Un café con «Frida»

El Paisaje Cultural Cafetero se está convirtiendo en un gran proyecto de iniciativas culturales por parte de sus habitantes. Pequeños emprendimientos artísticos, gastronómicos, artesanales, musicales, etc., surgen en los diferentes pueblos y ciudades que integran este territorio avalado por la Unesco como patrimonio de la humanidad.

En Manizales, vemos cómo en los barrios se establecen negocios que los enriquecen, pues sus propietarios les dan valores agregados en donde la memoria y las historias locales se articulan a lo global, para dar un sentido pleno y creativo que está impulsando de una manera positiva nuestro progreso desde la innovación.

Es el caso de un sitio nuevo que se ha inaugurado en el barrio La Carola; allí su propietaria Ángela María Corrales, desde el barismo y la gastronomía, ofrece una excelente alternativa para conocer este sector de la ciudad que siempre ha tenido una dinámica social, cultural y comercial interesante. Ángela, a quienes los vecinos llaman cariñosamente «Frida» es una persona cuya energía desborda optimismo y ganas de hacer cosas nuevas y creativas por su barrio. Por este motivo decidió abrir este espacio que lleva también el nombre de Frida y que tiene un eslogan bien distintivo:

«Científicos han descubierto una novedosa forma de chatear en directo a través de la voz y en 3D, lo llaman tomarse un café con Frida.»

Y es que ella se ha encargado de personalizar el espacio con murales y frases que incitan a una buena tertulia acompañada de cafés, cocteles y manjares tradicionales. El toque barístico impregna el ambiente, en donde no falta la hermosa greca con el águila en la cúspide, que proporciona los cafés a los cuales agregan bellos diseños y deliciosos aromas. A la entrada, un hermoso mural de la pintora mexicana Frida Kahlo, realizado por el grafitero David Daza Uribe, nos invita a ingresar, en la seguridad de que este refugio tiene ese ambiente latinoamericano y universal que alberga nuestros corazones y mentes alimentados por la diversidad multicultural.

Invito a que disfruten agradables veladas en el café-bar de «Frida», en donde tendrán, en compañía de Ángela María Corrales, un momento de bienestar, buena conversación y creatividad.

Está ubicado en la carrera 11, N°. 55C-16, avenida principal La Carola, frente a Sol y Sombra.

 

 

 

 

«Supermán» rebelde

Casting

Me gusta ver por televisión el Tour de Francia, el Giro de Italia y la Vuelta a España, pero cuando participan los ciclistas colombianos y tienen posibilidades de ganar. También es una manera de aplicar lo que aprendí de Albert Einstein cuando dijo que mantener el equilibrio en la vida es como montar en bicicleta: «hay que pedalear»; lo cual practico, mentalmente.

De estas carreras aprendo, pues en sus recorridos veo similitudes con la existencia, en donde el esfuerzo, la disciplina y la suerte juegan un papel fundamental… y me dejo emocionar cuando nuestros pedalistas realizan sus hazañas frente a las potencias que siempre habían dominado estas competencias.

Mi infancia estuvo marcada, deportivamente, por los triunfos de Martín «Cochise» Rodríguez y ese apelativo indígena que le dieron. Luego fueron Rafael Antonio Niño, José Patrocinio Jiménez… y Lucho Herrera, «El Jardinerito», quien dio el gran pedalazo inicial en Europa ganando la Vuelta a España, literalmente con sudor y sangre.

Ahora tenemos el orgullo, desde hace varios años, de que los corredores colombianos nos hayan brindado gestas tan emocionantes como ganar el Tour de Francia, el Giro de Italia… otra Vuelta a España… talentosos deportistas de las bielas nos representan en el mundo: Rigoberto Urán, «El Chavito» Esteban Chaves, Nairo Quintana… Egan Bernal, etc.

Pero hay uno que con su actitud acaba de realizar algo que solo lo hacen los valientes… enfrentarse al poder hegemónico. Me refiero a «Supermán» López, quien se retiró en la penúltima etapa de la Vuelta a España por razones de dignidad, pues no quiso someterse a las instrucciones del director técnico del equipo, que le exigía agachar la cabeza y quedarse rezagado para beneficiar los intereses de la empresa que lo financia.

Supermán ha sido duramente criticado por su falta de trabajo en equipo y no acomodarse a las reglas de mercado que hoy en día predominan en estos eventos; pero no, mi héroe con su actitud rebelde y desobediente se les ha parado en la raya para decirles que la dignidad no se negocia, recuperando ese temperamento que brilló en las jornadas iniciales, hace tantos años, de nuestros deportistas, en donde la frente en alto y el grito de libertad eran las banderas de su fuerza para imponerse, en las circunstancias más adversas, frente a la hegemonía, en este caso la deportiva.

Estamos perdiendo esa cualidad de independencia deportiva, en medio de un ambiente que mediante contratos vergonzosos hace firmar condiciones a estos atletas para que no se metan ni en política ni con los patrocinadores; por eso hoy vemos a algunos de ellos mostrando en las redes lo más vergonzoso de la espectacularización de la sociedad, como un James Rodríguez entregado a la vergonzosa complacencia del hedonismo, alardeando descaradamente de sus inmensas riquezas en yates y con despampanantes mujeres; mientras los admiradores esperan otra cosa: que tengan ética y moral, pues ellos están allá gracias a la gente, porque ellos los deben representar ante el mundo en los juegos que también tienen profundos sentidos políticos, sociales e ideológicos, los cuales el sistema trata de eliminar a como dé lugar.

Entonces, para reivindicar a nuestro héroe, miremos al cielo y digamos: «No es un ave, no es un avión… es ¡‹Supermán› López!»… montado en su caballito de acero, que viene trepando desde el pueblito campesino de Pesca, Boyacá, reivindicando nuevamente los anhelos de libertad, independencia y justicia que todavía no tenemos y que desde todas las expresiones del arte y la cultura (en este caso la deportiva) debemos proclamar a los cuatro vientos.

*  Poeta, anacronista y pintor; editor de «ojo con la gota de TiNta (una editorial pequeña e independiente)».

Creando en la cantina

Casting

No me hagan esperanzas
que en España
que en Lyon
y que en Toledo

 ¡ya estoy harta!

 Déjenme así tendida
que el olvido es amigo
que el polvo es compañero.

Mercedes Valencia, Déjenme en paz

En días pasados, en el marco del 12 Festival Internacional de Poesía de Manizales, participé en el conversatorio Manizales: retratos poéticos, auspiciado por el Banco de la República, y acompañado de los escritores León Darío Gil, Juan Carlos Acevedo y Carlos Mario Uribe. Fue un diálogo que giró en torno a las creaciones nuestras sobre la ciudad, rememorando también a otros escritores que han forjado la literatura hecha sobre Manizales. Entre lectura y lectura de nuestra poesía, surgieron los comentarios acerca de la creación surgida en la calle y otros espacios alternativos.

En este sentido planteamos la importancia que tuvieron la calle, los parques, los bares, las cantinas y los lupanares en la construcción de una obra que no se gestó en los recintos, los salones, los estudios y la academia, sino que fue instalada en estos espacios alternativos por movimientos y escritores herederos de una tradición que en Colombia inauguraron escritores de movimientos como la Gruta Simbólica, y en especial Los Nuevos, cuyos máximos exponentes fueron León de Greiff y Luis Vidales.

A los anteriores deben ser agregados los nadaístas, precursores de poesía amasada entre los miasmas del licor y las brumas del humo de cigarrillos interminables, que en su rebeldía poética también instalaron las máquinas de escribir en medio del murmullo de bares y cantinas. Esto me hace recordar la última visita de Jota Mario Arbeláez a Manizales y el encuentro que tuvimos varios escritores con él en una cantinita que está enseguida del Cementerio San Esteban… ¡qué encantadora noche de tangos, boleros y músicas propicias para la bohemia y la inspiración barriobajera!

Maestros como Fernando González y Porfirio Barba Jacob también influyeron en esta corriente marginal, y fueron vates que tuvieron asiento en Manizales durante algunas temporadas de sus vidas. Barba Jacob, en sus momentos más tristes y abrumado por el cruel destino, venía a recuperarse de las dolencias físicas y emocionales en la casa de los poetas Jaramillo Meza, en el marco del parque de Cristo Rey, morada que tumbaron no hace mucho para construir un edificio. El otro grande, Fernando González, fue juez en Villamaría y su estela creativa e influencia no han perdido vigencia; recordemos que su libro Viaje a pie tiene un aparte dedicado a su paso por Manizales.

Y así, en medio de recuerdos y nostalgias, nos volvimos a cruzar con esos transeúntes bamboleantes de nuestras calles, parques y cantinas que nos dejaron un gran legado, poco conocido, pero valioso para esa ciudad invisible que flota en las brumas del alba y el crepúsculo: el viejo Leonardo Quijano, su discípulo Carlos Villegas «Segundo Quijano», Mercedes Valencia, «Toño» Leyva, Óscar Jurado, Javier Arias Ramírez, Juan Carlos Pizarro… en fin, personajes que nos dejaron una herencia ajena a las veleidades del reconocimiento y que pulieron sus versos en el cemento y el asfalto, poemas con olor a pucho, tinto y aguardiente… escritos en pedazos de papel que todavía se nos presentan como retazos de una ciudad que también está hecha de girones y textos desgarrados, plasmados en paredes y murallas, que desde otras orillas, siempre han sido estigmatizadas como el papel del canalla.

Ilustración. Carátula del libro de poemas Manuelito mi hermano suicida, de Leonardo Quijano. Colección el maleTíN (microlibrería).

* Poeta, anacronista y pintor; editor de «ojo con la gota de TiNta (una editorial pequeña e independiente)».

La primera línea

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 «Para que nos vieran, nos tapamos el rostro; para que nos nombraran, nos negamos el nombre; para vivir, morimos.»

Subcomandante Marcos

La primera línea de un poema… de un cuento… de una novela… de una marcha cultural… de una revolución cultural…. para mí eso es lo que representa el movimiento de jóvenes que mediante manifestaciones empapadas de teatro, danza, música y arte… se pone al frente de multitudes para desafiar paradigmas encasillados en la homogeneidad y tradicionalismos patriarcales.

El gobierno lo reduce a simples categorías de vandalismo, criminalizando sus expresiones para que la sociedad los rechace. Esta es una posición facilista que desvía la atención hacia aspectos que no son de fondo, pues cuando entablamos conversaciones con estos líderes juveniles, lo que encontramos es personas profundamente comprometidas con causas que acogen y respetan la diversidad sin exclusiones; además de utilizar estrategias tomadas de muchas expresiones artísticas.

Estos jóvenes están creando una performancia nueva que considera la cultura como una expresión política e ideológica que responde a los tiempos nuevos, en donde las sociedades se expresan de maneras distintas a las tradicionales. Ya no son rebaños guiados por personas a quienes solo les interesa su propio bienestar o el de pequeños sectores privilegiados. Tampoco tiene que ver con ideologías superadas, como el comunismo, otro de los estigmas que se hace a quienes participan de las movilizaciones… no, no se trata de comunismo… no se trata de ismos… se trata de cambios… los necesarios para que las sociedades puedan disfrutar de un bienestar común basado en los derechos humanos, en los derechos fundamentales… la vida… la educación… la salud… la cultura… ¿pedir eso es ser comunista?… ¡que torpeza y visión chata del mundo!

Es por lo que he comentado que para mí estas y estos jóvenes están escribiendo la primera línea de la primera página de una historia nueva, diferente… y ese libro que se está gestando lo están narrando con plumas y tintas diferentes, tomadas de lo mejor de la tradición cultural de la humanidad… arte, teatro, cine, danza, canto, literatura… en donde se incluye a todos los sectores con sus diversidades de género, sexo, condición social, educativa, política… porque así somos… un arcoíris variopinto, rico, múltiple y respetuoso que solo busca la paz y la justicia social.

*  Poeta, anacronista y pintor; editor de «ojo con la gota de TiNta (una editorial pequeña e independiente)».

Don Adán en El Jardín del Edén

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“Solo una cosa bella digna de admiración he contemplado al cruzar el camino más escabroso de mi vida; la más abstracta, contradictoriamente la más real: la del olvido.”

La más bella imagen. Adán López

Hojas de encina al viento, es la última creación del escritor Adán López, un libro en cuyas páginas se narran las peripecias existenciales de un hombre que ha transitado una vida larga y fructífera desde visiones asombradas y contemplativas. La mirada de Don Adán, como me gusta saludarlo, flota entre las brumas del tiempo y paraísos invisibles. Sus apuntes son como los de quien observa las aves del Jardín del Edén; es un peregrino solitario que espera pacientemente el último rayo de la aurora y el guiño de la primera estrella.

Adán López ha tenido una fructífera obra reflejada en libros como La baranda del silencio, Mural, Poemas en Bermudas, El sendero de las lilas y Memorias de un pueblo desaparecido. Ahora nos regala esta serie de relatos, de reflexiones existenciales en torno a la vida, la muerte, el amor, la soledad y el tiempo.

En la orilla de un río turbulento cualquier junco disfruta de su gloria. Todavía florece la esperanza, aunque su flor ya pequeña no alcance a competir con la flor negra del desencanto; secreto singular de las camelias.

En las páginas de Hojas de encina al viento, Don Adán también les hace guiños a sus escritores queridos: Marcel Proust, Baudelaire, Verlaine, Porfirio Barba Jacob… que tienen un lugar de preferencia en el corazón de nuestro escritor.

Los hay humildes creyéndose opacados, se cubren sus rostros tras de un oscuro barniz, y así viven seguros de su vida precaria; el abismo no los llama a que se unan a el.

Don Adán tiene todavía diez obras inéditas que esperamos puedan salir a la luz pronto, pues su quehacer literario merece muchos lectores que se unan a la sensibilidad de un ser que se alimenta de sutiles soles y lunas solo visibles a quienes tienen un corazón dispuesto y transparente. En su nombre está el origen y el fin, que abarca ese jardín primigenio de donde surgieron todas las cosas y que nuestro autor va renombrando con palabras pletóricas de olores, colores y sabores… ese es Don Adán en el Jardín del Edén, un Edén superpuesto en este mar de lágrimas.

Referencia bibliográfica: López, A. (2021). Hojas de encina al viento. Manizales: Manigraf.

*  Poeta, anacronista y pintor; editor de «ojo con la gota de TiNta (una editorial pequeña e independiente)».

Huellas de resistencia cultural

Casting

Creímos que nuestras vidas estaban condenadas a estar atrapadas en las pantallas, encerrados en cuartos que como celdas de cárceles se convirtieron en los espacios laborales, cumpliendo las profesías de Foucault sobre la imposición de los esquemas panópticos en las sociedades. Las calles estaban desiertas, solo habitadas por policías y uno que otro valiente que se atrevía a salir. Pero no, de un momento a otro llegó el estallido, el tropel, la marcha de millones de personas que regresaron a estampar sus huellas sobre el pavimento de las avenidas, las esquinas, los barrios, los parques… en fin, esos territorios que por naturaleza le pertenecen al pueblo de manera libre y espontánea.

Estas multitudes se caracterizan por su colorido y diversidad. Jóvenes… muchos; niños; teatreros; cantantes; poetas; viejos sindicalistas; trabajadores informales; trabajadores formales; desempleados; mariguaneros; barristas del fútbol; indígenas; negros; travestis; campesinos; locos; estudiantes… en resumen, el pueblo visible en todas las expresiones posibles de la cultura… pueblo levantado, rabioso, desobediente y en resistencia, reclamando lo que es suyo… justicia, dignidad, libertad, derechos… ¡voz!, ¡voces!, muchas voces, como una polifonía que truena en medio de la indiferencia, la exclusión y la represión.

Ha renacido la solidaridad, encarnada en personas históricamente postergadas y desplazadas por los sectores que han usufructuado su trabajo y recursos para el mantenimiento de sus privilegios en una sociedad cada vez más desigual. Los efectos de las políticas y medidas gubernamentales de carácter neoliberal son los que en Colombia y en varios países de la región han provocado profundas desigualdades, indignación popular y movilizaciones de protesta. Los recortes presupuestarios de la salud, educación, seguridad social significan precarización de la vida de la mayoría de la población. El cuestionamiento democrático a estas medidas contra la vida no puede ser respondido mediante violencia sistemática radicalizada por parte del Estado.

¡Nos están matando! Es lo que gritan las y los jóvenes en Colombia desde el pasado 28 de abril de 2021. Pero esta denuncia no es nueva, el fenómeno del juvenicidio tiene antecedentes históricos y arraigados en las prácticas necropolíticas del Estado colombiano. Nombrar como Juvenicidio lo que acontece en Colombia, es mostrar una de las muchas caras de la crisis que implica procesos históricos y expansivos de estigmatización, precarización, represión y exclusión que desencadenan la instrumentalización, cosificación y exterminio sistemático de jóvenes.

Las cifras de pobreza han aumentado en un 42.5 % y más de 3.5 millones de personas no tienen garantizado ningún requerimiento básico de existencia; cuando la crisis sanitaria por el Covid 19 ha generado un incremento del 14.3 % en el desempleo y tiene colapsado el sistema de salud; cuando el país reporta cotidianamente masacres y asesinatos sistemáticos de líderes y lideresas, el gobierno de turno formula un conjunto de reformas (tributaria, salud, pensión) que afecta directamente a los sectores populares y a la clase media, provocando un profundo rechazo e indignación.

Colombia tiene uno de los niveles más altos de corrupción de la región latinoamericana y el segundo lugar después de Brasil en inversión militar de acuerdo con el último reporte del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo. En el país más desigual de América Latina, los reportes de ganancias del sector financiero ascienden a más de 24.25 billones de pesos y el de empresas como Ecopetrol a 3.2 billones de pesos. Los bancos gozan de exenciones de impuestos lo mismo que las grandes empresas colombianas, mientras se grava a las grandes mayorías sociales que deben cubrir el déficit del Estado. Eso pretenden las reformas que, desde el pasado 28 de abril, han empujado a grandes sectores de la población, particularmente a los jóvenes, a las calles.

Hoy, más allá del retiro de la reforma tributaria, las y los jóvenes en las calles están exigiendo cambios estructurales en el Estado, en la participación política y en el modelo económico de precarización que les confina a un presente de miseria y un inexistente futuro. El clamor es por el cese de la violencia contra la población, la garantía de todos los derechos, la dignidad y la construcción de paz.

La respuesta del gobierno es la estigmatización de la protesta, la militarización de las calles y el uso indiscriminado de la fuerza. Se criminaliza a los marchantes tildándolos de vándalos para silenciarlos mediante las balas, las desapariciones, las detenciones arbitrarias e ilegales, la tortura y la privación del debido proceso.

La respuesta ciudadana ha sido con arte, música, poesía, teatro, identidad. Las expresiones culturales de todo tipo se han manifestado y desde sus creaciones se suman a esas gigantescas comparsas que son las movilizaciones. Los indígenas han salido de las montañas, como caminantes ancestrales, impactando a la sociedad con el poder de sus mingas, exhibiendo sus atuendos tradicionales y sus costumbres, denunciando a los colonizadores que siguen explotando sus territorios; enarbolando sus banderas multicolores, la wiphala milenaria que como arco iris nos define como humanidad variopinta; con sus bastones, símbolos de respeto por la Pacha Mama.

Las calles son ríos de gente que viajan sobre Naves de Papel, navegando desde la utopía hacia mundos mejores que se avizoran en el horizonte, en medio de tormentas oscuras y remolinos amenazantes que no las podrán hundir, porque sus capitanes, capitanas, marineros y marineras llevan en sus bodegas lo mejor de la humanidad, tesoros inmortales que son nuestro patrimonio más preciado: la cultura, el amor, la solidaridad, la justicia, la paz, la equidad… la fraternidad.

Y como gesto supremamente iluminador, los jóvenes enarbolaron en los mástiles la bandera de Colombia… la cual ondea, ¡patas arriba!… ¡rojo, azul y amarillo!…, ¡genial!… Han resignificado con este símbolo toda la historia de nuestro país, derrumbando con un simple acto siglos de opresión, dominación e inequidad. Definitivamente este es un levantamiento popular que utiliza la creatividad como principal arma, que retumba desde los corazones como tambores primigenios que en su palpitar convocan a las almas, libres y valientes, a estampar sus huellas en el pavimento de las calles, que como el sol, la luna, la lluvia y el viento, no pertenecen a nadie… son de todos y para todos.

Rojo, azul y amarillo. (Ilustración de TiN, fotografía)

 *Poeta, anacronista y pintor; editor de «ojo con la gota de TiNta (una editorial pequeña e independiente)».

«Calavera»

Naturaleza muerta. (Ilustración de TiN, fotografía)

Casting 

«Bacía, Yelmo, Halo.

Este es el orden, Sancho.

De aquí no se va nadie.

Mientras esta cabeza rota

del Niño de Vallecas exista,

de aquí no se va nadie. Nadie.

Ni el místico ni el suicida.»

León Felipe[1]

¡

Pum, pum, pum, pum, pum, pum, pum, pum, pum, pum!… exactamente diez tiros en la cabeza de «Calavera». Se dice que por un casco de moto que robó… otros afirman que no fue él. Lo conocía mucha gente del centro de la ciudad que dice que era una persona tranquila y no se metía con nadie; vivía en la calle y su mundo se desenvolvía entre los parques, la galería y las residencias de tres mil pesos en donde descansaba de ese trajín tan duro que es acariciar el cemento todos los días y buscar quién le diera un poco de comida y para la dormida… También había extraviado su nombre en el crudo asfalto, y el mismo asfalto lo rebautizó con el remoquete de «Calavera».

El mensaje de quienes lo mataron fue contundente. Por robar un casco le destrozaron la cabeza a balazos, diez… ¡qué atrocidad!, por un casco que muchos dicen él no robó, pues ni siquiera tenía antecedentes delictivos. También escuché, de personas que no lo conocieron y leyeron la noticia en las páginas judiciales del periódico local, expresiones como: «pues con ese apodo, qué se puede esperar…», condenándolo porque le decían «Calavera»… solo por eso. Considero que esas personas reflejan el alma del sicario que le disparó… y de quien, por cualquier peso, lo mandó a matar.

Qué puede tener en la cabeza, en su «calavera», una persona que con tanta saña mata a alguien porque quien le hizo el encargo lo acusó de haberle robado un casco… ¿qué puede tener en la cabeza-calavera?, esa en donde se enfunda el casco que visualizo como una calavera macabra, calavera sobre calavera… calavera tristemente asesina… calavera oscura que refleja lo que parte de la sociedad es… inquisidora, violenta, llena de odio y venganza.

Cuando me di cuenta de la noticia, me acordé de mis tres amigos de hace muchos años a quienes les decíamos «Calavera». Uno de ellos salía todos los días de un barrio muy pobre, con la olla en donde su madre le empacaba empanadas que él vendía por las noches en bares y cantinas para sobrevivir; él nos salvaba las noches de bohemia, pues esa olla era como maná caído del cielo. Otro «Calavera» era un muchachito que nos acompañaba porque en su casa no era bienvenido y se entretenía con nuestras tertulias noctámbulas en los parques. El último «Calavera» vendía chance, y a veces nos salvaba de la peladez, contribuyendo para las vacas «bacanales» en esos veranos lejanos en que no caía una sola gota de anhelado «espirituoso»… y a pesar del apodo, que nunca supimos de dónde nació, eran seres buenos… y lo siguen siendo.

Esas son las «Calaveras» que conocí e hicieron parte de mi existencia callejera y noctámbula, hace muchos años. Hoy los saludo de vez en cuando por la carrera 23, ya son personas maduras, con trabajos y vidas normales… y nombres normales… pues sus sobrenombres terminaron cuando dejaron de ser «callejeros». Pero a este «Calavera», el callejero de ahora, no le perdonaron su condición… murió acribillado en el inclemente pavimento, ese que era su morada cotidiana… lo condenó su indefensión… chivo expiatorio de las culpas de los otros, también pobres calaveras al servicio de la inhumanidad. Otras calaveras andantes, como zombies, lo acusaron, sin juicio previo, sin pruebas, de haber robado el casco… y sentenciaron en coro: ¡muerte a “Calavera”!… solo porque ese apodo ya lo condenaba… ¡Pum, pum, pum, pum, pum, pum, pum, pum, pum, pum!… diez disparos… en su calavera… para que no quedaran dudas de la verdad de los verdugos, calaveras ciegas y vacías.

*  Poeta, anacronista y pintor; editor de «ojo con la gota de TiNta (una editorial pequeña e independiente)».

[1]  Incluyo a pie de página el poema completo de León Felipe:

 

Pie para el niño de Vallecas

 Bacía, Yelmo, Halo.

Este es el orden, Sancho.

De aquí no se va nadie.

Mientras esta cabeza rota

del Niño de Vallecas exista,

de aquí no se va nadie. Nadie.

Ni el místico ni el suicida.

 

Antes hay que deshacer este entuerto,

antes hay que resolver este enigma.

Y hay que resolverlo entre todos,

y hay que resolverlo sin cobardía,

sin huir

con unas alas de percalina

o haciendo un agujero

en la tarima.

De aquí no se va nadie. Nadie.

Ni el místico ni el suicida.

 

Y es inútil,

inútil toda huida

(ni por abajo

ni por arriba).

Se vuelve siempre. Siempre.

Hasta que un día (¡un buen día!)

el yelmo de Mambrino

halo ya, no yelmo ni bacía

se acomode a las sienes de Sancho

y a las tuyas y a las mías

como pintiparado,

como hecho a la medida.

Entonces nos iremos todos

por las bambalinas.

Tú, y yo, y Sancho, y el Niño de Vallecas,

y el místico, y el suicida.

 

Los cardos olvidados

Casting

“Una mañana iba Maldonado camino al río a tomar el baño diario, en compañía de Carlitos y ‹Basilisco›. De pronto Salvador se detuvo y, con aire de misterio, le dijo a Rosendo.

—Amigo don Rosendo, gorriémole un tinto a doña Estela de Losada y de pronto hasta le adivina la suerte. Ella lee el cuncho del café y es muy acertada, pues aprendió ese arte desde jovencita con unas gitanas que vinieron en unas patronales. Que conste que solo lo hace pocas veces y por mera amistad.

—Bueno, salvador, lo del tinto sí pero lo de la suerte no porque no existe. La brisa siempre sopla a favor del marinero más capaz (…)»

Este es uno de los pasajes del libro Los cardos olvidados, del escritor Ricardo Moncaleano, y que acaba de salir a la luz.

Sus páginas me han abierto un portal hacia historias que no me son extrañas, pues mi memoria también está impregnada de esos relatos en donde la violencia fue el contexto naturalizado por las instituciones. Desde la familia hasta el Estado, pasando por los partidos políticos, la iglesia, el ejército, la guerrilla, la escuela, etc. También soy de pueblo y de una familia golpeada por circunstancias similares a las que describe el autor.

El hilo de la historia descrita por Moncaleano transcurre a mediados del siglo XX en Colombia, un caserío al norte del departamento del Huila, en donde su padre fue juez. Por lo tanto es una narración autobiográfica de un testigo excepcional con una infancia marcada por los hechos sucedidos en el territorio tanto físico como emocional que él vuelca en textos cargados de sentimiento, dolor y esperanza… porque a pesar de tanto dolor, él nos brinda con su libro un acto de liberación, un duelo que no olvida, pero que tampoco es vengativo. Su ejercicio literario es la plegaria que nos invita a no repetir y mirar el pasado para construir un futuro en donde reine la creatividad, la solidaridad y la paz.

Los acontecimientos que sucedieron en Colombia, el caserío, son comunes a la otra Colombia, el país, y nos permiten vislumbrar en lo micro, más humano y asequible, lo que ha pasado a nivel macro, siempre alejado de la verdad por las manipulaciones políticas, económicas y culturales. Adentrarnos en el libro de Ricardo Moncaleano es emprender una ruta hacia nuestra propia historia, esa que muchas veces se oculta porque no conviene contarla o porque el olvido y la muerte lograron triunfar sobre la lucha, la dignidad y la vida.

Me encantó el remate trágico de esta novela de no ficción, que presenta un poderoso drama shakespereano, a lo Romeo y Julieta, de profundo amor y sacrificio, el cual es esbozado en el fragmento con el cual inicio esta columna y que completo aquí, pues Rosendo, a pesar de su incredulidad, permite que doña Estela de Losada le lea el cuncho del tinto, y ella premonitoriamente le indica el destino que le espera:

«—Se observa una cometa, indicando que el viento de su destino muy pronto lo arrastrará. Se ve también un tornado que le avisa que debe tomar precauciones. Un paquete de regalo le muestra que le reconocerán la ayuda que ha prestado. Aparecen dos figuras más: una isla expresando que estará solo en poco tiempo, posiblemente ante la tormenta que se avecina. ¿Y cómo es que nos va a dejar, Rosendo? ¿Por qué piensa marcharse?

—No señora yo no pienso irme, lo que pienso es quedarme para siempre aquí. ¿Por qué lo dice?

—Porque le apareció una herradura, símbolo de un viaje largo y, probablemente, sin retorno?»

Carátula de Los cardos olvidados (diseño de Diego Giraldo Olarte).

Referencia bibliográfica: Moncaleano, R. (2021). Los cardos olvidados. Manizales: Litoarias.

*Poeta, anacronista y pintor; editor de «ojo con la gota de TiNta (una editorial pequeña e independiente)».

Mundo natural

Casting

Apuntes de arte rupestre (dibujo de TiN).

Este escrito me lo envió mi amigo El Chamán de Oficina, quien dice que lo manda desde cualquier lugar de las montañas del «Territorio TiNbaya». Lo comparto con ustedes, aclarando que su contenido es de exclusiva responsabilidad del autor:

Varios jóvenes caminan por los alrededores de la Plaza de Caicedo, en Cali; sus huellas imprimen en el pavimento ansiedad, temor y hambre… sí, hambre, pues lo que están realizando se emparenta con las rutinas ancestrales de cazadores en busca de comida. Se comunican por señas y hablan en voz baja mientras sus miradas se ocultan en párpados entreabiertos y ojos que agudizan la vista ubicando las presas… unas palomas que se agolpan en torno a la estatua en el centro de la plaza. Estos seres humanos ‹modernos› están cazando.

La noticia en los periódicos salió hace poco comentando sobre la captura por parte de la policía de un grupo de muchachos que estaba cazando palomas en la Plaza de Caicedo de la ciudad de Cali, porque en sus hogares no había qué comer. Lo primero que sentí cuando la leí fue angustia, pues pensé en la situación extrema que estaban viviendo estas personas y sus familias; todo aunado al contexto de la pandemia. Era un regreso a los tiempos de las culturas de recolectores y cazadores, pero en el siglo XXI, y en la ciudad, una ciudad moderna.

El hambre y las pestes nos están llevando a adquirir comportamientos del medioevo y de la época de las cavernas, y no solo a las personas, también a los animales… como lo reflejan otros titulares de estos últimos días: ‹Niña devorada por jaguar en Norte de Santander›, ‹Pandilla de perros está matando felinos en Anserma›, ‹Queja en zona rural de Pácora por muerte masiva de gatos›, etc… y este tipo de situaciones se está dando a nivel planetario.

¿Es un regreso al mundo natural?, creo que sí. Frente al colapso económico, social y cultural global de un sistema basado en la dominación-depredación de la naturaleza, la ambición y el consumismo; esta (la naturaleza) regresa con todo su poder reclamando el lugar que le corresponde como verdadera creadora, y no a ese Dios que la abandonó y se creyó más grande y omnisciente estableciendo reglas de dominación basadas en racionalismos políticos, sociales, económicos y culturales.

El mundo natural nos invita a que volvamos al regazo de la Pacha Mama, al diálogo en la conciencia universal de todas las cosas, incluidos nosotros. Las piedras, los montes, el agua, la luz, el universo… nos reclaman, en un peregrinar de hijos pródigos… Estos son los tiempos de nuevas realidades, porque, ¡sí!… se le ha quebrado la espina dorsal al mundo lineal, homogéneo, uniforme y surgen otras dimensiones, diversas, abiertas… Esta es la lucha en la que estamos, en medio de predicciones aterradoras que anuncian las guerras por el agua (en menos de veinte años las dos terceras partes de la humanidad no tendrán agua), de cambios climáticos que no es necesario anticipar, porque estamos en medio de ellos…

Ya no me interesa pensar si son conspiraciones o no… es que esas cosas están sucediendo… yo las vivo y las siento, en mí, en mi familia, en las personas que hacen parte de mi círculo social. Solo queda recurrir al susurro del viento, al murmullo del bosque, al fluir del agua, para buscar ese equilibrio que perdimos cuando abandonamos a la Madre Naturaleza en su sabiduría protectora… ¡Ahí está la montaña!… el axis que nos volverá a comunicar con lo sagrado del cielo y la tierra, con los espíritus y con nuestra alma.

Desde cualquier lugar de las montañas del Territorio TiNbaya, febrero 28 de 2021»

*  Poeta, anacronista y pintor; editor de «ojo con la gota de TiNta (una editorial pequeña e independiente)».

Oraciones de Cipriano El Escribano

Máscara. (Sombras rupestres de TiN sobre Bitácora).

Neira, Caldas, 1964. Escritor, editor, anacronista, dibujante, pintor. Cronista y caricaturista en “Quehacer Cultural” (desde 1999) y “Tras la cola de la rata” (edición virtual). Hace parte de la tripulación de la Fundación cultural La Nave de Papel. Editor del Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud del Cinde y la Universidad de Manizales.

Casting

Oración de la súplica

Señora mía
del cielo y de la tierra,
te invoco desde lo más profundo
de mi corazón.

Acepta
por favor
mis súplicas humildes
y no permitas
que éste,
tu siervo,
deje de amarte
por siempre,

Amén.

Oración de la dignidad

Señor Jesucristo
que estás en los cielos,
intercede por nosotros
ante tu Padre.

Somos tu pueblo
que busca la libertad
hace ya mucho tiempo
en esta tierra prometida.

No dejes nunca más
que seamos sometidos,
no permitas nunca más
las cadenas.

Que la única reverencia
sea para ti Señor.

Que la vida en dignidad
sea nuestro más preciado tesoro,
para honrarte y adorarte
por toda la eternidad,

Amén.

Oración a San Martín de Porres

En tu nombre
mi madre me nombró.

En tu nombre
mi corazón alberga
a todas las razas de la tierra.

En tu nombre
mi alma supo de la sencillez
y la solidaridad.

En tu nombre,
San Martín de Porres,
una divina perla negra
me ha acompañado
toda la vida,

Amén.

Oración para descansar en paz

Solo basta
con cerrar los ojos
serenamente
musitando un canto
a la vida.

Solo basta
un susurro,
un soplo divino,
un cuerpo agradecido,
un corazón enternecido,
un alma dispuesta.

Solo basta
emprender el último viaje
lentamente,
serenamente,
abrazando a la vida,
agradecido con la vida
que nos permitió
atravesarla
repasando paso a paso
nuestras propias huellas,

Amén.

Oración de la naturaleza

Virgencita de la montaña,
llena eres de gracia;
en tus ojos
reflejas la luna
como espejos de agua
y de tu boca
salen mariposas multicolores.

Es tu cabello
cascada de estrellas
y de tu pecho
surge un florido jardín.

Tus pies son raíces de vida
y tu corazón es la vida misma.

Virgencita de la montaña,
llena eres de gracia
y bendito es el fruto
de tu vientre,

Amén.

Oración del amor

Amor divino,
que alimentas el fuego eterno
de la vida y de la muerte,
que das aliento
a nuestros corazones
con el elíxir de tu verdad,
no dejes nunca
de saciar mi sed
de ti,
no permitas nunca
que mis labios
dejen de beber
de tu cáliz,

Amén.

Oración en clave de sol

Dios mío,
he escuchado la música de las esferas,
he oído las notas sublimes
de la creación,
en donde el tiempo y el espacio
solo son pretextos
para dar forma a tu canto,
que susurra eternamente
en medio del infinito,

Amén.

Referencia bibliográfica: Rodas, M. (2020). Oraciones de Cipriano El Escribano. Manizales: «ojo con la gota de TiNta (una editorial pequeña e independiente)».

***

Obra del autor

– “Altitud 2150. La ciudad invisible” (historietas), beca de creación Ministerio de Cultura.
– “Baladas de Cipriano El Escribano” (poesía).
– “Desnudo en Ipanema” (poesía).
– “El papel deambulante” (novela corta), de la serie “folleTiNes: literatura de cuerda”, colección “bolsiLibros”, circuló con el “Quehacer Cultural”.
– “Relevo en la 23” (cuentos), de la serie “folleTiNes: literatura de cuerda”, colección “bolsiLibros”, circuló con el “Quehacer Cultural”.
– “Anacrónicas de un Escribano”, de la serie “folleTiNes: literatura de cuerda”, colección “bolsiLibros”, circuló con el “Quehacer Cultural”.
– “Segundo Quijano o la mirada extática de Carlos Villegas” (anacrónica), Colección Cumanday, Editorial Manigraf y Gobernación de Caldas.
– “Anatomía” (poemas).
– “La danza del Poetante” (libro escultórico).
– “La piel hambrienta” (poemas).
– “Espejo de dos almas” (poemas).
– “Oraciones de Cipriano El Escribano” (poemas).

*  Poeta, anacronista y pintor; editor de «ojo con la gota de TiNta (una editorial pequeña e independiente)».

La nueva realidad

Casting

Cuando Rodrigo de Triana, vigía de Cristóbal Colón, el 11 de octubre de 1492 gritó «tierra a la vista», el mundo cambió. Se había «descubierto» el Nuevo Mundo, pues fue el primer avistamiento europeo de América reconocido por la historia oficial (aunque sabemos hoy en día que hubo anteriormente muchos otros viajeros que llegaron a estas tierras provenientes de otras partes del mundo).

La palabra «nuevo» tiene muchas connotaciones culturales, pero sobre todo ideológicas. Nuevo es lo que no es viejo, porque lo viejo a veces es peligroso, y en la categoría de viejo está la «memoria», las cosas del pasado. Y también el pasado tiene connotaciones que no le convienen a esa cosa invisible, pero que guía nuestras vidas, y que es el macrosistema, porque es ese dios que guía la existencia.

Nuestra América, a la cual quiero denominar aquí de otra manera, más cercana a las raíces de esta tierra: «Abya Yala», expresión originaria del pueblo Guna de Panamá y Colombia y que traduce en su polisemia hermosa «Tierra en florecimiento», «Tierra de sangre vital» y «Tierra en plena madurez», ha sido, en la historia de la humanidad, después de la colonización europea iniciada por Colón, un territorio de expoliación y sufrimiento. Y ahí es en donde entra la palabra eje de este artículo: «nuevo», porque ese «Nuevo Mundo» significó una era de violencia y masacres justificadas por la ideología de una cultura basada en aparatos políticos, religiosos y económicos capitalistas, que solo querían los tesoros que tenían los pueblos habitantes durante milenios de estos suelos.

Entonces, según los vencedores, América empezó su historia el 12 de octubre de 1492, gracias al «descubrimiento» de un «Nuevo Mundo». Sí, NUEVO, con mayúsculas, porque esa connotación le daba legitimidad a la barbarie, pues según ese concepto, antes no había nada, o solamente una horda de tribus salvajes e incivilizadas, que como a los niños, había que guiar y salvar del pecado y la perdición.

Hago un paréntesis para sugerir que hagan lecturas sobre los nuevos descubrimientos científicos de la América antes de Colón, y lo que se ha denominado la «antropogénesis», en donde se demuestra que este gran continente era un territorio rico y pletórico de culturas que se relacionaban con la naturaleza de una manera muy diferente a los europeos, pues era antes que dominarla, era respetarla, con creatividad, diálogo, asombro y admiración.

Retomo el asunto de este artículo para hacer una conexión de lo que he mencionado con lo que sucede actualmente: la idea de que hemos entrado en una «Nueva Realidad». Entonces, realizo una elipsis inversa y vuelvo al «descubrimiento de América» y la creación del «Nuevo Mundo», porque esto de la «nueva realidad» también huele mal, pues es la justificación, para mí, de lo que ha pasado y de lo que viene, porque lo «nuevo» justifica el borrón y cuenta nueva, para realizar todo tipo de decisiones políticas, económicas y culturales, como las que se han dado, bajo el amparo del estado de emergencia, y que soterradamente cambian las cosas que antes los poderosos no habían podido hacer democráticamente (reformas estructurales, por ejemplo).

Hemos entrado en la «nueva realidad», en un «nuevo mundo»; empieza nuevamente otra historia, la historia de los verdugos, que tienen el derecho, antes divino y hoy mercantil, de someter nuevamente a estos pueblos ignorantes, incultos, incivilizados, para encaminarlos hacia el progreso y la verdad, esa que se debe imponer a sangre y fuego, pues está justificada por el desarrollo, que nos hipnotiza con horizontes utópicos de perfección y felicidad sin límites.

*  Poeta, anacronista y pintor; editor de «ojo con la gota de TiNta (una editorial pequeña e independiente)».

Ilustración de TiN. Dibujo a lapicero sobre Bitácora, de la serie «La piel hambrienta».

 

Selfie patas arriba

Casting

El tertuliante (dibujo de Carlos Villegas “Segundo Quijano”)

(Interior. Día. Gimnasio lujosísimo). La novia de Cristiano Ronaldo presume en una imagen selfie del moderno, lujoso y gigantesco gimnasio en donde él realiza ejercicios…

(Interior. Noche. Mansión gigantesca). Maluma muestra su mansión en Medellín, también tomándose una selfie…

(Interior. Día. Lujoso apartamento). Shakira y Gerard Piqué se muestran mientras hablan de los inmensos bienes que poseen…

(Interior, etc., etc., etc…)

Las anteriores situaciones hacen parte de la rutina de los ricos y famosos que llenan las pantallas invasoras, que se han convertido en “las ventanas del planeta”. Me indigna que estas personas, mientras el mundo en general, sobre todo el de los pobres, que son la mayoría, se debate en medio de pandemias, entre ellas esta de presumir a partir de selfies, por ejemplo, de lo que ellos poseen y los otros no, lo hagan sin ningún asomo de vergüenza.

Viven en sus paraísos artificiales, rodeados de lujos extremos y vanidades, que necesitan mostrar a como dé lugar; con la invasión de las redes sociales y nuevas tecnologías, se les presenta el ambiente perfecto para exhibirse como paradigmas de lo que es “vivir bien”.

Esta es la nueva sociedad que nos han impuesto. El sistema está feliz, pues el panorama no puede ser mejor: la gente encerrada, las movilizaciones suspendidas, protocolos de distanciamiento… ¡control total!… y la vida virtualizada, como pretenden hacer con nuestros cuerpos, y lo peor de todo es que lo están logrando.

Ni en mis peores pesadillas había vislumbrado esto. De un día para otro el mundo quedó patas arriba en un cambio tan abrupto y brutal que no nos dio la posibilidad de reflexionar, solo correr despavoridos hacia las casas porque la peste había sido liberada. Entonces viene la cotidianidad del confinamiento, rodeado de celulares, televisores, computadores… soledad y hastío.

Pero bueno, así nos tocó y debemos superar esto entre todos, con imaginación, creatividad y solidaridad. Que el arte se convierta en una gran posibilidad en tiempos de encierro, que nos dé la libertad perdida y que esta sea la oportunidad para inventar una nueva sociedad más justa y digna, ¡ojalá!

* Poeta, anacronista y pintor; editor de «ojo con la gota de TiNta (una editorial pequeña e independiente)».

Anatomía

Casting

La última cena

(Oración)

 Señor,

comeré y beberé

de tu cuerpo

y de tu sangre…

Los platos y las copas

están sobre la mesa.

Los comensales

en derredor.

Tu cuerpo bendito,

como chivo expiatorio,

yace sutil y delicadamente

dividido

en porciones iguales.

 

Para mí, el corazón,

que todavía palpita;

para ellos,

según sus necesidades nutricionales

y del espíritu…

… hierro, fósforo, potasio… en el hígado

… apoproteínas, fosfolípidos, fosfatidilcolina insaturada… en los pulmones

… angiotensina II, vasopresina, noradrenalina y dopamina… en los riñones

… y así para cada una de tus partes sagradas.

 

Señor,

comeremos

y beberemos

de tu cuerpo

y de tu sangre

para saborear

la salvación de nuestras almas

liberadas del pecado.

 

Señor,

ahora tú estás en nosotros

y nosotros en ti,

por los siglos de los siglos…

 

Amén.

La carne

Cada libra,

cada kilo

de mi carne

penden

de mis huesos.

 

Cuelgan

cada libra

cada kilo

de mi carne

que se arrastra

lentamente

esperando

el corte final.

 

La morada de mis demonios

Los gusanos se arrastran lentamente

bajo mi piel

y el hormigueo que produce

su andar

es la polifonía que me habla

desde lo más profundo

de la carne…

 

… Adentro,

muy adentro de las cavernas

que día a día taladran,

bulle un infierno

de latidos,

torrentes de fuego

y sombras

que se revuelcan

en danzas oscilantes,

furiosas,

libidinosas,

resbaladizas,

húmedas,

terriblemente humanas

y divinas…

 

… Son mis demonios

en su morada,

habitando

ese otro cuerpo mío

invisible,

pero que siento

intensamente…

 

… Luché contra ellos

de mil maneras.

En mis confesiones

adolescentes

el cura recetó oraciones

y agua bendita,

pero seguían

apareciendo

en mis sueños;

traté de espantarlos

en otras religiones

y cultos esotéricos,

pero fue infructuoso,

pues mis demonios

siempre salían victoriosos

y celebraban

sus triunfos bañándome

en sudor

y líquidos viscosos…

 

… Alguna vez la locura

me atrapó

y pensé que la muerte

era la única salida,

pero ni siquiera la locura

y su muerte

lograron alejarlos…

 

… Un instante,

de un día glorioso,

de esos que quiebran

el tiempo y el espacio,

de esos que revelan e iluminan,

sentí amor por ellos,

entendí

que eran parte de mí,

de ese ser

que está en el fondo

de mi corazón

y de mi alma…

 

… Ahora,

que no los niego,

que no deseo eliminarlos…

juego con ellos

al canibalismo,

me deleito devorándolos

mientras ellos

me devoran,

y siento el poder

de su energía

que transmuto en propia,

mientras ellos

hacen lo mismo conmigo…

 

… La morada

de mis demonios

es mi morada,

con ellos

danzo

en torno a la hoguera

de la vida

y de la muerte,

por toda la eternidad.

 

Declaración de amistad

Te declaro la amistad…

tambores redoblan…

trompetas resuenan…

marchar…

ni un paso atrás…

 

Te descargo…

una ráfaga…

de latidos…

desde mi corazón…

Carne de cañón

 

La vanguardia

grita al unísono:

¡adelante!…

Redoblan los tambores,

la tierra se estremece,

tormenta de polvo y fuego;

el monstruo

de mil ojos,

de mil manos,

de mil dientes,

de mil lenguas,

como torbellino

riega de sangre

el campo santo.

 

Los miembros de Galán

Su cabeza

en lo alto del palo

enarbolada como trofeo.

 

Sus pies,

colgando al viento,

tintineando los ecos

de sus huellas.

 

Sus manos,

abrazando

la nada.

 

Y el torso,

pendiendo de un hilo

como caja fuerte

que guarda

el corazón

solitario

del héroe.

 

La oreja del romano

Luego del certero golpe

la oreja del romano saltó por los aires

como un platillo volador.

 

Al caer a tierra,

la oreja del romano,

rodó cuesta abajo

por la pendiente

del Monte de los Olivos.

 

Lo último que escuchó,

la oreja del romano,

fue el beso traicionero del judío

y la imprecación

de quien la cercenó de la cabeza del soldado.

 

Al detener su marcha

solo hubo silencio;

la oreja del romano,

no percibió

el suave murmullo

de las hormigas,

de los gusanos,

de las moscas

que empezaron a rodear

ese manjar

caído del cielo.

 

Sagrado corazón

Cuelga sobre la pared de la sala,

eternamente,

a corazón abierto;

como un pendón

hipnotiza la mirada del niño

que esquiva esos ojos

ya resignados

a la salvación eterna,

por los siglos

de los siglos.

 

Ojo de agua

El rostro reflejado,

que no es el mío,

eso creo,

grita desesperado

clamando salir.

 

Esas manos crispadas,

que no son las mías,

eso creo,

rasgan la superficie

indiferente al sufrimiento.

 

Esos ojos ahuecados,

que no son los míos,

eso creo,

escarban en la oscuridad

buscando a ese otro,

que creen,

eso creo,

soy yo.

 

El cerebro de Einstein

Einstein,

tu cerebro nada

en un frasco con formol,

mientras tus ideas se disuelven

en la relatividad

de lo inmortal.

 

Ese cerebro

que era de imaginación e ideales,

ahora no es más que un trofeo,

en un frasco con formol.

 

Tu genialidad,

Einstein,

ahora huele a formol,

ese que conserva tu cerebro,

mas no tu corazón…

… porque creo que este

palpita armoniosamente

en la sinfonía de las esferas.

 

Lenguas de fuego

La comadre está en medio,

el fogón arde

y el aquelarre apenas empieza.

 

Las palabras surcan el aire

desde la hoguera inmemorial

que crepita bautizando con fuego

las historias arrancadas con furia a la memoria y al olvido.

 

Las lenguas de fuego

lamen con sus destellos

las paredes ásperas

de tierra y piedra;

ningún rincón secreto del recinto

queda por fuera de la magia

loca y delirante

que provocan las lenguas viperinas

encendidas por la pasión;

como serpientes danzantes

bailan al son

de historias de vida

y muerte.

 

Amparo amoroso

(Oración)

Divina mujer,

enciendes

mi corazón

y enloqueces

mi alma

derretida

como queso

entre tus piernas

mientras zozobro

en el océano enfurecido

de nuestros sudores…

 

… Escucha,

por favor,

mis ruegos

desde este purgatorio

… solo tú puedes salvar

a este pecador que te adora,

venerable dama…

Mis oraciones

son lenguas de fuego…

mis lágrimas,

agua bendita,

porque brotan

de los recuerdos

del estar contigo,

los dos yacentes y desnudos

como ángeles caídos

sobre las mullidas nubes

del paraíso perdido…

 

… Ven a mí…

no me abandones;

no me importa

que el camino

a tu cielo

sea estrecho

y empedrado;

prefiero eso,

mil veces,

a no poseerte…

a saberte ajena…

 

Vuelve…

tu altar

todavía

está sobre nuestra cama

… mil velas siguen encendidas

día y noche,

¡pidiéndote!,

¡rogándote!,

¡suplicándote!,

Amparo amoroso,

que me arropes nuevamente

con tu manto

para estar

entrelazados

en un abrazo

infinito,

 

Amén.

 

Acróstico

Linda eres

Indomable mujer,

Noble y fiera,

Altanera.

 

 

Mis deseos

Arrebataste,

Rebelde

Celestina… tú, que

Entre

Libaciones y humo

Abrasas corazones.

 

Mi sueño

No sé si eres sueño

o pesadilla;

no sé si eres amor

o pasión;

no sé si eres realidad

o ficción…

 

Lo único que sí sé

es que tu recuerdo

está

despiadadamente

aferrado

a mi corazón.

 

Referencia bibliográfica: Rodas, M. (2020). Anatomía. Manizales: Gobernación de Caldas, Secretaría de Cultura, Red Departamental de Bibliotecas Públicas.

*  Poeta, anacronista y pintor; editor de «ojo con la gota de TiNta (una editorial pequeña e independiente)».

Operación Coronavirus

Casting

Me encuentro aislado y abrumado. Realizo la actividad en la cual nunca me imaginé, el «teletrabajo». A estas alturas de mi vida, en las que estoy en un proceso estratégico de «abajamiento», que consiste en ir hacia atrás, en reversa o hacia los lados como el cangrejo, en donde recupero día a día una concepción del mundo más artesanal y elemental frente a la inconmensurable digitalización, se presenta esta absurda y surrealista guerra soterrada contra un enemigo invisible… ¿invisible?, pues «no me parece», como dice expresivamente una amiga.

Las pestes en el transcurso de la historia siempre han estado vinculadas al juego de poderes económicos y políticos. La más famosa de todas es la mencionada en la Biblia como las siete plagas de Egipto, que fue una estrategia para forzar al faraón a que permitiera la salida del pueblo israelita. La peste negra, en la edad media, se desató en medio de las guerras más furiosas en Europa por la dominación territorial. La gripa española, en 1918, mató a más de 40 millones de personas, inmediatamente después de la primera guerra mundial, una guerra planeada para la reorganización global según los intereses de las potencias colonialistas e imperialistas en conflicto.

Después de todas estas debacles, vuelven a aparecer, con más persistencia, las pestes. La malaria, el H1N1, el zica, el chukunguña… pero aquí me voy a referir, antes del coronavirus, al ébola. En el año 2015 edité la novela apocalíptica, «Operación Ébola», del médico pereirano Jaime Eduardo Vallejo Flórez, en la cual se desarrolla una trama de «la escalofriante realidad que el mundo nunca supo sobre la réplica del régimen nazi ante la invasión de Normandía en 1943, una profecía por cumplir: la desaparición de la raza humana por un arma biológica vírica», en palabras del autor.

Ahora, que está sucediendo el fenómeno del coronavirus, se vuelven a prender las alarmas sobre estas conspiraciones, de las cuales no soy fanático, pero a veces considero que en ellas hay tintes de verdad. Y es que en esas otras guerras entre superpotencias militares y económicas, que luego de la guerra fría, no han planteado enfrentamientos a gran escala y con armas de destrucción masiva, el campo de batalla se presenta en la cotidianidad de las personas, en los supermercados, en las calles, en la plaza pública y… en la salud.

Surgen estas «enfermedades», de las cuales culpan a los animales; por ejemplo, el ébola se lo achacan a los chimpancés en África, y ahora del coronavirus son culpables los animales exóticos que consumen en China (como murciélagos y pangolines, entre algunos de ellos). Ahora la naturaleza es la responsable; han descartado de raíz la posibilidad de que haya sido por manipulación genética de los militares para producir armas biológicas; o la que realizan en laboratorios industriales para provocar guerras comerciales entre las grandes superpotencias, o mejor, para que las multinacionales farmacéuticas se lucren de la vacuna que ya debe estar en sus bodegas esperando la orden para venderla, y que entre sus clientes más destacados está ese peligroso guasón de Presidente que hay en Norteamérica, Donald Trump, quien hace poco dijo que él iba a comprar toda la producción de la vacuna, pero solo para Estados Unidos, en donde la gente en vez de abastecerse de alimentos, está agotando las existencias de armas en las tiendas que las venden sin restricciones.

Lo único que pienso de todo esto, aquí encerrado, enjaulado, como siempre ha pretendido el sistema que estemos, es que todo huele mal, aquí hay gato encerrado (o pangolín), y mientras nos han inmovilizado, «aislado»; las fuerzas del orden campean a sus anchas por las calles, esas en las que hace poco la ciudadanía se movilizaba expresando su descontento y llevando adelante mediante la demopráxis creativa, nuevas formas de acción política (sin distancias y con abrazos y besos) en donde los omniscientes, omnipotentes y oscuros poderes ven un enemigo social más peligroso que el armado.

Un «enemigo invisible» (y sospechosamente muy conveniente en estos momentos históricos de protesta y reivindicaciones sociales) ha logrado inmovilizar a la población y sus manifestaciones; nos ha puesto en un toque de queda con el nombre de «cuarentena» y se ha impuesto el imperio de la ley y el orden con el lema «¡Con distancia, sin abrazos, sin besos»… mientras tanto, yo, aquí, encerrado, enjaulado, releo el libro Operación Ébola, de mi amigo Jaime Eduardo, tratando de encontrar algunas claves que me permitan descifrar lo que realmente está sucediendo.

Referencia bibliográfica: Vallejo Flórez, J. E. (2015). Operación Ébola. Manizales: «ojo con la gota de TiNta (una editorial pequeña e independiente)».

*  Poeta, anacronista y pintor; editor de «ojo con la gota de TiNta (una editorial pequeña e independiente)».

La pasión de las Gárgolas

Casting

La primera imagen que se me pasó por la mente cuando me di cuenta de que la Catedral de Notre Dame, en París, estaba en llamas, fue el de las gárgolas, esos seres míticos que asoman desde las alturas de esta imponente construcción gótica medieval y que han acompañado nuestra imaginación literaria alentada por un Víctor Hugo que se encargó de convertirlas en personajes fundamentales de la literatura universal. Quasimodo, el jorobado de Nuestra Señora de París, la novela del gran poeta, fue quien nos introdujo en los misterios de estos seres fundidos entre lo animal-humano-demoníaco, que representaban ese averno que habitaba en las calles del París medieval.
Ellas se encargaron de instruir visualmente a una población analfabeta, sobre la importancia del culto religioso al interior de este templo monumental, a riesgo de que su alma fuera consumida por el fuego infernal. Paradójicamente, la que terminó incendiada fue la bella catedral, y en una época fundamental del catolicismo: la Semana de Pasión.
Soy una persona sumamente respetuosa de las creencias religiosas y también de los lugares sagrados, a los que ingreso frecuentemente para sentir y percibir lo trascendental que estos sitios emanan. En la Catedral de Notre Dame estuve a través de mis lecturas y las imágenes fantásticas de ilustraciones, fotos, grabados y películas desde hace mucho tiempo. Para mí ha tenido gran significado y la considero parte de mi imaginario creativo, pues inspira esas otras gárgolas que han sido parte de mi producción como pintor y escritor.
La Catedral de Manizales siempre la he hermanado con la de Notre Dame, y recuerdo las palabras del maestro Rodrigo Arenas Betancur, cuando beodo y lúcido, inauguró su Bolívar Cóndor de la Plaza de Bolívar con las palabras: «Esta es la gárgola que le faltaba a la Catedral». Curiosamente, en el equipo de artistas que trabajó con el maestro para la elaboración de esta escultura, estuvo el artista Jorge Vélez Correa, hermano del escritor Roberto Vélez Correa, quien escribió la novela La pasión de las gárgolas, de la cual retomo el título para mi columna y que refleja sutilmente esa relación simbólica entre estos seres bellamente monstruosos y su capacidad para reflejar nuestra sociedad, en metamorfosis permanente entre el bien y el mal.
Tengo entendido que las gárgolas de Notre Dame se salvaron del incendio, afortunadamente, y que ya hay un plan para la reconstrucción, lo cual me alegra, pues ahora más que nunca se constituye en ese referente que nos ha permitido tener obras en el mundo inspiradas en su riqueza cultural, desde novelas como la del importante escritor caldense Roberto Vélez Correa y la escultura del maestro Rodrigo Arenas Betancur al frente de nuestra Catedral.
Como un homenaje a la Catedral de Notre Dame y para que su majestuosidad renazca de las cenizas como el Ave Fénix, recomiendo la lectura del libro del maestro Roberto Vélez Correa, clásico de la literatura caldense.

«el maleTíN (microlibrería)»

Referencia bibliográfica: Vélez Correa, R. (1987). La pasión de las gárgolas. Manizales.  Instituto Caldense de Cultura. (Dibujo carátula: Jorge Vélez Correa).

* Poeta, anacronista y pintor; editor de «ojo con la gota de TiNta (una seditorial pequeña e independiente)»
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Toya, nuestra sabia

Hace 15 años trabajo en el Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud de la Universidad de Manizales y el Cinde como asistente editorial de la Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud. Este tiempo para mí ha sido de aprendizajes permanentes al lado de un equipo de personas enfocadas en la formación, la investigación, la diseminación y la incidencia en políticas con la misión y la visión de mejorar el bienestar de los niños y las niñas de América Latina y el Caribe.

Al frente de este proyecto ha estado Sara Victoria Alvarado, “Toya”, como directora del Centro, quien al lado del pedagogo e investigador Héctor Fabio Ospina, su esposo y Director-Editor de la revista, y otras personas de la Universidad de Manizales y el Cinde, han potenciado una institución que hoy en día tiene un impacto local, nacional e internacional fuerte y fructífero. El Doctorado en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud que hace parte de esta alianza entre la Universidad de Manizales y el Cinde es el cuarto más importante en Colombia y el primero en el campo de las Ciencias Sociales. También pertenecen a  la Maestría en Educación y Desarrollo Humano y un Posdoctorado en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud del cual hacen parte importantes Universidades y centros de investigación de América Latina como Clacso (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales); Flacso (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales); El Colegio de la Frontera Norte, México y la Pontificia Universidad Católica de São Paulo, Brasil.

Toya y Héctor Fabio llegaron desde Bogotá hace 37 años, con la misión por parte de los fundadores del Cinde, Glen Nimnicht y Marta Arango, de crear en Manizales la primera maestría de la ciudad, con énfasis en educación y desarrollo humano. Este propósito se tradujo en la materialización de un sueño que hoy presenta logros indiscutibles en el desarrollo educativo y social de importantes poblaciones de educadores y comunidades en la ciudad, el departamento y el país, con alcances internacionales en varios países de América Latina.

Las huellas de Toya se arraigan vitalmente muy temprano a partir de labores al lado de poblaciones negras, indígenas y campesinas en territorios con alta vulnerabilidad social, sustentadas estas huellas desde una sensibilidad política e ideológica que siempre la ha acompañado, buscando la equidad, la paz y la justicia. Paralelo a este trabajo entendió que para lograr sus metas también era preciso adquirir una formación que le permitiera liderar procesos desde niveles a los cuales muchas personas no tienen acceso, y por lo tanto también obtuvo una sólida formación académica, intelectual e investigativa que la llevó a graduarse como psicóloga en la Universidad Javeriana, obtener su magíster y luego el Doctorado en Educación con Nova University de Estados Unidos y después estudios Posdoctorales en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud.

Mis años al lado de Toya en el Centro han sido de múltiples y permanentes aprendizajes, pues este escenario es una cátedra permanente que cualifica nuestras vidas, nuestro pensamiento y nuestra reflexión sobre la sociedad. En tan enriquecedor contexto he podido desarrollar muchas de mis capacidades, lo cual hubiera sido imposible en otros ambientes.

En este transcurrir de crecimiento tanto intelectual como emocional, el tener la posibilidad de compartir con Toyita, quien ha sido nombrada por el Gobierno Nacional como integrante de la Misión de Sabios 2019, es una gran satisfacción. Siempre he admirado su capacidad y enorme talento para estar al frente de un proyecto que durante estos años se ha consolidado como uno de los más importantes a nivel internacional en los temas de la niñez y la juventud. Toya es de verdad una sabia, y eso lo he vivido en el día a día de mi pertenencia a este escenario, al lado de las personas que, también con su esfuerzo y dedicación, hacen posible lo que somos hoy en día.

Ya son dos “sabios” los que hacen parte de la historia del Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud de la Universidad de Manizales y el Cinde, el primero de ellos, Carlos Eduardo Vasco, quien al lado de Gabriel García Márquez, Rodolfo Llinás, Manuel Elkin Patarroyo y otros destacados pensadores nacionales conformaron la primera Misión de Sabios, en el año de 1993. El Doctor Carlos Eduardo Vasco ha sido profesor del Doctorado en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud y fue uno de los fundadores de la Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud y su primer Director.

Toya, nuestra sabia, que con su “savia” ha nutrido nuestras almas y nuestros corazones, ahora hace parte de esta segunda Misión de Sabios, integrada por un equipo de 43 pensadores nacionales e internacionales de los más altos perfiles morales e intelectuales y que se encargará de trazar los rumbos de la educación, la ciencia, la tecnología y la innovación en Colombia durante los próximos años.

Toyita, qué orgullo ser tu compañero de trabajo y para ti solo mi agradecimiento y admiración, pues esto que está sucediendo te lo mereces y por eso hago reconocimiento público de este sentimiento.