La Academia Colombiana de Historia exaltó como Miembro de Número al doctor Albeiro Valencia Llano

En ceremonia efectuada el 23 de enero de 2024, el maestro Albeiro Valencia Llano fue exaltado como Miembro de Número de la Academia Colombiana de Historia. Le corresponde la silla número 7 que han ocupado en su orden los académicos: Carlos Cuervo Máquez, Daniel Samper Ortega, Carlos Lozano y Lozano, Jorge H. Tascón, Alfredo Bateman y Enrique Gaviria Liévano.

Faltan 3 miembros de número para elegir, ya que la Academia Colombiana de Historia es muy celosa para ocupar las vacantes que se presentan a la muerte de sus integrantes.

Albeiro Valencia Llano nació en Apía (Risaralda). Conocido como el padre de la Nueva Historia en Colombia, Doctor of Philosophy (Ph. D) in History de la Universidad Estatal de Moscú (Lomonosov). Ejerció durante muchos años el magisterio en la Universidad de Caldas, de donde salió pensionado. Ha dedicado su vida a investigar la formación del territorio del Antiguo Caldas y sus personajes, sociedades prehispánicas, colonización y procesos culturales, económicos, políticos y sociales hasta nuestros días. Además del rigor con que adelanta sus trabajos es un excelente ser humano, ameno orador y mejor conversador. Su producción intelectual la ha transmitido a través de conferencias y charlas a lo largo y ancho del país, además de encontrarse publicada en revistas, periódicos y decenas de libros, el último de los cuales “Manizales, la Aldea, el Pueblo, la Ciudad”, es considerado el libro total de la historia de la capital de Caldas.

Para su posesión dictó la conferencia El café en la formación y consolidación del antiguo departamento de Caldas. 1870-1930, un tema que en sus palabras es muy importante y se ha trabajado poco.

Esta disertación la respondió el exministro y Académico de Número de la institución Juan Camilo Restrepo Salazar, quien dijo que esta es la mejor carta de presentación “de la acertada decisión tomada por la Academia Colombiana de Historia para acogerlo como distinguido Miembro de Número”.

La Academia Colombiana de Historia tiene hasta 130 miembros correspondientes y 40 de Número. En el año 2017 Valencia Llano fue designado Miembro Correspondiente en consideración a sus investigaciones sobre historia regional de los departamentos del Antiguo Caldas y norte del Valle del Cauca. En abril de 2022 la Asociación Colombiana de Historiadores en el 20 Congreso Colombiano de Historia reunido en Cartagena, le otorgó la distinción Jaime Jaramillo Uribe como Historiador Destacado y por último la Academia Colombiana de Historia lo designó Miembro de Número.

Afirma el profesor Valencia Llano “El reconocimiento es importante para mí en lo personal porque significa que para la Academia hago parte del selecto grupo de los 40 historiadores destacados del país por las investigaciones y publicaciones sobre esta porción del territorio nacional conocida como Antiguo Caldas. Pienso que es importante para la región porque hay más acceso al conocimiento histórico y cultural de estos departamentos, más visibilidad sobre lo que estamos haciendo en estos campos ya que la Academia es un órgano consultivo del gobierno nacional”.

https://albeirovalenciallano.com/2024/01/29/posesion-academia-colombiana-de-historia/?fbclid=IwAR2giDbrSFbZmNzeKQer4JmWc_nRLtEeT7iYBV010LwnMfdSVrwSQvb11Z0

 

Se renuevan esperanzas de recursos para el sector cultural con las nuevas administraciones de Manizales y Caldas

Como en todas las regiones de Colombia, en Caldas estrenamos gobernador y alcaldes con las esperanzas desde el sector cultural de que por fin se atiendan sus necesidades de financiación, sistemáticamente y a través de los tiempos relegadas a un segundo plano en detrimento de los derechos culturales de los ciudadanos.

Se trata de un sector que además de transformar la sociedad por senderos de creatividad y convivencia, aporta réditos económicos representados en los permanentes y perseverantes proyectos y procesos que se cumplen en la localidad, propuestas de ciudad que generan fenómenos de movilidad de artistas, gestores y público en general desde distintos sitios del país.

En la Gobernación de Caldas fue designada como Secretaria de Cultura Luz Elena Castaño a quien le corresponderá ejecutar este año un presupuesto de $4.000 millones, como anunció el Gobernador Henry Gutiérrez en su campaña. El Alcalde de Manizales, Jorge Eduardo Rojas nombró como Gerente del Instituto de Cultura y Turismo a Paula Londoño, quien deberá hacer la transición a Secretaría de Cultura, la cual quedará con tres jefaturas de unidad: Industrias Creativas y Culturales, Patrimonio y Cultura Ciudadana.

Algunos representantes del sector cultural en Manizales expresan sus expectativas ante esta nueva realidad:

David Carmona. Director del grupo de teatro Los Chicos del Jardín.

Los Chicos del Jardín, corporación teatral que cumple 15 años en este 2024, y que ha tenido la oportunidad de conocer varias administraciones del sector cultura en el Municipio de Manizales y el Departamento de Caldas, espera para esta vigencia del Instituto de Cultura y Turismo de Manizales y la Secretaría de Cultura de Caldas un cuidadoso manejo de los recursos públicos, que incluya a las entidades que a diario trabajan por la cultura de la ciudad y no a los amigos de los mandatarios de turno, esto a través de convocatorias trasparentes con jurados idóneos y externos a la ciudad.

Esperamos funcionarios que funcionen y que se sientan parte de las entidades, no dueños de estas. Tenemos la expectativa de que los consejos de área se desempeñen articuladamente, trabajando por los intereses generales de cada gremio. Así mismo esperamos de estas instituciones la interlocución con otras secretarías y empresas que permitan la búsqueda de nuevos proyectos y recursos que dinamicen el sector cultural.

Natalia Marulanda. Directora de la Fundación Batuta.

La expectativa es muy positiva. Lo que tengo entendido es que el Gobernador llega con muchas ganas de trabajar por este sector tan olvidado, eso me alegra muchísimo. Y por el otro lado Jorge Eduardo Rojas desde la Alcaldía siempre en su campaña habló de apoyar los procesos culturales de la ciudad y está hablado también de la estampilla para tener más recursos y poder financiar con más capacidad. Entonces la expectativa que tenemos desde la Fundación Batuta Caldas es de mucho optimismo.

Ivonne Mendoza. Gerente CC Banco de la República Manizales.

Cada nuevo plan de gobierno bien sea departamental o municipal debe ser visto como una oportunidad de construir sobre lo construido y replantearse algunas cosas, si están funcionando bien o mal, así que las expectativas son altas en la medida en que esa oportunidad de evaluar se presenta, cómo vamos, hacia dónde vamos. Creo que ambos gobiernos tienen a su alrededor un ecosistema cultural muy fértil para poder trabajar en equipo y lograr objetivos de mayor impacto. En lo municipal está el reto de la nueva secretaría de cultura, seguramente allí se tejerán nuevos retos donde instituciones y personas podemos aportar y en lo departamental cada vez podemos hacer una apuesta mayor por la descentralización de muchas cosas que pasan casi que natural en la capital del departamento, que no necesariamente debiera ser así, sino llegar más a nuestros municipios.

Así que quizás las expectativas se resumen en una invitación al tejido en red, al diseño de políticas públicas en concordancia con las realidades territoriales con enfoque diferencial, con enfoque territorial, con una perspectiva de derechos que nos permitan el derecho a la cultura de todos los ciudadanos y ciudadanas de nuestra región y también es una invitación a contar, en nuestro caso, con el Centro Cultural del Banco de la República para que se materialicen los objetivos que los nuevos planes de desarrollo traerán.

Gustavo Cano. Artista Plástico.

Cuando hay nuevas personas en estos cargos siempre hay una esperanza de que algunas de ellas puedan avanzar un poco más culturalmente. Estoy en Alcalá de Henares, cerca a Madrid, y estaba pensando en la arquitectura de Manizales y en tanto talento que tenemos. Lo que falta es que su dirigencia se ponga la mano en el corazón y en el bolsillo porque administrativamente la cultura es un bien de ciudad.

Cuando se trabaja en la cultura creo que la economía funciona mucho y Manizales tiene con qué, entonces más que decir que estoy satisfecho o no estoy satisfecho, siempre la ilusión es que las personas que lleguen puedan escuchar tanto a los viejos artistas como a los nuevos artistas.

Desde que yo me muevo no solo con la plástica sino con la música y el circo me doy cuenta de que hay mucho que trabajar. Tenemos el talento, la disposición y las ganas, pero falta quien nos valore y pensar no solo en calmar el hambre al artista, sino en que éste pueda vivir de su talento, es un trabajo más que se hace con mucho amor y queremos vivir bien de él.

Yovanny Betancur. Flautista. Director del Festival Internacional de Música ciudad de Manizales CiMa.

Para este 2024 y próximos años como gestor cultural y parte de este engranaje que tiene Manizales a través del festival CiMa organizado por la Universidad de Caldas, tenemos mucha esperanza. Han sido años muy duros, han sido años catastróficos, han sido años en que no ha habido absolutamente nada para la cultura, hemos tocado puertas y no hemos logrado apoyos financieros para las iniciativas culturales que se desarrollan en la ciudad desde la Universidad de Caldas.

Este año empieza con esperanza, esa es la palabra. Esperamos que por fin se creen puentes para que tanto la Alcaldía de Manizales como la Gobernación de Caldas miren los proyectos con buenos ojos y generen espacios de formación a través de la misma financiación que es lo que esperamos. Hacemos esfuerzos impresionantes como gestores para poder llevar a cabo estos festivales y cada año es el mismo viacrucis. Como director del Festival Internacional de Música CiMa espero, como se ha dicho es medios de comunicación y como lo expresó el señor Alcalde en su discurso de posesión, que haya recursos.

Desde la Universidad de Caldas ya se están tendiendo los puentes, se están abriendo espacios de diálogo con este ente territorial para que finalmente tengamos apoyo de la Alcaldía de Manizales y lo mismo de la Gobernación de Caldas.

Lastimosamente tenemos situaciones muy complejas al interior de la Universidad de Caldas porque después de una convocatoria de proyectos que hizo la Vicerrectoría de Proyección Universitaria, en cabeza de Sandra Montoya, CiMa no fue elegido entre los proyectos de 2024 con unas razones realmente mal fundamentadas. Estamos dando la pelea legal y esperamos que muy pronto CiMa, así como el Taller de Ópera y otros que no fueron aprobados, tengan el visto bueno del alma máter para poder realizarse, porque no tiene sentido hacer un festival sin que esté reconocido y sin que a los profesores, quienes somos los que lideramos estos procesos, no se nos reconozca el tiempo de dedicación.

Así que por un lado empiezan a abrirse puertas de financiación por la Alcaldía y la Gobernación, pero lamentablemente el panorama en la Universidad de Caldas es nefasto. Esperamos que esto se pueda arreglar y que este año y los años venideros contemos con respaldos reales para llevar a cabo las iniciativas de ciudad y de región.

La Ruta del Teatro de Manizales.

 La RUTA DEL TEATRO un Proyecto de ciudad con más de 10 años generando para los manizaleños una programación permanente durante los 365 días del año a través de las SALAS INDEPENDIENTES y GRUPOS que la conformamos, mediante eventos, temporadas, festivales, celebraciones, estrenos, pedagogía, brindando desde las Artes Escénicas “Calidad de vida”. Somos parte del Programa Nacional de Sala Concertadas, ganamos becas de creación en Estímulos y Concertación con el Ministerio de Cultura, las artes y los saberes, lo que nos ha permitido continuar en el quehacer escénico.

En este 2024 y con las nuevas administraciones Municipal y Departamental, esperamos que las entidades responsables del fortalecimiento de la Cultura, con personas idóneas, la Doctora Paula Londoño (Instituto de Cultura y Turismo) y la Doctora Luz Helena Castaño (Secretaria de Cultura de Caldas) cercanas al sector cultural, le den la importancia a los Artista de la Región, quienes generamos una identidad sociocultural, a través de presupuestos que permitan sostener, cualificar, incentivar, proyectos que tienen procesos y abrir a las nuevas generaciones de Artistas la posibilidad de ser parte de esta construcción de Región. Que estas nuevas administraciones mediante la calidad y la transparencia, distribuyan los recursos asignados con equidad, y gestionen con la empresa privada, para garantizar una mayor participación.

Las Artes en todas sus manifestaciones, y específicamente el teatro no solamente brinda diversión, sino también, enseña, sensibiliza y previene con profesionalismo. La creación de nuestras obras, pieza fundamental de nuestro quehacer escénico, desde las diferentes poéticas teatrales que constituyen la Ruta del Teatro, contribuyen a su vez a educar desde la primera infancia, hasta el adulto mayor, condiciones de vida, donde la tolerancia, el respeto y la solidaridad, de igual manera la prevención de flagelos como el suicidio, consumo de sustancias psicoactivas, violencia intrafamiliar, violencia sexual, violencia escolar, pandillismo, entre otras problemáticas

Somos pieza fundamental en esta vida, con dignidad, ética y creatividad somos parte de la vida escénica de la ciudad y su área metropolitana, esperamos que estas nuevas administraciones local y departamental, no se queden en buenas intenciones, que asuman el papel administrativo de la cultura y así construyamos juntos un mundo mejor.

 

 

¿Quién teme a Jairo Gómez?

El 20 de enero pasado cumplió 70 años de vida el director de teatro, dramaturgo, actor y poeta de Manizales, Jairo Gómez Hincapié. Su familia celebró este acontecimiento con una fiesta a la que asistieron sus amigos y parientes cercanos. Durante el acto el profesor de la Universidad de Caldas y escritor, Mario Hernán López Becerra, evocó la vida y personalidad de Jairo:

Debió ser una tarde de 1979, cuando Jairo Gómez Hincapié y Albeiro Serna Salazar junto a otros actores, se presentaron en el aula máxima del Instituto Universitario de Caldas. Al final de la presentación de Terror y Miserias del Tercer Reich, Jairo Gómez explicó a los estudiantes las claves de las teorías y prácticas de Bertolt Brecht, expuso con detalles los significados del teatro dialéctico, luego invitó al público a conversar sobre la obra. Como era usual en épocas pasadas de encuentro y palabra, el debate tomó más tiempo que la presentación de la obra.

¿Qué tendría de cautivadora aquella escenografía sencilla? ¿Qué habría en el gesto de los actores, en sus voces, en los textos y en el color gris de esa escena que fue capaz de quedar depositada en la memoria?

Un año más tarde, Jairo Gómez leyó un poema con la musicalidad de un largo etcétera en el viejo auditorio de la Universidad Nacional de Manizales. Sentados frente a él, los jóvenes del Instituto -convertidos en estudiantes universitarios-, escucharon al poeta, director y actor de teatro lanzar etcéteras al aire como augurio del vacío retórico de los años futuros.

Por esos días, en los pasillos de la Universidad Nacional, alguien habló de la presentación en el Galpón de Bellas Artes de la obra Dos Hombres en la Mina, puesta en escena por la Agrupación Teatral La Brecha. Los personajes, en esa versión representados por Jairo y Albeiro, se encuentran atrapados en una mina: ¿Sabes qué día es hoy?, dice uno de los mineros ¡es primero de mayo!

De nuevo vale la pena preguntar, ¿Qué tendría de particular aquella escenografía? ¿Qué habría en el gesto de los actores, en sus voces, en los diálogos y en la oscuridad de esa escena que fue capaz de quedar depositada por cuatro décadas en la memoria del público?

Si el tiempo ayuda a entender los libros, también podría decirse que la memoria usa el tiempo para decantar y fijar la imagen teatral que altera el pensamiento y la sensibilidad. El mayor error de Humbert Humbert (el profesor cuarentón obsesionado por la doceañera Lolita, en la novela de Vladimir Nabokov), fue permitirle que estudiara arte escénico. “No sólo cultivó el desdén. (…) También aprendió a traicióname”, dice Humbert. Hay un arte que jode la vida y Jairo tiene responsabilidades en ello.

Jairo es conversador tímido y artista lujurioso. Cuida las palabras con el silencio y las protege con la mirada al mismo tiempo que es capaz de lograr que un personaje en la escena tenga el ritmo de un amante rendidor, insaciable, multiorgásmico. La mezcla de silencio y fuerza lo convierte en un ser telúrico, de formas delicadas, pero, al mismo tiempo, peligrosas.

En el empaque de hombre parco y amable habita un conspirador contra las estéticas y los poderes instituidos, un contradictor de ideologías imperantes y políticas de papel. Es un loco que saca frases fantásticas del costal y suelta carcajadas en mitad de la calle para espantar al silencio. Observado en detalle, también es un equilibrista que se atreve a caminar sobre la cuerda floja: invita a la pausa cuando todo el mundo corre, convoca al desorden allí donde la quietud se impone como norma. Es usual verlo imaginar historias ante una puerta cerrada o detenerse a contemplar los trastos arrojados en el patio de una casa desvencijada.

Como todo loco de costal, Jairo carga recuerdos y pesares: el mayor espacio lo ocupa una máquina de coser. En una pequeña caja de madera, el loco porta el estuche con agujas e hilos heredados de la madre. Envueltos con un trapo rojo guarda un par de fotografías borrosas del padre apostado en una esquina del viejo barrio de Los Agustinos; en un bolsillo del saco guarda la carta con una línea escrita por el hermano distante: Te espero mañana, dice la nota.

Además de ser el loco que carga un costal hecho con poemas, objetos y personajes, es también un loco cósmico: en las noches, su cuerpo lo cubre con una colcha de colores vistosos, elaborada con telas finas, tejida con hilos de amistad y solidaridad que ha sabido cultivar sin afán ni pretensiones.

Aunque es egresado del Instituto Manizales –colegio contiguo a la vieja estación de policía ubicada en un barrio bohemio y cuchillero al lado de la iglesia de Los Agustinos- deberían declararlo bachiller honorífico y distinguido del Instituto Universitario, en especial por los servicios prestados a la imaginación de los jóvenes estudiantes una tarde de 1979.

Javier Humberto Arias, Pedro Zapata y Mario Hernán López
conversan con Jairo Gómez.

¿Dónde nacen las palabras? Una poética de la infancia de Maruja Vieira

Una casa de palabras

“Todo comienza en una habitación iluminada con una lamparita, con alguien que nos cuenta un cuento. O más atrás, con una voz que nos arrulla cuando aún no tenemos las palabras” (Reyes, 2016. p. 15).

¿Dónde comienza todo para Maruja Vieira White? Sus inicios como poeta tienen marcas epigenéticas. Para Maruja todo comienza con su linaje materno. Sus primeros arrullos fueron palabras poéticas que sintió en todo el cuerpo desde que era ovocito y luego embrión.

Su madre, Mercedes, leía en voz alta un amplio repertorio en el que cabían desde autoras locales, como Blanca Isaza de Jaramillo Meza y la boyacense Laura Victoria (Gertrudis Peñuela de Segura), hasta poemas, dramas y traducciones del español Felipe Cabañas Ventura. Su abuela materna, Rita Uribe Uribe, también era voraz lectora de poesía e historia y fue con ella con quien Maruja aprendió a leer. (Vieira, M. El nombre de antes. 2022)

Su infancia se desarrolló en medio de libros. Así lo confirmó Don Joaquín Vieira, su papá. “En nuestra casa hay libros, libros, libros…Es como un mar. Nadie ha visto a esta niña jugando, sino siempre leyendo o contándole historias fantásticas a Alicia, su muñeca”. (Vieira, Columna de humo. Memorias de Claudina Múnera, s.f.)

Maruja misma sabe que “La poesía está dentro de los seres desde que nacen. Luego se hace con ella, o no se hace” (Vieira, 2022, 7:30). No podemos asegurar que el gusto por la lectura y por la escritura de Maruja se debiera exclusivamente al hecho de haber nacido en un hogar en el que los libros y las historias fueran pan de cada día, pero, sin duda alguna, influyó, y mucho.

Nací en una casa donde los libros inundaban las habitaciones.  No recuerdo a qué edad aprendí a leer. Solo sé  que cuando me llevaron por primera vez al colegio, ya leía de corrido. Creo recordar que me enseñaron mi abuela y mi madre.  Y que siempre vi a mi padre con algo impreso en las manos. En cuanto a mi hermano, sus libros sufrieron los estragos de mis manos infantiles. Los doce años de diferencia que entonces nos separaban, se reflejaban en la clase y categoría de los volúmenes que yo sacaba de su biblioteca, no siempre con sanas intenciones. Parece que iluminé con crayolas una Divina Comedia ilustrada por Doré. (Vieira, Columna de humo. El libro, s.f.)

¿Cómo llega a convertirse la vida -las alegrías, las ausencias, el dolor- en poesía?  Parece que no hay una sola forma de lograrlo. Un camino es mirar al pasado y escribir desde los recuerdos de una niña, pero, de la mano de una mujer adulta —ella misma— que le sirve de vigía. Elegir las palabras honestas, puras y asombradas, como lo haría esa niña, pero con la dulzura de la mujer que acuna a su propia niña interior, que le cuida el recuerdo de una infancia feliz, aún consciente de lo que le aguarda. “Es necesario vivir y a veces es bueno vivir con el niño que hemos sido. De él recibimos una conciencia de raíz. Todo el árbol del ser se reconforta con ello” (Vieira, Columna de humo. El libro. s.f. p. 22). Maruja, la adulta, ya sabe que esa niña, su niña, será arrancada de su casa con geranios, también sabe de la muerte de su padre, de su madre y de su abuela, del exilio, del duelo eterno a su esposo amado.  Así rememoran juntas —mujer y niña— los tiempos de la infancia (Vieira, 2010, p.8).

Ahora viene una niña.
Corre llorando por la calle,
viste el traje blanco y el velo
de su Primera Comunión solitaria.

Cuando llega a mi lado
trae en los brazos
el gato negro
del que no quería desprenderse
cuando se la llevaron
a una ciudad distinta y lejana.

Niña y anciana
se funden en un tiempo igual,
que pasa y pasa
como la niebla, deshaciéndose
entre el sol y la lluvia,
la realidad y el sueño.

Hay en la escritura de Maruja tanta ternura y gratitud por lo vivido en sus primeros años, que no cabe duda de que escribir desde la mirada lúcida e inocente de su infancia es la manera de mantener intactos los recuerdos.

La infancia no es algo que muere en nosotros y se seca cuando ha cumplido un ciclo. No es un recuerdo. Es el más vivo de los tesoros, y sigue enriqueciéndose a nuestras espaldas… Triste el que no puede recordar su infancia, recuperarla en sí mismo, como un cuerpo dentro de su propio cuerpo o una sangre nueva dentro de su propia sangre: desde ella lo ha abandonado está muerto. (Bachelard, 1982, p.206)

Sabe Maruja que en esos primeros años se encuentra un gran tesoro. Volver a su infancia, contemplar de cerca la infancia de su propia hija, Ana Mercedes, y también a la de aquellos a quienes ha amado a través de los libros. Con recurrencia advierte en sus textos la fecha y el lugar de nacimiento de sus personajes. Maruja quiso mirar en un viaje imaginario “la huella de la infancia de Antonio Machado en las calles con floridos balcones antiguos” (Vieira, 1956, El viaje imaginario). Admiró el encuentro ininterrumpido que tuvo Federico García Lorca con su niñez “una cita con el niño que no dejó morir nunca en él. Vivió entre Fuente Vaqueros y Valderrubio una niñez feliz que no lo abandonó jamás” (Vieira, s.f., Federico García Lorca). Se enterneció con los primeros años de su hija Ana Mercedes, como lo plasma en su poema “Ana Mercedes y los libros” (Vieira, 2022, p. 56). Sabe Maruja que “la infancia ve el mundo ilustrado, el mundo con sus primeros colores, verdaderos” (Bachelard, , 1982, p.179).

Un libro y otro libro
ruedan por las alfombras.

Tus pequeñas manos
destruyen el orden,
dejan vacíos los anaqueles
y los libros
caen rodando por el suelo.

Y tú ríes. Tu risa
es una campanita de oro
que anuncia la poesía,
¡toda la poesía de la Tierra!

Una Maestra que canta a la libertad: Claudina Múnera

 La Atenas Latinoamericana. Así era llamada Manizales en los años 30`. La ciudad natal de Vieira gozaba de gran prestigio intelectual, era el centro de la arquitectura y el esplendor, vivió su Belle Époque (Castellanos, 2022). Misma época en que “apenas empezaba la defensa del derecho a la educación de todas las niñas y en la que las tasas de analfabetismo superaban en Colombia el 50% y eran incluso mayores entre las mujeres” (Uribe, 2006 citado por Villegas, 2023, .p.1) .

Maruja empezó a estudiar en el Liceo de Señoritas. Allí conoció a Claudina Múnera, “la profesora que estimulaba a Maruja Vieira para leer, era una docente que alternaba su labor pedagógica en el Liceo de Señoritas con un abierto activismo por la causa feminista”. (Villegas, 2023). Maruja le debe a su maestra que no fuera obligada a hacer manualidades, a coser y a dibujar, y que se le respetara el gusto por los libros. Fue su defensora constante en la escuela y conciliadora de las preocupaciones de su papá, Don Joaquín Vieira.

Señorita Claudina, ¿qué pasa con la niña? pregunta alarmado el papá […] no se preocupe, don Joaquín, es una niña distraída, pero inteligente. Digamos que pasa el año, con la condición de que estudie algo de las materias que perdió.  Dejémosle sus libros y su mundo…a alguna parte llegará. (Vieira, s.f.)

En otro fragmento, en una conversación entre Múnera y otra profesora del Liceo – la señorita Mercedes-:

–        ¿Qué hago, señorita Claudina, con esta niña? Enreda los hilos y vuelve la costura un desastre. ¿Qué voy a  hacer con ella?…
–        Señorita Mercedes, ¿en realidad qué sabe hacer la niña?
–        ¡Nada! No le gusta coser. Dice que no quiere coser con “guja”.
–        Pero, ¿qué le gusta hacer? 
–        Leer.
–        Pues entonces, ¡que lea! (…) Y de ahí en adelante todas las tardes, en la hora de costura, la dichosa niñita leía en voz alta a sus  compañeras. Los “fantásticos cuentos de duendes y hadas”. (Vieira, s.f.)

¿A alguna parte llegará? A pesar de la época en que nació, Maruja pudo llegar. Llegó gracias a su maestra Claudina Múnera y a la casa de palabras construida  en su entorno familiar.  Sugiere  Antoine de Saint Exupéry (1992. p.14), que la objetividad  que ofrece la adultez, ya está demostrado, aleja del asombro y de la imaginación. Solo retornando al espíritu de la infancia, se puede ver en el mundo todo lo que es invisible a los ojos. De eso saben los niños, por lo que recomienda “ser indulgentes con los mayores, pues nunca entienden nada por si solos” y hay que explicarles todo”. Además aconsejan -los mayores-, decía el principito, abandonar el dibujo de serpientes boas, y poner más interés en la geografía, el cálculo y la gramática.  

Maruja sabe, como aquel niño venido del asteroide B-612, que en su ser de niña se encuentran universos infinitos por contar. Volver la mirada a su infancia le permite recuperar los reinos de la posibilidad, de las historias y el extrañamiento. Es un acto de rebeldía ante los discursos cotidianos que insisten en educarnos, normalizarnos, moralizarnos, domesticarnos (Reyes, 2016. p 105).

Una niña en el exilio y muchos libros con alas

¿Y qué sabe hacer la niña? La niña sabe volar y “un ser que puede volar no debe permanecer en tierra” (Bachelard, 1982, p.175). Pues entonces que vuele, a alguna parte llegará. Pero, señorita Mercedes, para su tranquilidad, finalmente la niña también aprendió a tejer, no del modo en que usted esperaba. Cambió la “guja” por la máquina de escribir, aprendió a construir el nudo de una historia, a seguir el hilo de un relato, a bordar un discurso, a urdir una trama. La niña aprendió a tejer con palabras. Ya lo cree Irene Vallejo  (2023)

Las mujeres fueron las narradoras por antonomasia en los primeros momentos de la oralidad, y, al mismo tiempo que cocían, se contaban cuentos, se contaban sus emociones, se contaban sus historias. Y por eso utilizaban las metáforas de la costura y el telar.

No es casualidad que textos y textiles sean palabras emparentadas. Tejer y narrar son dos habilidades que se desarrollaron al mismo tiempo, aunque de este hecho poco o nada haya quedado registrado en los libros de historia.

A la edad de nueve años, Maruja y su familia viajan a Bogotá. Eran tiempos difíciles para los Vieira. El padre de Maruja, Don Joaquín, pierde su trabajo y la familia decide irse de Manizales en busca de nuevas oportunidades. La añoranza por el lugar y los tiempos de la infancia son un tema recurrente en la obra de Maruja. Ya habíamos dicho que Maruja tuvo una infancia feliz en su Manizales del Alma. A su ciudad natal la recuerda con honda nostalgia, así lo expresó en varios de sus textos:

Era la infancia. Desde la torre de la Parroquial salía todas las mañanas el vuelo recién nacido de los bronces. La torre de madera, nuevo árbol de música crecido hacia Dios, devolvía al bosque el mensaje familiar, que alguna vez fue viento en las hojas, canción en los nidos, lamento en las noches de tempestad (…). Manizales, ciudad nuestra, ciudad blanca, la más bella de todas las ciudades!. (Vieira, s.f. Columna de humo. Manizales, Ciudad nuestra.)

Le entrego a mi ciudad, no solo estas palabras, que en su brevedad no pueden encerrar todo lo expresable. Le entrego cuanto de positivo pueda existir en mi obra, pasada, actual o futura. Y me llevo el orgullo de ser manizaleña, que es el más claro, el más alto, el mejor de los blasones. (Vieira, s.f. Breve mensaje a Manizales )

Pero Bogotá no era el primer viaje de Maruja. Los viajes más importantes no siempre se hacen al lomo de un caballo, en el vagón de un tren o en la silla de un autobús o de un avión. Antes de Bogotá, Maruja ya había viajado a la casa de la familia Otis en Inglaterra —El Fantasma de Canterville de Oscar Wilde—. Había viajado a Judea, montado en camello y pastoreado ovejas y había estado a bordo de buques piratas en el mar Egeo (Ben-Hur de Lewis Wallace). Ya había bordeado con su propia mano los 9 círculos del infierno de Dante con la punta de un crayón —La divina comedia de Dante Alighieri—. Había viajado también a Escandinavia a conocer “El Mundo de los Gnomos” de la mano de Selma Lagerlöf[1]. Había vivido historias fantásticas con el soldado de plomo y su muñeca, el molinero, Scherezade y el ogro. A Tristán Klingsor (Vieira, 1966) le dedica estas palabras:

Lo que quiero decirle en esta carta sin destino, viejo amigo, es que sus noventa y dos años, su lejanía, tal vez su soledad, no existen para una niña de seis años que asoma por la puerta de la biblioteca… Ahora se marcha, saltando como un duendecillo alegre y por toda la casa resuena su voz –campanita de plata- que canta con alegría pura, dulce alegría de infancia:

Mi padre asador, mi madre cuchara,
Yo soy soldadito de liviana tropa.
Mi padre asador, mi madre cuchara
de sopa…

Usted no puede morir del todo, Tristán Klingsor. Vivirá mientras haya en el mundo quien les enseñe a los niños cuentos mágicos. Vivirá mientras vivan el soldado de plomo y su muñeca, el molinero, Scherezada, el ogro.

La maleta para este otro viaje ya estaba lista. Su madre, su abuela, su padre, su hermano, su maestra Claudina y Don Ramón Badía, amigo de la familia y quien le regaló su primer libro “Ben-Hur”, le habían dado arrullos, historias y libros para el viaje desde su primera infancia. Porque a viajar también se aprende leyendo. Y este no sería ni el primero ni el último de los destinos. El viaje a Bogotá puede considerarse un rito de paso entre la infancia y la pubertad para Maruja. En esta transición estuvo Georgina Fletcher, otra feminista influyente en la vida de Maruja, quien les abrió las puertas de su casa y de su mundo a los Vieira en la Capital.

¿Entonces para qué sirven las nanas, los cuentos, la poesía…la literatura? Sirven para viajar, perderse y, luego, encontrar el camino de regreso. “En los viajes buscamos un reflejo de lo que llevamos en nuestro mundo íntimo (…).  Todos hemos viajado con la imaginación. Nos hemos detenido a mirar guías de turismo, nos embebemos en libros de viajes. Los viajes son la  verdadera herencia del alma. A dónde iría yo, si pudiera viajar muy lejos?”. (Vieira, El viaje imaginario, 1956).

Maruja y Memoria

 Además de leer, ya se sabe que Maruja escribía, y lo hacía para recordar[2], que significa “volver a pasar por el corazón”. Recordar proviene del latín recordari, derivado del prefijo re, que expresa repetición, y de la base cordis ‘corazón’. También pertenecen a la misma familia léxica palabras como: acordarconcordarcorajecordialcuerdo y misericordia. No es casual que Recuerdo y corazón compartan la misma raíz etimológica, son palabras que nos hablan del ser de Maruja.

La mamá grande de la poesía colombiana, la maestra de literatura y la periodista, escribía para traer de vuelta a las personas amadas, los momentos importantes de su vida y los lugares donde fue feliz. No parece una pretensión intelectual su escritura, más bien una pulsión vital de mantener viva la memoria, los recuerdos: el de su abuela Rita, a quién le escribió su primer poema tras su muerte, a su padre Joaquín y a su añorado esposo, José María, a quienes mantuvo cerca a través de su prosa y de su poesía. Revivió la lírica y las caricias de su madre Mercedes, la intrepidez de su hermano Gilberto, dialogó con sus escritores y sus libros favoritos, y amó a través de su palabra viva e incesante a su entrañable hija, Ana Mercedes. Las palabras le devolvieron la ternura de su infancia en Manizales, su vida en Bogotá y a sus contertulianos en el Automático. Con las palabras retornó a los lugares ya idos, su grandiosa Venezuela. Recorrió los caminos al lado de ancestros y reconstruyó los muros de su apacible Popayán:

Tierra esta de hidalgos campesinos, donde la vida tiene el sentido limpio de lo perdurable. Bajo el sol del verano que se inicia son más blancas las paredes encaladas de las casas y el humo eterno del volcán. Por el camino que asciende hacia la cordillera, bajan las madres guambianas con los hijos pequeños a la espalda. Es domingo y en el pueblecito de Coconuco, las gentes importantes de la parroquia dialogan de sus pequeñas grandes cosas, en ese tono bajo y musical de los habitantes del Cauca, que no gustan de la estridencia ni de interrumpir el otro diálogo, el de los ríos con el viento que baja, alegre y fresco, de lo alto de la montaña. (Vieira, 1956, Verano en Popayán. Ciudad remanso)

 Las casas, las viejas casas de las ciudades silenciosas, no están hechas solamente de piedra, ladrillo y argamasa. Los años integran a sus muros y tejados los sueños, las alegrías, las tristezas de aquellos que las  habitaron. La vieja casa maternal de Popayán se estremeció de pronto. Eran las 8.15 de la mañana del jueves santo de 1983. En la mesa humeaba el café y el pan era blanco como un pedacito de nube. La tarde anterior había sido misteriosamente bella. En el balcón estuvieron jugando el sol y la lluvia. Peleaban con pequeñas lanzas de cristal, que se rompían en gotas brillantes sobre los anchos faroles y las paredes blanquísimas. (Vieira,1983, Requiem por una casa generosa).

Dar de leer a los niños en su primera infancia, etapa decisiva en las capacidades físicas, intelectuales y emocionales, da forma a los cimientos que lo sostendrán el resto de la vida.  “La literatura es ese gran libro escrito a varias manos” (Reyes, 2016), que nos entrena desde esos primeros años para surfear en la punta de la ola. En la infancia se crea el capital simbólico más importante y leer lo que otros han escrito nos ofrece un mundo de posibilidades: encontrar la belleza en los despojos, las ausencias y los momentos más oscuros del alma.

Tiempo definido

 “Todo el impulso humano
Lo circunscribe el día,
El pequeñito círculo del día”
(Barba Jacob)

Está bien que la vida de vez en cuando
nos despoje de todo.
En la oscuridad los ojos aprenden
a ver más claramente.
Cuando la soledad es el vacío intenso
del cuerpo y de las manos,
hay caminos abiertos hacia lo más profundo
y hacia lo más distante.
En el silencio las amadas voces
renuevan dulcemente sus palabras
y los muros custodian el rumor infinito
de los ausentes pasos.
Los labios que antes fueran
sitio de amor en las calladas tardes
aprenden la grandeza
de la canción rebelde y angustiada.
Hay un viento en suspenso sobre los altos árboles,
un repique de lluvia
sobre ruinas oscuras y humeantes,
un gesto en cada rostro
que dice de amargura y vencimiento.

Sigue un lento caer de horas inútiles,
desprendidas del tiempo,
y más allá de todo lo que formaba
el círculo pequeñito del mundo,
“aquel mundo cerrado, con sus vagas estrellas
y su bruma de sueño”,
despierta inmensamente la herida voz del hombre
poblador de la tierra.
Antes estaban lejos, casi desconocidos,
el combate y el trueno.
Ahora corre la sangre por los cauces iguales
del odio y la esperanza,
sin que nada detenga la invasora corriente
de las fuerzas eternas.

Dice Rosa Montero (2003) que se escribe para evitar la muerte, de nosotros mismos y de otros. Se escribe para no olvidar. Así lo constata el antropólogo francés, Marc Augé (1998, p.27)

Es evidente que nuestra memoria quedaría pronto saturada si tuviésemos que conservar todas las imágenes de nuestra infancia, en particular las de nuestra primera infancia. Pero lo interesante es lo que queda en todo ello. Y lo que queda- recuerdos o huellas, volveremos más adelante a ellos-, lo que queda es el producto de una erosión provocada por el olvido. Los recuerdos son moldeados por el olvido como el mar moldea los contornos de la orilla.

La literatura es el legado de toda una civilización. Nos muestra los caminos transitados por otros, en otros tiempos y lugares. Y en esos otros nos encontramos nosotros mismos. La literatura es la memoria universal, y, no nos salva de caer en los agujeros negros, pero sí nos muestra las posibilidades para salir de ellos. Maruja ha continuado este legado por más de cien años. Ella es testimonio del poder de las palabras en la vida de un niño. Las nanas y la poesía de su madre, las historias de su abuela, los libros de su hermano, el amor de su padre y la confianza de todos los que creyeron en ella, forjaron, hoja a hoja, el gran libro que es la vida de esta magnífica escritora.  Los libros son amigos siempre a la mano, y Maruja tuvo muchos,  de eso fue testigo Alicia, su muñeca.

[1] La primera mujer en ganar el Nobel de Literatura (1909) y defensora de los derechos de las mujeres. No parecen coincidencia tres feministas en la vida de Maruja: Claudina Múnera, Georgina Fletcher y Selma Lagerlöf. La trilogía perfecta para aprender a ser mujer en un mundo hecho para hombres.

[2] Del latín recordari, derivado del prefijo re-, que expresa repetición, y la base cordis ‘corazón’. De la misma familia etimológica de acordarconcordarcorajecordialcuerdomisericordia y recordar .

Bibliografía

 Augé, M. (1998). Las Formas del Olvido. Barcelona: Gedisa, 1a ed. p. 27.

Bachelard, G. (1982). La Poética de la ensoñación. México : Fondo de Cultura Económica. págs.179, 206

Castellanos, S. (2 de junio de 2022). ¿Manizales ciudad del conocimiento? Diario  La Patria. Manizales. Colombia.

De Saint-Exupery, A. (1992). El Principito. Chile : Editorial Andrés Bello. p. 14

Montero, R. (2003). La loca de la casa. Bogotá: Alfaguara.

Reyes, Y. (2016). La Poética de la Infancia. Bogotá: Luna libros.

Vallejo, I. (24 de julio de 2023). Las mujeres en la historia de los libros: un paisaje borrado. Letras Nómadas. Literaquito. Consultado el 28 de julio de 2023 en      https://www.facebook.com/watch/?v=791102245808178

Vallejo, I. (2021). El infinito en un junco. Colombia: Penguin Ramdom House.

Vallejo, N. (24 de julio de 2022). El club de lectura. Caracol Radio. “Maruja Vieira: 100 años de poesía.  La decana de la poesía”. Entrevista. Podcast. En Spotify.  (Citas: El club de lectura minuto 7:30).

Vieira, M. (s.f.). Breve mensaje a Manizales.

Vieira, M. (1956). El viaje imaginario.

Vieira, M. (1966). Tristán Klingsor.

Vieira, M. (2008). Todo lo que era mío. Universidad Externado de Colombia. 1era edición. p.28

Vieira, M. (2010). Tiempo de la memoria. Ibagué: Caza de Libros. p8

Vieira, M. (2017). Antología personal. p.22

Vieira, M. (2022). El nombre de antes. Bogotá: Biblioteca de escritoras colombianas.

Vieira, M. (s.f.). El jardín de la muerte.

Vieira, M. (s.f.). Columna de humo. El libro.

Vieira, M. (s.f.). Columna de humo. El Recuerdo de hoy. Memorias de Claudina Múnera.

Vieira, M. (s.f.). Columna de humo. Recuerdos. Manizales, ciudad nuestra.

Villegas, A. (2023). Feminismo en concreto: el rol de la mujer en los comentarios literarios de Maruja Vieira. Manizales Vieira, M. ( 31 de marzo de 1983). Requiem por una casa generosa.

Vieira, M. (Popayán, julio de 1956). Verano en Popayán. Ciudad remanso.

Vieira, M. (s.f.). Federico García Lorca.

Foto tomada de Internet.

 

*Universidad de Caldas (Colombia)

mary.montoya@ucaldas.edu.co

 

Las trochas mortales en Colombia, crónica de una muerte anunciada.

Como sucede en los libros más renombrados de realismo mágico escritos por nuestro nobel Gabriel García Márquez, este año comienza con hechos que parecen extraídos de esas historias. Situaciones bizarras, sensaciones de dolor innecesarias, noticias de tragedias que ya se avizoraba, reacciones de solidaridad profunda y opiniones políticas oportunistas.

El pasado viernes 12 de enero a plena luz del día se registraron dos movimientos de tierra en inmediaciones del municipio de Carmen de Atrato, justo en la vía que conduce de Medellín a Quibdó. Mientras varias familias esperaban estacionados en sus autos o resguardados de la lluvia en una casa a unos pocos metros de la carretera, sin mediar aviso, sin dar tiempo de reacción, se desprendieron toneladas de tierra desde la montaña arrastrando consigo vehículos, inmueble y todas las personas entre mujeres, hombres y niños que se encontraban en el lugar.

Podríamos decir que es un acontecimiento normal en un país que no tiene una buena infraestructura vial y donde hay una desarticulación entre los diferentes órganos encargados de nuestras vías; quienes las construyen, quienes las inspeccionan y quienes las deberían vigilar. Pero precisamente decir que eso es algo normal en Colombia, muestra el grave problema que tenemos para identificar nuestras necesidades económicas, estructurales, políticas, financieras, de organización, humanitarias, entre otras.

No es para nada normal que en un país donde, aparte de las muertes naturales, los accidentes de tránsito, la violencia de género, la violencia por pobreza, los homicidios sicariales, los hurtos, las muertes de líderes sindicales, las muertes por celos, las muertes por venganza… tengamos que agregar otra causa de muerte. Parece una burla al famoso programa televisivo Mil Maneras de Morir. Si solo habían visto mil maneras de morir, bienvenidos a Colombia, tenemos mil maneras y dos mil causas para morir.

Este capítulo describe cómo puede morir un colombiano cuando viaja por las carreteras de su territorio, simplemente basta con tener deseos de salir de viaje durante un fin de semana, o como ocurrió en esta tragedia en el Chocó, querer ir a visitar a sus familiares en las festividades de inicio y final de cada año. Procure transitar por las vías colombianas donde, además del tráfico, tendrá que estar pendiente de las dificultades geográficas, climáticas y el mal mantenimiento de la malla vial.

Si tiene la fortuna de encontrarse un control de tráfico por obras en la vía (el popular pare y siga), espere tranquilo, se acaba de salvar momentáneamente de las causas de muerte viales como el tráfico, las altas velocidades, las imprudencias de conductores. Sin embargo, puede guardar la esperanza de morir de un momento a otro cuando se desmorone el lugar donde se encuentre estacionado esperando a que pueda continuar su camino. Espere con paciencia la caída del puente, el desplome del túnel, el derrumbe de tierra o la avalancha de un río.

En nuestro país no es garantía ni siquiera transitar por las vías principales, a las que supuestamente se les nota más la intervención del estado en su mantenimiento. Las obras más innovadoras se caen con pocos meses de construcción o en su misma inauguración, los túneles se desploman en su interior, la mayoría de carreteras son de tan solo un carril de ida y otro de regreso, esto, contando con la suerte de que estén por lo menos pavimentadas.

En la más reciente tragedia se terminó contabilizando 39 víctimas mortales, dentro de una carretera que al parecer tiene una larga lista de antecedentes respecto a este tipo de acontecimiento. Cierres constantes en la vía por desprendimientos de tierra y por falta de mantenimiento, incómodos trayectos de viaje para los ciudadanos que transitan estas vías, falta de intervención del estado y por supuesto, la inseguridad.

Aprovechemos que estamos en tiempos de reflexión, de escribir los propósitos de cada año, y recordémosles a nuestros dirigentes la necesidad de atender estas problemáticas, que se vuelven poco a poco el pan de cada día y no la excepción. Este no es un problema del gobierno actual ni del anterior, por si de pronto los alcaldes y gobernadores quieren políticamente empezar a echar las aguas sucias.

Esto es una contingencia que permanece en el tiempo para Colombia, desde que se han tomado decisiones como no intervenir de manera temprana las vías, no destinar los recursos suficientes para su mantenimiento sino para su reparación en emergencias, y no hacer las inversiones para construir vías alternas a las que tenemos, principalmente intermunicipales, donde todavía contamos con trayectos y tramos viales que fueron trazados hace más de 50 o 100 años y que necesitan una redirección.

Lo anterior, no solo con la promesa de acortar tiempos entre los trayectos de los viajes terrestres, también para garantizar seguridad en los viajes a los ciudadanos y para evitar tener que luchar una batalla perdida contra entornos geográficos naturales que no van a cambiar. Vamos a ver cómo afrontan esto los municipios de la Zona Metropolitana en Caldas; en este departamento la crónica de las muertes en trochas ya está anunciada.

* Músico, compositor, abogado y docente de la Universidad de Manizales y de otras universidades. Especialista en Investigación Criminal y Magíster en Derecho. Doctorando en Literatura.

Enero de 2024.

 

 

Ecos de la edición 55 del FITM 2023

Una de las grandes satisfacciones que nos dejó el año, fue el haber podido disfrutar de nuestro Festival de Internacional de Teatro que ya va en su edición 55. Todo esto con el esfuerzo conjunto de Octavio Arbeláez Tobón y su grupo técnico, logístico y administrativo, que nos permitió disfrutar de los grupos internacionales, nacionales y locales, quienes con sus representaciones de calle y de sala, nos mostraron lo mejor de sus creaciones.

La participación de los grupos de la ciudad, que ya tienen su reconocida trayectoria, nos han dejado muy satisfechos y auguran no solo su permanecía, sino su trascendencia, como ya lo vislumbramos. De dos de ellos he querido ocuparme en esta ocasión para cerrar con broche de oro su presentación en nuestro evento. Veamos.

El director y actor de teatro Leonardo Arias, uno de los fundadores del grupo Actores en escena, de nuestra ciudad, manifestó sobre su trabajo A lo largo de casi 30 años hemos logrado crear nuestro propio público a través de programas permanentes de funciones teatrales. Contamos actualmente con un significativo número de personas que siguen nuestra labor, la apoyan con su presencia, aunque aún falta mucho público por conquistar, se requiere que haya políticas públicas más definidas para que cada vez más se fortalezca el teatro de la ciudad.

Agrega que: el principal logro y a su vez el principal desafío es habernos sostenido en el tiempo con producción constante y presencia en la ciudad. Nuestras producciones en términos generales son obras de autor, nuestra línea de trabajo es el teatro naturalista, no obstante, hemos venido incursionando en propuestas de dramaturgia propia, producto de la investigación interna de nosotros como colectivo artístico.

Para este Festival Internacional de Teatro de Manizales en su versión 55, crearon una sinergia con el grupo TEATRO OFICINA CENTRAL DE LOS SUEÑOS- MEDELLÍN 25 AÑOS, el que completó veintinueve años de labores escénicas, y nos presentaron un monólogo interpretado por el propio Leonardo Arias, adaptado de la obra de Samuel Beckett, Krapp, la última cinta, escrita en 1958.

La fuerza actoral del protagonista, la ambientación del escenario, un estudio con un escritorio lleno de cintas grabadas y cajas de ellas sin abrir, con carretes de cintas sueltas en el suelo, una grabadora sobre el escritorio y nuestro personaje presto a su actuación.

El protagonista Krapp, que arriba a sus sesenta y nueve años, previendo los problemas que conlleva la vejez, entre ellos, uno de los más crueles como es el de la pérdida de la memoria, considera haber sido precavido al grabar constantemente sus más preciados recuerdos, utilizando una grabadora de cintas de audio. Las cataloga debidamente para poder localizar con precisión lo que desee escuchar. En esta ocasión ubica la grabación de treinta años atrás, y los recuerdos van aflorando, pero al escuchar su voz de hace tanto tiempo, primero no reconoce ese tono vital y menos esa forma de expresarse, se burla de él, le parece ridículo y trata de desconocer el personaje que fue. Esa pena al comprobar la dura realidad actual, el desgaste por el alcohol, el pasado con anhelos, el presente sin ilusiones y el futuro tan incierto, sabe que no puede tolerarlo sin un trago, y se lo sirve paladeándolo lentamente, mientras va rumiando sus recuerdos.

En la medida que avanza la cinta y escucha la narración de aquellos momentos memorables, al escuchar su descripción, la nostalgia lo va invadiendo, la soledad se acentúa y la tristeza aflora, es que fue mucho el tiempo que desperdició en tabernas oscuras y con mujeres de la calle que no le dejaron sino mal sabor y ahora, repugnancia. Los pocos instantes que supo disfrutar y logró plasmar, los escucha con fruición, y lo hacen avanzar rápido la cinta para no atormentarse con su recuerdo, pero luego retrocede para volver a deleitarse así sea ahora, solo con su propia narración.

Decide grabar las sensaciones actuales y alista la grabadora, comienza con firmeza, pero poco a poco se torna dubitativo, pues no encuentra nada importante que decir para luego recordar, solo banalidades, ya no es tiempo de hacer, sino de rememorar, el tiempo lo dejó pasar inexorablemente y no queda más que saborear el recuerdo, así sea con tristeza. Quita la cinta, retoma el carretel que escogió inicialmente y lo pone a rodar. Es que de todos los años vividos tal vez lo único rescatable está en esa cinta que con tanta decisión escogió desde el comienzo. Son ecos nostálgicos que lo conmueven en semejante soledad.

Definitivamente la vida es muy cruel, siempre pensamos que el goce vendrá, que el momento no es propicio para él, que mejor será en otra ocasión, y así vamos dejando correr el tiempo, sin atrevernos a gozar y cuando ya nos decidimos, se nos ha pasado la oportunidad o las personas ya no están, o de verdad las circunstancias no son propicias, así, solo nos queda el recuerdo de lo que pudo haber sido y no fuimos capaces de concretar. Nos quedarán solo algunos pasajes dignos de rescatar, que además si fueron tan vívidos, no hubiéramos necesitado registrarlos y menos revivirlos. Terrible nostalgia.

Ahora, veamos sobre el otro grupo y la insensibilidad.

En una época de incertidumbre como la que estamos viviendo, en donde los desarrollos tecnológicos nos asombran y a la vez nos atemorizan, pues vemos desplazadas muchas de las tareas que, aunque rutinarias y repetitivas requieren del soporte humano, así sea para corroborar su correcta ejecución, o para resolver los imprevistos no contemplados, en donde lo solo imaginado se va concretando, donde los saberes ya los alcanzamos con tanta facilidad, sin las bibliotecas, los textos especializados, los doctos en ciencias, etc., que consideramos casi como obsoletos, pues con el celular suplimos tantas inquietudes con rápidas búsquedas en enciclopedias virtuales, o medios de comunicación objetivos, en donde, la posibilidad de comunicarnos a distancia con los demás, ha cambiado la privacidad por la colectividad, las relaciones personales por las amistades virtuales, los deseos, por necesidades, las apariencias, por realidades, y un largo etc.

Es con esta óptica que el grupo X2–TEATRO, con su director Giovanny Largo, nos presenta su obra Los ojos del amor envueltos en un pañuelo, en la cual, con una buena ambientación y adecuados recursos, nos ubica en una época remota donde los sentimientos, el pesimismo, los recuerdos y otros valores humanos han sido o proscritos o erradicados. Una mirada futurista. Tanta insensibilidad presenta en sus personajes, que aunque están en el último día de la creación, este sea una celebración, aparentemente solo los inquieta el saber si hoy es martes o jueves.

Su director, Giovanny Largo, ha manifestado sobre el trabajo grupal: Contamos con la aceptación de nuestras propuestas por parte del público manizaleño, del público nacional e internacional, porque hemos definido nuestro trabajo desde la exploración escénica de diferentes lenguajes y temáticas alrededor del universo cognitivo. Interpretamos nuestro teatro como el desarrollo de los sentidos a través de las artes escénicas. En esta etapa del trabajo de X2- TEATRO, estamos muy interesados en el desarrollo de nuestra dramaturgia en tres posiciones, en tres esquemas de trabajo, uno es el teatro callejero, teatro en espacios no convencionales y el teatro de sala,  Con relación a ese propósito, hemos desarrollado nuestras habilidades narrativas.

Los personajes, dos hombres y dos mujeres, se rigen por los reglamentos y las normas codificadas y accesibles al instante por medio de pantallas táctiles, por eso la memoria y los recuerdos no hacen falta, el criterio ya no prima, todas las posibilidades han sido consideradas y los patrones a seguir son rigurosos. La comunicación es permanente, las cámaras de vigilancia ubicuas, para anticipar comportamientos indebidos o posiciones amenazantes, para que la tranquilidad y seguridad alcanzadas no sufran disturbios. De esa manera prima lo colectivo sobre lo individual y las personas no cuentan salvo cuando se identifican con otros para formar grupos y así lograrse un mejor control, como en el caso de la neutralización de los pesimistas.

Como los sentimientos fueron proscritos, mas no del todo extrañados, solo reprimidos, aterran los comportamientos que los incluyen, como conservar un puñado de tierra de la patria extinguida y conmoverse con ello, o mantener eso si muy escondida una bandera del país amado y recordado, o el mayor pecado, pues el amor fue obligadamente olvidado, mantener como un talismán, Los ojos del amor envueltos en un pañuelo. Y totalmente reprobable entonar una bella canción, bailar cadenciosamente o juntar un cuerpo con otro, tratando de buscar una sensación o más bien una ilusión perdida. El llorar, ante la impotencia de lo inevitable no puede ser expresado desde el alma, constituye una traición a quienes han trabajado tanto para superar los caprichos de la naturaleza con tecnología, y la han así domesticado.

Cuando están a instantes del colapso final y luego de que cada uno fue mostrando sus escondidas debilidades, que les permitían un verdadero disfrute,  así fuera solo con la imaginación, proponen como acto final una orgía y tras de precisar en qué consistía pues era algo también olvidado o innecesario por la fecundación en laboratorio, además causante de castigo ejemplar a quien incurriera en otro método, como en el caso de una de las protagonistas a quien le fue arrebatada su criatura concebida con amor, pues sería el hombre nuevo. A propósito, aseveró que cuando le quitaron a su hijo, le arrebataron también el miedo.

La última propuesta fue concretada pero para realizar una orgia intelectual, lo más sublime que pueden hacer los seres humanos a través de su intelecto, como la ilusión de un sueño y la concreción del mismo, el mundo de las ideas. A través de la expresión de las ideas internas, de los razonamientos lógicos elaborados con conocimiento y rigor, y la discusión con los otros, es la forma en que se logra construir la verdad escondida entre lo que pienso y sé, y lo que piensan y saben los demás. Es válido hasta para la solución de conflictos.

* Profesional en Filosofía y Letras Universidad de Caldas.

 

 

Reflexiones en torno al ser y la palabra interior

 Al iniciar el año 2020 el mundo asistió a una realidad que trastocaría todas las rutinas: La Pandemia del Virus Covid-19, originada en la ciudad de Wuhan, en la China. En ese momento el espacio escolar de la presencialidad fue trastocado de manera abrupta y en muchos lugares del mundo se recurrió a las herramientas tecnológicas relacionadas con las comunicaciones y la internet.

De un día para otro, la Escuela tuvo que migrar drásticamente a la modalidad llamada hoy Escuela en Casa, en donde los escenarios de la escuela, sus ritos de control, sus gestiones de aula ya se tenían que hacer en plataformas y demás recursos propios de las tecnologías actuales de la comunicación, lo que desde algunos años atrás se implementa en muchos países en el campo laboral, conocido como Trabajo en Casa.

Los grupos familiares vivieron el encierro y tuvieron que compartir las obligaciones laborales con las tareas y rutinas escolares de niñas, niños y jóvenes. Muchos comedores o salas de las residencias se volvieron puntos de trabajo o aulas de clase virtual. De la noche a la mañana los Maestros tuvieron que utilizar sus teléfonos celulares como dispositivo de contacto educativo, convirtiéndose en su nueva aula virtual. En países de poca conectividad a internet, como Colombia aún al momento de la Pandemia, la situación fue dramática, pues muchos padres y madres de familia, por ejemplo, tuvieron que escoger entre utilizar el celular como parte de las herramientas de trabajo, mediante las cuales se prodigaban los recursos económicos para la subsistencia o bien, prestarles a sus hijos el teléfono celular como única mediación educativa y pedagógica para no dejarlos fuera del sistema de enseñanza en plena crisis.

Esta situación, inicialmente asumida con entereza por familias y maestros, a medida que transcurría el tiempo fue tornándose angustiosa debido al estrés del encierro y cansancio de pantalla, lo que fue degenerando en situaciones de conflicto y otras manifestaciones que empezaron a afectar el adecuado nivel de concentración y equilibrio emocional de niños, niñas, padres de familia y maestros. El gran salto, sin querer queriendo, fue pasar del Tablero a las Plataformas Virtuales.

Al irse normalizando en el mundo el regreso a la educación presencial en escuelas y universidades, gracias a los niveles requeridos de la vacunación, es innegable que se observaron secuelas en los comportamientos con-vivenciales y disposición intelectual para los procesos de aprendizaje, entrando en conflicto con las finalidades de formación emocional, social y cognitiva de la Escuela.

Al respecto, en varios conversatorios se han formulado preguntas como las siguientes: ¿Cómo han regresado los maestros a la educación presencial, después de vivir la experiencia de la Educación en Casa? Y ¿Cómo han regresado las niñas, niños y jóvenes al espacio de la Educación Presencial?

¿Qué retos tiene la Escuela y la sociedad hoy, ante estas realidades?

A continuación, intentaré desarrollar algunas reflexiones al respecto, que he denominado “El Ser y la Palabra Interior”. Estas notas tienen el interés de suscitar el diálogo a manera de círculo cultural para ampliar la comprensión de esta realidad del siglo XXI: El mundo de las redes y la virtualidad y el mundo de la presencialidad y la convivencia humana.

Los nuevos tiempos de la velocidad y la aceleración parecen ser el sustento de formas humanas antes impensables en el campo de las relaciones con el conocimiento y la sensibilidad. Se predice, desde algunos pensadores contemporáneos como el Filósofo Coreano Byung-Chul- Han, la instauración de una especie de “dictadura de la emoción”, implícita en los fenómenos de la aceleración, en contraposición al mundo de la Racionalidad, el cual exige lentitud. En tal situación, el problema deberá enfocar los modelos pedagógicos contemporáneos para convertir las tensiones actuales de una escuela fundada en los principios de las normas de la ilustración, en un espacio de humanización que no pierda de vista la lentitud que exigen el sentido y el significado de las cosas, más allá del consumo a partir de las emociones y la velocidad de la información en las redes y demás tecnologías comunicacionales.

EL SER Y LA PALABRA INTERIOR

 Uno de los problemas fundamentales del Paradigma Cultural de la Sociedad del Conocimiento pareciera radicar en que, para las actuales generaciones de niños y niñas en el mundo, no se trata tanto de “estar en “o “tener “la RED únicamente, sino ante todo la necesidad de perfilar EL SER de la RED.

La revolución en la información de tipo escrito y audiovisual generada actualmente por la era digital y la internet, que a simple vista parece haber traído el sueño enciclopédico a todas las áreas de la cultura humana, pone de manifiesto una realidad cuyos nuevos retos están asociados a una forma de estrés sensorial, agenciado por variables como la velocidad y la cantidad de información. En éste mundo virtual electrónico se ponen a prueba características esenciales de la espiritualidad humana como son el deleite, la contemplación y la capacidad intelectiva de la comprensión, las que en conjunto constituyen los mundos de sentido creados única y exclusivamente por la realidad subjetiva del lenguaje. Estamos, nada más y nada menos, en términos del mundo simbólico frente al reto de la velocidad electrónica y los diálogos de sentido.  Algo así como las consabidas imágenes de la” paciencia de pulir un verso” o bien “la natural osadía de la gota por labrar la roca gigantesca”.

Hoy, la inundación informativa de datos en las computadoras y de mensajes audiovisuales de los medios masivos de comunicación, el mundo de las redes y todos los dispositivos de la Inteligencia Artificial, pareciera que, paradójicamente, originaran una especie de atosigamiento del sentido y la comprensión. En tal caso, podría afirmarse ahora que la cultura digital mediática y de redes, conduce de manera acelerada a una especie de crisis de sentido con el riesgo de dejar de ser, de dejar de percibir la realidad.

Puede pensarse ahora en una especie de versión sofisticada del MITO DE LA CAVERNA, en donde ya no estaríamos de espaldas a la realidad, sino de manera ASOMBROSA de frente, pero en la Red. Una especie de sombras electrónicas que nos ponen de igual forma en las sombras del sentido.  Ahora, se puede hacer manifiesta en esta realidad la denuncia del etnólogo francés Levi Strauss cuando expresó en una de sus últimas entrevistas que “el mundo actual no sufre a causa de una falta sino de un exceso de comunicación”.

La situación descrita puede entenderse como una inflación de datos, una especie de neurosis digital bancaria e informativa. Basta percatarse de que ahora los usuarios digitales, no lectores, tienen el mundo a sus dedos y a la vista en las pantallas de sus plataformas virtuales de los dispositivos electrónicos y de los recursos de Inteligencia Artificial. La otra situación patética, por ejemplo, se da en aquellos centros académicos en donde profesores y estudiantes resuelven por internet cualquier trabajo informativo de consulta sobre cualquier tema, pero importándoles muy poco el nivel comunicacional, deconstructivo y crítico. En este campo, la era del Copiar y Pegar hace público el plagio y desconocimiento del respeto a la producción intelectual de sus autores.  Los centros educativos certifican su calidad, casi en todos los casos, como una estandarización internacional de mercado, y no por la necesidad, el impacto, la innovación o desarrollo del conocimiento.  Esto podría ser una manifestación de la avaricia del sentido.  Nadie puede resistirse a los encantos del prodigio de la velocidad y cantidad otorgados por los dispositivos tecnológicos de la computación, las Redes y los medios masivos de comunicación.

Téngase en cuenta que aquí nos estamos asomando a ese otro mundo que se viene con la Inteligencia Artificial (IA), donde ya se compite a la creación e inteligencia humanas con la capacidad combinatoria de los algoritmos en las pistas de la información y dispositivos virtuales, para resolver problemas que parecieran ya no existir en el mundo físico, creando tecno cotidianidades en donde, como seres humanos, nos vemos extraños ante los determinismos naturales como el cambio climático o los condicionantes de todas las funciones de las especies animales en el planeta.

Esta era de los prodigios tecnológicos en todos los ámbitos del discurrir humano, ha puesto la rapidez para el HACER sin importar de igual forma el LLEGAR A SER. Al respecto, puede referirse el ensayo titulado “El Acto Creativo” de Manfred Max Neef, el cual en uno de sus apartes dice: “… Hay gente que sabe hacer poesía, hay otros que son poetas; hay gente que sabe hacer música, hay otros que son músicos, hay gente que hace ciencia y hay otros que son científicos…”.

El drama  de la velocidad y la cantidad en la información está en que, al parecer, el “hacer para la comprensión”, es contingente para las nuevas generaciones cada vez menos comprometidas con la “paciencia natural de la gota de agua que labra la roca”, pero más ritualizados con la velocidad y cantidad en el hacer (la sociedad diseñada exclusivamente para el consumo no se puede dar el lujo de perder el tiempo, todo debe estar en términos de coeficientes e indicadores o razones entre variables).  Para ser más gráficos, el drama contemporáneo consiste en que el estar bien y rápidamente informado no quiere decir que se logre mejor comunicación con el mundo y con el entorno inmediato.  La comprensión parece ser un estorbo que hay que eliminar porque obstaculiza la velocidad.

Todo lo que importa con prontitud es el punto de partida y de llegada. Todo lo ocurrido y contextualizado, los intervalos entre un antes y un después, es una lentitud, una perdedera de tiempo. LA VELOCIDAD no se percata del ser, de la palabra interior, de la vocación, de la paciencia y la contemplación. Aquí el aporte del filósofo coreano *B. Chul Han consiste en diferenciar el mundo de las emociones y el mundo de los sentimientos. El primero, es el mundo de la aceleración y poco sentido; el segundo requiere lentitud y contemplación para encontrar el sentido.

La facultad estética, contemplativa del ser humano como ser que habita y es habitado por el mundo del lenguaje, no podrá apartarse de la aventura, de la posibilidad del descubrimiento, del asombro por lo bello y maravilloso.  Esta facultad esencial y trascendente requiere el ritmo vital e irrepetible de “pulir un verso”.

Puede ahora pensarse que se esté asumiendo una actitud tecnófoba. Tal osadía no alcanza a vislumbrarse en estas notas. Muy por el contrario, se está llamando la atención para no caer en una especie de relación funcional con el sentido, casi prosaica, dicho de otra forma, la necesidad humana de comunicación en plena era de la velocidad informática han aumentado.  El lado amable consiste en disfrutar del mensaje en el mensaje mismo casi sin mediaciones. Ahora mismo estamos disfrutando en directo las imágenes que desde puntos remotos del universo nos envían los dispositivos electrónicos y de la Inteligencia Artificial.

Pero el lado obscuro puede consistir en una especie de sonambulismo mediático.  Los niños ante la soledad afectiva, se amamantan con la multitud de información y son felizmente cibernautas de una convivencia virtual en la cual son superhéroes de sus propias condenas, allí pueden sobrevivir virtualmente a la manera como lo dispongan las redes. El asunto es que el aterrizaje en el mundo real les cuesta tanto estupor, que son incapaces de afrontar una dificultad del diario vivir en los escenarios sociales de la construcción cultural humana, como los entornos afectivos de la familia y la escuela, por ejemplo.

El viejo refrán de que cada época tiene sus afanes, hace manifiesta la necesidad de una ecología de la información agenciada desde una pedagogía real y fáctica.  No basta estar bien y abundantemente informado y conectado a la red, se requiere además tener los pies en el espacio físico y real para intercambiar materia y espíritu.

Hoy los Piratas del ciberespacio pueden habitar el mundo virtual pero sus efectos son en el mundo real.  Un mundo real que cada vez se torna más ajeno y extraño a los ojos de la gente de carne y hueso.  Las flores naturales se pintan para semejarse al producto agenciado en la red. Pero tales flores virtuales ya son el parámetro para ver las flores de cualquier jardín o bosque en el mundo, muchos de cuyos paisajes ya no existen por la depredación humana.

Los actos de gobierno no se confirman en el impacto sociocultural de manera extensa y significativa, coherente con el bienestar común, sino en la velocidad de una encuesta que produce el algoritmo para justificar una imposición mayoritaria o estado de opinión. De este modo los peligros propios de UNA CONCIENCIA VIRTUAL se avecinan.  En poco tiempo, la conciencia real, la del convivio, la de las relaciones intersubjetivas espacio- temporales, esto es el antiguo concepto griego de Homus Político, habrá que certificarla en las Redes y sus imposiciones algorítmicas y no en las relaciones sociales, culturales y afectivas.

Cada vez más el mundo profesa la creencia de que la historia de la humanidad es creada en la red por cibernautas. La verdad, puesta en tela de juicio, es que en el afuera, en el mundo físico, en esa realidad de sentido, el último bastión de los uní y pluricelulares, esta siendo devastado por las guerras, el cambio climático y la conciencia virtual o nueva deificación de las relaciones humanas y de estas con su entorno natural.

Estos nuevos profetas indigestan los sentidos, sus inteligencias artificiales   seducen con los pregones vestidos de algoritmos para regir el mundo, señalar el destino, controlar el camino y orientar su éxtasis y aceleración a mundos imaginarios que han prometido riquezas en los propios templos humanos de la miseria y allí en esos huecos oscuros hacen brillar las apariencias, el huevo cósmico de lo inestable, donde nada permanece, solo fluidos de apariencias en busca de un cuerpo real.

Los mundos de la contemplación y la Gestación de la semilla, requieren volver a narrarnos como individuos singulares de sentimientos, luchas y carencias. La tira frigorífica de la felicidad estandarizada en la información y las redes, no pueden ser el paradigma que oriente el diario discurrir de las cotidianidades. La ritualidad de un abrazo y del encuentro para compartir y llenar de sentidos el vacío, no como fatalidad sino como trascendencia, se hacen fundantes de una nueva sensibilidad arraigada más en “El, aroma del tiempo” *y menos en la dictadura de las emociones.

Abracemos más la dificultad de la lentitud y los sentimientos y no el espejismo fácil del mundo de las emocionalidades que a velocidades fantasmales nos venden los nuevos proxenetas de felicidades virtuales.

  • *Byung-Chul Han, El aroma del tiempo, Un ensayo filosófico sobre el arte de demorarse, Herder Editorial, Barcelona 2015.

* Actor, dramaturgo, director de Teatro, Gestor Cultural, Mg. en Educación, Área de Cultura.

Ilustración tomada de Internet.

Manizales, octubre de 2023.