#Colombia es sabor

Buscando características comunes a las cocinas colombianas y después de más de media vida recorriendo éste país como guía de turismo siempre interesada en sus ingredientes y sus comidas y después centrándome en el Paisaje Cultural Cafetero Colombiano como investigadora, me atrevo a afirmar que siendo Colombia un país pluriétnico y multicultural sus cocinas son el reflejo de éstas dos condiciones.

Empecemos:

  1. – Colombia es el país de las tres eses S: sopa, seco y sobremesa.
  2. -El arroz blanco es la preparación que nos une, el hilo conductor desde San Andrés hasta Leticia, desde el Chocó hasta Arauca acompaña sopas, todo tipo de carnes, guisos, sudaos o es plato único como el arroz con huevo…
  3. -A diferencia de otros países, no tenemos comida de estaciones y nos tomamos un sancocho o un tinto en la costa o la Dorada, (el clima no nos importa mucho a la hora de comer).
  4. -Somos un país de sopas y existen casi que en cada región, algunas con las que quedamos satisfechos, constituyéndose plato único, para servir a la hora del almuerzo, preferiblemente en familia y día festivo o alguna celebración: rundown en San Andrés, sancocho de guandú con carné salá en Barranquilla, mote de queso con berenjena en Córdoba, sancocho de pescado en el Caribe, mute en Santander, ajiaco en Cundinamarca, cuchuco de trigo con espinazo en Boyacá, mondongo en Antioquia y Caldas, sancocho de gallina en el Valle, sancocho de espinazo en Tolima grande, sopa de carantanta en el Cauca, juanesca o fanesca en Nariño, cazuela de mariscos en el Pacífico Colombiano, en resumen: somos soperos y es común el añadir productos frescos y fríos a las sopas calientes: banano, aguacate, cebolla, cilantro, picadillos, calados, arepas, queso y añado la changua, para el desayuno y base de la riquísima sopa de pan en cazuela…
  5. – Sólo en Colombia, México y Venezuela las empanadas tienen el maíz como el ingrediente de su masa y las de Colombia son LAS ÚNICAS EN EL MUNDO QUE MEZCLAN PAPA Y MAÍZ (ingredientes americanos).
  6. – Colombia no tiene, no puede tener, no tendrá un sólo plato que la represente, nos representa lo regional, lo diverso.
  7. -Pero sí que tiene una olla que es bien propia: los calderos, gruesos, con tapa, con orejas, para el arroz, para las sopas, los guisos, los sudaos, los atollaos, los arequipes, los dulces, los fritos…
  8. -Nos gusta y caracteriza el salidulce: tajadas de plátano maduro con carne y arroz, bocadillo con guayaba, sólo por poner un ejemplo.
  9. -Utilizamos frutas para ensaladas, salsas, ajíes asados, pinchos y somos muy creativos al mezclarlas: un banano picado dentro de una sopa es colombianísimo (y delicioso).
  10. -Dividimos nuestras preparaciones en: comida de sal y comida de dulce y en el Paisaje Cultural Cafetero (PCCC) en la zona rural en: comida normal y comida rara.
  11. -En la comida de dulce nuestros dulces de plato, mayoritariamente frutas caladas para comer con quesito, son únicos y lo más usual es acompañarlos con un vaso de leche.
  12. -Añadir quesito en el chocolate, la agua panela, el tinto o las sopas calientes, es para nosotros el pan nuestro de cada día y los extranjeros al principio se escandalizan y luego adoran ésta muy nuestra costumbre. Aclaro que es queso fresco que se pone deliciosamente “chicludo”…
  13. -La abundancia y la generosidad en el servicio son características de nuestras cocinas: “Donde comen dos, comen tres”.
  14. -Tenemos tal cantidad de frutas que ningún colombiano las conoce o ha probado todas.
  15. -Somos potencia mundial en comida de mano: almojábanas, buñuelos, pandeyucas, garullas, barrancos, moriscas, aplanchados, cotudos, panuchas, borrachos, barrancos, patacones, aborrajados, caribañolas, arep’e huevo, papas rellenas, empanadas… y un etcétera enorme…
  16. -La influencia árabe es innegable, me atrevo a afirmar que tenemos la mejor cocina con influencia árabe de toda América. En la costa caribe los quibbes son los primos hermanos de las caribañolas, la panela, los postres “calados” con panela clavo y canela, el parecido de la lechona con el cordero entero asado relleno de arroz, carne, dátiles y especias, el cuchuco de trigo con espinazo de cordero es pariente del boyacense con cerdo, el uso del comino y el cilantro y el cus cus del eje cafetero, sólo por poner algunos ejemplos son una prueba clara de la innegable influencia árabe. Nos falta ponerle un nombre. Algunos dicen que comida karibbe, olvidándose del resto del país, yo propongo: cocina “majita”, pues éste es un término cariñoso de los árabes en Colombia.
  17. -Utilizamos una gran cantidad de hierbas en nuestras preparaciones.
  18. -Nuestra mezcla de especias nacional es el triguisar o trifogón, que contiene: comino, pimienta, laurel, ajo y color (sea bixa orellana, azafrán de raíz o colorante rojo o naranja).
  19. -Muchas personas llaman “azafrán” a cualquier colorante que añada un tono amarillo naranja a las preparaciones y aunque ya han empezado a cambiarle el nombre por: “color”, todavía se consiguen paqueticos con colorante llamados “azafrán”, sin serlo.
  20. -Tenemos una buena variedad de ajíes, de formas, tamaños y sabores diferentes y no se cocinan ni se asan para preparar las salsas, se maceran frescos o secos.
  21. -No somos un país de muchas salsas, la verdad sea dicha y se salvan unas pocas: el chorrio, el hogao, los picadillos, el ají de maní, los diferentes ajíes. Tenemos dos salsas sobre las cuales hay que iniciar una investigación: una mal llamada “chimichurri” que nada tiene que ver con la argentina y otra mal llamada “guacamole”, que tampoco guarda relación con la mexicana, necesitamos indagar de dónde son, cómo surgieron y darles un nombre colombiano.
  22. -Tenemos arepas al desayuno, al algo, al almuerzo o a la comida y las tenemos asadas o fritas, gruesas o delgaditas, redondas, cuadradas o telitas, de maíz blanco o amarillo, de maíz trillado o mote nixtamalizado con ceniza.
  23. -Somos los mayores consumidores de panela del mundo 37.5kl/per cápita/año y nuestra bebida nacional es la agua panela.
  24. -Tenemos el mejor cacao del mundo y utilizamos chocolate 100% puro en pastillas y preparamos uno de los mejores chocolates de taza del mundo.
  25. -También tenemos el mejor café suave del mundo y tomamos tinto a cualquier hora, los niños colombianos toman café.
  26. -Ahora que hablan de las cinco porciones diarias entre frutas y verduras, los colombianos tenemos incorporada en nuestras costumbres esa recomendación. (tomamos jugo de frutas y ensalada y cuando no se hace ensalada, acompañamos el seco -plato principal, la sopa es entrada- con rodajas de tomate y a veces cuando servimos chorizos o chicharrones se acompañan con medio limón, para “cortar” la grasa).
  27. -Nuestras matronas son las maestras del reciclaje, si llega algún producto en abundancia lo comemos en sopa, seco, sobremesa, postre o “calentao”, por varios días.
  28. -Las plazas de mercado o galerías, son sitios donde no sólo se consigue todo fresco sino que la abundancia es correspondiente con nuestra biodiversidad y con el tener todos los pisos térmicos, además la amabilidad de los y las vendedoras es proverbial, como si fuera poco se come delicioso en nuestras plazas, todo kilómetro cero y sin conservantes. Confieso que en otros países me llevan a conocer mercados y pienso: ¡qué sentirían en Paloquemao, en Corabastos, en la Perseverancia, en mis Galerías de Manizales!…

Se pregunta mi hija: ¿por qué le “dio ésta ventolera”? y tengo dos motivos: 1.- Como una respuesta a la pregunta lanzada como un reto por Alba Regina Dávila Correa, reto que acepté. 2.- Soy capaz de caracterizar muchas cocinas del mundo y no me había detenido a hacerlo con las nuestras siendo un descuido y una falta de interés y de amor imperdonables, hacerlo es un poco un mea culpa, es como la cuota inicial de una deuda que debo empezar a pagar.

*Cocinera. Docente Universidad Autónoma de Manizales.

 

 

LA JAUS, una apuesta por el arte

Desde noviembre del año pasado abrió sus puertas en Manizales La Jaus, una agencia cultural que trabaja en el campo de la creatividad y la cultura. Fundada por un grupo de profesionales que unieron sus saberes, pasiones y conocimientos en la gestión cultural, el derecho, la arquitectura, el feminismo y el arte en una empresa que asesora en sus labores diarias a artistas y a diferentes organizaciones.

Los proyectos creativos, la representación e intermediación cultural hacia diferentes tipos de clientes, son las tareas de La Jaus, una idea que surgió de los vacíos y necesidades que Laura Puerta, Directora de la agencia, identificó en Manizales.

Para la Artista Plástica, una de las carencias que se tiene en la ciudad y en la región es la formalización de los proyectos culturales, que no solo necesitan claridad en su formulación sino sostenibilidad económica.

“Muchas veces los artistas o creativos tienen mucho talento pero no saben cómo escribir un proyecto o qué precio ponerle a su obra. Nosotros como plataforma de difusión y de creación de portafolios nos entendemos con los clientes en calidad de intermediarios”, afirma.

El nombre de La Jaus surgió de una lluvia de ideas entre Laura y del arquitecto Santiago Dussán López,  Director Comercial de la agencia. Sus oficinas se encuentran en la Casa D situada en el barrio Palermo (Calle 69 No. 26a – 09), un sitio que alberga a más empresas en una modalidad de Coworking (espacios compartidos).

“Le pusimos La Jaus porque en la casa es donde tu más piensas, te sientes bien,  sueñas, y para Laura y para mí eso le da cercanía a los artistas que son tímidos para hablar de su arte”, comentó Santiago, un manizaleño que vivió por más de 15 años en el exterior y regresó para apostarle a este proyecto.

Asegura que Manizales tiene  fortalezas en  talentos pero no hay patrocinio para el sector cultural. “Por eso otra de las ideas de la agencia es visibilizar a los artistas en otras regiones de Colombia e incluso del exterior. En esta dirección ya se tiene un diálogo para exponer en la embajada colombiana en Suiza una muestra que refleje las perspectivas de los artistas locales sobre el Paisaje Cultural Cafetero”.

Las empresas que no sean del área de la cultura también pueden recibir en La Jaus talleres y asesorías para mejorar la comunicación interna a partir de sesiones creativas tales como pausas activas, estrategias de comunicación, creación de contenidos y planes que partan del arte. Adicional ofrece recorridos turísticos diseñados para conocer y disfrutar las particularidades locales desde diferentes expresiones.

Una exposición y una charla mensual 

El primer miércoles de cada mes La Jaus programa una exposición en El Muro, espacio que únicamente está abierto al público durante un día.  Laura Puerta  con su experiencia como gestora cultural identificó que la asistencia a exposiciones es masiva solo el día de la inauguración y el resto del tiempo se nota la soledad en la sala. Es la razón de la propuesta, además porque La Jaus no es una sala de exposiciones. “Tener un espacio expositivo implica un proceso de logística que no es nuestro objetivo. Solo tenemos un día abierto al público de 3:00 a 9:00 p.m. y la respuesta ha sido muy buena. El resto de los días la exposición sigue montada disponible  solo para las personas que quieran comprar”.

“Conversaciones a calzón quita’o” a cargo de la Rubia Inmoral es otra de las actividades mensuales que ofrece La Jaus, el segundo miércoles de cada mes,  una charla entre mujeres donde se abordan diversidad de temas.

*Comunicadora Social y Periodista. Productora Manizales 92.7 FM y 1000 AM. Subgerencia de Radio – Radio Nacional de Colombia.

 

 

Reír para no llorar

La retrospectiva Hitchcock/Kubrick: Clásicos para Obsesivos Compulsivos de Cine Colombia vuelve este 9 de julio. Dr. Strangelove (1964), el séptimo largometraje de Stanley Kubrick, inaugurará la segunda parte del ciclo, dedicada al director neoyorkino. 

En 22/11/63, novela de ciencia ficción firmada por Stephen King, un profesor de secundaria, Jake Epping, viaja desde 2011 a 1958 con una importante misión: frustrar el asesinato de John F. Kennedy. Transcurre la época del rockabilly, la fiebre del tupé y la bonanza de la posguerra, así como de la amenaza nuclear de la Guerra Fría y el sentimiento anticomunista.

Epping, desconocedor de la historia, corrobora ‘in situ’ el alcance de la situación política estadounidense de finales de los 50 y reconoce: “Había cometido la estupidez de dar por supuesto que la gente iba a vivir la crisis de los misiles de Cuba como cualquier otro incidente internacional pasajero, porque cuando yo estudiaba no era más que otro cruce de nombres y fechas que debía memorizar para el siguiente parcial. Así es como se ven las cosas desde el futuro. Para la gente del valle (el oscuro valle) del presente tienen otro aspecto”[i].

Quienes se sientan familiarizados con las palabras de Epping sepan que la repercusión del momento era tal que hasta el cine tomó precauciones al abordar el tema, en aras de no levantar alguna polvareda. Fue así como Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb, séptimo largometraje de Stanley Kubrick, una afilada sátira política inspirada en el libro Red Alert, de Peter George, se estrenaba al público el 29 de enero de 1964 con una declaración al inicio de su metraje. Advertía que nada de lo narrado estaba en riesgo de suceder, merced del férreo compromiso de las fuerzas militares de Estados Unidos por evitarlo.

El argumento de la película gira en torno al desesperado intento de líderes políticos y militares estadounidenses (reunidos en la ya legendaria sala de guerra) por interrumpir un ataque nuclear ordenado por un maníaco general gringo contra varios objetivos militares rusos, que de suceder pondría en jaque cualquier forma de vida sobre la faz de la Tierra.

Kubrick alertó que su historia no era más que un producto de la imaginación, que no podría tener lugar en los márgenes de lo real. Invitaba a no tomarse en serio la película y se curaba en salud para sortear cualquier revuelo social e intento de censura. Recordemos que el cineasta venía bastante disgustado: varios momentos de su cinta anterior, Lolita (1962), fueron víctimas de la tijera de los censores, lo cual lo llevó a asegurar que habría preferido no hacerla, como recoge el documental Stanley Kubrick: A life in Pictures (2001).

Sin embargo, la aclaración del director ha adquirido con el paso del tiempo la forma de una brillante coartada. En lo que parecía ser una comedia bélica indiferente e inofensiva se agazapaba una crónica descarada de su tiempo, tan contundente y más perdurable que otras películas de aquel año que se aproximaron al tema desde una óptica naturalista como Punto Límite, de Sidney Lumet, y Siete días de mayo, de John Frankenheimer.

El resultado: una histriónica parábola acerca de los hilos del poder en tiempos de tensión, mediada por la megalomanía e inconsciencia de los dirigentes de una nación al afrontar decisiones de trascendencia social, tomadas siempre en detrimento de cualquier principio ético o sentido de la responsabilidad. Una historia sin mira de sutilezas que confronta a la sensatez e insensatez con personajes que se debaten en hacer lo mejor para su país desde puntos de vista peculiares (unos más cuerdos que otros) para así invitar al espectador a que la única forma de sobrellevar el absurdo de aquellos días era reír para no llorar.

El llamado a la subestimación hecho por Kubrick se basaba en la poca correspondencia que tenían los hechos de la película, en teoría, con lo sucedido, más allá de que la narración tomara como punto de partida la crisis de los misiles. ¿Quién podía creerse a un general que encontraba en la fluorización del agua un motivo para atacar a los rusos o la ineptitud de la cual hacían gala sus protagonistas? ¡Hablamos de los líderes de Estados Unidos, por Dios!, lo que hizo que muchos se sintieran aludidos por la “mala imagen” que se ofrecía de estos, mientras que otros no se la tomaron a pecho al considerarla un fruto de la caricatura y la tergiversación.

No obstante, treinta años después de su estreno, Paul Lashmar, escritor y documentalista, se tomó el trabajo de investigar aspectos de la cinta por dos años. Vaya sorpresa se llevó al hablar con varios antiguos diputados estadounidenses, quienes admitieron que Thomas S. Power, general de las fuerzas aéreas durante la Guerra Fría, se comportaba de manera psicótica, algo que lo emparentaba (contra el pronóstico de los incrédulos) con un personaje de la película: el lunático general Jack Ripper (Sterling Hayden).

“Este fue el hombre que realmente tuvo el dedo en el gatillo nuclear durante muchos años. Kubrick capturó ese mundo de destrucción y locura con la mezcla de investigación y sátira precisa”[ii], reconoce Lashmar. Dicen que los grandes cineastas de Hollywood logran expresarse libremente, a pesar de las imposiciones del sistema. Kubrick fue uno de ellos.

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Notas:

[1] Stephen King, 22/11/63, Barcelona, Plaza & Janés Editores, 2012, p. 535.

[1]  “Dr. Strangelove and the Cold War Context”, sitio web: University of the Arts London, disponible en: http://newsevents.arts.ac.uk/40230/dr-strangelove-and-the-cold-war-context/

*Crítico de cine.