500 obras y proyectos de 15 países en el XX Festival de la Imagen

Del 24 al 28 de mayo de 2021 se realizará el XX Festival Internacional de la Imagen, en esta oportunidad bajo la temática Inter/especies y sus relaciones con el diseño, el arte, la ciencia y la tecnología. Se desarrollará, como el año anterior, utilizando espacios inmersivos y plataformas digitales diversas. Es organizado por la Universidad de Caldas de Manizales y la Universidad Jorge Tadeo Lozano de Bogotá, bajo la dirección del arquitecto Felipe César Londoño, quien nos ofrece un panorama de las características y singularidades del acontecimiento.

El Festival de la Imagen del año pasado fue el primer evento que a raíz de la pandemia por el Covid 19 se realizó enteramente virtual, un experimento con desventajas por la necesidad vital del encuentro presencial, pero también bondades como por ejemplo, al no estar circunscrito a un solo lugar, llegar a más personas. Se logró por primera vez un número de 1500 inscritos de 34 diferentes países del mundo y por tanto Manizales y Colombia fueron centros del pensamiento contemporáneo.  ¿De qué manera la organización del Festival se relaciona con las nuevas audiencias?

En general, podemos decir que en sus 24 años de existencia, el Festival ha tejido una red importante con creadores y públicos en diferentes lugares del mundo. Sin embargo, fue desde la edición 2020 cuando, desde las plataformas digitales, tuvimos un Festival Internacional de la Imagen abierto 24 horas del día, para el acceso a personas desde cualquier lugar del mundo. Gracias a ello, a cualquier hora de la noche veíamos visitantes a las exposiciones virtuales desde Japón o Australia, con quienes podíamos dialogar en tiempo real. Si bien es cierto el confinamiento, producto de la emergencia sanitaria, ha ocasionado graves daños en los sectores sociales y económicos, también lo es que ha abierto la posibilidad de una intercomunicación que antes no la habíamos previsto. Y ello nos impone varios retos, como el de mantener la plataforma digital siempre activa, con contenidos nuevos. festivaldelaimagen.com es ahora un sitio que alberga la memoria de los eventos anteriores, que es posible consultar en cualquier momento, desde cualquier lugar del mundo, y ello nos abre una posibilidad inmensa con las nuevas audiencias.

 

El Festival de la Imagen es referente mundial por sus especiales aproximaciones al mundo del diseño, el arte, la ciencia y la tecnología ¿Considera que los retos intempestivos que la producción del evento ha asumido en la virtualidad proporcionan un nuevo esplendor al proyecto?

Considero que la virtualidad abre muy buenas posibilidades al Festival de la Imagen para establecer diálogos con comunidades académicas, artísticas y científicas de diferentes lugares del mundo, pero también nos obliga a planear, de una manera muy rigurosa, las temáticas de cada una de las ediciones, sus convocatorias nacionales e internacionales y la selección de invitados y contenidos que se presentarán cada año. También nos exige tener un Comité Curatorial muy organizado y de alto nivel, de tal manera que las obras que se presenten al Festival sean producto de exigentes procesos de creación e investigación. Este año, por ejemplo, tuvimos un Comité Curatorial conformado por Soliman López (España), Ricardo Dal Farra (Canadá-Argentina), Cleomar Rocha (Brasil), Asher Remy Toledo (USA), y de Colombia a Fito Segrera, Olga Lucía Hurtado, María Victoria Vélez, Paula López y yo, quienes realizamos la selección de cerca de 500 obras y proyectos que enviaron artistas, diseñadores e investigadores de 15 países.

Por otra parte, este año el Festival de la Imagen fue invitado especial a dos grandes eventos europeos: La Biennale Chroniques en Francia, que organiza dos festivales: Seconde Nature en Aix-en-Provence (http://www.secondenature.org/) y ZINC en Marseille (http://www.zinclafriche.org/); y la Videonale (https://v18.videonale.org/en), un evento realizado en Alemania que este año llevó a cabo su edición número 18. Con los dos eventos pudimos compartir buenas prácticas e intercambiar información de artistas de los países, y con ello abrimos nuevas posibilitamos de circulación de las obras.

 

Este año el tema del Festival girará alrededor de las relaciones del ser humano con las demás especies vivas que ocupan nuestro planeta ¿Qué resultados esperan de la participación diversa de pensadores en una época de tantas incertidumbres, pero también esperanzadora?

Desde la Universidad de Caldas (Facultad de Artes y Diseño y Departamento de Diseño Visual), y la Universidad Jorge Tadeo Lozano (Facultad de Artes y Diseño), invitamos a investigadores, diseñadores y artistas para que nos dieran visiones particulares sobre lo que consideramos vital para la supervivencia del planeta: esa relación armónica entre los seres vivos, humanos y no humanos, sobre todo en momentos como el actual que nos obliga a desarrollar acciones que le aporten a mejorar muchas de las problemáticas que tiene nuestro mundo. Inter/especies explora las relaciones profundas, significativas y creativas entre el diseño, el arte y la ciencia, para lo cual se propone examinar su intercomunicación a través de prácticas interdisciplinarias. La relación entre diseño, arte y ciencia amplía los límites del entendimiento y la invención y propone nuevos desafíos en la manera de observar el mundo. Las visiones creativas de los diseñadores, artistas y científicos que se presentarán en esta edición del Festival, son una muestra de las posibilidades de desarrollar nuevas formas de comunicar y comprender la naturaleza y la sociedad.

 

A partir de la experiencia del Festival del año 2020 ¿cómo han concebido el de este año, qué innovaciones, invitados y actividades puede resaltar?

El XX Festival Internacional de la Imagen indagará en modalidades híbridas para sus presentaciones y exhibiciones. Con ello mencionamos que, a pesar de la pandemia, grandes espacios culturales de la ciudad estarán activos para su visita, con todos los protocolos de seguridad requeridos. En sitios emblemáticos como el Museo de Arte de Caldas y el Centro Cultural Universitario Rogelio Salmona se tendrán exposiciones y actividades como las de Ceci Arango (EntreLazada) o las Mesas de Edición de Santiago Escobar. Por otra parte, y a través de plataformas virtuales, podremos ver las obras de artistas tan importantes como Miwa Matreyek, cineasta estadounidense que en el 2020 ganó el premio Golden Nica del Ars Electrónica de Linz, Austria. De la misma forma, tendremos exhibido el computador prehispánico diseñado por la artistas chilena Constanza Piña, también reconocida en el Ars Electrónica de Linz. El músico y filósofo David Rothenberg, también de USA, presentará un concierto que establece un diálogo entre su clarinete, los pájaros y las ballenas, en donde indaga sobre la comunicación entre las especies. Rocío Berenguer, artista y coreógrafa catalana radicada en Francia, nos presentará una obra que sobre las interespecies viene desarrollando desde hace ya varios años, en la que propone un primer tratado de derechos inter-especies. Rocío, premiada en la Bienal Internacional Bains Numériques 2014 por su creación Corps/non-lieu, inaugurará la edición número XX del Festival Internacional de la Imagen, este 24 de mayo, a las 18 horas, a través de http://festivaldelaimagen.com

 

 

 

 

 

Huellas de resistencia cultural

Casting

Creímos que nuestras vidas estaban condenadas a estar atrapadas en las pantallas, encerrados en cuartos que como celdas de cárceles se convirtieron en los espacios laborales, cumpliendo las profesías de Foucault sobre la imposición de los esquemas panópticos en las sociedades. Las calles estaban desiertas, solo habitadas por policías y uno que otro valiente que se atrevía a salir. Pero no, de un momento a otro llegó el estallido, el tropel, la marcha de millones de personas que regresaron a estampar sus huellas sobre el pavimento de las avenidas, las esquinas, los barrios, los parques… en fin, esos territorios que por naturaleza le pertenecen al pueblo de manera libre y espontánea.

Estas multitudes se caracterizan por su colorido y diversidad. Jóvenes… muchos; niños; teatreros; cantantes; poetas; viejos sindicalistas; trabajadores informales; trabajadores formales; desempleados; mariguaneros; barristas del fútbol; indígenas; negros; travestis; campesinos; locos; estudiantes… en resumen, el pueblo visible en todas las expresiones posibles de la cultura… pueblo levantado, rabioso, desobediente y en resistencia, reclamando lo que es suyo… justicia, dignidad, libertad, derechos… ¡voz!, ¡voces!, muchas voces, como una polifonía que truena en medio de la indiferencia, la exclusión y la represión.

Ha renacido la solidaridad, encarnada en personas históricamente postergadas y desplazadas por los sectores que han usufructuado su trabajo y recursos para el mantenimiento de sus privilegios en una sociedad cada vez más desigual. Los efectos de las políticas y medidas gubernamentales de carácter neoliberal son los que en Colombia y en varios países de la región han provocado profundas desigualdades, indignación popular y movilizaciones de protesta. Los recortes presupuestarios de la salud, educación, seguridad social significan precarización de la vida de la mayoría de la población. El cuestionamiento democrático a estas medidas contra la vida no puede ser respondido mediante violencia sistemática radicalizada por parte del Estado.

¡Nos están matando! Es lo que gritan las y los jóvenes en Colombia desde el pasado 28 de abril de 2021. Pero esta denuncia no es nueva, el fenómeno del juvenicidio tiene antecedentes históricos y arraigados en las prácticas necropolíticas del Estado colombiano. Nombrar como Juvenicidio lo que acontece en Colombia, es mostrar una de las muchas caras de la crisis que implica procesos históricos y expansivos de estigmatización, precarización, represión y exclusión que desencadenan la instrumentalización, cosificación y exterminio sistemático de jóvenes.

Las cifras de pobreza han aumentado en un 42.5 % y más de 3.5 millones de personas no tienen garantizado ningún requerimiento básico de existencia; cuando la crisis sanitaria por el Covid 19 ha generado un incremento del 14.3 % en el desempleo y tiene colapsado el sistema de salud; cuando el país reporta cotidianamente masacres y asesinatos sistemáticos de líderes y lideresas, el gobierno de turno formula un conjunto de reformas (tributaria, salud, pensión) que afecta directamente a los sectores populares y a la clase media, provocando un profundo rechazo e indignación.

Colombia tiene uno de los niveles más altos de corrupción de la región latinoamericana y el segundo lugar después de Brasil en inversión militar de acuerdo con el último reporte del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo. En el país más desigual de América Latina, los reportes de ganancias del sector financiero ascienden a más de 24.25 billones de pesos y el de empresas como Ecopetrol a 3.2 billones de pesos. Los bancos gozan de exenciones de impuestos lo mismo que las grandes empresas colombianas, mientras se grava a las grandes mayorías sociales que deben cubrir el déficit del Estado. Eso pretenden las reformas que, desde el pasado 28 de abril, han empujado a grandes sectores de la población, particularmente a los jóvenes, a las calles.

Hoy, más allá del retiro de la reforma tributaria, las y los jóvenes en las calles están exigiendo cambios estructurales en el Estado, en la participación política y en el modelo económico de precarización que les confina a un presente de miseria y un inexistente futuro. El clamor es por el cese de la violencia contra la población, la garantía de todos los derechos, la dignidad y la construcción de paz.

La respuesta del gobierno es la estigmatización de la protesta, la militarización de las calles y el uso indiscriminado de la fuerza. Se criminaliza a los marchantes tildándolos de vándalos para silenciarlos mediante las balas, las desapariciones, las detenciones arbitrarias e ilegales, la tortura y la privación del debido proceso.

La respuesta ciudadana ha sido con arte, música, poesía, teatro, identidad. Las expresiones culturales de todo tipo se han manifestado y desde sus creaciones se suman a esas gigantescas comparsas que son las movilizaciones. Los indígenas han salido de las montañas, como caminantes ancestrales, impactando a la sociedad con el poder de sus mingas, exhibiendo sus atuendos tradicionales y sus costumbres, denunciando a los colonizadores que siguen explotando sus territorios; enarbolando sus banderas multicolores, la wiphala milenaria que como arco iris nos define como humanidad variopinta; con sus bastones, símbolos de respeto por la Pacha Mama.

Las calles son ríos de gente que viajan sobre Naves de Papel, navegando desde la utopía hacia mundos mejores que se avizoran en el horizonte, en medio de tormentas oscuras y remolinos amenazantes que no las podrán hundir, porque sus capitanes, capitanas, marineros y marineras llevan en sus bodegas lo mejor de la humanidad, tesoros inmortales que son nuestro patrimonio más preciado: la cultura, el amor, la solidaridad, la justicia, la paz, la equidad… la fraternidad.

Y como gesto supremamente iluminador, los jóvenes enarbolaron en los mástiles la bandera de Colombia… la cual ondea, ¡patas arriba!… ¡rojo, azul y amarillo!…, ¡genial!… Han resignificado con este símbolo toda la historia de nuestro país, derrumbando con un simple acto siglos de opresión, dominación e inequidad. Definitivamente este es un levantamiento popular que utiliza la creatividad como principal arma, que retumba desde los corazones como tambores primigenios que en su palpitar convocan a las almas, libres y valientes, a estampar sus huellas en el pavimento de las calles, que como el sol, la luna, la lluvia y el viento, no pertenecen a nadie… son de todos y para todos.

Rojo, azul y amarillo. (Ilustración de TiN, fotografía)

 *Poeta, anacronista y pintor; editor de «ojo con la gota de TiNta (una editorial pequeña e independiente)».

Jorge Emilio Sierra y sus Obras Escogidas en Amazon

Hay quienes creen que el escritor y periodista Jorge Emilio Sierra Montoya (no confundir con su primo Luis Emilio Sierra, ex senador de la república) es de Manizales. Y están en lo cierto: acá empezó, desde su temprana juventud, a escribir en La Patria, donde luego fue periodista de planta, con funciones de subdirector; cursó estudios superiores, de Filosofía y Letras, en la Universidad de Caldas, y hasta llegó a ser director de Ficducal, fundación que reunía a las universidades locales en cabeza de sus rectores, y de una maestría en la Facultad de Derecho, también en la Universidad de Caldas.

Otros, en cambio, aseguran que es de Pereira. Y tienen razón: allí nació “por azar”, según dice en algún poema; concluyó su bachillerato, en el Colegio Rafael Uribe Uribe, e inició su actividad periodística, siendo aún adolescente, en El Diario, periódico liberal (no El Diario de hoy) que dirigía Alfonso Jaramillo Urrego.

Por último, no pocos sostienen que es de Marsella, El municipio verde de Colombia. Y es apenas lógico: su familia se trasladó ahí cuando apenas tenía dos años de edad; cursó sus estudios primarios y los dos primeros de la secundaria; vivió sus maravillosos años de infancia, que tanto recuerda, y nunca ha dejado -confiesa- de pasearse por sus calles y contar sus historias, de veras macondianas.

Tres ciudades, en fin, se disputan su cuna: en cada una sostienen que no es de ésta sino de otra…

Apuesta al futuro

Desde hace 35 años reside en Bogotá, donde recibió los títulos de politólogo y magister en Economía de la Universidad Javeriana, ejerció el periodismo político y económico, estuvo en la dirección del diario La República durante dos décadas (seis años como subdirector-editor; catorce, de director general), y sigue colaborando con diarios nacionales, como El Tiempo o El Espectador, y publicaciones del Eje Cafetero, como El Diario de Pereira y Eje 21 de Manizales.

Pero, sobre todo, en la capital del país ha desarrollado una intensa actividad literaria, de la cual dan constancia cerca de treinta libros publicados sobre diversos temas: políticos, económicos, empresariales, filosóficos, literarios, éticos e históricos.

Desde hace tres años, cuando publicó Huellas en la Academia para celebrar su ingreso en 2016 a la Academia Colombiana de la Lengua como miembro correspondiente, lanzó la colección de sus Obras Escogidas en Amazon, apostándole así al futuro, a las nuevas tecnologías y, especialmente, a la distribución global de sus escritos.

De hecho, dicha proyección la había tenido su biografía de José Consuegra Higgins –El Maestro-, que ganó en 2001 el Premio a la Mejor Biografía del Año por la International Writers and Artists Association, en Estados Unidos; la aparición de Liderazgo con valores en la editorial española Digital Reasons (2013), y su presencia en medios especializados como El Portal del Medioambiente, en España, y el servicio informativo de la World Confederation of Businesses  –Worldcob-, en Houston, E.U.

Dos de sus libros sobre Responsabilidad Social Empresarial –Temas claves de la RSE y Maestros de la RSE– fueron traducidos por Peter Tase al inglés y publicados en Estados Unidos, donde pueden adquirirse por internet con sus títulos respectivos: Main Topics on Corporate Social Responsibility y Masters of Corporate Social Responsibility.

 10 Obras Escogidas

Hasta hoy, van diez libros publicados en Amazon, con ediciones impresa y digital, entre sus Obras Escogidas (hasta ahora van sólo en la mitad), labor que espera concluir en los próximos tres años.

La lista, pues, ya es larga: del citado libro Huellas en la Academia, dio el salto a su poesía, con tres volúmenes: el primero, de poesía infantil, El Angelito, dedicado a su hija menor, María Fernanda, fallecida a la edad de diez años; el segundo, de poesía romántica: Poemas de amor… y de humor, y el tercero, de poesía religiosa: Nuevos salmos.

A continuación, el primer tomo de sus Memorias: Una vida en olor de imprenta, para celebrar cincuenta años de su vida periodística; Las ideas políticas de Jorge Eliécer Gaitán, un aporte a la historia de las ideas políticas en Colombia y América Latina, sin criterios partidistas o sectarios, y Dos maestros de la cultura colombiana, al conmemorarse el centenario del natalicio de Otto Morales Benítez y el décimo aniversario de la muerte del pintor Omar Rayo.

Por último, De Descartes a Morin, sobre dos de los máximos exponentes de la filosofía francesa; Protagonistas de la Economía Colombiana, con personajes destacados de la vida económica nacional, y Tres Grandes Académicos de la Lengua, sendas biografías de Jaime Posada, Jaime Sanín Echeverri y José Consuegra Higgins, al celebrarse este año el sesquicentenario de fundación de la Academia Colombiana de la Lengua (1871-2021).

En la muestra anterior hay obras ya publicadas previamente, pero también inéditas, como la primera parte de El Angelito, con sus poemas a la niña (la segunda es de poesía infantil); sus Poemas de humor, mezclados con los de amor; su autobiografía, cuya segunda parte está pendiente; la biografía de Morales Benítez, sobre sus años de formación, y la del filósofo Descartes, “un viaje por la metafísica cartesiana”.

Los demás libros tuvieron ediciones previas a cargo de editoriales como Planeta, Universidad Jorge Tadeo Lozano y Asociación Colombiana de Universidades -ASCUN-, entre otras, si bien dichos textos estuvieron sujetos a una cuidadosa revisión que permitió incluir elementos fundamentales (fechas históricas, por ejemplo) y un estilo acorde con el que caracteriza a su autor en la actualidad.

Tres Académicos de la Lengua

Al cumplirse, el pasado diez de mayo 150 años de la Academia Colombiana de la Lengua, aparece el libro Tres Grandes Académicos de la Lengua, Tomo 10 de las Obras Escogidas de Sierra Montoya en Amazon.

De hecho, la colección se abrió en 2018 con Huellas en la Academia y se prolongará en el siguiente volumen -Número 11-, también conmemorativo del sesquicentenario: Nuevas huellas en la Academia, donde recogerá su producción literaria de los últimos tres años.

“Y no hay nada mejor para sumarse al festejo -dice en su nota de la contraportada- que con la exaltación de tres ilustres académicos: Jaime Posada Díaz, Jaime Sanín Echeverri y José Consuegra Higgins, cuyas biografías fueron escritas luego de extensas entrevistas a cada uno de ellos y la consulta de sus obras”.

“Como lo dice su nombre -concluye-, Tres Grandes Académicos de la Lengua exalta a una tríada de personalidades destacadas, pero también, por medio de ellas, a los numerosos miembros de la Academia Colombiana de la Lengua en su larga historia, a la que han honrado, tanto como al país y al mundo literario, con sus vidas y obras consagradas a las bellas letras”.

Glosas a un prólogo prometedor

Promising Young Woman no es muy clara con respecto a qué tan prometedor era el futuro de Cassandra. Su futuro quedó truncado después de que Nina, su mejor amiga, es víctima de una violación por parte de sus compañeros de universidad, avergonzada públicamente, ignorada por las autoridades competentes, acosada por el abogado defensor de su victimario y de este modo impulsada a su muerte.

La decisión de Emerald Fennell, directora y guionista de Promising Young Woman, de no contar esta historia es brillante. En lugar de eso, nos presenta a Cassandra unos diez años después, cerca a sus 40 años, aún viviendo con sus papás y sin mucha intención de irse, todavía traumatizada por la muerte de Nina, incapaz de superar el pasado y decidida a vengarse el resto de su vida.

Tres escenas antes de que inicie la narración de Promising Young Woman, esta se presenta con un prólogo que destaca por su frescura estética y el uso de unos recursos audiovisuales que merecen comentario.

I: El título

Empecemos por la tercera y última escena del prólogo, “la caminata de la vergüenza”. Primero vemos unas manchas rojas que parecen sangre en el vestido de Cassandra, aparece luego el título «Promising Young Woman» con una fuente de color fucsia que parece chorrear sangre también, al estilo de una película serie B violenta. El movimiento final de la cámara nos revela que Cassandra está comiendo hamburguesa y las manchas rojas son salsa de tomate.

La desconcertante discrepancia entre lo que comunica el título y el contenido de la película puede explicarse con esta escena. Promising Young Woman seguramente tiene influencia del género de serie B Rape and Revenge (“Violación y venganza”), famoso y escandalizante por su contenido explícito y cuyo argumento típico narra la venganza de una mujer después de ser víctima de una violación brutal. Fennell reconoce el género y hace una referencia mediante este título, pero tampoco tiene interés por hacer este tipo de película, por eso el chiste de la salsa de tomate. 

II: El guiño

La segunda parte del prólogo, la escena del apartamento, tiene un plano que llama mucho la atención sobre sí mismo. Cuando Cassandra se hace la dormida en la cama del hombre que la iba a llevar a su casa y este aprovecha para sacarle la ropa interior la vemos a ella en ángulo cenital desde el cielorraso abrir los ojos y mirar directo a la cámara. La “ruptura de la cuarta pared” es un recurso famoso para hacer evidente ante el espectador el artificio narrativo. Esta mirada de complicidad, aunque podría usarse de nuevo, no vuelve a presentarse, pero sí se conservan otros elementos de la puesta en escena que llaman la atención sobre sí mismos, que dan cuenta de la artificialidad del medio. Esto puede verse en la propuesta de arte, por ejemplo en el apartamento de Ryan, cuyas paredes combinan con el color de la vajilla y el del vestuario de la escena o también en la casa del abogado Jordan en la que hay flores marchitas muy convenientemente ubicadas a ambos lados de Cassandra para crear una composición simétrica.

Adicional a esto, desde la fotografía se recurre constantemente al encuadre con la cámara perpendicular al fondo, carente de profundidad de campo y de perspectiva, que transmite una noción de “teatralidad”. A fin de cuentas de eso se trata la película, del “teatro” de los caballeros que se hacen pasar por amables e inofensivos para después aprovecharse de las mujeres, y también del que hace Cassandra cuando sale de fiesta para ponerlos en evidencia.

III: La apertura

El mejor ejemplo de humor audiovisual en esta película y uno de los efectos más potentes son producto de una apropiación sencilla. Promising Young Woman abre con una sucesión de planos detalle de entrepiernas, nalgas y troncos de oficinistas maduros de sexo masculino bailando en cámara lenta. El montaje concluye con un plano general que nos revela el “parche de antenas” en la pista de baile. Este tipo de secuencias de apertura son comunes en el cine para adolescentes, involucran modelos o actrices reconocidas por su atractivo físico y se regodean en la contemplación de sus voluptuosidades. Al invertir los roles y “objetivizar” cuerpos de hombres maduros el resultado es patético, ridículo y, por esta misma razón, humorístico.

¿En qué medida es solo irónico el gesto? Se podría afirmar también que la secuencia fue realizada con toda la seriedad posible y que al cambiar el género, el atuendo y la edad de los bailarines, Emerald Fennell simplemente desea resignificar ese recurso audiovisual de los detalles anatómicos.

La utilización de Stars Are Blind de Paris Hilton en una secuencia romántica, Toxic de Britney Spears justo antes del clímax narrativo con un efecto sorprendentemente tétrico y el ya mencionado guiño a un género de cine serie B dan más cuenta de una intención de reinterpretar y resignificar elementos de la cultura popular, que por su naturaleza se miran por encima del hombro, que una burla fácil de unos productos desprestigiados. Aún así, la película nunca se pronuncia definitivamente y prefiere mantenerse en la ambigüedad.

Pero tampoco hay que sobredimensionar Promising Young Woman. Pese a la riqueza en su autorreferencialidad y a sus cuestionamientos a algunas convenciones del quehacer audiovisual, la película no se preocupa por cuestionarse a sí misma ni a su protagonista, pretende que el episodio oscuro del pasado de Cassandra sea suficiente justificación para todas sus acciones. El plan maestro de Cassandra nunca enfrenta obstáculos y en cambio todo lo que ella necesita para ejecutarlo va cayendo como del cielo, por lo que nunca es puesta a prueba su determinación. Solo en un momento un personaje le sugiere dejar atrás el pasado, pero en la siguiente escena una nueva situación reabre su herida y renueva sus convicciones sin darle espacio para reflexión ni duelo.

La película termina pareciéndose a Cassandra, no sabe si tomarse en serio o burlarse de sí misma y lo más grave, para la obra, es que parece contener todo su potencial de agresión. Tratándose de un tema tan incómodo, esta película debería incomodar, sin necesidad de llegar al punto del escándalo. Los primeros minutos de Promising Young Woman son frescos, transgresivos, desafían nuestras expectativas y nos cuestionan como espectadores, iban muy bien encaminados. Y aunque el resto de la película no es decepcionante, sí carece de esta chispa de los primeros minutos.

How 'Promising Young Woman' Weaponizes Hollywood's Nice Guys - The Ringer

*Escritor – Realizador de Cine.

Otros artículos del autor:

http://www.quehacer.co/sin-bombos-ni-platillos/

http://www.quehacer.co/mulan-un-personaje-decadente/

http://www.quehacer.co/la-promesa-no-cumplida-de-lavaperros/

 

Festival de la Imagen 2021: Perspectivas críticas del papel que tiene el ser humano en el mundo

El Festival Internacional de la Imagen 2021 tendrá lugar del 20 al 24 de mayo del 2021, organizado por la Universidad de Caldas y la Universidad Jorge Tadeo Lozano. De nuevo utilizará numerosas y novedosas plataformas virtuales mediante una producción que trabajará desde distintas ciudades del mundo. En sus 20 años de realización indagará sobre temas relacionados con las Inter/especies, es decir, esas perspectivas críticas del papel que tiene el ser humano en el mundo.

El Festival nació en el año 1997 en el Departamento de Diseño Visual de la Universidad de Caldas, en Manizales, Colombia. Desde sus inicios, y a lo largo de sus 19 ediciones, se ha enfocado en temas de diseño, arte y cultura digital, estableciendo diferentes alianzas internacionales con instituciones, creadores e investigadores que se vinculan al evento para intercambiar experiencias y conocimientos en torno a problemáticas sociales y ambientales desde las perspectivas de las artes electrónicas, el diseño, la ciencia y la tecnología.

Sobre la trayectoria del evento, sus procesos y expectativas para la versión número 20,  exponen los organizadores bajo la dirección del Arquitecto Felipe César Londoño:

¿Qué pueden esperar los asistentes en esta vigésima edición?
Estamos muy complacidos de ser escenario de encuentro y debate en torno a las tendencias contemporáneas de la imagen. En los inicios del Festival, las temáticas se concentraban en temas relacionados con televisión, videocreación, imagen fija, ilustración; ahora, el tema deriva hacia tópicos que tienen que ver con el diseño, las artes electrónicas, la creación digital, la ciencia y la tecnología, y hacia cuestionar el papel de los medios y la comunicación en un mundo como el de hoy, que sufre grandes problemas como pandemias, migraciones y conflictos medio ambientales.

Lo que buscamos ahora es motivar la participación, la acción a través del trabajo colaborativo, desde perspectivas que integren el diseño con las artes, las tecnologías, la ciencia y la sociedad. Nos hemos vinculado con el Gobierno Nacional a través de sus políticas de economías creativas, hemos trabajado con el Ministerio de Industria y Turismo en temas que tienen que ver con las industrias creativas y mercados culturales, hemos propiciado espacios de encuentro dinámicos entre creadores, gestores de política pública, colectivos y comunidades para hacer una reflexión que consideramos necesaria tanto para Colombia como para el mundo.

Lo que se espera para esta edición es que tengamos asistentes de diferentes lugares de Latinoamérica y el mundo, que piensen el papel que en este momento tienen la imagen y los procesos de comunicación, como manera de proponer soluciones a estas problemáticas globales.

¿Por qué el Festival resulta pertinente en la situación actual?
La versión número veinte se concentra en indagar temas relacionados con las Inter/especies, es decir, esas perspectivas críticas del papel que tiene el ser humano en el mundo, con el propósito de observar esas fuerzas vitales que se interconectan con otros seres vivos no humanos, e incluso, con la supervivencia y la habitabilidad en el planeta.

Proponemos vincularnos con las teorías contemporáneas que van más allá del antropocentrismo para indagar sobre procesos de arte, comunicación y experimentación científica que observan esas relaciones vitales y emergentes; hablamos entonces de una capacidad generativa en este continuo naturaleza-cultura, como un gesto de afirmación de las relaciones, de la proximidad espacio-temporal, para plantear otras miradas y motivarnos a la acción a partir del trabajo con la memoria, la sostenibilidad, el paisaje y la biocreación.

Los temas que vamos a tratar son el biodiseño, el poshumanismo, los paisajes deconstruidos, la interacción planetaria y las memorias habitadas, tópicos que, si bien hacen parte de ese gran tema de Inter/especie, no son lo únicos que se trabajarán en el Festival. Hacemos la invitación para que los artistas, diseñadores y científicos indaguen sobre las interacciones emergentes entre diseño, arte y ciencia que hacen posible el pensar en miradas alternativas sobre el mundo contemporáneo.

¿Cuáles consideran han sido los beneficios de realizar el evento de manera virtual?
Si bien es importante la interacción física en los espacios de las ciudades, las plataformas digitales nos propician otra serie de beneficios, entre ellos, crear la memoria del evento y poderlo prolongar, más allá de las fechas establecidas, en este caso, del 24 al 28 de mayo. Como en el 2020, proponemos crear un repositorio con toda la documentación, los debates, foros, ponencias, conferencias y papers que se presenten, con la intención de que puedan convertirse en material de consulta.

También es cierto que en plataformas digitales podemos tener una serie de expresiones artísticas que nos han propuesto desde diferentes partes del mundo, sin necesidad de hacer desplazamientos complejos. Los artistas, gracias al apoyo técnico del equipo de producción del Festival, pueden hacer sus montajes a través de los espacios virtuales que ya se están diseñando. A pesar del confinamiento, las distancias y la pandemia, los beneficios de las plataformas virtuales son amplias.

¿Cuáles fueron las enseñanzas que quedaron del Festival del año pasado?
La versión diecinueve, que tuvo como eje central las “Participaciones Otras”, fue una oportunidad increíble para reunir académicos, asistentes, presentadores, artistas, creadores y teóricos de todo el mundo que hablaron sobre esas otras maneras de entender la participación. Fue muy importante el haber escuchado a Arturo Escobar, quien es reconocido en el mundo por su trabajo teórico alrededor de la visión del Sur y del diseño en otras perspectivas, el poder trabajar con Gladyz Tzul, una indígena guatemalteca que ha trabajado con las mujeres y las comunidades indígenas, reivindicando el papel de lo ancestral en el contexto contemporáneo, el haber compartido con Michela Pelusio, una invitada italiana que hizo el show de cierre, y con Dylan Cote, quien inauguró el Festival presentando un show desde París, entre muchos otros. Fueron grandes los aprendizajes al poder conocer esas nuevas perspectivas, las expresiones audiovisuales que indagan sobre lo inmersivo, sobre lo transmedial y que abren un camino interesantísimo para los jóvenes creadores, estudiantes y egresados de nuestras universidades.

 

 

Sobre museos y otros mitos

Acercamientos desde las artes visuales a la idea local de museo.**

Hagamos un ejercicio: Pregúntales a varias personas lejanas al sistema artístico y cultural por cuántos museos y centros culturales conocen en la ciudad. Si la respuesta no es un no rotundo, continúa indagando ¿Qué saben más allá del sustantivo? ¿Qué se hace allí?

Manizales es una ciudad con instituciones en torno a las artes plásticas que han tenido un difícil proceso de consolidación y que aún no logran posicionarse del todo en el imaginario cultural de la ciudadanía, como si conociéramos el sustantivo, pero no los verbos que lo implican. En este caso me posiciono pensando en los museos – pero seguro que puede extenderse a otras figuras que pasan por situaciones similares – y me veo rodeada de una constante dificultad para pensar el sistema del arte más allá de la mercantilización que fuertemente reflejan escenas como Bogotá; espejismos que han tenido un elemento recurrente expuesto ante los estudiantes de artes como un único horizonte posible: el circuito de ferias de arte. Por otro lado, en ocasiones (no muy constantes) se mencionan las convocatorias públicas, de difícil acceso, alta competencia y procesos de gestión complejos que muchas veces se escapan al manejo del artista emergente.

Ante eso, hemos creado una especie de respuesta que en silencio aceptamos como bases de un sistema útil para dicha meta: Primero, exposiciones que se concentran únicamente en la inauguración, quedando inactivas el resto de su calendario, desmontadas en tiempos muy cortos (que ni siquiera merecen el dinero invertido) y sin actividades adicionales que realmente hagan una reactivación de contenidos. Segundo, un registro que intente ser prolijo, no como buena práctica profesional sino como excusa que reduce las experiencias de las artes visuales a un uso posterior, en los casos más básicos para el docente, en los medianos, para las redes, en los más avanzados para el portafolio. Y por último, y lo más importante, han cambiado nuestra producción visual con un falso pensamiento de que entre más portable mejor y que la calidad se mide en el cuadro de 2x2m que permiten estos eventos.

Y dentro de estos solemos cometer el error de asumir un público implícito inexistente, que son los estudiantes de artes y humanidades. En la mayoría de las ocasiones, el no ver un abanico de posibilidades más allá de las mencionadas, hacen que se pierda el interés por asistir, aprender y ampliar otro tipo de redes y gestiones que proponen desde lo expositivo. Las personas que deberían estar interesadas en el área en los contextos locales no son necesariamente un público asiduo de sus eventos, comúnmente incluso se siente excluido.

No tengo ninguna respuesta y soy consciente de que cada iniciativa de la ciudad ha pasado por dificultades muy complejas, intentando mantenerse activos en un lugar que parece expulsarnos. Pero considero que realmente es necesario comenzar a proponer nuestra participación en las escenas locales, como Manizales, desde un flujo diferente y unos roles establecidos que distan de los contextos hegemónicos. No solamente es la necesidad de pensar mejor nuestras prácticas expositivas, sino empezar a tener en cuenta los aspectos que las circundan como el archivo, la financiación, las comunidades y la legislación.

Desde estos es posible repensar la institucionalidad, y con ello, la mediación, la gestión y los públicos. Pero para ello en necesario primero replantearnos ¿cómo aporta el trabajo del artista visual dentro de espacios como los museos y los centros culturales, más allá de la exposición o la colección? Cuando exploro las relaciones entre procesos específicos desarrollados dentro del pregrado de artes plásticas en la Universidad de Caldas, en investigación/creación, y la forma en que han sido vinculantes para el trabajo en otras áreas como la museología, la curaduría y la mediación, me doy cuenta de que el aporte del artista, mucho más allá de lo técnico y de los resultados de un proceso de obra, va en una forma de comprender el mundo, de leer los códigos y de establecer intercambios fluidos de saberes. Una exploración que va desde los formatos hasta los conceptos y permite una verdadera diversificación de los puntos de vista desde los que leemos la realidad y la forma sensorial de asumirla.

Instalación participativa Copyright #1 por Andrea Ospina Santamaría, exposición CTRL-C / CTRL-V, Calle Bohemia, Armenia, 2016.

Estos ángulos, tanto desde la virtualidad como en otros territorios, son puente de lenguajes específicos que permiten acercamientos a diferentes comunidades y proyectos interdisciplinares o nociones difíciles de explorar desde el lenguaje académico tradicional como la ausencia, la memoria y lo popular.  El artista local como una paradoja reta al sistema – tanto como se reta a si mismo -, y a su vez, lo construye.

Carla Pinochet, antropóloga chilena, propone en su texto Derivas críticas del museo en América Latina la siguiente pregunta: ¿Cómo indagar en la especificidad del museo latinoamericano sin reducirlo a aquello que le falta? (2016, pág.28) precisamente cuestionando la costumbre de remitirse siempre a lo local como algo incompleto frente a lo hegemónico, algo desfasado o que aún no ha logrado ser. Como respuesta, entre muchas otras, propone rastrear los nuevos usos y sentidos que lo museal adquiere en estos contextos y su contante cambio.

Desplazo esta pregunta a comparaciones como Manizales frente a circuitos como Bogotá; creo que en este tipo de ciudades sin grandes centros característicos, una clave está en fortalecer ese ecosistema que permite a los museos ser lo que son: más allá de las instituciones que conocemos como tales, otros procesos más híbridos, experimentales y autogestionados refuerzan y acercan a los públicos y estudiantes a las funciones que comúnmente tiene el museo o el centro cultural, como son las formas de hacer archivo, reflexionar la institucionalidad, entender el ejercicio expositivo y la necesidad de hacer memoria, así como la educación y la mediación cultural.

Ejercicio participativo de Las Profesionales (Andrea Zuñiga y Aixa Echeverry), en la exposición Pa’ Gozar: relatos visuales en torno al carnaval (Alianza Francesa, 2018). Fotografía Manuela Jaramillo.

Dejo entonces como una alerta la cantidad de ocasiones en donde nuestros eventos, gestiones y procesos culturales, tal como fantasmas, desaparecen en el tiempo sin dejar rastro, se posicionan solo momentáneamente o los dejamos consumir en un mar de supuestos en donde, entre mucha publicidad hay poca acción. Un llamado a hacer archivo, a buscar comunicaciones más eficientes y a valorar los procesos que con tanto esfuerzo hemos llevado a cabo sin medirlos con la regla de las grandes escenas de arte.

Creo que necesitamos comprender lo museológico (más allá del museo) dentro de su capacidad instituyente, discursiva y situada, en donde debe dialogar con su territorio y claro, sus creadores. Un llamado a pensar procesos museológicos capaces de actuar sin resguardo, que generan campo en lugar de soportes físicos, en donde fortalecer el museo es vitalizar su desenvolvimiento, las líneas que lo transversalizan y la necesidad de su existencia (o revisión).

Laboratorio de Curaduría y museografía de La Caja Producciones, 2018. Orientado por Laura Puerta, Andrea Ospina y Juliana Ceballos.

*Artista Plástica – Gestora Cultural y Comunicativa.

**En la foto de la entrada Conferencia con David Pupiales, performer de la comunidad Quillasinga en la exposición Pa’ Gozar: relatos visuales en torno al carnaval (Alianza Francesa, 2018), con invitados principalmente del cabildo indígena universitario de Manizales.

La Cruda Realidad Juvenil

Estudiantes de la Escuela de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Manizales lanzaron “La Cruda Realidad Juvenil”, una propuesta para combatir la desinformación en redes sociales.

Sofía Gómez cursa sexto semestre y lidera esta propuesta con sus compañeros Ana María Villegas y Santiago Arbeláez, y su objetivo, según explica, es divulgar información veraz y concreta a todos los ciudadanos.

“Somos La Cruda Realidad Juvenil, un colectivo universitario de periodistas en formación y queremos hacer un cubrimiento respetuoso y transparente frente a los distintos contenidos que circulan a través de las plataformas, siempre buscaremos verificar y contrastar la información. Empezamos a conversar sobre esta iniciativa con los estudiantes de otros semestres y ahora nos acompañan 60 compañeros de la Escuela y 7 graduados. Esta iniciativa la asesoró nuestro profesor y director del programa Richard Millán”, explicó Sofía.

Las cuentas oficiales para seguir y conocer los contenidos son: Twitter: @LacrudaRj https://twitter.com/lacrudarj?s=2, en instagram: @lacruda.rj https://instagram.com/lacruda.rj?igshid=bztsfzrrzt0d. También podrán compartir videos y fotografías de las marchas y protestas al correo electrónico: lacrudarealidadjuvenil@gmail.com, que serán verificados antes de su publicación.

Por ahora esta alternativa de información podrá ser consultada a través de estas dos redes sociales. “Vamos a reportar todo lo que pase en el paro nacional, durante el tiempo que sea necesario, posteriormente buscaremos continuar con este proyecto iniciado el 4 de mayo de 2021”, mencionó Ana María Villegas.

“Es importante que los jóvenes desde su disciplina de formación puedan hacer algo por lo que está pasando en el país relacionado con las manifestaciones sociales. En este momento que podrían circular diferentes fake news, resulta interesante esta propuesta de los estudiantes que se están formando en este campo del saber”, dijo Richard Armando Millán, director de la Escuela de Comunicación Social y Periodismo.

La cuarta bestia

Después de Falsville la cual escribió a los quince años, este joven escritor Juan Grajales (marzo 30 de 1998), aborda en su segundo libro (La cuarta bestia, noviembre 2016, Manigraf Grupo Editorial), a la manera de los grandes novelistas de esta ciudad, como Eduardo García Aguilar con su Tierra de leones, Octavio Escobar Giraldo con Después y antes de Dios y Orlando Mejía Rivera con su Recordando a Bosé, nuestra querida Manizales, pero de una manera apocalíptica.

En sus cuatrocientas cinco páginas de narración nos va llevando en una abigarrada descripción desde una apacible calma a una tenebrosa catástrofe que va cobijando todo lo que toca y así va destruyendo lo más querido que se tiene desde las posesiones materiales, hasta los seres cercanos a nosotros. Una vez iniciada la trama no hay sosiego en la lectura, pues intentamos como los seres involucrados, encontrar apertura de esas tinieblas pavorosas, sin encontrar salidas plausibles. La narración se muestra siniestra, como en la mutación descrita así:

“En el tiempo que estuvo en el cubículo había sufrido una transformación perturbadora, sus dientes se habían caído y habían sido reemplazados por protuberancias puntiagudas, su piel estaba pálida y las venas oscuras contrastaban bajo ella, y su mente…, su mente era la que más había cambiado. No sentía miedo, ni amor, ni nostalgia, ni tristeza, solo hambre. Hambre e ira. Escuchaba la inconfundible voz de la mujer de mármol obligándolo a cambiar, a someterse a una metamorfosis sobrenatural. Salió del baño balanceándose por los pasillos desolados, rozando las paredes llenas de pancartas con sus dedos puntiagudos. Se detuvo un momento, pudo escuchar los latidos de un corazón cercano, pudo oler la sangre siendo bombeada a través de las venas, su garganta se irrito y le pidió a gritos poseer esa sangre. Iría a por ella.”

Durante el relato se van describiendo no solo los lugares emblemáticos de la ciudad, sino también el tipo de relaciones que se van tejiendo o destejiendo, se van reforzando o anulando y así aparece lo más sublime y bajo del ser humano, el cual en situaciones de crisis se ve mejor definido, pues estas hacen aflorar lo más recóndito del hombre. Así lo percibimos en un episodio de un vuelo, en el que se relaciona de manera aséptica una masacre:

“Estaban inclinados, el avión seguía subiendo, estaban sobrevolando la ciudad, dando vueltas sin sentido, ganando altura estúpidamente. Bajo el suelo, varios kilos de explosivos esperaban a ser detonados. No tenían una pantalla de cuenta regresiva, no podemos saber cuándo pasará. Arriba todos siguen angustiados, estaban allí, luego ya no están. La carga ha explotado.”

Así como en las diferentes guerras se utiliza todo tipo de armas, las más letales sí han sido y serán las biológicas y de eso se trata ahora, del desencadenamiento de un virus, que no es algo lejano a la realidad, pues con tanta depredación a la naturaleza que hace el hombre, con tanta manipulación genética y supuestas investigaciones científicas, siempre existirá la posibilidad de que aflore el mal y haga prevalecer sus intenciones pretendiendo causas superiores. Lo que parece ciencia ficción no está lejano de la posibilidad. Los cuadros son dantescos:

“No viste lo que había hoy en el hospital, ayer era una locura, hoy es un infierno. La gente se está muriendo, igual que mamá, igual que tu amigo Carlos, hasta los mismísimos doctores están enfermando. Los oí decir que no quedaban mas bolsas de cadáveres, que los tenían que amontonar todos en una bodega, pudriéndose como si fueran animales.”

La narración, aunque casi siempre es lineal, va cambiando de personajes y escenarios lo cual obliga al lector estar muy atento y expectante de lo que le va sucediendo a los actuantes a medida que trascurre el relato. Se presentan algunos “flash backs” para poner en contexto  características de los personajes, pero no es lo común y ayudan mucho a dar claridad.

La trama urdida por este estudiante de Biología de la Universidad de Caldas, está tan bien construida que cada vez que se ve la luz al final del túnel para cada uno, aparece es otro nuevo escollo a superar, otra nueva inesperada circunstancia a remontar, y así hasta el final que cuando creemos que habrá claridad, la tendremos que seguir buscando y esto como en las buenas zagas, dará para una próxima entrega, ¿recuerdan Los juegos del hambre de Suzanne Collins, o Harry Potter de J. K. Rowling?

*Profesional en Filosofía y Letras Universidad de Caldas.

 

 

 

 

La dura realidad

La violencia en Colombia no solo es un tema recurrente sino que es la mayor tragedia que hemos padecido y de la cual no pareciera posible una salida concertada, pues cuando se había logrado un acuerdo estructurado con el mayor grupo en conflicto, las FARC, aparecieron otros a copar el espacio dejado; como en el caso del narcotráfico, cada vez que desaparece de escena un gran capo, siempre hay otros suplentes que a veces resultan más sanguinarios que su predecesor.

Por lo menos para interiorizarla, y para que el olvido no se constituya en cómplice silencioso de la violencia, los escritores se han encargado de mostrarnos, así sea desde la supuesta ficción, lo doloroso que es para quienes la sufren en carne propia, ya sea por el desplazamiento, el secuestro, el asesinato o la desaparición forzosa de sus familiares. Los medios de información también nos mantienen al día de esa penosa radiografía colombiana.

Tres veredas desocupadas por completo. Por lo menos 193 familias y 508 personas fueron desplazadas de sus hogares. El Ejército Nacional está en máxima alerta. El activismo de la zona reclama que esta situación se presenta cada año. Los nuevos paramilitares luchan con los disidentes de las Farc, todo mediado por fuerzas del narcotráfico. Una población aterrorizada y sin saber qué hacer. Un Estado ineficaz. Ese es el diagnóstico terrible de lo que está ocurriendo en Ituango y las zonas aledañas. Editorial El Espectador 19 de febrero de 2021.

Por su parte El Tiempo en su edición del 16 de marzo de 2021 afirma: En 2020, según información de la Defensoría del Pueblo, hubo en total 28.509 víctimas de este flagelo, lo que equivale, en promedio, a 78 desplazados al día. Pese a la alarmante dimensión de la cifra, en lo corrido del 2021 el fenómeno va a un ritmo muy acelerado pues diariamente estarían desplazando a por lo menos 168 personas, lo que equivale a un aumento del 115 por ciento en el número de víctimas, de acuerdo con la entidad.

En cuanto al aporte de los escritores, veamos uno de los más recientes. Se trata del de Ricardo Silva Romero (Bogotá, 1975) quien estudió entre 1980 y 1993 en el Gimnasio Moderno,  en donde las clases del poeta Ángel Marcel lo llevaron a los quince años a escribir sus primeros cuentos, poemas y obras de teatro en la revista del colegio, El Aguilucho. Luego, en la Pontificia Universidad Javeriana estudió literatura y después en la Universidad Autónoma de Barcelona de  1999 al 2000 cursó una maestría en cine y allí escribió sus primeros guiones cinematográficos. ​ Desde mayo de 2009 tiene en el periódico El Tiempo su columna Marcha fúnebre. En su libro Río muerto, publicado el año anterior, nos presenta una cruel versión del tema que estamos abordando.

La narración se desarrolla en el Corregimiento de Belén del Chami, en el municipio de Monteverde, en el suroccidente colombiano, o pudiera ser igualmente en cualquier otro alejado poblado, olvidado por el gobierno. Los infaustos sucesos tienen lugar un mes de febrero de 1992, pero su vigencia es atemporal. Allí viven en su tierra el campesino Salomón Palacios, con su esposa Hipólita Arenas y sus dos hijos, Maximiliano de doce años, y Segundo de ocho. Ha sido una zona en donde la confluencia de guerrilla, paramilitares, narcotraficantes, todo tipo de grupos al margen de la ley, y ejercito han vuelto invivible e inviable la vida de sus escasos moradores. Aunque todos se conocen, al mismo tiempo se rehúyen, haciendo más enrarecido el ambiente.

De los 3.931 habitantes del corregimiento de Belén del Chamí, que “Chami” es “cordillera” en la lengua embera, más o menos la mitad sobrevivía a duras penas. Pero dígame usted que se puede esperar de un lugar que no está en el mapa.

El estricto control del caserío y sus habitantes pasaba de un grupo a otro, cuando este llegaba arrasando y estableciendo su ley a sangre y fuego y limpiando todo vestigio de poder del grupo desplazado o aniquilado. Así fue como  el Bloque Fénix al mando del su comandante Triple Equis, se propuso la reconquista de ese territorio de la patria, quitando todo al viejo Frente 99, y así quedándose con todo:

 …ocurrió en las orillas de aquel manso y claro rio Chami –que entonces les dio por llamar el rio Muerto—aquella “masacre de los compinches” o aquella “matanza de las manos” en la que fueron torturados y acribillados los negros y los blancos más fuertes del poblado, y a sus mujeres y sus niños les cortaron las manos izquierdas y las   lanzaron a la corriente, por seguirles sirviendo a los guerrilleros de resguardo, de escondite.

Cada grupo tomaba así como trofeo de su conquista, no solo los haberes de algunos “seleccionados”, sino también sus mujeres, aun niñas, sus casas y sus tierras y esta vez habían escogido como escarmiento a Salomón, sin importarles para nada su familia, pues además ya el jefe de policía le había echado el ojo a Hipólita, su esposa, con el consentimiento del grupo. Esto lo hacían pues, las amenazas que les hicieron para que se fueran dejando todo atrás, fueron desoídas por Salomón. Por eso Caicedo, el enterrador antes del amanecer se arriesgó a darle sepultura, creyendo que nadie se daría cuenta a esa hora, por eso les dijo a Hipólita y sus hijos:

Salomón Palacios, el trasteador, el mudo, era primero que todo un hombre bueno –les dijo duro y claro–, y sin embargo ni la gente del bloque Fénix ni la gente del Frente 99 ni la gente de la policía ni la gente del ejercito ni la gente del templo confiaban en él porque cometió el error de ser un hombre bueno hasta con los peores hijos de puta.

Después del asesinato de su esposo, el dolor los conmovió profundamente a tal punto que sus hijos creyeron que su mamá enloquecería, pues cayó en un letargo y mutismo que la iban consumiendo, pues no lo podía admitir, creía era una mala pesadilla que había roto el pacto que se hicieron algún día, de morirse juntos cuando los niños fueran viejos, pero la confabulación de todos esos infames acabaron con sus esperanzas.

Cuando salió de su adormecimiento tomó la determinación de hacerse matar con sus hijos para así recobrar a Salomón. Este coraje que obró como catarsis le permitió enfrentar a sus vecinos quienes habían oído a los asesinos, los conocían, y se reían con ellos; al agente Sarria inspector de policía, a quienes todos odiaban pero temían y a quien enrostró tantas verdades y bajezas que aun armado, se sintió totalmente inerme. Luego en el templo en lugar del salmo del día le cantó a los pastores de esa iglesia las verdades por todos calladas, los abusos con las hijas menores de los feligreses, la descarada expoliación de lo poco que aquellas gentes tenían y así a cada uno le fue diciendo lo que no querían escuchar, hasta que tuvieron que recurrir al jefe Triple Equis, para que recobrara el orden al que estaban sometidos. Además,  porque no podía ser que una mujer despechada por mas viuda que fuera, ofendiera al pastor con acusaciones temerarias.

El control social de la población logrado a través del amedrentamiento y el temor de ser ajusticiado o desplazado, constituye una amenaza a la población, que como único recurso debe mostrar, así sea como medida de supervivencia, alguna simpatía con esos grupos, a veces infamemente confundida como apoyo a sus acciones, ¡qué ignominia! Este continuo temor y la ausencia del estado, han creado situaciones insostenibles, en las cuales los débiles son las víctimas.

Aunque el escritor Antonio Tabucchi sostiene que la historia parece ocuparse de la verdad, pero quizás no diga mas que fantasías, y la literatura parece ocuparse de las fantasías, pero quizás, no diga más que verdades, en nuestro caso, la realidad supera la ficción. Ya no es el realismo mágico, sino la inquietante y permanente zozobra.

*Profesional en Filosofía y Letras. Universidad de Caldas

 

Los oficios del Paisaje Cultural Cafetero Colombiano

En el año 2011 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) declaró un área de los departamentos de Caldas, Quindío, Risaralda y el Norte del Valle como patrimonio mundial en la categoría de paisajes culturales. Para su delimitación se seleccionaron algunas veredas de 51 municipios que conforman una extensión principal de 141.120 hectáreas y una zona de amortiguamiento de 207.000 hectáreas, que contiene la anterior. La denominación recibida fue la de Paisaje Cultural Cafetero Colombiano (PCCC).

De acuerdo con el Artículo 1 de la Ley 1185 de 2008, el paisaje cultural forma parte del patrimonio que es el conjunto de bienes y manifestaciones culturales materiales e inmateriales, productos y representaciones de la cultura, resultado de la acción del ser humano en un territorio. Pero el patrimonio no solo se refiere a las expresiones muertas o antiguas sino también a los bienes actuales, visibles e invisibles, como las artesanías, los lenguajes, el conocimiento, las tradiciones, la cultura y la medicina popular, la cultura oral y lo simbólico, que muchas veces suelen ser más representativos de la historia local y más acordes a las necesidades actuales.

Uno de los elementos más destacados de la idiosincrasia de los cafeteros de la región es su valoración del paisaje y del cafetal como elemento constitutivo del mismo. La autenticidad de la cultura generada a partir de la actividad cafetera se expresa también en las diversas formas de patrimonio inmaterial, tales como las fiestas, el atuendo, la gastronomía y las artesanías. Finalmente, entre las artesanías sobresalen algunas asociadas con el café y la guadua.

Por lo anterior, se inició en el año 2019 un proyecto de investigación llamado “Oficios del Paisaje Cultural Cafetero” que congregó varios investigadores de tres Universidades: la Gran Colombia, sede Armenia; la Universidad Católica de Pereira y la Universidad de Caldas y una entidad que sirvió de puente y un importante apoyo como fue Artesanías de Colombia.

Se documentaron los oficios presentes en el Paisaje Cultural Cafetero en 22 municipios entrevistando a 47 exponentes de los departamentos de Caldas, Risaralda y Quindío; 7 municipios por el departamento de Caldas (Anserma, Aguadas, Filadelfia, Neira, Manizales, Riosucio, con su resguardo de San Lorenzo, y Salamina). Se registraron los saberes de 15 artesanos que mostraron oficios de tejeduría en guasca de plátano, tejeduría en fique, tejeduría en seda, tejeduría en lana e hilo, sombrería, talla en madera, cerámica, metalistería, entre otros.

En el departamento de Risaralda (Dosquebradas, Guática, Santa Rosa de Cabal, Quinchía, La Celia, Pereira y Marsella) se registraron 17 artesanos con oficios como marroquinería, tejeduría en bejuco, tejeduría en seda, tejeduría en chaquira, trabajo en madera – palo de café, cerámica, orfebrería, trabajo en guadua.

En el departamento de Quindío (Armenia, Calarcá, Circasia, Córdoba, Filandia, Montenegro, Quimbaya y Salento) se registraron 15 artesanos con oficios como joyería y orfebrería, talla en madera, alfarería, tejeduría en guasca de plátano, tejeduría en patchwork, enchape en hoja caulinar de la guadua, cestería y bejuco, guadua escultórica, guadua arquitectónica.

El objetivo fue reconocer las historias de vida, las técnicas y los productos de quienes desarrollan oficios. La recolección de la información fue registro fotográfico, videos, audios, encuestas, entre otras.

La narración de historias como creencias asociadas a la actividad artesanal o la comunidad, es un espacio de interpretación de momentos vividos, de identificación de valores ancestrales intangibles, pero culturalmente valiosos para la comunidad, con el fin de determinar qué de todas esas narraciones nos dará un hilo conductor. La recolección de los datos ocurrió en ambientes naturales y se apoyó en anotaciones y bitácora de campo, observación, entrevistas, grupos de enfoque, documentos, materiales y artefactos diversos como también biografías e historias de vida, estas últimas son una forma de registrar la información. Esta aproximación a estudios etnográficos pretende explorar, examinar y entender sistemas sociales. Para ello se visitaron comunidades, culturas y sociedades. Tales investigaciones buscan describir, interpretar y analizar ideas, creencias, significados, conocimientos y prácticas presentes, subsistemas de índole socioeconómico, educativo, político y cultural.

La investigación tiene varios entregables, como un libro que está próximo a termina. Ya se ha realizado una exposición fotográfica On Line a partir de la convocatoria de Cultura en Casa 2020 de la Secretaría de Cultura de Pereira, la cual salió al aire en el mes de septiembre y una muestra fotográfica virtual en el mes de diciembre del año pasado en la Universidad La Gran Colombia sede Bogotá; algunos artículos científicos próximos a su publicación y esta muestra fotográfica que hoy nos convoca, llamada “Manos artesanas” con el objetivo de exponer esas manos virtuosas, creativas y amorosas que recrean los oficios del PCCC.

El equipo de trabajo está conformado por:

Grupo de Investigación de Caldas. Grupo DICOVI categorizado en A1. Juan Diego Gallego Gómez Ph.D, Paula Correa Montaño MsC, Semillero Usable.

Grupo de Investigación de Arquitectura y Diseño GAD. Categorizado en B. Yaffa Nahir Gómez Barrera MsC, Javier López Morales MsC, Elizabeth Montoya Arias.

Grupo de Investigación de Territorio y Arquitectura Sustentable. Categorizado en B. Gloría Duque Arango MsC

Artesanías de Colombia.

Laboratorio de Diseño e Innovación Caldas. Alejandro Agudelo Esp. Jorge Fuentes.

Laboratorio de Diseño e Innovación Risaralda y Quindío. Alejandro Jaramillo Suárez Esp. y Daniel Amariles Esp.

 Manos artesanas – Caldas

Las manos artesanas de Caldas moldean con gracia la cerámica que se pinta a mano, que se convierte en objetos utilitarios, a los que a su vez se les plasman los bellos paisajes caldenses. La rigidez del hierro que se vuelve dócil con las manos expertas. La materia prima noble con las maderas propias de la región como el cedro y el nogal, se dejan tornear para tener como resultado final unas formas orgánicas de bella factura.

Manos creativas, cargadas de amor, que unen hilos, que tejen lana y algodón para producir bellos tapetes, cojines que toman formas y colores divertidos. Manos arrugadas por el tiempo y la dureza de los palos de café con los que se realizan llaveros, ceniceros y lámparas, una forma de extender ese legado del café.  Igualmente, el bambú que se torna práctico al obligarle a la plástica.

La tejeduría del fique con manos maestras para una materia prima rebelde y áspera que, a punta de buena manualidad, se deja manipular para crear llaveros, forros y además los productos utilitarios de antaño como cinchos, petral y retranco con los que armaban las mulas y los caballos y con los cuales colonizaron nuestras tierras.

Las manos campesinas que por generaciones han ripiado la iraca, que desarrollaron sus propias herramientas como tarjas y agujas, para llevarlas crudas o teñidas a las tejedoras que, en sus cuatro generaciones, llevan una leyenda del sombrero aguadeño al campo y a la ciudad.

La exposición “Manos artesanas” que se puede ver en el link

https://bellas-artes.vr-360-tour.com/e/fsIBeR9VoOs/e?fbclid=IwAR0tBWvssL0EtppHAMPWs4XFGTRDmKnqCuCQxDcT0RcFmLExZokQrqrFt64

Durante dos meses se maravillarán de esas manos artesanas que han sufrido el trasegar de la vida, que asoman arrugas por el paso del tiempo y a la vez nos invitan a reflexionar la importancia de esta riqueza material e inmaterial de la cultura de nuestro Paisaje Cultural Cafetero Colombiano.

*MBA Ph.D en Diseño y Creación. Profesor Titular Diseño Visual Universidad de Caldas

 

 

 

«Calavera»

Naturaleza muerta. (Ilustración de TiN, fotografía)

Casting 

«Bacía, Yelmo, Halo.

Este es el orden, Sancho.

De aquí no se va nadie.

Mientras esta cabeza rota

del Niño de Vallecas exista,

de aquí no se va nadie. Nadie.

Ni el místico ni el suicida.»

León Felipe[1]

¡

Pum, pum, pum, pum, pum, pum, pum, pum, pum, pum!… exactamente diez tiros en la cabeza de «Calavera». Se dice que por un casco de moto que robó… otros afirman que no fue él. Lo conocía mucha gente del centro de la ciudad que dice que era una persona tranquila y no se metía con nadie; vivía en la calle y su mundo se desenvolvía entre los parques, la galería y las residencias de tres mil pesos en donde descansaba de ese trajín tan duro que es acariciar el cemento todos los días y buscar quién le diera un poco de comida y para la dormida… También había extraviado su nombre en el crudo asfalto, y el mismo asfalto lo rebautizó con el remoquete de «Calavera».

El mensaje de quienes lo mataron fue contundente. Por robar un casco le destrozaron la cabeza a balazos, diez… ¡qué atrocidad!, por un casco que muchos dicen él no robó, pues ni siquiera tenía antecedentes delictivos. También escuché, de personas que no lo conocieron y leyeron la noticia en las páginas judiciales del periódico local, expresiones como: «pues con ese apodo, qué se puede esperar…», condenándolo porque le decían «Calavera»… solo por eso. Considero que esas personas reflejan el alma del sicario que le disparó… y de quien, por cualquier peso, lo mandó a matar.

Qué puede tener en la cabeza, en su «calavera», una persona que con tanta saña mata a alguien porque quien le hizo el encargo lo acusó de haberle robado un casco… ¿qué puede tener en la cabeza-calavera?, esa en donde se enfunda el casco que visualizo como una calavera macabra, calavera sobre calavera… calavera tristemente asesina… calavera oscura que refleja lo que parte de la sociedad es… inquisidora, violenta, llena de odio y venganza.

Cuando me di cuenta de la noticia, me acordé de mis tres amigos de hace muchos años a quienes les decíamos «Calavera». Uno de ellos salía todos los días de un barrio muy pobre, con la olla en donde su madre le empacaba empanadas que él vendía por las noches en bares y cantinas para sobrevivir; él nos salvaba las noches de bohemia, pues esa olla era como maná caído del cielo. Otro «Calavera» era un muchachito que nos acompañaba porque en su casa no era bienvenido y se entretenía con nuestras tertulias noctámbulas en los parques. El último «Calavera» vendía chance, y a veces nos salvaba de la peladez, contribuyendo para las vacas «bacanales» en esos veranos lejanos en que no caía una sola gota de anhelado «espirituoso»… y a pesar del apodo, que nunca supimos de dónde nació, eran seres buenos… y lo siguen siendo.

Esas son las «Calaveras» que conocí e hicieron parte de mi existencia callejera y noctámbula, hace muchos años. Hoy los saludo de vez en cuando por la carrera 23, ya son personas maduras, con trabajos y vidas normales… y nombres normales… pues sus sobrenombres terminaron cuando dejaron de ser «callejeros». Pero a este «Calavera», el callejero de ahora, no le perdonaron su condición… murió acribillado en el inclemente pavimento, ese que era su morada cotidiana… lo condenó su indefensión… chivo expiatorio de las culpas de los otros, también pobres calaveras al servicio de la inhumanidad. Otras calaveras andantes, como zombies, lo acusaron, sin juicio previo, sin pruebas, de haber robado el casco… y sentenciaron en coro: ¡muerte a “Calavera”!… solo porque ese apodo ya lo condenaba… ¡Pum, pum, pum, pum, pum, pum, pum, pum, pum, pum!… diez disparos… en su calavera… para que no quedaran dudas de la verdad de los verdugos, calaveras ciegas y vacías.

*  Poeta, anacronista y pintor; editor de «ojo con la gota de TiNta (una editorial pequeña e independiente)».

[1]  Incluyo a pie de página el poema completo de León Felipe:

 

Pie para el niño de Vallecas

 Bacía, Yelmo, Halo.

Este es el orden, Sancho.

De aquí no se va nadie.

Mientras esta cabeza rota

del Niño de Vallecas exista,

de aquí no se va nadie. Nadie.

Ni el místico ni el suicida.

 

Antes hay que deshacer este entuerto,

antes hay que resolver este enigma.

Y hay que resolverlo entre todos,

y hay que resolverlo sin cobardía,

sin huir

con unas alas de percalina

o haciendo un agujero

en la tarima.

De aquí no se va nadie. Nadie.

Ni el místico ni el suicida.

 

Y es inútil,

inútil toda huida

(ni por abajo

ni por arriba).

Se vuelve siempre. Siempre.

Hasta que un día (¡un buen día!)

el yelmo de Mambrino

halo ya, no yelmo ni bacía

se acomode a las sienes de Sancho

y a las tuyas y a las mías

como pintiparado,

como hecho a la medida.

Entonces nos iremos todos

por las bambalinas.

Tú, y yo, y Sancho, y el Niño de Vallecas,

y el místico, y el suicida.