Una mujer que cuenta hombres que cuentan mujeres

Sobre “El cielo es azul, la tierra blanca” de Hiromi Kawakami

Estoy harto de leer el lugar común que le damos los occidentales a la literatura japonesa. Ese lugar donde la delicadeza, el detenimiento y el detalle es todo lo que tenemos para decir acerca de sus libros. Claro, este un rasgo importante, pero no es el único. Autores como Osamu Dazai, Kenzaburi Oé, Yasunari Kawabata Hiromi y quien nos atañe, Hiromi Kawakami, se decantan por el terror y por la faceta del humano desgarrado y expuesto.

El detalle, el de las imágenes y la precisión de lo narrado es una de las múltiples formas que la literatura, esa sin nacionalidad, adquiere. Formas que muy seguramente Hiromi Kawakami sabe de memoria y busca deconstruír para edificar un forma íntima y personal de narrar la épica íntima.

En “El cielo es azul, la tierra blanca” (Acantilado, 2013), Kawakami propone la materialización de esa hipótesis mía: es un relato que no tiene mayor complejidad, pero eso no le impide desarrollarse hasta alcanzar una dimensión particularmente dolorosa. El argumento es sencillo: Mujer joven se enamora de anciano; ambos solos y desolados, con una vida tranquila. Todo muy calmo, como el cielo azul y la tierra blanca de una playa. Una, donde la tormenta se avecina y sus paseantes no hacen nada.

Estamos frente a la historia de una mujer entrada en sus treinta que se topa con su profesor de literatura del colegio. En eso, halla en este anciano la compañía que nadie más le puede brindar. En medio de esta situación y bajo el manto de islas, bares y un Japón más pausado que el actual, nos enteramos que esta no es una historia de amor o,  si lo es, no es una historia romántica.

El amor de tormenta

Esta relación entre el anciano y la protagonista es un juego de contrastes: viejo, joven; listo, tonta; hombre, mujer; tradicional, rebelde. Fronteras claras y límites precisos. Sobre este andamiaje se sostiene la novela de Kawakami. Sobre este, se crea una historia de constante tensión donde ambos procuran por no ceder un ápice.

Es por medio del contraste que nos llegan noticias de la tormenta que se viene sobre ellos. El cielo gris, la tierra negra. Se pierde la facultad paradisiaca y, sin culpa de nadie, la realidad sobreviene. Los contrastes, antes llamativos, ahora son los causantes de una turbulencia.

De allí que me atreva a decir que aquí el romance no existe: no hay sacrificio, ni entrega; hay constantes abandonos y silencios…. el amor de una tormenta, enrevesado, extraño. Como los amores reales, crudos y viscerales. Tan humano es el conflicto, que reducir esta novela a ese subtítulo “historia de amor”, pierde validez e, incluso, verosimilitud.

La memoria punzante

 Yo afirmo que el subtítulo correcto es “una historia de la memoria”. El desgaste y sensibilidad de la misma. Una historia donde una mujer (la narradora), nos cuenta la vida de un hombre (que es su amante y maestro) y este nos cuenta la historia de otra mujer (su esposa, quien murió).

En esta dinámica de un relato que entra a otro y este entra a otro, en un loop constante, vemos reflejada la naturaleza de la memoria: intrincada y profunda. Las relaciones en esta novela no tienen una sola faz y tampoco una única dimensión, porque la memoria las transforma. La memoria y el deseo.

Al final, bajo el manto del recuerdo y el relato, solo tenemos noticias distorsionadas de los personajes. Hombres fabulados y mujeres contadas que revisan sus límites y se encuentran ante la muerte.

*Periodista que lee y lee como forma de periodismo.

 

Reivindiquemos la memoria del Sabio Francisco José de Caldas

El Gobernador de Caldas, Guido Echeverri Piedrahita durante la inauguración del Centro de Ciencia Francisco José de Caldas de la Universidad de Caldas, hizo un loable y justo reconocimiento de memoria y justicia a la personalidad del hombre y del sabio que da nombre a nuestro Departamento.

Quiero aprovechar la presencia de todos ustedes en este importante día para la ciencia de Caldas, instándoles a recordar y exaltar el nombre de un personaje que debería ser orgullo para los colombianos, como lo es el del sabio Francisco José de Caldas.
Cuando en 1905 se fue a crear, en el gobierno de Rafael Reyes, nuestro departamento con el nombre de Los Andes, segregándole unos inmensos territorios a Antioquia y al Cauca, en el Congreso de la República se impuso la propuesta de los caucanos de que el departamento llevaría el nombre de Caldas, sobre la de los antioqueños de querían el nombre de otro prócer José María Córdova. Y el hecho de llevar el nombre de tal importante personaje marcó nuestro destino en favor del conocimiento. Por eso somos la mejor ciudad universitaria de Colombia.
Realmente, ¿cuál es la importancia de sabio Caldas? ¿Era, en verdad, un sabio? ¡Claro que si fue importante! Fue fundamental para que otro sabio, José Celestino Mutis, lo vinculara a la Real Expedición Botánica que se hizo cuando nos denominábamos el Nuevo Reino de Granada, bajo el reinado de Carlos III de España, y que logró clasificar 20.000 especies vegetales y 7.000 animales en el territorio que hoy se conoce como la República de Colombia.
¡Claro que si era un sabio! Fue geógrafo, astrónomo y matemático. Pero saben, amigos y amigas que me escuchan, ¿qué fue lo más destacado de este payanés ilustrado? La posición americanista y nacionalista que asumió desde su formación científica. Luchó, con vehemencia, para que adquiriéramos la conciencia de reconocer la importancia geográfica y etnológica de la América Española, pues sólo así sería posible salir del letargo y dependencia que, como provincia, teníamos con el poderoso reino español. Gracias a su persistencia, especialmente a sus investigaciones geográficas, hace 200 años planteó la importancia de construir el Canal de Panamá y de hacer otro canal interoceánico por el Chocó. Gracias a Francisco José de Caldas, a su defensa del hombre y de la naturaleza americana, es que culturas indígenas como la de San Agustín y de muchas otras culturas precolombinas asentadas en estos territorios, lograron llamar la atención de los escasos científicos de esa época. Pero no sólo se limitó a adelantar un inmenso trabajo científico, sino que dejó plasmadas todas sus investigaciones y los resultados de las mismas, en miles de ensayos que dejó publicados en «Papel Periódico de la Ciudad de Santafé» y en el «Semanario del Nuevo Reino de Granada», órganos de difusión del pensamiento científico y cultural de la época.
La fama y el reconocimiento de Francisco José de Caldas se volvieron interoceánicos. Con motivo del bicentenario de su fatídica muerte, fusilado en Bogotá por los españoles en 1816, hoy ellos lo están reivindicando. Xavier Ballbé Mallol, oriundo del Ayuntamiento Caldas de Reis, que significa Calderos del Rey, lugar donde había nacido el padre del sabio Caldas, hizo una gran investigación sobre muchos de los documentos y mapas inéditos del sabio Caldas, localizados en diferentes archivos españoles lo mismo que sobre sus orígenes familiares. Exposición que cautivó a muchos españoles. ¡Qué bueno sería, señor cónsul de España en el Gran Caldas, doctor Jonathan Ballesteros, que pudiéramos adquirir una copia de esa importante y hermosa exposición monográfica sobre Francisco José de Caldas, para llevarla, no sólo por todos los municipios de Caldas, sino del Cauca y del país! Señor rector de la Universidad de Caldas, doctor Alejandro Ceballos, ahí le dejo esta idea para que, en beneficio intelectual de los colombianos, y de manera especial de los caldenses, usted logre cristalizar.
Con la inauguración del Centro de Ciencia Francisco José de Caldas, que funcionará aquí, en este magnífico edificio del Centro Cultural Universitario Rogelio Salmona, estamos tributándole, así sea de manera tardía, el homenaje que este científico se merece de parte de todos los caldenses.

INVERSIÓN EN CIENCIA Y TECNOLOGÍA

¿Qué hemos logrado desde la Gobernación de Caldas en relación con la investigación, la innovación y la productividad? Tenemos que volver a ser una región con una alta productividad y, por consiguiente, con una muy buena competitividad. Y de verdad que hemos avanzado mucho. Hemos invertido, en estos tres años largos que llevamos, lo que nunca se había hecho en toda la historia de nuestro departamento, casi 100 mil millones de pesos en innovación y generación de conocimiento. Próximamente empezaremos la construcción del Parque Tecnológico de Villamaría, con una inversión de 23.000 millones de pesos; en La Dorada se está iniciando la construcción del Centro de Innovación, con una inversión cercana a los 20.000 millones de pesos; los proyectos Ondas y Andi más país, entre otros, hacen parte de ese paquete de inversiones que venimos realizando para mejorar la competitividad y satisfacción de nuestro aparato productivo. Y hoy, para alegría de los caldenses, estamos inaugurando el Centro de Ciencia Francisco José de Caldas, con una inversión total de $14.612.527.330, de los cuales la gobernación aportó, del Sistema General de Regalías, la suma de $5.661.989.023 y la Universidad de Caldas la cuantía de $8.950.538.307.
Con estos avances e inversiones, estamos situando a Caldas en un lugar de privilegios en cuanto a competitividad. Gracias a estos esfuerzos es que ocupamos el tercer lugar en competitividad en el país. Ya hoy en el planeta no compiten los países, sino las regiones que logren insertarse en los mercados globales. Y con la infraestructura tecnológica que estamos construyendo, ya no seremos ajenos a esta Cuarta Revolución Industrial, como se la denomino en el 2016, y que tiene que ver con: robótica, inteligencia artificial, cadena de bloques, nanotecnología, computación cuántica, biotecnología, internet de las cosas, impresión 3D y vehículos autónomos, básicamente. Si en un desierto, en el Valle de Santa Clara, en el norte de California, Estados Unidos, lograron, en poco tiempo, construir ese emporio denominado Silicon Valley, Valle del Silicio, donde tienen asiento la mayoría de industrias de tecnología del mundo, ¿cómo no podemos nosotros soñar a que, en estas montañas andinas, logremos dar un gran salto tecnológico, a partir de la innovación y la productividad, cuando contamos con una excelente condición del ser humano caldense?
A finales del año 2018, gracias a gestiones adelantadas por el joven cónsul de España en nuestro departamento, Jonathan Ballesteros, tuve la posibilidad de ir a Caldas de Reis, ese ayuntamiento español de los ancestros del sabio Caldas. Y conocí a ese gran hombre y excelente alcalde Juan Manuel Rey Rey, un hombre visionario, simpático de muy buenas maneras y logramos un acuerdo fundamental para el hermanamiento de ese ayuntamiento con nosotros. Allí nos abrirán un espacio para colocar una oficina del Departamento de Caldas, que tendrá como función el posicionamiento de nuestros intereses económicos, culturales y educativos en España, y en concordancia, aquí, en el Centro Cultural Universitario Rogelio Salmona, funcionará la oficina de Cooperación Internacional de Caldas de Reis y Pontevedra. Fruto de esa visita, Villamaría, gracias a su riqueza en aguas termales quedó hermanada con Caldas de Reis. Esperamos a que, en breve tiempo, podamos repotencializar esta importante industria del termalismo. También logramos que nuestro departamento sea la sede del Primer Congreso Iberoamericano de Termalismo y del VII Congreso Latinoamericano de Barros Medicinales Termales que llevaremos a cabo en Manizales y Villamaría en el presente año. Además, adelantamos un convenio entre la Universidad de Vigo, de Galicia, España, con la Universidad de Caldas, para aumentar nuestros vínculos académicos y generar de consuno nuevos conocimientos.
Señoras y señores: no es mi costumbre hablar muy largo. No encaja con mi estilo. Pero hoy, como gobernador de los caldenses, tenía que liderar esta cruzada en rescate de un nombre del que nos tenemos que apropiar, el del sabio Francisco José de Caldas. Espero que ustedes estén de acuerdo conmigo. Gracias.
Inauguración del Centro de Ciencia Francisco José de Caldas, Universidad de Caldas, Manizales, abril 11 de 2019.

Breve análisis de Roma

(La película de Alfonso Cuarón)

En el video introductorio a una reciente entrevista** que hace El País a Slavoj Zizek se le pregunta por alguna idea que aprendiera del cine, y responde: «Una idea que también es importante en política: el mensaje está en la forma». Para mí esto es completamente acertado; luego agregó: «El movimiento de la cámara es lo que determina el sentido de una escena». También es cierto, pero se queda muy corto Zizek para enumerar todo lo que entra en juego para determinar el sentido de una secuencia o un plano. Todo cineasta tiene un arsenal de recursos para orientar su película, analizando el uso de estos, podemos, en alguna medida, dilucidar su grado de conciencia, su honestidad y el verdadero sentido de su discurso.

La ficción es un engaño convenido, cuando vemos una película nos prestamos al juego de engañar nuestros sentidos y nuestra mente, algunas veces por simple entretenimiento y otras, para tratar de descubrir o de entrar en contacto con algo más profundo; en este caso el cine opera como una suerte de hipnosis que nos sirve para hacer catarsis, o como un entramado de mentiras que nos ayuda a estar más cerca de la verdad. Para esto el cineasta usa una serie de trucos con el fin de generar una inmersión del espectador en la obra, entre más fuerte sea el vínculo generado más potente puede llegar a ser el mensaje. La creación de este vínculo depende de la capacidad del cineasta para «engañar» e introducir el mensaje, y de la capacidad del espectador para decodificarlo, sea o no «engañado» (He aquí el problema).

La lectura de una película de ficción tiene tres instancias: sensual, emocional y racional (ver, mirar y observar). El orden más o menos estricto para que el juego funcione adecuadamente es primero la percepción, segundo la afección y tercero la intelección. Por lo general, los intelectuales intercambian el orden de las dos últimas instancias y la emoción queda subordinada a la razón, lo cual deriva en una pobre lectura de la forma, es decir, de la verdad profunda o del mensaje real de la obra, si nos atenemos al concepto de Zizek que es compartido por varios teóricos y sobre todo por muchos artistas; la verdad está en el estilo.

Vamos entonces hacia Roma, la película de Alfonso Cuarón, e intentemos hacer un breve análisis estilístico, teniendo en cuenta que cada decisión técnica que se toma en la creación cinematográfica implica un impacto en los aspectos narrativos y poéticos de ésta. Para no enrollarme mucho haré un listado de pros y contras y luego trataré de hacer una síntesis:

Pros:
– La película es contemplativa, se dan los tiempos necesarios para que el relato surja de la imagen misma y sobre todo de las acciones, esto es cine puro respetando su principio estético básico. Todo edificado a partir de tiempo, espacio y acción (movimiento) sin recurrir o abusar de artificios externos al ‘lenguaje’ cinematográfico, sobre todo la palabra y la música.
– El manejo ambiguo del tema. Algunas críticas dicen que Cuarón debió tomar partido, hacer denuncia. Hacer de la película un panfleto hubiese empobrecido la obra, mantener esa especie de indeterminación, sostener la ambigüedad como rasgo fundamental de la realidad es indicativo de madurez narrativa. Es mucho más rica una película abierta a varias interpretaciones.
– La creación de la atmósfera es acertada, perfecta la elección del blanco y negro, y se le alaba la impecable (mal llamada) dirección de arte. El sonido realista, muy espacial y para nada exagerado, lo que favorece mucho la inmersión psicoacústica. No hay música extradiegética y esto es un acto de confianza en el poder del cine.
– Los personajes están, con una excepción, bien diseñados y bien orquestados. Excelentes actuaciones, sobre todo de la protagonista, esto favorecería la verosimilitud, de no ser por las falencias que tiene la puesta en escena y la puesta en cámara, pero eso le veremos mejor a continuación.

Contras:
– El comienzo es impresionante hasta el momento en que el carro entra por primera vez al garaje y Cuarón opta por hacer un ‘montaje analítico’ de esta secuencia, lo que revela una contradicción estilística, la primera de muchas incoherencias que pone de manifiesto por lo menos un vacío en las verdaderas intenciones del realizador.
– La película es distante y tal vez sea este su peor pecado. Logra atraparnos, nos pone ahí adentro del relato, es decir que logra identificación primaria, pero no logra lo mismo con la identificación secundaria; es decir, no alcanzamos (por lo menos yo) a ponernos en los zapatos del otro, a vivir su experiencia con una verdadera intensidad. «El cine es la distancia más corta entre una persona y otra» pero Cuarón no logra tender ese puente de manera eficaz. Si bien la película por momentos llega a emocionar, nunca se pasa a la comunión-conmoción, que es, un estado más elevado que la simple emoción. Esa lejanía o distancia es pretendida, es buscada, es calculada, parece sacada de la lista de fórmulas que se tienen para hacer cine «independiente» y eso le resta mucho valor a la experiencia. Lisandro Alonso en La Libertad (2000) nunca llega a hacer primer plano, la cámara siempre está un poco alejada, pero el acercamiento lo construye con el tiempo y con el espacio vacío que rodea al protagonista, consigue así crear un vínculo muy fuerte entre el personaje y el espectador sensible. Cuarón también se queda en planos generales, enteros y medios; pero en una película tan llena de acciones, de situaciones variadas y de espacios abarrotados, se echa de menos que la cámara nos ponga en el espacio proxémicamente íntimo de los personajes. Se podría pensar que rodar con una lente anamórfica y gran-angular en espacios interiores es contraproducente, pero me parece que la falla principal en muchas ocasiones es la elección del punto de vista (porque faltan) y sobre todo el montaje, porque no logra desplegar la energía de muchas secuencias.
– El que mucho abarca poco aprieta (no aplica para Fellini). Terremotos, incendios forestales, revuelta estudiantil… Roma está llena de situaciones, ¿de vida? No mucho. Dicen por ahí que es una película lenta, es verdad que se toma su tiempo para dejarnos contemplar, pero en términos narrativos es muy rápida; veamos por ejemplo la historia de ‘amor’ de Cleo, se resuelve en 5 escenas: Las primeras tres no suman más de tres minutos, una llamada telefónica (chico busca chica), una charla afuera de un cine, otra en un cuarto (chico encuentra chica) y otra adentro de una sala de cine (chico pierde chica). Las otras dos: Cuando Cleo busca a Fermín en el campo de entrenamiento (chica no recupera chico) y el último y breve encuentro «fatal» en el almacén. Tenemos toda una estructura narrativa pero apenas esbozada en el espacio-tiempo. No quiero decir que Cuarón debió hacer de la película un melodrama, pero si hubiera dado un poco más de tiempo a la construcción de esa relación, habría logrado una compenetración más fuerte del público con la protagonista. Es lícito que haya elegido tratar el tema de esta relación con sobriedad, pero se contradice al final llenando la película de truculencias que no le dan buen resultado debido a la forma en que construyo el vínculo, o como ya lo dije, la identificación secundaria. Fermín es un personaje caricaturesco y apenas bocetado, no tiene densidad y siempre le restó fuerza al drama. Es inverosímil la casualidad con la que llega en medio de la manifestación estudiantil directo al lugar donde está Cleo dentro del almacén y le apunta con un revolver, al fondo suena un disparo (de otro revolver) y Cleo revienta la fuente; una truculencia que le chilla a la ‘propuesta estética’ de la película.
¬ No le dan resultados los contrapuntos. Un contrapunto en el cine lo podríamos definir brevemente como el choque de dos flujos emocionales en el mismo plano o en la misma secuencia. Un ejemplo clásico de contrapunto lo podemos apreciar en la película «Ladri di Biciclette» (1948) de Vittorio De Sica, cuando Antonio, el protagonista, le cuenta, triste, a un compañero que le han robado la bicicleta de la cual subsiste, esto ocurre en medio de un ensayo de la puesta en escena de un musical, en ese momento llega la esposa de Antonio conmovida buscándolo para preguntarle si es verdad lo del robo, al fondo suena una música alegre interpretada en vivo por una banda y las voces de los actores cantando, la esposa de Antonio llora, los dos hombres tratan de calmarla, luego la estancia se llena de un montón de gente que viene para una reunión y entre el barullo y la música cómica, el drama de Antonio y la esposa se diluye en un mundo que parece indiferente. Este es uno de los contrapuntos más magistrales que haya visto en el cine, el resultado es una sensación desconcertante, una verdadera conmoción. A De Sica le da resultado, primero por la hermosa construcción de la secuencia, pero sobre todo, porque a esa altura de la película el lazo que nos ataba al protagonista era muy fuerte. A Cuarón no le dan resultado porque sus contrapuntos tienen una endeble construcción y porque la identificación con la protagonista es débil. Uno de los ejemplos es en la escena de la sala de cine: Cleo le insinúa a Fermín que está embarazada «Creo que estoy con encargo» le dice, mientras suenan risas del público, al fondo en la pantalla, se proyecta una película de escenas bélicas y cómicas, Fermín dice que va al baño, suenan disparos y más risas, Cleo se queda esperando, Fermín no regresa. Es evidente el contrapunto pero la verdad yo no sentí casi nada. Como tampoco sentí casi nada en por lo menos otras tres ocasiones en que lo intenta. Comento otro: Sofía, al interior de la casa le da desayuno a uno de sus hijos, Cleo sale y sube unas maletas, que no pesan nada, a la bodega de un Volkswagen, el esposo de Sofía también sale y ella va detrás de él, luego ella en una acción un poco desmesurada lo abraza conmovida por la espalda, se miran, se besan, se despiden, él enciende el auto y se va. Viene por la calle una banda marcial (la que aporta el contrapunto), y Sofía con una mueca exagerada se queda en la mitad de la calle mientras la banda le pasa por los lados. Es una afección que no produce nada porque no tiene continuidad emocional. Luego va y se desquita gritando a su empleada (creo que vi algo así en El Chavo del Ocho). Esta misma fórmula de la transferencia de la violencia la usa en otra escena: cuando Sofía golpea a Paco, uno de sus hijos. En la escena siguiente Paco pelea con uno de sus hermanos y por poco lo descabeza lanzándole un huevo de mármol que termina rompiendo un vidrio.
¬Paneos caprichosos. «Un travelling es cuestión de moral» un paneo caprichoso también lo es. Roma está llena de estos paneos que resultan hipnóticos en el peor sentido de la palabra, resultan hasta mareadores. En el cine realista «la mejor técnica es la que no se nota» nos enseñó Renoir.
– No se logra el flujo vital. Roma se mueve pero es ante todo coreografía, es más espectáculo que ficción, y hacer esta distinción es muy importante, aquí es donde muchos «grandes» cineastas se confunden. Ficción Vs Espectáculo, son cosas muy diferentes (tampoco aplica para Fellini). Para ilustrarnos podríamos analizar las escenas de la finca, o mejor compararlas con su referencia, que aquí parece muy clara con «La Règle du jeu» (1939) de Jean Renoir. Dos clases sociales en una gran fiesta en la misma casa pero en lugares diferentes; Cuarón apenas logra ilustrar lo que pasa, dos o tres paneos en un salón donde bailan los patrones, algún paneo más para la fiesta de la servidumbre. Todo distante, árido, apenas mostrado. Si vemos la película de Renoir, hecha casi 80 años atrás, nos encontramos con algo bien distinto, una inmersión verdadera en esos dos mundos, una puesta en escena ejecutada con una maestría poco vista en la historia del cine. Renoir logra ponernos ante el flujo de la vida, el buen cine no te cuenta una historia, te la hace vivir.

Concluyo:

En una escena de las tantas películas que se han hecho sobre la vida del pintor holandés Vincent Van Gogh, Gauguin le critica a Vincent que está pintando con un amarillo muy burgués, seguramente un pigmento fino que le envió su hermano. Más allá de que esto haya sido o no cierto, Van Gogh con cualquier amarillo logró transmitirnos toda la esencia de sus postulados estéticos, que no son otra cosa que su misma esencia.

Alfonso Cuarón con su Alexa 65 y su disfraz de autor logró hacer su película «artística», su film personal, Roma no es una mala película, pero está muy lejos de ser una obra maestra; ya tiene su León de Oro, y a medio mundo chorreando la baba. Dejó muy claro el director de Gravity y de Harry Potter que «el hombre es el estilo».

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P.S: Me excusan si quedó muy pedagógico el artículo pero teniendo en cuanta la pobreza que hay en la formación de públicos en Colombia creo que era necesario hacerlo de esa manera. Cualquier duda, crítica o aporte, serán bien recibidos.

* Diseñador Editorial
**Link a la entrevista de Zizek: https://elpais.com/cultura/2018/12/14/actualidad/1544788158_128530.html

La pasión de las Gárgolas

Casting

La primera imagen que se me pasó por la mente cuando me di cuenta de que la Catedral de Notre Dame, en París, estaba en llamas, fue el de las gárgolas, esos seres míticos que asoman desde las alturas de esta imponente construcción gótica medieval y que han acompañado nuestra imaginación literaria alentada por un Víctor Hugo que se encargó de convertirlas en personajes fundamentales de la literatura universal. Quasimodo, el jorobado de Nuestra Señora de París, la novela del gran poeta, fue quien nos introdujo en los misterios de estos seres fundidos entre lo animal-humano-demoníaco, que representaban ese averno que habitaba en las calles del París medieval.
Ellas se encargaron de instruir visualmente a una población analfabeta, sobre la importancia del culto religioso al interior de este templo monumental, a riesgo de que su alma fuera consumida por el fuego infernal. Paradójicamente, la que terminó incendiada fue la bella catedral, y en una época fundamental del catolicismo: la Semana de Pasión.
Soy una persona sumamente respetuosa de las creencias religiosas y también de los lugares sagrados, a los que ingreso frecuentemente para sentir y percibir lo trascendental que estos sitios emanan. En la Catedral de Notre Dame estuve a través de mis lecturas y las imágenes fantásticas de ilustraciones, fotos, grabados y películas desde hace mucho tiempo. Para mí ha tenido gran significado y la considero parte de mi imaginario creativo, pues inspira esas otras gárgolas que han sido parte de mi producción como pintor y escritor.
La Catedral de Manizales siempre la he hermanado con la de Notre Dame, y recuerdo las palabras del maestro Rodrigo Arenas Betancur, cuando beodo y lúcido, inauguró su Bolívar Cóndor de la Plaza de Bolívar con las palabras: «Esta es la gárgola que le faltaba a la Catedral». Curiosamente, en el equipo de artistas que trabajó con el maestro para la elaboración de esta escultura, estuvo el artista Jorge Vélez Correa, hermano del escritor Roberto Vélez Correa, quien escribió la novela La pasión de las gárgolas, de la cual retomo el título para mi columna y que refleja sutilmente esa relación simbólica entre estos seres bellamente monstruosos y su capacidad para reflejar nuestra sociedad, en metamorfosis permanente entre el bien y el mal.
Tengo entendido que las gárgolas de Notre Dame se salvaron del incendio, afortunadamente, y que ya hay un plan para la reconstrucción, lo cual me alegra, pues ahora más que nunca se constituye en ese referente que nos ha permitido tener obras en el mundo inspiradas en su riqueza cultural, desde novelas como la del importante escritor caldense Roberto Vélez Correa y la escultura del maestro Rodrigo Arenas Betancur al frente de nuestra Catedral.
Como un homenaje a la Catedral de Notre Dame y para que su majestuosidad renazca de las cenizas como el Ave Fénix, recomiendo la lectura del libro del maestro Roberto Vélez Correa, clásico de la literatura caldense.

«el maleTíN (microlibrería)»

Referencia bibliográfica: Vélez Correa, R. (1987). La pasión de las gárgolas. Manizales.  Instituto Caldense de Cultura. (Dibujo carátula: Jorge Vélez Correa).

* Poeta, anacronista y pintor; editor de «ojo con la gota de TiNta (una seditorial pequeña e independiente)»
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El más cosmopolita de mis vecinos

Tengo un vecino silencioso, generoso y solidario; de verdad. Ocupa apenas un rincón del patio de una casa vecina. Nunca ha importunado. Los habitantes que hasta hace poco ocupaban la casa, estudiantes universitarios, no le ponían cuidado. Ellos se recostaban en él y se metían unos cigarrillos de marihuana que exhalaban inmensas volutas de humo hasta mi ventana. El vecino del que les hablo se quedaba tranquilo. Tampoco se molestó mucho cuando el muro medianero se vino abajo y lo aporreó por su flanco derecho. A nadie importó tampoco la caída del muro, ni siquiera a los tres perros de la otra casa, que siguen llegando hasta el lindero y no lo cruzan, como si aún estuviera.
El vecino es un arbusto de cuatro o cinco metros de altura, sencillo y resistente, conformado por más o menos diez troncos de seis centímetros de diámetro cada uno y un conjunto de hojas profunda e irregularmente lobuladas, que a veces tienen pelos en el envés. No muda y mantiene unos racimos de una fruta menuda y firme, de un color que por momentos es morado y otras veces naranja.
Dudo que alguien lo haya sembrado, no es de esos árboles que ahora años las señoras quisieran tener en su jardín, hoy tal vez, pero hace un tiempo lo hubieran desechado por ser “mata de mayordomo”, que era una forma despectiva de referirse a aquellas plantas silvestres y hermosas que nacen al borde de los caminos, entre los matorrales. Debió llegar entonces a través del intestino de algún pájaro. Eso sí es providencia, o azar, o designio divino, o fuerza del destino, o confabulación de las estrellas. Un pájaro, quién sabe a cuántos cientos de metros de la esquina del patio vecino, se comió una semilla, le deshizo con sus jugos gástricos el mucílago que la recubría y vino a cagarla justo allí. Después, todo le correspondió a ella, a sus genes vitales y persistentes. La misma historia que se repite y se repetirá, afortunadamente, sin descanso.
No sabía cómo se llamaba el buen vecino, otra muestra de su bondad sin duda, hasta que di con él en una guía de árboles de la ciudad: Trompeto, Bocconia frutescens, decía en el libro. Ahora sé que también se llama: albarracín, calderón, celedonia, gordolobo, llora-sangre, curarador, lechoso, mano de león, palo amarillo, palo santo, enguambo, cojojehuite, cuatlatlaya, cuauchichili, gualichi, guachile, inguande, contsitslats, tlacoxihuitl, coacuahuitl, ojo de buey, pluma de amapola, árbol de amapola, hierba de loro, o zarcillejo. Todo eso para un aparente arbusto olvidado en el extremo de un patio abandonado.
Hace poco demolieron la casa en cuyo lote está el Trompeto, y están construyendo un edificio, con unas columnas y un exceso de concreto, que parece una bóveda para guardar dinero; han dicho que se trata de algún tipo de establecimiento médico. Pero el arbusto sigue allí en la esquina, aguantando el maltrato de los obreros que le recuestan andamios y varillas. Y no solo sigue tranquilo, sino que además continúa produciendo su fruto que atrae decenas de pájaros todo el tiempo, que muy a pesar del ruido y la congestión, arriman casi sin temor.
Los obreros tal vez debieran saber que el arbusto aquel podría evitar los hongos en las heridas, sanar los callos y calmar la tos. O mejor aún, curar el resfriado y el ahoguillo, quitar la tiña y las hemorroides y hasta las infecciones del pene, y lo principal, curar el “susto”. O tal vez si lo saben, y por eso, a pesar de todo, el Trompeto sigue en la esquina. Falta ver qué sucede más adelante, cuando la construcción vaya creciendo o lleguen los médicos de la clínica. Por lo pronto él ni se inmuta, tal como los pájaros que le llegan.
Me he enterado que el Trompeto es perseguido en Hawai por ser una planta invasora. No es culpa suya que la semilla le sepa tan bien a los pájaros y que tenga un espíritu tan cosmopolita. Es el más cosmopolita de mis vecinos, tal vez el único, y será una paradoja que lo tumben para sembrar alguna palma, o peor aún, para pavimentar el patio y poner una maceta inmensa con un arbolito de plástico, de esos tan parecidos a los de verdad, que hacen los chinos.

“Sin querer queriendo…” de la música clásica

Existe un fenómeno en la difusión de la música clásica que ha llevado a los aficionados a tener una visión de cierta forma limitada e incluso errónea sobre ésta. En dicho evento se puede decir que la falla viene desde sus mismos difusores, entre ellos programadores y presentadores de radio, colecciones musicales que se han vendido a través de periódicos, revistas, profesores, y hasta los programadores de los conciertos, y que la mayoría se han dedicado a divulgar sólo una parte de los grandes maestros, así como una parte de sus composiciones, privando de esta manera a un gran público de tener acceso a compositores y obras que de poco o casi nada se sabe y que vale la pena conocer, pues el mundo de la llamada música clásica, culta, académica o universal lo merece. En dicha falencia tienen que ver también la mayoría de los almacenes de discos, que casi siempre ofrecen colecciones con los mismos compositores y el mismo repertorio de obras musicales.

No ocurre así con muchos de los libros que tratan de esta música, pues en muchos de ellos se encuentran biografías de compositores y listas de obras que aún no se tienen el gusto y el privilegio de conocer y disfrutar.

Hablemos de los períodos musicales. Por ejemplo en el período Barroco: casi siempre se habla de maestros como Antonio Vivaldi, Georg Friedrich Händel, Johann Sebastian Bach, y de pronto de Georg Philipp Telemann. Pero ¿dónde quedan nombres como Jan Dismas Zelenka, Jean-Philipe Rameau, Johann Friedrich Fasch, Nicola Porpora, Marin Marais, Dietrich Buxtehude, Marc Antoine Charpentier, entre muchos otros? Si al hablar del período del Clasicismo, aparte de Franz Joseph Haydn, Wolfgang Amadeus Mozart y la primera etapa de Ludwig Van Beethoven, se hablara de maestros como Johann Michael Haydn, François Devienne, Joseph Martin Kraus, Johann W. Stamitz, Karl Stamitz, Giovanni Battista Viotti, Giovanni Paisiello, ¿cuánto talento y maravillas musicales se descubrirían?
Del Romanticismo, el Nacionalismo y el Impresionismo, la mayoría sólo conoce nombres de compositores como Gioacchino Rossini, Félix Mendelssohn, Johann Strauss, padre e hijo, Franz Schubert, Frederik Chopin, Franz Liszt, Robert Schumann, Giuseppe Verdi, Richard Wagner, Johannes Brahms, Piotr Ilich Tchaikovsky, Gustav Mahler, Sergei Rachmaninov, Maurice Ravel, Manuel de Falla, Sergei Prokofiev, George Gershwin, Enrique Granados o Joaquin Rodrigo. Desconociendo otros como John Field (quien fuera el creador de los Nocturnos), Franz Berwald, Carel-Anton Fodor, Johann N. Hummel, Ludwig Spohr, Joseph Joachim Raff, Cesar Franck, Carl Reinecke, Max Reger, Sergey Ivanovih Taneyev (o Taneiev), Ralph Vaughan Williams, Lodewijk Mortelmans, Sir Arnold Bax, Luis de Freitas Branco o Hilding Rosenberg, entre otros.

Además, se debería echar una mirada a países como República Checa, Israel, Suráfrica, Bélgica, Serbia, Países Bajos, Estonia, Letonia, Grecia, y muchos otros, y no sólo a los de siempre como Alemania, Italia, Francia, Inglaterra, Rusia, Noruega, España, que si bien son los tradicionales y de mayor auge y desarrollo, también están otros, que aunque no tan renombrados, también cuentan en su lista con una buena historia musical con compositores que merecen tener su espacio en la historia de la música por parte de expertos, conocedores y el gran público aficionado.
Pero el tema no es meramente de nombres, sino también de obras, pues casi siempre, aparte de escuchar los mismos nombres de genios de la música, se escuchan las mismas obras musicales como si éstos no hubieran compuesto otra cosa. Por ejemplo, al hablar de Vivaldi la mayoría sólo se acuerda de sus Cuatro Estaciones, un concierto para mandolina, uno para trompeta y si acaso el Gloria en Re Mayor, sin tener en cuenta que el gran maestro italiano compuso más de 480 conciertos para diversos instrumentos y obras religiosas de gran belleza. Si se menciona a Mozart de inmediato la mayoría del público piensa sólo en la Sinfonía 40, la Pequeña Serenata Nocturna, la llamada Broma Musical o la Marcha Turca que es apenas el tercer movimiento de su Sonata para Piano K.311, y óperas como Las Bodas de Fígaro, La Flauta Mágica o Don Giovanni; pero no se olviden que el genio de Salzburgo tiene un catálogo con aproximadamente 654 obras.

De Franz Schubert se habla de su Ave María, sin tener en cuenta que ésta hace parte de una obra mayor como es el drama «La dama del lago», y como si fuera poco le colocaron la letra del Ave María tradicional, dejando de lado la letra con su verdadero contenido. Se menciona la famosa Serenata de Schubert como obra aislada; pero en realidad es sólo una parte de un ciclo de lieder titulado «El canto del cisne». De sus sinfonías apenas se escuchan la No. 8 llamada Inconclusa y la No. 9, pero no se escuchan sus otras sinfonías o su música de cámara salvo el Cuarteto Rosamunda.

Johannes Brahms es mucho más que el Réquiem Germano, las Danzas Húngaras Nos. 1 y 5 o el Allegretto de su Sinfonía No. 3; también compuso magníficas obras como sus dos Serenatas para orquesta, y música de cámara o para piano de gran factura. Tchaikovsky no sólo son los ballets Cascanueces, El Lago de los Cisnes o La Bella Durmiente, ni el Concierto para Piano No. 1 o el Concierto para Violín. Este compositor ruso también es autor de obras de cámara de gran talento como su Cuarteto de Cuerdas No.1, o de otras obras como la Fantasía para piano y orquesta o sus cuatro Suites para orquesta, entre otras.

Joaquín Rodrigo no sólo es el Concierto de Aranjuez o la Fantasía para un Gentilhombre. Compuso además, entre otras obras, un Concierto «Heroico» para piano y prquesta, un llamado Concierto de Estío para Violín y orquesta y un Concierto para una Fiesta para guitarra y orquesta.

Lo anterior es apenas un pequeño panorama que nos muestra y enseña que la música clásica es un mundo gigante y maravilloso que no debe ser visto en forma tan reducida, sino que debe ser destacado y disfrutado por todos, ya que la infinidad de lugares y compositores que existen merecen ser conocidos y valorados en su justa medida.

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