El pasado configura el presente y avizora el futuro

Eva García Sáenz de Urturi (VitoriaÁlava20 de agosto de 1972) es una novelista española, diplomada en Óptica y Optometría​ quien trabajó durante varios años en esa profesión. Su vocación como escritora surgió a sus catorce años, cuando su profesor de Literatura le encargó relatar sus experiencias en un diario. Siempre ha estado vinculada a la literatura y ha ganado varios premios de relatos con sus primeros escritos.

Para su primera novela publicada en 2012 La vieja familia investigó y escribió durante tres años, luego fue traducida vendida en Estados Unidos, Reino Unido  y Australia. Después de Los hijos de Adán y Pasaje a Tahití, en 2016 publicó El silencio de la ciudad blanca​ una novela negra desarrollada en Vitoria. En 2017 publicó Los ritos del agua, la segunda entrega de Trilogía de la ciudad blanca y en 2018 Los señores del tiempo. Tras el éxito el Ayuntamiento de Vitoria y el Gobierno Vasco han creado varias rutas literarias con los escenarios de las novelas. En 2019 se hizo una adaptación para cine de “El silencio de la ciudad blanca”.  En 2020 recibió el Premio Planeta con la novela Aquitania, uno de los más vendidos con doce grandes ediciones y catorce traducciones. También colabora con medios como El Cultural, Qué Leer, El País, El Mundo, ABC, Woman y Telva. 

Sus primeros relatos de corte histórico le fueron dando seguridad en su escritura y decidió cambiar su estilo por la investigación criminal, para lo cual tomó cursos que le permitieran ambientarse en la organización policial y en la psicología de los asesinos, le sirvió de apoyo para desarrollar su serie sobre El silencio de la ciudad blanca, en donde se presentan una serie de asesinatos rituales con un intervalo de años entre los primeros y los últimos, el mismo tiempo en que el presunto autor estuvo encarcelado.

Las muertes tenían muchos elementos simbólicos: aparecían desnudos, eran parejas de la misma edad y sexo diferente, desconocidos entre sí, tenían apellidos compuestos, se llevaban cinco años entre cada par de episodios. Cada uno posaba tiernamente su mano sobre la mejilla del otro. Primero fueron dos recién nacidos, luego dos niños de cinco años, después dos de diez años y finalmente una pareja de quince. Los sitios de hallazgo de las víctimas también igualmente emblemáticos y en cada escenario aparecían unas flores conocidas como eguzkilores, las flores del sol. Aparecían ubicadas entre sus cabezas y a ambos lados de sus pies. En la cultura vasca era un símbolo de protección que se colocaba en las puertas para evitar la entrada de las brujas y otros maleficios.

Por los extraños crímenes en la ciudad de Vitoria, el afamado arqueólogo Tasio Ortiz de Zárate fue apresado por el inspector Ignacio Ortiz de Zárate, su propio gemelo y luego condenado. Después de estar en prisión durante veinte años, espera salir de permiso y esto conmociona a todos. Lo temido, una pareja de veinte años aparece desnuda y muerta por picaduras de abeja en la garganta. Después, será encontrada otra pareja de veinticinco años, asesinados en la Casa del Cordón, un conocido edificio medieval.

Que un hermano encuentre pruebas irrefutables de que su gemelo es el asesino en serie más buscado y estudiado de la democracia, que él mismo tenga que dar la orden de detenerlo cuando hasta la fecha eran inseparables como siameses… Ignacio se convirtió en el hombre del año, un héroe a respetar, el que tuvo los arrestos de dar la cara y hacer lo que pocos haríamos: entregar a tu propia sangre a una vida entre rejas.

Para atender esta tragedia, pues por la zozobra creada y el terror suscitado es apenas un calificativo adecuado, se asignó el caso al inspector Unai López de Ayala —alias Kraken—, experto en perfiles criminales, quien tenía veinte años cuando se inicio la zaga de asesinatos simbólicos, y desde entonces se había motivado para prepararse a evitar nuevos crímenes por lo cual había ingresado a la policía. Sus métodos no convencionales y menos oficiales preocupan a su jefa, Alba, la subcomisaria con la que mantiene otro tipo de relación, poco ortodoxa. El tiempo corre en su contra y la amenaza acecha en cualquier rincón de la ciudad. ¿Quién será el siguiente?

Lo más extraño era que estando el incriminado aun en prisión, ¿cómo se había iniciado un nuevo ciclo terrorífico? ¿Tendría un cómplice y el preso seria el determinador? ¿Cómo a través de internet lograba comunicarse con quien quisiera sin contar con los recursos tecnológicos? En fin, una cantidad de interrogantes que surgieron cuando Tasio Ortiz de Zárate pidió hablar con Kraken, este era su apodo de adolescente y ¿Cómo logró averiguarlo habiendo estado esos veinte años en la cárcel?  El correo era corto pero contundente. Kraken: Tú y yo podemos formar un equipo y cazar al asesino. Ven a visitarme hoy mismo. Esto es urgente, y lo sabes. Va a seguir haciéndolo. Con todos mis respetos a tus métodos de investigación, Tasio. Después de visitarlo para tratar de establecer una extraña forma de colaboración, con lo que le dijo le creó más confusión de la que ya tenia

 —Verás, tengo una ventaja en la que ahora mismo tú no crees. Yo sé que no soy el inductor de este asesino, y yo sé que no fui el asesino hace veinte años, por lo que me voy a centrar en averiguar quién sí ha podido hacerlo. Tú, en cambio, me tienes por el culpable de la primera tanda de asesinatos, y ahora vas a tener que investigar mi círculo para descartarme o no como inductor de los que van a venir. Eso te va a consumir un  tiempo precioso, que, no lo dudes, va a ser aprovechado por el asesino.

En medio de la premura y el desespero por evitar nuevos episodios, los investigadores han ido cometiendo errores que darán tiempo al asesino suelto y seguro, por todas las falsas pistas que persiguen. Al papá de una de las víctimas, optómetra de profesión por la extraña reacción, casi indiferencia  ante ese asesinato, lo visitan en su establecimiento, lo interrogan y luego le hacen seguimiento a su camioneta en donde trata de deshacerse de ropa de su hija y papeles que resultan ser recortes de prensa de todos los asesinatos cometidos. Era solamente obsesión con el tema. Además de la reprimenda de los jefes quedaba no solo la frustración sino el desasosiego por el fracaso y el temor latente de la aparición de nuevas víctimas.

Luego vendría una confrontación de Kraken con Tasio en la que no solo se siembra la duda sino que se dan razones para ella.

— ¿Y si fue tu hermano, y fue él quien te tendió una trampa? Dime que no lo has pensado a lo largo de estos veinte años. Te hiciste criminólogo, te obsesionaste con el caso, te has pasado dos décadas en una celda analizando tramas, motivaciones, sospechosos, perfiles. ¿Cómo es que no estás tratando de persuadirme de lo más evidente? ¿No sería   normal que intentases hacer con él lo que él hizo contigo? ¿No sería normal que me   dijeses: «Fue él, me tenía envidia. Era policía, puso las pruebas, conocía los informes, los manipuló»?  Ignacio podía hacerlo, él lo tenía todo a su alcance. Todo para que parecieses tú. Dime que no lo amenazaste, dime que no le juraste venganza cuando salieses de la cárcel. Dime que Ignacio no debe tener miedo a que salgas ahora y os veáis las caras ahí fuera, sin cámaras, sin rejas.

 —Dime que no has pensado en que pueda ser él otra vez, que busca incriminarte precisamente ahora para que no salgas. Que encontrará la manera de que parezcas el inductor.

Al trabajar sobre esa hipótesis les permite ir acomodando los hechos, las circunstancias y las posibles motivaciones, pero van apareciendo cabos sueltos que van desbaratando lo que se creía resuelto. Solo una mirada escudriñadora al pasado, aun antes de haber nacido los hijos del poderoso industrial Javier Ortiz de Zárate, dueño de Ferrerías Alavesas, será el médico Álvaro Urbina quien evitará el suicidio de doña Blanca Díaz de Antoñana, prometida del industrial quien siendo solamente su prometido, ya ejercía sobre ella violencia. De ese encuentro con el médico nacería una relación más que entrañable y sería él mismo con su enfermera, quienes atenderían en febrero de 1971, su parto el cual desencadenaría toda esta tragedia.

 —Miren, hay… hay matrimonios que acogerían a este niño como propio, conozco uno en Izarra —susurró la enfermera—. No hablo de una adopción legal. Doctor Urbina, usted sabe que en la clínica a veces nos saltamos los protocolos, hay muchas situaciones que no se contemplan. Siempre hay madres solteras de buena familia que vienen a Urgencias después de disimular todo el embarazo, y no quieren que sus familias se enteren. En esos casos se los entregamos a matrimonios que están desesperados por tener hijos y Dios no   les ha concedido ese regalo. Yo sé de uno que está esperando nuestra llamada desde hace tiempo. El doctor Medina lo hacía desde siempre, y yo… ya saben: ver, oír y callar.          

El escudriñar el pasado nos permitirá conocer situaciones muy dolorosas, abandonos, humillaciones, violencia familiar, envidias, resquemores, ilusiones y decepciones que van configurando o deformando a las personas y ansias de surgir incluso sacrificando a otros para obtener lo usurpado.

En todo este largo proceso, la aparición de un hacker posibilitaría la comunicación con Kraken y el recaudo de algunas pruebas esclarecedoras. El paciente y minucioso estudio de todas las situaciones concomitantes con los primeros asesinatos, la nueva modalidad en los más recientes, el análisis de los rituales y la suspicacia de los investigadores llevaría a descubrir una dolorosa y terrible verdad, esto después de más muertos, insondables tropiezos y riesgos casi mortales. La tensión se mantiene en toda la lectura y el desenlace nos deja casi sin respiración al constatar que  todo acto puede trascender y traer consecuencias inesperadas como la narrada por esta genial escritora.

* Profesional en Filosofía y Letras Universidad de Caldas

El poder de la imaginación

Algo que definitivamente caracteriza al ser humano y así lo diferencia de los desarrollos tecnológicos, es la imaginación, con la cual se recrean otros mundos, se idealizan situaciones, se posibilitan todo tipo de opciones, y así logramos escapar de la rutina, vislumbrar otras posibilidades a lo establecido y en general gozar plenamente la vida.

Los grandes inventos se han logrado desarrollar cuando se echa a volar la imaginación y con reglas claras que rigen el universo se concretan esas ideas que nacieron de esas idealizaciones. Por eso los sueños y las utopías han sido tan importantes para el avance de la ciencia en todos sus ámbitos. Al respecto el escritor Claudio Magris sostiene: Utopía significa no rendirse a las cosas tal como son y luchar por las cosas, tal como deberían ser. Y qué decir de los escritores, verdaderos demiurgos que definitivamente son quienes nos posibilitan sustraernos del mundo real y ubicarnos en otro tan posible dentro de las reglas con que lo construyeron y que debemos aceptar para comprenderlo.

Así como los escritores nos ponen a disposición sus creaciones, también nos presentan a sus personajes con iguales capacidades de ensoñación e imaginación, que nos permiten así disfrutar esas historias que ponen a nuestro alcance. La imaginación no es atributo exclusivo de los niños, pero el asombro que produce en el ser que la utiliza, es aquello que vamos perdiendo con el paso del tiempo. El niño que llevamos dentro lo opacamos con la seriedad que creemos necesaria en el adulto por eso no solo hemos perdido la capacidad de asombro, sino el gozo de ser o sentirnos como niños.

Como todos los artefactos creados por el hombre son en sí inocuos, es el uso que les demos lo que los puede hacer benéficos o letales, imprescindibles u opcionales, útiles o perjudiciales, y así podríamos tener un amplio espectro de opuestos, pero es suficiente. El hombre siempre ha buscado expandir sus capacidades físicas e intelectuales y lo ha ido logrando con los artefactos que ha construido. A veces esos mismos dispositivos se convierten en apéndices de su cuerpo como si fueran cyborgs (“organismos biológicos que usan la tecnología para ampliar o mejorar sus capacidades, sentidos y formas de relacionarse con el mundo”). Es así como vemos a personas con audífonos, implantes en sus cuerpos y otro tipo de extravagancias, por ahora. No está lejos el día en que muchas personas logren reintegrarse a la sociedad, gracias al Neuralink, un chip para el cerebro que pueda suplir funciones perdidas por accidente, enfermedad o congénitas.

Hemos llegado a extremos tan perjudiciales con el desmedido uso de los celulares, que además del aislamiento en el que estamos inmersos, la dependencia de él nos hace no su amo, sino sus siervos, además de que ha sido usado indebidamente con los menores, irresponsablemente entregándoles uno para evitarnos conflictos o más cruel, para entretenerlos mientras hacemos otras cosas en lugar de estar con ellos. Al respecto en el diario La Patria el lector Orlando Salgado Ramirez, afirma: La naturaleza audiovisual de los niños los hace especialmente vulnerables, y convierte el celular en su juguete y pasatiempo predilecto. La vulnerabilidad en los infantes es mayor cuando los dispositivos son usados como señuelos para obtener de los padres el permiso para usarlos. Por sus compromisos laborales, madre y padre están sin energía para atender las necesidades emocionales de sus hijos y responder a sus preguntas y juegos.

Más impresionante es lo narrado por la columnista de El Tiempo, Yolanda Reyes, sobre la forma de entretener un bebé con melodías del celular o destellos de juegos de luces. Afirma en su columna  “Niña robot perdida en la pantalla”:

Aunque las neurociencias tienen cada vez más claros los efectos negativos de las pantallas durante los primeros años de vida, así como han revelado los peligros del   consumo alto de azúcar en los niños o de alcohol en el cerebro inmaduro de los adolescentes, todavía hay poca consciencia sobre lo que significa restringir el movimiento natural de los bebés y de los niños, para domesticarlos y pacificarlos con ese             sucedáneo de experiencia bidimensional que emiten las pantallas.

Este marco nos permite ubicarnos en el relato que nos brinda Adriana Villegas Botero (Manizales, 1974), escritora, columnista, periodista y abogada. Doctora en literatura de la Universidad Tecnológica de Pereira y magister en estudios políticos de la Universidad Javeriana. Recibió el premio Simón Bolívar de periodismo en 1999 por el cubrimiento de la noticia sobre el terremoto en el eje cafetero para el diario El Espectador. Autora de la novela El oído miope, el libro de cuentos El lugar de todos los muertos y su última creación Sakas.

Como ella misma lo dijo es un libro para niños, sobre todo para el que llevamos por dentro, ya que las reflexiones a las que nos lleva su lectura, nos implica a todos, pues somos responsables por acción u omisión del desbordamiento del uso de los celulares, que a veces se trata es de una simple manipulación.

Camila la protagonista es una niña de nueve años, estudiante de tercero elemental, a quien su padre le ha regalado un celular para poder hablar con ella todos los días, después de haberlos abandonado a su hermanito bebé y a su mamá. Será a través de su teléfono y a escondidas, como conocerá a Sakas una especie de fantasma de aquellos que se alimentan de flores para extraer de ellas los colores que les permitirán manifestar sus diferentes estados de ánimo.

Estos fantasmas viven en cada ser humano y los protegen, una especie de ángel guardián, y solo lo abandonarán cuando ese ser se enamore, pues ya será autosuficiente. Por medio de sus charlas, ella llega a entender un poco mejor cómo funciona el mundo, pues le ha dicho, por ejemplo, que para estar felices es necesario haber estado tristes, circunstancia que le permite conocer los contrastes y así apreciarlos.

El poco tiempo que le queda a su mamá, después de regresar de la oficina, se lo dedica al pequeño y Camila muchas veces, no solo se siente desplazada, sino ignorada. Encuentra refugio en su celular y lo que logra con él. Por eso, Sakas quien le había dicho que ellos solo habitaban los humanos, encontró muy razonable manifestarle: Yo tenía que haberme metido dentro de una persona pero entré en este aparato porque vi que en esta casa tu mamá, tu papá y tú lo trataban, como si fuera humano.   

Son tantas las metáforas y tan bellas, que en su lectura encontramos no solo placer, sino respuestas a tantas inquietudes sobre la crianza de los niños, pues aunque tratemos de acertar, muchas veces nos equivocamos, y mucho.

La experta  Elizabeth Ramírez Correa afirma en su artículo en La Patria, ¿Las redes sociales en el banquillo?, el pasado 24 de febrero:

Pienso que a los adultos ‘responsables’, les falta conciencia, conocimiento y habilidades digitales para la vida, la crianza y la educación. Ser papá o mamá implica ir al ritmo de la sociedad, y eso incluye la apropiación de los mínimos tecnológicos, para velar por el cuidado de los niños y los jóvenes. Sin duda, también es tema de reglas al interior de un hogar y acá el ejemplo, cuenta de manera preponderante. Desafortunadamente los    adultos vivimos hiperconectados, vamos a ritmos frenéticos, y estamos más pendientes de  lo que ocurre en la pantalla que en la vida real.

La imaginación de Camila viene a ser su más grata compañía, al permitirle recrear imágenes que le facilitan su interacción ante la ausencia de otra realidad, sus elucubraciones sobre el comportamiento de los humanos, proyectado en su amigo imaginario quien le da respuestas que ella misma ayudó a construir, constituye no solo una nueva realidad, para no llamarla virtual, sino también otro tipo de inteligencia, tal vez, como la artificial, o el desarrollo propio de su inteligencia en formación. Serán muchas ensoñaciones o más bien aproximaciones. De todas maneras, complejo.

Profesional en Filosofía y Letras Universidad de Caldas.

 

Amistad, pérdidas… venganza

Las palabras de tanto usarlas o mejor abusar de ellas pierden el impacto que se les quiso dar, hablamos de marginalidad, de miseria, de pobreza y no nos detenemos a pensar en las implicaciones que connotan. Esto nos lo explicita Gilmer Mesa en su vibrante relato La cuadra, con el cual inició su promisoria labor de escritor, además lo hizo sobre todo para exorcizar sus fantasmas que lo han acompañado desde la trágica muerte de su héroe, Alquivar, su hermano mayor, víctima de su propio destino, pues él mismo lo escogió.

La marginalidad además de sugerir el estar en los márgenes de algo y no en la periferia o en el centro, implica desventajas económicas, sociales y políticas. Puede ser efecto de prácticas explícitas de segregación o discriminación, que dejan, efectivamente, a grupos amplios de la población al margen del desarrollo social adecuado. En cuanto a la miseria, esta implica la pobreza extrema, o la desgracia o pena que padece una persona y este estado la lleva a una frustración permanente y a un no futuro.

Cuando leemos sobre las tragedias que han acompañado a esos seres marginales que han sido subyugados por las circunstancias y la ausencia del Estado, que han sufrido no solo privaciones, sino humillaciones, desplantes y falta de verdaderas oportunidades, nos hemos sobrecogido al ver tanta injusticia social, tanto desprecio por los seres humanos y tanta despreocupación por ese orden o mejor desorden social, pero no pasamos de ahí.

Gilmer Mesa (Medellín, 1978), nació en Aranjuez, barrio de la comuna 4 y ahí ha vivido siempre. Su barrio ha sufrido varias transformaciones, desde un sitio de desplazados de la violencia rural, luego un sitio marginal, después, en los noventa, una cantera de delincuentes en los aciagos años de la violencia que propició y protagonizó el llamado cartel de Medellín, hasta nuestros días, como un sitio muy pintoresco, ya incluido en el desarrollo socio económico requerido para su tranquilidad y prosperidad. A los pocos días de haber cumplido sus quince años, la pérdida de su hermano mayor, Alquivar, a pesar de saber cuál iba a ser su final, lo sumió en una depresión:

Por eso yo sabía la noticia antes de que tocaran la puerta, con ese saber que no se puede explicar ni enseñar, que solo la vida, el amor y la muerte se encargan de transmitir cuando se combinan y se confunden en una misma persona, en un mismo sentimiento, en un mismo sufrimiento o en una misma causa. … Ay, Dios mío, me mataron a mi muchacho…

Esa pérdida irreparable le sirvió de acicate para abandonar esa miserable vida, no por las carencias que implicaba, (pues, al contrario, era una de las formas de realizar los sueños) sino por la desgracia como se acaba, era como un código similar al que tenían los héroes griegos de morir jóvenes y en combate. Decidió otro camino y prefirió el estudio. Es licenciado en Filosofía y Letras y magíster en Literatura de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, de la cual es ahora profesor.

Todas las vivencias que tuvo en su infancia y adolescencia, ese despertar tan abrupto a la triste realidad, a esa despiadada pobreza, a esa indolencia de los gobiernos y a esa tenebrosa, pero real alternativa de progreso, serían los materiales con que construiría sus historias, que debía escribirlas para ahuyentar esos demonios internos y así realizar la catarsis necesaria para poder continuar, sin remordimientos ni culpas. Esa fue la génesis de su libro La cuadra, el cual sin mayores pretensiones lo envió en el 2015 al XII Concurso Nacional de Novela y Cuento, organizado por la Cámara de Comercio de Medellín y en el cual fue ganador.

El libro constituye además de un relato muy crudo, casi a veces brutal, un testimonio de una aciaga época en donde la vida era lo que menos valía, pues había otros valores superiores impuestos por una sociedad, por un lado, corrompida y por otro, indiferente, el dinero fácil y en cantidades asombrosas, lo cual era un imposible lograrlo, salvo las propuestas vigentes e impuestas por el cartel. Esto sedujo la juventud, amedrentó a sus padres y corrompió a la sociedad en todos sus estamentos, y por mucho tiempo acorraló a las autoridades.

El primer cambio fue de aspiraciones y perspectivas, pues hasta ese momento las ambiciones de los chicos se limitaban a tener un buen juguete o algo de dinero para un roca pastel y una gaseosa, pero esa época fue la de la avasallante invasión de los pillos y su forma de vida, con su derroche de dinero y su ostentación de valor y prestigio, auspiciada por el Cartel de Medellín a todos los barrios, y el nuestro fue          uno de los focos principales de exhibición de esa nueva y redituable profesión, lo que hizo que todos los niños y jóvenes de la cuadra y del barrio viraran hacia ese horizonte que proponían la esquina y la vida en el hampa, una existencia al límite, con mucho dinero y aparentemente fácil, en la que se premiaba justamente lo que la familia y la sociedad sancionaban, la rebeldía, la violencia y la temeridad…

 Así fue como perdieron la inocencia, que no sería además lo único que perderían, ya que este nuevo mundo que comenzaron a compartir, reconfiguraría muchos conceptos como el de familia, el de amistad, la lealtad, el mal y aparecerían nuevos códigos de ética, aquellas cosas imperdonables, como el irrespeto a la madre, la traición, la desobediencia, puesta a prueba para ingresar al grupo y que generalmente correspondía al primer asesinato de una interminable cadena que cada uno arrastraba.

Muchas veces una pérdida entrañaba la más encarnizada venganza que no se saciaba sino con otra pérdida mayor, como el caso de Sandrita, una jovencita en toda la flor de su belleza e inocencia, quien fue arrastrada con engaños por su novio Johan a una casa desocupada en donde una jauría de malandros la someterían a tal cantidad de vejámenes que en su vida olvidaría, ese era el llamado revolión. De esta asquerosidad le quedó a su novio una demencia que, primero la manifestó con un intento de suicidio y luego una esquizofrenia permanente. El mismo trato sufrió Claudia auspiciada por su novio Denis. De esa amargura de violación, además, le quedaría en sus entrañas un hijo, quien sería con el tiempo y su adoctrinamiento el encargado de vengar esa ignominia de afrenta.

Denis, el grande, salió desprevenido de su casa pasados cinco minutos después de las ocho de la mañana y ni siquiera notó que Denis, el niño, estaba a la zaga, encendió un cigarrillo y apenas tuvo tiempo de darle un pitazo cuando a su espalda escuchó la voz casi infantil que le decía: Esta va por mi mamá, perro hijueputa, mientras le descargaba el atabal del revólver en la cabeza y la espalda.

 El volverse hombres en un medio tan hostil y peligroso, fue muy duro, pero esa escuela formó a algunos, a otros los deformó y a la mayoría los desapareció:

 …la calle suplía con ardor la sed de aprendizaje y aventura propia de la edad, es en ella donde uno descubre las cosas esenciales para la existencia, la amistad a toda prueba, el amor correspondido, el desamor doloroso y sobre todo la viveza y la malicia para   enfrentar la ruda cotidianidad, es ahí donde se crean los códigos que se han de seguir el resto de los días y donde se le endurece el cuero para resistir los embates de la suerte y combatir o crear el propio destino.

 Pero lo más fácil ha sido satanizar esos muchachos de barriada sin implicar a los verdaderos culpables de ese infortunio, a los que medran a la sombra y son los principales beneficiarios de esa descomposición, los compradores de lo robado, los que mandan a matar, los que consumen lo ilegal, etc. no solo son la otra cara de la moneda, sino los generadores de esos males, además muchas veces, ni siquiera los considera como seres humanos que son:

 …el Estado nos estafa, los medios nos engañan, los dirigentes nos manipulan, la   sociedad nos desprecia, la justicia nos condena, la Iglesia nos reprueba y la vida nos mata, entonces se empieza a creer en supercherías y seducciones de personajes tan oscuros como sugerentes que saben endulzar la píldora para que el candoroso vea en su obrar la solución rápida a todos sus problemas. Eso explica de alguna manera el que este barrio, al igual que tantos otros de similares tesituras, hayan sido el caldo de cultivo ideal para los planes del cartel y que la mayoría de los jóvenes adolescentes y algunos mayores hayan optado por el crimen como forma de vida, o mejor sería decir, dado lo conciso de sus carreras, como forma de muerte.

 El narrador fue quien le tomó la foto al grupo de pequeños en una celebración de Halloween y por eso no apareció en la foto, eran los años de plena felicidad, de goce con lo más simple, en donde la amistad era tan sincera, desinteresada e inmaculada que hoy en día es difícil concebirla. Vendrían los turbulentos y tortuosos años de formación en los que cada uno participó tan activamente que ya de ellos no quedó sino la foto y la narración que implicó la revelación de ese rollo fotográfico que significó sus vidas y del cual logró sustraerse Gilmer Mesa.

Profesional en Filosofía y Letras Universidad de Caldas*

 

Ecos de la edición 55 del FITM 2023

Una de las grandes satisfacciones que nos dejó el año, fue el haber podido disfrutar de nuestro Festival de Internacional de Teatro que ya va en su edición 55. Todo esto con el esfuerzo conjunto de Octavio Arbeláez Tobón y su grupo técnico, logístico y administrativo, que nos permitió disfrutar de los grupos internacionales, nacionales y locales, quienes con sus representaciones de calle y de sala, nos mostraron lo mejor de sus creaciones.

La participación de los grupos de la ciudad, que ya tienen su reconocida trayectoria, nos han dejado muy satisfechos y auguran no solo su permanecía, sino su trascendencia, como ya lo vislumbramos. De dos de ellos he querido ocuparme en esta ocasión para cerrar con broche de oro su presentación en nuestro evento. Veamos.

El director y actor de teatro Leonardo Arias, uno de los fundadores del grupo Actores en escena, de nuestra ciudad, manifestó sobre su trabajo A lo largo de casi 30 años hemos logrado crear nuestro propio público a través de programas permanentes de funciones teatrales. Contamos actualmente con un significativo número de personas que siguen nuestra labor, la apoyan con su presencia, aunque aún falta mucho público por conquistar, se requiere que haya políticas públicas más definidas para que cada vez más se fortalezca el teatro de la ciudad.

Agrega que: el principal logro y a su vez el principal desafío es habernos sostenido en el tiempo con producción constante y presencia en la ciudad. Nuestras producciones en términos generales son obras de autor, nuestra línea de trabajo es el teatro naturalista, no obstante, hemos venido incursionando en propuestas de dramaturgia propia, producto de la investigación interna de nosotros como colectivo artístico.

Para este Festival Internacional de Teatro de Manizales en su versión 55, crearon una sinergia con el grupo TEATRO OFICINA CENTRAL DE LOS SUEÑOS- MEDELLÍN 25 AÑOS, el que completó veintinueve años de labores escénicas, y nos presentaron un monólogo interpretado por el propio Leonardo Arias, adaptado de la obra de Samuel Beckett, Krapp, la última cinta, escrita en 1958.

La fuerza actoral del protagonista, la ambientación del escenario, un estudio con un escritorio lleno de cintas grabadas y cajas de ellas sin abrir, con carretes de cintas sueltas en el suelo, una grabadora sobre el escritorio y nuestro personaje presto a su actuación.

El protagonista Krapp, que arriba a sus sesenta y nueve años, previendo los problemas que conlleva la vejez, entre ellos, uno de los más crueles como es el de la pérdida de la memoria, considera haber sido precavido al grabar constantemente sus más preciados recuerdos, utilizando una grabadora de cintas de audio. Las cataloga debidamente para poder localizar con precisión lo que desee escuchar. En esta ocasión ubica la grabación de treinta años atrás, y los recuerdos van aflorando, pero al escuchar su voz de hace tanto tiempo, primero no reconoce ese tono vital y menos esa forma de expresarse, se burla de él, le parece ridículo y trata de desconocer el personaje que fue. Esa pena al comprobar la dura realidad actual, el desgaste por el alcohol, el pasado con anhelos, el presente sin ilusiones y el futuro tan incierto, sabe que no puede tolerarlo sin un trago, y se lo sirve paladeándolo lentamente, mientras va rumiando sus recuerdos.

En la medida que avanza la cinta y escucha la narración de aquellos momentos memorables, al escuchar su descripción, la nostalgia lo va invadiendo, la soledad se acentúa y la tristeza aflora, es que fue mucho el tiempo que desperdició en tabernas oscuras y con mujeres de la calle que no le dejaron sino mal sabor y ahora, repugnancia. Los pocos instantes que supo disfrutar y logró plasmar, los escucha con fruición, y lo hacen avanzar rápido la cinta para no atormentarse con su recuerdo, pero luego retrocede para volver a deleitarse así sea ahora, solo con su propia narración.

Decide grabar las sensaciones actuales y alista la grabadora, comienza con firmeza, pero poco a poco se torna dubitativo, pues no encuentra nada importante que decir para luego recordar, solo banalidades, ya no es tiempo de hacer, sino de rememorar, el tiempo lo dejó pasar inexorablemente y no queda más que saborear el recuerdo, así sea con tristeza. Quita la cinta, retoma el carretel que escogió inicialmente y lo pone a rodar. Es que de todos los años vividos tal vez lo único rescatable está en esa cinta que con tanta decisión escogió desde el comienzo. Son ecos nostálgicos que lo conmueven en semejante soledad.

Definitivamente la vida es muy cruel, siempre pensamos que el goce vendrá, que el momento no es propicio para él, que mejor será en otra ocasión, y así vamos dejando correr el tiempo, sin atrevernos a gozar y cuando ya nos decidimos, se nos ha pasado la oportunidad o las personas ya no están, o de verdad las circunstancias no son propicias, así, solo nos queda el recuerdo de lo que pudo haber sido y no fuimos capaces de concretar. Nos quedarán solo algunos pasajes dignos de rescatar, que además si fueron tan vívidos, no hubiéramos necesitado registrarlos y menos revivirlos. Terrible nostalgia.

Ahora, veamos sobre el otro grupo y la insensibilidad.

En una época de incertidumbre como la que estamos viviendo, en donde los desarrollos tecnológicos nos asombran y a la vez nos atemorizan, pues vemos desplazadas muchas de las tareas que, aunque rutinarias y repetitivas requieren del soporte humano, así sea para corroborar su correcta ejecución, o para resolver los imprevistos no contemplados, en donde lo solo imaginado se va concretando, donde los saberes ya los alcanzamos con tanta facilidad, sin las bibliotecas, los textos especializados, los doctos en ciencias, etc., que consideramos casi como obsoletos, pues con el celular suplimos tantas inquietudes con rápidas búsquedas en enciclopedias virtuales, o medios de comunicación objetivos, en donde, la posibilidad de comunicarnos a distancia con los demás, ha cambiado la privacidad por la colectividad, las relaciones personales por las amistades virtuales, los deseos, por necesidades, las apariencias, por realidades, y un largo etc.

Es con esta óptica que el grupo X2–TEATRO, con su director Giovanny Largo, nos presenta su obra Los ojos del amor envueltos en un pañuelo, en la cual, con una buena ambientación y adecuados recursos, nos ubica en una época remota donde los sentimientos, el pesimismo, los recuerdos y otros valores humanos han sido o proscritos o erradicados. Una mirada futurista. Tanta insensibilidad presenta en sus personajes, que aunque están en el último día de la creación, este sea una celebración, aparentemente solo los inquieta el saber si hoy es martes o jueves.

Su director, Giovanny Largo, ha manifestado sobre el trabajo grupal: Contamos con la aceptación de nuestras propuestas por parte del público manizaleño, del público nacional e internacional, porque hemos definido nuestro trabajo desde la exploración escénica de diferentes lenguajes y temáticas alrededor del universo cognitivo. Interpretamos nuestro teatro como el desarrollo de los sentidos a través de las artes escénicas. En esta etapa del trabajo de X2- TEATRO, estamos muy interesados en el desarrollo de nuestra dramaturgia en tres posiciones, en tres esquemas de trabajo, uno es el teatro callejero, teatro en espacios no convencionales y el teatro de sala,  Con relación a ese propósito, hemos desarrollado nuestras habilidades narrativas.

Los personajes, dos hombres y dos mujeres, se rigen por los reglamentos y las normas codificadas y accesibles al instante por medio de pantallas táctiles, por eso la memoria y los recuerdos no hacen falta, el criterio ya no prima, todas las posibilidades han sido consideradas y los patrones a seguir son rigurosos. La comunicación es permanente, las cámaras de vigilancia ubicuas, para anticipar comportamientos indebidos o posiciones amenazantes, para que la tranquilidad y seguridad alcanzadas no sufran disturbios. De esa manera prima lo colectivo sobre lo individual y las personas no cuentan salvo cuando se identifican con otros para formar grupos y así lograrse un mejor control, como en el caso de la neutralización de los pesimistas.

Como los sentimientos fueron proscritos, mas no del todo extrañados, solo reprimidos, aterran los comportamientos que los incluyen, como conservar un puñado de tierra de la patria extinguida y conmoverse con ello, o mantener eso si muy escondida una bandera del país amado y recordado, o el mayor pecado, pues el amor fue obligadamente olvidado, mantener como un talismán, Los ojos del amor envueltos en un pañuelo. Y totalmente reprobable entonar una bella canción, bailar cadenciosamente o juntar un cuerpo con otro, tratando de buscar una sensación o más bien una ilusión perdida. El llorar, ante la impotencia de lo inevitable no puede ser expresado desde el alma, constituye una traición a quienes han trabajado tanto para superar los caprichos de la naturaleza con tecnología, y la han así domesticado.

Cuando están a instantes del colapso final y luego de que cada uno fue mostrando sus escondidas debilidades, que les permitían un verdadero disfrute,  así fuera solo con la imaginación, proponen como acto final una orgía y tras de precisar en qué consistía pues era algo también olvidado o innecesario por la fecundación en laboratorio, además causante de castigo ejemplar a quien incurriera en otro método, como en el caso de una de las protagonistas a quien le fue arrebatada su criatura concebida con amor, pues sería el hombre nuevo. A propósito, aseveró que cuando le quitaron a su hijo, le arrebataron también el miedo.

La última propuesta fue concretada pero para realizar una orgia intelectual, lo más sublime que pueden hacer los seres humanos a través de su intelecto, como la ilusión de un sueño y la concreción del mismo, el mundo de las ideas. A través de la expresión de las ideas internas, de los razonamientos lógicos elaborados con conocimiento y rigor, y la discusión con los otros, es la forma en que se logra construir la verdad escondida entre lo que pienso y sé, y lo que piensan y saben los demás. Es válido hasta para la solución de conflictos.

* Profesional en Filosofía y Letras Universidad de Caldas.

 

 

La sensibilidad a flor de piel

El escritor japonés Yasunari Kawabata (Kawabata Yasunari, (Osaka, 11 de junio de 1899 – Zushi, 16 de abril de 1972) al lado de otros grandes como Ryūnosuke AkutagawaJun’ichirō TanizakiOsamu Dazai y Yukio Mishima, de quien fue amigo y mentor, se constituye en uno de los más representativos exponentes de la actual literatura japonesa, además de haber sido el primer japonés que obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1968. Su padre quien fuera médico, constituyó una familia moderna acomodada. A los cuatro años de edad quedó huérfano, por lo cual fue enviado a vivir con sus abuelos paternos, a su hermana mayor la volvería a ver cuando la niña ya tenía diez años y al año siguiente, murió. Su abuela faltó en 1906 y su abuelo ciego, en 1914, cuando Yasunari contaba con aproximadamente quince años.

En 1920 ingresó a la Universidad de Tokio a cursar la carrera de literatura en lengua inglesa, y un año después se cambió a la de literatura japonesa. Mientras cursaba la Universidad, revivió la revista literaria Shinjichō donde publicó algunos de sus trabajos, con lo que se abrió camino en el mundo literario. Concluyó sus estudios universitarios en 1924. Se lanzó como escritor con uno de los relatos más perdurables y seductores de la literatura japonesa moderna al publicarse La bailarina de Izu en 1927, luego vendría La pandilla de Asakusa, en 1930, alcanzando la consagración en Japón diez años más tarde con País de nieve.  En 1961 publicó otra de sus obras maestras: La casa de las bellas durmientes, en 1962 Kioto y en 1965 una de sus obras más inquietantes y profundas sobre la condición del amor, el desamor y la venganza: Lo bello y lo triste. Así es como  nos entrega una obra llena de vigor, hermosura, sencillez y novedad.

En 1961 su amigo y también escritor Yukio Mishima,  envió una carta a la Academia Sueca para recomendar a su maestro Yasunari Kawabata al Premio Nobel de Literatura, en la cual resaltaba:

«Las obras de Kawabata unen la delicadeza con el vigor, la elegancia con la conciencia de los más bajo de la naturaleza humana; su claridad encierra una insoldable tristeza. Son modernas aunque directamente inspiradas en la filosofía solitaria de los monjes del Japón Medieval. La manera en que el escritor elige sus palabras demuestra qué sutileza, qué grado de estremecedora sensibilidad puede alcanzar la lengua japonesa; su estilo único, con una agilidad infalible, es capaz de ir directo al corazón de un hombre para expresar su sustancia, ya se trate de la inocencia de una jovencita o de la horrorosa misantropía del anciano. Una concisión extrema –la concisión cargada de sentido de los simbolistas- se instala en obras cortas que, a pesar de su brevedad, engloban todos los aspectos de la naturaleza humana».

Agregaba que para los escritores del Japón moderno era compleja la situación entre la fuerte tradición y las nuevas posibilidades, pero que Kawabata había logrado una síntesis que conjugaba ambos aspectos con la cual desarrollaba su obra, la cual desde su juventud había tenido como obsesiones, el tema de la soledad del hombre y la belleza en las diversas manifestaciones, ya sea en la naturaleza o en las relaciones interpersonales, de amistad o de amor. Allí afirmaba: el contraste entre la soledad fundamental del hombre  y la inalterable belleza que se aprehende intermitentemente en las fulguraciones del amor, como un rayo que de pronto pudiera revelar, en el corazón de la noche, las ramas de un árbol en plena floración. Sería en 1968 cuando por primera vez, un japonés, recibiría el premio Nobel “por su maestría narrativa, que expresa con gran sensibilidad la esencia de la mente japonesa”.

En un emotivo discurso lleno de lirismo, tradición, bellas descripciones, amor por la naturaleza y sus manifestaciones y con un reconocimiento por la labor de los traductores quienes han permitido por su trabajo el acceso a esas obras, manifestó:

Cuando vemos la belleza de la nieve, cuando vemos la belleza de la luna llena, cuando vemos la belleza de los cerezos en flor; es decir, cuando somos acariciados y despertados por el esplendor de las cuatro estaciones, es cuando más pensamos en quienes amamos, y deseamos compartir con ellos ese placer. La emoción ante lo bello despierta fuertes sentimientos de amistad, deseos de compañía, y el término camarada puede tomarse en el sentido de ser humano. La nieve, la luna, las flores, palabras que expresan el sucederse de las estaciones, abarcan en la tradición japonesa la belleza de las montañas y de los ríos, de las plantas y de los árboles, todas las innumerables manifestaciones tanto de la naturaleza como de los sentimientos humanos.

 Ese espíritu, ese sentir hacia los amigos que despierta la nieve, la luz de la luna, las flores, es también fundamental para la ceremonia del té, que es una unión en el sentimiento, una reunión de amigos en una estación agradable.

Estamos frente a un escritor que aborda la realidad a través de todos los sentidos y logra transmitir magistralmente las sensaciones que le producen ese contacto, como el pintor con su trazo seguro y creador, este artista lo hace describiendo igualmente con sus narraciones, resaltando y exaltando el anhelado deseo, pero haciendo más énfasis en el deseo que en la concreción del mismo, acrecentado por la demora, el aplazamiento y la dificultad del logro.

Tenía una gran devoción por la belleza, la soledad, el abandono y el desamparo. Esta obsesión la tuvo desde niño cuando se fue quedando paulatinamente solo por la desaparición de sus seres más cercanos y la tristeza se fue acentuando con el tiempo y la única manera de exorcizarla fue a través de la escritura. Su forma de narrar concisa y precisa, siempre tras la búsqueda de los detalles de belleza y los sublimes momentos en que esta aparece. Aunque la riqueza de las descripciones deja satisfecho al lector, de igual forma exige de él completar la narración pues es  a través de los silencios, la ausencia de enunciados, las omisiones, los simbolismos, las suposiciones y los vacíos, como le gusta al escritor mostrar su obra. Éste calla, bien por evitar escenas terribles o por mantener el interés en la lectura, así capta toda la atención del lector quien deberá con su interpretación cerrar el círculo. El relato corre como el agua en un manantial y de pronto aparece una tormenta.

En muchos de sus libros se destaca la obsesión por el paso del tiempo y el arribo de la vejez que conduce a la decadencia y a la fealdad, también aparece en forma recurrente la sensualidad, el erotismo, el placer de lo prohibido, la violencia, la muerte, la admiración por la belleza y todo esto girando alrededor de la mujer como personaje central.

Miremos en algunas de sus obras como encontramos lo anterior. En su primer libro La bailarina de Izu escrito cuando tenía veintiocho años narra como un estudiante de veinte años encuentra en una caravana itinerante un grupo de artistas que van de localidad en localidad presentando su espectáculo y con ellos viaja una hermosa joven que aparenta unos diecisiete años, de la cual queda prendado y decide tener una relación con ella, por lo cual y con mucha ilusión, se une al grupo. Ese deseo y esa ilusión son confrontados con la realidad y ese amor idealizado se hace inalcanzable.

 De pronto, una mujer desnuda salió corriendo desde el fondo de la oscura casa de baños. Se quedó en el límite de los vestuarios como si pudiera bajar volando al arroyo. Gritaba con los brazos extendidos. Estaba completamente desnuda, sin siquiera una toalla. Era la bailarina. Cuando observé su blanco cuerpo, las piernas estiradas, de pie como una joven paulonia, sentí que por mi corazón fluía agua pura. Lancé un suspiro de alivio y reí en voz alta. Es una niña… una niña que puede correr desnuda a plena luz del día, sobrecogida  por la alegría al encontrarme, alta en puntas de pie.

La primera vez que la vio estaba ataviada, maquillada y peinada como una joven mayor y por error, él la había visualizado y aceptado como tal, pero eso fue muy costoso para su deseo pues ya no sería la joven de sus sueños, sino la niña de sus juegos y así la aceptó, pero ganó con ello su admiración y confianza, pues ella le manifestó: –Es realmente agradable. Es bueno tener a una persona tan agradable cerca. El intercambio de palabras tenía reminiscencias de simplicidad y franqueza. La suya era la voz de una niña expresando sus sentimientos sin la menor censura.

 Cuando se separó del grupo para continuar su viaje de vacaciones, con solo acordarse de su ilusión perdida por su malentendido expresó : dejé que mis lágrimas corrieran sin restricción. Mi cabeza se había convertido en agua pura, agua que caía gota a gota. Era una sensación dulce y placentera, como si nada fuera a quedar.

La pérdida temprana de sus familiares, la exigencia de sus estudios y su forma de ser, lo convirtieron en un ser solitario, quien a través de su obra presentaba no solo sus recuerdos sino sus desafectos, sus carencias de amor verdadero, sus frustraciones, temores, angustias y otros rasgos que hicieron se conociera como “el maestro de la desilusión”. Tal vez por eso pudo haber tratado de vislumbrar cuarenta años después lo que pudo haber sido ese primer fallido amor y lo expresó en su libro Lo bello y lo triste.

Oki, un escritor de veintiséis años, recién casado con su pareja Fumiko de veintidós y quien acaba de dar a luz su primer hijo, tiene como amante una joven Otoko, de quince quien está locamente enamorada de él y a pesar de su corta edad le da claras muestras de ese amor cuando le dice:

 —Tú eres de los que siempre se preocupan por lo que pueden pensar los demás, ¿no? Deberías ser más audaz. —Me parece que soy bastante desvergonzado. ¿Qué me dices de esta situación? —No. No hablo de nosotros —dijo ella e hizo una pausa—. Me refiero a todo… Deberías ser más tú mismo. Al no encontrar respuesta, Oki había reflexionado sobre sí mismo. Mucho tiempo después, las palabras de la muchacha continuaban grabadas en su mente. Sentía que aquella criatura veía con extrema claridad su carácter y su vida, porque lo amaba. En lo sucesivo había accedido a su propia voluntad con harta frecuencia, pero cada vez que comenzaba a preocuparse por la opinión de los demás recordaba las palabras de Otoko.

La situación se complica cuando Otoko  a sus dieciséis y en su séptimo mes de embarazo pierde a su niña, a la cual nunca llegó a conocer.

¿Acaso la madre de Otoko, y hasta el propio Oki, no habían deseado en secreto que la criatura no llegara a ver la luz del día? Otoko había sido internada en una clínica sórdida y pequeña de las afueras de Tokio. Oki sintió un súbito y agudo dolor al pensar que la vida de la criatura podía haberse salvado de estar bien atendida en un buen hospital. Él sólo la había llevado a la clínica; la madre no se había sentido con fuerzas para acompañarlos. El médico era un hombre maduro, de rostro congestionado por el alcohol.

Esta tragedia desencadenaría la tentativa de suicidio de la joven y luego el internamiento varios meses en una clínica de reposo, después de lo cual su madre viajaría a establecerse con ella en Kioto, abandonada a su suerte por ese irresponsable amante, a quien nunca dejó de querer.

Los remordimientos no tardaron en aparecer pero como única forma de exorcizarlos, Oki decide escribir esa historia en una novela Una chica de dieciséis. Como Fumiko, su esposa era desde antes de casados, quien le trascribía en mecanografía sus manuscritos, nunca creyó que era otra ficción como en otros casos. El éxito de su libro no solo por lo extraño de la apasionada relación sino por lo miserable del abandono, fue asombroso y así logró gran difusión. Lo curioso es el recurso de Kawabata en introducir en su narración, otro libro, reivindicando la heroína de su relato.

Los recuerdos lo seguían atormentando, los interrogantes lo laceraban, la curiosidad por conocer la situación actual y el desenlace de lo que no supo afrontar como hombre, el querer desentrañar una relación ya superada, sin poderse librar de sus propios remordimientos y las dudas y  temores lo condujeron a buscar veinte años después, su antiguo amor. Esa introspección que le permitió mirarse interna y profundamente y esa retrospección que lo condujo a revaluar la forma como irresponsablemente había afrontado esa situación, serian esta vez su perdición. Ella  ya con cuarenta años se había convertido en una pintora famosa, vivía con la joven Keiko, su discípula de veinte años, voluptuosa, amoral y que ansiaba cobrar el abandono y la humillación hecha a su mentora. Lo que Oki no advirtió fue la sutileza y la forma de llegar la tragedia, de nuevo a su familia. Es que del amor al odio hay un paso, que lo puede concretar la venganza.

Volviendo al discurso de aceptación del Nobel, decía Kawabata: “En mi ensayo La visión en los últimos momentos digo: Por muy desencantado que se pueda estar del mundo, el suicidio no es una forma de iluminación; por muy admirable que sea, el hombre que se suicida está lejos del reino de la santidad. Yo no admiro ni estoy de acuerdo con el suicidio. Tuve otro amigo que murió joven, un pintor vanguardista. También pensó en el suicidio en los últimos años, y sobre éste escribí en el mismo ensayo lo siguiente: Parece que ha dicho una y otra vez que no hay arte superior a la muerte, que morir es vivir.” Para él, nacido en un templo budista y educado en una escuela budista, el concepto de muerte era muy diferente al occidental. De aquéllos que reflexionan, ¿quién no habrá pensado alguna vez en el suicidio?

Pero como todo lo categórico es circunstancial, acongojado, enfermo, solitario y triste por la muerte de su amigo Yukio Mishima, quien lo había definido como un “viajero perpetuo”, se suicidó en un pequeño apartamento a orillas del mar, se cree que inhalando gas.

A diferencia de otros escritores, Kawabata no se sirvió de la poesía, pero sí de la concisión y precisión de la misma para poder con su prosa captar esos instantes decisivos en una escena, en un recóndito sentimiento, en una acción poco común y en un personaje excepcional, allí estaban sus palabras para capturar esos momentos de belleza, incertidumbre y expectación, al igual que sus silencios que daban mas información de la que pretendía ocultar, ¡que maestría!

* Profesional en Filosofía y Letras  Universidad de Caldas.

 

 

Ingenio incomprendido

Antonio Caballero Holguín (Bogotá15 de mayo de 194510 de septiembre de 2021) ​ fue un escritor, periodista y caricaturista colombiano. Su padre, Eduardo Caballero Calderón, conocido como “Swann“​ era un prestigioso escritor y periodista. Fueron sus hermanos, el pintor Luis Caballero Holguín y la escritora Beatriz Caballero Holguín. Durante los años 1950, a raíz del cierre del diario El Tiempo, donde laboraba su padre, vivió entre España y Colombia. Estudió en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, y después en el Gimnasio Moderno donde terminó su bachillerato. Comenzó su carrera de Derecho en la Universidad del Rosario y luego se trasladó a París donde continuó sus estudios en Ciencia Política, abandonando así la práctica del Derecho.

En su estadía allí pudo vivir la revuelta estudiantil del mayo de 1968 que mostró una juventud aguerrida, ambiciosa y decidida a cambiar el orden establecido. El caos formado por las revueltas hizo que cerraran la facultad en donde estudiaba y tuvo que regresar. Poco después volvió a Europa, se instaló en Londres donde se inició como redactor para la BBC de Londres y la revista The Economist. En Madrid también laboró para la revista Cambio 16 hasta 1975. De nuevo en Colombia se vinculó a la revista Alternativa, fundada en 1974, de carácter contestatario, independiente y de oposición al establecimiento. Permaneció como jefe de redacción y corresponsal internacional hasta su última publicación. En los ochenta sería columnista de El Espectador. En 1996 regresó a la revista Semana como columnista y caricaturista. A finales de 2020 renunció para unirse al canal  digital Los Danieles, hasta su muerte.

En el ámbito de la crítica de arte, la obra de Caballero fue recogida en Paisajes con Figuras, de 1997 y reeditada en 2009. Como taurino fue uno de los principales cronistas y defensores de la fiesta brava. En este ámbito publicó Los Siete Pilares del Toreo (2003) y Torero en el  Sillón (2010).  En el 2018 el Ministerio de Cultura, con la Biblioteca Nacional de Colombia, publicaron Historia de Colombia y sus oligarquías novedoso texto elaborado e ilustrado por Caballero.

En 1984 cuando nuestro escritor tenia treintainueve años, sería publicada su novela Sin remedio, en donde nos muestra en caleidoscopio, como transcurría la vida en la fría Bogotá, no es una radiografía pues no solo se explaya en relatos de acontecimientos que a veces parecen anodinos, pero que luego en el contexto se ven esclarecedores, sino que desde lo físico, lo social y lo económico nos realiza una inmersión tan real, que muchas veces sentimos una preocupación personal por lo acaecido que nos impele a continuar la lectura hasta encontrar solaz con las salidas ingeniosas que nos ha preparado. El inesperado desenlace lo ha sabido organizar con todos sus elementos en las quinientas quince páginas de su creación.

Su disfrute nos plantea un ejercicio que implica traer al presente los precios que menciona para cubrir algunos gastos como una cena elegante, el desayuno típico de un enguayabado, el valor de una carrera en taxi, la cantidad que nuestro personaje le solicita periódicamente a su madre, etc., además comprender la dificultad de la comunicación en un tiempo en donde solo se tenía el servicio telefónico residencial y el servicio público de los aparatos monederos, en fin meternos en la narración para un máximo disfrute. Por lo demás tiene el merito de describir no solo los ambientes de la oligarquía criolla, sino los sombríos bares ordinarios, los lupanares de un poco mas de categoría y los extraños clubes en donde se esconden algunos pecados que no admiten la luz pública, sino la locura de la noche.

El personaje central Ignacio Escobar de treinta y un años, empedernido solterón dedicado según él a la poesía y sus dificultades para realizarla, mientras realmente está inmerso en el ocio remunerado, por el soporte económico, como hijo único, brindado por su mamá, alta representante de la oligarquía bogotana, viuda de un diplomático con el cual aprendió a disfrutar la vida y luego a establecer en su residencia una especie de salón cultural en el que medraban no solo sus familiares cercanos sino su cardiólogo, Monseñor Boterito Jaramillo, su consejero espiritual, y otros vividores que no faltaban todas las tardes a la cita con almuerzo incluido y licores finos a mares. Su vida de ocio navega entre guayabo y guayabo.

Pasaba días entero durmiendo soñando vagos sueños, sueños de sorda angustia persecuciones lentas y repetidas por patios de cemento encharcado de lluvia. Fina lo despertaba, le daba de comer, lo dejaba dormir lo olvidaba en su sueño: a veces insistía en darle vitamina, como si fuera eso. Había dejado de sentir, de esperar de hacer planes de pensar cosas complicadas, con incógnitas. A veces todavía -pero era por inercia- se le seguía viniendo a la cabeza algún poema. La forma debe reflejar el contenido. Sí, pero para qué.

Escobar atenido como siempre ha encontrado en sus amantes o novias una prolongación de su mamá quien le sabe alcahuetear todos sus caprichos, por lo cual más que como desahogo sexual las ha tenido como apoyo material ante su manifiesta inutilidad para valerse por sí mismo. Como la última compañera Fina, lo acaba de abandonar por no ser condescendiente con el hecho de tener con ella un hijo, aunque él en el fondo no lo hace más que por no tener una verdadera responsabilidad. Su vida se había reducido a comer regular, beber demasiado y fumar cigarrillos, marihuana y a falta de estos no tenia problema con aceptar cocaína o cualquier substituto. Inexplicablemente cree que sus versiones sobre las llegadas al amanecer suenan creíbles y por eso abusaba de la confianza y paciencia de ella y se escuda en su cinismo.

¿Qué iba a decirle Fina? Mi amor, se me hizo tarde. No: era culpa de Fina. Dejar que Fina se hiciera cargo de su cuerpo y su alma rendidos de cansancio, beber agua por litros, lavarse el olor perfumado del cuerpo de Cecilia, dormir. Despertar muchas horas más tarde con todo listo y  limpio, con los dedos frescos de Fina sobre sus ojos febricitantes de guayabo. Se hizo tarde, mi amor, y no había taxis. Me encontré unos poetas en un bar, El Amparo, El Refugio, El Oasis, y después maté a uno.  Eso: maté a un hombre, y después, tú ya sabes, la policía, etcétera. ¿Qué a qué huelo? Ah, sí: a puta, mi amor. Es que me metieron en una celda con putas, en la  comisaría.

Siempre tendría a la mano la excusa perfecta para no comprometerse, bien fuera la falta de tiempo para acudir a una cita o a una visita, un ineludible compromiso previo, una molestia pasajera, por no decirle guayabo, etc. A su tío Foción dueño de un banco, como lo conocían ya no sabía que aducirle para rechazarle la oferta de un puesto que cada vez que se lo encontraba se lo ofrecía además por que como el mismo decía necesitaba alguien de la familia que continuara al frente. Siempre que le tocaba encarar la realidad así fuera para prepararse su propia comida en ausencia de su compañera, sostenía: La libertad no consiste en pasarse la vida solo y desesperado, cocinando espaguetis, lavando platos, fregando ollas, restregando sartenes, la libertad debe ser un festín en el que corran todos los vinos, en el que se abran toso los corazones. No esta mierda.

Uno de sus amigo, Federico, casado con Ana María, se le dio por volverse escultor comprometido y lo sostenía aduciendo que era su forma de participar en la necesaria revolución que pregonaba el comunismo, del cual también estaba contagiada su sobrina Patricia hija del banquero, quien andaba comprometida con un líder anarco quien tenía como fama conquistar chicas con su discurso de rebelión y luego pasarlas por las armas, teóricamente. Ese tipo de esnobismo de acercamiento de la juventud, así sea de clase privilegiada, con las bases ha existido siempre, sobre todo en las universidades públicas. Sería Federico quien lo invitaría a una reunión clandestina con unos extraños personajes, eso sí activistas puros y duros quienes lo incluirían por error, (pues lo confundieron con Ignacio Alvarado otro poeta, activista) en su Frente amplio cultural. Cuando se dieron cuenta consideraron que él también les podría servir para componer un manifiesto poético comprometedor y que abarcara en él todo el reflejo de las contradicciones en que se vivía y el porque del necesario cambio.  

Creyó así encontrar su redención y un motivo para salir de ese lodazal en que estaba inmerso y lo peor era que no le estorbaba, solo con la visita de su sobrina Patricia a su apartamento pudo darse cuenta de ello. Miró e1 viejo desorden: los ceniceros rebosantes de colillas, los platos y las tazas los fragmentos de frutas oxidadas, el aroma marchito de las flores en agua corrompida el reguero de papeles escritos arrugados arrinconados en el piso. Era una suciedad de cosas limpias: flores, poemas frutas.

Sus recorridos diurnos y nocturnos por la ciudad, sus visitas así fueran esporádicas donde su mamá y el contacto allí con sus refinados invitados, su presencia en elegantes restaurantes y sombrías cafeterías, sus compinches de farras, rascas y trabas, en fin el conocimiento del ser humano, sus alcances y limitaciones, sus temores y desafíos, sus seguridades y miedos serían el material exquisito para componer el trabajo de su vida.

Escribió todo el día deteniéndose a veces para afilar el lápiz o para meter la cabeza bajo el chorro de agua de la ducha. Poco a poco iba viendo más claro lo que quería decir y lo que quería decir era un poema que iba saliendo poco a poco de sí mismo como si se sacudiera todo el fango superfluo que deja el paso por la noche del caos. Iba saliendo con más serenidad que la noche anterior. Aunque también -notaba a veces con temor- se iba reduciendo bastante. Temía que a fuerza de despojarse de todo lo superfluo se le quedara en nada, en una sola línea un solo verso.

Después de concluido se pudo dar cuenta de todas las capacidades intelectuales que tenía y se maravilló de su creación, no solo era un poema comprometido sino que además contenía en sí mismo la gran justificación del cambio, pero creería uno de su propio cambio, pero ahí la disculpa se cumplió, no tuvo más tiempo. Esa inmersión intelectual, ese descubrimiento de lo que llevamos tan en nosotros y que quizá no hemos ni encontrado, ni sabido aprovechar, sería el compendio personal de ese Manifiesto, no cultural, sino intelectual y personal. ¿Será que nos atrevemos a hacer nuestra propia inmersión?

Profesional en Filosofía y Letras Universidad de Caldas. *

 

Tenebrosa creación

Con la clonación, la fertilización in vitro, los transgénicos, los trasplantes de órganos, los injertos de tejidos, todos los demás avances tecnológicos y científicos, y los experimentos con humanos de hoy en día, sistematizados con la inteligencia artificial y sincronizados con el mundo virtual, el jugar a creadores de especies humanas, no se ve tan extraño como en el siglo XIX, cuando lo vislumbró una gran escritora visionaria, quien se atrevió a plasmarlo.

Estos planteamientos los aterrizó la compañía teatral Viajeinmóvil de Chile, creada en el año 2006, y en esta oportunidad nos presenta una adaptación de la novela Frankenstein, o el moderno Prometeo, historia escrita a sus diecinueve años por Mary Shelley y publicada en 1818.

Con una escenografía que consta básicamente de un biombo que permite actuar a un intérprete y cinco marionetas que simulan personajes en varias escenas, un mueble que puede servir de mesa de operaciones o depósito de desechos o partes humanas, y un adecuado juego de luces acompañadas de vapores que pueden ser nauseabundos o aromas deliciosos,  es todo, para que un actor y manipulador de marionetas logren esta creación.

La historia comienza en un laboratorio en donde Víctor, el científico escribe a su prometida Elizabeth explicándole el porqué de su ausencia, pues debe aplazar su viaje hasta concluir un trascendental experimento, con el que pretende cambiar el concepto de la muerte, pero no entra en detalles. Se trata de reconstruir seres humanos con partes útiles de diferentes cadáveres. Lleva una bitácora con sus avances, pero cuando piensa que ha concluido y la criatura aparece, horrorizado no le queda más que escribir en ella, “experimento fracasado”. Abatido abandona el laboratorio y exhausto se echa a descansar, abandonando la criatura que por demás en medio de vapores se ha erguido de la mesa de operaciones o mejor de reconstrucciones.

El ser recién creado tiene una apariencia que lo hace tenebroso y repugnante. Sale y después de un largo recorrido llega a una feria de diversiones en que no es extraña su presencia, pues creen es parte del espectáculo. Luego abandona el lugar y se dirige a un recóndito bosque en el que mora una familia pobre a la cual comienza  a proveer de alimentos de los que carecen, no se deja ver, pero lo consideran un genio bueno. Luego allí, entabla conversación con el abuelo ciego y le explica su infortunio, con los ojos del alma que son sus manos, el abuelo le palpa la fisonomía y comprende el porqué de los prejuicios de los humanos y su rechazo por ese ser que ha sido tan bondadoso con ellos, sin esperar retribución alguna.

A todas esas el científico quedó como en hibernación durante seis meses que estuvo inconsciente, después de recobrarse tiene un encuentro con Henry, su mejor amigo a quien confía su secreto y temor por la represalia que pueda tomar la criatura. Efectivamente, a este amigo cobra la afrenta de haber sido abandonado por sus creador y así como a él le dieron vida, el la quita. Aterrado el científico, se compromete a crearle una compañera que no le rehúya, que lo acepte como es y lo acompañe siempre, así ella sea tan fea y tan imperfecta como él, pues será el amor el que supla el resto.

Le pone como plazo la noche de la boda de Frank con su Elizabeth, pero al final el científico decide romper su juramento e ignorar a la criatura. La reacción ante ese ser tan despreciable que ni siquiera le quiso dar un nombre a él, su creación, es hacer sentir al científico tan miserable como se siente él, privándolo de la compañía que no le quiso suministrar, sería su última víctima y así su última esperanza.

Desamparado y errante buscando sosiego frente a tanta burla e injusticias, a tanto odio y rechazo que produce, pero que en el fondo tiene las mismas cualidades y defectos de los humanos de donde partió, la nobleza y la villanía, los sentimientos de amor y odio y las demás características de los mortales que lo crearon. Finalmente lo encuentra a manos de un alma caritativa que después de saber su mísero relato, decide ayudarlo a encontrar la calma y así descansar en paz de las consecuencias de los ambicioso actos humanos.

Cuando el rigor científico no está acompañado de una ética a toda prueba, la soberbia de los científicos, el afán de protagonismo, la ambición de notoriedad, hacen tomar a veces decisiones cuyo resultado además de impredecible, puede convertirse en castigo a tanta vanidad,. Cuantos fracasos hemos conocido y hasta padecido.

* Profesional en Filosofía y Letras. Universidad de Caldas.

Foto Lina Castaño.

 

 

 

 

Despojamiento

No es solo la reciente historia de Colombia la que muestra tanta tragedia, tanta violencia, tanto desplazamiento, tanta violación pero, es imposible determinar con precisión cuándo comenzó esa barbarie, pues cada vez que se asume una fecha alguien involucrado por acción, omisión o sumisión, o algún sobreviviente de un lugar apartado y normalmente  de área rural, podrá refutarla. Pero lo que sí es muy claro ha sido la labor de la JEP, Justicia especial para la Paz, cuyos resultados comprobables han sido recopilados y publicados, por lo menos como testimonio de esa crueldad en la cual han aparecido tantos participantes que medraban al amparo del silencio y la impunidad. En el CATALOGO del Festival Internacional de Teatro de Manizales, en su versión número 55, se lee:

            La Justicia Especial para la Paz en Colombia (JEP) publicó en el 2022 un informe sobre los hombres violados en la guerra de poder territorial de los últimos 30 años,             consignando en la memoria diferentes testimonios que lo verifican. Es innegable que las        mujeres fueron las principales víctimas de la violencia sexual en el marco del conflicto colombiano, sin embargo, según el Registro Único de Víctimas (RUV) señala que los hombres también fueron objeto de violencia sexual. El 5,81% de los registrados son             varones, esto equivale a 2.140 personas.

Con este lacerante insumo, Jorge Hugo Marín, actor, director, dramaturgo y profesor universitario, quien con otros artistas en el año 2009 fundó La Maldita Vanidad Compañía Teatral, con la que nos presentaron la creación artística del año anterior Esta cabeza mía que no se puede callar. Ella inicia con la celebración por parte de Victoria, su madre, del cumpleaños de Saúl para la cual están invitados presenciales, su maestra, su mejor amigo, don Luis el vecino carpintero, su papá será el otro invitado, ausente (para Saúl asesinado y para los demás, solamente muerto). Para él seguirá siendo su mentor, protector y un recuerdo irreemplazable.

La fiesta debe ser discreta y terminar pronto pues en el pueblo por la inseguridad, rige el toque de queda y con esa restricción nadie puede estar fuera de casa. De todas maneras y sin mayores explicaciones cada día aparecen nuevos muertos, es como una limpieza social pero ensañada en los homosexuales o en las personas diferentes.

Por esa inseguridad, al llegar a sus dieciocho que considera la edad de poder tomar sus propias decisiones, ha determinado dejar el maldito pueblo e irse a la capital. La celebración cuenta con regalos, música, torta y enchiladas mejicanas. Pero Saúl no se siente a gusto y lo que piensa, al igual que lo de las demás personas se escucha, es un artificio pero permite saber o corroborar lo que piensa cada uno y las contradicciones que genera tanta zalamería y supuesta cortesía, constituye lo que se ha denominado políticamente correcto, no decir sino lo permitido o lo que el otro quiere escuchar; en el fondo todos somos hipócritas.

La obsesión por su padre le trae conflictos no solo con su mamá, (a quien se refiere con indiferencia, como doña Victoria), sino con su vecino don Luís quien coquetea indiferentemente con la profesora, o su madre, aunque trata de tocarle la cara a él también. Es separado y no tiene idea ni le interesa saber en donde andará su familia, su soledad la soporta con un perro que es su adoración pero que mantiene amarrado para que se vuelva bravo, dice que la ventaja es que no jode tanto como las personas. Luis demuestra manifiesta simpatía por los grupos que han librado de tanto indeseable a los pueblos, como en el cercano a ellos y admira la violencia de sus ejecuciones, las cuales atemorizan a sus habitantes para poder ejercer control sobre ellos.

Cuando aparece para la celebración su amigo, (quien tiene problemas de dicción, expresión y coordinación), le vuelve el alma al cuerpo, pues su sola presencia es motivo de fiesta, ya que los demás le estorban: su mamá y sus interminables series en televisión, o sus programas en busca de talentos musicales, los cuales invariablemente acompaña con uno que otro trago, los reproches y regaños sin ninguna autoridad de don Luis y las zalamerías y coqueteos de su profesora, está mamado.

A pesar de la hora se despiden y salen a su propia celebración, con regalos y sorpresas preparadas por su amigo, van a un parque solitario a esa hora para tener más intimidad, en la cual de la manera más pura expresan su sentimiento de amistad. Al acecho están las fuerzas oscuras las cuales han sido motivo de querer abandonar el pueblo. Los abordan, los interrogan, y finalmente tras separarlos, uno de ellos viola brutalmente a Saúl.

La tensión, el terror, la angustia y la zozobra sufrida por años en los pueblos y en algunas ciudades por las fuerzas del mal fueron a las que sometieron a ese pobre muchacho quien no tuvo otra alternativa, so pena de perder la vida, como su padre, que abandonar solo el pueblo ya que su amigo le manifestó la imposibilidad de acompañarlo por la necesidad de cuidar su madrecita tan enferma, pero lo consoló entregándole y poniéndole una manilla que le dijo lo representaba a él y que era para que sintiera su permanente presencia. Ha decidido que no es hora de callar, que eso no se puede quedar así, decide denunciarlo, describirlo y publicarlo.

El arte hace posible como en esta creación, que sintamos en carne propia, así sea figurativamente, esas fuerzas del mal y que seamos solidarios con los que las han sufrido y propendamos con nuestro comportamiento alejar esas oscuros designios. Debemos seguir alertas.

* Profesional en Filosofía y Letras Universidad de Caldas.

Fotos Lina Castaño.

 

 

 

La amistad

En la cafetería Nueva York, muy alejada del sector en donde habitan, uno a una cuadra del otro,  atendiendo el requerimiento de Amín de verse a las siete y media de la mañana, acude Ignacio intrigado pues hace días no se encuentran. Amigos desde el colegio se conocen sus manías, gustos, disgustos, sueños, paranoias y algo más.

Será el grupo teatral VIVEMIKEY quien con su El sueño de la bomba atómica…o la teoría de los glaciares, quien nos develará el misterio que convoca a este par de compinches, ansiosos de la concreción de sus sueños. Con una escenografía simple que muestra una de las mesas de la cafetería en donde desarrollarán el plan de Amín, quien con ello espera cumplir sus sueño de ir a vivir a Nueva York y proporcionar a Ignacio recursos para lo suyo.

Amín hijo de madre soltera, sin conocer a su padre, tiene en su amigo un refugio y lo considera de su familia, pero sin los odios, ni obligaciones que ésta implica. Es hiperactivo, locuaz, dicharachero, pero a la vez sicorrígido por su formación matemática y su disimulada timidez. Una de sus mayores aficiones es la de resolver polinomios, unas complejas expresiones algebraicas.

Ignacio por su parte y su porte, pues casi dobla en estatura a su  amigo, es alguien reservado, admirador y admirado por Amín, pero en el fondo es un solitario que agradece la amistad tan sincera de su amigo, pero a la vez trata de convertirse en su polo a tierra. Amín considera que de no ser por él, no sabe cómo habría superado la depresión que le causó el fallido rescate de su prima a manos de dos atracadores que en un solitario callejón trataban de violarla y cuando él apareció y lleno de furor y arrojo con una piedra gigante en la mano corrió decidido a atacar a ese par de malevos. Su arranque fue tan violento que nada lo detuvo, pero enceguecido por el odio, no vio el salto a un lado que dio el uno y el paso atrás del otro, de tal manera que su impulso fue recibido por la cara de su prima quien estuvo tres semanas en cama con su carita reventada.

De nuevo será Ignacio quien tratará de ubicarlo, pues dice ahora estar enamorado de Jazmín la mesera, quien a pesar de verse triste, lo ha sabido acoger, dice él que ella no es feliz, su amigo le dice que cómo se le ocurre estar enamorado de una vieja de sesenta años, ciento cincuenta quilos, que parece una campeona nacional femenina de sumo y que si no ha notado que lleva un anillo. Para cada uno de los peros, porque así es el amor, tiene respuesta Amín, o trata de encontrarla, como al decir que muy casual haber escogido una cafetería con el nombre de su residencia preferida, de que ella lo haya atendido con tanto amor después de venir con tanta constancia, etc., además de que lo que Ignacio siente es envidia y que el amor no puede basarse en la clase social.

Superado este inicial impasse y concretando el motivo trascendental de la cita, le suelta la brillante idea que dará un vuelco a sus vidas y torcerá sus destinos. Lo hace partícipe de la complicidad para asaltar esa cafetería en donde hay una cantidad de dinero, pues el panadero es un ser despreciable e infeliz que guarda la plata en ese mismo sitio. De lo dicho pasa a la acción, abre su maletín y extrae dos capuchas una verde y otra roja para que escoja, y una pistola. Con ella en la mano va indicando los detalles del plan y la viabilidad del mismo, agregando que una vez consumado el se irá con su Jazmín para su Nueva York.

A todo esto tan absurdo, Ignacio lleno de ira trata de hacerle ver las fatales consecuencias de un plan tan disparatado, por tan poca cosa, a lo que Amín le propone entonces irónicamente hacerlo en el Banco Nacional. Le endilga la mentalidad de perdedor de su amigo y la inmadurez con que asistió a la cita, pero solo por la intriga que le causó dicha propuesta. De nuevo pasan a la acción cuando Ignacio asustado trata de quitarle la pistola por el riesgo que implica que los vean en un sitio tan público con ese artefacto a la vista. Pasan vertiginosamente demasiadas cosas, pelean, se tiran al suelo, tratan de arrebatarse el arma, mucha tensión. Al final uno le apunta en la cabeza al otro, luego trata uno de suicidarse, todo en un inesperado remolino.

A todas estas los clientes se percatan y salen apurados, el pandero reacciona y armado de una varilla trata de defenderse, se pelean a muerte, aparece la policía, el plan se va a pique y ellos reventados con la varilla, se van a la cárcel. Lo más positivo de este absurdo será el afianzamiento de la amistad que los mantiene unidos.

* Profesional en Filosofía y Letras Universidad de Caldas.

Fotos @El_andreti

 

El ruido de la guerra

Para la inauguración de la versión 55 del Festival Internacional de Teatro de Manizales, el grupo de Teatro Petra y su director Fabio Rubiano trajeron su obra Una banda sonora la cual nos deja además de inquietudes, demasiados interrogantes, pues nos toca empezar por admitir que aquellas guerras que creíamos eran en otros países o aun en el propio, eran exclusivas de las áreas rurales y eso, en las más lejanas, pero la realidad es otra.

Es que los conflictos forman parte del ser humano y sus relaciones con sus semejantes, primero son los desacuerdos, luego las escaramuzas y eso va escalando a niveles insospechados, partiendo de que los conflictos inician con nosotros mismos y si no somos capaces de resolverlos, buscamos a quien echarle culpas para poder pelear. Esto no es solo a nivel personal, también institucional y peor, no solo entre vecinos, sino entre hermanos de historia común, de parentesco y de sangre, etc.

La escenografía que nos muestra la obra es impactante, un apartamento casi destruido, al mejor estilo de la Franja de Gaza, ventanales destrozados, paredes derruidas, techos desprendiéndose, amenazando ruina, polvo por todas partes, ruidos atronadores como de combate, cortes de luz, etc. y una familia sobrecogida por el espanto de una guerra muy cercana, que los afecta directamente. El diálogo entre sus miembros es incomprensible y solo se escucha con nitidez la orden externa de desalojar perentoriamente, so pena de no responder por su seguridad.

Lo único claro es lo que suena afuera de la vivienda, una marcha marcial como de desfile de tropas listas para el combate. El fragor es tan terrible, que como dicen “hay tanto ruido que no deja escuchar”. La orden de desalojo es general y repetitiva, pero esta familia y otros inquilinos se resisten a abandonar lo único que tienen, quedan así, autosecuestrados. Los diálogos internos son incomprensibles, como otras tantas cosas, y será solo la música, la gestualidad y los ademanes, la que permita comprender por parte del espectador, ese drama. No todos soportan de igual manera las tensiones y eso queda reflejado en el errátil comportamiento de esos habitantes abandonados a su suerte.

Como en todas las circunstancias, el ser humano busca adaptarse para poder así sobrevivir a todas esas penurias, primero les cortan la luz, luego les quitarán el agua, vienen los racionamientos, pero el mundo debe continuar. Los conflictos al interior de la familia se acentúan y cada uno debe también resolver sus propias dudas, obviamente de eso se trata la vida tanto en la ficción, como en la realidad, tanto en el teatro, como en los escenarios de la vida. Por eso la ficción va siempre de la mano de la realidad y viceversa.

Papel protagónico juega quien hace las veces de mensajero, es el cartero con sus buenas y malas noticias, con sus peticiones y rechazos, es quien satisface algunas de las demandas de las víctimas o anuncia los requerimientos de los victimarios, en un ir y venir que presagia lo más ominoso. La simulación juega un papel protagónico, bien sea cuando nos muestra un lisiado que nos llama a conmiseración, una manta doblada que simula el bebé raptado, al cual se arrulla como si fuera real, y se cree oírlo llorar de hambre, los sonidos del acto sexual que en su clímax parecen gritos de sufrimiento, cuando son es de pasión, y así se nos va la vida entre simulaciones y realidades, deseos y frustraciones, pero debemos saber distinguir para no caer cada vez más hondo. La razón del rechazo a abandonar la ciudad por parte de esa familia unida, es clara: uno es de donde están sus muertos.

Como afirma su director, Fabio Rubiano: Si uno se basa en la realidad para construir la ficción, a nosotros casi que nos toca hacer un trabajo al contrario, porque nuestra realidad a veces tan ficcional, a veces tan absurdas las realidades de América Latina, que uno podría contar cosas que parecen increíbles.

El teatro definitivamente nos cuestiona, nos interroga y obviamente, nos hace reflexionar, no es una diversión, es más bien una inmersión sicológica, sociológica, política y ante todo muy personal, esa era una de las finalidades de la tragedia griega, que mostraba lo peor de la humanidad, para lograr sacar de nuestro interior lo mejor del ser humano. De lo colectivo a lo personal, de lo externo a lo más intimo de nosotros.

* Profesional en Filosofía y Letras Universidad de Caldas.

Fotografías Andrés C. Valencia.

 

 

Al borde del infierno

En El Espectador del 3 de septiembre del 2023, leemos: “El miércoles, el huracán Idalia tocó las costas de Florida, provocando marejadas ciclónicas de más de cuatro metros y vientos de más de 200 km/h. Ha sido el huracán más fuerte en azotar la llamada región del Big Bend en este estado en más de un siglo. Mientras tanto, casi 100.000 hectáreas de Grecia fueron arrasadas por el megaincendio más grande registrado en la Unión Europea, que obligó a la mayor operación de extinción desde que se fundó la comunidad.”

“En las labores de apoyo a Grecia participaron los gobiernos de Francia e Italia, que a la vez debieron responder a las inundaciones por intensas lluvias en el sur y el norte de sus países, respectivamente. Asia no estuvo a salvo: el tifón Saola pasó por Filipinas y encendió los máximos niveles de alerta en Taiwán y China. Todo eso fue esta semana, por mencionar solo un par de casos.”

Igualmente, en el medio digital The Conversation, con rigor académico y talento periodístico, Víctor Resco de Dios, Profesor de ingeniería forestal y cambio global, de la Universitat de Lleida, publicó el quince de agosto del 2023, en su artículo Piroceno: nos adentramos en la Edad del Fuego.

Los incendios de ahora no son como los de antes. Se han vuelto más agresivos y están alterando profundamente el planeta, dejándonos al albor de lo que podríamos llamar el Piroceno. Un mundo donde los incendios están sustituyendo al hombre en su papel de escultor de paisajes.”

“La combustión de paisajes fósiles alteró la atmósfera, y empezamos a calentar el clima. El abandono de los montes cambió la fisionomía de la tierra, y ahora la biomasa se está acumulando. Más calor y más combustible: más leña para los incendios.”

“Y los incendios de ahora se nos escapan. Ya no los podemos controlar. Llevábamos décadas manteniendo las llamas a raya. La superficie quemada en los bosques había disminuido gracias al desarrollo de nuevas estrategias en la extinción, a mejoras en la formación, y también al aumento desproporcionado en el gasto en medios de extinción. Pero eso ahora se ha truncado.”

“El dominio del fuego hizo posible el Antropoceno, la Edad del Hombre. Y la pérdida de su control nos está llevando al Piroceno, la Edad del Fuego.”

Por su parte el 5 de septiembre El País de España en su editorial La era de la ebullición global, sostuvo:

“Nuevos datos confirman la aceleración de la crisis climática. Los meses de junio, julio y agosto de 2023 han sido los más cálidos desde que hay registros. Si se repasan las series históricas se comprueba, además, que los récords de temperatura se han ido acumulando a lo largo de la última década. En este contexto, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, afirmaba el pasado julio que “la era del calentamiento global ha terminado; ahora es el momento de la era de la ebullición global”.

Finalmente, el 20 de septiembre de 2023, se llevó a cabo la Cumbre sobre la Ambición Climática, en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, allí, Antonio Guterres,  secretario general de la ONU, criticó la falta de compromiso de los gobiernos en la lucha contra el cambio climático, advirtió que “la crisis climática causada por la actividad humana ha abierto las puertas del infierno”. A la reunión faltaron Estados Unidos y China, dos de los mayores contaminantes en el mundo. Agregó que “si no hay cambios nos dirigimos hacia “mundo peligroso e inestable”.

“El fuego tiene efectos terribles. Los agricultores ven con horror cómo las inundaciones se llevan sus cultivos. Las temperaturas sofocantes dan luz a enfermedades. Y miles huyen con miedo a medida que se extienden los incendios históricos”

Con las sequías, inundaciones, temperaturas sofocantes, incendios históricos, “la humanidad ha abierto las puertas del infierno”, como han demostrado “los horribles efectos del horrible calor”.

Todo lo anterior pareciera servir de motivación para alguien que como el recientemente fallecido, Cormac McCarthy se decidiera abordar un relato, como efectivamente lo hizo, pero en el 2006 con su novela La carretera, la cual fue llevada al cine, como muchas de sus libros, en el 2009. Definitivamente los grandes escritores vislumbran el futuro.

Cormac McCarthy (Rhode Island20 de julio de 1933Santa FeNuevo México13 de junio de 2023). Escritor ganador del Premio Pulitzer de ficción por La carretera (2006) y del National Book Award por Todos los hermosos caballos (1992). Cursó estudios de humanidades en la Universidad de Tennessee durante el período 1951-1952, sin graduarse. En 1953 ingresó en la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. En 1957 regresó a la Universidad de Tennessee. Durante ese período, que se prolongó hasta 1959, publicó dos historias (A Drowning Incident y Wake for Susan) en The Phoenix, revista literaria de la universidad, obteniendo el galardón Ingram-Merril para la creación literaria en 1959 y 1960.

En una semblanza para El Tiempo, Hugo Chaparro Valderrama sostenía: “Lo único que le interesaba era escribir y tratar de comprender los misterios que respiran en el corazón del ser humano. Sin demasiado optimismo: estaba convencido de la obsesión que tenemos por la destrucción, superando incluso a los desastres biológicos. “Nosotros lo haremos primero”, decía.”

Fue invitado para el afamado programa televisivo, The Oprah Winfrey Show del 5 de junio de 2007, allí se escogió su novela La carretera para ser incluida en su tradicional Book Club. Cuando se le preguntó por qué no le había interesado nunca que lo entrevistaran en televisión, respondió con una definición de su credo: “No creo que sea bueno para tu cabeza: si pasas mucho tiempo pensando en cómo escribir un libro, sería mejor no estar hablando de eso, es mucho mejor hacerlo”. En el programa habló de no conocer demasiados escritores y preferir la compañía de científicos, también mencionó las limitaciones económicas en su oficio de escritor, de igual manera se refirió a sus paternidad a edad avanzada y de cómo la inspiración para su libro le vino de la compañía de su hijo de ocho años.

En una famosa entrevista de Richard B. Woodward realizada el 19 de abril de 1992, para The New York Times, titulada La ficción venenosa de Cormac McCarthy, aparecen afirmaciones que perfilan claramente a este solitario y enigmático escritor:

Sería difícil pensar en un escritor estadounidense importante que haya participado menos en la vida literaria. Nunca ha enseñado ni escrito periodismo, ni dado lecturas, ni desdibujado un libro, ni concedido una entrevista.

“McCarthy, un escritor que describe las acciones brutales de los hombres con un detalle insoportable, y rara vez aplica la anestesia de la psicología, preferiría hablar que confiar.”

“El estilo de McCarthy le debe mucho al de Faulkner (en su recóndito vocabulario, puntuación, retórica portentosa, uso del dialecto y sentido concreto del mundo), una deuda que McCarthy no discute. “Lo feo es que los libros están hechos de libros“, dice. “La novela depende para su vida de las novelas que se han escrito.” Su lista de aquellos a quienes llama “buenos escritores” (Melville, Dostoievski, Faulkner) excluye a cualquiera que no “se ocupe de cuestiones de vida o muerte”. Proust y Henry James no pasan el corte. “No los entiendo”, dice. “Para mí, eso no es literatura. Muchos escritores que son considerados buenos los considero extraños”.

Veamos sus premoniciones, plasmadas en su novela La carretera. Estar felizmente casado, un hijo pequeño consolidando esa unión, una cómoda vivienda y un presente lleno de satisfacciones, con un futuro promisorio, todo abruptamente trastocado, que inició con una fulgurante llamarada que generó no un incendio, sino una total devastación de la tierra, con arboles consumidos por las incontrolables llamas, los ríos desbordados, los cultivos devastados, las ciudades arrasadas, los animales desaparecidos, destrucción total.

Pasar a poseer solamente lo que se lleva puesto y lo que se ha podido ir recogiendo en un carro de supermercado a manera de transporte, pues no queda otra opción, lo único que se tenía era el uno al otro, el padre y el niño, ya que con la catástrofe se desató una serie de suicidios familiares colectivos y muchos más individuales, evitando de esa manera ser presa de los demás cuando se desató el canibalismo como alternativa de supervivencia. Era perentorio huir de los otros. Aquí se produjo no solo una crisis ecológica mundial, sino otra migratoria pero con rumbo incierto. Había que caminar constantemente hacia el sur, para no ser presa fácil de los otros depredadores de humanos.

Al despertar en el bosque en medio del frío y la oscuridad nocturnos había alargado la mano para tocar al niño que dormía a su lado. Noches más tenebrosas que las tinieblas y cada uno de los días más gris que el día anterior. Como el primer síntoma de un glaucoma frío empañando el mundo. Su mano subía y bajaba al compás de la preciada respiración. Retiró la lona de plástico y se puso de pie envuelto en aquellas prendas y  mantas pestilentes y buscó algún atisbo de luz en el este pero no lo había.  

El niño fue asimilando la nueva situación y tuvo que ir aceptando, aunque no comprendiendo, la ausencia de la madre quien no aguantó y sin despedirse siquiera, tomó su destino en sus propias manos. (Ella se marchó y la frialdad de la partida fue su regalo final. Lo haría con una hojuela de obsidiana. Él mismo le había enseñado cómo. Más afilada que el acero.) La consagración de su padre lo conmovía, pero temía y de hecho, enfermó no solo de fatiga, sino de física hambre, pero en el peor momento, algo encontraban, les mitigaba las penas y les calmaba el hambre. El hombre llevaba consigo como talismán la foto de su esposa y como prevención un revolver con dos balas que le decía servirían para el momento final y en más de una ocasión le indicó como introducir el revólver en la boca y dispararse, le pedía que tuviera valor, pues se requeriría en ese momento, antes de ser violado por los antropófagos. No era por asustarlo, era una certeza. Lo vieron en un paraje, recién abandonado.

Entraron al pequeño calvero, el chico aferrado a su mano. Se lo habían llevado todo excepto aquella cosa negra ensartada sobre los rescoldos. Estaba examinando el   perímetro del claro cuando el chico se dio la vuelta y sepultó la cara en su cuerpo. El hombre giró rápidamente para ver qué había pasado. ¿Qué?, dijo. ¿Qué pasa? El chico meneó la cabeza. Oh, papá, dijo. Se volvió para mirar otra vez. Lo que el chico había     visto era un bebé carbonizado ennegreciéndose en el espetón, sin cabeza y destripado. Cogió al chico en brazos y regresó a la carretera estrechándolo con fuerza. Lo siento, susurró. Lo siento.

El padre aprovechaba toda ocasión para irlo formando en valores y haciéndole entender la maldad de los demás. Siempre resonaron las palabras que se iban convirtiendo en un decálogo ético, tal vez pensando ilusamente en un futuro posible, o más bien aceptando su ausencia pues se sentía enfermo con una tos persistente y sangrados eventuales al expectorar.

Decía que los sueños correctos para un hombre en peligro eran sueños de peligro y que lo demás era solo la llamada de la languidez y de la muerte… Si no cumples una promesa pequeña tampoco cumplirás una grande… No hay después. El después es esto. Todas las cosas bellas y armónicas que uno conserva en su corazón tienen una procedencia común en el dolor. El hecho de nacer en la aflicción y la ceniza. Bueno, susurró para el chico que dormía. Yo te tengo a ti… Sí. Todo irá bien. / Y no nos va a pasar nada malo. / Desde luego que no. Porque nosotros llevamos el fuego… Esto es lo que hacen los buenos. Seguir intentándolo. Jamás se rinden… Cuando sueñes con un mundo que nunca existió o con un mundo que no existirá y estés contento otra vez entonces te habrás rendido. ¿Lo entiendes? Y no puedes rendirte. Yo no lo permitiré.

Muchas penurias en la travesía, acechanzas constantes, amenaza de degollar el niño por un desadaptado que la pagó muy caro con la puntería del padre y la decisión de salvar el niño, a riesgo de que el sonido del disparo, como ocurrió, alertara a sus compinches, lo cual produjo una huida veloz para salvarse. En otra ocasión intempestivamente desde una vivienda que parecía deshabitada… En una ventana superior de la casa pudo ver a un hombre tensando un arco y  agachó la cabeza del chico e intentó cubrirlo con su cuerpo. Oyó el chasquido seco de la cuerda del arco y al momento sintió un dolor atroz en la pierna. Cobró esa afrenta con un disparo de una pistola de luces de bengala que atravesó el cuerpo del agresor. Era siempre una lucha a muerte.

Cuando mas parecía desfallecer el padre, sin que lo percibiera su hijo, al mirarlo le volvía el ánimo para continuar: Observó la cara del chico a la luz naranja de la lumbre. Sus mejillas hundidas y tiznadas de negro. Tuvo que contener la rabia. Era inútil. No creía que el chico pudiera continuar mucho más. Aunque dejara de nevar la carretera estaría casi impracticable… El chico estaba muy flaco. Lo observó mientras él dormía. La cara chupada y los ojos hundidos. Una extraña belleza.

 La desesperanza buscaba anidar en sus seres, pero después de tanto desasosiego y tras un largo recorrido, encontraron un sótano repleto de enlatados, comieron hasta la saciedad. Permanecieron algunos días allí, pero sabían que debían continuar. Luego pensarían que hubiera sido mejor no haber encontrado algo que no podían conservar. Esa es la realidad.

El chico se alivió, pero su padre estaba empeorando. Su hijo temía lo inevitable… Escupió una saliva sanguinolenta. Tenía que parar a descansar cada vez más a menudo. El chico le observaba. En algún otro mundo el niño habría ya empezado a echarlo de su vida. Pero no tenía otra vida. Sabía que el chico estaba despierto por las noches, escuchando para ver si todavía respiraba.

Tragedia tras tragedia hacen resaltar lo mejor y lo peor de los seres humanos, pero como le repetía el padre y lo aprendió el hijo, los buenos siempre lo serán, a pesar de las adversidades, porque tienen el fuego interno que no es devastador como el otro, sino que ilumina el espíritu, alienta a la acción y potencia la bondad de quienes la poseen y la proyectan sobre los demás. Su hijo supo además, que cuando él no estuviera podría seguirle hablando y le contestaría, para algo serviría seguir siendo de los buenos. Si el libro es conmovedor, la película es desgarradora.

* Profesional en Filosofía y Letras Universidad de Caldas.

 

 

 

 

 

Cita en Bestiario

Vale la pena mencionar que el primer libro de relatos que Julio Cortázar publicó con su nombre fue Bestiario y que después de leer esos clásicos del género, nuestra opinión sobre el mundo y su contenido no sigue siendo la misma. En su último relato se mezclan herbarios, con fornicarios, juegos de niños, peleas de adultos, miradas sin malicia y acercamientos maliciosos, comedias y tragedias como es la vida misma.

Por su parte, uno de los nuestros, Alfredo Iriarte con su estilo mordaz y sarcástico nos dejó en su Bestiario Tropical unos precisos y preciosos retratos de los sátrapas que han infestado nuestra sufrida América. Es que para bestias, algunos humanos.

En Bestiario (publicado en 1959), el mexicano Juan José Arreola generó una propuesta en la cual los animales se mostraron fieles a su propia naturaleza, pero desplegaron una serie de actitudes fatalmente emparentadas con las de los humanos. Podrán imaginar todo lo posible allí, con las ratas, las hienas, los lobos, los elefantes, etc.

Aquí podemos dar un salto casi mortal para llegar a Sartre quien en su obra de teatro A puerta cerrada, en la cual interactúan varios personajes en un recinto sin acceso al exterior y tratan de hacer pactos o alianzas, unos con otros y cada vez recomponiendo alianzas o acuerdos mutuos, que van incumpliendo o deshaciendo, y que al final los conducen a afirmar, el infierno son los otros.

Esto contrasta con lo planteado por el premio nobel 1968,Yasunari Kawabata, quien en un emotivo discurso de recepción del premio, lleno de lirismo, tradición, bellas descripciones, amor por la naturaleza y sus manifestaciones y con un reconocimiento por la labor de los traductores quienes han permitido por su trabajo el acceso a esas obras, manifestó:

Cuando vemos la belleza de la nieve, cuando vemos la belleza de la luna llena, cuando vemos la belleza de los cerezos en flor; es decir, cuando somos acariciados y despertados por el esplendor de las cuatro estaciones, es cuando más pensamos en quienes amamos, y deseamos compartir con ellos ese placer. La emoción ante lo bello despierta fuertes sentimientos de amistad, deseos de compañía, y el término camarada puede tomarse en el sentido de ser humano. La nieve, la luna, las flores, palabras que expresan el sucederse de las estaciones, abarcan en la tradición japonesa la belleza de las montañas y de los ríos, de las plantas y de los árboles, todas las innumerables manifestaciones tanto de la naturaleza como de los sentimientos humanos.

Ese espíritu, ese sentir hacia los amigos que despierta la nieve, la luz de la luna, las flores, es también fundamental para la ceremonia del té, que es una unión en el sentimiento, una reunión   de amigos en una estación agradable.

Este preámbulo para ubicarnos en Germán Eugenio Restrepo Arango (Pereira, 1958), abogado de la Universidad de Caldas, consultor en derecho penal, docente universitario, ha sido columnista del diario La Patria de Manizales, igualmente escritor y poeta con Mención Especial en 1999 en el IX Premio Internacional de Literatura en Colliure, Francia. Además del ejercicio de su profesión se ha interesado por la búsqueda de la verdad para encontrar no solo el conocimiento sino encontrarse a sí mismo. Con relación a uno de sus temas de estudio se ha identificado por lo planteado por Epicuro sobre la muerte:

Así pues, el más espantoso de todos los males, la muerte, no es nada para nosotros porque, mientras vivimos, no existe la muerte, y cuando la muerte existe, nosotros ya no somos. Por tanto la muerte no existe ni para los vivos ni para los muertos porque para los unos no existe, y los otros ya no son.

Él la aborda con uno de sus personajes, en su relato así:

La muerte es  nuestra sombra y nace con nosotros y nos enseña su naturaleza incorpórea en los sueños. Cada que me acuesto en la noche y despierto al día siguiente, comprendo minúsculamente el señorío de la muerte y aprendo de mi fatuidad y de mi fragilidad humana, demasiado humana. Es un bello milagro del existir. Tengo muy presente mi   muerte, o mi futura desencarnación y convivo con su misteriosa e inesperada visita. Me preparo para esa nueva iniciación que es partir; decir adiós a lo que un día fui, para encarnar la verdadera presencia que soy. Esa es mi verdadera naturaleza.

En su constante indagación sobre el motivo por el cual estamos acá ha trasegado muchos caminos con rituales iniciáticos en escuelas gnósticas, masonerías, movimientos rosacruces, budismo, filosofías orientales, y un largo etc. Ha participado en regresiones, lecturas de tarot, sondeos del inconsciente, aceptación de duelos, interpretación de sueños, acompañamiento a enfermos terminales y otras actividades esotéricas y metafísicas, de las cuales ha ido aprendiendo y asimilando. Toda esta estructuración la encontramos en una juiciosa lectura que hagamos a su primera novela Diatriba de un ángel caído, publicada el año pasado.

Entendemos por diatriba un discurso escrito u oral en el que se injuria o censura a alguien o algo, pero en el Diccionario de Filosofía de José Ferrater Mora, hay una más amplia explicación, que es la usada por los estoicos, como una forma de expresión que se propone reproducir las conversaciones sostenidas entre el maestro y sus discípulos. Su propósito es principalmente didáctico. La diatriba implica un intercambio de opiniones y una casi siempre prolija discusión entre varias personas sobre las tesis principales.

Se nos presentan una serie de personajes trágicos unos, cómicos otros, unos patéticos, otros ridículos, pero todos fácilmente identificables en nuestro propio entorno, muchas veces varias de esas características conjugadas en una sola persona, pues en la fauna humana es lo que somos o lo que encontramos.  No sabemos esos ángeles a que religión pertenecen de las ochocientos cincuenta que hay reconocidas en Colombia.

Los llamados del escritor desde el comienzo a que abandonemos la lectura constituyen un desafío, un acicate a no hacerlo y en cambio a buscar en ella algo tan recóndito que solo una atenta lectura logre desentrañar, aunque no ayude mucho su pronóstico:

No sé si soy un ángel de Luz o un ángel caído… Me reconocerás en las páginas que caerán en tu corazón –¡qué desgastada palabreja, hirsuta, ambivalente; eminentemente fisiológica!— como un bálsamo o como una bendición. Y me sentiré reconocido en tu mirada, en una torpeza humana y en esas condiciones de tu destino que todavía no has podido comprender, que no comprenderás y que el día en que entiendas eso de incomprensible, de inaudito e inexplicable que tiene tu vida, ese día o esa noche morirás.

La interacción de estos personajes con otros ángeles caídos va fraguando tal escepticismo que no solo se ve reflejado en sus actuaciones sino en sus pensamientos y elucubraciones que el escritor nos presenta matizadas de esoterismo, doctrinas y otros ingredientes que a veces no parecemos capaces de digerir o entender. Hay mucho escepticismo frente a la familia, el matrimonio y en general en las relaciones humanas a tal punto que ese negacionismo nos hace recordar lo expuesto al final de la vida por Amado Nervo

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,/porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;/Porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;/que si extraje la mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:/cuando planté rosales coseché siempre rosas.

…Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:/¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!

Hallé sin duda largas las noches de mis penas;/mas no me prometiste tan sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas…/Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!

Algunas descripciones están tan bien desarrolladas que parecen vivencias propias, al estilo de Aldous Huxley, como es el caso de la experiencia en la selva con algo como la toma del yagé:

Me fui sumiendo en un extraño sopor, como si sombras superpuestas, cayeran sobre mí, pesadamente. Mire las estrellas, la luna y los arboles encumbrados que lo cerraban todo, dejando ver escasamente un fragmento del cielo negro. Las arcadas me hicieron inclinar y me retiré de la fogata, pues no soportaba las ganas de trasbocar. Perdí la noción del espacio y del tiempo y me sumergí en algo que no podía definir y menos comprender. Muchos colores vivos danzaban en mi mente y, sobre el pasto, serpientes de colores se movían, generándome una desabrida sensación de  desequilibrio e inestabilidad. Me perdí en un confuso horizonte de  lejanías, de evocaciones y una mutable sombra, lo   invadió todo y me hizo deleznable e incierto.

Son tantas las experiencias y los deseos de compartirlas a través de la escritura, que en el libro encontramos más de una historia y todas relacionadas formando una amalgama que exige un lector no solo interesado, sino dispuesto a desentrañar su propia versión de ángel, demonio o dios que es lo que ejercemos con nuestra voluntad y a veces solo con nuestro deseo, para eso son los sueños. Y ahí tenemos al escritor recordándonoslo: Tener historias que contar, es sencillamente haber vivido y haberlo hecho con intensidad y con la hondura que brinda la vida. Estamos todos invitados al banquete de la vida y podemos escoger, si entramos o nos quedamos afuera, fisgoneando. Yo escogí entrar. ¿Tu estas afuera? ¿O ni siquiera te has sentido invitado?

Varias veces el ángel de la diatriba menciona el diario del nobel de Literatura Yasunari Kawabata, que le sirve de inspiración y de norma, por la forma tan precisa y preciosa de escribir, pero debe tener mucho cuidado con su acción final, pues volviendo al discurso de aceptación del Nobel, decía Kawabata: En mi ensayo La visión en los últimos momentos digo: Por muy desencantado que se pueda estar del mundo, el suicidio no es una forma de iluminación; por muy admirable que sea, el hombre que se suicida está lejos del reino de la santidad. Yo no admiro ni estoy de acuerdo con el suicidio. Tuve otro amigo que murió joven, un pintor vanguardista. También pensó en el suicidio en los últimos años, y sobre éste escribí en el mismo ensayo lo siguiente: Parece que ha dicho una y otra vez que no hay arte superior a la muerte, que morir es vivir. Para él, nacido en un templo budista y educado en una escuela budista, el concepto de muerte era muy diferente al occidental. De aquéllos que reflexionan, ¿quién no habrá pensado alguna vez en el suicidio?

Pero como todo lo categórico es circunstancial, acongojado, enfermo, solitario y triste por la muerte de su amigo Yukio Mishima, quien lo había definido como un “viajero perpetuo”, se suicidó en un pequeño apartamento a orillas del mar, se cree que inhalando gas.

Si lo que buscamos desde el comienzo es la definición del ángel caído, solo la conoceremos al final:

Ser un ángel caído y soportar como mortal, el peso acuoso de la eternidad, es algo difícil de entender. Tener la condición de expatriado, exiliado o de proscrito, es llorar sufrientemente por todo lo que existe y sentir que nuestra fragilidad es lo que realmente nos aproxima a seres tan perecibles y transitorios como nosotros mismos y es saber que el niño que soy no ha muerto aún, asesinado por un mundo venal donde no es posible ni   la esperanza, ni la fraternidad y donde no caben ni los niños, ni los ancianos.

La descripción de la vida, sus comedias, tragedias, sus logros y frustraciones, sus triunfos y fracasos, sus aciertos y desaciertos, sus alegrías y tristezas, es lo que nos ha tocado y tocará afrontar y resolver, en cada etapa y hasta el final, por eso la disposición que tengamos frente a su acontecer se constituirá en la clave para continuar. Los obstáculos no serán más que nuevos desafíos, cuya superación traerá nuevas satisfacciones o desengaños, pero aprendizajes. No podemos rendirnos, debemos estar pendientes de inesperadas situaciones.

* Profesional en Filosofía y Letras Universidad de Caldas

Texto leído en la presentación del libro Diatriba de un ángel caído de Germán Eugenio Restrepo, el día 29 de agosto de 2023 en Bestiario Galería Creativa de Manizales.

En la fotografía Alba Quintero, Germán Eugenio Restrepo, Germán Sarasty.

Ángeles, dioses o demonios

Germán Eugenio Restrepo Arango (Pereira, 1958), abogado de la Universidad de Caldas, consultor en derecho penal, docente universitario, ha sido columnista del diario La Patria de Manizales, igualmente escritor y poeta con Mención Especial en 1999 en el IX Premio Internacional de Literatura en Colliure, Francia. Además del ejercicio de su profesión se ha interesado por la búsqueda de la verdad para encontrar no solo el conocimiento sino encontrarse a sí mismo. Con relación a uno de sus temas de estudio se ha identificado por lo planteado por Epicuro sobre la muerte:

Así pues, el más espantoso de todos los males, la muerte, no es nada para nosotros porque, mientras vivimos, no existe la muerte, y cuando la muerte existe, nosotros ya no    somos. Por tanto la muerte no existe ni para los vivos ni para los muertos porque para los unos no existe, y los otros ya no son.

En su constante indagación sobre el motivo por el cual estamos acá ha trasegado muchos caminos con rituales iniciáticos en escuelas gnósticas, masonerías, movimientos rosacrucianos, budismo, filosofías orientales, y un largo etc. Ha participado en regresiones, lecturas de tarot, sondeos del inconsciente, aceptación de duelos, interpretación de sueños, acompañamiento a enfermos terminales y otras actividades esotéricas y metafísicas, de las cuales ha ido aprendiendo y asimilando.

Toda esta estructuración la encontramos en una juiciosa lectura que hagamos a su primera novela Diatriba de un ángel caído, publicada el año pasado en la cual nos presenta una serie de personajes trágicos unos, cómicos otros, unos patéticos, otros ridículos, pero todos fácilmente identificables en nuestro propio entorno, muchas veces varias de esas características conjugadas en una sola persona, pues en la fauna humana es lo que somos o lo que encontramos.

Estos arquetipos como en la vida real afrontan situaciones a veces conflictivas, en otras ocasiones placenteras y así se debaten entre el amor y el odio, la pasión  y la inercia, el llanto y la risa, el conflicto y la serenidad, la esperanza y la frustración, son los extremos en los cuales transcurre la vida y el recorrido de un estado al otro entraña el conocimiento y la aceptación de sí mismo.

Los llamados del escritor desde el comienzo a que abandonemos la lectura constituyen un desafío, un acicate a no hacerlo y en cambio a buscar en él algo tan recóndito que solo una atenta lectura logre desentrañar, aunque no ayude mucho su pronóstico:

No sé si soy un ángel de Luz o un ángel caído… Me reconocerás en las páginas que caerán en tu corazón –¡qué desgastada palabreja, hirsuta, ambivalente; eminentemente fisiológica!— como un bálsamo o como una bendición. Y me sentiré reconocido en tu mirada, en una torpeza humana y en esas condiciones de tu destino que todavía no has podido comprender, que no comprenderás y que el día en que entiendas eso de   incomprensible, de inaudito e inexplicable que tiene tu vida, ese día o esa noche morirás.

Encontramos como recurso narrativo la generalización, aunque no siempre es aceptada por el lector, ya que este no tiene por qué identificarse con el autor, quien tiene sus propias posturas frente a la familia, el matrimonio, el amor, el desprecio y la propia visión de la sociedad en donde está inmerso.

La gente en las grandes ciudades vive en pequeños apartamentos; ven televisión en la noche, navegan en internet, cuentan como gran cosa la odisea de su jornada laboral y se empeñan en ser agradables, melifluos y sumisos con sus jefes. Se envidian entre ellos y hacen de sus lugares de trabajo, un verdadero mercado persa, donde la envidia, el odio, la maledicencia y la desconfianza, no dejan que se den relaciones armónicas y amables.

Uno de los ángeles está casado con Vitelina y tiene dos hijas Publia, excelente lectora y Amaranta, rumberita, aunque se siente cómodo allí, manifiesta su estado de ánimo de una manera concluyente y muy negativa, como si ese ángel estuviera muy insatisfecho en la tierra:

La familia es ese pequeño reducto que me permite alimentar el propio sentido de mi identidad. Una identidad que es prestada, inánime; siempre el resultado de lo que la cultura y la sociedad han establecido, para hacerme un ser manipulable y poder así   cercenar mi libertad, sin ningún reparo. Pero en la familia no se encuentra la felicidad y hay allí, otra forma de explotación que es la que imponen los hijos a los padres. Y algo parecido sucede con el matrimonio. El amor filial y el amor conyugal forman parte de la misma patología social. De la misma grotesca esclavitud.

No desaprovecha oportunidad para menospreciar la vida familiar y considera que todos los afectos no son más que deseos interesados por buscar satisfacción de necesidades económicas o sociales; se siente asfixiado en familia. Todo ese constructo no solo mental sino real quizá lo hace para poder justificar su infidelidad con Atala que según él fue la única que lo supo entender y tolerar, pero a quien dejó muy claro su imposibilidad de vivir juntos ya que la convivencia hace sucumbir el amor.

Otro de los personajes es el poeta y servidor público Valentín Fegali quien encuentra su alma gemela en Sabina una diosa terrenal a quien conoció en una tertulia literaria sobre los egipcios y la reencarnación que ella orientó pues era uno de sus temas apasionantes. Al pobre Valentín aun le retumbaban las palabras de Rosalba su mujer quien le repetía ¡Eres un fracasado! ¡Eres un fracasado! Haber conocido a Sabina le daba la posibilidad de volver a soñar con la felicidad que había perdido con su mujer y su hija Maryclare.

Eduardo, el marido de Sabina se casó con ella cuando él tenía veinte años, tuvieron tres hijos: Leonardo, Maria Sabina y Loly y llegó a ser ejecutivo del sector financiero, pero nunca se interesa por los temas que desde adolescente, cautivaron a Sabina: el estudio de la personalidad, las ciencias ocultas, la magia, la alquimia, la psicología y la astrología.

Cuando Eduardo tenía cincuenta años Sabina emprendió durante algo más de un mes un viaje por el Medio Oriente, Egipto, Grecia y la India, que la cambiaria definitivamente y la prepararía para el rescate del poeta Valentín, quien solo alcanzaba a musitar en sus brazos:

Me parece muy inverosímil todo esto. Muy extraño. Con misterios o sin ellos, me gustas mucho, Sabina. En tu compañía, me siento fortalecido y desaparecen mis putos miedos, mi inseguridad y todas esas cabronadas que me han jodido siempre. He conocido en tus brazos, la certeza del verdadero amor.

Por su parte Sabina interiorizaba: Solamente Valentín me comprende y cómo me hace el amor de rico. Lo amo ciertamente y es un alma que viene conmigo desde tiempos inmemoriales; lo que sucede es que él no tiene memoria, pero estuvo conmigo en el esplendor del Templo de Heliópolis, como Sumo Sacerdote.

La interacción de estos personajes con otros ángeles caídos va fraguando tal escepticismo que no solo se ve reflejado en sus actuaciones sino en sus pensamientos y elucubraciones que el escritor nos presenta matizadas de esoterismo, doctrinas y otros ingredientes que a veces no parecemos capaces de digerir o entender. Hay mucho escepticismo frente a la familia, el matrimonio y en general en las relaciones humanas a tal punto que ese negacionismo nos hace recordar lo expuesto al final de la vida por Amado Nervo

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,/porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;/Porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;/que si extraje la mieles o la hiel de las cosas, fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:/cuando planté rosales coseché siempre rosas.

… Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:/¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!

Hallé sin duda largas las noches de mis penas;/mas no me prometiste tan sólo noches buenas; y en cambio tuve algunas santamente serenas…/Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!

El pacto con el lector implica que el escritor presente su texto, su creación y espere que la interpretación de quien lo aborda sea coherente con lo planteado, teniendo presente que cada lector tiene cultura, formación e intereses diferentes para hacer esa inmersión de la cual pueden surgir nuevas posturas. Lo que sí es indispensable es que el texto entregado esté tan limpio y depurado que evite distraer al lector con errores de construcción o lo más lamentable, de ortografía de allí la importancia de un editor que con su agudeza lo deje totalmente asequible a una lectura serena y  juiciosa, eso hace parte de la estética del texto.

* Profesional en Filosofía y Letras Universidad de Caldas.

 

 

 

    

Belleza, asombro, creatividad

Vivimos inmersos en una cultura en la cual se privilegia el valor del tiempo y esto es correcto, siendo un recurso no renovable, una vez lo consumimos, no lo podemos recuperar salvo lo que hayamos hecho con él y allí aparecen los inolvidables recuerdos. Pero si bien es cierto no lo podemos estirar para un mayor disfrute, no es menos cierto que han aparecido cantidad de sustitutos como dicen, para hacerlo rendir y surgen entonces los falsos profetas que pregonan la fast food, la lectura rápida, la escritura abreviada en los chats de whatsApp y ahora la generación faster.

Con esto lo único que se logra es perder el disfrute de un agradable momento al frente de un delicioso plato pues se privilegia la comida rápida: hamburguesas, perros, pizza y la denominada comida chatarra, con el pretexto de la falta de tiempo, atentando además contra la salud con esa forma de consumir. Lo grave es que para poder tener más tiempo con los niños pequeños se los ha inducido desde tempranas edades a este tipo de consumo en donde se dejan de suministrar los principales nutrientes necesarios para su crecimiento y salud física y mental.

De manera similar y con el fin de poder consumir más se han adecuado métodos de lectura rápida, usando un proceso de reconocer y absorber palabras, frases u oraciones de una página, en lugar de identificar palabras individuales o por sílabas, a veces usando lectura de la página en diagonal. El promedio de lectura normal de una persona es de doscientas cincuenta palabras por minuto, sin embargo, con esta técnica se podría aumentar su ritmo. Así se pierde la satisfacción de una lectura juiciosa, sosegada, asimilada y comparada, como debe hacerse.

En el siglo digital, el consumo de información y de ocio en internet se ha vuelto para la mayoría de personas, una parte integral de la vida cotidiana, especialmente los jóvenes suelen ser las generaciones más conectadas. La nueva tendencia en el consumo de contenidos se ha denominado generación faster formada por aquellos que acceden a Spotify, YouTube, WhatsApp, etc. y saben que  con un par de clics pueden acelerar o desacelerar el ritmo de un video, un podcast o un mensaje de audio, lo que les brinda un mayor control sobre su tiempo y experiencia de consumo para poder realizar otras actividades. Constituye la cultura de la inmediatez y la superficialidad.

Todo esto es apenas una muestra de la manera como nos hemos acomodado a vivir, los valores que privilegiamos, las metas que nos proponemos y la forma de medir nuestras realizaciones, pues hemos aceptado que lo que no sea posible cuantificar o aquello que no nos produzca como resultado algo útil, no es digno de ser tenido en cuenta, es aquí en donde aparece lo pregonado por ese gran filósofo, humanista y pensador italiano Nuccio Ordine, quien nos ha dejado como digno legado su Manifiesto La utilidad de lo inútil.

Nuccio Ordine (Diamante18 de julio de 1958Cosenza10 de junio de 2023), doctor en Ciencias Literarias y profesor de Literatura Italiana del Departamento de Estudios Humanísticos de la Universidad de Calabria, considerado “el ensayista más conocido de Italia en el mundo”​ y una de las personalidades más significativas del panorama cultural internacional, junto con pensadores como Umberto Eco, Jürgen HabermasGeorge SteinerGianni VattimoAlain BadiouPeter SloterdijkSlavoj ŽižekGabriel MarcelByung-Chul Han y Martha Nussbaum.

Poniendo en evidencia lo que realmente debería ser lo más importante para el ser humano, aquellos saberes cuyo único beneficio es hacernos mejores, afirma:

Existen saberes que son fines por sí mismos y que —precisamente por su naturaleza  gratuita y desinteresada, alejada de todo vínculo práctico y comercial— pueden ejercer un papel fundamental en el cultivo del espíritu y en el desarrollo civil y cultural de la humanidad.

Señala el peligro de privilegiar solamente aquello que produce una utilidad tangible, inmediata y que muchas veces ha constituido el eje central del quehacer humano, su verdadera preocupación y casi su razón de ser, pues se ha pretendido así medir la capacidad del ser humano como realizador y utilizador de todos los medios requeridos para lograr los objetivos propuestos. En innumerables ocasiones y casi que sin darnos cuenta hemos caído en el consumismo, pues con la invasión de la publicidad muchos bienes innecesarios han sido posicionados como útiles e indispensables. Todo esto nos distrae y evita que disfrutemos los pequeños detalles que nos proporciona el solo hecho de vivir.

En este brutal contexto, la utilidad de los saberes inútiles se contrapone radicalmente a   la utilidad dominante que, en nombre de un exclusivo interés económico, mata de forma progresiva la memoria del pasado, las disciplinas humanísticas, las lenguas clásicas, la enseñanza, la libre investigación, la fantasía, el arte, el pensamiento crítico y el   horizonte civil que debería inspirar toda actividad humana. En el universo del    utilitarismo, en efecto, un martillo vale más que una sinfonía, un cuchillo más que una poesía, una llave inglesa más que un cuadro: porque es fácil hacerse cargo de la eficacia de un utensilio mientras que resulta cada vez más difícil entender para qué pueden servir la música, la literatura o el arte.

Para una mejor comprensión de su afirmación, teniendo en cuenta que el concepto de ciencia lo constituye aquella esfera de la actividad de la sociedad, cuyo objeto esencial es la adquisición de conocimientos acerca del mundo circundante y que la tecnología, por su parte, constituye aquel sector de la actividad de la sociedad empeñada en la modificación del mismo, vemos que la investigación pura realizada por la ciencia está exenta de un fin práctico, pues generalmente son planteamientos teóricos, series de ecuaciones, algoritmos complejos u otro tipo de presentación que generan conocimiento, aunque luego retomando esos fundamentos se busque por parte de otros investigadores un fin práctico, como ha pasado con las telecomunicaciones, la electricidad, la automatización, el procesamiento de datos, la inteligencia artificial y un largo etc.

Este gran pensador expone su Manifiesto en tres partes: La útil inutilidad de la literatura, La universidad-empresa y Poseer mata: “Dignitas hominis”, amor, verdad  y cada parte la ilustra con planteamientos de filósofos, historiadores, escritores, dramaturgos, lingüistas, matemáticos y otros especialistas cuyos aportes reafirman sus planteamientos. Veamos algunos.

«Un mundo sin literatura sería un mundo sin deseos ni ideales ni desacatos, un mundo de autómatas privados de lo que hace que el ser humano sea de veras humano: la capacidad de salir de sí mismo y mudarse en otro, en otros, modelados con la arcilla de nuestros sueños». Vargas Llosa

La obra de arte «exige nacer» de la misma manera que «el niño exige nacer»: «El niño no nace para la sociedad aunque la sociedad se apodere de él. Nace para nacer. La obra de arte nace igualmente para nacer, se impone a su autor, exige ser sin tener en cuenta o  sin preguntarse si es requerida o no por la sociedad. Ello no impide que la sociedad pueda «apoderarse de la obra de arte»: y aunque sea cierto que «puede utilizarla como quiera» —«puede condenarla» o «puede destruirla»— queda en pie el hecho de que la obra de arte «puede cumplir o no una función social, pero no es esta función social». Y si «es absolutamente necesario que el arte sirva para alguna cosa, yo diré, que debe servir para enseñar a la gente que hay actividades que no sirven para nada y que es indispensable que las haya». Ionesco

Si nos regaláramos el tiempo para apreciar y disfrutar el patrimonio que nos han dejado los grandes humanistas, constituido por lo artístico, literario, musical, filosófico, científico y arquitectónico, además de lo que nos brinda la naturaleza con solo detenernos a contemplar un atardecer, un amanecer, el vuelo de un pájaro, los colores de una mariposa, un arcoíris y tantas otras cosas que no disfrutamos, seguramente lo valoraríamos plenamente y de esa mirada para contemplar tanta belleza, surgirá el asombro que con una mente limpia y una mirada escrutadora, nos despertará no solo curiosidad sino también la creatividad. ¿Qué nos estamos perdiendo? A propósito de la forma como nos relacionamos con los demás, Italo Calvino en su libro Ciudades invisibles, desarrolla el concepto planteado por Sartre: el infierno son los otros, y a su manera afirma:

El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar y darle espacio.

Así como al contemplar la naturaleza y el mundo en general con sus personajes, acciones, omisiones, intencionalidades, noblezas, bajezas y todos los demás rasgos de la conducta del ser humano, podemos asimilarlo a una obra de teatro pues tiene todos los elementos de lo trágico y lo cómico y a los personajes que a veces son protagonistas o espectadores las diferentes escenas de la obra los afectan de manera diferente, de lo alegre y lo triste está compuesta la vida, entendámoslo y asimilémoslo, es la clave para disfrutar nuestro paso por la vida, en donde la dignidad nos la proporciona la cultura.

La permanente búsqueda de la verdad debe constituirse en una norma de vida ya que el ese proceso de aproximación a ella es en donde nos vamos formando y adquiriendo el conocimiento, pues este es tan vasto que es imposible abarcarlo todo, salvo para los dioses que por su sabiduría ya lo tienen o el caso de los ignorantes que no lo buscan pues creen ya poseerlo o no consideran que vale la pena el estudio. Pero una cosa es la búsqueda de la verdad y otra es considerar que no es válida sino la nuestra, pues no solo nos priva de considerar otras alternativas, sino que nos conduce al dogmatismo paralizante.

El pasado diez de junio tras concluir la lectura de El manifiesto, decidí hacer una reseña sobre él y ese mismo día murió Nuccio Ordine, gran humanista quien ha dejado honda huella con su obra. Paz en su tumba.

Profesional en Filosofía y Letras Universidad de Caldas

Abrupto despertar

Sara Jaramillo Klinkert en su nueva novela Donde cantan las ballenas, publicada en el 2021, desde un comienzo logra despertar la curiosidad y el interés en el lector, no solo con el sugestivo nombre de su libro, los enigmáticos epígrafes de Edgar Allan Poe, sino con el párrafo inicial del mismo:

El polvo estaba quieto a lo largo del camino. Quietos los pies descalzos de Candelaria como renacuajos confinados en la estrechez de la pecera. Quietas las ballenas que custodiaban la casa y que nunca habrían de cantar. Quieta el agua del estanque en el que iban a pasar tantas cosas. No es que fuera verano y el viento no soplara, lo que pasaba era que hacía mucho tiempo que nadie recorría el camino hacia Parruca. Pero no era una quietud de las que indican calma, sino de las que anuncian que algo está a punto de ocurrir.

Sara Jaramillo Klinkert (Medellín 1979), es una periodista y comunicadora social de la Universidad Pontificia Bolivariana, quien ha sido colaboradora de los principales medios de comunicación de Colombia. Licenciada en Periodismo por la Universidad Pontificia Bolivariana, estudió el Máster de Escritura Narrativa de la Escuela de Escritores de Madrid, en donde comenzó a concretar su carrera literaria, en la cual irrumpió con su libro autobiográfico Cómo maté a mi padre, y ahora nos ofrece según ella, una novela que rinde tributo de nuevo a su padre, a la naturaleza que la rodeó en sus primeros años, pues se crió en una finca plena de exuberancia de plantas y animales, a autores que la han inspirado, Alejo Carpentier, Edgar Allan Poe, y en general al idioma que le ha permitido exponer su alma a través de la escritura, en la cual es muy exigente consigo misma.

En esta novela de aprendizaje, en donde la protagonista es una niña en pleno crecimiento, pero con la ausencia de su padre, quien le alcanzó a enseñar tantas cosas, como en El Principito, “lo esencial es invisible a los ojos”, a tener confianza en sí misma, a arriesgarse con medida y a amar y respetar la naturaleza. Su morada está en Parruca un sitio alejado de todo, en donde las plantas crecen a su antojo, los animales son libres, y quien llega allí se siente protegido por la soledad del lugar. La acompañan Teresa su madre, Tobías su hermano y la casa, otro elemento importante en su vida, por todas sus singularidades.

Ante la ausencia de su padre, serán los personajes extraños y enigmáticos que se instalarán en la casa, con quienes interactuará buscando su crecimiento y tratando de entender a los seres humanos en sus diversas facetas cronológicas y anímicas y comprenderá que crecer implica tomar decisiones y luego se dará cuenta que los adultos al tomarlas pueden equivocarse y que el arrepentirse de ello, es lo que los humaniza. Esta será otra forma de explorar la ausencia de su padre y empezará a surgir en ella la necesidad de buscarlo, para saber porqué los abandonó.

Para quienes arriban a ese lugar, por diferentes motivos, constituye el sitio ideal, lejos de la indiscreción y de la morbosa curiosidad de los demás y un escondedero perfecto:

Parruca es un buen lugar para esconderse. Viven pocas personas, es difícil llegar y las montañas no hablan, nadie delata a nadie. Así se comportan quienes tienen asuntos que ocultar.  A veces es mejor así: yo no hablo, tu no hablas, las montañas no hablan. Eso es lo que pasa con las personas que andan huyendo, nunca pueden estar seguros de adonde pueden ir a parar, ni lo que les espera a donde sea que lleguen.

A Candelaria, la nostalgia, el recuerdo de la presencia de su padre y las celebraciones que armaban con su mamá y su hermano, en las que todo era alegría, música, baile y diversión, la marcaron definitivamente: su papá con el tamboril interpretado majestuosamente, hacía sonar el corazón de la casa, como llena de vida; sus silbidos que competían con los pájaros, Tobías improvisando e interpretando las letras de las canciones, ella tocando la marimba que le construyó con las botellas de aguardiente que se tomaba y su madre festejando con su vestido rojo que le hacia juego con sus labios y su dicha. Todo lo que sonaba cuando su padre estaba, ahora era silencio.

Pero en medio de ese silencio la vegetación siguió su curso normal y se fue desbordando ya que él no estaba para controlar su crecimiento, fue invadiendo no solo el exterior de la casa, sino su interior e igualmente su cimentación, nada la detenía. Su madre creía que al arrancar los laureles invasores, podría así arrancar el recuerdo de su esposo. Los sonidos regresarían luego con la presencia de Gabi de Rochester–Vergara quien arribaría después de deshacerse de su tercer marido y con el dinero, sin dejar rastro. Esta constituyó un paradigma femenino para Candelaria, antes despreocupada de su figura y su desarrollo, pero al ver la coquetería y la forma de organizarse de Gabi, comenzó a inquietarse de sí misma.

Por primera vez se atrevió a tocarse en los lugares en que las monjas le tenían vetados, y la sangre empezó a circular más rápido en sus venas. Sintió un calor emanado desde dentro que le coloreó la cara con el mismo tono del pelo. Era diferente al que percibía cuando se tumbaba al sol o llevaba a cabo alguna actividad física que la pusiera a sudar. Los pensamientos deambulaban en una espiral sin orden ni lógica dentro de su   cabeza. El corazón le latía más duro y más deprisa, pero esta vez percibió los latidos entre sus piernas y a lo largo de todo el cuerpo. Creía necesario hacer algo a lo que no   sabía que nombre poner. Tuvo la sensación de que se derretía por dentro y se angustió porque lo que estaba sintiendo tenía que ser pecado, pero el solo hecho de pensar que    estaba pecando, le generó mas placer.

En cuanto a Tobías, este vivía en otro mundo, tratando de experimentar con los hongos alucinógenos que habitualmente consumía y a pesar de la constante vigilancia de su hermana y el marcado desinterés de su madre, pero era tanto el abandono de su hermano y la decidida decadencia en la que se involucró,  hasta que su interés por él, fue cuestionándola:

La altura del balcón le proporcionó una visión general de su hermano que la hizo pensar en un montón de cosas que nunca tendría la oportunidad de decirle a la cara. Pensó en los alejados que estaban y en que no sabía si odiaba más sus silencios o sus comentarios sarcásticos. Visto desde arriba parecía un completo desconocido. Llegó a la conclusión de que uno puede vivir bajo el mismo techo o dormir en la misma cama con alguien y, aun así, sentirlo a kilómetros de distancia.  

Después de Gabi, aparecieron otros personajes que fueron aportando nuevos conocimientos en la formación de Candelaria, su frenética búsqueda no solo del sitio en donde cantan las ballenas, sino de su sexualidad, despertada por Gabi y exacerbada por la visión accidental de la desnudez de su hermano. Santoro sería uno de los nuevos huéspedes, con su cuervo Edgar que le servía para comunicarse con los demás, venía huyendo de sus enemigos, o de pronto de sí mismo;  y como novedad pagaría su alquiler con pepitas de oro. Luego vendría el desahuciado, Emilio Borja y sería Gaby quien lo traería y también lo despacharía. Finalmente aparecería Facundo con su incesante búsqueda de un ave a punto de extinguirse y su presencia llenaría la casa de calma y de nuevas expectativas, después de la misteriosa partida de otros huéspedes.

La búsqueda de Candelaria se concretará, cuando Facundo con gran motivación emprenderá con ella el viaje en pos de su sueño de encontrar el ave que le falta para evitar la extinción de una especie a la que ha dedicado mucho tiempo y esfuerzo. Esta motivación de Facundo, la cuestionó: Se preguntó si ella también era rara, si todo el mundo lo era a su manera y si la rareza es algo que vemos en los otros, pero no en nosotros mismos. Comprendió que lo que parece más oculto, siempre está frente a nosotros y por eso no nos percatamos y que si las cosas parecen cambiar, más bien es la percepción que de ellas tenemos.

Crecer implica saber aceptar la realidad, entender que muchas veces lo que estábamos buscando, no existe, o no justificó la búsqueda, por eso a la felicidad y la tristeza no las separa sino un instante, el de la percepción.

*Profesional en Filosofía y Letras Universidad de Caldas

 

Entrevista con promesa

Juan Grajales (Manizales, 1998), con la publicación de sus novelas, cuentos y columnas de opinión, se ha convertido en una promesa para nuestras letras. Desde pequeño mostró un marcado interés por la lectura y la escritura, y quien más lo animó fue Jorge su padre, a tal punto que desde los doce años empezó a escribir en sus cuadernos la simiente de las historias que lo inquietaban y a los quince años publicó su primera novela FALLSVILLE  Cuando sale la luna, la cual tuvo una segunda edición en el 2017.

Después de Falsville, en su segundo libro La cuarta bestia, noviembre 2016, abordó a nuestra querida Manizales, pero de una manera apocalíptica. En su tercera novela en 2019 PINOS, nos presentó fundamentalmente un análisis de la conducta humana, resaltando los opuestos entre la bondad y la maldad, pero de una manera desgarradora, como el ya nos ha mostrado que lo sabe hacer. En su penúltimo libro, La luna en un suspiro nos mostró la existencia de otras realidades En su última publicación Lo que la noche nos dejó, nos presentó quince relatos que no pocas veces nos quitan la respiración por lo tenebroso de las historias, o por la belleza de la descripción sobre la relación entre las personas, u otras veces por lo inesperado del final; siempre con unos claroscuros que hacen verosímil las situaciones narradas y nos sobrecogen por su crudeza.

Después de ese libro renunció a sus estudios académicos para dedicarse a su carrera de escritor, dejó su país y se fue para Europa en búsqueda de nuevos horizontes. Primero en Italia luego en Alemania, Dinamarca y desde principios del 2022 en el Ártico en donde ahora vive. Desde allí amablemente me atendió la presente entrevista.

Al ingresar a la universidad ¿qué carrera escogió y por qué?

Cuando entré a la universidad primero elegí derecho y después me pasé a biología. Siempre quise ser escritor, de hecho ya lo era cuando inicié la universidad, pero no había en la ciudad alguna carrera sobre literatura o creación literaria (que de hecho de esta última son poquísimas en todo el país), por lo que decidí seguir los pasos de mi hermano mayor, que se graduó de abogado en la Universidad de Caldas y ha sido un excelente profesional. Lastimosamente no pude conectar con la carrera y decidí estudiar mi segunda pasión: la naturaleza y el mundo. La biología cambió mi forma de pensar y de existir, y me ayudó a entender la vida desde una perspectiva mucho más amplia. De allí surgió, por ejemplo, la inspiración por los microbios de La Cuarta Bestia

¿Cuántos semestres alcanzó a cursar y cuál fue la razón de su retiro?

Cursé aproximadamente siete u ocho semestres, dispersos entre sí, con materias adelantadas y otras atrasadas producto de los constantes paros, de mis propios aplazamientos para tener tiempo de escribir, y porque constantemente veía materias de otros programas en mi afán de aprender, sobre todo. Aprendí aspectos básicos sobre geografía, geología, antropología, historia, derechos humanos y demás; puedo decir que fueron los años felices de mi primera juventud, cuando todavía tenía el tiempo, la energía y la incertidumbre del futuro. Me retiré en el 2021, después de las interrupciones de la pandemia y varios eventos personales que me llevaron a tomar la decisión de dedicarme a la escritura, y todo lo que esto conllevaba en materia de libertad de expresión en un país en donde este derecho sólo se encuentra en el papel. 

¿Cuánto tiempo lleva por fuera, en dónde se radicó y por qué?

Salí de Colombia una semana después de la publicación de mi último libro, “Lo que la noche nos dejó”, con la intención de pasar un tiempo viajando por Europa, principalmente en Italia. Una serie de eventos terminaron por moverme un poco más al norte cada mes, de Italia a Alemania, de Alemania a Dinamarca, y a principios del 2022 terminé en el Ártico, en donde ahora vivo. Tuve la oportunidad de quedarme, de obtener garantías para escribir sin tapujos sobre los temas que siempre reservé cuando vivía en Colombia, y que se agudizaron en los duros meses del Paro Nacional. 

Como todo lo que uno aprende, en algún momento le ha de servir ¿Cuál considera el aporte de su paso por la Universidad de Caldas?

Mi paso por la Universidad de Caldas fue determinante para ser la persona que soy y la persona que seré. Incluso sin haberme graduado, incluso sin tener un diploma en la pared, incluso si ya no queda registro de esos años felices, la Universidad de Caldas cambió mi vida y me abrió las puertas del conocimiento, me hizo revivir esa curiosidad de niño que se había disipado en la adolescencia, me hizo encontrar gente que pensaba como yo y gente que pensaba distinto, me ayudó a entender otras culturas, otros idiomas, otros mundos y otras historias. Aquellos años de universidad están bien plasmados en mi libro “Pinos”, que escribí precisamente en plena clase, cuando todos creían que estaba tomando apuntes de las exposiciones de mis compañeros de Derecho Ambiental, mientras lo que en realidad hacía era tomar nota de todo cuanto veía para convertirlo en una historia. También conocí a personas excepcionales, como mi profesora Lupe Laserna, que ha sido un apoyo constante desde que pasé por su clase de Textos y Discursos I, por donde también pasó mi hermano menor el mismo año en que me fui. 

¿Qué es lo  que más extraña de nuestra cultura y qué le ha sorprendido de la nueva en la cual está inmerso?

Lo que más extraño de Colombia es precisamente lo que nunca pensé que iba a extrañar; extraño la bullaranga de los mercados, las risas estridentes de la gente en los billares, el fragor de los mercados, los colores de las frutas enormes (ya descubrí por qué mis amigos extranjeros se emocionaron cuando los llevé por primera vez a la Galería), las doce horas de luz que son tan verídicas como la ley de la gravedad. También los balcones, y el sentimiento de que todavía queda mucho por hacer y mucho para arreglar, y que a pesar de todo lo malo la gente saca una sonrisa para seguir adelante. Donde estoy ahora parece que ya no hay nada más para hacer, nada más por mejorar, y la gente anda por la calle en un silencio de tumba en el que uno puede escuchar sus propios latidos. Me encanta, sin embargo, la seguridad y la tranquilidad con la que vive la gente, y cómo en aquel silencio han tenido tanto tiempo para pensar, que se conocen muy bien a ellos mismos, y eso es algo que nos hace falta a los colombianos, pues vivimos tan ajetreados y acompañados que no sabemos ni quiénes somos. Eso lo descubrí yo cuando sentí la soledad por primera vez en mi vida. 

¿Qué proyectos de escritura tiene ahora?

Ahora soy escritor para una agencia de expediciones del Ártico, estoy en varios proyectos con ellos, estoy muy emocionado a pesar de que ya han sido dos inviernos muy largos. Aquí la mitad del año es de una oscuridad impenetrable y la otra mitad es de una luz perpetua en la que uno ve el sol incluso a las dos de la mañana. A veces me da la impresión de que el mundo se estropeó y que las leyes del universo no funcionan aquí; quizá fue por eso que me interesé tanto en el realismo mágico desde que llegué. Estoy escribiendo una novela que ya había empezado desde antes de la pandemia, también un libro sobre mis primeros 400 días en el Ártico, y ahora también soy escritor para la revista de una ONG noruega sobre derechos humanos en latinoamérica.

Así como estando en Colombia logró desarrollar una novela como Fallsville que trascurre en Norteamérica, ¿qué ha pensado de escribir sobre Colombia estando por fuera?

Me siento más colombiano de lo que alguna vez lo fui. La historia que estoy escribiendo ocurre en un país latinoamericano ficticio, inspirado en Colombia, en donde me esfuerzo por retratar las cosas que nunca tomé en cuenta porque las veía todos los días. Es como la nariz, uno puede verla todo el tiempo si cierra un ojo y mira hacia abajo, pero realmente la ignoramos porque siempre está allí, y no es hasta que nos vemos en un espejo cuando realmente somos conscientes de ella. Lo mismo pasa con todo lo demás, como ver el sol esconderse a las seis de la tarde, o verlo en lo más alto del cielo al mediodía, o escuchar los pájaros al amanecer, poder salir a un parque o sentarse en una banca; todas esas cosas se convirtieron en lujos para mí, y me costó entender cuán simple es la felicidad. Ojalá lo hubiera sabido antes. 

Las pestes extrañas están en el trasfondo de sus relatos como en La cuarta bestia y en Fallsville, ¿qué más podemos esperar en sus narraciones a veces apocalípticas?

Siempre me fascinó entender cómo se comporta la gente en tiempos de crisis, qué tanto cambiamos, quiénes somos realmente. Escribí sobre las epidemias debido a mi pasión por los microbios, y ahora escribo sobre los conflictos sociales en mi afán por entender lo que nos pasó en los últimos setenta años. Nacer y crecer en Colombia me hizo normalizar eventos inconcebibles en muchos otros lugares del mundo, exterminios políticos, masacres, atentados, cosas que veía en televisión todos los días desde que tenía uso de razón, y que se me hacían tan normales como el sereno al anochecer. Ahora estoy interesado en saber cómo llega una sociedad hasta ese punto de desconexión (¿o tregua bélica?) con sus propios principios. De ahí viene “El Conflicto”, un libro que narra la vida de una mujer desde sus primeros años hasta su lecho de muerte en la vejez, y cómo su país experimenta cambios abruptos y atroces durante el ascenso de un dictador electo democráticamente y una posterior guerra que desestabiliza a la sociedad latinoamericana. Empezó como un proyecto de ficción, pero entre más leía más entendía y más me adentraba en el tema, descubrí que es una realidad latente en nuestro territorio. Por eso decidí ser escritor y activista para Amnistía Internacional y LAG i Norge; defender la democracia, los derechos humanos y las instituciones es responsabilidad de todos, incluso de los menos interesados en la política. 

¿Qué tipo de lecturas está haciendo?

Estoy leyendo exclusivamente autores latinoamericanos, especialmente aquellos relacionados con el realismo mágico (como Gabriel García Márquez e Isabel Allende), pues en este mismo estilo estoy escribiendo “El Conflicto”. También he descubierto autores escandinavos, pero son lecturas lentas porque mi nivel de noruego no es tan avanzado. 

¿En las librerías se ven libros de nuestros escritores?

 Sí, sobre todo de Gabriel García Márquez, traducido al inglés y al noruego. En un pequeño rinconcito de la biblioteca pública de Tromsø encontré un ejemplar en español de “El Amor en los Tiempos del Cólera”, ese día me puse muy feliz. 

¿Qué actividades desarrolla en un día normal?

Antes vivía en medio de la nada, rodeado de hielo y más hielo, pero desde mayo vivo en el centro de Tromsø y la vida se siente más normal. Como el estado de la luz cambia muy rápido, prácticamente no hay dos días iguales salvo cuando es el periodo del sol de medianoche o el de la noche polar, que parece como si el tiempo se congelara dentro de los relojes y no pasaran los días ni las horas. En el periodo de oscuridad trato de mantenerme acompañado todo el tiempo, salir con amigos, tomar mucho café. Incluso a los noruegos de otras ciudades les cuesta acostumbrarse a tanta oscuridad. En los meses de luz es al revés, no hay ni un rastro de oscuridad en el cielo y uno ve a la gente comiendo helado en los parques o asoleándose en la playa a la una de la mañana. Lo complicado es que luego es difícil conciliar el sueño, uno se siente como un sonámbulo a todas horas. Ahora que trabajo para la agencia de expediciones empezaré a viajar y a conocer más sobre el Ártico, eso me llena de mucha inspiración. No pienso quedarme aquí para toda la vida, pero, por ahora, este mundo tan loco es mi día a día. 

*  Profesional en Filosofía y Letras. Universidad de Caldas.

(Las fotografías fueron tomadas por Esme Andrews & Petra Policova).

 

Destrucción, surgimiento y concreción de un escritor

Juan Grajales (Manizales, 1998) desde pequeño mostró un marcado interés por la lectura y la escritura. Su padre, Jorge, fue quien más lo animó a ello a tal punto que desde los doce años empezó a escribir en sus cuadernos la simiente de las historias que lo inquietaban y a los quince años publicó su primera novela FALLSVILLE Cuando sale la luna, la cual tuvo una segunda edición en el 2017.

Su fértil imaginación le dio para situar su historia fuera de su entorno y escogió sitios de Norteamérica para desarrollarla y hacerla mas creíble, con nombres de personajes y características propias de las ciudades gringas, además con un trasfondo tenebroso como lo fue la quema de las brujas en Salem.

En Fallsville, todo se inicia con la ruptura de Henri Cruise y Katty, los padres de Annie y por supuesto el cambio de residencia de Sacramento a Fallsville, en donde su madre heredó una casa de una de sus familiares y es allí donde surge el problema pues su apellido de soltera que volverá a adoptar después de la separación es Malcott.

El 18 de octubre de 1784 Mary Malcott fue golpeada, amordazada y ejecutada por una turba enardecida y antes de morir maldijo al pueblo.

Murió quemada, pero sabiendo que algún día una de las descendientes de su hija volvería, y sería solo en ese entonces cuando ella podría regresar, poderosa como ella misma, como una mariposa que ha salido del frio capullo de la muerte. Volvería y se encargaría de que el mundo ardiera en llamas.

Annie se sintió mal, desadaptada, solitaria y sin sus amigos que tanta falta le hacían. Ingresó a la escuela y trató de adaptarse, aunque con dificultad. Su madre empezó a trabajar en el hospital y poco a poco la rutina tomó el mando. Aunque la casa era cómoda, tenía un aire de misterio que la asustaba, además el viento no contribuía pues las ventanas a veces golpeaban fuerte o las puertas pareciera que se abrían solas. Lo que creía era producto de su imaginaciones se hizo realidad un día que estaba sola.

No movía ninguna parte de su cuerpo; empezó a oír susurros y risas a su alrededor. Llevó su mano lentamente hasta el bolsillo para sacar su teléfono, pero una fuerza extraña y potente la lanzó hacia el techo, haciendo que ella impactara fuertemente con él y luego con el suelo. No lo pensó dos veces, se puso de pie a tropezones, empezó a correr hacia donde creía que estaba la puerta, pero alguien la tomó del tobillo y la arrastró    varios metros dentro de la casa…  

Estos fenómenos continuarán y serán los preparativos para la venganza que tiene planeada Mary Malcott quien espera poder contar con la colaboración de su descendiente Annie, quien está convertida en un mar de nervios, temores y terribles premoniciones, pues en el parque principal ha aparecido un aviso previniendo a la población sobre la próxima luna llena que comienza el fin de semana.

Para colmo de todo, a bordo de un carro de la policía, que acababan de robar, un hombre al volante le pidió que subiera al auto y ella trató de alejarse caminando rápido y cuando casi el carro la alcanzaba, una extraña criatura salió de entre los árboles y lo impactó destruyéndolo. Después de esto la criatura recobró la forma de una anciana y un olor a perfume barato inundó el ambiente.

–Eres mi legado— dijo la anciana con voz normal— estás lista para el ritual. No somos enemigas, tú y yo tenemos que quemarlos hasta las cenizas, tal como lo hicieron conmigo.

–Aléjate de mi–  gritó Annie mientras apretaba los puños.

 –¿Crees que me harás daño?—  –dijo con voz burlona— Ahora eres mía, necesito tu cuerpo, y tú necesitas mis atributos. Seremos una sola, tu juventud y mi poder.

Todo esto va constituyendo la ambientación de una gran destrucción producto de la batalla entre el fanatismo religioso, las venganzas no resueltas, las envidias ancestrales y todo eso en un torbellino que arrasará con Fallsville, y con ello a los culpables y a muchos inocentes.

La carrera literaria de Juan Grajales inició muy temprano tanto como lector y como escritor, pues sus primeros cuentos fueron publicados a los trece años. Después de Falsville, en su segundo libro La cuarta bestia, noviembre 2016, a la manera de los grandes novelistas de esta ciudad, como Eduardo García Aguilar con su Tierra de leones, Octavio Escobar Giraldo con Después y antes de Dios y Orlando Mejía Rivera con su Recordando a Bosé, aborda nuestra querida Manizales, pero de una manera apocalíptica.

En sus cuatrocientas cinco páginas de narración nos va llevando en una abigarrada descripción desde una apacible calma a una tenebrosa catástrofe que va cobijando todo lo que toca y así va destruyendo lo más querido que se tiene desde las posesiones materiales, hasta los seres cercanos a nosotros. Una vez iniciada la trama no hay sosiego en la lectura, pues intentamos como los seres involucrados, encontrar apertura de esas tinieblas pavorosas, sin encontrar salidas plausibles.

En su tercera novela en 2019 Pinos, nos ofrece un relato que no puede encasillarse fácilmente como novela policiaca, negra, drama u otro calificativo, pues fundamentalmente es un análisis de la conducta humana, en donde muestra los opuestos entre la bondad y la maldad, pero de una manera desgarradora, como el ya nos ha mostrado que lo sabe hacer.

Para su penúltimo libro, la Gobernación de Caldas en 2019por medio de su Secretaria de Cultura, con la Red Departamental de Bibliotecas Públicas, con el fin de apoyar a nuestros autores, y para que los pasajeros aéreos tengan acceso gratuito a unas lecturas que permitan distraer las esperas y disfrutar con nuestros escritores, tuvo la idea de publicar una colección que denominó Libros al Aire. Lecturas para viajeros.

De ese libro, en su relato La luna en un suspiro, vemos cómo un sueño puede desencadenar otra realidad, y su despertar ser tan comprometedor como alucinador, pues nos puede conducir a realizarlo, esto le sucedió al personaje de El día de mi muerte, un empleado normal de una empresa común y corriente, viviendo con una novia protectora y segura de sí misma, pero a veces con poco tiempo para atender las angustias de este hombre. Su sueño lo desubicó:

Fue una pesadilla horrible, asquerosa, aterradora. De ese tipo de sueños en los que, por más que uno quiera, es simplemente imposible despertar y, cuando por fin abandonamos el mundo onírico para sumergirnos en el real, quedamos con una amargura en la boca durante la mañana siguiente. Pero aquella amargura era diferente. Había muerto en el sueño, y sentía que ese día iba a morir.

En estos descarnados relatos vislumbramos lo efímero de la vida, a la vez que lo frágil no solo de la salud física, sino principalmente de la mental. Su lectura nos permite una reflexión sobre lo que estamos haciendo, cómo estamos utilizando el tiempo y qué esperamos para hacer los ajustes que hemos ido aplazando.

En su última publicación Lo que la noche nos dejó, en ciento sesenta páginas nos presenta quince relatos, que no pocas veces nos quitan la respiración, por lo tenebroso de las historias, o por la belleza de la descripción de la relación entre las personas, u otras veces por lo inesperado del final; siempre con unos claroscuros que hacen verosímil las situaciones narradas y nos sobrecogen por su crudeza.

Es interesante, en una juiciosa lectura, hallar elementos o situaciones de unas historias en otras, y como se ha discutido en el arte, la dicotomía entre elaborar una pintura o lograr describirla con precisión, como lo han sido Las Meninas de Velásquez y lo dicho al respecto por Michel Foucault, o Los zapatos viejos de Van Gogh y la interpretación de Heidegger. Aquí también aparece el tema del lienzo y la hoja en blanco.

Así mismo encontramos la tensión por algunas dudas y temores del escritor frente a su composición, sobre si ésta es de calidad o le falta más esfuerzo o tema para su concreción. Describe la lucha infatigable por lograr que lo imaginado por el escritor, lo disfrute plenamente el lector, es por tanto una objetividad en la subjetividad. ¡Que siga la creación!

De todo esto surgirá el escritor que hoy nos deslumbra con su creación, con varios libros de cuentos y novelas, quien a no dudarlo se revela como una promesa en nuestra literatura. Después de ese libro renunció a sus estudios académicos para dedicarse a su carrera de escritor, igualmente dejó su país y se fue para Europa en búsqueda de nuevos horizontes. Primero en Italia luego Alemania, Dinamarca y desde principios del 2022 en el Ártico, en donde ahora vive. Desde allí me atendió una entrevista que espero publicar en mi próxima colaboración.

Su dedicación a lo que más ama y sabe hacer, seguirá dando sorpresas no solo por la calidad de escritor, sino por la persona que es, a quien deseamos lo mejor pues tiene las condiciones para ello.

*  Profesional en Filosofía y Letras. Universidad de Caldas.

 

Peligra la democracia

Los problemas que han implicado los usos de las tecnologías, las nuevas formas de vida, la manera de relacionarnos, la convivencia y muchas otras consideraciones, han hecho incursionar a grandes pensadores en temas que antes no eran de su interés. El envejecimiento, la claustrofobia, la posverdad, las noticias falsas, el otro tipo de realidades diferentes a la basada en hechos comprobables, en fin, una lista bastante larga de aspectos que nos conciernen y nos afectan directamente y que se han constituido en temas de investigación.

Uno de estos destacados estudiosos es el filósofo y ensayista surcoreano Byung-Chul Han  (Seúl1959). Inició sus estudios de metalurgia en la Universidad de Corea que pronto abandonaría. Su destino estaba en Alemania a donde viajó cuando tenía veintiséis años, sin saber alemán, ni haber leído sobre filosofía, pero con una mente abierta al conocimiento.

Estudió filosofía en la Universidad de Friburgo y literatura alemana y teología en la Universidad de Múnich. En 2000, ingresó al Departamento de Filosofía de la Universidad de Basilea. Desde 2012 es profesor de estudios de filosofía y estudios culturales en la Universidad de las Artes de Berlín, en donde dirige el programa de estudios generales. ​

Estamos ante un filósofo que ha sabido interpretar de una manera clara nuestra sociedad, no solo globalizada, tecnificada, deshumanizada, sino también desconcertada, por lo cual se ha dado a estudiarla y transmitirle los resultados de sus investigaciones en un lenguaje tan fácil de comprender que de ahí su visibilidad en el medio no solo académico, sino entre el público en general. Los títulos de sus libros nos pueden dar una idea de sus preocupaciones, los temas de su estudio han sido: Psicopolítica, Buen entretenimiento, Hiperculturalidad, Ausencia, La sociedad del cansancio, La agonía del Eros, Topología de la violencia, La sociedad de trabajo y rendimiento, El aroma del tiempo: Un ensayo filosófico sobre el arte de demorarse, En el enjambre, Sobre el poder, Capitalismo y pulsión de muerte.

Uno de sus últimos libros, Infocracia publicado en Colombia el 2022, nos descoloca de esa pasividad con que normalmente solemos afrontar los cambios que aunque no son inminentes, si comienzan a alterar nuestra sociedad y la percepción que tenemos de ella, sus planteamientos nos  interrogan, nos interpelan y nos inquietan. Comienza su análisis al contraponer el régimen de la disciplina que siempre nos controló, con el régimen de la información que nos hace sentir libres y autónomos, pero en el que estamos sutil, pero efectivamente vigilados.  En el primero se explotan cuerpos y energía, en el otro información y datos que mediante algoritmos e inteligencia artificial determinan los procesos económicos, políticos y sociales, pronosticando comportamientos.

La tecnología de la información digital hace de la comunicación un medio de vigilancia. Cuantos más datos generemos, cuanto más intensamente nos comuniquemos, más eficaz será la vigilancia. El teléfono móvil como instrumento de vigilancia y sometimiento explota la libertad y la comunicación. Además, en el régimen de la información, las personas no se sienten vigiladas, sino libres.

Entendido como democracia, el sistema político que defiende la soberanía del pueblo y el derecho de este a elegir y controlar a sus gobernantes, veamos que ha estado sucediendo para socavar los principios de este sistema. Con la aparición de los libros, obviamente la cultura tuvo su momento de expansión, por el acceso al conocimiento de una mayoría que de esa manera podía plantear sus puntos de vista y el distanciamiento de los otros con una regulación coherente y regulada de hechos e ideas, con una disensión civilizada y desacuerdos argumentados.

Hoy en día los medios de comunicación contribuyen a deteriorar esa práctica discursiva, conduciendo a los receptores a la pasividad, por ausencia de interlocución, así predominan el intercambio de gustos e inclinaciones de los consumidores. En la mediocracia, también la política se somete a la lógica de los medios de masas. La diversión determina la transmisión de los contenidos políticos y socava la racionalidad. En los debates políticos televisivos cuenta mas la escenografía, el desempeño de los protagonistas, la fácil respuesta, así no sea la correcta, las preguntas no resueltas, las respuestas equívocas y sobre todo el argumento de que como el tiempo es corto, no hay forma de desarrollar los planteamientos o de controvertir a los otros.

Como la velocidad es lo primordial y el incesante bombardeo de información no deja el tiempo que requieren las practicas cognitivas, como son el saber, la experiencia y el conocimiento, bajo esa presión se recurre a la inteligencia que se orienta a las soluciones a corto plazo, en contraposición a las decisiones racionales basadas en reflexiones que implican no solo el momento, sino el pasado y el futuro. Para agravar surge otra amenaza.

 Hoy la racionalidad discursiva también se ve amenazada por la comunicación afectiva.   Nos dejamos afectar demasiado por informaciones que se suceden rápidamente. Los afectos son más rápidos que la racionalidad. En una comunicación afectiva, no son los mejores argumentos los que prevalecen, sino la información con mayor potencial de excitación. Así, las fake news concitan más atención que los hechos. Un solo tuit con una noticia falsa o un fragmento de información descontextualizado puede ser más efectivo          que un argumento bien fundado.

Para tratar de contaminar nuestras decisiones políticas, económicas o sociales, se han servido de diferentes herramientas que lo posibilitan, pues sin darnos cuenta hemos ido entregando nuestros perfiles a través de las redes, con las compras que realizamos, las búsquedas que hacemos, las canciones que escuchamos, las series y películas que vemos, los medios de comunicación que consultamos, nuestras lecturas, etc. Hemos ido generando tal información que a veces se logra saber más de nosotros, que nosotros mismos. Esto conduce a que me muestren visiones del mundo acordes con mis preferencias, por eso me llegan las noticias de lo que me gusta u ofertas de aquello que quisiera tener. Solo la voz del otro presta a mi afirmación, a mi opinión, una cualidad discursiva. En la acción comunicativa, debo ser consciente de la posibilidad de que mi discurso sea cuestionado por otro.

La variedad de elementos que son utilizados en la red para tratar de encausar nuestras preferencias, gustos y finalmente nuestras decisiones, han ido permeando nuestra voluntad, de manera casi imperceptible. El uso de boots, memes, influenciadores y otro tipo de artillería, actúan de forma incansable tratando de lograr nuestra aceptación. Los boots no son más que cuentas falsas automatizadas en las redes sociales que actúan como personas reales, como una mayoría induciendo a crear falsos escenarios, difunden noticias, falsas, difamaciones y odios.  “Un meme es un texto, una imagen o un video que se presta para propagarse exponencialmente en internet con modificaciones del mensaje original a menudo con fines humorísticos.” Y los influenciadores son aquellas personas que han sabido crear  en la red una imagen de conocedores de temas específicos y así han logrado una cantidad de seguidores, quienes al haber sido deslumbrados por aquellos, han comprometido muchas veces su criterio.

Los peligros latentes apuntan a lograr una subordinación silenciosa a una subliminal manipulación, primero de nuestras preferencias y luego de nuestra voluntad. Debemos continuar alertas. Ejemplos hay suficientes con los usos indiscriminados de Facebook, Twitter, Instagram, Tinder  y otros con diferentes nombres, pero funciones similares. Por no mencionar todo el daño causado con sospechosas ofertas de diferente índole, con el fin de hacerse a nuestras contraseñas y acceder a nuestras cuentas. Ha pasado más veces de las que imaginamos.

Lo que aquí está en juego es la expectativa que cada ser humano abriga de ser dueño de su propia vida y autor de su propia experiencia. Lo que está en juego es la experiencia interior con la cual conformamos nuestra voluntad de querer y los espacios públicos en los que actuar de acuerdo con esa voluntad.

En cuanto a la verdad considerada por Nietzsche como una construcción social que sirve para hacer posible la convivencia humana, es necesario tener muy claro el concepto para rechazar la posverdad, la realidad alternativa y otros conceptos que han comenzado por ser aceptados como válidos, minando así la credibilidad. Hay que saber diferenciar el mundo verdadero y el de la mentira. La verdad ejerce una fuerza centrípeta que mantiene unida a una sociedad. Y la fuerza centrifuga inherente a la información tiene un efecto destructivo sobre la cohesión social. Otro insigne pensador francés, Foucault planteaba: El futuro es la forma en que respondemos a lo que está sucediendo, es la forma en que hacemos un movimiento consistente en convertir la duda en verdad.

En gobiernos anteriores, con una desafortunada posición populista, logró afirmarse: Nosotros creemos que, en un Estado de opinión, donde no prevalece el capricho del gobernante, sino el imperio de la ley, y más allá de la misma interpretación de los jueces, la superiormente (sic) importante es la opinión pública.

Hoy estamos bien informados, pero desconcertados, son tantas las mentiras que circulan en las redes, tantos los montajes sobre supuestos hechos reales, pero que corresponden o a otros sitios, a otras épocas o que definitivamente son mentiras, que debemos actuar con precaución. La premura en reaccionar reenviando todo lo que nos llega, nos convierte en difusores de esas cadenas de mentiras, dislates o exabruptos. Tenemos que ser muy críticos con lo que leemos, escuchamos y vemos, pues las trampas son muchas y nos pueden conducir a situaciones inesperadas. No caigamos tan fácilmente en la red.

*Profesional en Filosofía y Letras Universidad de Caldas

Génesis de la hidra

En trescientas veintitrés páginas, divididas en diecinueve capítulos, Maria Cristina Restrepo López nos presenta en forma novelada, en un periodo que abarca desde 1963 hasta el año 2000, La mujer de los sueños rotos, un  relato de amor, pasión, violencia, dolor y soledad, la historia de Laura Martínez, desde su adolescencia hasta su madurez.

Esta historia tiene como marco de referencia los años en que la sociedad emprendedora, elegante, austera, de buen gusto y sanas costumbres, de Medellín, se dejó atraer por el facilismo en la consecución de dinero, las extravagancias de los nuevos ricos, el ascenso de los emergentes logrado a través del narcotráfico, los despilfarros en el consumo, la adquisición masiva de vehículos de alta gama, cuadros y obras de artistas famosos, el desfile de jovencitas acompañantes de esos nuevos personajes, etc.

Inicialmente fue el deslumbramiento, lo cual permeó la sociedad burguesa, para luego corromperla, sin que se dieran cuenta, así se pasó de los buenos modales a la ordinariez, al relajamiento de las costumbres, y de la ética a la permisividad, asumiendo que esto era lo correcto en los nuevos tiempos.

Maria Cristina Restrepo López (Medellín, 1949), es licenciada en Filosofía y Letras y Educación de la Universidad Pontificia Bolivariana y estudió Lenguas Modernas, Historia del Arte y de la Civilización en el Instituto Internazionale de Roma. Ha sido docente, traductora, gestora cultural y directora de la biblioteca de la Universidad Eafit. Es autora del ensayo El olvido en la obra de Marcel Proust (1986), el libro de cuentos La vieja casa de la calle Maracaibo (1989), las novelas De una vez y para siempre (2000), Amores sin tregua (2006), La mujer de los sueños rotos (2009), la crónica El miedo, crónica de un cáncer (2009), la novela Lo que nunca se sabrá (2010) y Verás huir la calma (2014), una biografía novelada sobre Jorge Isaacs.

La novela narra diferentes periodos de los que se refiere el año, para comprensión del lector, pues la narración no es lineal, si no que como lo que relata, es como estar en una montaña rusa, con altibajos sorprendentes, veamos en la juventud de la protagonista:

A su edad Laura y las compañeras de colegio tenían ese desconocimiento de la vida propia de las personas que han crecido amparadas por el celo de los padres, protegidas por un círculo social que se interponía entre ellas y las realidades más duras. La desgracia, la violencia, el peligro, estaban por fuera del mundo en el cual se movían con tranquilidad. Soñaban despiertas, pero nunca con lo inesperado, porque no podían        siquiera imaginarlo. 

En esa época le fue presentado por un amigo suyo, un jovencito que le causó desconcierto, no solo por su debilucha presencia, si no por sus pálidos ojos, decía ser el príncipe Julio de Borbón y como tal era tratado. Lucho Jaramillo le explicó que esos eran los ojos pálidos de la familia, los ojos legendarios de los Borbones de España… Bastaba oírle ese ceceo que a Lucho le parecía fascinante y a Laura poco natural, para saber que era español.

Laura Martínez, hija del doctor Mario y de Lucía, en esa época se soñaba casada, con hijos y hasta vislumbraba la casa en donde viviría. Se casaría luego, a sus veintitrés años, enamorada y muy ilusionada con Juan Carlos Mejía, hijo de don Humberto y de Nancy; muy pronto se daría cuenta que su marido lo hizo, más pensando en el prestigio de su suegro y en las oportunidades que podría tener al estar vinculado a su familia, que por amor. Muy decepcionante. Tuvieron dos hijos Federico y Camilo, quienes como niños la colmarían, pero luego hasta les estorbaría.

A comienzos de los años ochenta esos nuevos ricos con todas sus extravagancias, exigencias y ordinarieces irrumpen en subastas de obras de arte, actos sociales, y fiestas que antes solo eran reservadas a unos pocos; aunque un par de veces hay alusión a El Patrón, las descripciones del libro se centran en uno de sus más fieles lugartenientes, Jaimison Ocampo, quien tiene a su cargo una escuela de entrenamiento de sicarios, con unas implacables normas.

El Patrón, había ido cultivando amistades, tanto entre los pobres a quienes socorría, como a los ricos a quienes daba oportunidad de participar así fuera en forma indirecta o velada en sus inversiones, las jóvenes que lo acompañaban, más que desearlo, lo necesitaban para así salir de su pobreza, al igual que el séquito de guardaespaldas que lo rodeaban.

Repartía viviendas entre los pobres, construía canchas de futbol para los jóvenes de las   barriadas, reparaba campanarios de las iglesias, financiaba a los sacerdotes para las fiestas religiosas, pagaba hospitalizaciones, amortizaba deudas ajenas.

La aceptación social fue casi unánime, desvergonzada, justificada por los favorecidos y repudiada por una minoría que sería estigmatizada, extorsionada, secuestrada y muchas veces desaparecida como escarmiento y constancia de a quienes se debía rendir pleitesía. La estrategia de penetración fue primero de halagos, regalos, compras de sus propiedades por sumas muy superiores a su verdadero valor, luego el permitir participar en sus negocios a los empresarios más osados, que les permitirían blanquear sus capitales. Como de ese círculo formaban parte: políticos, autoridades civiles y militares, jueces, periodistas y hasta la iglesia, todo fluía sin problema. Era más una connivencia, confabulación o tolerancia, que una convivencia.

A todo esto no le prestaba mucha atención Laura, quien estaba obnubilada con su nueva relación con el arquitecto Fernando Pérez, que como esa otra realidad, en donde la conquista empezó tímida, casi inocentemente hasta que fue una realidad, la suya también se concretó, a pesar de que eso era lo que detestaba en su marido, la infidelidad.

Había oído hablar de las orgias que tenían lugar en las nuevas discotecas. La rifa de jovencitas, los premios denigrantes que se ofrecían a la que se tragara una cucaracha, a la que bebiera aguardiente hasta perder la conciencia. Era testigo del flujo incesante de muchachas hermosas que bajaban de los barrios en las motos de los sicarios, se sentaban en los Mercedes y las Toyotas de los jefes, para desaparecer pronto y ser        suplantadas por otras un poco más jóvenes, igualmente bellas, con la misma ansia de probar como era aquello de lucir una joya diferente cada noche, cenar en los mejores restaurantes, viajar en avión privado, gastar más, mucho más, de lo que gastaban las ricas de Medellín.

Toda esa orgia parecía no tener fin, ni se avizoraba salida a tal crisis, hasta que se tocó fondo y tanta intolerancia, tanta desvergüenza, se empezó a combatir de frente, aunque un poco tarde. La reacción fue inmediata y contundente, las bombas, los atentados, las masacres, el asesinato de policías, con precio pagadero por cada muerto, los secuestros, las extorsiones, las desapariciones, todo lo más salvaje que el ser humano pueda cometer, se hizo para amedrentar la indefensa población, ya sumida en la desesperación.

Medellín seguía en guerra. Veía con horror como los medios de comunicación hablaban de torturas, de desapariciones, desde su apartamento oía las bombas que estallaban matando, hiriendo o mutilando a centenares de personas inocentes. Morían asesinados jueces, políticos, policías. Los escuadrones de la muerte hacían capturas masivas de   jóvenes de las barriadas. Oía hablar de allanamientos, de detenciones. La ciudad se encontraba militarizada, lo cual parecía empeorar las condiciones de terror.

Por su parte en los barrios populares las madres rogaban por los hijos vivos, muchachos que se rebuscaban la vida de manera incierta, otras por sus hijos caídos en esa lucha, por sus hijas descarriadas, desaparecidas o por las encontradas en alguna cuneta de la carretera, cuando ya no satisfacían a sus protectores. No hubo familia en Medellín que no llorara un ser querido. Fue el precio de la entrega desmedida a esa contracultura mafiosa.

Con el paso de los años, a Laura le llegaron muchas decepciones, rupturas, abandonos, desengaños y situaciones irrepetibles las cuales no logra alejar de su mente por lo azarosas y dolorosas que fueron, no sabe como salió airosa. Ahora en plena madurez sabe que la mayoría de las decisiones importantes, se dejaban al calor del momento, sin medir su trascendencia:

Quizás era eso lo que le había ocurrido a su enemigo en el momento decisivo, el instante en el cual había jugado con su vida como si se tratara de algo sin importancia. Si estaba vivo, como aseguraban algunos, recordaría aquel momento con tanta intensidad como ella. Era probable que se arrepintiera de la decisión adoptada. No tenía por qué haberla dejado vivir, como tampoco tenía por qué haberle dado muerte.

Esta historia publicada en 2009, fue el modelo que se expandió por todo el país, y que no ha sido posible erradicar a pesar de la captura o eliminación de los jefes de cada época. Primero fue Carlos Ledher, capturado y extraditado en 1987,  y se dijo había sido un golpe para acabar con el narcotráfico, luego en 1989, Rodriguez Gacha fue abatido, e igual comentario. En 1993 le tocó el turno a Pablo Escobar, se afirmó lo mismo. En 1995 les llegó el turno a los Rodriguez Orejuela y los extraditaron, después de un largo etcétera en la lista del último gran capo capturado, el negocio sigue vigente. Estamos ante el fenómeno de la hidra.  En la mitología griega, la Hidra era un antiguo y despiadado monstruo acuático  con forma de serpiente policéfala  y aliento venenoso. La Hidra poseía la virtud de regenerar dos cabezas por cada una que perdía o le era amputada.

Ellos también aprendieron de esta orgia sangrienta, ya son más discretos, menos visibles, menos ostentosos, pero más agresivos en la participación política y económica. Han hecho pactos de conveniencia con las demás fuerzas oscuras, llámense guerrilla, paramilitarismo o delincuencia común y aun inciden en las fuerzas legítimamente constituidas.

*Profesional en Filosofía y Letras Universidad de Caldas

 

Lo miserable del ser humano

Resulta fascinante la confluencia de varios idiomas en la pluma de grandes escritores para darnos la oportunidad de disfrutar obras que de otra forma no hubiera sido posible acceder. En esta oportunidad tenemos originalmente al escritor polaco Joseph Conrad, con El  agente secreto, cuya versión original fue en inglés, con prefacio del prestigioso novelista alemán, Thomas Mann y la traducción al español a cargo del escritor chileno, Jorge Edwards.

Esta apropiación de la lengua del país que ha acogido a innumerables escritores, se ha dado con más frecuencia de la que creemos. Vale la pena mencionar al checo Milan Kundera, quien al tener que abandonar su país, escogió vivir en Francia en donde asumió su lengua e hizo todo su desarrollo novelístico con ella. Igualmente es digno de mencionar al cubano Guillermo Cabrera Infante, quien exilado en Inglaterra, utilizó el inglés como herramienta para plasmar su creación. Todos lo han hecho como tributo de gratitud al país que los acogió. Al respecto Thomas Mann acota:

El enamoramiento fortuito del modelo vital de otra nación, la emigración decidida y radical, la completa naturalización personal y espiritual en un ámbito extranjero, como si de la corrección por parte del intelecto humano de un error de la falible naturaleza se tratase, se repite al parecer con relativa frecuencia en la historia de la cultura y la poesía, y quien comparta la sana reverencia por lo natural… constatará con satisfacción una liberalidad en lo nacional cuyo resultado no ha sido la perdida de la cultura y la muerte intelectual, sino un logro intelectual admirado por todos los pueblos.

El nombre original del escritor polaco era Józef Teodor Konrad Nałęcz-Korzeniowski y al recibir la nacionalidad británica adoptó el de Joseph Conrad. Nació el 3 de diciembre de 1857, en el seno de una familia de la baja nobleza en BerdychivPodolia, hoy situada en Ucrania y por entonces en la Polonia ocupada por los rusos. Su padre combinaba la actividad literaria como escritor y traductor de Shakespeare y de Víctor Hugo con el activismo político al servicio del movimiento nacionalista polaco por el que sufrió una condena a trabajos forzados en Siberia. La madre de Josef murió de tuberculosis durante los años de exilio, él tenía ocho años,  cuatro años más tarde fallece su padre, al que se le había permitido volver a Cracovia. Lo recoge y ampara entonces su tío Tadeusz Bobrowki, pero a los diecisiete años Conrad deja Cracovia por Marsella y comienza su vida sobre el mar en un barco mercante francés. Esa experiencia cambiaría su vida ya que con ella nacería una pasión (que no abandonó jamás) por la aventura, por los viajes, por el mundo del mar y por los barcos.

Para él, el ideal del trabajo en la marina se centraba en la gran potencia inglesa y su poderío naval, lo cual lo alentó a aprender el inglés, pues no bastaban su polaco, su ruso y su francés, de esta manera su deseo se cumplió con creces y no solo pudo acceder al mar, sino al territorio británico, del cual llegaría a conocer a fondo la sociedad que lo conformaba, sus potencialidades, debilidades y demás características de la época.

Además de disfrutar en medio del mar, su destino elegido, supo plasmar esas vivencias en los relatos que nos dejó como novelas no solo de aventuras, sino de tragedias y desgracias, que retrataron lo mejor y lo peor del ser humano. Quedan como claros testimonios: El espejo del mar (2012), Lord Jim (1900), La locura de Almayer (1895), El negro del Narciso (1897), Nostromo (1904), La línea de sombra (1917) y El Pirata (1923). Merece especial mención la descripción que logró del despojo que realizaron los europeos a los nativos en el África de donde extrajeron el marfil y el copal canjeando estos por baratijas, esa narración la consignó en El corazón de las tinieblas (1902).

Si bien es cierto la mayoría de su obra fue desarrollada en relatos marinos en los cuales las vicisitudes, los peligros y las explosivas situaciones desencadenadas por los largos encierros y tristes penurias, no es menos grandiosa su elocuencia en las narraciones eminentemente terrestres, como lo resalta Thomas Mann:

Pero su masculino talento, su anglicismo, su amplitud de miras, su mirada incisiva, fría, pero llena de humor, su nervio narrativo, su fuerza y su seria alegría, no pierden un ápice cuando pone los pies en tierra firme y contempla, analiza y plasma con enorme equilibrio crítico y estético la vida social en tierra.

Este es el caso que nos presenta en El agente secreto (1907), en el cual podemos apreciar todas las intrigas de la época a través de la historia que ocurría en una embajada de un país oriental, en Londres, a la cual estaba adscrito un personaje muy particular, quien creía estar realizando un papel muy importante para la seguridad mundial, pero su contraparte, el primer secretario de la embajada, no pensaba lo mismo y luego de ridiculizarlo, humillarlo, menospreciarlo, amenazarlo y darle un ultimátum, supo utilizarlo en una operación miserable.

Esa mirada del diplomático sobre la estabilidad reinante lo perturbaba al punto de hacerlo afirmar ante el agente secreto:

–La vigilancia de la policía, y la severidad de los magistrados. La blandura del procedimiento judicial de este país, y la completa ausencia de medidas represivas, son un escándalo para Europa. Lo que se requiere ahora es un aumento de la intranquilidad, de la agitación que sin duda existe… El apego sentimental de este país por las libertades individuales es absurdo.

En esa charla tan poco amable y menos diplomática, se fraguó el destino final del agente y fue concluida con total claridad por parte del secretario: Usted no puede contar por mucho tiempo con sus emociones, sean de lastima o de miedo. Para que ahora tenga alguna influencia en la opinión pública, un atentado con bombas debe ir más allá de la intención de venganza o terrorismo. Debe ser puramente destructivo.

Esta sentencia de muerte desestabilizó al señor Verloc, quien no veía una salida clara a tan crucial encargo, que además era parte ahora de su labor so pena de perder no solo su empleo, sino su realización como persona, su prestigio y quien sabe que otras cosas más.

En medio de todo ese drama, Conrad nos va mostrando como transcurre la vida en esa sociedad, analiza el papel de los policías y los malhechores (quienes reconocen las mismas convenciones, y tienen un conocimiento práctico de los métodos del otro y de la rutina de sus respectivas ocupaciones), la burocracia, los círculos de poder y sus intrigas, los salones culturales, las labores de los anarquistas de escritorio o de arengas públicas, posando de peligrosos individuos, pero regodeándose con la sociedad que cuestionan y que muchas veces los amparan de supuestos peligros que les acechan de parte de sus perseguidores.

Conrad escribe como si estuviera actuando y sabe lo que especula el criminal y lo que considera el investigador, veamos ambos puntos de vista:

En todas las eventualidades que había previsto, el señor Verloc había hecho sus cálculos con una visión correcta de la lealtad instintiva y de la ciega discreción de Stevie. La   única eventualidad que no había previsto lo había dejado consternado, en su condición de persona humanitaria y de marido afectuoso. Desde todos los demás puntos de vista constituía más bien una ventaja. Nada puede equipararse a la eterna discreción de la muerte.

Y en cuanto al investigador: El valor práctico del éxito depende en no poca medida de la forma como uno lo mira. Pero el destino no mira nada. No tiene discreción.

En cuanto a la señora Verloc, es de resaltar la vida miserable que arrastra quien renunció a un amor de juventud, por preservar la vida de Stevie, su hermano limitado mental, a quienes acogió con cariño el señor Verloc en su casa. Ella se convirtió por motivos de gratitud, en una abnegada ama de casa, sin mayores exigencias y con mucha tolerancia y silencio frente a las extrañas actividades de su marido y sus habituales contertulios. Ella adoptaba el punto de vista frio y razonable de que mientras menos exigencias se impusieran a la bondad del señor Verloc, más probabilidades había de que sus efectos tuvieran una larga duración.

En esta tragicomedia Conrad retrata la sociedad de esa época, la cual no ha cambiado demasiado, al igual las relaciones de Inglaterra con el resto de Europa, parecen una copia un poco refinada de las actuales y asombrosamente el parangón del papel de Rusia frente a Occidente, ni para que profundizar más. Como vislumbró Nietzsche “el eterno retorno”, para bien o para mal.

*Profesional en Filosofía y Letras Universidad de Caldas.