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La crisis existencial

Por: Germán Sarasty M.*

Fecha de publicación: 03/03/2020

En octubre del año anterior en la sesión de la Academia Sueca se retomaron los premios Nobel de Literatura, suspendidos por escándalos internos que se creían superados en la institución. La selección correspondiente al año 2018 fue para la polaca Olga Tokarczuk (1962), y para el año 2019, el galardonado fue el austriaco Peter Handke (1942). La Academia sueca, al otorgarle el premio señaló haberlo reconocido por su “influyente trabajo que a través del genio lingüístico ha explorado la periferia y la especificidad de la experiencia humana”.

Tras la nominación de Handke, el escándalo corrió por cuenta de uno de los académicos, Peter Englund, (Secretario de la Academia Sueca 2009 – 2015) quien manifestó su desacuerdo por las posiciones proserbias del premiado, y que como protesta, no asistiría a la ceremonia, pues eso sería una hipocresía. “La elección del laureado de 2019 no se limita a recompensar una obra literaria, sino que también se interpreta, tanto dentro como fuera de la academia, como una posición que coloca la literatura por encima de la política”, explicó. “Esta no es mi manera de pensar”. De igual forma, Gun-Britt Sundström, miembro no académico del Comité de Literatura Nobel, renunció a participar en la ceremonia alegando las mismas razones. Casi podría considerarse una respuesta a sus malquerientes, algo mencionado en su discurso de aceptación:

Sal a las regiones desconocidas de la tierra y deja que aquellos sin ilusiones sonrían maliciosamente: la ilusión proporciona la fuerza para las visiones. Sí, permítete atravesar el anhelo de la forma y pasar por el mundo curado: la risa despectiva que recibes proviene de la ignorancia. Es el sonajero de los cadáveres de almas.

Handke estudió Derecho, pero definitivamente se consagró a su vocación literaria, en la cual ha explorado diferentes géneros: teatro, poesía, ensayo, novela, guiones de cine, hasta libros de viaje. Desde un comienzo mostró su ironía, irreverencia, y espíritu provocador, y en la primera obra como dramaturgo, con la que consiguió reconocimiento “Insultos al público”, (1966) muestra su impertinencia por medio de cuatro actores que analizan la naturaleza del teatro y se dedican a insultar al público y a elogiar su propia actuación. Uno de ellos afirma, provocadoramente:

Ustedes no piensan. Ustedes no piensan en nada. Nosotros pensamos por ustedes. Ustedes no aceptan que pensemos por ustedes. Ustedes quieren permanecer objetivos. Sus pensamientos son libres. A decir verdad, nosotros nos colamos insidiosamente en sus pensamientos. Ustedes no tienen intenciones ocultas. A decir verdad, nosotros nos    colamos insidiosamente en sus intenciones ocultas. Ustedes no piensan ya por sí mismos.             Ustedes escuchan. Ustedes se dejan invadir. Ustedes no se dejan invadir. Ustedes se niegan a pensar. Sus pensamientos no son libres. Están ustedes prisioneros.

En sus escritos en los cuales brilla la maestría de sus estilo, trata con una fina descripción y en detalle, las características de la naturaleza humana: sus dificultades para expresarse, la angustia de la soledad y lo violento del desarraigo, con una sutileza que nos acongoja, esto lo podemos captar tanto en “El momento de la sensación verdadera”, como en “La mujer zurda”; no menos conmovedor es lo planteado en su obra de teatro “Insultos al público”.

En ambas novelas trata de la vida en pareja, con sus problemas de convivencia, las tribulaciones que implica, los encuentros, desencuentros y los resultados de la intolerancia. En la primera novela acompañamos durante dos días a Gregor Keuschnig, periodista austriaco afincado en Paris, como agregado cultural, quien vive con su mujer Stefanie y Agnes su hija de cuatro años, y frecuenta a su amiga sexual Beatrice. Sus preocupaciones afloran después de haber soñado que se ha convertido en un asesino y le es imposible continuar viviendo formalmente como si no hubiera sucedido. La forma de acomodar en su pensamiento su nueva situación lo hace hundirse más en la angustia.

Desde hoy llevaré una vida doble pensó. No, ninguna vida: ni la acostumbrada ni otra     nueva; porque la acostumbrada solo la simularé y la nueva se agotará en la simulación de la acostumbrada… no puedo imaginarme vivir como hasta ahora, pero tampoco vivir como otro ha vivido o vive. No me resulta desagradable, sino inimaginable…

El trastorno es tal que se confunden el sueño y la vigilia, lo real y lo imaginado, lo cierto y lo probable, muchas veces se nota que de un sueño salta a otro o dentro de uno cae en otro que es parte del anterior, es tal la confusión de él y de uno, que hasta un avezado lector no logra a veces desentrañar la realidad; unido a esto, la forma de la narración, la cual es minuciosa en el recorrido por la ciudad del personaje, al estilo del “Ulises” de Joyce y a veces como si leyéramos a Kafka o “El Extranjero” de Camus, ¡desconcertante!

Su permanente forma de mezclar sus pensamientos y la realidad  crean una ebullición descontrolada, que una vez decantado por su conciencia ese monólogo interno, le permite por medio de un soliloquio acompañarse él mismo e interactuar como si fuera otra persona, a tal punto de confusión, que su vocabulario se enreda y lo hace entrar en contradicción frente a sus seres queridos.

No quería que ella se marchara y, sin embargo, le resultaba molesta. —cuando ella subió al taxi, pensó en decirle: espero que vuelvas, pero se equivocó y dijo, en el mismo tono en el que quería decir la otra frase: “espero que te mueras”.

Nuestro personaje sostiene una ardua lucha interna por recobrar la sensibilidad ya que recuerda los hechos, pero no siente, pero lo más desconcertante es que trata de lograrlo recurriendo al miedo y al tener de nuevo esa sensación ensaya redescubrir las demás. Esa sensación de impotencia y el desconcierto que le producen lo llevan a una total negación existencial, a una amargura por el tiempo que cree haber perdido en su vida y el fracaso que eso implica, más ahora que presiente cerca la muerte.

*Profesional en Filosofía y Letras. Universidad de Caldas.