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Cabaret Literario, un experimento para activar, desde otras miradas, los cafés del centro de Manizales

Por: Quehacer Cultural

Fecha de publicación: 20/05/2024

En busca de una vida más tranquila y aprovechando que su compañera es de Manizales, el artista Santiago Sepúlveda, formado en artes plásticas en Medellín con maestría en teatro y artes plásticas co-creador Mapa Teatro de Bogotá y profesor de varias universidades, se estableció en esta ciudad donde lidera proyectos culturales a los que quiere aportar su experiencia y conocimientos, entre ellos el Cabaret Literario animado con voces no humanas que ofrece el Banco de la República, una apuesta innovadora que se realiza cada mes en distintos cafés tradicionales del centro de la ciudad, algunos de ellos frecuentados solo por hombres. Santiago es “uno de los genios que ha dado este país en términos de creatividad”, condición que le ha permitido ejercer en varios campos del quehacer artístico.

¿Cuál es su concepción de un cabaret literario?

Se trata de una idea que traje de Mapa Teatro donde en su sede se hacían cabarets literarios en alianza con la embajada de Francia y con textos en francés y español. Propuse hacerlo en Manizales en los cafés porque para mí son lugares de encuentro muy interesantes que permiten mezclar los públicos, tanto el que habita con regularidad el Centro Cultural del Banco de la República y otro al que seguramente no se le ha ocurrido disfrutar de sus servicios culturales y que generalmente no interactúan porque el que está en el café está en lo suyo y el que está en la biblioteca está en lo suyo. De esta manera se descentralizan lugares muy localizados que producen actividades artísticas. Mi intención es estimular un desplazamiento de esos ejes culturales y ver qué pasa en este proceso experimental que irrumpe los espacios.

El Cabaret Literario en Manizales tiene también un componente muy interesante y es que se desarrolla con temas de voces no humanas. ¿Qué lo motivó a escoger este ingrediente?

Al pensar en el proyecto del cabaret creo que es importante darle un carácter, no leer por leer, y que ese carácter tenga contundencia como proyecto. Es un tema que a mí como artista me importa y que he estado desarrollando en mi obra. Me interesa mucho la relación entre lo humano y lo no humano, entre lo otro vivo que no es humano, esa relación cómo se ha tejido, sobre todo porque estamos en la época del antropoceno en la que lo humano está perdiendo su lugar preponderante, que ha usado a lo demás como recurso, se trata de poner esas cuestiones en la lectura. Quise imaginar unos cabarets con voces no humanas donde habla una cucaracha, donde habla un cerdo, donde habla una polilla, donde habla un escarabajo, cada vez un animal diferente, a través de textos de la literatura universal.

Ya se han realizado 4 jornadas del Cabaret Literario en los cafés El Graduado, Reminiscencias, Candilejas y Sorrento. ¿Qué sensaciones le ha dejado la experiencia?

La experiencia ha sido muy interesante porque en esa irrupción el público del mismo café se descoloca y algunos hacen chistes, otros dicen ¡porqué llegó esto!, todas las reacciones, pero finalmente algo les queda. Por ejemplo, cuando leímos a Clarice Lispector sobre la cucaracha fue un espacio difícil, pero de alguna manera algo de la insistencia de la autora sobre el insecto le quedó a la gente, esa pregunta por ese ser tan minúsculo quedó rondando entre el público. El objetivo no es entender todo el texto sino que quede algo resonando y conocer que existe un texto sobre una cucaracha y que se habla de determinada manera de esa cucaracha. Ya es suficiente un acontecimiento que irrumpe la cotidianidad de la gente. Hay unos guiños muy chiquitos que no se si el público percibe:  en los carteles siempre hay una silueta de un hombre a la que cada vez se le suma la silueta del animal y va resultando un monstruo, en el buen sentido de la palabra, que habita un espacio, una figura que no es humana pero que no es del todo animal, que está en ese intersticio y producir esa tensión es precisamente el fondo del cabaret.

Como se trata de un proceso experimental ¿qué elementos considera faltan implementar para que los objetivos del cabaret se cumplan?

Cada cabaret es un azar porque no se sabe qué va a pasar, se presentan muchas cosas del azar y toca improvisar, es muy interesante. Falta que más público no habitual del café asista porque la idea es desplazar los públicos al centro de la ciudad, que se mezclen y que haya esa interacción y vivan el espacio. Vivir esos cafés es una experiencia más allá de la lectura, en este caso la lectura es una excusa para una convivencia con diferentes tipos de personas. No es un plan habitual descolocar los lugares que uno frecuenta y descubrir la ciudad, porque así sea chiquita hay muchas cosas por conocer, entonces que bueno alrededor de una lectura sorprendernos con otros espacios, es una especie de activación porque se potencia el lugar desde otras miradas.

¿Cómo han recibido los dueños de los cafés la propuesta?

La respuesta de los dueños de los cafés ha sido muy buena, creí que iba a ser más difícil pero hemos tenido mucha apertura, a todos les ha parecido fantástica la idea. Dicen que sí, pero quizás no han tenido en cuenta que su público requiere más información. Necesitamos que quien esté en el lugar sepa qué va a pasar durante un tiempo determinado cuando entra a consumir, que no sea una imposición porque me parece un poco violento, es indispensable mediar para que la intervención no sea tan abrupta.