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Una fiesta del cine y de la vida, una fiesta de los reencuentros

Por: Quehacer Cultural

Fecha de publicación: 04/08/2021

La realización de Eurocine este año en Manizales, salpicada por los dolores de la pandemia, tuvo repercusiones extraordinarias para el reverdecer cultural y artístico de la ciudad. Significó, entre otros acontecimientos, la reapertura del Teatro Los Fundadores, después de 16 meses de cierre, “una especie de vientre materno y en esa lógica de volver al vientre es también la posibilidad de sanar, de curar colectivamente”; el reencuentro con el público, “volver a vivir la experiencia de la cercanía del otro, de la resonancia poética del otro al ver una película”; conversaciones entrañables en “una fiesta del cine y de la vida, una fiesta de los reencuentros y una enorme posibilidad de plantearnos un punto de partida para lo que significa ir retomando el rumbo de la sensibilidad y de la estética de la ciudad”; el cine como instrumento de cohesión “una posibilidad de sanar también, de reconfigurarnos como humanidad”; aliados comprometidos “en la restitución del valor utópico del Teatro Los Fundadores como suceso literal del renacer y renacer para las artes”.

Es así que la 24 edición de Eurocine Fuera de límites, quedará incrustada en el corazón de la ciudad y en el alma de los manizaleños, improntas que se revelan auténticamente en las palabras del Comunicador Social y Periodista, Federico Zapata Ospina, Director de la Feria Internacional de Cine de Manizales, entidad encargada de la organización y realización junto a RedEspiral.

EUROCINE 2021 EN MANIZALES. Fue el resultado de un proceso amplio del orden institucional, del orden de la gestión, del orden de apertura de lo que significaba la ciudad como posibilidad para que el circuito de Eurocine se sucediera. Tuvimos que hacer gestiones previas con la organización nacional, esbozar los argumentos que como ciudad planteábamos en términos de apertura de la sala más importante de la ciudad que es el Teatro Los Fundadores, como sede del festival, las condiciones de bioseguridad, las condiciones técnicas y sobre todo la posibilidad de que el teatro y el festival se convirtieran en el símbolo justo del reencuentro, de la reapertura, de la fiesta por la vida y por el cine. En esa ruta, el antes del evento fue un proceso de acuerdos interinstitucionales, de lo que nosotros hemos llamado las pedagogías del arte frente a la institucionalidad, que no es otra cosa que entidades como Infimamizales y Aguas de Manizales entendieran el valor poético y profundo de representación institucional que hay en eventos artísticos, en este caso desde el cine y lo que el cine puede configurar en los imaginarios de la gente, qué es lo que el cine logra anidar en los afectos de la gente. En ese proceso logramos que el Festival Eurocine no. 27, que tiene como lema Fuera de límites, estuviera en Manizales, que se hiciera en el Teatro Los Fundadores y, muy importante, con acceso libre para los públicos. Insistimos mucho de parte de la Fundación Redespiral en la necesidad de que la ciudad tuviera como gran invitado al público manizaleño, de que se consolidara como un ritual del reencuentro y que era fundamental recuperar los afectos, las cercanías y las presencias de los públicos.

RESPUESTA DEL PÚBLICO. Iniciamos el Festival Eurocine el 5 de julio, un primer ciclo hasta el 15 de julio con una realidad de salud pública muy delicada porque estábamos casi al 100% de la ocupación de ucis lo que nos puso en un escenario bastante complejo porque la Secretaría de Salud autorizó solo un aforo de 50 espectadores en la sala principal y 30 espectadores en la sala Olimpia. La respuesta del público fue muy muy bella, de una complicidad profunda en términos de lo que representaba para la gente,  después de un año y medio, ver el teatro con público, ver la presencia de espectadores haciendo fila, la experiencia inmersiva de volver a ese teatro que es, como lo dijimos tantas veces, una especie de vientre materno, y en esa lógica de volver al vientre es también la posibilidad de renacer, de sanar, de curar colectivamente, hacer catarsis colectiva porque el cine será un lugar en el que la vida retumba y resuena de manera muy poderosa. Y contar con la complicidad de los públicos, con el entendimiento de las restricciones que se tenían, a los impresos, al esquema de bioseguridad. Fue muy interesante saber que también hay un escenario de aprendizaje en esta reconfiguración de los espectadores. Todos somos nuevos espectadores, todos estamos siendo espectadores muy distintos en la pos-pandemia porque pasamos de que el arte se sucediera en nuestros ordenadores, sentados en la sala o en la cama, a volver al teatro, a volver a vivir esa experiencia de la cercanía del otro, de la resonancia poética del otro al ver una película, por eso hablamos tanto del valor ritual de la posibilidad de que el festival se sucediera. Para el primer ciclo tuvimos 2.700 espectadores con tres proyecciones diarias y cuatro el fin de semana; para el segundo ciclo, que fue del 19 al 29 de julio tuvimos 4.000 espectadores con dos proyecciones diarias y tres proyecciones el fin de semana.

EL VOLVER AL RITUAL DE LOS FOROS.  Hicimos en total 20 días de festival con foros de todas las películas. Convocamos nuevamente a la palabra, al ritual, a la posibilidad de que los públicos también tejieran presencia desde sus propias palabras, desde las formas en las que el cine retumba también en sus adentros y a partir de allí fuimos construyendo esa especie de segundo momento del cine, qué es lo que pasa después de que la película finaliza, y consolidamos una presencia de público importante en estos conversatorios en torno a las películas. Fue una experiencia que a la larga nos puso a reconfigurar el concepto de frontera, de límites social, político y ambiental, de una reconfiguración de la otredad y de la diversidad muy profunda, una posibilidad de ponernos en diálogo entre realidad distintas del planeta pero con lugares comunes muy interesantes de ser analizados, y sentimos que fue una fiesta del cine y de la vida, una fiesta de los reencuentros y una enorme posibilidad de plantearnos un punto de partida para lo que significa ir retomando el rumbo de la sensibilidad y de la estética de la ciudad.

LA DISTOPÍA COBRÓ MATERIALIDAD. Nosotros hemos hablado de un elemento muy importante y es que, en el 2020, el año de la pandemia, tomó forma la distopía. Estos escenarios que parecían apocalípticos, donde en el cine veíamos a los seres humanos colmados de miedo, el afuera representaba un temor donde todos andaban con máscaras, con miedo de relacionarse con el otro o aislados, esos universos de la ciencia ficción que parecían distópicos, cobraron materialidad, se volvieron reales. Nosotros decimos, como decía Sábato, que son los tiempos de crisis los que más exigen las utopías entonces, si ya la distopía cobró materialidad porque no materializamos la utopía y en esa ruta de materializar la utopía hemos ido encontrando aliados maravillosos, y para nosotros que tenemos una relación histórica tan estrecha con el Teatro Los Fundadores, un lugar de memoria, que como decía Federico Fellini, ir al cine es como volver al vientre materno, porque uno se sienta a ver cómo la vida se desarrolla.

RECUPERAR EL TEATRO LOS FUNDADORES PARA LA CIUDAD. Reconfiguramos el valor utópico del teatro como la posibilidad literal de renacer y renacer para las artes, y renacer para la poesía, y renacer para la danza, para la música, para el teatro, para el cine, y cómo en ese enorme vientre de 55 años que es el Teatro Los Fundadores, volvemos todos a sanar, volvemos todos a recomponernos después de estas grietas profundas, estas heridas que nos dejaron los años 2020, 2021. Y no solo en términos de pandemia sino en la realidad nacional del país que nos desbarajustó, que nos sacudió intensamente, que nos tiene desangrándonos hoy en día. El teatro por lo tanto también se vuelve un escenario político, cómo desde las sillas se ejerce movilización, cómo desde las sillas hay un activismo, hay una disposición a la manifestación crítica y profunda de lo que somos como realidad y entonces nos hemos puesto en la idea de también entender el profundo rol político que se cumple siendo un espectador de un festiva como estos, y como en el corazón, en el vientre mismo del paro también se hace activismo al ser un espectador que desde su palabra también sale a movilizarse y también moviliza las otras ideas y los contextos de los otros. Maravilloso recuperar la para ciudad el teatro, el teatro de puertas abiertas es como un abrazo expandido, lo hemos dicho, es un abrazo de invitación, un abrazo provocador, un abrazo detonante de esos que se requieren en estos tiempos tan llenos de peligrosos silencios, lo que necesitamos es que los teatros empiecen a retumbar y a hacer polifonía resonante para que logremos realmente plantearnos estas especies de trincheras poéticas que es el arte.

FERIA INTERNACIONAL DE CINE DE MANIZALES. Para la feria lo importante es que este año estamos consolidando un concepto mucho más amplio, un ecosistema audiovisual regional que justamente habla de salirnos de la eventualidad de los eventos que se suceden en un marco temporal. Se trata de la necesidad de que el cine se suceda durante todo el año, todo el tiempo. Por eso logramos realizar la franja de cine colombiano por Telecafé que nos tuvo muy activos en el primer semestre, logramos alianzas con el Festival de la Imagen, con el Festival Kumanday, hicimos Eurocine, y en el marco de la semana de la juventud adelantamos un proyecto de apreciación cinematográfica con jóvenes privados de la libertad. Todos estos microuniversos nos ponen a entender un poco la necesidad de que todo el tiempo estén sucediéndose cosas desde las pantallas, desde el cine, desde el audiovisual. Lo anterior es muy importante para la Feria Internacional de Cine de Manizales en su versión 12 de este año, que tendrá como tema En busca del tiempo perdido en alusión a Marcel Proust, y con la sensación de pérdida de la que venimos en 2020 y principios de 2021. Todos tenemos una especie de pérdida generalizada en el alma con relación a muchos frentes de nuestras propias vidas y quisiéramos desde el cine recomponer esa sensación y rearmar esos pedazos rotos para componer una nueva figura que, desde esas grietas, que como huellas quedan desde lo que hemos vivido colectivamente, también nos proporcione una especie de nueva cartografía para las rutas que vienen. Eso es para la feria este proceso, un tejido, una bella cartografía extendida en todos los sentidos porque hemos entrado en diálogo con públicos muy distintos, hemos entrado a trabajar en plataformas muy distintas y desde ahí estamos buscando que cada vez el público y la ciudad entiendan que el cine es una posibilidad de sanar también, una posibilidad de reconfigurarnos como humanidad. Creemos que es el tiempo de la libertad, el tiempo de liberarnos de tanta realidad y en esa lógica de la liberación también materializar la utopía, como lo decía ahora.