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Víctor Vesga, el titiritero peregrino

Por: Quehacer Cultural

Fecha de publicación: 22/03/2024

El 21 de marzo de 2024, Día Internacional de los Títeres, se hizo un reconocimiento al maestro titiritero Víctor Vesga y a su grupo de muñecos Granito Cafecito.

Víctor Vesga inició muy joven su carrera como actor en Bogotá, aunque nació en Bucaramanga. En 1980 se vino a vivir a Manizales porque aquí contrajo matrimonio. “En Manizales no se vivía del teatro. Los artistas eran empleados de alguna institución, ensayaban y hacían sus presentaciones los fines de semana. Yo ya casado y como no sabía hacer más que teatro, me inventé el teatrino individual que cargaba en un marco de madera, la gente decía que era el marco teórico”. Al convertirlo en su trabajo, se las ingenió entrando a los bares y salones de las universidades donde armaba el teatrino y recibía alguna compensación monetaria, las funciones duraban tres minutos. “De eso viví dos años, en 1982 un señor del hotel Carretero, Eduardo Huertas, me propuso un convenio de 6 meses para hacer títeres en el hotel bajo el nombre de un producto de la región y surgió Granito Cafecito. La condición era que si pasado este tiempo había buenos resultados sostenía la propuesta y si no hasta ahí llegábamos. Transcurrieron los seis meses y nadie iba al hotel, cuatro o cinco amigos a veces, y por tanto se acabó el convenio”.

Víctor Vesga continuó en solitario escribiendo y representando sus cuentos para un público familiar. Hasta que hace 24 años se le apareció Rosario Bello, una peruana quien se convirtió en su compañera de vida y de profesión. Desde entonces, con talento y perseverancia, han acumulado saberes que se han cristalizado en un repertorio de 22 montajes de títeres en diferentes técnicas: guante o guiñol, varilla, sombras chinescas, marotte, objetos, manipulación a la vista y teatro miniatura. Con este patrimonio han realizado giras durante 12 años por Suramérica y Europa. “Paseamos los títeres por varios países, de pueblo en pueblo”, relata Víctor.

Para Rosario Bello ha sido una aventura maravillosa “porque era armar maletas y desarmar maletas. Lo bonito no es decir que hice una gira por varios países, sino la profundidad de cada país, conocer los pueblos pequeños, las culturas, las comodidades”. Ella es Licenciada en preescolar, su trabajo con niños pequeños siempre estuvo vinculado a la educación por el arte. Viene de familia de artistas. “Víctor llegó algún día a la casa de cultura que tenía mi hermano en Lima, pasó por mi escuela y creo que no fui la única enamorada de su trabajo, más de una maestra quedaba cautivada por su experticia, su técnica, su creatividad, cualidades que lo han llevado a provocar títeres con una simplicidad asombrosa”.

Iniciaron una vida juntos y un viaje en escena juntos. “Empecé a entrenarme con él y me gustó mucho la parte de la gestión, la organización de las giras, primero muy sencillas y después más grandes como ir a Europa, conocer festivales de otras latitudes nos sirvió muchísimo para ir creciendo” Y así se fue formando como titiritera.
Mágicamente amigos, la última creación de Granito Cafecito es una puesta en escena de teatro de guiñol que les ha demandado 8 meses de trabajo. Pretende ser un espectáculo para que el niño y la niña lo vean, lo piensen, lo conversen. Están convencidos que su público infantil tiene la capacidad para reflexionar y tomar decisiones, hablar con sus padres, con sus hermanos en el momento de la función y después de la función.

Víctor es el director y actúan como titiriteros Rosario Bello y Jorge Silva. “Lo lindo del trabajo es que está permeado por eso que es Víctor, el detalle, la minucia, el efecto, la magia en escena. Es una obra llena de ternura, de inclusión, de espiritualidad, de convencernos que el perdón puede sanar”, afirma Rosario. Encanta a todos los públicos porque en Mágicamente amigos se fusionan la larga trayectoria y creatividad de Víctor Vesga y el toque femenino y conocimiento del niño desde la pedagogía de Rosario Bello.

Para estos dos artistas es un reto inmenso cautivar a un niño o niña con títeres en una época en la cual se impone la tecnología. “Poder sacar a los niños de la rutina de los aparatos y llevarlos a integrarse a la fantasía, tener sentido crítico, generar otro espacio de pensamiento y de goce estético es ganancia, sientes que aportas a esta gran transformación de vivir otras emociones vitales”.