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La historia detrás de Suicidio por reflexión

Por: Albeiro Valencia Llano*

Fecha de publicación: 29/11/2022

Suicidio por reflexión. O la historia de Óscar Olivares…, la primera novela de Adalberto Agudelo Duque, salió a la luz en el mes de marzo de 1967.

El autor es muy parecido a su protagonista, Óscar Olivares, y así como él, vivió en una sociedad injusta, “sin derecho a la infancia”. También estuvo en la mesa de la familia frente a un plato vacío. Fue abandonado por sus hermanas, junto a la Catedral, en la carrera 23, cuando tenía menos de cinco años de edad. Sufrió los ultrajes de los adultos y presenció la trágica muerte de sus mejores amigos: una niña que lo comprendía y el perro que le daba cariño. Madrugaba para recorrer las calles de la ciudad donde los vehículos motorizados pasaban veloces y la gente caminaba con rapidez “como temiendo que el tiempo los alcance en mitad de la vida”. Era chinche, rebelde, contestón criado en la calle y pensaba que en la casa no lo querían y que había sido adoptado.

Adalberto estudió en las escuelas Victoriano Vélez y Jesús María Guingue. En la casa leyó libros de vaqueros, y en la biblioteca municipal, las novelas policíacas de Perry Mason y El Quijote. Lo atrapó el escritor Stefan Zweig, especialmente por el libro Veinticuatro horas en la vida de una mujer. Fue seducido por su brillante técnica narrativa y por su difícil y azarosa vida.

Buscando razones para el suicidio leyó a los existencialistas. Se sumergió en la lectura de las obras de Jean-Paul Sartre, pero lo atrajo más Albert Camus porque el libro El exilio y el reino le descubrió la ciudad en la literatura; la novela El extranjero le ayudó a sumergirse en la Filosofía el Absurdo. De aquí salió la novela Suicidio por reflexión. El libro lo escribió en 1963, cuando tenía 20 años, y tardó seis meses en redactar un documento de 300 páginas. Como era maestro rural empezó a trabajar en La Cuchilla, una vereda de Supía, tenía 23 estudiantes de 1 a 5, con el método Lancasteriano. Vivía en la fonda y allí pagaba la comida y la dormida; por la noche se alumbraba con vela y así terminó de escribir la novela. Cuando quedó lista se la entregó al escritor José Naranjo quien le aconsejó quitarle imaginación; por eso quedó reducida a la tercera parte.

Pero era difícil publicar. Renunció al cargo de maestro, pidió las cesantías, le entregaron cinco ml pesos y después se reintegró al trabajo docente. La obra se imprimió en Editorial Renacimiento, del diario La Patria, donde le cobraron tres mil pesos por mil ejemplares. El libro le produjo gran emoción, se los mostró a la mamá diciéndole: “ya soy escritor”.

La novela no se presentó en sociedad. Cayó en manos de lectores y de escritores que no la entendieron porque rompe los paradigmas: es fatalista y existencialista. Una obra sobre la ciudad, en esa época cuando la última palabra la tenían los de la Revista Milenios, y todavía se sentía el peso de los autores costumbristas. Adalberto era consciente de esta situación y por eso se había propuesto escribir una novela diferente. En ese momento su obra “no valía nada” y, mientras tanto, empezó a vendar los libros a 10 pesos cada uno y tardó 10 años en desprenderse de toda la edición. Sin embargo, Suicidio por reflexión marcó el inicio de los escritores mayores en el departamento. Es un hito, señaló caminos a los jóvenes que se apartaron de los delineamientos tradicionales. Y su autor se convirtió en pionero de las nuevas letras y contribuyó a visibilizar a los escritores de la región. Trazó la senda para llegar a la literatura de hoy, premiada y leída.

Se están cumpliendo 55 años de la aparición de Suicidio por Reflexión (1967), la primera novela del insigne escritor caldense Adalberto Agudelo Duque. Por este motivo los historiadores Albeiro Valencia Llano y Fabio Vélez Correa le hicieron un homenaje con la reedición del libro, el cual, mediante el modelo Cara y Cruz, contiene también la obra poética Los pasos de la esfinge publicada por primera vez en 1985, que en palabras del autor “con una temática más allá de lo urbano y textos en prosa rompían toda la ‘tradición’ lírica famosa en Caldas”.

*Historiador. Escritor.