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Asumir el antropoceno con responsabilidad

Por: Andrea Ospina Santamaría *

Fecha de publicación: 01/06/2023

Hoy en día, los datos son como hormigas que transitan y generan el espacio, sin que sepamos su verdadero alcance, inicio y final, justo como en las piezas de Sommerer con sus insectos constructores de imagen. Ella también plantea, al igual que Fito Segrera y otros invitados, que esta información está orquestada por máquinas que aprenden, leen el cuerpo y traducen en lenguaje: estos dispositivos son resultado del diseño.

El martes dentro del Festival de la Imagen pude escuchar una conversación con Joaquín Zerené (Chile), un espacio muy interesante para comprender términos que nos suenan tan ajenos como posthumanismo, antropoceno o diseño centrado en el planeta. A medida que avanzaba la charla pensaba que muchas de las piezas vistas estaban en total relación con sus teorías.

Zerena habla de un campo disciplinar que se piensa más allá de generar objetos y organizar espacios para un usuario (un discurso muy capitalista), centrándose en una conciencia filosófica de que el diseño nos crea a nosotros mismos y tiene la capacidad de modificar nuestro propio planeta, así como los acuerdos sociales e incluso las identidades. Aquí, la imagen no solamente representa el mundo sino que nos permite entender cifras, relaciones climáticas, algoritmos, datos corporales, momentos efímeros, entre muchas otras capas de información que se escapan al entendimiento de nuestros sentidos.

Así mismo, la reflexión ecológica pasa de la protección del medio ambiente a la interacción de múltiples seres que construyen posibilidades o limitaciones, orgánicos y no orgánicos, como en las obras de Sofia Crespo (contadas por Andrés Hoffman y Rolando Carmona en el Seminario Internacional) quien crea nuevos seres artificiales a partir de datos sobre especies en peligro de extinción. Por esto mismo en espacios como el Foro Internacional de Diseño se hace de vital importancia volver a pensar las palabras más básicas: qué llamamos vida, inteligencia, información o consciencia, pero también qué es ese futuro que esperamos construir.

En este contexto, la creación supera el alcance cultural y entiende las relaciones no humanas, así como las transferencias minúsculas e ignoradas que hacen que seamos la especie que creemos ser. Por ejemplo, Marcos García plantea cómo las relaciones de los medios digitales o la creación de imagen no pueden pensarse sin los elementos básicos de la naturaleza, como los hidrocarburos o las plantas mismas. Mencionaba que estamos en un mundo interdependiente donde el conocimiento se produce a partir de relaciones.

Espacios como los laboratorios ciudadanos que él mismo expone o los archivos mencionados por Raquel Caerols desde Medialab, son para mi necesarios para ampliar nuestra capacidad de comprender las herramientas, su historia y los cambios que deseamos generar. En estos lugares se produce conocimiento y experiencia para mejorar la vida en un lugar a partir de estas nuevas relaciones, con una documentación y licencias abiertas que permitan una resonancia. Son entonces momentos para intervenir el paisaje desde el diálogo y con una postura crítica, articulando voces diversas como la ruralidad, la discapacidad, la vida no humana e incluso no orgánica. Un habitar que no pretenda controlar pero si crear vínculos para dar forma al mundo en que vivimos desde una gestión comunal sostenible en aprendizaje permanente.

También desde las artes propuestas como la de Chatonsky, otro de los invitados a las muestras de Casa Hoffman, plantean una arqueología del futuro digital repensando quienes lo han promovido y qué tiene sentido proyectar a un futuro. Sin duda hay mucho que pensar en torno a esta ampliación de la idea de diseño, arte y tecnología consciente del uso que le damos a los seres que nos rodean y cómo son ellos quienes han construido nuestra propia historia. Cierro esta tercera nota pensando en una imagen mucho más poética que deja sobre la mesa las mismas relaciones: Fredy Clavijo, parte de la muestra de Cine (y) Digital, dónde una mujer toca una pistola de gasolina en medio de un inconmensurable páramo. El paisaje, la producción humana, los recursos fósiles que tanto utilizamos, el entendimiento del sonido como parte del cuerpo mismo… relaciones de un humano que genera una nueva era geológica donde, contrariamente a su nombre, intentará pronto dejar de ser su centro.

*Museóloga y docente.