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RRR: sincretismo y pasión

Por: Rafael Santander*

Fecha de publicación: 19/07/2022

La obra que marca el inicio de nuestra tradición literaria, después de la invocación a las musas, explica que la cólera del Pelida Aquiles se da después del rapto de Criseida y su posterior devolución para aplacar la ira de Apolo. También la guerra de Troya inicia después del rapto de Helena de Esparta. Así también ocurre en la épica india RRR, estrenada este año y dirigida por S.S. Rajamouli, el rapto de la niña Malli por parte del gobernador inglés en Delhi pone en movimiento los engranajes argumentales de la trama principal.

Producto de la colonia, en Latinoamérica leemos nuestra tradición desde los griegos, y aunque ignoro cómo fue este proceso en India, sí puedo afirmar que RRR inscribe con intención su relato dentro de la corriente de la épica occidental. Una hipótesis posible es que las productoras de la India están buscando nuevos mercados por fuera del asiático y pese a no haberse estrenado en salas colombianas, hasta la fecha la película puede encontrarse en la plataforma Netflix, en la cual alcanzó a ser una de las diez películas más vistas en el mes de junio.

El mito y los héroes del cine han estado íntimamente ligados desde Star Wars, con notables influencias de la tragedia griega y el Nuevo testamento. Según el propio George Lucas, la película fue inspirada por la lectura de El héroe de las mil caras de Joseph Campbell. De ese libro se desprende la teoría moderna del guion argumental, pero en esta el componente mítico se ha dejado a un lado.

En las narraciones de superhéroes occidentales está ocurriendo lo mismo, su acervo mítico está cada vez más perdido y en cambio resalta la reproducción del armazón estructural que viene trabajando Hollywood desde los 80s, salpicado con ejercicios de autorreferencialidad, repletos de memes y guiños constantes al público. Estas se han tornado estériles y escépticas, igual que sus héroes.

Por otro lado, el trabajo de S. S. Rajamouli parece querer nutrirse de la tradición narrativa occidental, el díptico Baahubali, por ejemplo, tiene un argumento de inspiración shakespeariana y resonancias con la historia de Moisés. RRR, su último trabajo, está más cercano a la mitología griega. Aquí toma dos personajes históricos, Komaram Bheem y Alluri Sitarama Raju, próceres de la independencia india, y por obra y gracia de la magia del cine los eleva al estatus de héroes mitológicos.

Todo en RRR es desbordante, empezando por su género, híbrido de drama histórico y película de acción con elementos de policiaco y comedia romántica. Sus escenas de acción son violentas e inverosímiles, los diálogos son cursis y sentimentales, y, sorprendentemente, esto no juega en su contra. Antes, estos componentes se articulan muy bien a la obra dada su particular propuesta estética.

Que el héroe histórico se confunda con el héroe mítico es fundamental para la película, lo que le permite al director darse la licencia de ser históricamente impreciso, pues los hechos narrados son pura especulación, y también divorciarse del realismo.

Los héroes son los más fuertes y los más virtuosos, mientras los villanos son los más crueles y deshumanizados. Este maniqueísmo, que en otra situación podría destruir completamente el guion, se entiende porque el argumento se construye sobre la premisa de “la lucha del bien contra el mal”, quizás la línea narrativa más elemental de cualquier narración épica.

Al permitirse exagerar los atributos de los personajes, Rajamouli también nos introduce al universo de la caricatura que se complementa tan bien con el cómic clásico de superhéroes, también profundamente maniqueo y de premisas sencillas y que tienen en común la ausencia de arcos de transformación en los personajes: ni descenso trágico del héroe, ni redención de los villanos, ni cuestionamientos a la moralidad de los héroes o a la de nosotros los espectadores. Es muy claro quién es quién y no hay intención de confundirnos.

Este contraste alto puede verse en otros aspectos de la narración, el choque de opuestos es un tema importante: ambos protagonistas están caracterizados como contrarios, uno “civilizado” y el otro “salvaje”, uno entrenado para matar y el otro para sanar. Incluso en su primera aparición unos intertítulos los presentan como “El fuego” y “El agua” respectivamente. La amistad entre un volcán en erupción y una tormenta salvaje […] un giro inesperado del destino que culminó en esta amistad. Está por verse si esto terminará en un baño de sangre. Esto es lo que canta un coro de resonancia griega que sirve de interrupción y comentario a la narración y que, de algún modo, nos resume la película, el encuentro explosivo entre dos opuestos y cómo esto a la vez es producto, y trae consecuencias, al otro gran choque entre opuestos, los indios y los ingleses.

Es difícil contener los elogios y ser objetivo a la hora de evaluar la película porque la apuesta principal de Rajamouli es a que bajemos la guardia como espectadores, nos ablanda lo suficiente para que la película nos golpee. Estamos viendo cine comercial, a fin de cuentas, y los aplausos que se merece son por cumplir lo que deberíamos exigir como lo mínimo: ser entretenimiento de calidad.

Ante la plena consciencia de la incapacidad de competir frente a frente con el puro despliegue técnico de Hollywood —aunque los efectos visuales, el CGI y los movimientos de cámara complejos están muy bien logrados—, Rajamouli muestra la calidad del entretenimiento en las coreografías de combate y de danza, en la intensidad de las emociones que inspira el guion y en su habilidad como director que de forma excepcional, maneja el ritmo y modula las emociones en esta película de tres horas, sin generar tiempos muertos ni fatiga emocional. La ligereza de la comedia romántica permite balancear la pesadez del drama histórico, y la brutalidad de las escenas de acción logra matizarse entre su propia inverosimilitud hasta lograr tonos cómicos, todo sin necesidad de romper la cuarta pared, de recurrir a la autorreferencialidad, ni de decantarse por ninguna clase de escepticismo. Al contrario, RRR destaca, principalmente, por esa confianza en sí misma, por esa “inocencia” con la que está hecha, por la convicción y amor del equipo entero que quedó capturado entre sus fotogramas y que podemos sentir al reproducirla. Esto es lo que la hace tan especial.

El subgénero de superhéroes lleva una década gobernando las salas de cine, poco hemos visto de estos héroes clásicos y aún menos del género épico. El éxito comercial de RRR, tercera película india más vista a nivel internacional y segunda en su propio país, nos demuestra que hay espacio en el mundo y, quizás más importante para algunos, en el mercado. Las exhibidoras necesitan buenos títulos que atraigan público masivo y los monopolios mediáticos, un buen susto que los despierte.

*Escritor. Realizador de cine.