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Una buena foto es un logro alcanzado por estar ahí

Por: Rafael Santander *

Fecha de publicación: 29/09/2023

Entrevista con Óscar B. Castillo “El testigo”.

Durante la semana del FICMA 14, en el hall principal del Teatro Los Fundadores tiene lugar la exposición fotográfica de Óscar B. Castillo llamada Esos que saben que narra con sus imágenes la anormal cotidianidad vivida en la Penitenciaría General de Venezuela, el acompañamiento del fotógrafo durante años a la agrupación musical que surge dentro de esas paredes, Free Convict, y el proceso de reinserción de todos sus miembros.

Castillo nos otorgó una entrevista para hablar de esta obra y de su trabajo como fotógrafo documental.

¿Cómo llega Óscar Castillo a conocer a Free Convict?

En 2014 entro a la Penitenciaría General de Venezuela como camarógrafo de un documental sobre el sistema penitenciario y allá nos conocemos. Ese lugar era como un microcosmos en el que se podía ver todos los problemas políticos y sociales que estábamos viviendo en el país. Todo lo violento, sangriento, triste y doloroso, pero al mismo tiempo lo bonito, lo solidario y lo esperanzador.

Ese tipo de cárcel solo era posible en la Venezuela de ese periodo. Necesitaba muchos factores confluyendo de manera extrema. Hablamos de una cárcel controlada por presos con metralletas, radio, armamentos, drogas, fiestas rave con show de láser y fuegos artificiales y además todas las dinámicas y reglas particulares que regían la penitenciaría. El afuera también era súper particular: una Venezuela con hiperinflación en la que hubo una de las migraciones más grandes de la historia reciente, con una situación política y de violencia única. Esos que saben busca ver cómo se comunican todas estas historias de ellos y se relacionan con el contexto para poder dar una representación visual de ese mundo tan complejo.

 ¿El libro muestra la dinámica entre el adentro y el afuera?

Esos que saben, está hecho en dos partes “Convict” y “Free”. La primera cuenta la experiencia carcelaria y la segunda la serie de cosas que vienes a encontrarte cuando estás en libertad: primero, enfrentarte cara a cara con quién eres y luego con la realidad del país, con tu familia y con tus responsabilidades de trabajo, de dinero, de pareja, de padre, de hijo y con tus panas de Free Convict ahora en libertad, cómo continuamos el proyecto, cómo cumplimos con las promesas que nos hicimos cuando estábamos encerrados, eso más los conflictos personales que se desarrollan normalmente en cualquier grupo.

La historia de Free Convict es una odisea de sueños y esperanzas, de reestructuración propia y social, pero también de muerte y de pobreza, migración y ruptura familiar. Nos hablan de otra opción de vida desde el arte. Inician como un grupo de rap pero se convierten en un colectivo artístico que trabaja por la difusión cultural, la educación y la prevención. Como el nombre de esta entrega de FICMA, Free Convict es un grupo de pedagogos de la libertad. Lo son porque estuvieron presos, perdieron esa libertad y aprendieron desde la cárcel, la guerra y la muerte a ser unos líderes positivos.

¿Qué podemos hacer como educadores para implementar esa pedagogía de la libertad?

No creo que exista una pedagogía, sino “las pedagogías”. Siempre educamos para ser libres: educar se trata de darte las mejores herramientas para que tengas la mejor vida posible. Lo particular de Free Convict es que hacen pedagogía de la libertad desde su pérdida.

Ellos empiezan creando espacios informales a los que luego se unen pedagogos, psicólogos, una serie de personas con conocimientos académicos, pero ellos siempre aportaron un conocimiento muy valioso desde su experiencia, todo el proceso ha sido una cosa horizontal: ir a compartir lo que sabemos sin estar yo imponiendo nada. No me gusta eso de ser un experto que va a un sitio y le enseña a la gente como si no supiera, eso es una actitud colonial, una neocolonización de los espacios.

¿Cómo empezó esa colaboración con el grupo?

Nuestro acercamiento consistió en ir entendiendo ese funcionamiento de la cárcel en la que hay unos códigos muy estrictos y, al no estar encerrados, pudimos ayudar a entrar algunas cosas. Mientras los demás estaban ingresando a la cárcel armas y drogas, nosotros estábamos ayudando a entrar un celular, un computador, cosas para que pudieran grabar dentro de la cárcel, llegamos incluso a construir un estudio dentro. Nos fuimos aprovechando de las grietas del sistema para desarrollar algo positivo. También queríamos romper esas ideas de que somos los de afuera y les decimos cómo hacer las cosas, sino que los panas también crean y proponen desde su experiencia. Y digo nosotros porque no fui solo yo, sino un grupo grande el que estuvo involucrado en sacar adelante este proyecto.

¿Cuáles son las habilidades particulares que necesita un fotógrafo documental? ¿Se necesita alguna actitud o mentalidad específica?

Yo vengo trabajando desde el 2009 con fotografía la problemática social del país. He trabajado con familias, con víctimas de la violencia, con otras cárceles, no solo documentando sino también educando, dando talleres. Ese tipo de acompañamiento y apoyo me parece igual o más importante incluso que el hecho fotográfico.

Este oficio tiene que ver más con tener una disposición e interés por las otras personas, ganas de entender las dinámicas sociales, el momento histórico; ver cómo la vida de una persona puede representar aspectos más generales de la sociedad, problemas y soluciones.

También es una cuestión de echarle ganas y asumir los riesgos tanto literal como figurativamente: estar ahí acompañando a la gente en la lluvia, en el frío, en el calor, compartir los momentos difíciles y también los alegres, el subeybaja de emociones, la vida misma solo que en unas condiciones particulares, y para estar ahí se necesita voluntad. Luego viene hacer una buena foto, pero eso es un logro alcanzado por estar ahí.

Hay algunas fotos que pueden ser visualmente muy atractivas, pero resultan planas. La imagen más interesante es esa que podemos navegar, la que tiene historias, momentos, la que está llena de vida. Yo creo que eso es lo que tiene mi trabajo y que por esa razón ha recibido reconocimientos internacionales, el libro fue uno de los mejores 20 del año para el TIME Magazine, aunque si no ganáramos ni un premio seguiríamos ahí porque sabemos el valor que tiene lo que estamos haciendo.

¿Cómo ves ese diálogo entre ser artista y ser criminal? Pienso en formas de expresión como el graffiti o en quienes son presos políticos por pensar diferente o por atreverse a decir la verdad en un ambiente de censura.

En todo el mundo hay espacios marginales, alternativos, a contracorriente y en latinoamérica estamos llenos de desigualdad, populismo, represión, tiranía, racismo, clasismo y una colonización que no ha terminado. Con el arte callejero pasa que tenemos una gran riqueza expresiva, somos muy recursivos y en la precariedad se buscan las mejores herramientas posibles y si no las tienes inventas unas que se adapten a tus condiciones y situación, eso pasó con Free Convict.

Nosotros trabajamos con una población talentosa con muchas ganas de desarrollarse que, sí, son criminales, pero no son solo criminales, tienen otras dimensiones como personas. Ser un criminal es haber cometido un error. Por poner un ejemplo contrario, piensa en los sacerdotes con escándalos sexuales. Yo pienso que hay una doble moral, hay muchas formas de hacer daño y cometer delitos. La sociedad está llena de criminales, otra cosa es que no estén en la cárcel.

Y es muy difícil reintegrarse en una sociedad que carga esos prejuicios. Aunque haya enemigos, detractores y gente que quiere obstaculizar estos procesos porque su pensamiento no les da para pensar en un cambio y una mejora colectiva: de mil maneras es beneficiosa la desmovilización, la de todos los grupos armados, llámese, FARC, ETA o cualquier grupo que se haya denominado terrorista. A estos panas yo no les lavo la cara, los crímenes y los errores están ahí, pero también hay un proceso de cambio que se hace mediante un esfuerzo conjunto. Nadie puede solo y por eso hay que aportar aunque sea con poco. Unidos podemos ir, paso a paso, mejorando.

* Escritor. Realizador de cine.