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La resurrección de los condenados

Por: Rubén Darío Zuluaga Gómez*

Fecha de publicación: 09/10/2022

Crítica Teatral

Grupo: Teatro Tierra y Ensamblaje Teatro

Los grupos en mención y sus directores Juan Carlos Moyano y Misael Torres, son referentes obligados del Teatro en Colombia (Teatro con mayúscula), siempre han estado en la resistencia cultural a través del teatro: las posiciones revolucionarias, la historia, la tradición, la sospecha y en general actitudes contestarías, críticas y de un privilegiado desarrollo estético. Caso contrario de algunos grupos en Bogotá que se volvieron “revolucionarios” y hasta de izquierda, cuando hubo presupuestos para la paz, cuando la “Comisión de la verdad” financió el teatro, entonces la “Verdad” se volvió importante para ellos. (Para muestra un botón: El grupo “La candelaria” estuvo en déficit 50 años, por sus posiciones políticas, sin embargo, es el grupo más importante en Colombia y fuera. Ahora proliferan los grupos que ponen en escena “La verdad”: se volvió rentable, incluso para los festivales, que antes los programaban de manera marginal.

“La resurrección de los condenados” tiene como marco de referencia la obra “Cien años de soledad” y eso ya nos convoca en un origen mítico común, nacido de un imaginario macondiano poblado de personajes y tramas que subyacen en un “inconsciente colectivo”, tal vez dormido y subyacente, que el autor Gabo tuvo la magia de narrar como un universo pintoresco para el mundo. A partir del texto literario se crea la fabulación dramática en las que el equipo creativo intenta “exorcizar las secuelas de una guerra irregular”, investigada y referida ampliamente en el informe presentado por la “Comisión de la verdad”. Es entones esta puesta en escena un producto artístico ligado a dicho informe y por lo tanto los lugares comunes, las cifras, la temática propia y los derivados de una situación irracional de violencia en Colombia, vuelven a materializarse sobre el escenario en la misma virulencia y crueldad que ya lo hicieran en el pasado los grupos mencionados a través de bellos y literales “Panfletos”, que ayer prohibidos y perseguidos por el Régimen, hoy representan la oficialidad.

“La palabra resurrección alude a la no repetición de la violencia” en palabras de Juan Carlos y Misael y los condenados somos todos. Por ello en esta resurrección teatral aparece no solo la historia de la violencia en Colombia, sino la historia del teatro que ha resistido por décadas: aparece la vaca que en otrora desfilara por el escenario en “Guadalupe años sin cuenta”, los coros, las filas en los laterales, la iluminación y una gramática muy propia de la llamada “Dramaturgia del actor”, estrategia creativa definitiva en la estética preponderante de la “Creación colectiva”. “Tierra” y “Ensamblaje” son dos términos de gran potencia simbólica para contar nuestra trágica y primaveral historia; ellos son voces autorizadas y comprometidas desde siempre con este perturbado devenir.

Hay un afán de decir muchas cosas, (porque ahora se pueden decir) y tal vez eso no les permite tener la claridad para organizar el discurso. Así la obra a veces aparece caótica, bombardeada por una simultaneidad de signos que puede llegar a apabullar a un espectador y no aparece la idea poética, o el mensaje, que pueda estar detrás del entramado escénico.

Muy seguramente el Teatro Los Fundadores (un estadio) no contribuye a la comunicación de ciertos espectáculos que requieren intimidad, cercanía; el gran espectáculo visual es propicio allí,

la atención que requiere la palabra, el gesto mínimo puede perderse, escabullirse en la lejanía. Sin embargo, en “Resurrección…” están Moyano y Torres con sus equipos creativos, con la estética que los representa, haciendo la historia hoy sobre el escenario, como la han hecho desde tiempos aquellos…

(Especialista consultado sobre la historia del teatro en Colombia: Calos Julio Jaime)

*Docente Universidad de Caldas.