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PINOS. Juan Grajales

Por: Germán Sarasty M.*

Fecha de publicación: 03/10/2019

Para analizar la condición humana que mejor que tomar los personajes en su propio medio, para ir viendo cómo surgen amistades, amoríos, aventuras, ilusiones que muchas veces conducen a engaños, decepciones, rupturas y dolorosas separaciones, pues ese es el caleidoscopio en el que está inmerso el ser humano y es en esas interacciones en donde se puede valorar en su debida medida, el tipo de relación que se crea y se mantiene o solamente si es algo ocasional, que también se puede disfrutar.

En la universidad, en el trabajo, en los sitios de diversión es donde se van configurando los personajes que nos muestra el autor y a través de sus conversaciones, sus confesiones, sus frustraciones y tragedias, se va desarrollando una trama que nos comienza a atrapar y de la cual debemos estar muy pendientes pues en las quinientas páginas del texto aparecen muchos personajes que cuando menos se piensa conectan unas redes inimaginables, esa es la maestría del escritor.

La bondad del ser humano se percibe fácilmente por su claridad de pensamiento, su transparencia en la expresión y su rectitud en el actuar, además de la coherencia en su pensar, decir y obrar; lo difícil es detectar la maldad pues quienes la ejercen, generalmente se cuidan de las apariencias, el engaño es una de sus armas y la candidez o confianza que tenemos innata, nos hace creer en el ser humano, y todo esto es lo que propicia caer en sus peligrosas redes.

Los sufrimientos nunca revelados resultan los más lacerantes, como el que nos describe del universitario homosexual que no se atreve a enfrentar su dilema, el de la periodista que tiene que soportar el acoso laboral para poder subsistir, la decepción de la mujer que cuando pretende ser correspondida, éste le confiese que está comprometido, etc. Todo esto descrito con una sutileza que permite comprender esas tragedias internas.

En otra escala de esa pasión por el mal, aparecen las víctimas de esos oprobios: la esposa ingeniera de sistemas quien investiga la desaparición de su hija y por su obsesión con esa pesquisa, es, sin el apoyo de su esposo, considerada demente y aislada de la sociedad; la detective que no se cansa de investigar los casos de los demás, como resignación al nunca aclarado de la pérdida de su pequeña hija, la de los padres del universitario de ejemplar conducta, que lo tienen acusado de un atroz crimen, y así nos va atrapando esta conmovedora historia.

Escrita de tal manera como si fuera el presente actual, aprovecha para mostrar la tecnología imperante, como las redes de comunicación, los adelantos técnicos para enfrentar desastres, las relaciones de poder en el gobierno y la seguridad, la vida universitaria, las diversiones de los jóvenes y los no tan jóvenes, los fisgoneos de las vecinas en los barrios residenciales, etc. Es decir la cotidianidad.

Es en esa cotidianidad en donde es dable analizar los extremos de la conducta humana, los sufrimientos que causan y las alegrías que suscitan. Veámoslo como lo describe el autor: “Para ella, todos los recuerdos dolorosos de su hija acababan de avivarse, veía en él a los agresores, a los violadores, a los asesinos.” Y en otro pasaje nos dice: “Si acaso esta es la única vida de la que disponemos, si sólo nos queda menos de medio siglo para ser parte consciente de este mundo, quiero simplemente tratar de ser feliz e intentar convencer a los otros de hacer lo mismo.”

Todo esto y mucho más, es lo que nos presenta Juan Grajales en su tercera novela PINOS, un relato que no puede encasillarse fácilmente como novela policiaca, negra, drama u otro calificativo, pues fundamentalmente es un análisis de la conducta humana, en donde muestra los opuestos entre la bondad y la maldad, pero de una manera desgarradora, como ya nos ha mostrado que lo sabe hacer.

*Profesional en Filosofía y Letras. Universidad de Caldas