Volver a donde duele

En la película de Pixar «Ratatouile» hay un viaje en el tiempo. El cuerpo se mantiene, pero la memoria se desplaza a través de un agujero de gusano años atrás. Quien viaja es Anton Ego, el crítico culinario de mirada displicente. Llega a su infancia, con los ojos aguados, y sensible. Lo transporta el ratatouile que Remy le prepara. La memoria, entonces, es lo más cercano que tenemos para hacer un viaje en el tiempo.

A la infancia es a donde el crítico llega. La infancia, es también, el vínculo entre dos novelas que las separan décadas: «Cuando aprendí a pensar» (Laguna Libros, 2018) de Pilarica Alvear y «Animales del fin de mundo» (Alfaguara, 2017) de Gloria Susana Esquivel.

En ambos libros, Juana e Inés, sus personajes, hacen lo propio para ser el ratatouille de sus lectores. Juana desde la infancia del aprendizaje y el descubrimiento del mundo; Inés, desde la ira, la extrañeza y los cambios. Ambas dan una luz sobre el escenario de los recuerdos.

Pensar: ubicarse

«Cuando aprendí a pensar» fue publicado, por primera vez, en 1962 cuando Alvear hacía parte del grupo literario «La tertulia» que presidía Manuel Mejía Vallejo. De hecho, Vallejo prologó este libro mencionando la calidad literaria de la autora. Ella fue un caso particular de las mujeres en el panorama literario de la época: era joven y respetada por sus colegas hombres. Cosa que no pasó con, por ejemplo, Marvel Moreno,  quien ahora sigue siendo leída desde la sombra de su cónyuge.

Con 20 años, Alvear le echa una mirada a la infancia. La relee desde la experiencia como lectora voraz. De allí que este libro explore sobre una premisa inquietante: la aparición del pensamiento es el surgimiento de la necesidad de ubicarse en el mundo. En cuanto surge la pregunta, se crea el espacio: «Y desde que aprendí a pensar empezaron a suceder las cosas» (p.14).

La pregunta fundamental de la narradora permite que las demás acciones se desarrollen. Los demás personajes empiezan a adquirir matices desde esa aparente inocencia. El mundo se sitúa en un espacio negro; la casa, con sus familias dentro, tiene un lugar en ese mundo recién descubierto. Alvear pone en palabras un proceso complejo de uniones de ideas que se despliegan en la infancia. Leerla es redescubrir la posibilidad de maravillarse de nuevo con las simplicidades de la niñez.

Pensar: reconstruirse

Gloria Susana Esquivel tiene una forma muy particular de narrar y «Animales del fin del mundo» es la prueba de ello. Un libro de menos de 150 páginas donde se recorre un proceso paralelo al de Juana en el libro de Alvear: Inés descubre pero también destruye. En ella la infancia y el conocimiento se transforman en una manera de dejar de comprender el mundo para empezar a reconstruir el suyo, desde la fantasía cruda de una niña lobo.

Es un libro donde la construcción de ese mundo interno y profundo es necesariamente una creación de mitologías caseras, de bestias que habitan su casa vasta como una Roma nueva con solo Rómulo y Remo sin Loba ni leche. En esa mitología hay diosas benévolas y arpías usurpadoras. Hay traiciones, ira y una extraña forma de entender el amor. La narración e Inés exudan un complejo de Edipo irrefrenable y bestial.

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Ambos libros tratan de evidenciar que la infancia no es un lugar de galletas, dulces y leche tibia. Ambos con la fiereza que emana ese lugar que duele: la infancia que se transformará en quietud y hastío.

En la editorial Pispirispis hacemos bulla a esta región: Tatiana Gutiérrez

Tesoros alados es uno de los ocho libros de la editorial Pispirispis. Su fundadora y directora es la comunicadora social y periodista, Tatiana Gutiérrez Giraldo, una fotógrafa manizaleña que soñó hace cinco años con tener su propia editorial.

Tesoros alados es su más reciente publicación, un libro ilustrado con 50 especies de aves endémicas, semi endémicas y en peligro de extinción de Caldas. La editorial trabajó en este proyecto con la Fundación Alas de Cristal, las ilustraciones son de César Landazábal y la información de los pajarólogos Osvaldo Cortés y Alejandro Pinto. El libro describe las principales características de las especies y cuenta con una aplicación móvil que reproduce el canto de las aves.

Los colores, el sonido y los comportamientos de los pájaros se unen en las 112 páginas de Tesoros alados con textos en español y en inglés. Para Tatiana crear una publicación que se complementa con la tecnología es acercar nuevos  lectores a los libros.

«Usar el celular permite que tengamos contacto con el papel, la lectura y la tecnología, que es lo que pretendíamos. Con la aplicación móvil se puede escuchar el canto de las aves y ver la distribución de estos animales en Caldas y Colombia. No es una guía ni es un libro especializado y a pesar de que no es para niños, ellos han sido lectores claves», explicó Tatiana.

Una editorial para niños

Después de desempeñarse como fotógrafa en los periódicos La Patria, El Tiempo, El País y Q‘hubo, Tatiana quiso explorar otros campos laborales. Regresó de Cali donde vivió siete años e hizo parte de un libro de aves producido por  la Universidad de Caldas y la Academia Caldense de Ornitología. Trabajó como fotógrafa en el libro de los 70 años del alma mater caldense, punto de partida para comenzar con su editorial.

«Pispirispis es una editorial infantil. Quise dedicarla a los niños porque soy de las que piensa que un adulto difícilmente puede habituarse a leer. Los niños serán los lectores del mañana. El primer libro que publicamos fue “Un pequeño Matachín de Riosucio”, que cuenta la historia del Carnaval», comentó Tatiana.

Desde ese momento llegaron nuevos libros como  “El Principito”; “Aire y agua, palabras que no pesan” del profesor de la Universidad de Manizales Andrés Calle; una cartilla infantil  llamada ” Ponle color a Manizales y Caldas”; “Un paisaje de sabores” con el chef Jorge Mario Gómez, la diseñadora Melissa Giraldo, el fotógrafo Juan Pineda y la edición y fotografía de Tatiana Este libro llegó a los premios Gourmand World Cookbook Awards que se entregaron el año pasado en Yantai, China.

«El nombre de la editorial está inspirado en mi mamá que de niña me decía pispirispis, es sonoro y jamás se olvida. Para este año tenemos un par de proyectos en el tintero y queremos seguir tratando temas muy locales como la gastronomía, las aves y las orquídeas. Queremos hacerle bulla a esta región que queremos tanto».
Tesoros Alados se distribuirá  este año en Bogotá, Bucaramanga y Medellín. La editorial y la fundación lo presentarán en febrero en la Quinta Feria Internacional de Aves que se realizará en Cali del 15 al 17 del 2019.


*Comunicadora Social y Periodista. Productora Manizales 92.7 FM y 1000 AM. Subgerencia de Radio – Radio Nacional de Colombia.

Volver al origen

Viviendo el Mito y el Rito
Hechos que van en contra del olvido

Vientos de carnaval que acarician mi alma, y ese hermoso aire lo devuelvo en una mágica brisa de notas que se engrandece con la música de una inolvidable legión de flautas.

Flauteros urbanos, flauteros llegados desde el norte, flauteros desde el sur, flauteros pegaos, flauteros invitados, flauteras y sobre todo los ancestrales flauteros de las parcialidades de mi pueblo. Qué hermosura, qué sentimiento, qué ganas de llorar. Dios les pague.

Y recorriendo estas calles que me vieron crecer; todos estos vientos y todas estas notas brotando de una sola chirimía; una percusión espectacular producto de esa unión tal vez por muchos imaginada, en una inspiradora idea que quise llamar: VOLVER AL ORIGEN.

Gracias Mayores, gracias Maestros, gracias Chirimías de todas partes, gracias Hermanos en la música.

Muchas gracias Junta del carnaval 2019, gracias Presidente por ese apoyo incondicional, gracias Chicha y Guarapo.
El pueblo nos disfrutó, nosotros más a él; el diablo nos vio pasar, se emocionó… lloró con nosotros y nos aplaudió. Nunca se imaginó que le haríamos un hermoso homenaje a su legado; la verdadera razón del Carnaval de Riosucio:

«El Carnaval nos une».
Gracias artistas del disfraz y de la música, gracias luthier, gracias vida por permitirme vivir estos momentos tan mágicos que nos da la música.
Ahora ya dimos el primer paso; ahora seguiremos tocando y llevando nuestra música y nuestras banderas por siglos sin cuento.

«Nuestros padres por este gran día encontraron en ti su placer»
Y ahora muchísimos años después, lo seguimos haciendo con nuestra hermosa música de chirimía y vendrán gloriosos relevos, producto de ese «ingenio fecundo».
No esperábamos pues celebrar y destapar champaña. Celebramos con guarapo y fue genial. La vida como tiene que ser… ¡Salve, salve placer de la vida!

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Todo comenzó cuando me preguntaron, ¿Y qué vamos a hacer para la entrada de su majestad…?
Entonces recordé una vieja idea que me estuvo rondando: «diablos, colores, flautas y tambores».
Cuando en estas tierras no existían las bandas, ni los instrumentos de metal, el carnaval se alegraba con chirimías. Entonces qué mejor que VOLVER AL ORIGEN.
Me contacté entonces con Omar Romero de Chicha y Guarapo, le conté la idea, lo pensó, me miró y me dijo: «hagamos un ensayo y probemos».
Viajamos a Riosucio, convocamos todas las chirimías de los resguardos, les pedimos autorización, y ensayamos.
No quedó la más mínima duda, teníamos la venia de los mayores y un compromiso para sacar en tiempo record.
Hicimos convocatoria voz a voz, un último ensayo en pleno carnaval, y nos fuimos…
45 flauteros y 40 percusionistas entre bombos, redoblantes, caránganos, maracas, carrascas, voces, capas, antifaces y ganas de tocar lindo; y liberar ese frenesí de la música de chirimía que hizo que de nuestras manos se nos escaparan las notas por entre los dedos.
Que la música no pare.

*Coordinador de Imagen y Comunicaciones Junta del Carnaval de Riosucio 2019.

De la ilusión: “Suspiria” de Luca Guadagnino

«Las ilusiones son mentiras que transmiten una verdad: si varias personas comparten una ilusión, esta puede convertirse en una religión, en un partido o en un Estado. Una ilusión necesita de imágenes, de rituales y de una masa que las siga y obedezca». – Dr. Jozef Klemperer en «Suspiria»

Hace un año, Luca Guadagnino causaba furor en la entrega de los Premios Oscar con la exhibición del último film de su «Trilogía del deseo», «Call me by your name». Este film continuaba con el sello nobiliario y mediterráneo de sus dos predecesoras: «I Am Love» y «A Bigger Splash».

La Trilogía de Guadagnino explora cómo el ser humano erotiza su experiencia vital por medio de la música, la gastronomía y el diálogo filosófico, como antesala a una aventura amorosa que desemboca en la incertidumbre o en la tragedia. Por medio de tres historias, empleando tres diferentes triángulos amorosos, Guadagnino muestra las complejidades y contradicciones de personas cuya sensibilidad se basa, esencialmente, en una experiencia estética del mundo: sus talentos y aspiraciones hacen que sus padecimientos y dudas sean más intensas en un mundo que se va degradando, despojándose lentamente de toda trascendencia. Como constante, el sol, que penetra e hiere el cielo y el mar: un feliz recordatorio destinado al espectador para que encuentre un espíritu dionisíaco y así evitar el absurdo y enfrentar el dolor.

Entre la «Trilogía del deseo» y «Suspiria», el más reciente film de Guadagnino, no puede existir una sima más profunda. «Suspiria» del 2018 recrea el clásico de cine «Giallo» de 1977, dirigido por Darío Argento. Las versiones de Guadagnino y de Argento tienen una estructura en común: una chica norteamericana llega a una ciudad alemana para continuar sus estudios de ballet en una academia donde, misteriosamente, varias de sus alumnas desaparecen o son asesinadas de la manera más cruel y sanguinaria posible. Sin embargo, Guadagnino subvierte la historia original, dándole una profundidad tanto social como mitológica.

«Suspiria» de Argento es un relato detectivesco con tintes de cuento de hadas: al final, el individuo triunfa, al descubrir el mal oculto que se alimentaba de sus jóvenes víctimas. En contraste, «Suspiria» de Guadagnino muestra el terrible destino de quienes deciden emanciparse política y moralmente, en una sociedad regida por la fuerza y la superstición. Si Argento hace una alegoría de la ilustración, al mostrar cómo la magia negra es una práctica que enmascara una patología colectiva («la desgracia no la traen los espejos rotos, sino las mentes rotas»), Guadagnino reconoce las raíces irracionales de la civilización, donde la magia se transforma en otros lenguajes (la política, la ciencia, el arte, etc.: «ilusiones que son mentiras para transmitir la verdad»).

Si para Argento el ser humano es, en principio, un animal racional -guiado por cómo los hechos se entrelazan por medio de la causalidad-, para Guadagnino es un animal simbólico -un ser que comprende el mundo por medio de significados e interpretaciones, arbitrarias y convencionales-. Si la versión de Argento puede ser leída como una historia impactante y, al final, progresista, la de Guadagnino tiene un aire decadentista y seductor.

«Suspiria» de Guadagnino continúa el camino trazado por Lars Von Trier en «Anticristo»: explorar la naturaleza profunda de la mujer en sí misma, prescindiendo de todo protagonismo masculino. En «Suspiria», sólo hay actrices y la intervención del hombre se reduce a ser testigo del ascenso del poder femenino, algo que lo atemoriza y que amenaza su visión clásica del orden vigente. El film sugiere cómo el olvido masculino, y su negativa a reconocer la fuerza femenina, ha servido para que las pasiones más destructoras del ser humano sean sublimadas en maneras más civilizadas.

La genialidad de Guadagnino en «Suspiria» yace en el empleo del tema del eterno femenino como inspiración para el horror: el Sagrado Corazón de María, la orientación de Beatriz -para llevar a Dante lejos del infierno- y la devoción de Gretchen -para salvar el alma de Fausto- son hitos culturales encarnados en la presencia inquietante de Dakota Johnson. En contraste, está la ya legendaria Tilda Swinton, quien nos inquieta, de manera magistral, con su doble interpretación de Madame Blanc, la maestra principal de la academia de ballet, y del Dr. Jozef Klemperer, el psiquiatra que buscará lo que hay detrás de las desapariciones de las chicas, a la vez que deberá saldar cuentas con el pasado.

En medio de un profundo simbolismo, «Suspiria» también se nutre del pesimismo del cine de Rainer Werner Fassbinder. Guadagnino hace desaparecer el sol para revelarnos una Berlín atrapada entre el miedo y la historia, donde nunca deja de llover, en una época cuando el terrorismo de la Facción del Ejército Rojo, la infame banda «Baader-Meinhof», amenazaba la estabilidad del Estado Alemán y la tranquilidad de los ciudadanos. Entre coyunturas estéticas y armadas, es inevitable recordar películas de Fassbinder como «La tercera generación», «El camino a Niklashausen» o «Mamá Küster va al cielo», en donde se muestra cómo la lucha política está contaminada por la hipocresía y por el ánimo de manipular a los débiles, por parte de los poderosos. Dentro de ese marco crítico de una modernidad convulsa, según un Fassbinder absorbido por Guadagnino, hacer el bien en una sociedad corrompida es el camino más rápido hacia la autodestrucción.

Finalmente, Guadagnino, por medio de una reinterpretación esotérica de la danza como posesión y yendo más allá de lo establecido por Argento, nos invita a una auténtica misa negra, donde se celebra la esencia tiránica del pensamiento mágico. El sobresalto, como elemento necesario en la película original de 1977, es reemplazado por una puesta de escena que le exige al espectador observar el pasado como una serie de rituales institucionalizados: de iglesias que se erigen en nombre de la razón, donde se hacen sacrificios de sangre y donde el terror y el crimen se desnudan como fundadores de la cultura.

«Suspiria» del 2018 es una visita a la fuerza salvaje que ignoramos cotidianamente y que es la esencia de todo vínculo humano.

*Profesional en Filosofía y Letras. Abogado.

Son para ti

En la fotografía El viejo-Rigo. Foto de Carlos Velásquez de su libro en preparación Historia de la salsa en Manizales

Es probable que los aficionados a la música cubana y a la salsa clásica en Manizales tengan un origen común: Timbalero fue el punto de partida de una fiesta que en sus inicios convocó a estudiantes vallunos y costeños que llegaron a hacer carreras como ingenieros en la Universidad Nacional; buena parte de la clientela de origen local estudiaba en la Universidad de Caldas, la salsa también la bailaban profesionales recién graduados y trabajadores de pequeños negocios ubicados en los alrededores. En una estrecha pista de baile, con paredes sudorosas decoradas con espejos grandes y cuerina roja, se encontraron codo a codo, durante casi tres décadas, dos generaciones de rumberos.

Sentados alrededor de mesas de aluminio redondas, los bailadores esperaban el primer acorde de algún tema sonero para saltar a la pista. Al fondo del local, justo al lado de la columna junto a la barra, cada fin de semana los mejores clientes fumaban y brindaban con ron o aguardiente cristal como homenaje a los coros inigualables de los hermanos Lebrón.

La discoteca (discoteca es un nombre en franco desuso) estuvo ubicada unas pocas cuadras arriba de la iglesia de Los Agustinos, muy cerca de las cantinas en las cuales el tango y la milonga hicieron del barrio -que lleva el mismo nombre de la iglesia- un sector popular, bohemio y malevo. En los rincones musicales del viejo barrio de Los Agustinos se encontraban cada semana los aficionados a la música argentina y los bailadores salseros; en algún momento, esa coincidencia produjo un tipo de baile de pasos cortos, juego reiterado de brazos y cabeza gacha que algunos llamaron salsa manizaleña. Quizá por esa razón, sobre el repertorio salsero de origen puertorriqueño y neoyorquino, se impuso el sabroso baile del cañandonga.

Empezando este siglo El Viejo-Rigo vendió el negocio; con el nuevo dueño, Timbalero se trasladó hacia el sector de la plaza de toros. Probablemente la expansión comercial hacia el oriente de la ciudad, el surgimiento de la zona rosa y la llegada masiva de aficionados a la salsa hecha con temas dulzones fueron marchitando la buena rumba hasta su cierre y transformación posterior en mito urbano. En las redes sociales aún se encuentran círculos de amigos de Timbalero (“solo vieja guardia”, se lee en facebook).

Vieja guardia es una expresión que se escucha en algunos sitios donde ahora se congregan los sobrevivientes de las transformaciones inevitables en la música y el baile. En lugares como La Galería Bar, en la zona de El Cable, estudiantes, profesores, funcionarios de todas las causas y bohemios de oficio escuchan con nostalgia, alegría o devoción las canciones de Héctor Lavoe, los temas de La Fania, el repertorio cubano, los boleros antillanos y los nuevos ritmos que vienen de la mano de fusiones culturales. La Galería mantiene el aire de cantina para adultos que se ha ido perdiendo en las salsotecas con la llegada de diseñadores de escenografías para crear fantasías juveniles.

Algunos estudiosos de la música han sentenciado la muerte de la salsa, otros ritmos se imponen modificando el repertorio gestual; en las grandes discotecas cada uno baila a su manera como expresión de autonomía o como performance. Los sobrevivientes de Timbalero se encuentran en lugares pequeños, con grupos de conversadores, mesas de madera y cantinero amigo. Si usted llega un jueves o un viernes desparchado a La Galería Bar, en el edificio Cervantes, pida un trago en la barra y dígale a Carlos que le haga sonar una canción de la orquesta Sierra Maestra: Son para ti.

Primera sede de Timbalero en el Barrio Los Agustinos de Manizales. Foto Carlos Velásquez.

*Profesor Universidad de Caldas.