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Mujeres de teatro en Manizales. LILIANA HURTADO

Por: Quehacer Cultural

Fecha de publicación: 09/02/2021

“El teatro es lo más parecido a un enamoramiento, solo sucede cuando yo conozco y veo a los ojos al otro, lo siento, lo respiro, lo escucho y lo vivo”. Es la convicción de Liliana Hurtado, resultado de su larga e idónea trayectoria artística como actriz, directora, dramaturga y profesora.

Y más categórica cuando agrega: “Jamás renunciaremos a volver a pararnos en un escenario, a volver a dirigir un grupo de personas, a seguir escribiendo dramaturgia para la escena viva. El teatro lleva muchos siglos vivo en la historia y esta pandemia no lo va a acabar”

Liliana, una de las fundadoras del programa de Artes Escénicas de la Universidad de Caldas, donde ejerce la docencia desde hace 20 años, es Magister en Escrituras Creativas con énfasis en dramaturgia de la Universidad Nacional de Colombia y Maestra de Artes Escénicas de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas.

Su experiencia atesora 35 años como profesional de las artes escénicas: Coordinadora del taller permanente de dramaturgia de la red RELATA desde el año 2009 con varias residencias artísticas. Durante 10 años directora y dramaturga del grupo Teatro Inverso de la Universidad de Caldas. Actualmente hace parte el colectivo El Giro sobre temáticas del acoso sexual en los ámbitos universitarios. Ganadora del premio Mujer de Teatro 2013 otorgado por la Corporación Colombiana de Teatro y Premio Nacional de Investigación 2013 otorgado por el Ministerio de Cultura. Varias de sus creaciones en sido publicadas en revistas nacionales y locales y en el libro editado por la Universidad de Caldas Siete dramas al borde del abismo, el cual recoge 7 obras de su autoría.

Liliana Hurtado vive por y para el teatro, vocación y pasión que se reflejan en un trabajo cuyo énfasis tanto de dramaturgia como de dirección y actuación ha tenido que ver con el acontecimiento social. Casi todas sus obras abordan las problemáticas de la actualidad: el desplazamiento forzado, el feminicidio, el abuso sexual infantil, los desastres naturales, los falsos positivos. “Siempre he tratado de que los estudiantes entiendan que el teatro es una de las tribunas públicas más importante y que desde allí se tiene que hablar por las voces que no tienen voz y que es necesario tomar una postura tanto política como ética alrededor de hechos sociales que nos afectan y que no debemos olvidar”.

Aunque haya nacido en Bogotá, Liliana se considera manizaleña de corazón y agradece todo lo que este entorno le ha aportado a su proyecto de vida. “No considero que uno sea de donde nace sino, como dice la canción, de donde se lucha. Creo que los aportes más importantes de mi quehacer artístico los he recibido desde esta región y para esta región”.

LIDERAZGO FEMENINO EN EL ARTE

Con la decisión que la caracteriza y desde la palestra de sus actividades artísticas y académicas, ha abanderado no pocas causas por la independencia y reconocimiento del liderazgo femenino en el ámbito cultural. En el medio no solo local sino nacional es común que sean los hombres quienes lleven “la voz cantante” en los ámbitos artísticos, aunque haya mujeres que estén trabajando a la par. Dice que esta situación se ve a lo largo de la historia en agrupaciones culturales de aquí y de otras partes. “Es últimamente que las mujeres hemos empezado a distinguirnos y creo es esta una de las grandes virtudes de la academia porque dentro de ella hay muchas figuras que visibilizan la voz femenina y cuando se empieza a hablar desde la voz femenina afloran una cantidad de voces que hace mucho tiempo han estado luchando por salir pero que no han tenido eco suficiente. Es un camino que las nuevas generaciones de mujeres comienzan a encontrar abierto”.

Desde el punto de vista personal, su carácter bastante masculino le ha facilitado se le tenga en cuenta en todos los escenarios donde participa y su voz sea oída, asegura. “Tanto en la academia como en el arte, los proyectos que me he propuesto han salido a flote sin tener que ocultarme detrás de ninguna figura patriarcal, ni condicionar mi nombre para que mi trabajo se vea”. Considera la profesora Hurtado que esta postura ha ayudado muchísimo como ejemplo a estudiantes y a personas que la han acompañado, “no creo en los liderazgos individuales, creo en los liderazgos colectivos”. Para la artista una mujer puede abanderar cualquier proceso que se proponga siempre y cuando tenga la capacidad, tenga la formación y tenga la claridad necesaria para poder trabajar con un equipo humano. “Para mí las mujeres no somos mejores ni peores que los hombres, somos diferentes, pero todo depende de nuestra calidad humana, de nuestra capacidad de comunicación y la capacidad para trabajar con el otro. No me he sentido discriminada porque siempre he puesto tanto mi capacidad como mi nombre y el trabajo del otro por encima de cualquier aspecto que quiera opacar la labor que se está haciendo.”

EL FUTURO DEL SECTOR CULTURAL

Al referirse a las consecuencias que deberá asumir el sector cultural por la emergencia sanitaria que vivimos a raíz de la pandemia, se manifiesta optimista acerca de las oportunidades para superar las dificultades. “Hemos buscado caminos desde nuevas formas de acercarnos al público para que el arte no muera, para que a través de la tecnología y la comunicación podamos tener vivo el contacto y suplir la necesidad que tiene el ser humano de alimentar su espíritu a través del arte como forma de expresión, de esparcimiento, un alimento para su propio espíritu y para su propia alma y así hemos tratando de hacerlo”.

Liliana Hurtado está convencida de que se pueden seguir indagando nuevas formas de hacer teatro sin que eso implique renunciar jamás al espectáculo en vivo, es decir, al teatro como un arte vivo y de convivio. “Por más experimentos que hagamos, por más esfuerzos que hagamos para que el teatro llegue y no se acabe, nunca va a ser reemplazado por nada que se aleje del hecho vivo donde tengamos la posibilidad de encontrarnos con el otro de manera permanente y, sobre todo, al tratarse de un arte efímero como es el teatro que nunca se repite, así sea la misma obra.  No solo vivimos del teatro, vivimos el teatro y eso hace que respire por nuestras venas”. Con la vehemencia que le es propia agrega: “Jamás renunciaremos a volver a pararnos en un escenario, a volver a dirigir un grupo de personas, a seguir escribiendo dramaturgia para la escena viva. El teatro lleva vivo muchos siglos en la historia y esta pandemia no lo va a acabar”.

En este contexto y en cualquier realidad que tengamos que vivir, para ella el papel de la mujer es “visibilizar nuestro trabajo, visibilizar nuestra opinión, visibilizar nuestra creación y lograr una comunicación efectiva, un encuentro con el otro donde nuestras voces no tengan que seguir siendo ocultas, ni disfrazadas, ni masculinizadas para que sean recibidas. Creo que cada vez legitimamos más nuestros pensamientos, nuestras formas de ver la vida, nuestra poética personal, nuestra feminidad dejará de ser un sinónimo de debilidad o un sinónimo de romanticismo y seguramente seguirá siendo como desde hace algún tiempo, una voz que integra al ser humano”. No ve un mundo absolutamente femenino, ni un mundo masculino como siempre lo ha sido, ve un mundo de varias perspectivas y una perspectiva sobre todo de equilibrio y de integralidad, “donde la equidad y la opinión no sean malbaratadas ni sean llevadas a menos por el género de donde proviene. El papel del artista como mujer debe ser seguir creando sin ocultarnos”.