Colombia: descentralización y desarrollo regional

Preámbulo

Con motivo de la propuesta conjunta de creación de la Región Administrativa de planificación entre Caldas y Antioquia, veamos la importancia de avanzar en Colombia con una descentralización que contemple asignar funciones y dotar de presupuesto participativo, ya que hablar de autonomía territorial en un país de regiones, significa descentralizar recursos y competencias para asegurar la autogestión del desarrollo. De ahí la necesidad e importancia de la RAP del agua y la montaña propuesta entre dos territorios de Colombia, con profundos vínculos históricos y culturales. Como referente: la Carta de 1991, consagró una autonomía regional que, si bien no opera en materias legislativa ni judicial, si concede para las regiones, además del derecho a gobernarse, el de administrar recursos, establecer tributos y participar de las rentas nacionales.

La autonomía regional y el caso de Colombia

Para lograr un desarrollo equilibrado del país, además de resolver la brecha territorial entre departamentos y país, y superar el centralismo que viola la autonomía territorial, se requiere una descentralización regional soportada en el desarrollo de la identidad territorial, con políticas e instrumentos de redefinición de funciones y asignación presupuestal, lo que a su vez permitirá apalancar estrategias y proyectos concertados que sean claves para la integración supra regional. Lo anterior porque dichos proyectos compartidos, en la medida en que resuelvan problemas comunes, además de invitar a sumar esfuerzos, como catalizadores de la unidad regional, sirven para generar sinergias territoriales. Si queremos lograr un crecimiento con desarrollo, en lugar de grandes proyectos que al ser concebidos de forma inconsulta y desarrollarse a costa del medio ambiente, suelen violar los derechos bioculturales, dicha estrategia puede resultar crucial, gracias a que existe una interacción dinámica y no lineal entre las diferentes brechas, como la fiscal, que se alivian en mayor o menor grado con la autonomía territorial integral.

Dado que el Estado sustenta su existencia, entre otras cosas, en su relación con un determinado espacio físico diverso, el construir una comunidad política tendrá implicaciones muy variadas, dependiendo de su escala y propiedades. En el caso de Colombia, país que pareciera ser sólo continental y andino, pero donde los mares representan el 45% del territorio, por falta de visión marítima además de haber perdido a Panamá y mar en San Andrés, tampoco hemos aprovechado la mejor esquina de América, ni nos hemos articulado a las cuencas del Orinoco y Amazonas como espacios que representan el 46,7% de Sudamérica. A lo anterior se suma el que, por apostarle al centralismo, tampoco hemos cerrado brechas territoriales profundas con las áreas no polarizas.

Construir una comunidad política en esta Colombia diversa, significa, entre otros desafíos, resolver, al menos, dos: i) forjar un sentido de apropiación respecto de un espacio natural delimitado o región; y ii) garantizar unidad de país en la diversidad. No de otra manera, en cada región, se puede avanzar en el proceso de consolidar cada territorio, entendido como una construcción social e histórica con una particular arquitectura normativa e institucional, para aportarle desde allí al proyecto de Nación.

En un país como Colombia donde la ausencia de igualdad y sostenibilidad compromete las aspiraciones sociales básicas de regiones no polarizadas, a un alto y variado costo, las regiones administrativas de Planificación RAP, pueden consolidar esfuerzos y construir sinergias entre los asociados, para redistribuir recursos y genera oportunidades, con enfoques solidarios.

Estas serían las cinco principales brechas que, al atentar contra la autonomía regional, comprometen las posibilidades de desarrollo en Colombia: 1- En Productividad e innovación entre unidades productivas por ineficiencia dinámica y entre regiones. 2- En Infraestructura, ligada a la política fiscal y gasto público ineficiente, y en especial por falta de integración territorial. 3- En Fiscalidad, lo que impide la reducción de la pobreza y la desigualdad a través de la distribución del ingreso. 4- De Bienes públicos, por limitada inversión pública, por lo que también está asociada a la brecha de fiscalidad, como barrera de la inclusión social y productiva. 5- De Ingreso y Pobreza, por factores multidimensionales que interfieren en el nivel de bienestar, siendo también una brecha asociada a las brechas de productividad, de desigualdad, de educación y de género, entre otras.

Revoluciones urbanas

 

Si la primera revolución urbana ocurrida en torno al año 3000 a.C. cambió la historia de la humanidad, hoy la conformación de clústeres urbanos propiciando la integración territorial, social y económica del territorio, también se ha convertido en un fenómeno de primera magnitud. Ya que dicha figura, donde habrá que tener en cuenta las externalidades asociadas a los impactos ambientales funestos de las megaciudades mal planificadas, además de crear sinergias para resolver limitaciones de inversión y de tamaño de mercados, mejora la productividad y competitividad, siempre y cuando se implementen políticas y estrategias que permitan redistribuir la infraestructura social y productiva, o de lo contrario se clonaran al interior los vicios perversos del centralismo en detrimento de los centros periféricos menores asociados.

En Colombia, según el IGAC, durante 1960/1980 con el proceso de urbanización acelerada que terminó por conformar grandes ciudades, se consolidó una población 60% urbana, al tiempo que la industrialización sirvió como base del desarrollo; para entonces, la planeación se propuso frenar la migración hacia las grandes ciudades y a la desconcentración industrial. Luego, en el período 2000/2010, se da una mayor primacía de Bogotá y el surgimiento de ciudades intermedias, además de nuevos desarrollos fronterizos, en un escenario donde al primar los problemas de vivienda, movilidad y ambiente, entre otros, la planeación se orienta a la gestión del suelo, del espacio público y de la Ciudad – Región. La literatura internacional ha destacado la presencia de 3 sectores que estructuran el territorio: el sistema ambiental (que incluye los temas rurales), el sistema de carreteras y conectividad, y el Sistema de Ciudades.

Ahora, de conformidad con la moderna teoría urbana, en el Eje Cafetero los núcleos urbanos vecinos de segundo orden que son sus capitales, si en lugar de competir, conforman un sistema urbano para prevenir conflictos y potenciar desarrollos, además de evitar su marchitamiento al palidecer en medio de las interacciones metropolitanas que se avecinan desde Cali y Medellín, pueden lograr beneficios derivados de la integración de sus áreas Metropolitanas. Los alcances de dicha integración, pasan a un plano de mayor nivel de desarrollo con la Ley 1625 de 2013 sobre Áreas Metropolitanas (AM), ya que dicho instrumento fue concebido para impulsar la descentralización y propiciar una revolución territorial anticipada en Colombia. En ella, además de mantenerse los fundamentos de la autonomía municipal entre los municipios asociados, y de construirse y distribuirse el poder sin ventaja para el municipio núcleo, se brinda mayor capacidad política y administrativa a las regiones en todos los territorios conurbados de Colombia.

Epílogo

Un territorio es una construcción social e histórica, donde establecemos nuestras relaciones sociales. La ecorregión cafetera, desde la fundación de Manizales (1849) y luego desde épocas del antigua Caldas (1905), como territorio biodiverso, pluricultural y mestizo, ha tenido nexos con Antioquia que se remontan al proceso de colonización del siglo XXI. Hoy, si queremos hacer de la RAP del “Agua y la Montaña” un territorio sostenible y amable, la clave está en propender por un desarrollo centrado en la gente y por el fortalecimiento del Estado y de la civilidad como valor supremo de la cultura urbana.

Debemos trabajar por una democracia incluyente fundada en el respeto, el ejercicio y la promoción de los derechos humanos, y por una identidad cultural que reconozca los procesos  socioambientales de la ecorregión; igualmente, habrá que emprender reformas estructurales en la propiedad de la tierra y la educación, e implementar planes y programas de C&T para tener un medio ambiente más verde, seguro y sano, y para lograr una economía más robusta, equitativa y diversificada soportada en el conocimiento y en las ventajas culturales y naturales del territorio.

Entre los temas a trabajar en esta RAP, estarán el cambio climático mirando la biodiversidad y el agua, además de los páramos y el Paisaje Cultural Cafetero. Igualmente, la conectividad vial subregional con Antioquia en el Oriente, Norte y Occidente caldenses, entendiendo el transporte rural como un catalizador de la reducción de la pobreza.

También el Río Magdalena con su hidrovía extendida al Tolima Grande sin comprometer los derechos bioculturales de sus ecosistemas y pescadores, el Ferrocarril entre Urabá y Buenaventura, y el Ferrocarril Interoceánico Urabá-Cupica para aprovechar la mejor esquina de América llevando desarrollo al Chocó Biogeográfico.

En la teoría urbana donde fracasa la visión cartesiana, debe diferenciarse entre megalópolis, ciudades intermedias y pequeños poblados. Mientras las primeras – Caso Bogotá-, están obligadas a resolver problemas de escala y a volverse internacionalmente competitivas; a su vez, la suerte de los pequeños poblados – caso Mompox y Girardot, dependerá de las competencias que puedan desarrollar de cara a la gran ciudad, lo que no puede lograrse en aquellos ubicados en un escenario de soledad.

Finalmente, está la situación más compleja de las ciudades intermedias: es el caso de Cali o Medellín como ciudades intermedias grandes, o el de las capitales cafeteras como ciudades intermedias pequeñas. Para unas y otras la prioridad debe ser conformar una ciudad región, mejorando la conectividad para expandir la movilidad como condición de la integración, y por lo tanto para conurbarse; siempre y cuando esto se haga entre urbes de similar tamaño, para complementar sus economías como fórmula para no palidecer; lo anterior exige que dichos centros poblados de similar importancia o nivel de relevancia, se ubiquen a menos de dos o tres horas de distancia.

De lo anterior se colige, la urgencia de que las capitales cafeteras para no palidecer, conformen la cuidad región Manizales – Pereira – Armenia, con lo cual posteriormente se podría dar en el Pacífico Latinoamericano una importante revolución urbana, tras la integración del Eje Cali-Medellín con la Ciudad Región del Eje Cafetero como un gran articulador.

* Gonzalo Duque-Escobar, Profesor U.N. de Colombia Sede Manizales. http://godues.webs.com Soporte para Reunión con la Comisión Especial de Seguimiento y Vigilancia al Proceso de Descentralización y Ordenamiento Territorial. Manizales septiembre 22 de 2021.

Fuentes Bibliográficas y de Consulta

 Antecedentes históricos de la lucha por la autonomía e integración del Caribe. Múnera Cabas, Alfonso (1994) CORPES CARIBE; Colombia.

 Área Metropolitana de Manizales. Duque-Escobar, Gonzalo (2020) Boletín Ambiental 168 IDEA U.N. de Colombia.

 Autonomía y regiones en la perspectiva del cambio estructural: de regiones marginales a regiones estratégicas. Wills,Eduardo. — CORPES CARIBE; Consejo Regional de Planificación del Caribe Colombiano.

 Brechas estructurales en América Latina y el Caribe: una perspectiva conceptual-metodológica. Gaudin, Yannick – Pareyón Noguez, Rebeca Signatura. CEPAL 2020.

Breviario caldense: asuntos del desarrollo regional. Gonzalo Duque-Escobar (2021). Universidad Nacional de Colombia Sede Manizales.

Caldas: marco territorial e histórico. Duque Escobar, Gonzalo (2020). Documento de apoyo para la RAC Caldas-Antioquia, de la U.N de Colombia.

Ciencia, tecnología y ruralidad en el POT de Caldas. Duque-Escobar, Gonzalo (2013). Universidad Nacional de Colombia.

 Clúster: alternativa para el crecimiento regional. Sarmiento-del Valle, Santiago (2017). Dimensión Empresarial 15 (2),169-187.

 Colombia: país fragmentado, sociedad dividida. Su historia. Frank Safford; Marco Palacios (2002). Editorial Norma, Colombia.

 CTS, Economía y Territorio. Gonzalo Duque-Escobar (2018). Texto ara el Contexto de CTS. U.N. de Colombia.

 Desarrollo de las regiones y autonomía territorial. Comp. Alejandro Becker, Sandra Castro, Miguel Eduardo Cárdenas. GTZ – FESCOL 2004.

Desarrollo y ruralidad en la región cafetalera.. Duque-Escobar, Gonzalo (2013). Universidad Nacional de Colombia.

 Ferrocarril Interoceánico Urabá-Cupica. Duque-Escobar, Gonzalo (2020). U.N. de Colombia – SMP de Manizales.

Ecorregión Cafetera: evaluación ambiental del territorio. Duque-Escobar, Gonzalo. In: Quehacer Cultural. Manizales, 26-de abril de-2021.

Eje Cafetero. Ciudad Región y Revolución Urbana. Duque-Escobar, Gonzalo (2021). U.N. de Colombia. In Revista Eje21.

 Eje Cafetero: construcción social e histórica del territorio. Duque-Escobar, Gonzalo. EDITORIAL para la Revista Summa Iuris. Vol. 5, Núm. 1 (2017)

El concepto de desarrollo en el marco del derecho administrativo territorial: caso: RAPE. Liliana A Castañeda R Universidad del Rosario. Bogotá 2019.

 El desarrollo urbano y económico de Manizales. Duque-Escobar, Gonzalo. Julio 16 de 2015. In: Colectivo Subámonos al Bus del POT.

 El Ferrocarril Cafetero y la Intermodalidad. Gonzalo Duque-Escobar (2020). Documento del Museo Interactivo Samoga y la SMP de Manizales.

 La descentralización en Colombia: centralismo o autonomía. D Soto · (2003) Universidad Externado de Colombia.

 La idea federal en Colombia durante el siglo XIX. Salomón Kalmanovitz. Borrador Julio 17 de 2003.

La organización territorial colombiana frente a la tendencia contemporánea de configuración federal. Vanessa Suelt Cock (2008) Univ. de Freiburg, Alemania.

 Las Regiones y su Autonomía: La Administración de Recursos para el Cumplimiento de sus Funciones. Bechara, A. (2015). Jurídicas CUC, 11(1), 363-376.

 Manizales: funciones urbanas y metropolitanas. Por Gonzalo Duque Escobar (2012) U.N. de Colombia. La Patria, Manizales.

Misión sistema de ciudades. Una política nacional para el sistema de ciudades colombiano con visión a largo plazo. Departamento Nacional de Planeación, DNP. Colombia. 2014. Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

Navegando el Río Grande de La Magdalena. Duque-Escobar, Gonzalo. Universidad Nacional de Colombia, 2020-05-10.

Planificación para el desarrollo territorial sostenible en América Latina y el Caribe  Comisión Económica para América Latina y el Caribe -CEPAL, (LC/CRP.17/3), Santiago de Chile, 2019.

PCCC: disrupciones y derechos bioculturales. Duque-Escobar, Gonzalo (2021) Universidad Nacional de Colombia.

Preservación Ambiental e Hídrica dentro de la Declaratoria del PCCC. Duque-Escobar, Gonzalo (2019) Universidad Nacional de Colombia.

 RAP Antioquia Caldas: borrador del Documento Técnico de Soporte. Comisión conjunta de las Secretarías de Planeación (9-2021).

Regiones administrativas y de planificación: análisis comparativo de las primacías urbanas en la RAPE Región Central y RAP Pacífico. Melba Rubiano-Bríñez y César Eligio-Triana. Rev. Bras. Gest. Urbana 11 • 2019. Brasil.

 Retos ambientales y logísticos en la hidrovía del Magdalena. Duque-Escobar, Gonzalo (2021). U.N. de Colombia. In Quehacer Cultural.

UMBRA: la Ecorregión Cafetera en los Mundos de Samoga. Duque Escobar, Gonzalo (2015) Museo Interactivo Samoga de la U.N. Manizales, Colombia.

Cuenca alta de Yuma, el Río Grande de Colombia

Presentación

La transformación radical e inconsulta del alto Magdalena, formulada por Hydrochina con el aval del gobierno de Colombia, se relaciona con la construcción de 9 represas en el Huila y 7 en Tolima, para producir energía eléctrica sin importar los impactos sociales y ambientales, transformando la cultura y modo de vida de cientos de miles de pobladores del territorio aguas arriba de Honda, tanto de Cundinamarca como del Tolima Grande. En dicho escenario de 565 km del Magdalena, donde además de Honda sobresalen puertos como Ambalema, Girardot y Neiva, reconocidos por una significativa actividad naviera que perduró hasta hace alrededor de un siglo y que se perdería, la incultura del agua avanza por importantes afluentes directos como los ríos Coello, Prado, Saldaña, Combeima, Cabrera, Fortalecillas, La Plata, Suaza, Negro, Seco y Bogotá, que con sus diversas problemáticas expresan los conflictos urbanos y rurales de la Región Andina. Lo anterior invita a considerar algunos elementos que podrían ser de utilidad frente al dilema de cómo aprovechar las opciones del Río Grande y reorientar su visión hacia un desarrollo que, en lugar de crecimiento a costa de los derechos bioculturales, le apueste a la construcción colectiva de un territorio sustentable y resiliente.

Como fundamento para esta ponencia, empecemos diciendo que, si el Río Grande de la Magdalena es Colombia, ¿por qué no garantizar la subsistencia para un cúmulo de pueblos rivereños y dar soporte a ecosistemas vitales de nuestro principal eje de desarrollo, ambiental, cultural, económico, social y demográfico? De ahí la importancia de la declaratoria que ha priorizado al río Magdalena como uno de los escenarios más representativos en la historia del país, y que le amerite el reconocimiento de la UNESCO como patrimonio de la Humanidad, a partir del restablecimiento previo de sus derechos bioculturales bajo el concepto de que un territorio es una construcción social e histórica. Si su cuenca es el hábitat donde se dan nuestras relaciones con el bioma andino tropical, también el río, pese a haber sido fundamental como ruta de acceso para la ocupación del territorio, y como medio para la consolidación de la nación durante el siglo XIX, hoy víctima del olvido degradado y contaminado, reclama amparar sus derechos ambientales, lo que supone ordenar el cumplimiento de las acciones que demanda su recuperación integral para darle primacía a sus 35 mil pescadores, y a los humedales y bosques secos que lo circundan, además de ponerle límites a las intervenciones que alteran su vaguada y los humedales como ecosistemas vitales.

***

¿Planeación inconsulta ni autonomía territorial?

Imagen01: Planimetría (Mintransporte) y Perfil del Magdalena (Cormagdalena).

Luego de haberse formulado el Plan Maestro de Aprovechamiento del Río Magdalena, el río  más importante en la historia de Colombia, fruto de un convenio interinstitucional firmado en el 2009 por  la Agencia Presidencial para la Cooperación -APC, la compañía Hidrochyna y  el Banco Nacional de Desarrollo de China, trabajo para el cual los parámetros no contemplaron la autonomía territorial ni la consulta a las comunidades que habitan el territorio, tal cual lo ordena nuestra Constitución política, sólo en 2016 el Consejo de Estado obliga a que Cormagdalena haga entrega de información sobre dicho instrumento de planificación territorial y ambiental para que se conozca en Colombia. Por fortuna, en 2017 el país retoma la agenda y formula el Plan de Ordenamiento y Manejo Integral de la Cuenca, con su Plan de Manejo y de Aprovechamiento PMA.

Dicho Plan Maestro, aplicable en el 26% de esta cuenca que es jurisdicción de CormagdaIena, involucra además de la corriente principal del Río Magdalena (1.613 km), el Canal del Dique (114 km) y el curso bajo del Río Cauca (187 km), que es su principal afluente, cubriendo así un territorio de 69.400 km2 con una población que para el 2010 llegaba a 6 millones de habitantes, de 129 municipios ubicados en 13 departamentos, desde el Gran Tolima hasta el Caribe colombiano, pasando por el centro de Colombia, así: Cauca, Huila, Tolima, Cundinamarca, Caldas, Boyacá, Antioquia, Santander, Cesar, Bolívar, Sucre, Magdalena, y Atlántico. Entre los cuatro principales estuarios de Colombia, dos están relacionados con la Cuenca del Magdalena, las desembocaduras de los ríos Magdalena, y del Canal del Dique, dos emblemáticos lugares donde también se sufren las consecuencias ambientales de la problemática ecológica de la gran cuenca del río.

El citado documento, aunque contempla una estrategia integrada de aprovechamiento multipropósito de la cuenca del río Magdalena, con proyectos como el desarrollo de una hidrovía de 900 km para el transporte de hidrocarburos y minerales aguas abajo de La Dorada, propone el aprovechamiento hidroenergético aguas arriba del Salto de Honda; o sea en la cuenca alta, donde al descartar la hidrovía proyecta en su defecto la intervención profunda y significativa del río, con múltiples proyectos en cascada que van a generan grandes conflictos, como los de Betania y El  Quimbo ya construidos, y otros más que esperamos no tengan curso. En razón a lo anterior, en 2020 el Gobierno Nacional le apuesta a una reformulación integral y participativa del Plan Maestro, mediante procesos que involucren a las comunidades ribereñas, y contemplen el impacto de las hidroeléctricas.

***

Intervenciones

Imagen 02- Betania y El Quimbo.

En 2011, la Hidroeléctrica El Quimbo de 400 mil Kw ubicada en Gigante, 67 km al sur de Neiva, construida por la multinacional Emgesa en el marco del Plan Maestro de Aprovechamiento del río Magdalena, coloca su primera piedra e inicia un tortuoso camino de afectación del ecosistema natural en gran medida, consecuencia del desvió del cauce del río y la deforestación de más de 5 mil ha de bosque, buscando con el represamiento conformar un embalse que, además de inundar 8.250 ha con relictos de bosques y áreas de interés arqueológico, sin retirar la biomasa que es lo correcto para prevenir la contaminación en el río Magdalena, también ocasiona el desplazamiento de fauna nativa y de comunidades vulnerables que ven afectada de forma severa y definitiva su forma de vida.

Pero 30 km aguas arriba de Neiva y aguas abajo de El Quimbo, igualmente se había construido la Represa de Betania como proyecto multipropósito, que además de turismo y acuacultura incluyó una hidroeléctrica de 500 mil Kw, para la cual desarrolló el primer embalse de grandes proporciones previsto en el cuestionado Plan, inundando un área de 7.400 ha justo en la desembocadura del río Yaguará sobre el Magdalena. Esta represa, que se proyectó sin contemplar la amenaza alta por lahares provenientes del Volcán Nevado del Huila, a través de los ríos Páez y su afluente el Símbola, proyectada en 1981 e inaugurada en 1987, recibió los escombros de la erupción del Nevado del Huila en febrero de 2007.

Imagen03: Izq. Hidrovía del Magdalena (Azul) y Corredor Férreo del Pacífico (Rojo). Der. Barco remontando el Salto de Honda en 1899 y Barcaza con contenedores (Naviera del Magdalena)

Frente a la pregunta: y el Plan Maestro de Transporte Intermodal de Colombia 2015-2035 ¿qué? En lugar de poner a competir ferrocarril y río a lo largo del Magdalena, además de integrar mediante el tren a Buenaventura con Urabá, debió extender la hidrovía al Huila navegando el Salto de Honda, con enorme ventaja para el sistema portuario en La Dorada y sobre todo para Barranquilla. La hidrovía con una reducción de los costos del 40% para el Altiplano y el Eje Cafetero o del 50% para el Tolima Grande, y movilizando en el Magdalena Centro cinco a seis millones de toneladas anuales, al expandir 200% las exportaciones e importaciones podría generar más de cien mil empleos para Colombia e incrementar su PIB mínimo en 1.2%. Esto, si se trata de nueva carga movilizada, lo que exige que los beneficios modales en lugar de privatizarse con peajes, se socialicen desarrollando el dragado como obra pública y no mediante una APP.

Recordemos que, así se considere un territorio como un sujeto de derechos bioculturales, con los megaproyectos previstos en el Plan Maestro de Aprovechamiento del Río Magdalena, se estarían violando dichos derechos, victimizando comunidades y ecosistemas, cuando con la complicidad del Estado se separen costos y beneficios: mientras los primeros se socializan al asumirlos los pobladores que terminan obligados a abandonar parcelas y oficios, y los ecosistemas que desaparecen; los segundos se privatizan al quedar en manos de las empresas, quienes terminan desentendiéndose de los pasivos ambientales asociados a daños irreparables, tras apropiarse del territorio con la complicidad de la ley, sin importar las normas constitucionales y legales sobre la protección ambiental, la preservación de los ecosistemas y los derechos humanos.

***

Vulnerabilidad del escenario

Imagen04: Gran Cuenca Magdalena-Cauca- Izq. Relieve. Der. Coberturas vegetales y Subcuencas.

Si bien las represas con graves impactos socioambientales no son mecanismos de desarrollo limpio, tampoco podemos hablar de desarrollo en el caso de proyectos que se constituyen en enclaves económicos, cuando la política minero-energética, antes que transformar los recursos mineros en commodities estratégicos, responde a un modelo extractivista de reprimarización en beneficio del mercado. Sumados a los dos casos vistos en el Huila, para comprender esta problemática tenemos dos ejemplos más: 1- Hidroituango en Antioquia, donde además de desestructurar la conectividad biológica del Cauca afectando a 17 mil pescadores, se ha puesto en riesgo a 100 mil habitantes de cinco municipios aguas abajo de la presa; y 2- La Hidroeléctrica de la Miel inaugurada en 2002 y ubicada en Norcasia, municipio caldense con un PIB percápita similar al de Manizales, pero con unas Necesidades Básicas Insatisfechas NBI tres veces superiores a los de la capital de Caldas.

Pero ahora que Cormagdalena, creada en 1991 con el mandato constitucional de velar por la recuperación integral del río Magdalena al tenor del Artículo 331 de La Carta, sólo puede mostrar una gestión de tres décadas en la que el enorme potencial que ha representado esta arteria, contrasta con su abandono expresado en las problemáticas  que padece desde Huila donde nace hasta bocas de Ceniza y sobre el Caribe donde desemboca, preguntémonos qué pasa: según Juan Darío Restrepo, los pescadores ya no pueden obtener su sustento del río; todo porque además de la contaminación que proviene de los centros poblados, gravita una carga de sedimentos de 150 millones de Ton/año, consecuencia de una erosión que afecta al 78% de su cuenca, ocasionando el daño de ciénagas y humedales, la reducción de la pesca de 80 mil toneladas anuales a solo 7 mil, y el  blanqueamiento del 80% de los corales entre Cartagena y Santa Marta.

Finalmente, además de la expansión hidroenergética irresponsable e inconsulta, con proyectos que violan los derechos bioculturales del territorio en la cuenca alta, otra de las problemáticas del Río Magdalena, es la contaminación, donde el principal reto a resolver incluye la descontaminación por actividades mineras y agropecuarias, como también la de los ríos urbanos de la Región Andina, empezando por el río Bogotá, víctima de curtimbres, cultivo de flores, agroindustrias, minería y aguas residuales. Para su tratamiento está prevista la planta de Canoas que a un costo de U$1.100 millones, entraría en operación el 2025, en tres fases, así: 1- Mejorar el tratamiento de aguas negras de pequeños municipios en la cuenca alta; 2- Mejorar la calidad de agua en el área metropolitana de Bogotá con la expansión de la planta de Salitre, e interceptar las aguas negras del resto de la ciudad para transferirlas abajo de Bogotá; y 3- Desarrollar gradualmente la planta de Canoas (14 m³/s), dado su alto costo.

***

Epílogo

Imagen06: – Corredor Turístico Fluvial Girardot-Neiva (PM Fluvial 2015); y Áreas de interés ambiental del Huila (CAR Alto Magdalena)

Urge entonces, resolver la crisis del río y por lo tanto restablecer los derechos bioculturales de este territorio, en el que cerca de 35 mil pescadores han perdido su sustento por la pérdida de la pesca, consecuencia de múltiples factores, empezando por la sedimentación, pero también por el mal manejo de esta carga del río objeto de un costoso dragado que no puede constituirse en un cartel. Al extraer la carga sólida para establecer el canal navegable, en lugar de rellenos externos a la vaguada que sería lo correcto, se vierten los lodos en playones, islotes y riveras, cerrando caños que alimentan complejos de ciénagas y espejos de agua, hasta que el invierno los regrese al río. Así, al desconectar los humedales que cumplen una función amortiguadora, además de la pérdida de ecosistemas vitales para la subienda, se han facilitado enormes crecientes y desbordamientos, como en 2010 cuando 1.400 m3 por segundo se vertieron por el Canal Del Dique, casi triplicando su capacidad, ocasionando su colapso e inundando 35 mil ha de 20 poblados.

Por último, si bien entre las problemáticas del Río Magdalena está la erosión causante de la carga de sedimentos consecuencia de la deforestación -razón por la cual la tasa de sedimentación del Magdalena es cuatro veces la del Amazonas-Orinoco-, también tenemos otras como los usos conflictivos del suelo, la contaminación y el modelo de generación hidroenergética, entre otras presiones que enfrentan sus ecosistemas ícticos y boscosos por la sobreexplotación de sus recursos y las comunidades de base, en especial la población desplazada. A la lamentable degradación de este gran escenario representativo de la región andina, dado que la gran cuenca Magdalena-Cauca cubre el 26% del área continental del país, se suma ahora la amenaza del cambio climático, que con sus eventos extremos se traducirá en sequías e inundaciones, dada la vulnerabilidad del territorio asociada a la pérdida del 80% de su cobertura vegetal: como referente, en Colombia, mientras de las selvas nubladas que llegaron a sumar 9,7 millones de ha, sólo resta la cuarta parte, de los bosques secos, que cubrían 9 millones de ha, solo queda el 8%.

***

* Profesor Universidad Nacional de Colombia. http://godues.webs.com  Manizales, agosto 23 de 2021.

Fuentes bibliográficas

Eje Cafetero: Aeropuerto del Café y Ciudad Región

El Aeropuerto del Café, ubicado a 1.600 metros de altitud en el municipio de Palestina (Caldas) fue una idea que nació en el año 1977. Aunque Aerocafé, a un costo de $1.8 billones se planea desarrollar en tres etapas, de ellas solamente se construirá ahora la primera que cuenta con estudios de impacto ambiental y financiamiento para una pista de 1.460 m que costará $531.9 mil millones, quedando así a su suerte las etapas II y III con pistas de 2.600 m y 3.800 m. Siendo así la pregunta es, si al cerrar La Nubia sucumbirá o no el proyecto en Palestina con pista corta frente al aeropuerto de Matecaña ya depreciado, que por estar ubicado a menos de 30 km puede tener una mayor oferta de vuelos en aeronaves más grandes, con tarifas a menor costo y mayor alcance respecto a Aerocafé.

Actualmente resulta difícil imaginar un mundo sin aeropuertos conectados, máxime cuando la intermodalidad ha revolucionado las formas de producción y relacionamiento supra regional. Lo anterior resulta fundamental para Colombia, dado el carácter montañoso del territorio, donde no se han aprovechado las economías modales de hidrovías y trenes, modos que pueden reducir fletes y en su orden un 50% y 25% respecto a la tractomula. Como referente, Colombia puede implementar una plataforma logística en el Magdalena Centro que, al movilizar 6 millones de toneladas anuales de carga, generaría 100 mil empleos y un incremento del 1.2% en el PIB nacional.

Cómo estamos

Aunque se estima que la industria del transporte aéreo, además de generar 600 mil empleos en Colombia, le aporta US $2.2 mil millones al país equivalentes al 2.7% del PIB (DANE, 2017), también se pronostica que dicho sector crecerá en Colombia 125% durante los próximos 20 años y generará 860 mil empleos. Y a nivel global, el transporte aéreo que logró un récord en 2017 al movilizar 4.100 millones de pasajeros, lo que representó un aumento del 7,1% respecto al año 2016, actualmente muestra que la región con más alta tasa de crecimiento ha sido América Latina con el 10%, seguida de Asia-Pacífico con 9,4% según la IATA.

En la ecorregión cafetera, aunque contamos con cuatro aeródromos, y ninguno de ellos tiene alcance a Europa, la nueva terminal en Palestina, además de contar con cuenca aeroportuaria propia, es decir, con un área de influencia que para un aeropuerto es de hora y media por tierra, puede desarrollarse para alcances transoceánicos y hacer viable el turismo. Como referente mientras el aeropuerto de Cartago entra en conflicto con el área de influencia del aeropuerto de Palmira ya depreciado, también -de conformidad con el estudio de la Corporación Aeropuerto de París (1980)- el aeropuerto de Matecaña no admite expansión para operar aviones tipo Jumbo con el alcance señalado.

El transporte aéreo de carga colombiano ha venido evolucionando con más dinamismo gracias al mercado de exportación de flores, tal cual lo refleja la tasa de crecimiento promedio anual que desde el año 2001 es de 8,3%. Y en cuanto a pasajeros, mientras por año El Dorado moviliza 31 millones, contra 42 millones de México y 39 millones de Sao Paulo – lo que explica el que los clústeres aéreos de Centro América y Sudamérica interactúen con Estados Unidos-, con Aerocafé dotado de pista larga, de consolidarse un nodo aéreo, además de facilitar que Colombia sea la bisagra entre las américas, podrán operar aviones tipo Jumbo con alcance transoceánico.

Según la Asociación Colombiana de Aviadores Civiles, en concepto entregado a la Cámara de Comercio de Manizales, si desde Aerocafé con pista larga podrían salir aviones Jumbo con 112 mil libras de carga, contra 75 mil desde Río Negro y 83 mil desde Bogotá, se podrá operar Aerocafé desde el Triángulo de Oro de Colombia con una oferta de fletes en su orden un 49% y un 36% más económicos, desempeñándose con funciones de aeropuerto Low Cost y de carga pesada, y como atractor sobre Panamá, Caracas y Quito, para resolver las limitaciones de El Dorado, aeropuerto desde el cual un Jumbo no puede salir full carga, pasajeros y combustible, lo que explica las escalas para tanquear en Caracas y Guayaquil.

Lo anterior significa que, en un plano de mayor nivel de desarrollo, el Aeropuerto del Café además de complementar no sólo al José María Córdoba y a El Dorado, sino también al Matecaña y al Edén que sólo pueden operar vuelos de alcance limitado, también se podrían crear nuevas condiciones para hacer viable el Paisaje Cultural Cafetero y una plataforma logística en Chinchiná-Palestina, como instrumentos de desarrollo regional que jalonen el empleo y el crecimiento a través del turismo, la agroindustria, las TIC y la biotecnología.

Antecedentes

A pesar de que en 2005 se inicia la obra aeroportuaria, con la construcción de los terraplenes 1 a 7 y las vías perimetrales oriental y occidental del proyecto, y de que entre 2008 y 2009 continúan las obras en los terraplenes 1 y 4 y otras complementarias en diferentes sitios del aeropuerto, posteriormente para 2011, cuando además de fallas en los terraplenes 4 y 9 aún quedan faltando los terraplenes 8, 9 y 10 y obras complementarias para llevar la pista del aeropuerto hasta los 2.100 metros de longitud, el proyecto entra en crisis y se detiene.

Considerando lo anterior, con la aprobación del Gobierno Nacional y por decisión de la Gobernación de Caldas y de las alcaldías de Palestina y Manizales, Aerocafé entra a revisión, para concluir con una propuesta estructuralmente diferente, en la que se modula el proyecto en tres etapas, y en la cual se desarrollan los estudios y diseños que hoy tiene a nivel de fase 3 para una etapa inicial con pista de 1.460 m, que permitirá admitir aeronaves para 78 pasajero, y en la que se contempla, además de estructuras de concreto sustituyendo terraplenes, un giro de la pista de ¾ grado y bajar la rasante 8 metros.

Así y todo, expertos en geotecnia y estructuras, que contemplan la posibilidad de expandir la pista con mejoras sustantivas como el empleo de polímeros para estabilizar suelos y concretos de alta resistencia, entre otros materiales de alta tecnología, y emplear procesos constructivos de última generación, proponen construir Aerocafé con mayores niveles de seguridad y a menores costos que los previstos, opciones que también contemplan acometer el proyecto no como obra pública y con pista pequeña, sino con pista larga y con inversión privada.

Siendo así, y sabiendo que actualmente además de la recesión económica asociada a la pandemia Colombia vive la mayor crisis social y económica del último siglo, ¿por qué se han desechado alternativas ya propuestas e independientes, como una Alianza Pública Privada de Fibercell LAL de México técnicamente adecuada, la que pudo fortalecerse desde el gobierno para lograr su estructuración económica, y también otra propuesta de Inversión Privada con un capital económico de US$ 634 millones, suficiente para construir la pista de 4 km de longitud, que incorpora la economía tecnológica mencionada y con cubrimiento del riesgo de inversión?

Aunque el Aeropuerto del Café fue declarado de importancia estratégica luego de que el Consejo Nacional de Política Económica y Social (CONPES) emitiera concepto favorable para el desarrollo del proyecto, difícilmente se entiende que Aerocafé continúe siendo contemplado como una obra de carácter local mirando a lo sumo lo regional, pese a su alcance intercontinental y a los impactos señalados, ya que para el Ministerio del Transporte la importancia del proyecto Aeropuerto del Café sólo se relaciona con la competitividad y conectividad del departamento de Caldas y con nuevas posibilidades para el Eje Cafetero, las que tampoco precisa.

Epílogo

Finalmente, partiendo de la premisa fundamental de que un sistema de transporte eficiente debe funcionar en red, vemos posible que el Aeropuerto del Café, al quedar reducido a su mínima expresión por estarse desarrollado como el “clon de La Nubia”: 1- podría sucumbir como un elefante blanco bajo la competencia regional de Matecaña; y 2- que Aerocafé pueda lograr su máxima extensión, para convertirse en un “aeropuerto-hub o intercambiador integrado de transporte aéreo y gran parte del tráfico, actuando como nodo aéreo regional en medio de las Américas.

Si ese es el riesgo, ¿por qué no actuar a tiempo, para que además de liberar recursos del Estado en estos tiempos de emergencia económica, le demos una oportunidad a la empresa privada que ya ha propuesto desarrollar Aerocafé a su máxima expresión? Esto, porque Aerocafé con un tamaño que no tienen los aeropuertos del Eje Cafetero, puede realizar una función emisora y/o receptora de diferentes orígenes/destinos (spokes), con alcance transoceánico, y sobre todo convertirse en el aeropuerto que hará viable, entre otros desarrollos, el turismo del Eje Cafetero y la consolidación de la Ciudad Región en un área ya conurbada de facto.

*Profesor U.N. de Colombia. http://godues.webs.com Especial para el Instituto de Estudios Urbanos IEU de la U.N. de Colombia Sede Bogotá.  Manizales, julio 12 de 2021.

Referencias Bibliográficas:

  1. Declaración de importancia estratégica del proyecto construcción del Aeropuerto del Café- Etapa I, Palestina. CONPES 4026 de 2021.
  2. El Gobierno licitaría el nuevo proyecto Aeropuerto del Café en menos de 10 meses. La República, Bogotá. 2019.
  3. El valor de la aviación en Colombia. IATA (2019).
  4. El volumen total de pasajeros en 2020… – OACI Montreal, 15 de enero de 2021.
  5. Existen cuatro aeropuertos a menos de 100 kilómetros del Aeropuerto del Café. La República, Bogotá. 2021.
  6. Resumen Ejecutivo Plan Estratégico Aeronáutico 2030… – Aerocivil, Rep. de Colombia 2019.
  7. Tráfico aéreo en la comunidad andina. enero – junio de 2019. Comunidad Andina 2019.
  8. Una visión sistémica del Aeropuerto del Café Aerocafé. Duque E, Gonzalo (2017). H. Concejo de Palestina, Caldas.
  9. ¿Y Que llevamos en el avión? Adela Ceballos Peñalosa (2016) – Revista Civismo 467 – SMP Manizales.

ENLACES U.N. de Colombia

Aerocafé en tiempos de pandemia.

Área metropolitana de Manizales. 

Colombia Intermodal: Hidrovías y Trenes...

CTS, Economía y Territorio.

Eje Cafetero: Ciudad Región y Revolución Urbana.

El desarrollo urbano y económico de Manizales.

El territorio caldense: ¿un constructo cultural? 

Fundamentos de economía y transportes. 

La economía en la era del conocimiento.

La gran cuenca Magdalena-Cauca.

Libros U.N. de GDE.

Manizales: El futuro de la ciudad. 

Peajes y movilidad en Colombia.

Paisaje Cultural Cafetero – disrupciones y derechos bioculturales.

Plataformas Logísticas y Transporte Intermodal en Colombia.

Revolución urbana, desafío para el Eje Cafetero. 

UMBRA: la Ecorregión Cafetera en los Mundos de Samoga.

Videoteca de SAMOGA.

PCC: un tinto para conmemorar su década y reflexionar sobre sus disrupciones

Diez años del Paisaje Cultural Cafetero

El PCC de Colombia que comprende 340 mil hectáreas de la zona rural en 858 veredas cafeteras, ubicadas en el trópico andino, es un territorio declarado por la UNESCO, el 25 de junio de 2011, Patrimonio de la Humanidad, lo que representaría una oportunidad para hacer de este instrumento un factor de desarrollo rural integral, si mediante una declaratoria de sujeto de derechos podemos resolver las disrupciones socio-ambientales, bajo los atributos de dicha declaratoria. Las diferentes problemáticas de la Ecorregión Cafetera son: 1 procesos migratorios; 2 fragmentación de ecosistemas; 3 desmantelamiento de la agricultura autárquica; 4 modelo agroindustrial de dependencia tecnológica; y 5 vulnerabilidad al cambio climático.

Como hipótesis para este ejercicio, estas dos: en primer lugar, digamos que lo industrial y lo artesanal no son lo mismo: en lo artesanal y en la producción rural, los productos deben ser bienes con identidad cultural y denominación de origen, tener sello verde y estar soportados en economías asociativas, buscando que la organización de productores tenga control de la cadena productiva; mientras que  lo industrial y agroindustrial son otra cosa, donde obliga la metodología de los clúster basada en la producción en serie y las economías de escala, entre otras cosas. Y, en segundo lugar, se interpretará el territorio no como un espacio de transformaciones, sino como una construcción social e histórica donde la cultura surge de la interacción dialéctica de dos sistemas complejos como lo son el medio natural y las colectividades que lo transforman.

Ver: Ref. 1 y 2

***

Un territorio fragmentado vulnerable al cambio climático

Tal cual lo estamos advirtiendo en Colombia con el calentamiento global, fenómeno global que según el IDEAM (2015), muestra el aumento de la temperatura media en Colombia entre 1971 y 2000, en 0.13° C por década, además de los eventos extremos incidiendo en un territorio social y ambientalmente fragmentado ocurrirían alteraciones climáticas preocupantes, ya que para finales del siglo XXI por cada grado centígrado se producirá un cambio altitudinal de 170 m en las zonas de vida de la ecorregión cafetera, fenómeno que además de incidir en la aptitud de los suelos demandará una planificación que contemple la gestión del riesgo, el análisis de los cambios en el uso del suelo, y la valoración de los impactos sobre la biodiversidad y la disponibilidad hídrica, entre otros.

Para el Eje Cafetero según el IDEAM (2015), los escenarios 2011-2100 muestran que lloverá entre un 10% y un 40% más en el centro y occidente de Caldas, occidente de Risaralda y noroeste de Quindío, al tiempo que dichos cambios serán despreciables en el oriente caldense y cuencas medias del Otún y San Eugenio. Y en temperaturas, dichos pronósticos muestran que los incrementos en ese lapso estarían entre 1°C y 3°C, serían mayores en el valle del Magdalena, medianos en el corredor del Cauca, cuencas medias de La Miel y Guarinó y valles de La Vieja y Risaralda, y menores en páramos y subpáramos de ambas cordilleras. A modo de ejemplo, zonas bajas como el sur oeste del Quindío, que dejarán de ser aptas para el café con el clima futuro más cálido y más húmedo, enfrentarán problemas fitosanitarios.

Pero la amenaza para el agua y la biodiversidad en la ecorregión cafetera de Colombia, es la excesiva potrerización y falta de coberturas boscosas y de conectividad biológica: según Alma Mater (2002), al tiempo que la superficie apta para potreros que es del 4 % alcanzó el 49 %, el potencial forestal que es del 54 %, bajó al 19%, lo que expresa graves conflictos de uso del suelo que aún persisten y reclaman modelos agroforestales en el marco de una agricultura autárquica tradicional, que hagan viable la cultura rural campesina de base artesanal.

Ver: Ref. 3 y 4

***

Por un territorio sostenible y resiliente.

Siendo así, pese a contar con los escenarios de cambio climático del IDEAM anunciando la exacerbación de lluvias y sequías como eventos extremos, se requiere, para la toma de decisiones en los procesos de ordenamiento y planificación territorial, de algo más para lograr una construcción de un paisaje resiliente en este territorio biodiverso, multicultural y mestizo, cuya problemática no solo pasa por la adaptación al cambio climático en un medio deforestado, sino también por la crisis de la economía rural campesina de base artesanal, consecuencia de modelos agroindustriales que atentan contra la seguridad alimentaria y la pervivencia de los ecosistemas frente a las dinámicas del cambio climático.

La clave estaría en el PCC de Colombia, PCC declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2011, por representar una oportunidad para hacer de dicho instrumento un factor de desarrollo rural integral, permitiendo resolver una brecha de ingresos cuatro veces menores respecto a los medios urbanos, que afecta a cerca de 500 mil personas  que habitan en 47 municipios de su área principal y 4 más de su área de influencia, ya que allí se comprenden 340 mil hectáreas de la zona rural en 858 veredas cafeteras, a las que se suman 3.500 hectáreas de cabeceras municipales de la ecorregión, con poblados emblemáticos como Aguadas, Salamina, Neira, Marsella, Salento y Pijao.

Pero dada la disrupción del modelo cafetero en la ecorregión, para lograr la recuperación de sus ecosistemas fragmentados y arrasados, un desarrollo rural compatible con la cultura ancestral cafetera, y adaptar el paisaje al cambio climático, si es que nos decidimos por el rescate de la estructura natural y simbólica con sus elementos tangibles e intangibles conexos a la cultura y al ecosistema cafetero: ¿por qué no declarar sujeto de derechos bioculturales el territorio del Paisaje Cultural Cafetero reestructurando su territorio, entendido como una construcción cultural e histórica para reintegrarlo y ordenar su recuperación integral, bajo los preceptos y atributos de la declaratoria de la UNESCO?

Ver: Ref. 5 y 6.

Epílogo

Lo anterior permitiría restablecer los derechos bioculturales en el territorio del PCC desde el sur de Antioquia y el nor-occidente de Tolima, hasta el norte del Valle, para abrir un claro de luz en este sector, cuya crisis se explica por un modelo agroindustrial que atenta contra la cultura campesina y los ecosistemas, y por no haberle incorporado valor agregado al grano de oro, ya que con el PCC la suerte de los pequeños poblados cafetaleros dependerá de si se recupera o no la salud del suelo y del agua y el sombrío para la biodiversidad, lo que supone cambiar los monocultivos de base química heredados de la Revolución Verde, para hacer viable un bioturismo sumado a la venta de servicios y bienes que expresen nuestro patrimonio cultural y natural.

Ver: Ref. 7 y 8.

***

  • Profesor de la U.N. de Colombia y Miembro del Observatorio para la Sostenibilidad del Patrimonio en Paisajes.  Documento para la Revista “Quehacer Cultural”. Junio 25 de 2021. Manizales.

Portada: Diez años del Paisaje Cultural Cafetero- Mapa del PCC- Logo institucional y Rama del cafeto- Obras de Luis Guillermo Vallejo

***

Referencias Bibliográficas

La pandemia del hambre y la pobreza en Colombia

En el examen del problema rural de Colombia, más que la dotación de recursos, lo que interesa es su distribución y las estrategias de un desarrollo integral, entendido como la contribución del crecimiento económico a la corrección estructural de las causas de desequilibrios sociales y regionales del territorio manteniendo su integridad. De ahí que la actual crisis social de Colombia pase por dos problemas sustantivos: la inequidad y la pobreza. Además de la concentración del ingreso y la tierra, ya que en 200 años el país se ha negado a implementar una reforma agraria estructural, por lo que el Gini de la concentración de la Tierra del 0,89 supera de lejos el del ingreso de 0,53 que nos ubica en el séptimo lugar del mundo, el país también requiere con urgencia resolver la profunda inequidad, y reformar el ámbito laboral, fiscal y financiero para adaptarlo a las circunstancias específicas de nuestra sociedad, buscando crear opciones de participación para que los actores económicos se diversifiquen y las oportunidades de acceder a sus beneficios se democraticen.

Personas con Necesidades PiN en Colombia

Imagen 1: ¿Qué son los PiN?: son las posiciones, intereses y necesidades de las partes en conflicto. En la superficie se encuentran las posiciones que las partes manifiestan públicamente; en una capa más abajo, se encuentran los intereses, y en el corazón del problema las necesidades cuya satisfacción se persigue por las partes. Imagen: Panorama de las necesidades humanitarias para Colombia 2021. Fuente: https://reliefweb.int/

En Colombia, país con  alrededor de 5,6 millones de desplazados internos al 2019, sabemos que la relación entre clima, hambre, pobreza y conflictos, además de provocar que la inseguridad alimentaria se pueda convertir en una causa de desplazamientos, también factores como desigualdad, informalidad laboral, desprotección social, pobreza y vulnerabilidad, en un escenario caracterizado por sistemas de salud y protección social débiles y fragmentados, están incidiendo en dicha problemática, y con mayor fuerza sobre asentamientos urbanos y rurales marginados carentes de servicios básicos. Al respecto, así como la violencia dejó unos 27.435 desplazados en Colombia en el primer semestre de 2021, un 177% más que en 2020 según la Defensoría del Pueblo, también el desplazamiento por desastres naturales entre 2019 y 2020 varíó de 67.000 a 6.050 personas por dicha situación. El Observatorio Global del Desplazamiento Interno IDMC, señala que más de millón y medio de víctimas de desplazamiento en Colombia han avanzado hacia soluciones duraderas.

Si en Colombia según el DANE, la pobreza en 2020 llegó al 42,5% y la informalidad al 49%, y si el 87 % de los colombianos gana menos de 2 smmv, para garantizar el acceso al empleo digno, urge redireccionar el gasto público descentralizando el presupuesto nacional con objetivos e instrumentos que garanticen, además del control y evaluación del proceso, la provisión de los servicios locales, la equidad territorial y el fortalecimiento de la democracia, recurriendo a mayor esfuerzo fiscal, mejoramiento de la gestión y eficiencia administrativa. En 2020, unos 2,78 millones de personas ingresaron a condición de pobreza extrema. Si en Colombia según la Contraloría, el actual gobierno al eximir en 2018 a los Bancos del pago anual de $2,8 billones, a los industriales de $1,2 billones y a los comerciantes de $1 billón, convirtió al país en un paraíso fiscal, también sabemos que América Latina con Colombia y Brasil como líderes, es la región más inequitativa del mundo, ya que según cifras del Banco Mundial (BM), entre 2014 y 2019 Colombia fue el país del mundo con el quinto coeficiente de Gini más alto en los últimos años.

La pobreza y desempleo

Imagen 2: Según el DANE, el desempleo en el país cayó con la pandemia: en 2020, la tasa cerró en 15,9% y hubo 19,84 millones de ocupados. Las ciudades que registraron las mayores tasas de desempleo fueron: Neiva con 26,1%; Ibagué con 25,6%; y Cúcuta con 23,7%. Entre tanto, las ciudades de menores tasas de desempleo fueron: Barranquilla con 12,3%; Cartagena con 14,6%; y Pasto con 16,7%. Fuente: https://www.larepublica.co

En Colombia la renta básica como derecho a un ingreso mínimo de subsistencia durante tres meses, garantizado por el Estado, fiscalmente resulta viable si se implementa para beneficiar a unos 11 millones de familias que lo requieren, a un costo del orden de los $24 billones (2,6% del PIB), equivalentes a 1/3 del actual hueco fiscal que se prevé para 2021, de unos $94,6 billones (8,6% del PIB). Como referente, en el país cuya población es ahora 50,3 millones de habitantes, los índices socioeconómicos que expresan dicha problemática, son: personas en vulnerabilidad (39,8 %), en pobreza (19,8 %) y en pobreza extrema (7,2 %). Siendo así, la población en dichas condiciones (66,8 %), sería de 33 millones en Colombia, equivalentes a 11 millones de familias.

Finalmente, si las políticas para el campo, en lugar de democratizar la tierra y fortalecer la economía rural, se reducen a mitigar la pobreza recurriendo al asistencialismo y a propiciar procesos caóticos de colonización y dinámicas de migración campo-ciudad, además de agravar la estructura concentrada de la propiedad terminan desconociendo un derecho fundamental de la cultura campesina, favoreciendo el despojo de tierras e impidiendo la construcción de la Paz de Colombia.

Si el país pasó de 15,6 millones a 15,0 millones de vulnerables por su nivel de ingreso per cápita, y 659.000 personas pasaron a ser distinguidas como pobres; en el caso de la clase media, que en 2019 representaba el 30,1%, el año pasado llegó a ser el 25,4% de los colombianos, mientras que el segmento ‘alto’ que equivalía en 2019 a 2,2% de la población, el año pasado llegó a representar solo 1,7%. Al comparar 2019 VS 2020, se encuentra que 3,6 millones de personas ingresaron a la pobreza y 2,78 millones a la pobreza extrema. Según el DANE (2021), las personas pobres, tuvieron ingresos aproximados a los $403.112 mensuales, mientras que la población vulnerable recibió alrededor de $715.773 pesos. El monto promedio de la clase media fue de $1’563.274 y el de la clase alta de $6’214.118 pesos aproximadamente.

En Colombia, entre 2019 y 2020 la tasa global de participación pasó del 63,3% al 59,2%, lo que significó una disminución de 4,1 puntos porcentuales frente a 2019; mientras que la tasa de ocupación varío del 56,6% al 49,8%, para una reducción de 6,8 puntos. Esto significa que, en 2020, el país concluye con 19,84 millones de colombianos en situación de ocupación, o sea 2,44 millones de personas menos que en 2019. Ya por ciudades, en 2020 el desempleo en el total de las 13 ciudades y áreas metropolitanas alcanzó el 18,2%, lo que representó un incremento de 7 puntos porcentuales frente a 2019, cuando se ubicó en 11,2%.

Las ramas que más desempleo aportaron fueron comercio y reparación de vehículos; actividades artísticas, entretenimiento, recreación y otras actividades de servicios; y administración pública y defensa, educación y atención de la salud humana, con caídas en su orden de 2,1, 1,7 y 1,4 puntos porcentuales. Contrariamente, la única rama que contribuyó positivamente al empleo fue suministro de electricidad, gas, agua y gestión de desechos, con 0,2 puntos porcentuales.

Igualmente, la pandemia atacó al empleo formal e informal: si bien los ocupados cayeron, los informales retrocedieron en menor proporción. Según el DANE, la población ocupada informal, es decir los trabajadores por cuenta propia, empleados domésticos o quienes viven del ‘rebusque’, entre julio de 2019 y julio de 2020, se redujo en 2,3 millones de personas, llegando a 10,8 millones de colombianos en las 23 principales ciudades.

¿Y la pandemia qué?

Imagen 3: En Colombia, menos del 10% de los niños en el campo tienen computador para recibir clases durante la cuarentena. Se han identificado necesidades de protección en al menos 1.9 millones de niños, niñas y adolescentes. https://cerosetenta.uniandes.edu.co/

Finalmente, si bien las necesidades sectoriales predominantes en contextos marcados por las brechas de desarrollo, impacto por desastres naturales y violencia armada, también el Covid-19 en Colombia tienen que ver con dicha problemática, para la cual se demandan: 1- Estrategias de recuperación emocional y recuperación de proyecto de vida; 2- Gestión del riesgo por desastres generados por eventos agroclimáticos y eventos socioambientales; 3-Estrategias de recuperación, protección y diversificación de medios de vida y generación de ingresos; y 4- Procesos de soluciones sostenibles y reparación a víctimas lo que incluye población desplazada. Ahora, con la pandemia, es claro que se han exacerbado situaciones por la ausencia presencial en las escuelas, que constituyen entornos de amenaza debidos a mayor riesgo de reclutamiento de niños y jóvenes por los grupos armados ilegales, y mayor riesgo de trabajo infantil y en la desatención del hogar.

Finalmente, como evidencia del retraso relativo de las fuerzas productivas entre ciudad y campo en Colombia, entre 1970 y 1996 el Producto Interno Bruto (PIB) agropecuario aumentó en promedio 3,3% por año con tendencia decreciente, al tiempo que el PIB total entre 1970 y 1996 tuvo aumentos siempre mayores, llegando su promedio al 4,1% anual, así: 5,4% en los setenta 3,5% en los ochenta y 4,5% en lo corrido de los noventa.

 

*Profesor de la Universidad Nacional de Colombia Sede Manizales. http://godues.webs.com Documento del Museo Interactivo Samoga. Manizales, junio 1 de 2021.

Portada: Imagen: Emberas Chamíes en Espacios Vecinos, y Evolución de la tierra ocupada en Colombia entre 1960 y 2014, por tamaño. Fuente: Radiografía de la desigualdad. en II Censo Nacional Agropecuario.

Enlaces U.N.

A ERRADICAR LAS MINAS ANTIPERSONALES.

ARROYO BRUNO, ENTRE LA MUERTE NEGRA Y LA VIDA WAYUU.

COLOMBIA ¿EL PAÍS QUE TENEMOS Y SOÑAMOS?

COLOMBIA: ¿MUERE EL PAÍS RURAL?

COLOMBIA, ¿Y LA INEQUIDAD QUÉ?

CRECIMIENTO CON DEUDA SOCIAL.

¿CRECIMIENTO VOLÁTIL CON EMPLEO VULNERABLE?

¿DE LA POLARIZACIÓN A LA DEMOCRACIA?

DESAFÍOS ECONÓMICOS POST-PANDEMIA.

DÍA INTERNACIONAL DE LA MADRE TIERRA: ABRIL 22.

DINÁMICA ECONÓMICA DEL EJE CAFETERO.

DOSCIENTOS AÑOS DE REGRESIONES RURALES EN COLOMBIA.

EL DESPLOME ECONÓMICO POR LA PANDEMIA.

EL TERRENO DE LOS CONFLICTOS Y LA INNOVACIÓN CREATIVA.

EMPLEO TEMPRANO EN LA NUEVA SOCIEDAD.

GUERRA O PAZ, Y DISFUNCIONES SOCIO-AMBIENTALES EN COLOMBIA.

LA POBREZA EN LA HISTORIA DE LOS PROCESOS DE DESARROLLO DEL EJE CAFETERO.

LOS FRÁGILES CIMIENTOS DE LA DEMOCRACIA.

LOS GUETOS URBANOS O LA CIUDAD AMABLE.

MINGUEROS… ¿NEGOCIACIÓN DE FONDO?

NAVIDAD Y AÑO NUEVO, EN EL PUNTO DE QUIEBRE.

POBREZA Y RURALIDAD CAFETERA.

POR LA DIGNIDAD DE LOS INDIGNADOS.

TERRORISMO Y GUERRA, LA RUTA EQUIVOCADA.

UMBRA: LA ECORREGIÓN CAFETERA EN LOS MUNDOS DE SAMOGA.

 

 

La Septuagenaria Galería de Manizales 1951-2021

Los 70 años de la Plaza de Mercado de Manizales, lugar donde la administración avanza con un plan parcial como parte del macroproyecto de Renovación Urbana de San José, que hace uso de un instrumento del Plan de Ordenamiento Territorial de la ciudad, ameritan una mirada al significado de dicho lugar en la perspectiva del pasado, también a examinar la naturaleza y enfoque de los procesos del presente, y por último a encontrar en el contexto el significado de los cambios urbanísticos para su futuro, por tratarse de uno de los sectores más representativos y al tiempo más olvidados y deteriorados de la ciudad, a pesar de que, desde antaño como en cualquier lugar, la plaza de mercado ha sido el destino primordial de los caminos rurales que alimentan la ciudad de productos frescos del campo, cuya oferta al lado de bienes artesanales, saberes y haberes culturales que alternan con ventas de baratijas y segundas, convocan y confunden en medio del bullicio, los regateos y los olores, a campesinos y habitantes urbanos de diferentes clases sociales.

Por lo tanto, la Plaza de Mercado de Manizales, conocida como la “Galería” es el fragmento de un territorio urbano en una ciudad intermedia que, tras siete décadas expresando las contradicciones de la vida citadina, exige repensarse e intervenirse para acceder a la modernidad: ya no puede seguir siendo el centro de abastecimiento para esa sociedad industrial de ayer, pues debe prepararse para sobrevivir manteniendo dicha función en medio de una sociedad cada vez más exigente y competitiva, donde el Estado solidario le ha cedido responsabilidades al mercado, y la economía se ha globalizado y deshumanizado. Mientras las grandes superficies de mercado son a la galería lo que la industria y agroindustria es ahora a los productores rurales y artesanales, también los escenarios urbanos con sus propias dinámicas van redefiniendo sus funciones para las actividades comerciales, de servicios, residenciales e industriales, y cambiando conforme evoluciona la propia sociedad.

 De toldos y tenderetes a barracas y a pabellones

Como referente urbano, la Galería, por cumplir un uso fundamental del suelo como plaza de mercado a lo largo de la historia, presenta las características relevantes y diferenciales propias de un activo del patrimonio cultural de la ciudad que se inserta en el escenario con funciones comerciales vitales para su desarrollo, acompañando sus dinámicas y mutando con sus cambios en todos los tiempos: en los de Manizales cuando era la aldea de caminos de arriería, su lugar natural fue la plaza principal que funcionaba en días festivos; y creado el Departamento (1905) cuando Manizales contaba con unos 30 mil habitantes, tras el crecimiento del comercio, consecuencia de la explosión de la economía cafetera, hacia 1910 ese escenario separa funciones quedando las del comercio para la Plaza Alfonso López, donde toldos y tenderetes se van transformando en barracas, y estas en pabellones tras secar la cañada del lugar y adecuar el terreno, para mutar hasta conformar unas galerías propias de una plaza de mercado al llegar a contar con siete pabellones en dos manzanas, entre el Colegio de la Presentación (1905) y los Agustinos (capilla en 1903 y templo en 1923). Pero pasada la mitad del siglo XX, cuando la ciudad superaba los 125 mil habitantes, se diseña y construye la actual Plaza de Mercado, por José María Gómez M., Alfonso Carvajal E. y Jorge Arango U., dotada de un magnífico edificio emplazado en un novedoso trazo acorde con la época.

En cuanto al proceso, cualquier transformación urbana de carácter fundamental, como el de la comuna San José en atención a su carácter de proyecto de interés social, no sólo debe estar mediada por mecanismos de planeación participativa y concertación ciudadana, sino que también debe mostrar una acción profunda de recuperación del tejido social y coherencia entre los problemas y soluciones que plantea, tal cual se propuso en la formulación que hiciera la Universidad Nacional para el proyecto primigenio (2008). De lo contrario el esfuerzo fiscal y económico con las enormes posibilidades del proyecto, puede subyacer frente al natural costo social y ambiental, consecuencia del traumatismo de las obras. Esto para prevenir la exacerbación de un potencial conflicto en caso de darse la frustración de las visiones, expectativas y sueños colectivos, por ser asuntos susceptibles de enmendarse, a pesar de las falencias estructurales de la gestión que parecen advertirse de los esfuerzos por socializar el proyecto con quienes debieron ser actores responsables de su construcción.

 Manizales: sus zonas y funciones urbanas

Para empezar, no podemos desconocer que cuando Manizales se funda el 12 de octubre de 1849, lo que mueve a cerca de 400 familias de colonos que ya habitaban el territorio, es la necesidad de una plaza de mercado que les permita comercializar productos producidos en sus parcelas y requeridos para su subsistencia. Desde entonces dicho escenario ha venido evolucionado, tal cual lo advertimos en Manizales, al observar el histórico lugar cuyo singular trazo delata la construcción urbanística de mediados del siglo XX, pero que ahora para adecuarse a los cambios y desafíos del siglo XXI, requiere de un diálogo con los actores sociales de la galería, donde gravitan pequeños comerciantes, artesanos y productores rurales, centrado bajo el concepto de que el territorio es una construcción social y por lo tanto que la galería como tal debe ser la consecuencia de un proceso de ordenamiento incluyente, participativo y concertado, que parta del presupuesto de que dicho escenario además de ser el principal referente de la Comuna San José, ha servido a lo largo del tiempo como articuladora del conjunto de zonas y funciones de los medios rurales y urbanos de Manizales.

En efecto, dichas funciones en Manizales se reparten así: primero, entre una zona industrial que, además de estar mal ubicada en relación con los medios del transporte regional ubicados al poniente, debe entrar al tema de la producción limpia; segundo, la zona residencial cuya fracción más costosa se ha ubicado sobre el paisaje de chimeneas del oriente de la ciudad, cuando los cánones urbanísticos obligan a valorar su función por el carácter paisajístico; tercero, la zona de servicios cuyo centro de gravedad es Palogrande, lugar que debe velar por mejorar su nivel de equipamiento y prevenir su “artrosis” funcional; y finalmente, la zona comercial donde entra la galería como parte del centro histórico, y que es hoy un lugar amenazado por procesos de lumpenización, lo que exige una acción socioambiental profunda, dado que en ella se materializa el sentido y valor cultural e histórico de nuestra ciudad.

 Un nicho para el productor rural y el artesano

En virtud de lo anterior, es evidente que la galería hace parte de los viejos inmuebles donde algunos moradores vigilan el lugar y cuidan su territorio: es que las zonas comerciales de los medios urbanos ya no son sitio para los grandes almacenes y centros mayoristas de antaño, sino que deben ocuparse de servicios culturales y nutrirse de espacios agradables, donde el productor rural y el artesano realicen su trabajo, que no es justamente el resultado de la actividad industrial. En efecto, mientras la industria se ocupa de bienes generados con economías de escala y producción en serie cuyo destino es la gran superficie comercial, la producción artesanal y rural de mayor impacto por su extensión social, tiene como destino otros lugares como la galería y las tiendas de barrio, pues en ellas prima el soporte de las cadenas productivas ligadas a organizaciones de pequeños productores que hacen la oferta de bienes y servicios con soporte cultural, y de haberes y saberes ancestrales, sin la intromisión perjudicial de intermediarios.

Todo esto supone avanzar en la defensa de la galería procurando la intervención del Estado, para mejorar la calidad del hábitat, la organización de los pequeños productores y comerciantes, implementar el banco de oportunidades para empresas sociales, y sobre todo para la valoración, protección y recomposición del tejido social, so pena de dejar en manos del mercado a los pequeños productores rurales y artesanales, y a los pequeños negocios en que rematan sus cadenas productivas, y con ellos a las comunidades más vulnerables. Es que el futuro de la galería también depende de una economía rural cada vez más deprimida, donde urge una reconversión agropecuaria orientada hacia la producción limpia con el apoyo del Estado centrado en políticas de ciencia y tecnología, para que el usuario de la ciudad encuentre diferencias estructurales entre esta oferta, y la proveniente de empresas industriales y agroindustriales intensivas en agroquímicos, pesticidas, fungicidas y abonos de base química.

¿Soluciones creativas o sin contexto?

En 2017 tras la instalación de 180 módulos de acero para reorganizar vendedores informales, que han ocupado el perímetro de los pabellones con casetas de zinc, surge una acción popular bajo el argumento de que además de desconocer derechos colectivos fundamentales del comercio establecido en los pabellones, se estaría legitimando la ilegalidad y casi escriturando el espacio público a los invasores.

Cabe anotar que El Centro Galerías Plaza de Mercado que tiene en concesión las instalaciones desde 1995 hasta 2025, ha entregado en 20 años a Infimanizales $2.270 millones por utilidades y regalías. Igualmente, sobre la problemática de la invasión del espacio público de la ciudad, Manizales tiene unos 2 mil vendedores informales establecidos en diferentes puntos críticos, entre ellos la Plaza de Mercado donde la Secretaría de Medio Ambiente con la intervención que está realizando busca una transformación completa e integral del sector.

Si bien tras siete décadas que imponen nuevos desafíos, la solución además de inconsulta, no resuelve el problema de fondo, queda entonces en el aire la idea de que se trataría de una remodelación que se emprende para saldar pasivos ambientales del medio urbano sin contemplar integralmente el valor patrimonial del bien histórico afectado, ni la necesaria separación de funciones mayoristas con una central de abastos, minoristas con la galería, en un escenario carente de un verdadero plan parcial a pesar de existir el macroproyecto de Renovación Urbana de San José.

 

A descongestionar y modernizar la Plaza de Mercado

Finalmente, con relación al contexto en que debe darse la transformación del epicentro del sector constituido por la Plaza de Mercado, no solo se debe reconocer el valor urbanístico y funcional del lugar y potenciar la organización social, para proyectarlo adecuadamente al futuro como principal referente de la comuna, sino y sobre todo para que al lado de las tiendas de barrio y abundancias de la ciudad, continúe siendo el eje articulador entre una función de abastecimiento vital para el medio urbano y la función productiva más primordial del medio rural de Manizales, sino también para que separe y especialice sus funciones diferenciándolas de la otra oferta de bienes industriales adecuada para las grandes superficies de mercado.

Además, admitiendo que Manizales debe implementar su central de abastos en otro lugar para descongestionar la plaza de mercado, y proceder a la necesaria modernización del lugar, lo que exige dotarlo de equipamientos y espacios públicos adecuados para mejorar las nuevas funciones misionales, adecuando su rol histórico como elemento constitutivo del centro urbano, habrá que cuidar con la renovación urbana la naturaleza y funciones complejas de las viviendas, para no desnaturalizar las actividades vitales de los moradores del lugar, privilegiando artesanos, pequeños comerciantes y oferentes de oficios menores especializados, como actores esenciales de la economía urbana que se complementa con la del campo en el citado lugar.

Fuentes Bibliográficas

Centro Histórico de Manizales: Lineamientos Conceptuales de cara al POT.

El desarrollo urbano y económico de Manizales. 

La renovación en la comuna San José: un paso atrás en el desarrollo urbano de Manizales.

Plan Parcial Galería.

Planificación urbana de infraestructuras de mercado en Manizales.

Plaza de Mercado y Paisaje Cultural Cafetero

* Profesor de la Universidad Nacional de Colombia y Miembro de la SMP de Manizales.

 

 

Ecorregión Cafetera: evaluación ambiental del territorio

Para empezar, el Paisaje Cultural Cafetero de Colombia, territorio que comprende 340 mil hectáreas de la zona rural en 858 veredas cafeteras ubicadas en el trópico andino, a pesar de ser declarado por la UNESCO en 2011 patrimonio de la humanidad, lo que representaría una oportunidad para hacer de dicho instrumento un factor de desarrollo rural integral, no ha podido resolver las disrupciones socio-ambientales del paisaje, bajo los atributos de esta declaratoria; veamos: este territorio se ha sumido en una profunda crisis durante el último medio siglo, como consecuencia de la implementación de un modelo de monocultivos de base química asociado a la Revolución Verde, cuyas condicionantes tecnológicas y financieras terminaron, por: 1- generar procesos migratorios; 2- fragmentar los ecosistemas y arrasar el sombrío; 3- desmantelar la agricultura autárquica tradicional; 4- favorecer un modelo agroindustrial de dependencia tecnológica; y 5- favorecer la vulnerabilidad del territorio al cambio climático.

Esta lectura del territorio que trata de las complejas y frágiles relaciones dialécticas de simbiosis y parasitismo, entre las comunidades que habitan la ecorregión y sus frágiles ecosistemas con su particular estructura ecológica de soporte, y de las condiciones de los activos naturales y bienes culturales de la ecorregión, subraya los desafíos que tenemos para hacer de nuestro territorio un “constructo cultural”, bajo las dos siguientes premisas: primera, como contexto general, un espacio geográfico en sí no es el territorio, entendido éste como una construcción social e histórica, donde la cultura es el fruto de la Interacción de dos sistemas complejos: el natural y el social, por lo que el medio ambiente que inicialmente es un medio fundamentalmente natural, gracias a la cultura puede ser transformado y constituirse en un medio paranatural ecológicamente sólido; y segunda, el Paisaje Cultural Cafetero como sistema de producción adaptado a las laderas del trópico andino, sumado a los ríos Cauca y Magdalena con sus  comunidades de pescadores y ecosistemas de tierra cálida, y nuestros páramos y reservas forestales protectoras que se ubican entre el bosque andino montano alto y el paisaje de glaciares, como bienes patrimoniales son tres territorios diferenciados sujetos de derechos bioculturales, y no simples espacios con valiosos recursos objeto de explotación para satisfacer los apetitos del mercado.

Cultura y Territorio

Para entender la ecorregión cafetera, el Museo Samoga ha propuesto una visión en la que se interpreta el carácter biodiverso y pluricultural del territorio, recurriendo a una analogía con los cuatro elementos aristotélicos, así: con el mundo de la Tierra, Pachamama, se recoge el occidente minero con Anserma, Marmato, Supía y Riosucio, como un lugar de marimbas, resguardos, carnavales y negritudes; con el mundo del Agua, Bachué, se describe la subregión magdalenense con su patrimonio hídrico excedentario, y como tierra de ranchos de hamacas, chinchorros, y subiendas, donde sobresalen la historia de los champanes y vapores y de la Expedición Botánica; con el mundo del Aire, Yuruparí, se alude a la tierra del aroma del café, del bahareque de guadua y de las chapoleras, por los corredores de la colonización antioqueña donde sobresalen, además de Aguadas, Salamina y Neira, poblados emblemáticos del Quindío, Risaralda y el norte del Valle; y finalmente, con el mundo del fuego, Chiminigagua, se describe la alta cordillera con sus volcanes, cóndores, bosques de niebla y palmas de cera, donde encontramos los páramos de la Mesa de Herveo con sus caminos empalizados que llevan a las fértiles tierras de San Félix-Murillo-Roncesvalles.

En la subregión minera de la vertiente occidental del cañón del Río Cauca, lugar donde existen vestigios de la cultura Umbra diferente a la Embera y aún viva, España explotaba la mina aurífera más grande del orbe en el siglo XVI, localizada en Quiebralomo donde existían dos parcialidades indígenas vecinas al lugar: Cañamomo y La Montaña, que explican a Riosucio como el núcleo cultural más relevante del territorio y de la artesanía folclórica más añeja de la ecorregión, mientras que la historia de Marmato es en últimas la de la expoliación minera por extranjeros que se llevaron la riqueza, quedándole a los marmateños únicamente la pobreza. Similarmente, por la región magdalenense, donde la hidrovía fue a lo largo de cuatro siglos y medio el principal medio de transporte en Colombia, encontramos no solo este eje que representa la historia del desarrollo nacional, sino también un escenario estratégico para implementar el transporte intermodal de la Región Andina, gracias a las potencialidades de este río que reclama la recuperación de sus humedales ya degradados y el regreso de la subienda casi desaparecida. En cuanto a los corredores cafetaleros, cuya consolidación se da gracias a la Colonización del Siglo XIX, se hace evidente la necesidad de restablecer los derechos bioculturales para ordenar acciones interinstitucionales conducentes a un desarrollo rural integral compatible con la cultura ancestral cafetera y aprovechar las opciones del territorio, mediante la generación de bienes y servicios ambientales en el marco del bioturismo, y la implementación de la agroforestería. Y por último, sobre la alta cordillera donde se imponen los desafíos del páramo y del bosque altoandino por el cambio climático, urge preservar el PNN de los Nevados y las Reservas Forestales del territorio, por ser fundamentales para la conservación de la biósfera como hábitat de especies endémicas y en peligro de extinción, y por la importancia de los servicios ambientales cuya estabilidad depende de la condición de los ecosistemas, como soportes de la funciones reguladora del patrimonio hídrico y del clima.

Ecosistemas y bosques

Sea esta la oportunidad para hacer dos llamados: el primero, sobre el deterioro de nuestros bosques andinos y selvas tropicales como una situación que también afecta al país, consecuencia de la deforestación y del comercio ilegal de la madera, entre otras acciones que se constituyen en severa presión antrópica sobre estos frágiles y vitales ecosistemas; y el segundo, el panorama de la guadua, planta emblema de Caldas y recurso fundamental nativo de la región andina, que por sus múltiples usos en el hábitat rural y urbano, se constituye en un elemento estructurante de nuestra cultura y en una impronta del paisaje de la ecorregión cafetera colombiana, ya que de 12 millones de hectáreas (ha) preexistentes hace 200 años, sólo quedan 50 mil ha en Colombia y 20 mil ha en la ecorregión cafetera. Si en Colombia la tasa anual de deforestación en 2020 fue de 75 mil ha, también en la ecorregión cafetera, un territorio biodiverso que alberga al 7% de las especies de plantas y animales del país, donde el paisaje estuvo dominado por bosques, ahora sólo se conserva menos del 20% de dicha cobertura.

Pero el drama va más allá, así como en Colombia de una extensión de 9,7 millones de ha de bosques de niebla, solo queda el 25%, y en extensión los bosques secos que llegaron a tener similar cobertura se han reducido al 8%, similarmente en el Eje Cafetero, donde los paisajes están dominados por potreros, cafetales, plantaciones forestales, plataneras y cañaduzales, también la deforestación sistemática y el uso conflictivo del suelo, al lado de la infraestructura y el uso de agroquímicos, les pasa factura a los ecosistemas boscosos. Según Alma Mater, en 2002, de un potencial del suelo que es del 4% para potreros, dicha cobertura llegó al 49%; de un potencial del suelo para usos forestales del 54%, los bosques del territorio sólo llegaban al 19%; y de unos usos agrícolas y agroforestales cuyo potencial es del 21% y 20% en su orden, la cobertura agrícola apenas llegaba al 30%, sin que podamos dar cifras importantes evidenciando cambios estructurales para el actual momento, ya que la anterior realidad pareciera persistir, y con ella la vulnerabilidad de este escarpado, territorio, en el cual con sus cuencas deforestadas no podremos preservar el agua y la biodiversidad para enfrentar las demandas del Cambio Climático.

Agua y Clima

Si en materia de acuíferos para toda la ecorregión cafetera, además del extenso valle del Magdalena como gran reservorio, están los valles del río La Vieja por la vertiente del río Cauca, cuyo potencial de agua subterránea se asocia con el glacis del Quindío, el valle del Risaralda y la zona de Santágueda; en cuanto al sistema subterráneo sobresalen las zonas de recarga de las áreas cordilleranas de páramo y sectores vecinos de gran cobertura boscosa, o las regiones del Oriente caldense donde la copiosa precipitación explica un patrimonio hídrico excedentario, susceptible de aprovechamientos hidroenergéticos responsables. Además, en este territorio verde donde existen conflictos severos entre uso y aptitud del suelo y los eventos extremos por el calentamiento global acechan, se debe avanzar en el ordenamiento de las cuencas, emprender acciones de adaptación al cambio climático, asegurar el suministro de agua potable y preservar los frágiles ecosistemas. Pero a la mega-minería que amenaza los ecosistemas andinos y al agua en toda la alta cordillera, y ha desestructurado el patrimonio cultural del occidente caldense en Marmato – Riosucio, se debe sumar la problemática de los ríos de las capitales cafeteras, afectados por vertimientos residenciales e industriales, y en menor grado por la huella hídrica gris de la actividad cafetera; razón por la cual entre los 10 ríos más degradados de Colombia por esta problemática, aparecen el Chinchiná, el Quindío y el Otún. Como principio debe plantearse que mientras el oro y el carbón como recursos pueden ser explotados, el agua y el suelo como soporte de la biodiversidad, son un patrimonio.

Igualmente, la ecorregión cafetera, tiene en el cambio climático uno de los mayores desafíos socioambientales para su desarrollo: según los escenarios del IDEAM (2011-2100), si en Colombia donde para la zona Caribe y Oriental prevalece un solo clima, y en la Andina se presenta un clima bimodal, con el cambio climático se calentarían menos las zonas de relieve montañoso de la Región Andina (2 ºC a 3 ºC), y más las regiones de la Costa Norte, Orinoquia y Amazonia (3 ºC a 4 ºC); para la ecorregión deberemos considerar las migraciones altimétricas en los pisos térmicos equivalentes a 700 m por cada °C de cambio en la temperatura, afectando las zonas de vida ya que esto gravitará desfavorablemente dada la fragmentación de nuestros ecosistemas. Y respecto a las lluvias, que a nivel nacional se incrementarán en las zonas de montaña entre un 10 y 40%, y que también se reducirán entre un 10 y 40% en la costa norte, en el archipiélago de San Andrés y en la Amazonía, nuestra ecorregión tendrá los mayores desafíos: para fin de siglo la precipitación podrá aumentar entre un 30% y 40% en el pie cordillerano, desde Villamaría y Manizales hasta Salamina, al igual que en Pereira, Quinchía y Santuario, y en menor grado en Quimbaya y Filandia.

Epílogo

Para comprender los conflictos socioambientales y orientar la gestión del hábitat en la ecorregión cafetera, resulta fundamental partir de los derechos bioculturales que amparan tanto a las comunidades como a los ecosistemas del territorio, a la luz de las trascendentales decisiones que ha tomado la Corte Constitucional de Colombia sobre la materia. Lo anterior también obligará a comprender el territorio para enfrentar una crisis estructural que se explica por un modelo de desarrollo como el que conocemos en el sector cafetero, donde la suerte de los pequeños poblados cafetaleros dependerá de la salud del suelo y del agua, del sombrío para la biodiversidad, como también del bioturismo sumado a la venta de servicios y bienes que expresen nuestro patrimonio cultural y natural.

Adicionalmente en la ecorregión, estos temas como también el de los páramos y humedales, incluso el de la explotación industrial excesiva que ha diezmado los bosques de galería que han sido objeto de una tala severa, y también las zonas de reserva y protección vitales para comunidades y ecosistemas vulnerables amenazados, son relevantes por una razón: si desconocemos el carácter mestizo del territorio, invisibilizando el fundamental aporte cultural de nuestras comunidades negras e indígenas tal cual ha ocurrido antes con un propósito perverso de “blanquear la raza”, terminaremos por desconocer el aporte fundamental de las comunidades ancestrales sobre la forma en que debemos relacionarnos con la estructura ecológica y los biomas del frágil territorio para no presionarlos ni degradarlos.

* Museo Interactivo Samoga. Manizales, abril 23 de 2021.