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Cuenca alta de Yuma, el Río Grande de Colombia

Por: Gonzalo Duque-Escobar *

Fecha de publicación: 26/08/2021

Presentación

La transformación radical e inconsulta del alto Magdalena, formulada por Hydrochina con el aval del gobierno de Colombia, se relaciona con la construcción de 9 represas en el Huila y 7 en Tolima, para producir energía eléctrica sin importar los impactos sociales y ambientales, transformando la cultura y modo de vida de cientos de miles de pobladores del territorio aguas arriba de Honda, tanto de Cundinamarca como del Tolima Grande. En dicho escenario de 565 km del Magdalena, donde además de Honda sobresalen puertos como Ambalema, Girardot y Neiva, reconocidos por una significativa actividad naviera que perduró hasta hace alrededor de un siglo y que se perdería, la incultura del agua avanza por importantes afluentes directos como los ríos Coello, Prado, Saldaña, Combeima, Cabrera, Fortalecillas, La Plata, Suaza, Negro, Seco y Bogotá, que con sus diversas problemáticas expresan los conflictos urbanos y rurales de la Región Andina. Lo anterior invita a considerar algunos elementos que podrían ser de utilidad frente al dilema de cómo aprovechar las opciones del Río Grande y reorientar su visión hacia un desarrollo que, en lugar de crecimiento a costa de los derechos bioculturales, le apueste a la construcción colectiva de un territorio sustentable y resiliente.

Como fundamento para esta ponencia, empecemos diciendo que, si el Río Grande de la Magdalena es Colombia, ¿por qué no garantizar la subsistencia para un cúmulo de pueblos rivereños y dar soporte a ecosistemas vitales de nuestro principal eje de desarrollo, ambiental, cultural, económico, social y demográfico? De ahí la importancia de la declaratoria que ha priorizado al río Magdalena como uno de los escenarios más representativos en la historia del país, y que le amerite el reconocimiento de la UNESCO como patrimonio de la Humanidad, a partir del restablecimiento previo de sus derechos bioculturales bajo el concepto de que un territorio es una construcción social e histórica. Si su cuenca es el hábitat donde se dan nuestras relaciones con el bioma andino tropical, también el río, pese a haber sido fundamental como ruta de acceso para la ocupación del territorio, y como medio para la consolidación de la nación durante el siglo XIX, hoy víctima del olvido degradado y contaminado, reclama amparar sus derechos ambientales, lo que supone ordenar el cumplimiento de las acciones que demanda su recuperación integral para darle primacía a sus 35 mil pescadores, y a los humedales y bosques secos que lo circundan, además de ponerle límites a las intervenciones que alteran su vaguada y los humedales como ecosistemas vitales.

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¿Planeación inconsulta ni autonomía territorial?

Imagen01: Planimetría (Mintransporte) y Perfil del Magdalena (Cormagdalena).

Luego de haberse formulado el Plan Maestro de Aprovechamiento del Río Magdalena, el río  más importante en la historia de Colombia, fruto de un convenio interinstitucional firmado en el 2009 por  la Agencia Presidencial para la Cooperación -APC, la compañía Hidrochyna y  el Banco Nacional de Desarrollo de China, trabajo para el cual los parámetros no contemplaron la autonomía territorial ni la consulta a las comunidades que habitan el territorio, tal cual lo ordena nuestra Constitución política, sólo en 2016 el Consejo de Estado obliga a que Cormagdalena haga entrega de información sobre dicho instrumento de planificación territorial y ambiental para que se conozca en Colombia. Por fortuna, en 2017 el país retoma la agenda y formula el Plan de Ordenamiento y Manejo Integral de la Cuenca, con su Plan de Manejo y de Aprovechamiento PMA.

Dicho Plan Maestro, aplicable en el 26% de esta cuenca que es jurisdicción de CormagdaIena, involucra además de la corriente principal del Río Magdalena (1.613 km), el Canal del Dique (114 km) y el curso bajo del Río Cauca (187 km), que es su principal afluente, cubriendo así un territorio de 69.400 km2 con una población que para el 2010 llegaba a 6 millones de habitantes, de 129 municipios ubicados en 13 departamentos, desde el Gran Tolima hasta el Caribe colombiano, pasando por el centro de Colombia, así: Cauca, Huila, Tolima, Cundinamarca, Caldas, Boyacá, Antioquia, Santander, Cesar, Bolívar, Sucre, Magdalena, y Atlántico. Entre los cuatro principales estuarios de Colombia, dos están relacionados con la Cuenca del Magdalena, las desembocaduras de los ríos Magdalena, y del Canal del Dique, dos emblemáticos lugares donde también se sufren las consecuencias ambientales de la problemática ecológica de la gran cuenca del río.

El citado documento, aunque contempla una estrategia integrada de aprovechamiento multipropósito de la cuenca del río Magdalena, con proyectos como el desarrollo de una hidrovía de 900 km para el transporte de hidrocarburos y minerales aguas abajo de La Dorada, propone el aprovechamiento hidroenergético aguas arriba del Salto de Honda; o sea en la cuenca alta, donde al descartar la hidrovía proyecta en su defecto la intervención profunda y significativa del río, con múltiples proyectos en cascada que van a generan grandes conflictos, como los de Betania y El  Quimbo ya construidos, y otros más que esperamos no tengan curso. En razón a lo anterior, en 2020 el Gobierno Nacional le apuesta a una reformulación integral y participativa del Plan Maestro, mediante procesos que involucren a las comunidades ribereñas, y contemplen el impacto de las hidroeléctricas.

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Intervenciones

Imagen 02- Betania y El Quimbo.

En 2011, la Hidroeléctrica El Quimbo de 400 mil Kw ubicada en Gigante, 67 km al sur de Neiva, construida por la multinacional Emgesa en el marco del Plan Maestro de Aprovechamiento del río Magdalena, coloca su primera piedra e inicia un tortuoso camino de afectación del ecosistema natural en gran medida, consecuencia del desvió del cauce del río y la deforestación de más de 5 mil ha de bosque, buscando con el represamiento conformar un embalse que, además de inundar 8.250 ha con relictos de bosques y áreas de interés arqueológico, sin retirar la biomasa que es lo correcto para prevenir la contaminación en el río Magdalena, también ocasiona el desplazamiento de fauna nativa y de comunidades vulnerables que ven afectada de forma severa y definitiva su forma de vida.

Pero 30 km aguas arriba de Neiva y aguas abajo de El Quimbo, igualmente se había construido la Represa de Betania como proyecto multipropósito, que además de turismo y acuacultura incluyó una hidroeléctrica de 500 mil Kw, para la cual desarrolló el primer embalse de grandes proporciones previsto en el cuestionado Plan, inundando un área de 7.400 ha justo en la desembocadura del río Yaguará sobre el Magdalena. Esta represa, que se proyectó sin contemplar la amenaza alta por lahares provenientes del Volcán Nevado del Huila, a través de los ríos Páez y su afluente el Símbola, proyectada en 1981 e inaugurada en 1987, recibió los escombros de la erupción del Nevado del Huila en febrero de 2007.

Imagen03: Izq. Hidrovía del Magdalena (Azul) y Corredor Férreo del Pacífico (Rojo). Der. Barco remontando el Salto de Honda en 1899 y Barcaza con contenedores (Naviera del Magdalena)

Frente a la pregunta: y el Plan Maestro de Transporte Intermodal de Colombia 2015-2035 ¿qué? En lugar de poner a competir ferrocarril y río a lo largo del Magdalena, además de integrar mediante el tren a Buenaventura con Urabá, debió extender la hidrovía al Huila navegando el Salto de Honda, con enorme ventaja para el sistema portuario en La Dorada y sobre todo para Barranquilla. La hidrovía con una reducción de los costos del 40% para el Altiplano y el Eje Cafetero o del 50% para el Tolima Grande, y movilizando en el Magdalena Centro cinco a seis millones de toneladas anuales, al expandir 200% las exportaciones e importaciones podría generar más de cien mil empleos para Colombia e incrementar su PIB mínimo en 1.2%. Esto, si se trata de nueva carga movilizada, lo que exige que los beneficios modales en lugar de privatizarse con peajes, se socialicen desarrollando el dragado como obra pública y no mediante una APP.

Recordemos que, así se considere un territorio como un sujeto de derechos bioculturales, con los megaproyectos previstos en el Plan Maestro de Aprovechamiento del Río Magdalena, se estarían violando dichos derechos, victimizando comunidades y ecosistemas, cuando con la complicidad del Estado se separen costos y beneficios: mientras los primeros se socializan al asumirlos los pobladores que terminan obligados a abandonar parcelas y oficios, y los ecosistemas que desaparecen; los segundos se privatizan al quedar en manos de las empresas, quienes terminan desentendiéndose de los pasivos ambientales asociados a daños irreparables, tras apropiarse del territorio con la complicidad de la ley, sin importar las normas constitucionales y legales sobre la protección ambiental, la preservación de los ecosistemas y los derechos humanos.

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Vulnerabilidad del escenario

Imagen04: Gran Cuenca Magdalena-Cauca- Izq. Relieve. Der. Coberturas vegetales y Subcuencas.

Si bien las represas con graves impactos socioambientales no son mecanismos de desarrollo limpio, tampoco podemos hablar de desarrollo en el caso de proyectos que se constituyen en enclaves económicos, cuando la política minero-energética, antes que transformar los recursos mineros en commodities estratégicos, responde a un modelo extractivista de reprimarización en beneficio del mercado. Sumados a los dos casos vistos en el Huila, para comprender esta problemática tenemos dos ejemplos más: 1- Hidroituango en Antioquia, donde además de desestructurar la conectividad biológica del Cauca afectando a 17 mil pescadores, se ha puesto en riesgo a 100 mil habitantes de cinco municipios aguas abajo de la presa; y 2- La Hidroeléctrica de la Miel inaugurada en 2002 y ubicada en Norcasia, municipio caldense con un PIB percápita similar al de Manizales, pero con unas Necesidades Básicas Insatisfechas NBI tres veces superiores a los de la capital de Caldas.

Pero ahora que Cormagdalena, creada en 1991 con el mandato constitucional de velar por la recuperación integral del río Magdalena al tenor del Artículo 331 de La Carta, sólo puede mostrar una gestión de tres décadas en la que el enorme potencial que ha representado esta arteria, contrasta con su abandono expresado en las problemáticas  que padece desde Huila donde nace hasta bocas de Ceniza y sobre el Caribe donde desemboca, preguntémonos qué pasa: según Juan Darío Restrepo, los pescadores ya no pueden obtener su sustento del río; todo porque además de la contaminación que proviene de los centros poblados, gravita una carga de sedimentos de 150 millones de Ton/año, consecuencia de una erosión que afecta al 78% de su cuenca, ocasionando el daño de ciénagas y humedales, la reducción de la pesca de 80 mil toneladas anuales a solo 7 mil, y el  blanqueamiento del 80% de los corales entre Cartagena y Santa Marta.

Finalmente, además de la expansión hidroenergética irresponsable e inconsulta, con proyectos que violan los derechos bioculturales del territorio en la cuenca alta, otra de las problemáticas del Río Magdalena, es la contaminación, donde el principal reto a resolver incluye la descontaminación por actividades mineras y agropecuarias, como también la de los ríos urbanos de la Región Andina, empezando por el río Bogotá, víctima de curtimbres, cultivo de flores, agroindustrias, minería y aguas residuales. Para su tratamiento está prevista la planta de Canoas que a un costo de U$1.100 millones, entraría en operación el 2025, en tres fases, así: 1- Mejorar el tratamiento de aguas negras de pequeños municipios en la cuenca alta; 2- Mejorar la calidad de agua en el área metropolitana de Bogotá con la expansión de la planta de Salitre, e interceptar las aguas negras del resto de la ciudad para transferirlas abajo de Bogotá; y 3- Desarrollar gradualmente la planta de Canoas (14 m³/s), dado su alto costo.

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Epílogo

Imagen06: – Corredor Turístico Fluvial Girardot-Neiva (PM Fluvial 2015); y Áreas de interés ambiental del Huila (CAR Alto Magdalena)

Urge entonces, resolver la crisis del río y por lo tanto restablecer los derechos bioculturales de este territorio, en el que cerca de 35 mil pescadores han perdido su sustento por la pérdida de la pesca, consecuencia de múltiples factores, empezando por la sedimentación, pero también por el mal manejo de esta carga del río objeto de un costoso dragado que no puede constituirse en un cartel. Al extraer la carga sólida para establecer el canal navegable, en lugar de rellenos externos a la vaguada que sería lo correcto, se vierten los lodos en playones, islotes y riveras, cerrando caños que alimentan complejos de ciénagas y espejos de agua, hasta que el invierno los regrese al río. Así, al desconectar los humedales que cumplen una función amortiguadora, además de la pérdida de ecosistemas vitales para la subienda, se han facilitado enormes crecientes y desbordamientos, como en 2010 cuando 1.400 m3 por segundo se vertieron por el Canal Del Dique, casi triplicando su capacidad, ocasionando su colapso e inundando 35 mil ha de 20 poblados.

Por último, si bien entre las problemáticas del Río Magdalena está la erosión causante de la carga de sedimentos consecuencia de la deforestación -razón por la cual la tasa de sedimentación del Magdalena es cuatro veces la del Amazonas-Orinoco-, también tenemos otras como los usos conflictivos del suelo, la contaminación y el modelo de generación hidroenergética, entre otras presiones que enfrentan sus ecosistemas ícticos y boscosos por la sobreexplotación de sus recursos y las comunidades de base, en especial la población desplazada. A la lamentable degradación de este gran escenario representativo de la región andina, dado que la gran cuenca Magdalena-Cauca cubre el 26% del área continental del país, se suma ahora la amenaza del cambio climático, que con sus eventos extremos se traducirá en sequías e inundaciones, dada la vulnerabilidad del territorio asociada a la pérdida del 80% de su cobertura vegetal: como referente, en Colombia, mientras de las selvas nubladas que llegaron a sumar 9,7 millones de ha, sólo resta la cuarta parte, de los bosques secos, que cubrían 9 millones de ha, solo queda el 8%.

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* Profesor Universidad Nacional de Colombia. http://godues.webs.com  Manizales, agosto 23 de 2021.

Fuentes bibliográficas