Salida al sol, camino a la paz

Crítica teatral.

Grupo: Corporación Colombiana de Teatro

Esta obra de teatro tradicional es un homenaje a las víctimas de la violencia en Colombia, con dramaturgia y dirección de Patricia Ariza, quien ahora oficia como Ministra de Cultura.

La obra aborda temáticas muy fuertes en términos del conflicto social y armado en nuestro país. En términos temáticos es una denuncia con nombre propio de todas las catástrofes sufridas, es un Panfleto musical y coreográfico, con todos los ingredientes propios aportados por la sociología, en términos de la “Comisión de la verdad”, apoyado en diversas formas del arte como la danza, el canto, la poesía y por supuesto la interpretación.

El formato de la puesta no es dramático en sentido convencional, son fragmentos, cuadros cortos e incluso con la participación de actrices naturales, dolientes en carne propia de la violencia.

La obra nos dice cantando lo que ya sabemos y se repite por todos los medios, sin embargo, hay un intento por estetizar la información y, si es verdad que hay momentos de lucida poesía, en general, el montaje es realizado en un lenguaje directo, que pareciera corroborar cifras, recalcar un informe gritado a muchas voces no solo en el país, sino a nivel internacional. Pero es comprensible que el objetivo de la obra es mostrar el horror de la guerra y poner la “verdad” en la boca y cuerpo de las víctimas, aquí el arte escénico se convierte en un instrumento, en función de una causa política y social. La versión teatral es una especie de “Puesta en escena de la comisión de la verdad” y el hecho de que sus creadores tengan claro esta función, que sea intencional y con un objetivo específico en términos políticos, hace muy valedera la propuesta y muy efectiva, pues Colombia va en el sentido indicado. Incluso uno de los personajes exclama victorioso: ¡Por eso ganamos! (El mérito de la obra es haber sido hecha en un gobierno anterior. Hoy tiene pleno sentido).

*Docente Universidad de Caldas.

 

La producción del FIT de Manizales se convirtió en parte de la vida de Julián Arbeláez

A solo tres de cumplir cuarenta años al frente de la producción del Festival Internacional de Teatro de Manizales (FIT), Julián Arbeláez Tobón ha puesto en funcionamiento, tras escena, la parafernalia que garantiza año tras año el éxito del evento teatral más antiguo y más histórico de Latinoamérica.

“Yo creo que la gente no se entera de las dimensiones tan importantes que tiene este certamen anual, el más grande de Manizales después de la Feria de Manizales y también el más grande de artes escénicas en Colombia, después del Iberoamericano de Bogotá. El nuestro convoca normalmente 50 agrupaciones de diferentes partes del mundo. Este año, por problemas económicos es más pequeño, llegaron 30 grupos integrados por 300 artistas”.

El Director Artístico del FIT, Octavio Arbeláez Tobón, diseña y hace la curaduría del evento, Julián, se encarga de que las ideas propuestas por su hermano ocurran en los escenarios.

Cuando el festival se reinició en 1984, vino Diego Montoya, un productor experto que trabajaba con el TEC, y Julián le colaboró. “Ese año el festival fue muy raro, participaron muchísimos grupos, fue un corre corre grandísimo. En 1985 le dije a Octavio, eso lo puedo hacer yo, y desde entonces asumí el liderazgo de la producción, responsabilidad que se ha convertido en parte de mi vida”.

Julián estudió teatro en la Escuela Nacional de Arte Dramático de Bogotá. Como productor se ha desempeñado no solo en Colombia, con el internacional de Manizales, el iberoamericano de Bogotá y distintos proyectos con el Ministerio de Cultura, sino también en Brasil, España y Argentina.

“Para mí es un placer, me gusta porque es lo que sé hacer, es lo que he hecho toda la vida. Yo no vivía en Manizales, venía con anticipación a planearlo profesionalmente, que es lo que nos importa, porque se requiere de un trabajo previo, de investigación y conocimiento, muy juicioso acerca de los grupos invitados”,

Sobre la relación laboral con su hermano, el Director Artístico del FIT de Manizales, Octavio Arbeláez Tobón, con quien ha compartido durante estos casi 40 años la realización del evento cultural emblema de la ciudad, afirma que ha sido muy armónica. “Primero porque Octavio y yo parecemos mejores amigos que hermanos, y esto ha sido fundamental, trabajamos muy bien juntos, crecimos juntos, nos hicimos juntos en muchas cosas, cada uno desde sus espacios particulares. Esta relación significa que sea más fácil hacer el festival. Yo sé lo que él necesita, que él se sueña y quiere, y yo me encargo de poner lo que tiene en la cabeza y en el papel sobre el escenario. Mi trabajo consiste en que las ideas de Octavio, un hombre muy inteligente, muy organizado, muy serio, con un liderazgo impresionante, se traduzcan en algo inolvidable para los espectadores.

A Julián Arbeláez lo acompaña este año un equipo de 85 personas, ha llegado a tener 120, equipo muy calificado con el que atiende, cada día y cada noche de la semana del festival, los requerimientos de las obras programadas: escenografía, carpintería, soldadura, pintura, utilería, transporte, recepción en aeropuertos, en fin, reitera, “nadie alcanza a vislumbrar la cantidad de trabajo que hay en el taller de producción para poner el certamen a tono con la eficiencia y la estética que demanda su trayectoria”.

La mayor parte de este personal es de Manizales, varios han permanecido con el productor en el tiempo, excepto los técnicos para la puesta en escena a quienes hay que traer de los teatros Colón y Mayor Julio Mario Santodomingo de Bogotá, porque en Manizales no hay. “Es uno de los esfuerzos económicos más importantes que debe hacer el festival”.

Es así como en estas casi 4 décadas, los manizaleños e invitados de otras latitudes hemos disfrutado de un Festival Internacional de Teatro muy bien curado y muy bien producido, motivo de mucha satisfacción  para Julián Arbeláez pues ha logrado cumplir en todo este tiempo la línea del director artístico, y cumplirle a Manizales. “Puede que ocurra cualquier cosa desde la parte organizativa, pero no desde la calidad, que es indiscutible”, concluye con la cordialidad que siempre lo ha caracterizado.

Lenguaje del amor

Una obra con titulo en francés Amour, de un grupo español y en la cual no hay ningún parlamento, nos sugiere que el amor tiene su propio lenguaje y que, para comprenderlo, igual que a la obra, se requiere atención y concentración, pues, además, aparece en los personajes la simbología de las máscaras.

La obra está protagonizada por Ana Martínez, Jokin Oregi, Ana Meabe, Javier Renobales y Anduriña Zurutuza, es de Marie De Jongh, cuenta con la dirección y dramaturgia de Jokin Oregi. Diseñada para un público infantil pero que disfrutamos los que aun tenemos nuestro niño interior. Presenta, inicialmente, a dos parejas de niños jugando inocentemente y con sus exploraciones y descubrimientos. Al comienzo solo las niñas con sus travesuras e inventos de distracción, luego aparecen los niños que complementan sus juegos y comienza la atracción y las curiosidades propias de esa edad.

Juegan con tizas haciendo o creando mundos imaginarios, usan cuerdas para saltar o hacer trencito, una pelota servirá para simular el embarazo y luego será una carita feliz de quitar y poner según el ánimo. Con los niños interactuando aparecen asomos del amor, luego los celos, pero todo más bien por imitación, como lo es tantas veces la formación. Las peleas entre ellas, por nimiedades, escalan hasta borrar los dibujos de la otra o peor ignorarla y qué decir cuando en estas rencillas intervienen los niños.

Siempre el trasfondo es una música que matiza los momentos según el carácter de los mismos, a veces suave, a veces alegre, que aprovechan las parejas para bailar, otras veces perturbadora para acrecentar o enfatizar los sentimientos. La música acompaña sus vidas. La infancia les servirá para aprender a manejar sus frustraciones y aceptar al otro, las reconciliaciones serán tan espontaneas como lo fueron los desencuentros, no han aprendido a odiar y menos a no perdonar.

De la infancia se pasa a la senectud, con toda la carga de negativismo y limitaciones con que la vida los ha cargado. Se han convertido en dos parejas que se entienden y complementan. Cohabitan como buenos vecinos, se colaboran y se divierten juntos, hasta que surgen los problemas inesperados y las dolencias propias de la edad. Por nimiedades se enemistan, se aíslan y se evitan, hasta tal punto que se diluye la cohabitación vecinal.

Al final será el interés mutuo, los remordimientos, los bellos recuerdos o la nostalgia lo que los aproxime en sus causas comunes y los lleve a rescatar ese amor que se tuvo, ese respeto por el otro y esa sana relación. El amor subsana todo mal.

*Profesional en Filosofía y Letras Universidad de Caldas.

Amour

Crítica teatral.

Grupo: Marie de Jongh.

Este grupo español nos trae una buena muestra de teatro físico, todo el argumento está en el campo visual y la acción se enfoca en los cuerpos de los intérpretes y su relación con la escena. Son 4 personajes, en una primera infancia de juegos, amiguismos, peleas y separaciones: se aman y se odian. En la segunda infancia o sea en la vejez: juegos,
amiguismos, peleas y separaciones: se aman y se odian. Las relaciones humanas se repiten “ad infinitum” y siempre patinamos sobre la misma pista, sin embargo, Amour nos regala una mirada optimista y termina en final feliz; “Ellos” son tan comprensivos que permiten que “Ellas” sean como quieren ser y llega la paz idílica o el paraíso, por lo menos a la escena.

Este es un tipo de teatro en que las máscaras (llamadas de Carácter por Lecoq en su pedagogía) ocupan un lugar central, pues imprimen una narrativa y una gestualidad especial y determinada; las acciones físicas tienen otro ritmo, obligan a concentrar la atención del espectador en otro tiempo, pues aunque las historias son sencillas, se enfocan en poéticas y en simbolismos muy precisos. La intención es la univocidad. Con una tiza se dibuja la escenografía y con unos elementos mínimos sobre el escenario se crean grandes estructuras arquitectónicas o se llenan espacios de ficción.

Este es un tipo de teatro que fascina en Manizales, y seguramente en muchas regiones del mundo, por la precisión (semiótica definida), sin embargo, es altamente provocador; tiene predilección por la lentitud (contrario al mundo contemporáneo), apela directamente a las emociones y es realizado a partir de una exquisita sensibilidad esencialmente humana.

En general, el espectador es atrapado en esa red de pequeñas cosas que lo conectan y lo van llevando a través de una trama sin complejos; de manera sutil lo predispone a la observación como en una especie de: hipnotismo, trance o estado meditativo.

Es un espectáculo de fácil comunicación con los espectadores así sean niños o adultos, pues el discurrir escénico es imperturbable. Las escenas crean una atmosfera de proximidad, a veces pareciera estarse frente a una película muda por la música ambiental, en otros momentos también pareciera un exceso de ilustración, llegando casi a la gestualidad del mimo; incluso hay acciones, pocas, que no se comprenden muy bien dentro de una gramática que generalmente es precisa y no se presta a la polisemia (a esa estricta univocidad nos ha enseñado el grupo Kulunka, también español). Excelente teatro de la acción y el silencio.

*Docente Universidad de Caldas.

II Concierto

Crítica teatral.

Grupo: Circoqoshka. Chile

Afortunada inauguración del 54 Festival Internacional de Teatro de Manizales con el II Concerto, obra que además nos lleva a recordar los momentos inspirados de la música Barroca. La fábula representada se reduce a un argumento sencillo y fluido, de fácil comunicación con todo tipo de público: una Marquesa que sufre el mal del insomnio crónico envía un barco a Italia a traer dos músicos con la esperanza de que mágicamente la curen de tan catastrófica enfermedad. Con tal pretensión llegan los flamantes músicos con diversos y fallidos instrumentos, los cuales prueban y reconstruyen de escandalosa manera, hasta que al final, y casi por casualidad, encuentra la mujer la melodía básica del golpeteo del corazón, la percusión original que es lo que necesita para conciliar el preciado estado somnífero.

Este encantador Concerto nos reconcilia con el teatro como espectáculo en todas sus formas y nos permite apreciar la versatilidad de cuerpos estilizados; conserva una estructura casi de un cuento para niños (se hubieran esperado más niños y jóvenes en la sala). La Música es el eje central de la pieza, texto y subtexto de los sucesivos malentendidos que alimentan el tono festivo y la atmósfera cómica que reviste las situaciones de los personajes, a veces atrapados en gags sumamente divertidos, donde lo importante es la forma, lo disparatado de la situación.

Hay una muestra permanente de habilidades en actores y actrices que denotan su preparación técnica: son acróbatas, equilibristas y estructuran sus acciones lúdicas en un concepto amplio de Circo contemporáneo y, por supuesto, son maestros en la técnica clown. II Concerto es un espectáculo privilegiado de interés general, pues la gracia interpretativa y los malentendidos provocan a cada momento la explosión de risa de los espectadores que bien urgidos estamos de buen humor y escapar al menos por un momento de los afanes bélicos internacionales y las reiteradas noticias que nos apalean cada día.

Sin embargo, tal vez el Fundadores, se convierte en un estadio, en un escenario demasiado grande para esta obra chilena, donde la representación corría el peligro de perderse en la lejanía, pues el humor a veces requiere espacios más íntimos, más cercanos que permitan disfrutar la proximidad, la gracia, la poesía y el carisma de estos bellos personajes. Es de anotar que, a pesar de la distancia y un sonido defectuoso, la obra llegó de muy buena manera, contando con un público colaborador con excelentes niveles de atención.

La inauguración se vistió de gala, abriendo la puerta a una semana de teatro con un buen augurio de colores, fantasía, música y la Comedia, tan necesaria en todas las épocas de crisis en las que suele vivir nuestra frágil humanidad.

*Docente Universidad de Caldas

 

Entrañable y extraña relación

Nuevamente tenemos la oportunidad de disfrutar nuestro Festival Internacional de Teatro de Manizales, que en este año celebra su versión 54. Esto se ha logrado gracias a la tenacidad, persistencia y casi ciega obstinación de nuestro capitán Octavio Arbeláez y su grupo de colaboradores que han sabido conducir ese barco a través de tanto infortunio, no solo económico sino el hecho de sobrevivir a la pandemia.

Las sorpresas inician desde la forma de elaboración del tradicional afiche promocional que esta vez surgió de un collage de diferentes carteles de espectáculos y anuncios comerciales, una creativa superposición como lo son a veces las obras que siendo palimpsestos traen su propio mensaje críptico, pero valioso. Por ello el eje temático será la diversidad en su más amplio significado y su eslogan “seamos todos”. Esta simbología, si miramos atentamente, la encontramos en el afiche.

En esta dirección aparece la obra que nos trae el grupo de México Compañía de Artes Escénicas, El Mirador, Flores negras del destino nos apartan, con la dirección de Belén Aguilar, con el elenco de Lorena Glinz y José Juan Sánchez, basada en la novela de Julián Herbert, Canción de tumba publicada en el 2011 en México.

Para empezar, la prostitución, actividad que ejerce la protagonista, los personajes que la rodean, camellos, homosexuales de toda índole, hijos todos de padres diferentes, vividores de todos los pelambres, son una muestra de la diversidad. Igualmente la relación madre-hijo, desde niño, hasta ahora adulto, está enmarcada no solo en momentos diferentes, sino en problemas con diversa complejidad, afrontados y superados no se sabe cómo.

Con una escenografía mínima, silla, mesa, ventanal y luego unas matas y algo más, son suficientes para que José Juan Sánchez con toda su fuerza actoral, su prodigiosa memoria y su histrionismo a flor de piel, o de flores negras, logre cautivar el auditorio durante setenta minutos que tienen diferentes ritmos según la narración y la conmiseración del actor. Además de su extenso monólogo, aparece varias veces la imagen en video de su madre, unas en el cuarto del hospital en donde agoniza de leucemia mielítica aguda, en otras, parte de su interminable trasegar buscando una casa o un amante o un empleo o una felicidad que en este Suave Patria no existieron nunca…

De todos los hijos que tuvo, casi siempre los llevaba en su nómada vida y los otros los dejaba al cuidado o descuidado de alguien a quien luego le pagaría, así, desde pequeño conoció las privaciones, humillaciones, desengaños y algunas pocas alegrías, por eso y por el cuidado de su madre hacia él, fue que consideró, casi como un apostolado y no una obligación, cuidar de ella ahora en su lecho de muerte, además porque pudo comprobar ante la ausencia y el desinterés de sus otros hermanos, que el socorrido y pregonado concepto de familia, solo tiene una verdadera acepción, como la familia siciliana: La única Familia bien avenida del país radica en Michoacán, es un clan del narcotráfico y sus miembros se dedican a cercenar cabezas..

La obra nos lleva en un torbellino de extremos que nos conmueven profundamente, desde el odio hasta el amor, de la nostalgia a la dulzura, de la salud a la enfermedad, del goce al dolor y así como en un tobogán, como en realidad es la vida. El hijo en el lecho de enferma de Guadalupe Chávez, su madre, experimenta tal confusión, que solo logra aclararla recurriendo a la memoria de aquellos recuerdos tanto gloriosos como dolorosos y así podrá tratar no solo de entender a su madre, sino de entenderse a sí mismo, doloroso, pero catártico y por ende necesario.

Desde niña le gustaron los boleros, sin saber que eran trozos de la vida misma, unos románticos, otros tristes, unos sobre desengaños, otros sobre amores apasionados, pero imposibles; todo esto la llevó a idealizar la vida y a tener un anhelo profundo por una de las cunas del bolero, La Habana y tal vez por eso quiso lanzar su grito adolorido y desgarrador desde el puerto de Progreso, en Yucatán, pretendiendo que la oyeran de donde supuestamente se veían sus luces en la lejanía.

Prefiero imaginar a mamá frente a las falsas luces de La Habana, borracha y mocosa cantando, que verla así como la tengo ante mí: calva, callada, amarilla, respirando con más dificultad que un polluelo sorteado en la kermés de una misa.

Este balance entre amor de madre y sentimiento compasivo del hijo, quien además está signado de verdadero arrepentimiento así no logre precisar de qué, esa magnífica interpretación que hace que el espectador logre lo sentido por el lector, esa traslación de palabras escritas a emociones representadas que conmueven al público, logran que pensemos en hacer una introspección para hacer los ajustes oportunos.

*Profesional en Filosofía y Letras Universidad de Caldas.

 

Agua y jabón para el rey del rock ‘n’ roll

El mes pasado Elvis llegó a la plataforma de video HBO Max y después de su relativo éxito en cartelera despertó mi curiosidad. No me dejó decepcionado, aunque sí notablemente confundido. Un ejercicio tan descarado de propaganda siempre despierta muchas preguntas.

El mejor adjetivo para calificar la película es «cuestionable». Desde sus decisiones estéticas hasta las de guion, mi relación con la película osciló entre el antagonismo y la indiferencia durante casi todas sus dos horas y media de duración y mi sorpresa fue grande al ver el nombre de un director veterano en los créditos, «Baz Luhrmann», reconocido principalmente por dos títulos de culto: Romeo y Julieta (1996) y Moulin Rouge (2001). Esta última, una comedia musical que me gusta personalmente y también a algunas leyendas del género como Stanley Donen (Singin’ in the Rain) y Robert Wise (West Side Story).

Luhrmann se hizo un nombre gracias a su estética expresiva y transgresora que involucra recursos como el abuso de colores brillantes y saturados en la escenografía y vestuario, miradas a cámara, angulaciones poco habituales, amor por la música popular e incurrencia en anacronismos que juntos lograban producir universos vívidos, vibrantes, desbordantes de energía y plenamente autoconscientes.

Este director no hubiera podido ser más apropiado para Elvis, una vida de conciertos, sexo, abuso de sustancias, resacas infernales y dramas dignos de folletín suena como el conjunto perfecto de ingredientes para que Luhrmann pudiera deleitarse y deleitarnos con un brebaje delirante. Pero así como ocurre en la película con Elvis Presley, ocurre en la vida con los talentos, no sabemos quién está detrás de ellos poniendo el capital ni cuáles son sus intereses. El resultado: Elvis es el retrato de un músico maniatado por su mánager narrado por un director maniatado por sus productores, un álbum de grandes éxitos con imágenes en movimiento y datos biográficos, pero también, y sobre todas las demás cosas, un ejercicio profesional de barrer mugre bajo la alfombra.

Es descarada la preocupación de la película por deificar a Elvis, no basta con que sea una buena persona, carismática, talentosa y bienintencionada, también es una pobre víctima de un mánager despiadado, un padre avaro, una fama inmanejable y un público insaciable; además lo pintan de revolucionario, de figura conciliadora entre negros y blancos, del mejor amigo de los músicos afroamericanos, lo único que hizo falta fue que tuviera pelo largo y barba y la capacidad de convertir el agua en vino. Si existiera honestidad de parte del equipo de realización, la imaginería religiosa o el relato mitológico hubieran hecho parte de la película, también eso la hubiera hecho más interesante, pero la cobardía es evidente, para evitar el escándalo rehúyen a cualquier atrevimiento estético, narrativo o argumental.

El guion parece fan fiction escrito por un equipo de novatos. Esto sorprende porque Luhrmann lleva 30 años de carrera, aunque hay que reconocer que su fuerte no es el drama ni los personajes profundos, por el contrario, estos tienden a ser estereotípicos y unidimensionales, cosa que se presta muy bien para la ficción de género como la comedia, el terror o el romance, pero para retratar a un personaje real sí resulta problemático.

Otras biopics de músicos populares como Ray (2004) muestran el infierno personal del protagonista, la tensión constante entre sus raíces y su carrera, cómo la música, a la vez que le ayuda a sobreponerse a algunos conflictos, genera otros. En Elvis no tenemos acceso al alma del músico porque lo vemos desde la óptica utilitarista de su mánager, el coronel Parker.

Directores de musicales contemporáneos como Damien Chazelle y John Carney —Whiplash (2014) y Sing Street (2016) respectivamente—, han representado con más éxito el personaje compositor e intérprete. Los números musicales que antaño interrumpían la narración pasan a formar parte del flujo natural de las escenas: presentaciones, grabaciones, ensayos y el proceso de composición está integrado dentro del propio drama, pone en evidencia dinámicas de grupo y problemas personales, siempre hay algo en juego: la carrera, el respeto de los colegas, el amor de la pareja, la factura de la luz, cualquier cosa importante para el protagonista que, en consecuencia nos parece importante a nosotros. A Elvis, en cambio, no lo vemos prepararse, ensayar, componer, ni mucho menos tener miedo, inseguridad o duda. No hay temor al fracaso, al desperdicio de tiempo, esfuerzo o dinero, todo le es dado, su música simplemente aparece sin necesidad de composición, no vemos pruebas de vestuario, no lo vemos maquillarse, escribir una letra, pedir una opinión. Me hubiera encantado ver a Elvis lavarse los dientes en ropa interior frente al televisor mientras intenta imitar los movimientos de Bruce Lee antes de su concierto de la noche, cualquier cosa que lo humanizara un poco, en lugar de eso, tenemos a un semidiós maltratado por todos aquellos en quienes confía y deposita su amor.

La decisión de narrar desde el coronel Parker es completamente nociva. Pues a este hombre lo caracterizan desde el inicio como la encarnación de todo lo que está mal en una persona: es avaro, estafador, manipulador, sin ninguna característica redentora aparte de ser interpretado por Tom Hanks. Su relación paternal con Elvis se torna muy rápido en antagónica, la película se mueve gracias a esta dinámica. Elvis se ve forzado en repetidas ocasiones a tomar una decisión: hacer lo que él y su público quieren versus lo que su mánager y los malvados hombres blancos conservadores le dicen que haga. Un falso dilema siempre. Nunca hay sacrificios que hacer ni precios por pagar.

Hacia el primer tercio de la película hay un momento cercano a lo dramático: para apaciguar las críticas de los más conservadores, Elvis se une al ejército. Verlo en una situación indiferente a su fama, las dificultades que debe vivir como militar, el desdén y resentimiento de algunos de sus compañeros, cómo la guerra afecta su forma de ver el mundo, la vida y, en consecuencia, su sensibilidad artística, pudieron acercarlo a nosotros los espectadores. Pero en lugar de darnos conflicto, la película nos entrega unos titulares de periódico y nos dicen que volvió con su imagen por lo alto.

¿Por qué ahora, después de tanto tiempo, le estamos lavando la cara a Elvis? La película es evidentemente comisionada y artísticamente restringida. No nos muestra ningún lado oscuro de Elvis, solo lo de mostrar. Por eso levanta en mí tanta sospecha la película. Ante ese esfuerzo tan grande y costoso de endiosar a Elvis Presley ¿qué es lo que se está tratando de ocultar?

*Escritor. Realizador de cine.

Clonación, espejismo, alucinación o…

Fue necesario que confluyeran circunstancias, hechos, personas, situaciones y el talento de un gran narrador como Hervé Le Tellier, para lograr un relato tan creíble y a la vez inverosímil, como su nombre, y así constituirse en algo excepcional. Por eso, abrir un libro, sin ninguna referencia, pero con mucha expectativa y empezar a conocer personajes, sitios, relaciones y todo un entramado que se va armando alrededor, nos va envolviendo en una fascinante historia, de la cual no nos queremos desprender, ni siquiera al terminarla, pues allí sí que nos surgen interrogantes, no por falta de información, sino mas bien por las inesperadas relaciones creadas y las posibilidades establecidas.

Hervé Le Tellier (Paris, 21 de abril de 1957) matemático, escritor y periodista francés, crítico literario y colaborador de numerosos medios, tanto en prensa escrita (Le Monde), como radio (France Culture), editor de reconocidos autores como Raymond Queneau o Georges Perec. Además presidente de Oulipo, grupo de experimentación narrativa de vanguardia, (‘Ouvroir de littérature potentiel’) Taller de literatura potencial. Sus textos conocidos en Francia, alcanzaban tirajes de diez mil ejemplares, hasta que su libro La anomalía,  escrito en 2019, publicado en el 2020, en el que narra hechos a suceder en el 2021, lo lanzara al estrellato.

Uno de los más prestigiosos premios literarios de Francia, establecido desde 1903, es el otorgado cada año por los diez miembros de la Academia Goncourt, quienes recompensan el mejor volumen de imaginación en prosa entre las novelas publicadas en el año en curso. Aunque su reconocimiento económico es simbólico, el Goncourt garantiza al seleccionado un éxito en ventas, no solo en Francia sino en el mundo. Ha sido otorgado a escritores como: Proust, Malraux, Simone de Beauvoir, Marguerite Duras y Michel Houellebecq. En el 2020 le fue otorgado a Le Tellier, y rápidamente alcanzó la venta de un millón de ejemplares y la traducción a decenas de idiomas. Sobre la novela el escritor español Javier Cercas, miembro del jurado, afirmó: Es muy inteligente, muy fresca, extraordinariamente divertida, está muy bien armada, dotada de una virtud que solo está al alcance de las grandes novelas. Es fácil de leer y difícil de entender.

La narración comienza con la presentación de diversos personajes, pues se trata de caracterizar con rigor los diversas tipos de seres humanos y sus respectivas manifestaciones, al igual que sus más recónditos secretos, desde lo más detestable, pasando por lo corriente, hasta llegar a lo admirable, que muestra el sacrificio por el otro en detrimento de la propia felicidad, también existen. En esta pluralidad trata de representar diferentes edades, géneros, aspectos culturales, profesionales y en general sociales. Para esas descripciones utiliza diversos géneros literarios, desde novela negra, teatro, comedia, romance, y todo un collage de tipos narrativos, según el personaje o las situaciones.

Blake es un sofisticado sicario que se da el lujo de escoger sus trabajos, pues ha hecho de la muerte de los demás su vida. Pero para protegerse y no estropear su trabajo, lleva una doble vida, como Jo, con Flora su esposa y sus hijos Quentin y Mathilde. Posa como empresario y es muy exitoso. Al referirse a uno de sus trabajos manifestó:

Era algo tan atroz que estuvo a punto de no aceptar el encargo. Rodillas reventadas, codos fracturados, dedos cortados, lengua y sexo cercenados, tímpanos agujereados, y, lo mejor para   el final, acido en las pupilas. Para cobrar la segunda mitad de los setenta mil euros, el hombre   tenía que sobrevivir.

Victor Miesel, pareciera un alter ego de Le Tellier pues es un escritor con dos novelas poco apreciadas por la crítica, descreído de los premios literarios y quien se sostiene con las traducciones y otras actividades culturales. Lucie Bogaert, trabaja en montajes cinematográficos y su labor es muy apreciada por los más famosos directores, tiene un hijo, Louis, y se halla en una tormentosa relación que casi la asfixia. Andre Vannier, prestigioso arquitecto, ya un poco mayor, es la persona que la ha estado asediando, pues cree que es la última oportunidad que tiene de estar con alguien a quien quiere y desea demasiado.

Sophia Kleffman, pequeña de seis años que se divierte y aprende mucho de su mascota, la rana Betty, su madre April vive muy decepcionada de su marido, el teniente Clark Kleffman, quien la conquistó con engaños y ahora ejerce violencia familiar en su hogar, a mas de otras perversiones.

En cuanto a David, este es un enfermo terminal y será su hermano médico quien le revelará esa dura y cruel realidad: –Es lo que me temía. El tumor que tienes en la cola del páncreas, al otro lado del intestino delgado, justo aquí, es un tumor maligno. Canceroso.

Respecto de Joanna Wasserman, se trata de una brillante abogada que trabaja para un prestigioso bufete de abogados, fue contratada por Sean Prior, director ejecutivo de la farmacéutica Valdeo y quien directamente la entrevistó:

 –Dígame, señora letrada, ¿sabe usted por qué la elegí entre todas esas cabezas de chorlito de Denton & Lovell?

 –Déjeme adivinarlo, señor Prior. Porque fui la primera de mi promoción en Stanford, tal vez, porque soy una mujer joven, sin duda, y porque soy negra, probablemente. Y también porque gano todos los casos contra esos viejos blancos que estudiaron en Harvard con usted.

La relación de personajes la completa Slimboy, el pop star nigeriano quien tiene que encubrir su sexualidad, pues: Si África entera es un infierno para los homosexuales, Nigeria representa el noveno círculo. Está la ley, que los amenaza con catorce años de cárcel; está la policía, que los persigue y extorsiona

Todos ellos tienen en común el viaje que realizaron doscientos cuarenta y tres pasajeros, el 10 de marzo del 2021 en un Boeing 787 del Air France 006 Paris-Nueva York, el cual, minutos antes de aterrizar, tuvo que sortear un impresionante fenómeno atmosférico, por decirlo de alguna manera:

El avión continua en caída libre durante diez interminables segundos, antes de penetrar en el cumulonimbo por el peor sitio… Acto seguido el Boeing se ve arrastrado por las   corrientes turbulentas de la nube, al tiempo que se encienden las luces de la cabina de mando, como si fuese de noche, una oscuridad de seda y un estruendo espantoso lo envuelven todo: centenares de piedras de granizo ametrallan los cristales, dejando un sinfín de marcas en el vidrio blindado.

Los pasajeros, después del tremendo impacto de la inminente catástrofe, continuaron su vida normal aunque algunos no duraron mucho, como el caso del escritor Miesel, quien: Cuando llega a Paris, se pone a escribir como al dictado, y la mecánica incontrolable de su propia escritura lo sumerge en un abismo de ansiedad. El libro acabará titulándose La Anomalía y será el séptimo en la carrera del escritor, luego se suicidará.

Tres meses después, en junio, el mismo avión, con los mismos pasajeros, la misma tripulación e igual identificación, tratará de aterrizar en Nueva York, pero será desviado del aeropuerto Kennedy, y obligado por las autoridades del Pentágono a hacerlo secretamente en la base militar Fort MacGuire. El desconcierto entre científicos, servicios secretos, fuerzas armadas, autoridades de todo tipo, y mandatarios internacionales, es asombroso. Las discusiones científicas, filosóficas, religiosas, políticas y de toda índole aparecen sustentadas para especular sobre infinitas posibilidades. De todas formas, lo digital y sus infinitas aplicaciones, desde la inteligencia artificial, el internet de las cosas, la simulación y la realidad virtual, son explorados intensamente, en la búsqueda de explicaciones.

Las relaciones del ser humano consigo mismo y con los demás, están mediadas por dos dimensiones, el espacio y el tiempo y es aquí donde comienzan a aparecer disrupciones, en la medida en que avanzan los interrogatorios a los pasajeros del segundo vuelo, el de junio. Al preguntarle al escritor Miesel sobre su labor actual, responde que está trabajando sobre una novela fantástica de un escritor norteamericano. Al indagarle sobre si está trabajando en un libro más personal, titulado La anomalía, se muestra asombrado. Hay que recordar que, después del primer vuelo, lo escribió frenéticamente y luego se suicidó. Estamos en junio, pero temporalmente, este es el Miesel de marzo. Igual ocurre con Sophia al preguntarle su edad: tengo seis años, cumpliré siete dentro de dos meses. Al tratar de precisarla se le pregunta, ¿qué día cumples, exactamente? El 13 de mayo. ¿Y el 13 de mayo es dentro de dos meses? y responde, Si. Lo cual confirma su desfase temporal, pues están en junio.

Luego vendrá el reencuentro con los pasajeros del vuelo de marzo, por lo cual nuestro escritor escogió entre ellos y la tripulación, ocho personajes para tratar de establecer patrones de comportamiento en un universo tan disímil y mas hoy en día, con tantos condicionantes tanto internos, como externos. Esto para trata de explicar lo intrincado y complejo de las relaciones humanas, pues si con los otros es complicado, cómo será con uno mismo y no como en un soliloquio, o en un dialogo interno, sino frente a frente, ambos son la misma persona, que obviamente es otro físicamente, pero de quien conocemos todo, o mejor casi todo.

Resulta muy interesante la forma como cada dupla supo afrontar la anomalía, aceptarla y optar por lo más adecuado para cada uno, sin lesionarse mutuamente y buscando, con el apoyo de los gobiernos, a veces nuevas identificaciones, reubicaciones o acomodaciones que convinieran en cada situación. Supieron adaptarse creativamente. Por ahora queda armado el rompecabezas.

*Profesional en Filosofía y Letras Universidad de Caldas.