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Terrores nocturnos

Por: Germán Sarasty Moncada *

Fecha de publicación: 01/11/2021

El pasado diecisiete de septiembre del 2021 a las seis de la tarde, en el Auditorio Olimpia del Teatro Los Fundadores, fue la presentación del libro Lo que la noche nos dejó de nuestro joven escritor Juan Grajales (Manizales, 1998). Su carrera literaria inició muy temprano tanto como lector y escritor, pues sus primeros cuentos fueron publicados a los trece años. A su primera novela Falsville, escrita a los quince años, siguió La cuarta bestia, noviembre 2016, en la cual, a la manera de los grandes novelistas de esta ciudad, como Eduardo García Aguilar con su Tierra de leones, Octavio Escobar Giraldo con Después y antes de Dios y Orlando Mejía Rivera con su Recordando a Bosé, también abordó nuestra querida Manizales, pero de una manera apocalíptica.

En su tercera novela en 2019 PINOS, nos ofrece un relato que no puede encasillarse fácilmente como novela policiaca, negra, drama u otro calificativo, pues fundamentalmente es un análisis de la conducta humana, en donde muestra los opuestos entre la bondad y la maldad, pero de una manera desgarradora, como él ya nos ha mostrado que lo sabe hacer.

Para su penúltimo libro, la Gobernación de Caldas en 2019 por medio de su Secretaria de Cultura y la Red Departamental de Bibliotecas Públicas, con el fin de apoyar a nuestros autores, y para que los pasajeros aéreos tengan acceso gratuito a unas lecturas que permitan distraer las esperas, y disfrutar con nuestros escritores, tuvo la idea de publicar una colección que denominó Libros al AIRE. Lecturas para viajeros, en la cual lo incluyeron.

En este nuevo libro, La luna en un suspiro, vemos como un sueño puede desencadenar otra realidad, y su despertar ser tan comprometedor, como alucinador, pues nos puede conducir a realizarlo, esto le sucedió al personaje de El día de mi muerte, un empleado normal de una empresa común y corriente, viviendo con una novia protectora y segura de sí misma, pero a veces con poco tiempo para atender las angustias de este hombre. Su sueño lo desubicó.

Ahora, nos convoca Lo que la noche nos dejó, en ciento sesenta páginas nos presenta quince relatos, que no pocas veces nos quitan la respiración, por lo tenebroso de las historias, o por la belleza de la descripción de la relación entre las personas, u otras veces por lo inesperado del final; siempre con unos claroscuros que hacen verosímil las situaciones narradas y nos sobrecogen por su crudeza.

En Prisa en el camino, vemos la descripción de la tensión a que está sometida una conductora por el miedo a quedarse varada, en medio de la tempestad y en un atajo de una carretera desolada. Su desespero se nota en la compulsiva fumadera y la angustia de ver que en un tramo que le dijeron era solo una recta y un atajo no muy largo, antes de la carretera principal, cada cierto tiempo que ella avanza, encuentra: el paradero, la farola, el teléfono y la señal de límite de velocidad.

Es interesante en una juiciosa lectura, hallar elementos o situaciones de unas historias en otras, y como se ha discutido en el arte, la dicotomía entre elaborar una pintura o lograr describirla con precisión, como lo han sido La meninas de Velásquez y lo dicho al respecto por Michel Foucault, o Los zapatos viejos de Van Gogh y la interpretación de Heidegger, claros ejemplos de la palabra pintada y la pintura escrita. Aquí también aparece el tema del lienzo y la hoja en blanco, cuando se afirma en Autorretrato: Y es que de repente sentí que ya lo había pintado todo, que ya no quedaban más paisajes, más memorias, más fachadas, más sueños ni más emociones que no hubiese plasmado ya.

En El último cuento, notamos la fatiga que acomete al escritor frente a la página en blanco y el juzgamiento que él mismo ha de hacer de su creación, y así lo describe:

No podía permitirse escribir basura, no esta vez, no ahora. Lo intentó otra vez, ahora iba  un poco mejor, de vez en cuando reemplazaba unas palabras por otras, borraba párrafos enteros, repetía líneas de mil formas, hasta que se oyeran bien en su cabeza.

El escrito debía quedar muy bien pues ese relato era un regalo de despedida que hizo que sus ojos llovieran más que el torrencial aguacero de ese momento.

El amor conyugal que con el tiempo se convierte en comunión y apoyo mutuo imprescindible, claramente aparece en El adiós de doña Irene y queda bellamente descrito así:

A don Jerónimo siguió vigilándolo con ojos ya no horrorizados, ya no devastados, sino    amorosos. Eso era todo lo que sentía: amor. Amor de pérdida, amor de duelo, pero amor a fin de cuentas. Así pues, supo que había cumplido la promesa ante el párroco: amaría a su esposo hasta más allá de la muerte.

Luego, en una larga y escabrosa narración, plena de detalles, aparece la naturaleza cobrándole al hombre su despiadada incursión y aunque las víctimas sean solo unos técnicos bien calificados, que aunque no estuvieran de acuerdo con esa violación, el desempleo profesional no les dejaba alternativa que trabajar para invadir esa Reserva forestal.

En medio de una torrencial noche, una arquitecta y un ingeniero, atrapados por la tempestad, la oscuridad y sobre todo el miedo, se ven atacados implacablemente por la furia de la naturaleza, que primero en forma de rama le perforó la pierna a ella y luego de una sangrienta intervención con un cuchillo, el ingeniero logró extraerle el pedazo de madera y sellarle la salida de sangre con un torniquete, pero las complicaciones se acentúan:

Revisó la pierna de la arquitecta.la piel estaba pálida y verdosa, en las zonas cercanas al torniquete parecía estar creciendo algo verde entre la sangre negra, como una especie de musgo que entraba o salía directamente del cuerpo. La piel también estaba pálida… quizá también algo verdosa. 

De una manera un poco sarcástica, obviamente para despistar al lector, en Primer día de trabajo, se hace la descripción del ingreso de alguien a un sanatorio y la recepción de la que es objeto:

–¡Hola!, usted debe ser… — dijo la sonriente recepcionista, una chica joven de mejillas  coloridas y ojos brillantes.

–Sí, el nuevo psiquiatra –respondió mientras se despedía de los hombres que lo habían traído al edificio y luego cerraba la puerta.

Una serie de diálogos de doble sentido nos irán ubicando en la cruda realidad, construyendo una genial descripción.

En varios relatos encontramos la tensión por algunas dudas y temores del escritor frente a su composición, sobre si ésta es de calidad o le falta más esfuerzo o tema para su concreción. Describe la lucha infatigable por lograr que lo imaginado por el escritor, lo disfrute plenamente el lector, es por tanto una objetividad en la subjetividad. ¡Que siga la creación!

*Profesional en Filosofía y Letras Universidad de Caldas