a Nueva York y proporcionar a Ignacio recursos para lo suyo.

Amín hijo de madre soltera, sin conocer a su padre, tiene en su amigo un refugio y lo considera de su familia, pero sin los odios, ni obligaciones que ésta implica. Es hiperactivo, locuaz, dicharachero, pero a la vez sicorrígido por su formación matemática y su disimulada timidez. Una de sus mayores aficiones es la de resolver polinomios, unas complejas expresiones algebraicas.

Ignacio por su parte y su porte, pues casi dobla en estatura a su  amigo, es alguien reservado, admirador y admirado por Amín, pero en el fondo es un solitario que agradece la amistad tan sincera de su amigo, pero a la vez trata de convertirse en su polo a tierra. Amín considera que de no ser por él, no sabe cómo habría superado la depresión que le causó el fallido rescate de su prima a manos de dos atracadores que en un solitario callejón trataban de violarla y cuando él apareció y lleno de furor y arrojo con una piedra gigante en la mano corrió decidido a atacar a ese par de malevos. Su arranque fue tan violento que nada lo detuvo, pero enceguecido por el odio, no vio el salto a un lado que dio el uno y el paso atrás del otro, de tal manera que su impulso fue recibido por la cara de su prima quien estuvo tres semanas en cama con su carita reventada.

De nuevo será Ignacio quien tratará de ubicarlo, pues dice ahora estar enamorado de Jazmín la mesera, quien a pesar de verse triste, lo ha sabido acoger, dice él que ella no es feliz, su amigo le dice que cómo se le ocurre estar enamorado de una vieja de sesenta años, ciento cincuenta quilos, que parece una campeona nacional femenina de sumo y que si no ha notado que lleva un anillo. Para cada uno de los peros, porque así es el amor, tiene respuesta Amín, o trata de encontrarla, como al decir que muy casual haber escogido una cafetería con el nombre de su residencia preferida, de que ella lo haya atendido con tanto amor después de venir con tanta constancia, etc., además de que lo que Ignacio siente es envidia y que el amor no puede basarse en la clase social.

Superado este inicial impasse y concretando el motivo trascendental de la cita, le suelta la brillante idea que dará un vuelco a sus vidas y torcerá sus destinos. Lo hace partícipe de la complicidad para asaltar esa cafetería en donde hay una cantidad de dinero, pues el panadero es un ser despreciable e infeliz que guarda la plata en ese mismo sitio. De lo dicho pasa a la acción, abre su maletín y extrae dos capuchas una verde y otra roja para que escoja, y una pistola. Con ella en la mano va indicando los detalles del plan y la viabilidad del mismo, agregando que una vez consumado el se irá con su Jazmín para su Nueva York.

A todo esto tan absurdo, Ignacio lleno de ira trata de hacerle ver las fatales consecuencias de un plan tan disparatado, por tan poca cosa, a lo que Amín le propone entonces irónicamente hacerlo en el Banco Nacional. Le endilga la mentalidad de perdedor de su amigo y la inmadurez con que asistió a la cita, pero solo por la intriga que le causó dicha propuesta. De nuevo pasan a la acción cuando Ignacio asustado trata de quitarle la pistola por el riesgo que implica que los vean en un sitio tan público con ese artefacto a la vista. Pasan vertiginosamente demasiadas cosas, pelean, se tiran al suelo, tratan de arrebatarse el arma, mucha tensión. Al final uno le apunta en la cabeza al otro, luego trata uno de suicidarse, todo en un inesperado remolino.

A todas estas los clientes se percatan y salen apurados, el pandero reacciona y armado de una varilla trata de defenderse, se pelean a muerte, aparece la policía, el plan se va a pique y ellos reventados con la varilla, se van a la cárcel. Lo más positivo de este absurdo será el afianzamiento de la amistad que los mantiene unidos.

* Profesional en Filosofía y Letras Universidad de Caldas.

Fotos @El_andreti