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Un abrebocas al Festival de la Imagen 2024

Por: Andrea Ospina Santamaría *

Fecha de publicación: 06/05/2024

Es extraño escribir y hacer festivales mientras el planeta que pisamos se está agotando. Puede parecer una apertura apocalíptica pero la crisis climática es una realidad que inunda, literal y metafóricamente, cada aspecto de nuestra cotidianidad. La supervivencia de múltiples especies está en jaque desde hace ya un tiempo y no hemos tomado las  riendas en el asunto porque requiere dejar de lado las divisiones académicas, territoriales, sociales y biológicas que, como humanos, nos hemos inventado. Mientras el sistema económico actual siga funcionando como depredador de la vida, se hace más urgente la necesidad de generar pensamientos situados y críticos que motiven acciones concretas para reconfigurar nuestra relación con y dentro del ecosistema del que hacemos parte y donde hoy se inserta, para bien o para mal, la tecnología que hemos creado y las necesidades materiales y sociales que ella acarrea.

En esta línea de ideas, la versión vigésimo tercera del Festival Internacional de la Imagen se construye sobre el concepto de la Geo-poiesis, dentro del cual la geografía, el paisaje y la naturaleza se intersectan con la imaginación y la creatividad. En su descripción, más que tomar la naturaleza como tema, la geopoética intenta generar conexiones sensibles, estéticas y plurales, con la tierra de la que tanto nos hemos alejado como sociedad lanzando preguntas tales como: ¿cómo moldeamos nuestros ambientes y cómo, a su vez, estos nos moldean?, ¿desde donde comprendemos la sostenibilidad de lo local? Las posibles reflexiones a partir de estos cuestionamientos estarían situadas en la intersección entre arte, ciencia y tecnología que ha caracterizado este evento y, más allá de una búsqueda de respuesta, nos encontramos ante una apertura de posibilidades.

Partiendo del amplio concepto de Geo-poiesis, el festival propone cuatro líneas curatoriales:  Diseños y tecnologías para la consiliencia, en la que se incluyen propuestas que propicien el enfrentamiento de la crisis planetaria desde la transdisciplinariedad; Redes colaborativas, donde se insertan iniciativas que reflexionen sobre la interconexión de saberes interespecie y el trabajo en conjunto para alcanzar un bien común; Ecosistemas bioculturales, que se centra en procesos que abordan, desde la resiliencia y el dinamismo, los cambios que presenta nuestro entorno; y Lenguajes emergentes, que comprende proyectos enfocados  en el transdiseño y los cruces entre la inteligencia artificial y los saberes ancestrales.

Estas ideas se verán plasmadas en decenas de espacios, de los cuales aproximadamente 90% son gratuitos, como foros, seminarios, audiovisuales, exposiciones, conversatorios, laboratorios y paisajes sonoros con presencia de más de 50 invitados, muchos de ellos presentes previamente  en versiones  anteriores del festival. Este año España es el país invitado (aunque en algunas partes es referida específicamente como Cataluña y no vamos a ignorar esa tensión política aunque no se vincule directamente con el evento), pero el abanico de invitados incluye personas  de Inglaterra, Brasil, Perú, Francia, Estados Unidos, Noruega, Dinamarca, entre otros países, además de varias ciudades de Colombia.

Vale la pena recordar que el Festival de la Imagen es un evento de la Universidad de Caldas, desde el programa de Diseño Visual y el Doctorado en Diseño y Creación  principalmente, y desde hace un par de ediciones se ha sumado a la organización la Universidad Jorge Tadeo Lozano de Bogotá, por lo que parte de la programación se desarrolla en dicha ciudad. Complementando esta red de alianzas, desde hace un tiempo vienen realizando ediciones conjuntas con  plataformas nacionales e internacionales con intereses en común, es el caso este año del Festival Panoramic (España) y Sónica (Glasgow, Reino Unido), además de una naciente red, en torno al media art, donde se vinculan instituciones nacionales como el Centro Nacional de las Artes Delia Zapata, universidades y representantes de consejos nacionales, principalmente de Bogotá, Cali y Manizales.

Pero, si algo ha caracterizado este cubrimiento es que no sólo incluye información que pueden buscar en la  web, así que les dejo algunas preguntas que rondan en mi cabeza al iniciar la asistencia al festival. Una de las ideas más interesantes que he encontrado en el evento es que, más allá de soluciones tecnológicas, es necesario encontrar narrativas y posturas éticas para relacionarnos con el planeta y los sistemas de consumo que hemos construido. Varias veces se menciona el concepto de  transformación del entorno local y sostenibilidad social y natural pero, ¿cómo se sitúa la relación de la Geo-poesis con lo político y el pensamiento crítico en comunidades específicas?, ¿qué se reflexiona sobre la construcción de ciudades en nuestro país?, ¿cómo se entabla diálogo con los procesos permanentes de la región?

Otro de los temas que me llama la atención es la necesidad de explorar diversos lenguajes (poéticos, sensibles, críticos, etc.) para encontrar caminos ante la crisis, en donde en la pasada edición se situó gran parte de la conversación sobre inteligencia artificial desde el desarrollo de códigos y los procesos de la ingeniería, la tecnología y la ciencia. Al ver un aparente giro en la programación, donde parece que se vuelve el foco hacia campos del conocimiento como el del diseño y la arquitectura, me guían algunas  preguntas latentes en torno al cruce disciplinar: ¿cómo entran las reflexiones de la tecnología ante este proceso de entendernos como seres naturales y ancestrales?, ¿cómo el diseño y el trabajo comunitario son un puente entre la utopía y lo pragmático?, ¿qué pasa con la práctica artística dentro de este marco de reflexiones? ¿cómo evolucionarán las reflexiones sobre la inteligencia artificial?

Muchos temas y procesos encontrados en la programación son de mi interés, como el trabajo colaborativo, lo local, el acercamiento al cuerpo y la espiritualidad dentro de lo tecnológico, las posiciones de género presentes en algunas propuestas, la amplia cantidad de mujeres, entre otros. En las próximas notas intentaré, desde la escritura, hacer redes entre estos puentes que el festival ya está desplegando, abordando una parte de las actividades realizadas en Manizales. Vale la pena cerrar recordando que este cubrimiento se basa en una escritura azarosa, corta de tiempo y desde la opinión a vuelo de pájaro de un contexto que tiene muchas capas que se escaparán a las palabras, pero, ¡qué lindo es el ejercicio de mirar con atención para traspasar a la palabra lo que se intuye! Creo en la importancia de crear archivos de lo que detonan estos encuentros para revisarnos en un futuro y me atreveré a dejarlo registrado más allá de las conversaciones de pasillo.

*Museóloga y docente.