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“Migrar a lo virtual, para una sala de teatro como El Escondite, es un contrasentido”

Por: Quehacer Cultural

Fecha de publicación: 13/04/2020

Dicen sus fundadores y directores Yolanda Arias Gómez y Uriel Giraldo Álvarez (en las fotos) y explican la situación en que los puso la pandemia.

Uriel y Yolanda iniciaron la construcción de la Sala El Escondite en el año 2012, en el tradicional barrio Chipre Viejo de la ciudad de Manizales,  y abrieron sus puertas al público un año después.

Además de una incansable y sistemática formación de públicos a través de su programación permanente en las áreas de teatro, danza, música, cine y literatura, realiza cada año dos festivales: El Festival Internacional de Danza Dos Caminos Un Encuentro y el Festival de Literatura Nos Queda la Palabra.

La Sala El Escondite sirve también a programadores de la ciudad como el Festival Internacional de Teatro, el Festival Intercolegiado de Teatro, el Encuentro Amigos del Bolero, entre otros. Y a actividades conjuntas con la Ruta del Teatro, de la cual es miembro fundador, como: Celebración Día Mundial del Teatro,  Temporada de Estrenos, Muestra Alternativa de Teatro, Salas Abiertas en Ferias.

“Somos también, Escuela de Arte El Escondite, con talleres permanentes de poesía, danza folclórica, danza contemporánea, danza aérea, bailes clásicos de salón y juego teatral para niños. Además, talleres de corta duración a lo largo del año, en teatro y danza”.

Tiene dos agrupaciones para sus propios montajes: A Cántaros Danza y Grupo de Teatro El Escondite, con las que realiza circulación local, regional e internacional.

“Para el desarrollo de nuestros propósitos misionales realizamos gestión con entidades oficiales como el Ministerio de Cultura, la Secretaría de Cultura de Caldas, el Instituto de Cultura y Turismo de Manizales y empresas privadas”, explican Uriel y Yolanda.

Todo este entusiasmo, proyectos, procesos, intercambios, se vieron abruptamente interrumpidos por causa de la pandemia que sufrimos y que confinó también a los artistas organizados e independientes, dejándolos a la deriva sumergidos en una grave situación dados los antecedentes de inseguridad social y económica que históricamente afronta el sector cultural.

¿En qué aguas se movía la Sala El Escondite antes de la cuarentena y en cuáles se mueve ahora?

Estábamos legalizando los convenios con el Ministerio de Cultura y preparando otros proyectos como el de Salas Concertadas 2020.

Gestionábamos la ruta final de la producción del 4º Festival  Internacional de Danza Dos Caminos Un Encuentro que iba a tener lugar a comienzos de mayo. Fue aplazado hasta fecha por definir.

Adelantábamos la preproducción del 7º Festival de Literatura Nos Queda la Palabra, previsto para agosto, pero que seguramente tendrá que reprogramarse atendiendo las medidas nacionales y la dinámica propia de la Sala.

Acabábamos de iniciar un ciclo de literatura y cine brasileño que tenía como tema la obra de Jorge Amado. Debió suspenderse.

Ya teníamos definida la agenda de todo el año, debió interrumpirse la programación de marzo, abril, mayo y la evolución de la pandemia dirá cuándo retomaremos las actividades con público para reprogramar, hasta donde sea posible, lo proyectado. Lo más preocupante, en términos inmediatos, es el pago de nómina.

¿Han contemplado la posibilidad de realizar algunas actividades en forma virtual?

El teletrabajo para este tipo de actividades es muy difícil. Migrar a lo virtual en una sala de teatro, como en nuestro caso que apuesta por la comunicación directa del artista (actor, bailarín, músico, escritor) con el público, es un contrasentido.

Los gobiernos nacional, departamental y local empiezan a responder con tímidas soluciones a las necesidades del sector. ¿Cuáles creen ustedes serían las medidas apropiadas y urgentes que los proteja a mediano y largo plazo?

Hay que reconocer que el Ministerio de Cultura ha estado  diligente en la legalización de los proyectos que habían sido aprobados en la convocatoria de Concertación Cultural 2020, seguramente con miras a un rápido desembolso, lo que significa un pequeño respiro en cuanto a liquidez, pero no hay medidas contundentes en cuanto a la emergencia.

En lo local se ha convocado a algunos artistas, entendemos que a población de artistas vulnerables, para algunas actividades desde casa por $240.000.

Está en proceso una convocatoria (que había sido aplazada) del Instituto de Cultura y Turismo de Manizales  para apoyo a iniciativas. No sabemos si ha tenido algún incremento el monto global o las cuantías asignadas a cada iniciativa o si se va a ampliar la cobertura con la aplicación de recursos LEP (Ley de Espectáculos Públicos) según el Decreto presidencial 475 que  permite cambiar su destinación.

Estos recursos parafiscales de la LEP fueron concebidos para fortalecer (con dotación, construcción o adquisición) la infraestructura escénica existente. Nuestra propuesta es que se destinen, ya no a fortalecer la infraestructura física,  sino la institucional de las entidades que funcionan todo el año, pues esto implica mantener una nómina, pagar arrendamiento (en algunos casos), obligaciones bancarias, servicios y gastos legales; no vaya a suceder que por la cuarentena algunos se vean obligados a cerrar definitivamente.  Estas salas, construidas y sostenidas con esfuerzos privados ya son un patrimonio social que hay que defender.

Debe tenerse en cuenta que en el levantamiento progresivo de las medidas, las salas y los escenarios serán los penúltimos en volver a la “normalidad” por congregar público en sus actividades. Los últimos serán los grandes espectáculos deportivos y culturales como conciertos.

En este sentido la más aporreada es la Sala de Teatro El Escondite que había presentado una propuesta a convocatoria abierta el año anterior por el ICTM y que no se sabe por qué no se dio cumplimiento al cronograma para su trámite.

¿Cuál creen ustedes debería ser la respuesta de la sociedad civil cuando comience la normalidad?

Respaldar a las agrupaciones y salas acompañándolas en sus actividades por redes sociales y realizando sus aportes. Y, desde luego, volcándose a las salas cuando las circunstancias lo permitan.

En esta cuarentena muchos artistas y emprendedores están experimentando por medios virtuales. Si esta alternativa se prolonga en el tiempo, después de superada la pandemia, ¿cómo afectará la esencia de las expresiones culturales?

Es posible que en la creatividad que ahora se despliegue  para seguir creando y sobreviviendo (en el sentido de obtener algunos ingresos) se encuentren formas de hacer arte a través de las  tecnologías virtuales, pero también es posible que se refuerce el sentido de lo presencial. Hace mucho, por ejemplo, el fútbol se transmite por televisión y, sin embargo, el público sigue asistiendo a los estadios.

¿Estaremos ante nuevas realidades que implican también nuevos públicos, nuevas formas de relacionarnos?

Creemos que, durante un buen tiempo, se seguirán teniendo medidas de protección, hábitos de higiene y de cierto distanciamiento físico. Es posible que muchas actividades entren a  formar  parte del teletrabajo.  Algunos creen que va a haber una revaloración de la vida, incluso cambios en el sistema económico-social; no creemos que  haya consecuencias inmediatas en esa dirección. No nos hacemos ilusiones con el surgimiento de nuevas escalas de valores; el ser humano tiene la tendencia a olvidar y pronto se retomará la inercia de siempre. Ya hemos atravesado situaciones que nos han hecho pensar que no volveremos a ser los mismos,  como la escasez de agua que vivió Manizales hace unos años, de la que ya nadie se acuerda y menos de lo que íbamos a cambiar. Pero es posible que a mediano plazo algunos temas específicos, como lo ambiental, merezcan más presión de la ciudadanía para otro tipo de abordaje. Confiamos más en la posibilidad transformadora del arte con su trabajo diario que la de la cuarentena.

¿Consideran que la economía naranja puede ser una solución integral para resolver los problemas históricos del sector después de la pandemia?

Nadie ha podido explicar con claridad en qué consiste la “economía naranja”. Demasiadas actividades están en ese concepto y las medidas económicas y estímulos en lo artístico van dirigidas a los grandes espectáculos. Se olvida que la construcción de la cultura se hace desde los pequeños procesos cotidianos.

 

 

Sala de Teatro El Escondite