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La ciudad como foco

Por: Andrea Ospina Santamaría *

Fecha de publicación: 09/05/2024

En una sala oscura en el Museo de Arte de Caldas se encuentra una proyección dividida en tres encuadres; en ellos se ve repetidamente lo que parece ser un incendio siendo apagado por bomberos. Poco a poco, con el desarrollo del video, podemos ver que se trata más bien de la demolición de un edificio, particularmente uno abandonado. Este detalle lo sabemos porque en otro momento del audiovisual recorremos sus entrañas con acercamientos a algunos bocetos de su estructura y a periódicos viejos que parecen usados en una antigua obra. Además, en una toma cenital, podemos ver que en su cubierta está escrita la palabra expurgo. Estas imágenes corresponden al edificio Mónaco de la ciudad de Medellín, ciudad de donde es oriundo el artista Mauricio Carmona Rivera, ganador de la doceava versión del premio Luis Caballero en Bogotá.

El edificio Mónaco era una de las propiedades de narcotraficantes, en este caso de Pablo Escobar, emblemática por su opulencia y visibilidad.  Estructuras como está no sólo cuentan historias de lo que sucedió a finales del siglo pasado en el país y el profundo dolor que trajeron consigo los negocios ilegales de la droga, sino también los nexos de algunos capos con miembros del gobierno local y nacional.  Su demolición se dio en el 2019 bajo orden de la alcaldía de la ciudad y Expurgo nace como una reflexión colectiva sobre los lugares de memoria que abundan dentro del espacio urbano. La concepción de esta investigación se da en una mesa de conversación liderada por el Museo Casa de la Memoria de la cual nace, además de la videoinstalación, un libro de investigaciones que podemos leer afuera de la sala.

En el mismo museo, justo en la siguiente sala, Ignasi Prat presenta una serie de imágenes de la “Masia Catalana”, un tipo de construcción de vivienda tradicional de Cataluña. En un video rápido podemos ver cómo, una sobre otra, se sobreponen diferentes estilos de estas grandes e históricas casonas rurales. Las imágenes son generadas por una red neuronal que es alimentada por fotografías y grabados, generando un cruce entre la realidad del paisaje y la imaginación. Aunque en la ficha que acompaña la obra hay poca información sobre este tipo de construcciones, sí se menciona que su intención es “remarcar la ideología y condición del artefacto cultural”; y es que, aún sin saber mucho, es evidente que se está cuestionando una identidad y un relato histórico que recae sobre un conjunto arquitectónico.

Masías imaginadas, Ignasi Prat, Museo de Arte de Caldas.

La ciudad ha inundado esta XXIII edición del Festival de la Imagen en diferentes ámbitos, desde ponencias que proyectan la representación futura de ciertas ciudades con inteligencia artificial, videojuegos de medialab que utilizan esculturas emblemáticas de la ciudad de Medellín, videoproyecciones que reflexionan el capitalismo y los espacios urbanos (como el puente Mapo en Corea), conversaciones sobre el territorio desdibujado en la pandemia y, en todas ellas, nuevas alternativas a la forma en que definimos ocupar el espacio.  La presencia de obras y conferencistas que llevan a este tipo de cuestionamientos demuestran que el diseño urbano y el habitar fueron dos de los principales temas del evento.

¿Cómo reconocemos las ciudades y sus relatos?, ¿cuántas ciudades caben debajo de una misma capa de imagen? Al escuchar la conferencia de Armando Silva, inmediatamente se crea un puente entre Expurgo y las Masías Imaginadas. Al inicio de su conferencia el filósofo colombiano nos sitúa, de forma sensible, en el panorama de lo urbano con preguntas sobre el cómo sentimos, imaginamos y describimos nuestra ciudad. Dentro de sus argumentos nos recuerda la triada de lo real (lo físico), lo imaginario (construcción mental) y lo simbólico (construcción social), y cómo unos impactan en los otros constantemente. La categoría de imaginario nos permite entender que, aún sin alterar la realidad física, como colectividades vamos formulando discursos los cuales, como fantasmas, perviven en el tiempo y modifican las formas en que habitamos la ciudad.

Tomando como ejemplo algunos casos de las grandes bienales en que Silva ha participado, como Venecia, Sao Paulo o Sidney, nos sitúa en la pregunta por la intersección entre los Imaginarios Urbanos y el arte contemporáneo. De este último menciona tres principios: la instalación, la contextualización  y la intervención, los cuales están presentes también en los Imaginarios Urbanos, pero se diferencian en que en el arte el que propone es el artista y en los Imaginarios Urbanos quien genera las nociones es la ciudadanía. El imaginario, entonces, es susceptible de ser leído desde las artes y los museos porque, al igual que la práctica artística, posee lo que el autor llama una “extrema localización”; a modo de un archivo rizomático y dinámico, los imaginarios se instalan para concebir posibles futuros, presentes y pasados, en los que ya no se habla de la ciudad como un plano físico sino del urbanismo ciudadano, como las construcciones y formas que le damos a el espacio habitado por las personas.

Conferencia Imagen, imaginario y arte público, Armando Silva, Centro de Convenciones Teatro Los Fundadores.

Tal interrogante continúa expandiéndose al encontrarnos con el tema de los imaginarios, y la forma en la que habitamos los espacios, en la obra de Daniel Andujar. En su conferencia, el artista nos cuenta cómo en el Poscapitalismo todos somos productores y consumidores al mismo tiempo pagando el costo con  nuestra identidad. Identificarnos con nuestro rostro, huellas, datos o claves es vital para usar los dispositivos electrónicos que nos sumergen en una “cúpula de confort”, concepto que entendí como una suerte de espacio de aislamiento en donde contamos con todas las herramientas para comunicarnos a distancia pero, al obedecer al sistema económico, tu pago son tus datos e interacciones que  alimentan los negocios tecnológicos.

Retomando el tema de la ciudad, Andújar menciona que la ubicación hoy no es dictada por quienes manejan el poder sino que se focaliza en nuestros bolsillos. En su conferencia nos dice que algunas herramientas, como Google Maps y Google Earth, nos permiten entender las  reconfiguraciones geoestratégicas contemporáneas para las cuales lo importante es a dónde puedes moverte y a dónde no. En este sentido, las obras que Daniel muestra nos confrontan con el control de ciertas corporaciones, la autorización del movimiento y la vigilancia extrema. También se permean temas tan amplios como el archivo en épocas de internet y globalización, las historias personales en pandemia definidas por los espacios que habitamos y el impacto político de la tecnología en la vida diaria. Realmente ¿dónde se crea la tecnología? Los grandes centros de poder y decisión económica, logística, militar y académica son los focos que necesitamos identificar y problematizar.

Conferencia Laberinto Creativo, Daniel Andujar, Centro de Convenciones Teatro Los Fundadores.

Tanto internet como la ciudad han pasado de ser espacios públicos a espacios controlados y privatizados. Al traspasar esos imaginarios,  mencionados por Silva, e ingresar al mundo de la virtualidad es posible darse cuenta, como dice Andujar, que los programas, páginas y herramientas virtuales ya no se pueden desarrollar de forma personal o colectiva con tanta facilidad como en los 90’s, pues hoy en día son desarrollos corporativos y, por lo tanto, tienen sus propias políticas de censura, pudiendo expulsarte del sistema en cualquier momento.

En esta misma línea de ideas sobre lo político y el espacio público, Manuel Delgado en su conferencia sobre sostenibilidad e inclusión menciona que todos los esfuerzos de las áreas del conocimiento deberían estar encaminados a generar ciudades más saludables, pues la ciudad, como un ser viviente, necesita cuidar de su metabolismo. En un recorrido histórico sobre el urbanismo táctico explica cómo esta corriente se define por una ciudad autogestionada que con acciones de contraataque reta el poder establecido desde el movimiento social y la interdisciplinariedad. El objetivo es generar procesos donde, real y metafóricamente, las calles se vuelvan plazas. Pero, esta misma táctica de autoorganización desde abajo, se convirtió en estrategia de imposición desde arriba. Aprovechando el marco político que da el urbanismo táctico, actualmente es usado como excusa para gastar pocos recursos, pacificar la ciudad o realizar acciones decorativas que no son útiles ante problemas de mayor peso.

En mi cabeza, todas las palabras de Manuel Delgado resuenan con ejemplos de nuestra propia ciudad. Estrategias como el color en las calles, las modificaciones en la señalética e incluso el uso de las ciclorutas son parte del urbanismo táctico pero, poco a poco, se desdibujan las preguntas principales: ¿cómo usamos el espacio? ¿qué es lo prioritario? ¿quien diseña nuestra ciudad? Para Delgado muchas acciones de reforma urbana de este tipo se convierten en excusas para retirar a las personas de sus propiedades, lo que abre nuevos interrogantes ¿cómo cambiamos la ciudad respetando a las personas que viven en ella? ¿cómo rompemos la burbuja de los conocimientos aislados? Justo como el conferencista lo dice, no se trata de mejorar la movilidad en una ciudad específica sino de salvar la humanidad y por eso el solo respirar nos hace cómplices o críticos de lo que sucede.

De toda la conferencia de Delgado su conclusión es lo que más llena de ánimo: Aunque menciona que no hay mucho que hacer, reiteró que el pesimismo no debe ser pasividad ni deserción. Con sus propias palabras, “una cosa es que no haya nada que hacer y otra muy diferente es no hacer nada”. Me impacta pensar que mientras hablamos de esto en la ciudad se discute un nuevo plan de ordenamiento territorial, se hace un conversatorio feminista sobre la movilidad de las mujeres en bici por Manizales, se crean obras de arte que cuestionan el desarrollo urbano, y se organizan acciones en defensa de espacios naturales amenazados. Que bueno sería ver una posible articulación de estos actores con los invitados que hablan cada uno de los temas de su interés, para comprender cómo la teoría es real en lo comunitario y cotidiano.

Por último, el tema de lo urbano también estuvo presente en la conferencia de cierre del festival a cargo de Mauro Gil Fournier titulada “Somos el suelo que pisamos”. Su teoría de la arquitectura afectiva es una forma de poner en práctica todo lo mencionado por otros conferencistas. Para Gil, el urbanismo siempre se hace motivado por una acción afectiva que queremos generar y la clave está en ir de la innovación a la vinculación, con una escucha profunda y una red que movilice formas de vida y comunidad, más allá de estructuras. Con ejemplos reales de procesos ciudadanos y metáforas poéticas sobre el suelo y la gravedad, lo invisible que nos acompaña permanentemente genera una idea de ciudad crítica y a la vez sensible.

La manera en que Silva y Gil toman conceptos complejos como el de “imaginario” y “urbanismo afectivo” y lo traducen a partir de imágenes poéticas es sumamente potente y va mucho más allá de sólo captar lo real con la fotografía o la palabra. El cierre de Armando Silva me  dejó conmovida al tenerme que enfrentar a una imagen que me ha hipnotizado los últimos meses: un grupo de garzas grabadas desde la terraza de Bellas Artes con un atardecer de fondo, viviendo la ciudad a su particular manera. Por su parte, Mauro Gil lee un texto sobre Manizales, casi un manifiesto, que es resultado del laboratorio que dictó en el mismo festival, con profunda reflexión donde menciona las abejas y murciélagos del Centro Cultural Universitario Rogelio Salmona, el cerro San Cancio y algunos ríos, los barrios y las montañas, entre muchas otras referencias de la ciudad. Esta edición del Festival de la Imagen nos deja la pregunta por el imaginario de nuestra propia ciudad.

* Museóloga y docente.