Volver

Laboratorios de innovación ciudadana: una puesta en marcha de todos y para todos

Por: Carolina Salguero M.

Fecha de publicación: 28/06/2021

Anda de moda la palabra laboratorio, ya no solo en el ámbito médico, biológico o científico, sino también en el económico y social.  Los laboratorios, concebidos en un inicio como espacios para la investigación y experimentación, sobre todo en las ciencias exactas, lugares para realizar ensayos, observaciones, protocolos, procedimientos y métodos que llevan a la combinación de elementos para fines específicos, se trasladan ahora a otros ámbitos del quehacer social.

Los espacios de laboratorio a partir de su principio fundamental, se amplían a otras áreas del conocimiento como por ejemplo el arte en los laboratorios de creación, donde se experimenta y crea a partir de un fin específico una pieza, y que toman también el nombre de fablabs, makerspaces o medialabs; o en la tecnología con los llamados hackerspaces o hacklabs, que a partir del principio de la cultura digital y los procesos conocidos como hacker, se abren espacios donde se crean de manera colaborativa herramientas tecnológicas que se usan abiertamente y se mejoran en común; o en el emprendimiento y el mercadeo con ejercicios de innovación de procesos y productos; e incluso en asuntos públicos de carácter gubernamental con los llamados laboratorios de innovación pública que abren espacio a presupuestos abiertos y construcción de política participativa; y en especial, y para este caso que nos compete, a la ciudad con los denominados laboratorios de innovación ciudadana, planteados como espacios para la creación a partir de la experimentación, del ensayo y el error, de la combinación de diferentes conocimientos, técnicas y habilidades que dan origen a algo novedoso que surge de todos y es para todos. Por tanto, no es un proceso creativo individual sino siempre colectivo, donde se llega a ideas y soluciones para la ciudad y lo local en conjunto.

Pero además de la palabra laboratorio también se escucha nombrar la palabra innovación y por esta entendemos los procesos de creación o mejora de un producto, un proceso, una actividad en específico o un sistema, que se relaciona con mayor frecuencia al contexto comercial, empresarial o tecnológico “y como parte de un proceso lineal y ordenado, conocido como I+D+i” que tras la investigación lleva a “una solución técnica que se comercializa”, toma el nombre de innovación (Freire, 2020). Sin embargo, la innovación puede vincularse a otros contextos como por ejemplo el social que busca “el impacto social (o sea la resolución de problemas que afectan a personas y colectivos)” y propende “la escucha de las necesidades y el co-diseño de soluciones”, es decir, el diseño en colectivo (Freire, 2020) de problemas que nos afectan en común y de los cuales todos podemos aportar para encontrar sus posibles soluciones.

Smith (2017) nos dice que la innovación social es la realización de “desarrollos nuevos ya sea en prácticas sociales u organizacionales” que buscan mejorar el bienestar de las personas (Van Der Have y Rubalcaba, 2018 en Bordignon). Para Manzini (2015) las innovaciones sociales las podemos definir como ideas “que satisfacen las necesidades sociales y crean nuevas relaciones o formas de colaboración” (p.14), es decir, innovaciones que “mejoran la capacidad de la sociedad para su funcionamiento” y comenta sobre la innovación social como “un potente y poderoso agente transformador en todo el sistema socio-técnico” (p.16).

En principio la innovación social se plantea como la búsqueda de soluciones que emergen desde los colectivos o comunidades, es decir, son quienes proponen y desarrollan en su interior las estrategias y soluciones sin esperar que sean resueltas por entes externos. Sin embargo, esto no sucede en la gran mayoría de casos, al contrario, son expertos quienes proponen las soluciones que aterrizan en las comunidades para su aplicación y por tanto no se produce la construcción colectiva. Es allí justo donde surge el concepto de innovación ciudadana que, como innovación, busca llevar a cabo la creación o mejora de algo a partir de un problema de diferentes características, pero con una verdadera implicación social, es decir, la ciudadana; personas que no solo residen y hacen uso de la ciudad o lo rural, sino que se convierten en agentes de cambio que mediante acciones ejercen su ciudadanía, apropian, proponen y participan en su mejora de una manera activa y colectiva, como comenta Freire (2020) “innovar es una parte de nuestra idiosincrasia humana y por tanto toda la ciudadanía puede y debe estar implicada” en los procesos de ejercicio, decisiones y desarrollo de las ciudades, en las cuales no solo las instituciones tienen acción y voz sino todos los ciudadanos participamos de su construcción con un fin más allá de lo comercial que es el bienestar social en un camino pro-común.

Por tanto, se debe entender la innovación ciudadana como las ideas y los procesos que surgen a partir de la ciudadanía y se solucionan en ciudadanía, sustentados en espacios como los laboratorios que, independientemente de un lugar físico o efímero, se convierten en un encuentro para pensar, proponer, experimentar, equivocarse y crear, (como se define el lugar de laboratorio) además de compartir y participar.

Un laboratorio de innovación ciudadana es entonces un espacio que, como comenta Pascale (2018) “ofrece plataformas que facilitan la participación de los usuarios en los procesos de innovación abierta” es decir “se produce, se colabora, no se compite, el conocimiento se comparte (con licencias libres y repositorios abiertos)”, no prima un saber sobre otro sino más bien “provocan un encuentro horizontal, es tan abierto que cualquier persona independientemente de su formación académica o no, su experiencia o su procedencia, construye”. Por tanto, es un lugar donde se unen diferentes iniciativas, ideas, propuestas proyectuales, saberes, conocimientos, etc., en pro del desarrollo y el bienestar social.

Los laboratorios de innovación ciudadana tienen un enfoque social en los que la empatía, la escucha y lo abierto son eje fundamental y se convierten en espacios de mediación para desarrollar procesos comunes, independientemente de si se llegue o no a una solución específica. Lugares de diálogo neutro, de compartir, hablar, expresar y crear en colectivo. Como comenta Freire (2020) “Un laboratorio está diseñado para la escucha y la producción a través del prototipado (entendiendo además que los prototipos son a su vez dispositivos de escucha). Su enfoque es indisciplinar (los amateurs y las minorías son parte esencial)” por tanto espacios donde los ciudadanos “toman conciencia de su papel, capacidad y responsabilidad en el abordaje de los problemas complejos que nos afectan” (Freire 2020).

En la construcción colectiva son llamados todos, (al final todos somos ciudadanos) por consiguiente, los laboratorios de innovación ciudadana invitan a conectar y tejer entre ciudadanos, pero también entre instituciones y gobiernos que propenden procesos sociales justos, convirtiéndose en espacios de mediación que construyen puentes de cercanía en un contexto neutro, espacios donde surgen ideas de cualquier frente y se solucionan en conjunto.

La propuesta y puesta en marcha de un laboratorio de innovación ciudadana puede tener orígenes diversos, pueden ser creados a partir de gobiernos locales, instituciones académicas, instituciones públicas o privadas e iniciativas particulares desde contextos locales, por tanto, pueden tener diferentes líneas, enfoques y procesos de acuerdo a su naturaleza. Por ejemplo, los laboratorios propuestos desde los gobiernos pueden trabajar frentes como el presupuesto participativo o la política pública con participación ciudadana; los que se inician desde instituciones académicas pueden tener enfoques más investigativos y educativos sin olvidar los procesos participativos; las instituciones públicas o privadas pueden tener iniciativas desde la apropiación social o sus propios intereses; y los iniciados colectivamente por asociaciones o agrupaciones sociales locales pueden estar afrontando problemas barriales.

Método Santa Lab, creado desde una plataforma gubernamental, propone tres conceptos claves para un laboratorio de innovación ciudadana. El primero, público, las innovaciones que se impulsan con recursos públicos no deben ser privatistas o extractivistas y deben conducir a reducir las brechas de desigualdad para que exista la innovación social. El segundo, abierto, tanto metodologías, tecnologías y acciones deben estar generadas por principios de cultura abierta, documentar, publicar y compartir para que cualquiera pueda aportar, colaborar y mejorar. Y el tercero, ciudadanía, “porque la innovación no es exclusiva de los expertos, ni de los científicos, ni de la academia. Todos tenemos saberes que surgen de la propia experiencia y una política de innovación con la ciudadanía en el centro trabaja para que todos podamos ejercer nuestro derecho a innovar”. (Método Santa Lab 2018)

Como Santa Lab hay diferentes ejemplos en Iberoamérica con este principio, algunos que podemos nombrar son Medialab-Prado (Madrid, España https://www.medialab-prado.es/), Nqnlab (Argentina https://www.facebook.com/NqnLab1/), LAAAB (Laboratorio de Aragón http://www.laaab.es/), Cisna (Centro de innovación social de Nariño http://innovacionsocial.xn--nario-rta.gov.co/index.php/sobre-nosotros/programas/laboratorios) entre otros que invitamos a conocer en Innovación ciudadana (https://www.innovacionciudadana.org/) de la SEGIB (Secretaría General Iberoamericana).

Es así como los laboratorios de innovación ciudadana surgen como espacios que median los procesos para que la ciudadanía proponga y construya en conjunto en pro de una mejora de la ciudad y la calidad de vida de todos en proyectos en conjunto, un espacio de acción que ayuda a la participación y el empoderamiento de todas las comunidades, lugares donde se piensa, crea, colabora, construye y prototipan ideas que tienen diversos orígenes y fines y que pueden ser llevadas a la realidad para aportar a la construcción y al derecho de la ciudad (Lefebvre 2013), un escenario que se abre de cara a un futuro y al cambio tan necesario en nuestra sociedad actual.

Bibliografía

 Bordignon, F. (2018) Laboratorios de innovación ciudadana. Espacios para la innovación social. En https://www.researchgate.net/publication/325271318_Laboratorios_de_innovacion_ciudadana_Espacios_para_la_innovacion_social

Freire, J., Gómez D. (2020). Laboratorios de innovación ciudadana: emergencia, modelo, formatos. En https://www.researchgate.net/publication/342664748_Laboratorios_de_innovacion_ciudadana_Emergencia_modelo_formatos

Lefebvre, H. (2013) La producción del espacio. Capitan Swing, Madrid.

Manzini, E. 2015. Cuando todos diseñan. Experimenta editorial, Madrid.

Método Santa Lab, 2018. Disponible en https://www.santafe.gob.ar/ms/gobiernoabierto/2018/10/19/presentamos-nuestro-libro-el-metodo-santalab/

Pascale, P. (2018). Laboratorios de innovación ciudadana: nueva institucionalidad para un futuro sostenible. Pensamiento Iberoamericano, Secretaría General Iberoamericana. En https://issuu.com/segibpdf/docs/08-pp

*Diseñadora Visual, Phd en Estudios Territoriales. Docente del Departamento de Diseño Visual de la Universidad de Caldas.

carolina.salguero@ucaldas.edu.co