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La Muerte festiva. Fascinación

Por: Rubén Darío Zuluaga *

Fecha de publicación: 24/10/2023

55 FESTIVAL INTERNACIONAL DE TEATRO DE MANIZALES
CRITICA TEATRAL

Obra: Lautaro
Grupo: Pantolocos

Lautaro es el espectáculo completo: Música, coreografía, actuación, gestualidad maximalista, dramatismo poético, fiesta, muerte, vida. La técnica utilizada que salta a la vista para los expertos es el Mimo Corporal Dramático, creada por Decroux, actor e investigador francés. La maestría demostrada por el elenco supera todas las dificultades que presenta el teatro Los Fundadores como escenario que por la distancia y los problemas técnicos de sonido, a veces la proyección no se logra de manera adecuada. Los Pantolocos llenan el espacio, no solo con presencia física, sino con una energía coordinada y dirigida con éxito a enganchar la percepción del espectador.

Lautaro es teatro físico, de un protagonista cuya voz no se escucha, no es importante porque lo que vale es su estrato social, el rol asignado para vivir y para morir. Lautaro está muerto en vida y lo que veremos será esa metáfora, la cual se convierte en una serie de sucesos delirantes donde la locura lo lleva a vivir de manera solemne su propia fiesta fúnebre. Todos lo persiguen como aves carroñeras, van detrás del condenado intentando conseguir su firma para quedarse con sus bienes, lo acosan de manera inmisericorde y se aprovechan de su marginalidad y silencio. La fábula es muy elemental y se comprende perfectamente a través del lenguaje de los cuerpos que de manera generosa amplifican cada acción, que es coreografiada y se toma milimétricamente todos los rincones del escenario.

La obra es Teatro Físico en el que el cuerpo transmite emociones y sensaciones. Es un espectáculo donde el suspenso siempre está presente y aunque no está muy claro lo que puede pasar, se espera la próxima acción para sorprenderse, pues el juego, la dramaticidad, la lúdica siempre crean ambientes poéticos de una alta sugerencia. El teatro surte su efecto total, los cuerpos siempre están en actitud plástica, con posturas que dicen, con lenguajes que cuentan una historia, que proponen un sentido, una línea de lectura, una empatía constante. La escenografía y los decorados son mínimos, aunque otros factores externos al intérprete como el maquillaje, la máscara y la iluminación contribuyen a una excelente caracterización.

La ambientación musical también es muy importante, clave para el espectáculo. En momentos de alta densidad dramática se escucha la Ópera de Carmina Burana y otras solemnes piezas de música clásica que ambientan las coreografías y generan atmosferas propicias para los rituales propuestos desde el escenario. También aparece el personaje de la muerte, una voluptuosa mujer de rojo, que llega con el poder de la intimidación y torturando con chistes malos. Es una muerte festiva, que finalmente depone su peligrosidad para que el protagonista recupere su voz y cambie el ordenamiento de la historia. Es una obra basada en la expresión física de alto virtuosismo, es un trabajo muy honesto en el que actores y actrices lo dan todo sobre el escenario, haciendo gala de una gracia y un dominio técnico que inspira mucho respeto, pero, sobre todo admiración por el gran disfrute que dispensan y por hacer un regalo visual, tan significativo y tan necesario en los
tiempos que corren, donde la muerte hecha metáfora puede convertirse en la aliada y tal vez incluso podamos reírnos de ella.

* Crítico Teatral.

Foto Lina Castaño.