Para antes de que nos olvidemos: “Memoria” de Apichatpong Weerasethakul (2021)

La locución damnatio memoriae hace referencia a un castigo ejecutado en el mundo antiguo en civilizaciones como la mesopotámica, la egipcia y la romana, el de desaparecer a alguien de la historia eliminando toda evidencia de su existencia, o puesto en términos poéticos, borrar toda huella de su paso por la tierra. Podemos hablar de “Memoria”, dirigida por Apichatpong Weerasethakul, como una película sobre estas huellas que venimos dejando como humanidad en todas las cosas y lugares sin necesidad de dejar un “registro”. Podemos también, hilando fino, leer la película de otra manera. Así como para la filosofía occidental, el vacío que encierra la vasija, su “negativo”, es también parte de esta, podríamos afirmar que todo lo que no menciona “Memoria” es también esencial para su lectura, el olvido, la desaparición, la damnatio memoriae a la que están condenados muchos colombianos dado el interés de algunas figuras públicas por enterrar los hechos de eventos ignominiosos de nuestra historia reciente.

En una entrevista Weerasethakul afirma que las películas echan raíces donde se hacen y por eso la lectura política de “Memoria” es propia del público colombiano. En el exterior, dice, se pierde esta lectura y son las cuestiones universales que plantea la obra las más discutidas. Y aunque resulte difícil resistirse a leer lo político en “Memoria”, lo cierto es que nunca se menciona ningún conflicto, hay apenas alusiones. No hay siquiera un intento de mostrar aspectos negativos del país, la película parece más un inventario de las cosas de Colombia que fascinaron al director como la arquitectura del centro de Bogotá, la obra de Éver Astudillo, la gente de los pueblos que baila en el espacio público o el paisaje de la zona cafetera.

Tampoco podemos hablar de un discurso explícito ni de un subtexto político en la película, apenas de dos imágenes que poseen resonancias violentas. La primera es el detonante de la historia: el sonido que despierta a Jessica una noche y no deja de perseguirla, que aparece cuando menos se lo espera y que inicialmente nos estremece tanto como a ella. En sus palabras: “es como una bola enorme de concreto que cae en un fondo de metal, rodeada de agua de mar. ¡Bang! Y después se encoge… Es terroso. Metálico. Redondo. Es como un rugido desde el centro de la tierra.” Este sonido que inicialmente parece un disparo, después de escucharlo repetidas veces pierde ese carácter hasta que la revelación del final lo resignifica completamente. La segunda imagen es la del cráneo agujereado que Jessica ve en la morgue, también se nos viene a la mente la idea de un disparo hasta que una forense explica que el cráneo tiene más de 5000 años y que el agujero se debe a una migraña insoportable. Estas imágenes no son del todo inocentes, la forma como se nos presentan inicialmente y su posterior resignificación ocurre de modo tal que terminan cuestionándonos, los violentos somos nosotros.

“Memoria” podría catalogarse dentro de lo que llamo un “policíaco espiritual”, su argumento no narra la investigación de un crimen, sino la búsqueda del origen o sentido de algo más personal que afecta al protagonista. En este caso, ese golpe o explosión ahogada que escucha Jessica es una excusa para mostrarnos algunas cosas, no es posible ser más específico. Weerasethakul prefiere el mecanismo poético, la yuxtaposición de imágenes e ideas, la creación de constelaciones de sentido ligadas por un hilo argumental muy fino con unos personajes esquemáticos y desdibujados, apenas definidos por unos pocos rasgos. Se asocian más con la caricatura o el texto sagrado.

Si bien los personajes fantasmagóricos y el argumento débil tienden a verse como aspectos negativos en una narración, en “Memoria” estos recursos logran de una manera cohesiva transmitir la impresión del relato de una mente que intenta hilar los recuerdos de una época turbulenta. Desde las primeras escenas el ritmo lento y envolvente, casi sagrado. Escena a escena, permite que desfilen imágenes insólitas y cautivadoras a la par que otras mundanas y de un tecnicismo soporífero. La memoria, el olvido, el cine, los sueños, la poesía, el insomnio, la tecnología, la magia, la tensión entre la actualidad y las épocas pasadas, son todos temas que a través de diálogos y situaciones se tratan de forma superficial, casi con desdén, pero igual quedan resonando. Estos cuestionamientos que nos plantea el director sin concluir nada ni emitir opiniones, es decir, sin decirnos qué pensar, puede descolocar a muchos acostumbrados a que las obras les digan cómo vivir. “Hay que esperar a que saquen la segunda”, fue el comentario medio en chiste medio en serio que alcancé a escuchar de un hombre sentado cerca mío en la sala.

Y es claro que no habrá secuela. También es claro que Weerasethakul no tiene respuestas para las preguntas que nos deja la película, su gran virtud reside en la capacidad de formularlas. En las antípodas del cine que realizan los titanes del entretenimiento que nos venden fantasías de poder, narraciones escapistas que pretenden enseñarnos máximas y valores absolutos mientras nos distraen un par de horas, se produce un tipo de cine como este que sirve de contrapeso, uno que nos pone de nuevo en contacto con el tiempo —como diría Tarkovsky—, uno que nos confunde, nos cuestiona y nos recuerda nuestras limitaciones, nuestra impotencia y nuestra humanidad, en lugar de hacer que la olvidemos. De esto deriva el inmenso valor de una película como “Memoria”.

Tilda Swinton y Apichatpong Weerasethakul. Protagonista y Director de “Memoria”. Foto El Colombiano.

*Escritor. Realizador de cine.

 

 

 

Al encuentro de Andréi Tarkovski durante la FICMA 12

El cine como un dispositivo emocional, nunca como ideas o al servicio del intelecto. Filmar como vía de encuentro con lo espiritual, como conexión con el mundo, un lienzo para la identificación. Eso creía Andréi Tarkovski, de quien se presentan tres películas en la Feria Internacional de Cine de Manizales (FICMA).
También decía que, al hacer cine, lo más grande es la introspección, observación del mundo, plasmar aquello que toca de cerca nuestras fibras más profundas, ser sincero. “Al hablar de poesía no estoy pensando en ningún género determinado. La poesía es para mí un modo de ver el mundo, una forma especial de relación con la realidad”.
El ciclo de la FICMA es la ocasión ideal para descubrir la obra de uno de los cineastas fundamentales de la historia o, en su defecto, para reencontrarse con el poder de sus imágenes y sonidos a través de una buena pantalla. Esta es la programación:
• Stalker (1979). Jueves  28 de octubre, 4:00 p.m., auditorio Olimpia del Teatro Los Fundadores.
• Nostalgia (1983). Viernes 29 de octubre, 4:00 p.m., auditorio Olimpia del Teatro Los Fundadores.
• El Espejo (1975). Sábado 30 de octubre, 4:00 p.m., auditorio Olimpia del Teatro Los Fundadores.
En adición, quien hace las introducciones y debates de estas tres películas es Pablo Villa, director del largometraje manizaleño Gaseosa (2013), lo que es garantía de sobra para una ilustración acertada y sensible acerca del universo del realizador ruso.
*Periodista y Crítico de Cine.

10 actividades imperdibles de la FICMA 12

Escoger 10 actividades esenciales de la Feria Internacional de Cine de Manizales (FICMA) es tarea ardua. No porque haya poco de donde elegir, sino todo lo contrario: cada edición trae más eventos imprescindibles, lo que hace complicado quedarse solo con 10 de ellos.

Podrán comprobarlo si consultan la programación de la actual FICMA 12. Hay que agradecer a sus organizadores y programadores. Es evidente que están conectados a las realidades del cine local y mundial, las cuales tienen en esta Feria una pequeña cristalización para cualquier interesado en los nuevos autores y películas.

La vista también está puesta en el pasado, entendiendo que el panorama del buen cine se teje entre las obras consagradas por el tiempo (retrospectivas) y aquellas contemporáneas que por su calidad reclaman de nuestra atención. Especialmente el cine colombiano reciente, ninguneado por las carteleras comerciales, y que la Feria nos permite ver por estos días.

Una cita anual que sigue viva, pese a los embates de la pandemia y sus efectos en la cultura. La vida de la FICMA se abre paso, mejorando en curaduría e invitados. Aquí una selección de lo más destacado de la presente edición. No duden en asistir a estas actividades, probablemente sea la única oportunidad en mucho tiempo para tenerlas en Manizales:

  • Biabu Chupea: Un Grito en el Silencio (2021), documental de Priscila Padilla que narra la historia de Luz, una adolescente de la comunidad indígena Embera-Chamí. Lunes 25 de octubre, 5:00 p.m., auditorio Universidad Nacional.
  • Presentación del libro Los Cines por Venir, de Jerónimo Atehortúa, quien además presenta su cortometraje La Ruinas (2021). Miércoles 27 de octubre, 11:00 a.m., auditorio Olimpia del Teatro Los Fundadores.
  • Charla: La Memoria Contra el Olvido, a cargo de la cineasta Daniela Abad. Jueves 28 de octubre, 11:00 a.m., auditorio Olimpia del Teatro Los Fundadores.
  • Pirotecnia (2019), de Federico Atehortúa. El aclamado documental del cineasta colombiano, una indagación en el registro audiovisual de la violencia nacional desde un punto de vista íntimo e histórico. Miércoles 27 de octubre, 3:00 p.m., Teatro Los Fundadores.
  • Memoria (2021), de Apichatpong Weerasethakul, el largometraje rodado en Colombia y protagonizado por Tilda Swinton. Miércoles 27 de octubre, 7:30 p.m., Teatro Los Fundadores.
  • Los Conductos (2020), de Camilo Restrepo. La obra del director colombiano radicado en Francia, ganadora del premio a la mejor ópera prima del Festival de Cine de Berlín 2020. Jueves 28 de octubre, 3:00 p.m., Teatro Los Fundadores.
  • Desolvido (2020), cortometraje de Andrés Roa, y concierto Cuatro Flechas, de Edson Velandia. Jueves 28 de octubre, 7:30 p.m., Teatro Los Fundadores.
  • Conversatorio virtual: El Cinema Novo Brasileño. Los Rastros de una Memoria Obstinada. Participan Paula Gaitán, Pedro Adrián Zuluaga y Eryk Rocha. Viernes 29 de octubre, 11:00 a.m., por las redes sociales de la FICMA.
  • Exhibición de obras de realizadores locales y regionales. Una oportunidad para encontrarse con el cine manizaleño y caldense. Viernes 29 de octubre, 2:00 p.m., auditorio Olimpia del Teatro Los Fundadores.
  • Película de clausura: El Film Justifica los Medios (2021), de Juan Jacobo del Castillo. El retrato generacional de un grupo de cineastas que revolucionó el cine colombiano a finales de los 60. Viernes 30 de octubre, 7:30 p.m., auditorio Universidad Nacional.

*Periodista y Crítico de Cine.

Especial para Quehacer Cultural.

Después de 67 festivales internacionales y 22 premios, LUZ arribó por primera vez a Manizales, su casa

En diciembre llega a Amazon Prime Latinoamérica.

El director de cine manizaleño Juan Diego Escobar Alzate, presentó en Manizales su ópera prima LUZ, exhibición que cerró un ciclo, con éxitos insospechados en nuestro medio, por varios de los festivales más importantes que se realizan en el mundo.

Estas fueron las palabras de Escobar Alzate ante el público que se congregó el 13 de octubre de 2021 en la sala principal del Teatro Los Fundadores para disfrutar de LUZ, oportunidad que al mismo tiempo sirvió de marco privilegiado para el lanzamiento del Festival Internacional de Cine de Manizales a realizarse del 23 al 20 de octubre de 2021.

“La primera vez que me paré en un escenario a presentar esta película estaba muy nervioso, no podía dormir ni descansar, fueron muchas noches en vela. Esa primera vez que la presenté fue en el festival de cine de Sitges en España, el festival de cine de género y fantástico más importante del mundo ante 1.500 personas, festival que siempre había sido mi sueño eterno y en donde por añadidura, y como si fuera poco, entramos a la competencia oficial, compitiendo ante obras de millones de dólares y de muchos de mis directores favoritos, con los que me topé, brindé y a los que algún día soñé conocer, pero ni en mi sueño más loco hubiera imaginado algo tan improbable, que una película pequeña de presupuesto, pero con un talento enorme detrás, de una región que no es conocida por el cine como es Manizales y el Eje Cafetero llegara a la cima.

Hoy, se cierra el ciclo y después de 67 festivales de primer nivel y 22 premios internacionales ya tengo la confianza para estar aquí de pie y sin nervios presentándoles este sueño que unió a muchas personas con un mismo propósito. Una película que logró lo que nunca llegamos a pensar, como tener una distribución internacional arrolladora con la que solo sueñan las películas colombianas, una pre nominación a los premios platino, una pre nominación para representar a Colombia en los premios Oscar 2020 y otra en los premios Goya, por fin y por primera vez estamos en casa, nuestro hogar y donde se gestó, Manizales.

LUZ no es una película como cualquier otra, no es una película que busca entretener, por el contrario, busca cuestionar y ayudar a sanar. Es una película que necesita de un espectador activo y no pasivo como la mayoría de obras que circulan en salas y plataformas, que lo único que hacen es hacernos perder la capacidad de cuestionarnos, de asombrarnos, de vivir, de sentir y nos alienan.

Esta es la única vez que esta obra se podría ver en la ciudad en una sala de cine o en un festival local porque en diciembre llegamos a Amazon Prime Latinoamérica y por supuesto Colombia.

Les quiero dar las gracias a todos los que nos han apoyado en este largo recorrido que comenzó como un sueño hace ya 8 años. También quiero agradecer a los que no nos han apoyado porque si algo tengo claro es que toda la vida me ha encantado callar personas con hechos, porque creo de sobra en mí, en mis capacidades, en mi profesionalismo y en el de mi equipo de trabajo.

Así que acá tienen ante ustedes esta película, que, si les gusta, ámenla con todo su ser y si la odian, ódienla con vigor. Eso básicamente es la vida, dualidad y como lo explora la película, la vida es luz y oscuridad, amor y odio, bien y mal, no puede existir una sin que exista la otra, son caras opuestas que se complementan. Nada en la vida es perfecto, y esta película ni el arte lo son, todo en la vida es ying y yang.

Así que les doy las gracias de parte de todo el equipo que no puede estar aquí hoy con nosotros, y de mi familia, este apenas es el comienzo, porque venimos a hacer cine y a cambiar ese paradigma de nuestra ciudad y de nuestra región. Feliz cumpleaños Manizales, esta película es tuya.

LUZ que guía y enceguece

El periodista y crítico de cine Andrés Rodelo, escribió sobre la película:

“En Luz, las facetas más sombrías y luminosas de la naturaleza humana se entremezclan con una intervención profunda de la imagen, un nivel de estilización audiovisual como nunca se había visto en el cine local. Crueldad, locura y fanatismo palpitan bajo la piel de esta obra que rinde culto a los colores del cine giallo, la ferocidad del terror y los desplazamientos por el espacio con steadicam de las películas de Terrence Malick”.

“Quien salga hoy del pase de Luz podrá experimentar sensaciones encontradas. Juan Diego Escobar sabe que nada es más importante que su visión, una que no toca al espectador con la suavidad y el encanto del cine inofensivo, sino que lo lleva por un camino pedregoso, en donde el martirio de sus personajes puede llegar a sufrirse en carne propia”.

Lea el artículo completo en:

https://www.redespiral.com/luz-que-guia-y-enceguece-or-andres-rodelo/?fbclid=IwAR2ZQaWLor0bidSwvIn2KOIXoZ-qRxEUPbYkqvo0hBx_VmVjTAls-UmOIH4

 

“Estoy bien”

Los estudiantes de Publicidad de la Universidad Católica de Manizales,  Nicolás Cruz Betancur y Manuela Salazar Cardona, fueron nominados a mejor proyecto audiovisual de ficción por su cortometraje “Estoy bien”, en los Premios Corte Final de la Universidad Católica de Pereira. Esta propuesta busca concientizar a los jóvenes sobre la necesidad de expresar sus emociones y problemas en ambientes de confianza y seguridad.

Como lo mencionan Manuela y Nicolás, el cortometraje surge de una problemática social: la ansiedad y la depresión. Desde este punto, analizaron la importancia de trabajar en un producto que permitiera sensibilizar a las personas sobre cómo estás condiciones se pueden manifestar pasivamente de maneras diferentes, reprimiendo emociones y haciéndole creer a los entornos personales que todo está bien.

Distintas realidades

El cortometraje “Estoy bien” muestra a una universitaria que le relata a su mamá en una carta cómo ha sido su estadía fuera de casa, las cosas buenas que le han pasado y todo lo que ha aprendido; paralelamente, en imágenes se refleja una realidad diferente, se ve a la protagonista con problemas para acostumbrarse a su nuevo día a día con una lucha diaria para mantenerse en pie y seguir con su vida.

“Este corto lo hicimos con mucho cariño y como un llamado a los jóvenes para que no tengan miedo de expresar sus emociones y problemas con personas que se sientan cómodos y seguros. Es importante detectar a tiempo cómo nos sentimos, antes de que sea demasiado tarde”, explica Nicolás.

Premiación

Los Premios Corte Final galardonan el talento de estudiantes universitarios a través de sus productos audiovisuales, fotográficos, escritos, digitales y sonoros. Los Premios, que se realizan desde el año 2001, tendrá su entrega de reconocimientos el próximo 15 de octubre de 2021.

Un diálogo sobre el suicidio: cine, psicoanálisis y psicología social

Jaime Alberto Carmona Parra, profesor de la Escuela de Psicología, y Carlos Fernando Alvarado Duqueprofesor de la Escuela de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Manizales, son los editores académicos del libro “Un diálogo sobre el suicidio: cine, psicoanálisis y psicología social”, junto a Florentino Moreno Martín, de la Universidad Complutense de Madrid, España.

La publicación de 275 páginas es producto de la investigación “Suicidio: cine, psicoanálisis y psicología social”, que desarrollaron de manera conjunta los grupos de investigación de la Comunicación y en Psicología Clínica y Procesos de Salud de la Universidad de Manizales.

“Su propósito es que los estudiantes y los profesionales de todas las disciplinas puedan acercarse a la comprensión del fenómeno del suicidio, en un diálogo entre el cine, el psicoanálisis y la psicología social. Esta escrito de una manera didáctica para que pueda ser comprendido, y lo más importante es que la discusión teórica se va a comprender desde las producciones cinematográficas, una opción que tendrán los lectores, dado que no existen reflexiones similares que permitan generar un diálogo entre las ciencias sociales y el cine”, explicó Jaime Alberto Carmona Parra.

La obra, publicada por la editorial El Manual Moderno S.A, contiene 15 capítulos en los que se hace un abordaje teórico que aporta fundamentos psicoanalíticos y psicosociales, y posteriormente se presentan algunas películas, con las que se hace un análisis detallado desde el lenguaje cinematográfico y su relación con el suicidio.

“El aporte del cine a este libro es importante porque sirve como un tablero de exposiciones. La discusión sobre el suicidio vista desde varias líneas del conocimiento encuentra en las películas un lugar para ejemplificarse, para mostrar un poco cómo los elementos teóricos pueden entenderse a la luz de los relatos de las películas”, explicó Carlos Fernando Alvarado Duque.

Quien lea el ejemplar identificará que las cerca de 60 películas de las que se hace referencia,  le permitirán comprender, como si fuera una situación de un caso real, las discusiones conceptuales que desarrollan los autores, dado que cada una tiene narrativas con un enfoque sobre el suicidio, en el que se hace una lectura de los personajes, de los elementos dramáticos, de la puesta en escena, que es transversal en todo el libro.

El libro llegará en noviembre a las principales librerías del país.

El dato: El libro “Un diálogo sobre el suicidio: cine, psicoanálisis y psicología social”, será presentado en la 35 Feria Internacional del Libro de Guadalajara, que se realizará del 27 de noviembre al 5 de diciembre.

*Comunicador Social y Periodista. Universidad de Manizales.

Una fiesta del cine y de la vida, una fiesta de los reencuentros

La realización de Eurocine este año en Manizales, salpicada por los dolores de la pandemia, tuvo repercusiones extraordinarias para el reverdecer cultural y artístico de la ciudad. Significó, entre otros acontecimientos, la reapertura del Teatro Los Fundadores, después de 16 meses de cierre, “una especie de vientre materno y en esa lógica de volver al vientre es también la posibilidad de sanar, de curar colectivamente”; el reencuentro con el público, “volver a vivir la experiencia de la cercanía del otro, de la resonancia poética del otro al ver una película”; conversaciones entrañables en “una fiesta del cine y de la vida, una fiesta de los reencuentros y una enorme posibilidad de plantearnos un punto de partida para lo que significa ir retomando el rumbo de la sensibilidad y de la estética de la ciudad”; el cine como instrumento de cohesión “una posibilidad de sanar también, de reconfigurarnos como humanidad”; aliados comprometidos “en la restitución del valor utópico del Teatro Los Fundadores como suceso literal del renacer y renacer para las artes”.

Es así que la 24 edición de Eurocine Fuera de límites, quedará incrustada en el corazón de la ciudad y en el alma de los manizaleños, improntas que se revelan auténticamente en las palabras del Comunicador Social y Periodista, Federico Zapata Ospina, Director de la Feria Internacional de Cine de Manizales, entidad encargada de la organización y realización junto a RedEspiral.

EUROCINE 2021 EN MANIZALES. Fue el resultado de un proceso amplio del orden institucional, del orden de la gestión, del orden de apertura de lo que significaba la ciudad como posibilidad para que el circuito de Eurocine se sucediera. Tuvimos que hacer gestiones previas con la organización nacional, esbozar los argumentos que como ciudad planteábamos en términos de apertura de la sala más importante de la ciudad que es el Teatro Los Fundadores, como sede del festival, las condiciones de bioseguridad, las condiciones técnicas y sobre todo la posibilidad de que el teatro y el festival se convirtieran en el símbolo justo del reencuentro, de la reapertura, de la fiesta por la vida y por el cine. En esa ruta, el antes del evento fue un proceso de acuerdos interinstitucionales, de lo que nosotros hemos llamado las pedagogías del arte frente a la institucionalidad, que no es otra cosa que entidades como Infimamizales y Aguas de Manizales entendieran el valor poético y profundo de representación institucional que hay en eventos artísticos, en este caso desde el cine y lo que el cine puede configurar en los imaginarios de la gente, qué es lo que el cine logra anidar en los afectos de la gente. En ese proceso logramos que el Festival Eurocine no. 27, que tiene como lema Fuera de límites, estuviera en Manizales, que se hiciera en el Teatro Los Fundadores y, muy importante, con acceso libre para los públicos. Insistimos mucho de parte de la Fundación Redespiral en la necesidad de que la ciudad tuviera como gran invitado al público manizaleño, de que se consolidara como un ritual del reencuentro y que era fundamental recuperar los afectos, las cercanías y las presencias de los públicos.

RESPUESTA DEL PÚBLICO. Iniciamos el Festival Eurocine el 5 de julio, un primer ciclo hasta el 15 de julio con una realidad de salud pública muy delicada porque estábamos casi al 100% de la ocupación de ucis lo que nos puso en un escenario bastante complejo porque la Secretaría de Salud autorizó solo un aforo de 50 espectadores en la sala principal y 30 espectadores en la sala Olimpia. La respuesta del público fue muy muy bella, de una complicidad profunda en términos de lo que representaba para la gente,  después de un año y medio, ver el teatro con público, ver la presencia de espectadores haciendo fila, la experiencia inmersiva de volver a ese teatro que es, como lo dijimos tantas veces, una especie de vientre materno, y en esa lógica de volver al vientre es también la posibilidad de renacer, de sanar, de curar colectivamente, hacer catarsis colectiva porque el cine será un lugar en el que la vida retumba y resuena de manera muy poderosa. Y contar con la complicidad de los públicos, con el entendimiento de las restricciones que se tenían, a los impresos, al esquema de bioseguridad. Fue muy interesante saber que también hay un escenario de aprendizaje en esta reconfiguración de los espectadores. Todos somos nuevos espectadores, todos estamos siendo espectadores muy distintos en la pos-pandemia porque pasamos de que el arte se sucediera en nuestros ordenadores, sentados en la sala o en la cama, a volver al teatro, a volver a vivir esa experiencia de la cercanía del otro, de la resonancia poética del otro al ver una película, por eso hablamos tanto del valor ritual de la posibilidad de que el festival se sucediera. Para el primer ciclo tuvimos 2.700 espectadores con tres proyecciones diarias y cuatro el fin de semana; para el segundo ciclo, que fue del 19 al 29 de julio tuvimos 4.000 espectadores con dos proyecciones diarias y tres proyecciones el fin de semana.

EL VOLVER AL RITUAL DE LOS FOROS.  Hicimos en total 20 días de festival con foros de todas las películas. Convocamos nuevamente a la palabra, al ritual, a la posibilidad de que los públicos también tejieran presencia desde sus propias palabras, desde las formas en las que el cine retumba también en sus adentros y a partir de allí fuimos construyendo esa especie de segundo momento del cine, qué es lo que pasa después de que la película finaliza, y consolidamos una presencia de público importante en estos conversatorios en torno a las películas. Fue una experiencia que a la larga nos puso a reconfigurar el concepto de frontera, de límites social, político y ambiental, de una reconfiguración de la otredad y de la diversidad muy profunda, una posibilidad de ponernos en diálogo entre realidad distintas del planeta pero con lugares comunes muy interesantes de ser analizados, y sentimos que fue una fiesta del cine y de la vida, una fiesta de los reencuentros y una enorme posibilidad de plantearnos un punto de partida para lo que significa ir retomando el rumbo de la sensibilidad y de la estética de la ciudad.

LA DISTOPÍA COBRÓ MATERIALIDAD. Nosotros hemos hablado de un elemento muy importante y es que, en el 2020, el año de la pandemia, tomó forma la distopía. Estos escenarios que parecían apocalípticos, donde en el cine veíamos a los seres humanos colmados de miedo, el afuera representaba un temor donde todos andaban con máscaras, con miedo de relacionarse con el otro o aislados, esos universos de la ciencia ficción que parecían distópicos, cobraron materialidad, se volvieron reales. Nosotros decimos, como decía Sábato, que son los tiempos de crisis los que más exigen las utopías entonces, si ya la distopía cobró materialidad porque no materializamos la utopía y en esa ruta de materializar la utopía hemos ido encontrando aliados maravillosos, y para nosotros que tenemos una relación histórica tan estrecha con el Teatro Los Fundadores, un lugar de memoria, que como decía Federico Fellini, ir al cine es como volver al vientre materno, porque uno se sienta a ver cómo la vida se desarrolla.

RECUPERAR EL TEATRO LOS FUNDADORES PARA LA CIUDAD. Reconfiguramos el valor utópico del teatro como la posibilidad literal de renacer y renacer para las artes, y renacer para la poesía, y renacer para la danza, para la música, para el teatro, para el cine, y cómo en ese enorme vientre de 55 años que es el Teatro Los Fundadores, volvemos todos a sanar, volvemos todos a recomponernos después de estas grietas profundas, estas heridas que nos dejaron los años 2020, 2021. Y no solo en términos de pandemia sino en la realidad nacional del país que nos desbarajustó, que nos sacudió intensamente, que nos tiene desangrándonos hoy en día. El teatro por lo tanto también se vuelve un escenario político, cómo desde las sillas se ejerce movilización, cómo desde las sillas hay un activismo, hay una disposición a la manifestación crítica y profunda de lo que somos como realidad y entonces nos hemos puesto en la idea de también entender el profundo rol político que se cumple siendo un espectador de un festiva como estos, y como en el corazón, en el vientre mismo del paro también se hace activismo al ser un espectador que desde su palabra también sale a movilizarse y también moviliza las otras ideas y los contextos de los otros. Maravilloso recuperar la para ciudad el teatro, el teatro de puertas abiertas es como un abrazo expandido, lo hemos dicho, es un abrazo de invitación, un abrazo provocador, un abrazo detonante de esos que se requieren en estos tiempos tan llenos de peligrosos silencios, lo que necesitamos es que los teatros empiecen a retumbar y a hacer polifonía resonante para que logremos realmente plantearnos estas especies de trincheras poéticas que es el arte.

FERIA INTERNACIONAL DE CINE DE MANIZALES. Para la feria lo importante es que este año estamos consolidando un concepto mucho más amplio, un ecosistema audiovisual regional que justamente habla de salirnos de la eventualidad de los eventos que se suceden en un marco temporal. Se trata de la necesidad de que el cine se suceda durante todo el año, todo el tiempo. Por eso logramos realizar la franja de cine colombiano por Telecafé que nos tuvo muy activos en el primer semestre, logramos alianzas con el Festival de la Imagen, con el Festival Kumanday, hicimos Eurocine, y en el marco de la semana de la juventud adelantamos un proyecto de apreciación cinematográfica con jóvenes privados de la libertad. Todos estos microuniversos nos ponen a entender un poco la necesidad de que todo el tiempo estén sucediéndose cosas desde las pantallas, desde el cine, desde el audiovisual. Lo anterior es muy importante para la Feria Internacional de Cine de Manizales en su versión 12 de este año, que tendrá como tema En busca del tiempo perdido en alusión a Marcel Proust, y con la sensación de pérdida de la que venimos en 2020 y principios de 2021. Todos tenemos una especie de pérdida generalizada en el alma con relación a muchos frentes de nuestras propias vidas y quisiéramos desde el cine recomponer esa sensación y rearmar esos pedazos rotos para componer una nueva figura que, desde esas grietas, que como huellas quedan desde lo que hemos vivido colectivamente, también nos proporcione una especie de nueva cartografía para las rutas que vienen. Eso es para la feria este proceso, un tejido, una bella cartografía extendida en todos los sentidos porque hemos entrado en diálogo con públicos muy distintos, hemos entrado a trabajar en plataformas muy distintas y desde ahí estamos buscando que cada vez el público y la ciudad entiendan que el cine es una posibilidad de sanar también, una posibilidad de reconfigurarnos como humanidad. Creemos que es el tiempo de la libertad, el tiempo de liberarnos de tanta realidad y en esa lógica de la liberación también materializar la utopía, como lo decía ahora.

 

 

Pablo Larraín y la responsabilidad política

A mediados del 2019, el pueblo puertorriqueño derrumbó a Ricardo Roselló. Su entonces primer mandatario, después de una serie de manifestaciones sociales que involucraron a cantantes como Ricky Martin, Bad Bunny y René “Residente” Pérez. En noviembre y diciembre del mismo año, durante las manifestaciones en Colombia producto del infame “paquetazo de Duque”, el pueblo colombiano se quedó a la espera del apoyo de sus personalidades más célebres, uno de los más solicitados por el pueblo y destacados por su silencio fue el cantante J Balvin.

La presión de los manifestantes logró su efecto en el reguetonero. Durante un concierto en México en el mes de diciembre declaró: “yo no soy de izquierda ni de derecha, yo voy para adelante”. La evasiva que decepcionó a quienes esperaban una denuncia fue bastante elocuente: ser “de los que van para adelante” implica la protección de los intereses personales. Ante la presión de sus seguidores, la movida que le representaba menos pérdidas seguramente era no pronunciarse a favor ni en contra.

Pedirle a los artistas denuncias públicas en tiempos de agitación política es común (y sí, estoy metiendo en la colada de los artistas a reguetoneros y actores de telenovela). Esta necesidad de una declaración explícita por parte de los simpatizantes de un paro pone en evidencia varias cosas: la desconexión entre los artistas y el pueblo, la importancia de los “influencer” en la opinión pública y, lo más importante, el desconocimiento general de que la creación artística ocurre dentro de unas dinámicas sociales, políticas y económicas, no fuera de ellas. El arte no es un escape de la realidad, es un producto de esta y en esa medida es susceptible de ser interpretada desde lo político.

Enterrado en el siglo XIX se quedó la idea de “el arte por el arte”. Desde muy temprano en el siglo XX se asociaron la revolución política con la estética,  desafiar las convenciones y subvertir la forma tradicional del discurso o la representación implica una posición política, al igual que lo hace el uso de una forma de representación tradicional. No solo estas condiciones “intrínsecas” de la obra, forma y contenido, pueden ayudarnos a identificar la posición política de los artistas, también la forma de producción y distribución de la obra son susceptibles de ser leídas.

Habiendo tantos elementos que pueden ser leídos en una obra, desconfío de los artistas que explican su trabajo y hacen explícito lo que quieren comunicar. En esta época las redes sociales se han convertido en los medios idóneos para transmitir lo explícito. El arte comunica con su propio lenguaje, una obra se crea para transmitir aquello que las palabras no logran.

Por esto resulta admirable el trabajo de Pablo Larraín, cuya obra problematiza el tema de la política en una época en la que se observa una tendencia a reducir las posiciones a “es de izquierda” o “es de derecha”, sin caer en el maniqueísmo o en la propaganda. Su fórmula, que puede verse en películas como Tony Manero (2008), Post mortem (2010) y No (2012) es sencilla: en medio de la dictadura en Chile enfrenta a un protagonista abúlico con la violencia estatal.

La reacción más normal, quizás, sea huir. Este es el caso de Raúl Peralta, protagonista de Tony Manero, quien se evade de la realidad mediante el cine. Ve una y otra vez Fiebre de sábado por la noche y pretende perpetuar esta evasión imitando al personaje de John Travolta. Las frustraciones que experimenta a lo largo de la película le recuerdan que no es Tony Manero y cada que se revienta su burbuja reacciona con arrebatos violentos contra cualquiera que desenmascare su frágil fantasía.

Mario Cornejo, protagonista de Post Mortem, trabaja de asistente en una morgue. Mientras Peralta nunca menciona su posición política, Cornejo la oculta de forma activa. Se refiere a su trabajo como al de “funcionario” y cuando le preguntan si es funcionario público repite a secas: “funcionario”; después del magnicidio de Salvador Allende es llamado por un oficial del ejército para apuntar los detalles de la autopsia, pero por su incapacidad para operar una máquina de escribir lo reemplaza un militar; cuando su amante desaparece y pregunta en el ejército por su paradero, asiente apenas el oficial le dice “su mujer debe estar en su casa” y, por último, posterior a la autopsia de Allende, él no duda del suicidio pese a la sospecha de muchos. Seguramente el deseo de sobrevivir explica la pasividad de Cornejo y su deseo por mantenerse al margen del debate político, y estas ansias de supervivencia lo llevan a agachar la cabeza y asumir como verdaderas las declaraciones oficiales.

El protagonista de No, René Saavedra, es diferente a los anteriores. Su trabajo de publicista lo deja bien posicionado social y económicamente, no es un marginado social, pero comparte con los personajes anteriores el desinterés por la política. Su papel en la coyuntura es fundamental, lidera la campaña del “no” en el plebiscito que pretende legitimar en el poder a Pinochet. Después de la victoria de la campaña regresa a su vida de antes sin que su comportamiento se haya transformado como si ese episodio de su vida no lo hubiera afectado.

Ni Saavedra, ni Peralta, ni Cornejo salen transformados después de encontrarse frente a frente con las fuerzas del Estado, a pesar de las amenazas y de la violencia a su alrededor. Vivir en negación, pareciera decir Larraín, es la forma más efectiva para sobrevivir. Si estos personajes que vivieron la violencia de primera mano pueden girar la cabeza a otro lado, no debe sorprendernos que otros lo hagan también.

Fotos tomadas de internet.

*Escritor. Realizador de cine.

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La madre del blues, una adaptación desactualizada

Ganadora de dos premios Óscar, mejor peinado y maquillaje y mejor diseño de vestuario, aparte de recibir una nominación a mejor diseño de producción, Ma Rainey’s Black Bottom, traducida al español como La madre del blues, deja muy claro que le apuesta a la riqueza estética. Sus primeros minutos están llenos de color y textura y esta riqueza es efusiva y vital. Particular me resulta que al ver el tráiler no pude evitar pensar en lo triste que prometía ser la narración. Entre las danzas, colores vibrantes, sonrisas y música del material promocional, había algo que me causaba malestar.

Con esta película recién conocí el personaje histórico de Ma Rainey, la madre del blues, aunque no es necesario ser experto en historia para imaginarse lo peor en una película sobre músicos negros en la década de los veinte. La producción musical es un proceso técnico costoso y es evidente que los dueños de las disqueras en la tercera década del siglo pasado eran hombres blancos y con dinero.

Sin haber empezado la película todavía ya hay una situación tensionante que muy diestramente se acrecienta a medida que van entrando a escena los personajes y se solapan uno encima de otro, conflicto tras conflicto. En el campo de la tensión dramática La madre del blues se destaca y en términos de contenido, aunque no es novedoso el tema, es vigente. Su principal problema es que se raja en los aspectos formales de la narración.

La película está basada en un texto teatral de 1982. Pese a que desconozco el material original, es evidente que no hay un esfuerzo de los guionistas por actualizar la obra para que aborde la problemática del racismo en Estados Unidos, por lo que la forma del guion y la puesta en escena se sienten anticuadas y veces carentes de interés. La interpretación de Chadwick Boseman, que le mereció una nominación póstuma a los premios Óscar, es tan impresionante como fútil en su esfuerzo por darle naturalidad a unas líneas de diálogo densas que evidentemente fueron escritas para otro formato, y que pretenden alcanzar la misma crudeza que hemos visto en los últimos años desde películas como 12 años de esclavitud o videos como el del asesinato de Harold Floyd.

Las artes siempre han tenido la capacidad de singularizar problemáticas, habrá quienes digan que esa es su obligación. La madre del blues hace particular “el racismo” en abstracto, pero la nobleza de su intención nunca está a la altura de su propuesta estética, que le deja toda la responsabilidad a Boseman y a la actriz Viola Davis de ser los catalizadores de todas nuestras emociones a lo largo de la película y termina abusando de sus capacidades actorales mediante diálogos excesivos.

Al tratarse de una pieza histórica el pasado está visto desde la óptica del presente, en este caso, la película habla de los ochenta, época de redacción del texto dramático, la cual se caracteriza, entre otras cosas, por una presencia más significativa de personas negras en la cultura popular. Algunos de estos representantes que se me vienen a la cabeza son agrupaciones como Boney M y Earth, Wind and Fire o solistas como Prince y Michael Jackson.

Posiblemente el escepticismo ante esta representación de la diversidad en los medios y la cultura pop llevaron a August Wilson a escribir el texto dramático de Ma Rainey’s Black Bottom. Este título hace referencia a uno de los temas que graba Ma Rainey con su banda en la película. El “Black Bottom” es un paso de baile propio de las comunidades afroamericanas y su alusión en el título es importante pues el baile en el guion cobra una carga simbólica importante.

Entre los conflictos del argumento de la película hay uno muy particular, el hecho de que Levee, un músico de la banda, quiere tocar una versión bailable del tema Ma Rainey’s Black Bottom, pero Ma Rainey y los demás músicos se niegan, prefieren su versión tradicional.

Levee es un músico alegre, interesado por vestirse elegante, conquistar mujeres y, como dice al inicio de la película, “pasarla bien”. Esta es su intención última, y el final trágico de Levee pone en evidencia el desacuerdo del autor con esta visión del mundo y, en cambio, parece alinearse más con Ma Rainey, quien, pese a ser tan huraña y remilgada, considera la música como una necesidad y justifica su comportamiento de diva como un producto del racismo, pues trata al hombre blanco como esclavo a modo de justicia poética, más que un defecto propio del personaje o una consecuencia de su fama y fortuna.

La danza que realizan los negros frente a los hombres blancos es para Wilson, el dramaturgo, un gesto de sometimiento. Por eso los músicos le reprochan a Levee que baile frente a los hombres de la disquera. Como un ejemplo para quienes no entendemos el contexto, Cutler, otro de los músicos, cuenta la anécdota de un sacerdote que termina perdido en un pueblo de hombres blancos y se ve forzado a bailar para que no lo maten.

La idea de bailar para no morir también la presentó Donald Glover en el videoclip de su tema This Is America, en el que el baile alegre e inocuo del artista y de los niños en primer plano contrasta con las imágenes violentas que ocurren en el fondo. Pese a que Glover se rehúsa a comentar y explicar el contenido del videoclip, es posible hacer varias lecturas de este elemento del video. Uno, por ejemplo, que lo que está siempre en “primer plano” en los medios y la cultura popular son “los negros que bailan” y una lectura adicional posible, que complementa muy bien el discurso de Ma Rainey’s, es que solo “los negros que bailan” sobreviven en medio de tanta violencia.

Cuando la danza no se hace por placer sino para sobrevivir, la imagen del negro alegre bailando en un escenario se torna sombría. Posiblemente eso fue lo que vi entre toda la alegría del tráiler de Ma Rainey’s Black Bottom.

Hay productos previos a esta película que aprovechan mejor el medio audiovisual para comentar el racismo. This Is America, mediante esta alegría artificial con la que baila Glover en medio del caos violento, resulta terrorífico y ominoso. 12 años de esclavitud es mucho más brutal, su violencia es explícita y su montaje es lento e implacable. Atlanta, una serie creada y producida por el mismo Glover, muestra las zonas grises del racismo y muestra su lado absurdo.

En resumen, como película Ma Rainey’s Black Bottom puede no ser la mejor, pero sí destaca por su interés histórico como una forma de darle visibilidad a la obra teatral original, el trabajo tremendo de la dirección de arte y, sobre todo, el de la actriz Viola Davis cuya presencia escénica y carisma pueden superar sin dificultad la prueba del tiempo.

*Escritor – Realizador de cine.

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Glosas a un prólogo prometedor

Promising Young Woman no es muy clara con respecto a qué tan prometedor era el futuro de Cassandra. Su futuro quedó truncado después de que Nina, su mejor amiga, es víctima de una violación por parte de sus compañeros de universidad, avergonzada públicamente, ignorada por las autoridades competentes, acosada por el abogado defensor de su victimario y de este modo impulsada a su muerte.

La decisión de Emerald Fennell, directora y guionista de Promising Young Woman, de no contar esta historia es brillante. En lugar de eso, nos presenta a Cassandra unos diez años después, cerca a sus 40 años, aún viviendo con sus papás y sin mucha intención de irse, todavía traumatizada por la muerte de Nina, incapaz de superar el pasado y decidida a vengarse el resto de su vida.

Tres escenas antes de que inicie la narración de Promising Young Woman, esta se presenta con un prólogo que destaca por su frescura estética y el uso de unos recursos audiovisuales que merecen comentario.

I: El título

Empecemos por la tercera y última escena del prólogo, “la caminata de la vergüenza”. Primero vemos unas manchas rojas que parecen sangre en el vestido de Cassandra, aparece luego el título «Promising Young Woman» con una fuente de color fucsia que parece chorrear sangre también, al estilo de una película serie B violenta. El movimiento final de la cámara nos revela que Cassandra está comiendo hamburguesa y las manchas rojas son salsa de tomate.

La desconcertante discrepancia entre lo que comunica el título y el contenido de la película puede explicarse con esta escena. Promising Young Woman seguramente tiene influencia del género de serie B Rape and Revenge (“Violación y venganza”), famoso y escandalizante por su contenido explícito y cuyo argumento típico narra la venganza de una mujer después de ser víctima de una violación brutal. Fennell reconoce el género y hace una referencia mediante este título, pero tampoco tiene interés por hacer este tipo de película, por eso el chiste de la salsa de tomate. 

II: El guiño

La segunda parte del prólogo, la escena del apartamento, tiene un plano que llama mucho la atención sobre sí mismo. Cuando Cassandra se hace la dormida en la cama del hombre que la iba a llevar a su casa y este aprovecha para sacarle la ropa interior la vemos a ella en ángulo cenital desde el cielorraso abrir los ojos y mirar directo a la cámara. La “ruptura de la cuarta pared” es un recurso famoso para hacer evidente ante el espectador el artificio narrativo. Esta mirada de complicidad, aunque podría usarse de nuevo, no vuelve a presentarse, pero sí se conservan otros elementos de la puesta en escena que llaman la atención sobre sí mismos, que dan cuenta de la artificialidad del medio. Esto puede verse en la propuesta de arte, por ejemplo en el apartamento de Ryan, cuyas paredes combinan con el color de la vajilla y el del vestuario de la escena o también en la casa del abogado Jordan en la que hay flores marchitas muy convenientemente ubicadas a ambos lados de Cassandra para crear una composición simétrica.

Adicional a esto, desde la fotografía se recurre constantemente al encuadre con la cámara perpendicular al fondo, carente de profundidad de campo y de perspectiva, que transmite una noción de “teatralidad”. A fin de cuentas de eso se trata la película, del “teatro” de los caballeros que se hacen pasar por amables e inofensivos para después aprovecharse de las mujeres, y también del que hace Cassandra cuando sale de fiesta para ponerlos en evidencia.

III: La apertura

El mejor ejemplo de humor audiovisual en esta película y uno de los efectos más potentes son producto de una apropiación sencilla. Promising Young Woman abre con una sucesión de planos detalle de entrepiernas, nalgas y troncos de oficinistas maduros de sexo masculino bailando en cámara lenta. El montaje concluye con un plano general que nos revela el “parche de antenas” en la pista de baile. Este tipo de secuencias de apertura son comunes en el cine para adolescentes, involucran modelos o actrices reconocidas por su atractivo físico y se regodean en la contemplación de sus voluptuosidades. Al invertir los roles y “objetivizar” cuerpos de hombres maduros el resultado es patético, ridículo y, por esta misma razón, humorístico.

¿En qué medida es solo irónico el gesto? Se podría afirmar también que la secuencia fue realizada con toda la seriedad posible y que al cambiar el género, el atuendo y la edad de los bailarines, Emerald Fennell simplemente desea resignificar ese recurso audiovisual de los detalles anatómicos.

La utilización de Stars Are Blind de Paris Hilton en una secuencia romántica, Toxic de Britney Spears justo antes del clímax narrativo con un efecto sorprendentemente tétrico y el ya mencionado guiño a un género de cine serie B dan más cuenta de una intención de reinterpretar y resignificar elementos de la cultura popular, que por su naturaleza se miran por encima del hombro, que una burla fácil de unos productos desprestigiados. Aún así, la película nunca se pronuncia definitivamente y prefiere mantenerse en la ambigüedad.

Pero tampoco hay que sobredimensionar Promising Young Woman. Pese a la riqueza en su autorreferencialidad y a sus cuestionamientos a algunas convenciones del quehacer audiovisual, la película no se preocupa por cuestionarse a sí misma ni a su protagonista, pretende que el episodio oscuro del pasado de Cassandra sea suficiente justificación para todas sus acciones. El plan maestro de Cassandra nunca enfrenta obstáculos y en cambio todo lo que ella necesita para ejecutarlo va cayendo como del cielo, por lo que nunca es puesta a prueba su determinación. Solo en un momento un personaje le sugiere dejar atrás el pasado, pero en la siguiente escena una nueva situación reabre su herida y renueva sus convicciones sin darle espacio para reflexión ni duelo.

La película termina pareciéndose a Cassandra, no sabe si tomarse en serio o burlarse de sí misma y lo más grave, para la obra, es que parece contener todo su potencial de agresión. Tratándose de un tema tan incómodo, esta película debería incomodar, sin necesidad de llegar al punto del escándalo. Los primeros minutos de Promising Young Woman son frescos, transgresivos, desafían nuestras expectativas y nos cuestionan como espectadores, iban muy bien encaminados. Y aunque el resto de la película no es decepcionante, sí carece de esta chispa de los primeros minutos.

How 'Promising Young Woman' Weaponizes Hollywood's Nice Guys - The Ringer

*Escritor – Realizador de Cine.

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El Simio del Pantano Espacial, comedia de ciencia ficción hecha en Manizales

Lo que comenzó como una campaña publicitaria para anunciar la séptima temporada del Cineclub Estúpido de Manizales, terminó en la grabación de un corto llamado El Simio del Pantano Espacial. El director de la pieza audiovisual, Jeff Ruiz Rave, es Licenciado en Filosofía y Letras de la Universidad de Caldas y un apasionado por el género del miedo, el terror, los zombis y la ciencia ficción.

Jeff Ruiz escribió el guión a partir de dos piezas audiovisuales que él mismo creó, lo que se convirtió en un reto, pues por lo general una historia audiovisual se graba a partir de un libreto, pero en este caso el orden de la creación volvió más interesante la producción de El Simio del Pantano Espacial.

El trabajo de este director consistió escribir el guión, grabar algunas escenas, editar el material y crear los efectos espaciales. “Fue una lógica inversa. Teníamos un catálogo de escenas que funcionaban muy bien para publicitar el cineclub, pero muy mal para armar un corto, entonces hicimos un intento por cambiar la estructura y conectar la historia”, comentó Jeff Ruiz.

El corto se rodó a inicios de este año en distintos lugares de Manizales: exteriores del Estadio Palogrande, antiguas ruinas de la Clínica San Juan de Dios, barrio Los Rosales, Universidad de Caldas, sede de Jolly Roger, cementerio San Esteban y otras calles de la ciudad, escenarios donde se recrea la llegada de un simio reptil que aterriza de la Galaxia Andrómeda en una nave espacial y comete varios crímenes con su arma extraterrestre. Un cinéfilo es una de las víctimas de la criatura y un investigador le sigue la pista en medio de hechos fantasiosos.

En la producción participaron James Marín, Juan Reptil, Edd Muñoz, Emily Naranjo, Juan David Galvis, Luisa Ortegón, Juan Camilo Perdomo, Santiago Álvarez y Juan David Giraldo. “Es un corto recursivo. Del Carnaval del Espanto, realizado el año pasado, nos quedó una máscara del Monstruo de la Laguna Negra, un traje de simio y una pistola alusiva a la ciencia ficción. Partió de lo que teníamos y no nos preocupamos por los medios, por eso es de bajo presupuesto. Aquí lo importante era la historia”, explicó Jeff Ruiz.

El interés y la pasión que Jeff Ruiz siente por el terror nació desde niño y ahora, como él mismo se define, es un ‘itinerante en el mundo de las artes’. Desde la escritura, los fanzines, la ilustración y la gestión cultural, ha creado proyectos de sus géneros favoritos.

En el 2019 publicó su primer libro La Casa de Basalto y otras historias y el segundo está en proceso de edición. El año pasado fue uno de los promotores del Carnaval del Espanto; está vinculado al proyecto Ciudad de Almas, programa en formato de podcast que se publica cada mes y se abordan temas de brujas, misterio, muerte, funerarias, el lado oscuro de la navidad y otros contenidos.

Un corto que mezcla géneros del cine

Uno de los personajes principales de El Simio del Pantano Espacial es el Crítico de Cine y Comunicador Social y Periodista Andrés Rodelo. Él dirige el Cineclub Estúpido desde el 2013 y en el corto se personifica a sí mismo, pero con una personalidad que la historia de ficción creó.

“En un corto discreto y modesto y se pensó desde lo que teníamos. Consideramos que era chévere compartirlo por internet para que más gente lo disfrutara, después de su estrenó solo en la web debido a la pandemia. La producción puede ser muchas cosas, es comedia y un thriller policíaco, es una mezcla de géneros”, aseguró Andrés Rodelo.

Para el crítico de cine El Simio del Pantano Espacial está ligado a la formación de públicos propiciada desde el Cineclub Estúpido con la proyección de producciones de culto, películas raras, propuestas difíciles de asimilar que no tienen una audiencia numerosa ni entusiasta.

“Nosotros presentamos un cine de disfrute y para un nicho cerrado de cinéfilos. Se trata de lo que llamamos cine de serie B, o sea historias de género y de bajo presupuesto. En algunos casos son películas imperfectas en sus técnicas y segmentos de su narración. A estas historias se les nota la costura y tienen errores sublimes, son encantadoras por lo que plantean”, concluyó Andrés Rodelo.

La séptima temporada del Cineclub Estúpido se suspendió por los efectos de la pandemia, pero, sin duda, El Simio del Pantano Espacial queda como un referente del sentido que tiene esta propuesta para el cine.

*Subgerencia de radio – Radio Nacional de Colombia
acardona@rtvc.gov.co

Una pantalla para el cine de culto

Judex (1963), del francés Georges Franju, película que integra la programación de la séptima temporada del Cineclub Estúpido. 

El Cineclub Estúpido está de vuelta, tras una pausa de casi tres años. Les dijimos que esto no iba más y henos aquí, así que nunca confíen en nuestra palabra. Reactivar este espacio dedicado al cine de culto (películas raras, básicamente) nos parece crucial. Más allá de un par de iniciativas siempre comprometidas, el cineclubismo hoy en Manizales está adormecido.

Lo hacemos no solo animados por recuperar una vitrina que difunda propuestas al margen de las carteleras comerciales (nos oponemos a que sean la única oferta), sino también por ser la cuota extraña de los pocos cineclubes de la ciudad, lo que procura una variedad de perfiles entre los espacios del cine alternativo.

En Manizales hay apuestas por el cine comercial y (en menor medida) por el de prestigio artístico, bien sea antiguo o reciente. Llegamos a este escenario,  conscientes de la pérdida de sitios valiosos, estimulados por diversificar la oferta con una pantalla semanal para el cine de culto, categoría incomprendida por espectadores promedio,  y desechada por especialistas que solo se rinden ante los hitos del cine.

El cine que amamos, descartado en mitad de estos dos frentes, se vuelve una franja intermedia, un punto de encuentro para aquel cinéfilo apasionado que no se casa con esta u otra sensibilidad, porque las transita en búsqueda de la calidad, indiferente de su procedencia, reconocimiento y estilo. Un cine que es una papa caliente; obras excéntricas, salvajes, viscerales, extrañas, impensables, desconcertantes, sorprendentes, sublimes.

Películas que le dan a este espectador aquello que desea: trabajos novedosos por su dimensión insólita, que rompen convenciones y expectativas, que se liberan sin atender a métodos y procedimientos, dispuestos a lidiar con los errores y aciertos que esta decisión conlleva. Una osadía que los vuelve platos exquisitos para ciertos paladares, de allí la etiqueta de culto, que refiere a un grupo pequeño de espectadores cuyas prácticas pueden ser tan similares como las de una secta.

Lo otro es la diversión, parte esencial del Cineclub. No olvidamos que este espacio es una fiesta, entre muchas cosas más. La oportunidad de pasarla bien y de exaltar el entretenimiento como una herramienta ignorada y despreciada de conocimiento, sin perder del radar la formación de público cinematográfico.

Bienvenidos a la séptima temporada del Cineclub Estúpido. Acompáñennos en este viaje por 13 películas, del 27 de febrero al 28 de mayo.

Programación

. Febrero 27.  One cut of the dead (2017).

. Marzo 5. Irma Vep (1996).

. Marzo 12.  El charro de las calaveras (1965).

. Marzo 19.  Belladonna of sadness (1973).

. Marzo 26.  Knife + heart (2018).

. Abril 2.  Judex (1963).

. Abril 16.  Four lions (2010).

. Abril 23.  Youth of the beast (1963).

. Abril 30.  The devil rides out (1968).

. Mayo 7.  Walkabout (1971).

. Mayo 14.  Seconds (1966).

. Mayo 21.  Valerie and her week of wonders (1970).

. Mayo 28,  Diamantino (2018).

* Jueves a las  6:30 p.m., en Jolly Roger (Avenida Santander No. 55-28, dentro de Amhara Café). Entrada libre.

*Periodista y crítico de cine.

 

Las diez películas más esperadas del año

En la foto:  Johnny Depp y Mark Rylance en una imagen de Waiting for the barbarians, la reciente película del colombiano Ciro Guerra.

Hacer una lista de las cintas más esperadas del año es una apuesta incierta. No hay garantías de que esas obras puedan marcar la diferencia, más allá de la calidad que representan los trabajos previos de sus directores.

Puede que de aquí a unos meses alguna película que no estaba en el radar se imponga como la revelación del año, que irrumpa de tal forma que dañe los planes sobre dónde estarían las buenas propuestas, algo muy saludable para el panorama del cine, dicho sea de paso. La otra posibilidad es decepcionarse con aquellas que tanta ilusión generaban.

Esto en un escenario en donde las películas provienen de fuentes diversas: grandes y pequeñas productoras de Hollywood, plataformas de streaming, latitudes apartadas de los focos de producción mayoritarios, con decididos propósitos comerciales o no.

Si antes el cinéfilo tenía controladas las vías por las que llegaba al cine, hoy no es tan sencillo. Se debe ser más atento, encender las alarmas, estar al tanto para hacerse una idea medianamente justa de lo que ocurre con el cine contemporáneo.

Tarea ardua, pero necesaria para no caer en el conformismo y la equivocación de que no hay vida más allá de las carteleras comerciales. Aquí una lista de 10 películas a las cuales seguirles la pista este 2020, clasificadas según mi grado de expectativa:

1. Luz, de Juan Diego Escobar Alzate

El año esperado para ver la ópera prima del cineasta manizaleño luego de su paso por festivales del mundo como Sitges, el más importante de cine de género. La obra, filmada en las inmediaciones de la capital de Caldas, es un western fantástico con toques de folk horror sobre una comunidad aislada en las montañas liderada por un predicador conocido como El Señor y a la que llega un supuesto mesías. Por confirmar fecha de estreno en Colombia.

2. Dune, de Denis Villeneuve

El director de Arrival (2016) adapta la monumental novela de ciencia ficción escrita por Frank Herbert, tarea en la que fracasaron tanto David Lynch como Alejandro Jodorowsky. Un elenco de lujo que incluye a Timothée Chalamet en el papel de Paul Atreides, protagonista del libro. Llegará a las salas en diciembre.

3. Memoria, de Apichatpong Weerasethakul

El cineasta tailandés, ganador de la Palma de Oro en Cannes por El tío Boonmee que recuerda sus vidas pasadas (2010), rodó esta película en Colombia y que protagoniza Tilda Swinton. El realizador indicó que la obra abordará los miedos y la imaginación que suscitan la violencia colombiana. Aún sin fecha de estreno.

4. Waiting for the barbarians, de Ciro Guerra

El debut en inglés del colombiano es una adaptación de la novela homónima del nobel sudafricano J. M. Coetzee, quien escribe el guion. Un magistrado británico en una pequeña ciudad colonial cuestiona su lealtad al Imperio, mientras ignora una guerra inminente. Johnny Depp protagoniza esta cinta que pudo verse durante el pasado Festival de Cine de Venecia, pero que todavía no tiene fecha de estreno comercial. Robert Pattinson y Mark Rylance se suman al reparto.

5. First cow, de Kelly Reichardt

La directora de Wendy y Lucy (2008) se embarca en un relato de época sobre un cocinero y un inmigrante chino que sacan provecho económico al ordeño de la vaca de un terrateniente en el Salvaje Oeste. Se estrena en marzo en Estados Unidos, pendientes los lanzamientos en el resto del mundo. Produce A24.

6. Mank, de David Fincher

Herman J. Mankiewicz, coautor junto a Orson Welles del guion de Ciudadano Kane (1941), es el personaje al que
Fincher dedicará este biopic de Netflix protagonizado por Gary Oldman. Sin fecha de estreno confirmada.

7. Annette, de Léos Carax

Adam Driver y Marion Cotillard protagonizan este musical del artífice de Los amantes del Pont Neuf (1991). El cineasta francés no estrena una película desde Holy Motors (2012). ¿Se estrenará en Cannes?

8. Tenet, de Christopher Nolan

El proyecto más ambicioso de Nolan, como lo reconoció en una entrevista, tendrá de nuevo los ingredientes que el inglés domina como pocos: acción, espionaje, viajes en el tiempo y estructuras narrativas que rompen las convenciones. Estrena en julio.

9. Bergman island, de Mia Hansen-Løve

La directora de Edén (2014) nos propone el viaje de dos cineastas a Farö, isla sueca que inspiró al maestro del cine europeo Ingmar Bergman y en donde este ambientó varias de sus películas. Con actuaciones de Mia Wasikowska, Vicky Krieps y Anders Danielsen Lie. Todavía sin fecha de estreno confirmada.

10. Last night in Soho, de Edgar Wright

El cineasta británico regresa tras su película anterior, Baby driver (2017). Esta vez emprende un thriller psicológico del que solo se sabe estará ambientado en el Soho londinense. Fecha de estreno por confirmar.

*Periodista y Crítico de Cine.

Parásitos de toda clase

“La sirvienta se nos convirtió en la dueña de la casa”, dice Fernando Vallejo para ilustrar un deterioro en la relación de gobernantes y gobernados. La clase política colombiana, que se supone rendida a los anhelos de los ciudadanos, invirtió el trato entre las partes para declararse ama y señora, con la corrupción y el lucro como estandartes de esta trampa.

Palabras que Vallejo pronunció en un acto público, como se observa en el documental La desazón suprema (2003), de Luis Ospina. Casualmente, el escritor antioqueño da en el blanco de la indignación y el revuelo que marcan los destinos de Colombia y Latinoamérica en días recientes. Miles insisten en que la relación entre funcionarios y civiles debe dar un vuelco, retroceder a la esencia que establece dedicación al servicio de la sociedad.

Traigo a colación la frase de Vallejo, pues llegó a mi mente luego de ver Parásitos, el reciente largometraje del surcoreano Bong Joon-ho, ganador de la Palma de Oro del Festival de Cannes de este año.

Una obra que narra el plan de una familia pobre para que los empleados de una familia rica sean retirados de sus cargos y, de esta manera, los pobres consigan trabajo al reemplazarlos. Individuos obsesionados con el ascenso, con conquistar territorios sociales sin importar los medios empleados. No por nada, han sobrado las comparaciones entre Parásitos y El sirviente (1963), la obra capital de Joseph Losey, en la que un hombre dedicado a la servidumbre deviene en tirano gobernador de un hogar.

La afirmación de Vallejo resuena en la trama, gracias a la idea de relaciones cuyas naturalezas se alteran para fines mezquinos y ambiciosos.

Importante aclarar que lo cuestionable no es que la sirvienta se vuelva dueña de la casa, como si el problema fuera que ella no permanece en su sitio y se niega a rendir pleitesía al patrón. Más bien, el debate apunta a la manera reprochable en que se da el ascenso, como en Parásitos, algo a lo que apunta la frase de Vallejo sobre el dominio de la clase política del país.

Los motivos que electrizan las protestas resuenan aquí y allá. En la convulsa realidad, en expresiones artísticas que están a la altura del espíritu de los tiempos para proponer diálogos que sacuden consciencias, que revelan y rebelan.

Fenómenos de alzamiento que responden a una amalgama de detonantes y que desembocan en una causa primaria: la cara más siniestra del capitalismo, como lo denuncian Parásitos y las actuales reivindicaciones. No por nada, Bong Joon-ho explicó que la acogida de la película entre audiencias del mundo obedece a que “vivimos en el mismo país llamado capitalismo”.

Habría que pensar en este modelo económico como una fuerza imparable que se abre paso por cualquier grieta, pese a estar arrinconada en ocasiones. Un monstruo incontenible de la naturaleza que configura el entorno a su gusto, según la época.

No era lo mismo este sistema hace 30 años que hoy. De allí que el valor de Parásitos radique en una incisiva lectura del aquí y el ahora, nada mejor para entender en clave de ficción ciertas realidades acerca de la fabricación de identidades e imágenes. Falsificación, engaño, ocultamiento, apariencias. Síntomas del capitalismo y su vinculación a la era digital.

Como lo menciona Vallejo, hablamos de jerarquías, de clases por encima y por debajo de otras. Aun cuando parezcan separadas, aun cuando unas se resistan a convivir con otras, finalmente interactúan (sin remedio) por vínculos de autoridad, sumisión, dependencia y complicidad. Como los políticos y los ciudadanos, como los ricos y los pobres.

*Crítico de cine y periodista.

 

Juan Diego Escobar, el retador del cine de género

Caldas estará presente en el Festival de Cine Independiente de Bogotá (IndieBo), que se realizará del 16 al 26 de julio. Luz (2019),  escrita y dirigida por el manizaleño Juan Diego Escobar Alzate, será la cinta de clausura del evento, que acoge en su selección a esta película que se estrena en Colombia,  grabada en las inmediaciones del Hostal La Laguna, en Villamaría.

Consulte www.indiebo.co para conocer los precios de los paquetes. Esté atento a la programación.

Luz.

Manizales city (1925): documental. Helena (2008): drama. Gaseosa (2013): drama. Luz (2019): wéstern y fantasía. He ahí un repaso por los títulos y géneros correspondientes de los cuatro largometrajes realizados en Manizales por directores de la ciudad y de otras partes de Colombia.

De estas obras se tiene registro, pero aún se escuchan testimonios de actores y realizadores de antaño que aseguran haber rodado en la capital de Caldas y cuyos trabajos se perdieron ya sea inconclusos o culminados. Esperemos que algún día vean la luz y los recuperemos para beneficio de la memoria audiovisual caldense.

Quiero poner énfasis en el largometraje reciente, el de Juan Diego Escobar Alzate. “Nunca soñé con el Óscar, soñé con Sitges”, dijo el mes pasado en rueda de prensa del Festival de Cine de Sitges, el más importante del mundo de género y subgéneros, en donde su ópera prima, Luz, se exhibió en la sección principal.

Se trata de un sueño cumplido para el manizaleño, quien se declara un espectador compulsivo de este tipo de cine. No por nada, entre los objetos que decoran su habitación está un afiche de No profanar el sueño de los muertos (1974), la obra capital del español Jorge Grau sobre una epidemia zombi a las afueras de Manchester (Inglaterra). Sin olvidar las repisas y estanterías en su sala, repletas de películas en DVD y otros soportes. Una colección de cine de género que pondría los dientes largos a más de un fanático a estas películas.

La irrupción de Escobar Alzate traza una línea de exploración inédita para el cine local que se desmarca de una tendencia de los largometrajes previos, a pesar de tener aspectos en común que ya mencionaré. No para que sea algo mejor o peor, sino diferente, saludable para la producción de Caldas y que, contrario a sus predecesoras, está desinteresada en un registro fiel de la realidad, como en el documental de la década del 20 y en las dos obras de ficción posteriores.

Manizales city (1925), del antioqueño Félix R. Restrepo, es un retablo de imágenes, costumbres y personajes de la ciudad a comienzos del siglo XX. Helena (2008) y Gaseosa (2013), de Jaime César Espinosa y Pablo Villa, respectivamente, toman (por naturaleza) distancia del entorno real, a razón del terreno del que parten, la ficción.

Sin embargo, estas dos últimas son relatos que le indican al subconsciente del espectador que están más vinculadas a este mundo y no a otros regidos en gran parte por la imaginación como motor creativo y creador. Helena y Gaseosa descartan a la fantasía de sus sistemas y consolidan historias que, por la manera como están representadas ante la cámara, dan cuenta de un estilo que imita la apariencia y la naturaleza de los hechos en el mundo real.

En cambio, Escobar Alzate toma otro camino: el del cine de género y subgéneros, asociado históricamente a la línea de producción más comercial de Hollywood, a la que le resulta indiferente emprender proyectos con estilos que se asemejen por su apariencia a la vida real. “El cine no es un trozo de vida, sino un trozo de pastel”, decía Alfred Hitchcock, principio al que se acogen los blockbusters para ofrecer películas tan disfrutables (unas, otras no) como una rebanada de torta a la que pretenden sacar mucho dinero.

Lo curioso es que Escobar Alzate tiene poco que ver con lo anterior, a pesar de elegir un territorio de géneros colonizado por Hollywood. Que nadie espere de Luz un intrépido y crispetero wéstern, más bien se topará con un viaje desafiante, anticomplaciente, polémico y que cuestiona asuntos como la fe, el amor, la hermandad y la muerte. No es una cinta para toda la familia, de eso no hay duda, mucho menos un proyecto que busque dar gusto al servicio de la recaudación.

Esa voluntad artística es el orden rector de Luz y se impone a lo demás, incluso a los géneros. Es aquí como, sorpresivamente, la película se emparenta con las intenciones de Helena y de Gaseosa: trabajos que desechan al espectáculo (como lo entiende la línea de producción más comercial del cine industrial) de sus propósitos.

Esperamos que Luz tenga pronto distribuidor en Colombia para que todos puedan verla, incluido los espectadores de Manizales.

*Crítico de cine y Periodista.

Reír para no llorar

La retrospectiva Hitchcock/Kubrick: Clásicos para Obsesivos Compulsivos de Cine Colombia vuelve este 9 de julio. Dr. Strangelove (1964), el séptimo largometraje de Stanley Kubrick, inaugurará la segunda parte del ciclo, dedicada al director neoyorkino. 

En 22/11/63, novela de ciencia ficción firmada por Stephen King, un profesor de secundaria, Jake Epping, viaja desde 2011 a 1958 con una importante misión: frustrar el asesinato de John F. Kennedy. Transcurre la época del rockabilly, la fiebre del tupé y la bonanza de la posguerra, así como de la amenaza nuclear de la Guerra Fría y el sentimiento anticomunista.

Epping, desconocedor de la historia, corrobora ‘in situ’ el alcance de la situación política estadounidense de finales de los 50 y reconoce: “Había cometido la estupidez de dar por supuesto que la gente iba a vivir la crisis de los misiles de Cuba como cualquier otro incidente internacional pasajero, porque cuando yo estudiaba no era más que otro cruce de nombres y fechas que debía memorizar para el siguiente parcial. Así es como se ven las cosas desde el futuro. Para la gente del valle (el oscuro valle) del presente tienen otro aspecto”[i].

Quienes se sientan familiarizados con las palabras de Epping sepan que la repercusión del momento era tal que hasta el cine tomó precauciones al abordar el tema, en aras de no levantar alguna polvareda. Fue así como Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb, séptimo largometraje de Stanley Kubrick, una afilada sátira política inspirada en el libro Red Alert, de Peter George, se estrenaba al público el 29 de enero de 1964 con una declaración al inicio de su metraje. Advertía que nada de lo narrado estaba en riesgo de suceder, merced del férreo compromiso de las fuerzas militares de Estados Unidos por evitarlo.

El argumento de la película gira en torno al desesperado intento de líderes políticos y militares estadounidenses (reunidos en la ya legendaria sala de guerra) por interrumpir un ataque nuclear ordenado por un maníaco general gringo contra varios objetivos militares rusos, que de suceder pondría en jaque cualquier forma de vida sobre la faz de la Tierra.

Kubrick alertó que su historia no era más que un producto de la imaginación, que no podría tener lugar en los márgenes de lo real. Invitaba a no tomarse en serio la película y se curaba en salud para sortear cualquier revuelo social e intento de censura. Recordemos que el cineasta venía bastante disgustado: varios momentos de su cinta anterior, Lolita (1962), fueron víctimas de la tijera de los censores, lo cual lo llevó a asegurar que habría preferido no hacerla, como recoge el documental Stanley Kubrick: A life in Pictures (2001).

Sin embargo, la aclaración del director ha adquirido con el paso del tiempo la forma de una brillante coartada. En lo que parecía ser una comedia bélica indiferente e inofensiva se agazapaba una crónica descarada de su tiempo, tan contundente y más perdurable que otras películas de aquel año que se aproximaron al tema desde una óptica naturalista como Punto Límite, de Sidney Lumet, y Siete días de mayo, de John Frankenheimer.

El resultado: una histriónica parábola acerca de los hilos del poder en tiempos de tensión, mediada por la megalomanía e inconsciencia de los dirigentes de una nación al afrontar decisiones de trascendencia social, tomadas siempre en detrimento de cualquier principio ético o sentido de la responsabilidad. Una historia sin mira de sutilezas que confronta a la sensatez e insensatez con personajes que se debaten en hacer lo mejor para su país desde puntos de vista peculiares (unos más cuerdos que otros) para así invitar al espectador a que la única forma de sobrellevar el absurdo de aquellos días era reír para no llorar.

El llamado a la subestimación hecho por Kubrick se basaba en la poca correspondencia que tenían los hechos de la película, en teoría, con lo sucedido, más allá de que la narración tomara como punto de partida la crisis de los misiles. ¿Quién podía creerse a un general que encontraba en la fluorización del agua un motivo para atacar a los rusos o la ineptitud de la cual hacían gala sus protagonistas? ¡Hablamos de los líderes de Estados Unidos, por Dios!, lo que hizo que muchos se sintieran aludidos por la “mala imagen” que se ofrecía de estos, mientras que otros no se la tomaron a pecho al considerarla un fruto de la caricatura y la tergiversación.

No obstante, treinta años después de su estreno, Paul Lashmar, escritor y documentalista, se tomó el trabajo de investigar aspectos de la cinta por dos años. Vaya sorpresa se llevó al hablar con varios antiguos diputados estadounidenses, quienes admitieron que Thomas S. Power, general de las fuerzas aéreas durante la Guerra Fría, se comportaba de manera psicótica, algo que lo emparentaba (contra el pronóstico de los incrédulos) con un personaje de la película: el lunático general Jack Ripper (Sterling Hayden).

“Este fue el hombre que realmente tuvo el dedo en el gatillo nuclear durante muchos años. Kubrick capturó ese mundo de destrucción y locura con la mezcla de investigación y sátira precisa”[ii], reconoce Lashmar. Dicen que los grandes cineastas de Hollywood logran expresarse libremente, a pesar de las imposiciones del sistema. Kubrick fue uno de ellos.

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Notas:

[1] Stephen King, 22/11/63, Barcelona, Plaza & Janés Editores, 2012, p. 535.

[1]  “Dr. Strangelove and the Cold War Context”, sitio web: University of the Arts London, disponible en: http://newsevents.arts.ac.uk/40230/dr-strangelove-and-the-cold-war-context/

*Crítico de cine.