Blanca Isaza y la Revista Manizales

In memoriam Aída Jaramillo Isaza

El pasado 8 de diciembre murió en Manizales Aída Jaramillo Isaza quien durante muchos años cumplió la tarea para que la obra y la memoria de Blanca Isaza no quedara en el olvido.

La escritora Blanca Isaza nació en Abejorral pero su familia la trajo a Manizales cuando tenía cinco años; desde muy joven se familiarizó con la literatura y en un recital conoció al escritor de Jericó Juan Bautista Jaramillo Meza, con quien se casó en 1916. Blanca se orientó por la poesía y en 1917 escribió Selva Florida; pero el mayor reconocimiento lo alcanzó por la revista Manizales.

Era una misión imposible para una mujer, en 1940, crear una revista literaria porque se creía que solo los escritores hombres lo podían hacer. Pero esta inteligente y encantadora mujer logró el patrocinio para una revista de distribución gratuita; se imprimía en la Tipografía Beyco y tenía un promedio de 44 páginas, de las cuales seis al principio y seis al final eran de propaganda.

En septiembre de 1945, la revista llegó al número 60; completó cinco años de labores y doña Blanca Isaza presentó el siguiente balance:

Con este número cumple “Manizales” su primer lustro de existencia; es ya un cumpleaños de importancia para una revista estrictamente literaria, orientada hacia ideales de depuración cultural, sostenida por encima de todos los inconvenientes, de las sonrisas incrédulas, de las pequeñas emulaciones lugareñas y hasta de la mínima conspiración del silencio que muchas veces se ha hecho en torno a sus recias y altas campañas de constructivo regionalismo […] Al hacer el balance hallo un saldo a favor de la ciudad y del comercio que ha hecho posible la supervivencia de estas páginas; muchos, en épocas difíciles, me han dado el aviso únicamente para que no suspenda la publicación, sin importarles la efectividad de la propaganda comercial por un alto espíritu de compañerismo que los enaltece […] Lo que sí es extraño es el desvío  de los escritores propios que fueron llamados los primeros a estas páginas cordiales; yo quise hacer de ellas un alto mirador de la intelectualidad manizaleña, que nuestros escritores y poetas fueran colaboradores constantes de “Manizales” y que su palabra generosa estimulara la empresa que estaba destinada a triunfar; aunque sea doloroso el decirlo, no hallé en muchos de ellos la total comprensión que yo anhelaba y que tenía derecho a esperar por simples y triviales razones de camaradería espiritual […] Por último, es grato para mi espíritu comprobar cómo se afianza y se sostiene una revista dirigida por una mujer, sin necesidad de dedicar un solo espacio a las recetas de cocina, ni a los chistes, ni a las fórmulas de tocador, ni a los crucigramas, ni a los pasatiempos gráficos o literarios.

La revista siguió su marcha y después del fallecimiento de Blanca, la continuó su esposo Juan Bautista y luego tomó la antorcha su hija Aída. De este modo la revista Manizales se convirtió en una de las publicaciones con mayor permanencia en la región.

Blanca Isaza ganó muchos concursos y recibió muchos honores, pero seguramente el homenaje que más la conmovió fue el acto de coronación el 19 de diciembre de 1951, en las fiestas del Centenario de Manizales. Ese día a las 9 de la noche una delegación de intelectuales antioqueños coronó a los poetas Blanca Isaza y a su esposo Juan Bautista Jaramillo Meza. La ceremonia fue en el Teatro Olympia. Sobre este tema hay una anécdota que contó el escritor Adel López Gómez:

Blanca se preparó para la ocasión con un hermoso poema, pero como su esposo sabía lo distraída que era, guardó una copia en su bolsillo; cuando Blanca se disponía a leer el texto descubrió con horror que lo había dejado sobre una mesa en la casa: Juan Bautista le entregó la copia con verdadera satisfacción.

Dos días después llegó a su casa una delegación de cinco personas de Abejorral, para entregarle a su coterránea un decreto de honores del municipio, querían verla con su áurea corona de laurel y oír de sus propios labios la lectura del poema; así lo narró Adel López Gómez:

Fue preciso llamar a Blanca. Ella se encontraba muy ocupada en su cocina, preparando algo para otros de sus visitantes que habían llegado a felicitarla por su noche de triunfo. Abandonó, pues sus mezclas y confituras y apresuradamente fue en busca de su poema y su corona. Se ciñó ésta con mucha solemnidad, tomó el texto, aclaró la voz, e inició la lectura de los versos ilustres. Los próceres abejorraleños escuchaban de pie […] Pero la solemnidad del momento fue rota por la estruendosa carcajada de una de las hijas de Blanca, que justamente en ese momento se hizo presente. Pues, aunque muy solemne y coronada su gloriosa mamá se había olvidado de quitarse su delantal de cocinera. Y cerca de la frente ungida tenía también una roja manchita de mermelada.

A pesar de los oficios de ama de casa tenía tiempo para dedicarse a la poesía, publicar sus libros, atender la revista Manizales y participar en las tertulias literarias, tan frecuentes en la ciudad durante los años 1920-1950. Los escritores apreciaban a Blanca y a su esposo, porque las puertas de su casa permanecían abiertas para la visita fraternal, para el diálogo académico y para consultar obras de su biblioteca. Los más asiduos visitantes eran Bernardo Arias Trujillo, Silvio y Aquilino Villegas y los escritores del Grupo Atalaya que dirigía Gilberto Agudelo. En este hogar se hospedó, durante dos meses, el escritor Porfirio Barba Jacob, y desde esta sede se orientaba el destino de la literatura en el departamento.

Blanca publicó 16 libros, pero los más reconocidos fueron: Cuentos de la Montaña (1926), La Antigua Canción (1935), Claridad (1945), Del Lejano Ayer (Prosas) (1951), Preludio de invierno (Poesías) (1954), Alma (Poesías) (1961), Itinerarios de Emoción (Prosas) (1962).

 Murió en Manizales el 13 de septiembre de 1967, cuando la poesía estaba pasando de moda; sin embargo, era considerada una de las grandes poetisas de Colombia; su producción literaria fue conocida en América y en España, pero la revista Manizales es la más valiosa de sus obras y, sobre todo, dirigida por una mujer.

Después de la muerte de Blanca, su esposo Juan Bautista continuó editando la revista “Manizales” hasta su muerte en 1978. Afortunadamente su hija Aída dirigió la tercera generación de la revista, hasta su cierre definitivo, en diciembre de 2004.

Por último, en 2018 se publicó el libro Blanca. Antología de la obra literaria de Blanca Isaza de Jaramillo Meza. Un merecido homenaje a su hija Aída quien tuvo la paciencia y dedicación para prolongar la vida de la revista Manizales y conservó el archivo literario de la familia.

*Historiador. Escritor.

https://www.quehacer.co/un-poema-para-aida-jaramillo/

La historia detrás de Suicidio por reflexión

Suicidio por reflexión. O la historia de Óscar Olivares…, la primera novela de Adalberto Agudelo Duque, salió a la luz en el mes de marzo de 1967.

El autor es muy parecido a su protagonista, Óscar Olivares, y así como él, vivió en una sociedad injusta, “sin derecho a la infancia”. También estuvo en la mesa de la familia frente a un plato vacío. Fue abandonado por sus hermanas, junto a la Catedral, en la carrera 23, cuando tenía menos de cinco años de edad. Sufrió los ultrajes de los adultos y presenció la trágica muerte de sus mejores amigos: una niña que lo comprendía y el perro que le daba cariño. Madrugaba para recorrer las calles de la ciudad donde los vehículos motorizados pasaban veloces y la gente caminaba con rapidez “como temiendo que el tiempo los alcance en mitad de la vida”. Era chinche, rebelde, contestón criado en la calle y pensaba que en la casa no lo querían y que había sido adoptado.

  • “Ya soy escritor”

Adalberto estudió en las escuelas Victoriano Vélez y Jesús María Guingue. En la casa leyó libros de vaqueros, y en la biblioteca municipal, las novelas policíacas de Perry Mason y El Quijote. Lo atrapó el escritor Stefan Zweig, especialmente por el libro Veinticuatro horas en la vida de una mujer. Fue seducido por su brillante técnica narrativa y por su difícil y azarosa vida.

Buscando razones para el suicidio leyó a los existencialistas. Se sumergió en la lectura de las obras de Jean-Paul Sartre, pero lo atrajo más Albert Camus porque el libro El exilio y el reino le descubrió la ciudad en la literatura; la novela El extranjero le ayudó a sumergirse en la Filosofía el Absurdo. De aquí salió la novela Suicidio por reflexión. El libro lo escribió en 1963, cuando tenía 20 años, y tardó seis meses en redactar un documento de 300 páginas. Como era maestro rural empezó a trabajar en La Cuchilla, una vereda de Supía, tenía 23 estudiantes de 1 a 5, con el método Lancasteriano. Vivía en la fonda y allí pagaba la comida y la dormida; por la noche se alumbraba con vela y así terminó de escribir la novela. Cuando quedó lista se la entregó al escritor José Naranjo quien le aconsejó quitarle imaginación; por eso quedó reducida a la tercera parte.

Pero era difícil publicar. Renunció al cargo de maestro, pidió las cesantías, le entregaron cinco ml pesos y después se reintegró al trabajo docente. La obra se imprimió en Editorial Renacimiento, del diario La Patria, donde le cobraron tres mil pesos por mil ejemplares. El libro le produjo gran emoción, se los mostró a la mamá diciéndole: “ya soy escritor”.

  • Señala un camino

La novela no se presentó en sociedad. Cayó en manos de lectores y de escritores que no la entendieron porque rompe los paradigmas: es fatalista y existencialista. Una obra sobre la ciudad, en esa época cuando la última palabra la tenían los de la Revista Milenios, y todavía se sentía el peso de los autores costumbristas. Adalberto era consciente de esta situación y por eso se había propuesto escribir una novela diferente. En ese momento su obra “no valía nada” y, mientras tanto, empezó a vendar los libros a 10 pesos cada uno y tardó 10 años en desprenderse de toda la edición. Sin embargo, Suicidio por reflexión marcó el inicio de los escritores mayores en el departamento. Es un hito, señaló caminos a los jóvenes que se apartaron de los delineamientos tradicionales. Y su autor se convirtió en pionero de las nuevas letras y contribuyó a visibilizar a los escritores de la región. Trazó la senda para llegar a la literatura de hoy, premiada y leída.

Se están cumpliendo 55 años de la aparición de Suicidio por Reflexión (1967), la primera novela del insigne escritor caldense Adalberto Agudelo Duque. Por este motivo los historiadores Albeiro Valencia Llano y Fabio Vélez Correa le hicieron un homenaje con la reedición del libro, el cual, mediante el modelo Cara y Cruz, contiene también la obra poética Los pasos de la esfinge publicada por primera vez en 1985, que en palabras del autor “con una temática más allá de lo urbano y textos en prosa rompían toda la ‘tradición’ lírica famosa en Caldas”.

*Historiador. Escritor.