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Uso de la madera en la historia del mueble  

Por: Fernando Macías Vásquez

Fecha de publicación: 04/10/2021

Un capítulo del libro “Eliseo Tangarife, el Miguel Ángel de la Cordillera”,  escrito por el investigador Fernando Macías Vásquez y editado por Hoyos Editores. Una presentación de lujo, coproducida por la Fundación Escuela Taller de Caldas, con profusión de fotografías a color de la obra de este Maestro de la madera, nacido el 13 de octubre de 1866.

Con esta publicación se pretende rescatar y exaltar el legado artístico, concebido y elaborado en Salamina, del Maestro Eliseo Tangarife, quien tras “llevar una vida repleta de privaciones y grandes necesidades, sin sospechar siquiera que estaba inscribiendo su nombre en la página más brillante de la ebanistería nacional y que su lenguaje como diseñador arquitectónico y ejecutor de sus proyectos, sería el cimiento definitivo para que la “Ciudad Luz” fuera propuesta como Monumento Nacional, declarada después como Bien de Interés Cultural del Ámbito Nacional, entrara a formar parte de la Red Turística de Pueblos Patrimonio y reconocida mundialmente, pero que le debe el bronce al inmortal Maestro Tangarife haciéndole honor a su trabajo, a su escuela y a sus discípulos”.

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El origen del mueble de madera puede situarse, según algunos historiadores, en el antiguo Egipto, influencia que es recogida en Grecia, donde evoluciona al ritmo del pensamiento filosófico, apareciendo primero el “Kline” bellas camas para comer acostado y de patas torneadas, del que se deriva el “triclinio”, litera en forma de U en el que se podían acostar tres personas, con lo que se comienzan a llenar las habitaciones de muebles cómodos y bien pensados.  

En el Imperio Romano, el mueble cobra inusitada importancia, apareciendo una extensa variedad de sillas, camas, mesas, arcones, veladores, candelabros, etc. algunos con incrustaciones en bronce, popularizándose el “curul” para los personajes públicos, las mesas soportadas en mármol conocidas como “cartibulum” y armarios pequeños llamados “lararium”.  

La madera fue utilizada en los grandes templos de la antigüedad tanto por egipcios como griegos y romanos, componiendo sus formas en base al uso de la madera. Así, las metopas y triglifos del orden dórico responden a formas arquitectónicas en madera, de la misma manera en que las columnas palmiformes egipcias reproducen los postes rematados con hojas de palmera con las que se delimitaban recintos sagrados o se señalaban tumbas menfitas antes de la III dinastía.  

El mueble paleocristiano-bizantino, especialmente después de la paz de la iglesia (edicto de Milán 313) cuando se construyen nuevos edificios consagrados al culto, son ricamente adornados con tallas y composiciones de arquerías, popularizándose la fabricación de “pyxis” o cajitas para reliquias, produciéndose una simbiosis entre el arte romano y elementos helénicos y orientales a partir de la división del Imperio, apareciendo el  llamado arte románico que tiene aportaciones germánicas, bizantinas e islámicas, caracterizados por la fortaleza y pesadez de los muebles construidos en pino, tilo, nogal, roble y castaño, ornamentados con pinturas y formas esculturales tomadas de la arquitectura, la aplicación  de hierro forjado y marfil, muchos de ellos desarmables para facilitar su transporte, perfeccionándose la ebanistería con el empleo de otros materiales de excelente calidad (ébano, bronces, cobre, nácar y marfil). Proliferan entonces los faldistorios y sitiales para la nobleza y la clerecía, las mesas octogonales o circulares soportadas en un solo pie, los arcones con decoraciones geométricas y estrellas y todo tipo de ajuares de madera.  

Seguirían después, el estilo tardo-gótico, de uso simple y funcional, de limpia construcción en maderas como nogal, roble y pino, herrajes de hierro, guarniciones en cuero y tejido con acabado natural y algunas piezas doradas y plateadas, las sillas denominadas caderas y el cassoné de origen italiano de fácil transportación.  

En España, el estilo Plateresco abarca principalmente la época de Carlos I, permite un renacimiento ornamental en el primer período, predominando los medallones con bustos de perfil, las tornapuntas en “S”, los balaustres y los motivos vegetales con reminiscencias góticas, diferenciándose del segundo período caracterizado por las ordenes renacentistas y la aplicación de columnillas, dinteles, serianas y frontones en un afán perfeccionista y muy rebuscado que domina la segunda mitad del siglo XVI. Los acabados van desde el color natural de la madera, hasta el estucado, el policromado, el dorado y el estofado, técnicas éstas de gran riqueza, aflorado el mueble “bargueño” formado por un arco, con tapa y cajones, sostenido por patas torneadas y decoraciones geométricas en marfil inspiradas en el arte musulmán.  

Ya en la segunda mitad del siglo XVI sobresalen dos estilos: el Manierista, muebles tallados en relieve de gran fidelidad y excelencia con técnicas escultóricas y pictóricas con dorados y cromados y, el “Escorial”, caracterizado por muebles elegantes, complementados con elementos tectónicos como columnas de orden toscano, pilastras estriadas, frontones triangulares, remates en forma de bola o pirámide, volutas en espiral, espejos convexos y cartuchos enlazados.

 

En el testamento de Felipe II se encuentran importantes pistas sobre el mobiliario de esa época construido en acaná y caoba de las Indias y muebles de plata como una cama de 105 kilos de peso. El arca se transforma   con decoraciones renacentistas, presentando dos puertas en su frontal (arca armario) y se inicia la fabricación de escritorios, arquemesas y contadores para complementar el ajuar doméstico.  

Vendría el Barroco que puede dividirse en tres épocas, Felipe III, Felipe IV y Carlos II, cuando se producen obras magníficas como el escritorio que entrega la Junta de Obras y Bosques a la realeza, construido en ébano, marfil, columnillas de cristal y figuras de plata y oro; la cama del rey, de madera de palo santo y bronce. Cabe destacar la aparición del mueble escaparate en España y la importancia de aspectos ornamentales, con frontones curvos, arquerías, columnillas salomónicas y montantes en forma de columna toscana, sin que pierdan vigencia los ornamentos geométricos y el gusto naturista, el aumento de la molduración y la talla y la complejidad del torneado adherido a la influencia portuguesa.  

El etnólogo Xaquin Lorenzo  en su libro Os oficios propone seis tipos de carpinteros : fraguadores: los que se encargaban de la construcción de los carros del país; felleiros: expertos en la construcción de herradas para el almacenamiento de líquidos; carpinteros de rivera: asentados en las orillas de los ríos y encargados de la construcción naval y principales trabajadores en astilleros; cuberos y torneros: encargados de la fabricación de cubas y toneles, como también los que trabajan con tornos; carpinteros de taller: como una síntesis de los anteriores incluyendo a los ebanistas (calificados como la nobleza de todos los carpinteros por su trabajo de maderas finas y elegantes torneados) y carpinteros de armar (trabajan con piezas gruesas y bastas con las que cierran los tejados de las casas preparando así una armadura de madera en la que colocar las tejas o las pizarras).  

Para la comercialización, propiamente dicha, los llamados marquejadores calculaban el largo, el ancho y el grueso de cada madero para marcarlo, según una progresión descendente en sus dimensiones, como totxo, milloria, sisa, madero, quadern, sisè, roden, cabrio, o cabiró. En definitiva, esta relación servía de guía para determinar el precio de cada madero. La documentación refleja con claridad la difusión de una habilidad afianzada, establecida por la frecuencia de los usos, tan determinada que con repetición las medidas adecuadas a cada grado se evadían en los reconocimientos y obstaculizan nuestro examen. Resulta imposible fijar una fecha estricta para su creación, sólo se entrevé un intervalo que abarcaría los siglos XIV y XV, ya que en el primer cuarto del XVI se encontraba vigente y completamente confrontada.

Eliseo Tangarife. Obra del artista Fernando Toro Ceballos. Única imagen que se conoce del Maestro.

Escritor e investigador Fernando Macías Vásquez.

Fotografías del libro “Eliseo Tangarife, el Miguel Ángel de la Cordillera”.