Todo en todas partes al mismo tiempo: un embutido de autor

«Si amas algo, no averigües cómo está hecho»

—Principio de las salchichas

El término “hacer salchichas” se utiliza para referirse a la elaboración de un producto de forma industrial, masiva y sin mayor reflexión. De este modo se puede emparentar con facilidad la industria de embutidos con la audiovisual, ambas producen en serie sin pretensión de innovación, pero también sin necesidad.

Todo en todas partes al mismo tiempo, dirigida por Dan Kwan y Daniel Scheinert acreditados como Daniels, es una película que combina el drama familiar con el cine de artes marciales y la ficción especulativa. Su título pretencioso, su narración abigarrada y su estética barroca, se presentan en un forro de corteza cósmica y trascendental, apetitoso para los ojos, pero con el relleno típico de una salchicha.

Esto puede verse en su división por capítulos, por ejemplo, que tampoco es una idea innovadora, pero sí pretende “desmarcar” su película de las narraciones convencionales para acercarla al género novelístico. “Todo”, “En todas partes” y “Al mismo tiempo”: estas son las tres partes que dividen la narración y que se corresponden con los tres actos de la dramaturgia tradicional. En general esta es la apuesta de los Daniels, hacer lo mismo de siempre pero presentarlo con otro empaque.

Vale la pena aclarar que Todo en todas partes al mismo tiempo no es mala ni aburrida. Pero sí hay que advertir que la primera mitad de la película consiste en una exposición bastante torpe. Hay mérito también en presentar lo mismo de siempre de una forma nueva, reinterpretar lo tradicional y este es su mayor logro. 

  1. Todo

El argumento de Todo en todas partes al mismo tiempo no puede ser más sencillo: narra el día particular de Evelyn Wang, una emigrante asiática en Estados Unidos, en el que resuelve los problemas que tiene con cada uno de los miembros de su familia y con su negocio. El conflicto empieza a gestarse cuando ella va con su esposo al IRS —la oficina de recolección de impuestos de Estados Unidos— y una versión de una realidad alternativa de su esposo le advierte del peligro en el que se encuentra. El drama personal se disuelve entre escenas de artes marciales y diálogo explicativo que va construyendo el universo de la narración. Lo clave es que coexisten en un multiverso las infinitas versiones posibles de Evelyn y de todos los demás personajes y que las versiones correspondientes pueden ser variaciones de esta Evelyn que tomó decisiones diferentes en su vida o versiones de universos completamente diferentes tanto en lo psíquico como lo fisiológico. La antagonista de la película es una versión de Joy, su hija, de un universo en el que ella fue una investigadora de los multiversos que la utilizó de rata de laboratorio. El objetivo de Joy es cazar a todas las Evelyn para vengarse de lo que hizo su madre.

Lo que vamos a ver a continuación son escenas de acción que se van alternando con la cotidianidad de ir al IRS, volver y preparar una fiesta. En cada combate Evelyn se “conecta” con otras versiones suyas del multiverso para adquirir sus conocimientos, cosa que termina pasando factura.

  1. En todas partes

La idea del conocimiento como fuente de infelicidad no es nueva, comer del fruto del árbol de la sabiduría expulsa a Adán y Eva del paraíso. En la vida, por lo general, el conocimiento a profundidad de algo también nos puede hacer infelices, nos puede dañar las experiencias que antes disfrutábamos, como cuando nos hablan de la explotación infantil por parte de una marca de ropa deportiva que usamos o nos enteramos de los torcidos de alguna figura política que respetamos. Así también podemos imaginar que la habilidad de ver versiones alternativas nuestras, de todo lo que pudimos haber sido si no hubiéramos cometido algunos errores o tomado decisiones diferentes, debe ser una fuente de profundo dolor. Esto es lo que ocurre con Evelyn.

Esto que experimenta Evelyn es lo mismo que experimenta la versión malvada de Joy, cosa que les permite acercarse. En su momento de crisis, Evelyn decide abrazar el nihilismo junto con su hija.

  1. Al mismo tiempo

No es necesario ser un gran conocedor para adivinar hacia dónde va la película. Si el conocimiento de la totalidad es lo que produce la crisis, la solución está en lo contrario, en los detalles del presente. Gracias al amor de su esposo, Waymond, Evelyn pasa de contemplar un todo abstracto y vacío a vivir a plenitud cada una de sus vidas y a mejorar las condiciones de quienes la rodean en cada uno de los multiversos. Para el final del día, en lo que podríamos llamar “multiverso 0” el del inicio de la narración, ella ha solucionado los problemas con cada uno de sus familiares.

Narrada así, sin toda la pirotecnia, queda en evidencia la sencillez del argumento, una mujer pasa de la crisis al desencanto y finalmente elige vivir y mejorar su entorno. Estos pasos son típicos de un héroe.

Las narraciones heroicas describen ese mismo proceso de muerte y resurrección. De forma alegórica nos permiten experimentar el proceso de crecimiento personal, nuestras muertes necesarias, por eso me parece que Todo en todas partes al mismo tiempo no aporta mucho, muestra de forma literal lo que debería estar en el subtexto, es decir, nos vende la salchicha al revés, con el relleno por fuera.

Sin intención de ofender, esta película podría tener el calificativo de “posmoderna”, su prioridad no está puesta en lo narrado sino en la forma y los recursos utilizados para la narración. En otras palabras: se preocupa menos por el “qué” y más por el “cómo”, y hacer una película comercial que llame tanto la atención sobre su forma y su factura es un logro valioso.

Aparte de algunos planos visualmente impresionantes y de un combate escénico impecable, algunas escenas de comedia absurda están muy bien logradas. A veces me parece pretenciosa y arrogante, así como también me pude identificar con los realizadores, con su exploración de las relaciones de aspecto, formatos y texturas de video y del uso de las convenciones de diferentes géneros audiovisuales para mostrar los diferentes universos, por eso tampoco puedo descartarla del todo. Sus puntos fuertes son muy fuertes, así como fuertes son sus debilidades. Tanto el amor como el odio que pueda recibir esta película es comprensible.

Podemos decir que Evelyn al final se dispone a vivir la vida que le tocó de la mejor manera, esto también pasa con nosotros al ver la película. Podríamos abrazar el vacío y concluir que todos los productos gringos son iguales, que si uno ve una ya las vio todas, sentirnos ofendidos por haber sido engañados con tanto fanático deslumbrado por tres truquitos de mago de primera comunión o pensar alternativamente «¡ojalá hubiera más gente que le pusiera tanto empeño a preparar una salchicha!»

*Escritor. Realizador de cine.

Pedro y el Siete Colores nominada a premio India Catalina

Producida por La Urbe para Canal TRO con la participación de artistas de Medellín, Manizales, Bogotá y Santander con la Producción General de Lina Cardona y Dirección de Rafael Urrea, la serie Pedro y el Siete Colores ha sido nominada como Mejor Serie Documental en los Premios India Catalina de la industria audiovisual colombiana. En esta serie Pedro Claver Téllez y Víctor Gaviria, recorren lugares emblemáticos pertenecientes al sur de Santander, donde sucedieron los hechos narrados en la novela Efraín González, la dramática vida de un asesino de Pedro Claver Téllez.

Esta docuserie, protagonizada por Tito Gómez (La Mujer del animal) propone una narración donde se privilegia la puesta en escena de los acontecimientos históricos que corresponden al periplo del bandolero Efraín González el “Sietecolores” por municipios como Jesús María Santander, Puente Nacional, Florián y Albania en Santander y algunos acontecimientos sucedidos en Chiquinquirá. A través de los testimonios de campesinos y pobladores de la región, en donde el bandolero Efraín González “El Sietecolores” se convirtió en un personaje polémico que pasó a volverse en un mito popular.

Como contrapunto, en la voz del reconocido director Víctor Gaviria, la serie documental presenta a lo largo de 10 capítulos un punto de vista sobre la violencia bipartidista y su significado para el destino del país, marcado por importantes sucesos de la violencia bandolera en la zona esmeraldífera colombiana en los años sesentas.

Apoye con su voto hasta el 23 de marzo en el siguiente link

http://www.premiosindiacatalina.com

 

La estética totalitaria en Argentina, 1985

Al terminar de ver Argentina, 1985 (2022), me levanté del asiento con un sentimiento amalgamado de emoción y desconcierto. La película está bien, sus valores de producción son altísimos, la reconstrucción de época, las imágenes de archivo que vemos en los créditos y que fueron reproducidas al detalle en la película son también impresionantes, así como lo es también la interpretación de Ricardo Darín, casi irreconocible por el maquillaje y por su magistral capacidad actoral, pero otras cosas que no terminaban de cuadrar en mi mente, sentía ilegítimo el disfrute que estaba experimentando, algo sobraba o algo hacía falta. Esa certeza de que algo no estaba bien pese no tener mayores comentarios negativos son la razón de ser de este artículo, una reflexión sobre la forma, una pregunta para profundizar en esa sospecha.

Analicemos, en primer lugar, la estructura. La forma de Argentina, 1985 es tradicional, Aristotélica: un solo protagonista, el fiscal Julio César Strassera, y un único objetivo, mandar a la cárcel a todos los integrantes de la junta militar argentina por los crímenes que cometieron contra la ciudadanía. Nos damos cuenta posteriormente de que la narración pertenece al género judicial, pues la mayor parte de la acción dramática ocurre en los juzgados, así como el clímax final. En tercer lugar también apreciamos elementos de la narración heroica —durante los primeros minutos Strassera intenta evitar la asignación de esta tarea, acorde con los pasos que menciona Joseph Campbell en “El héroe de las mil caras”: el héroe recibe un llamado a la aventura y posteriormente rechaza el llamado.

Esta reunión de ideas no representa ninguna innovación, mucho menos un conflicto, la película Veredicto final (1982) de Sidney Lumet, director especializado en el género judicial, utiliza también esta misma combinación de elementos. Frank Galvin,  protagonista de la película, es un abogado para quien la muerte es una oportunidad de negocio, así que va de funeraria en funeraria ofreciendo el pésame y su tarjeta para cobrar seguros e indemnizaciones hasta que un caso de negligencia médica lo conmueve tanto que decide ir a juicio contra el hospital y mediante este proceso vemos un arco de redención del personaje.

Muy fácilmente podemos ver cómo estos tres elementos generan un producto sólido y cohesivo en Veredicto final, pero en Argentina, 1985, vemos muchos de estos elementos sin terminar de anudarse correctamente. Por un lado, vemos a Strassera como un fiscal abúlico, pero no apático y posteriormente vemos a algunas personas que no están de acuerdo con que sea el fiscal encargado de reunir las pruebas en contra de los oficiales, pues él tuvo ese puesto durante el régimen y no hizo nada. Así como mencioné en el artículo sobre Pablo Larraín, el paso de la indiferencia al compromiso político es suficiente argumento para una historia, pero aquí el fiscal no da ese paso por voluntad, sino que lo fuerzan. Pudimos haber visto a Strassera enfrentarse con los demonios del pasado, comprometerse como ciudadano para redimirse por sus omisiones durante la dictadura o sobreponerse a las amenazas de un grupo de militares que le cortan el camino y lo presionan para que renuncie, pero no vemos nada de eso. Las amenazas se muestran como un acontecimiento más, apenas parte del contexto, no representan una acción dramática superior. No vemos a Strassera preocupado, intentando mantener la compostura para que su familia no se venga abajo ante la presión, las cosas pasan como una brisa de verano.

Si no estamos ante un drama personal en el que vemos el desarrollo de un personaje ante una circunstancia adversa, podríamos pensar que lo que ocurre en los juzgados sea el centro de Argentina, 1985, quizás la acción sea más externa, la lucha del fiscal contra el defensor, de la fiscalía contra la junta, pero ni siquiera escuchamos una palabra de la defensa en los juzgados, siempre que el representante de los militares se dispone a hablar pasamos de escena desperdiciando toda oportunidad de generar indignación a partir del cinismo evidente que este defensor tendría. Pudimos haber visto a un digno rival, alguien que nos hiciera sentir abyección y odio, un abogado carismático, encantador de serpientes, maestro de la retórica que pone a sudar frío al protagonista, pero en su lugar nos pusieron a un pusilánime más.

Así que, por último, es posible que si no se trata del drama personal ni del enfrentamiento, la película se parezca un poco más a JFK: caso abierto (1991) de Oliver Stone en la que el clímax consiste en una escena extensa en el juzgado en la que el fiscal muestra todas las inconsistencias en la imputación de Lee Harvey Oswald por el asesinato de Kennedy y sugiere que hubo más implicados. Incluso en los primeros minutos de Argentina, 1985 luego de que el fiscal forma un equipo, manifiestan de forma explícita el desafío que tienen: demostrar la responsabilidad de los militares, relacionarlos con la violencia de Estado sistematizada y generalizada en todo el territorio argentino, pues seguramente lo primero que hicieron fue lavarse las manos, de modo que la película sería detectivesca y cerebral, mostraría la reunión, la clasificación de la información y la elaboración de las pruebas y el argumento, pero también vemos poco de eso.

¿Qué es lo que nos muestra la película entonces? Un grupo de muchachos que creen en la justicia y la ley, un grupo de mujeres valientes que reviven en su testimonio de cautiverio todo el dolor y la humillación que pasaron, amigos leales, familiares incondicionales, un retrato general de toda la gente buena que estuvo detrás de este caso y que había en el país a pesar del clima pro-fascista que primaba en la sociedad, así como un sinnúmero de representaciones positivas de personajes y relaciones tan necesarias ahora en la pantalla grande, cada vez más poblada por nihilistas y cínicos.

El discurso del fiscal que evidentemente tiene el propósito estructural de clímax y que viene anticipado por una secuencia en la que vemos el proceso de revisión y múltiples reescrituras del texto sí resulta emocionante, pero se siente fuera de lugar porque esta escena no permite anudar nada. No hay una fuerza dramática activamente opuesta a Strassera, de modo que su discurso tampoco representa nada dramáticamente, es decir: no es una forma concisa de amarrar los testimonios previos que vimos en el juzgado, tampoco es una forma de dar un golpe retórico contundente a la defensa y mucho menos nos permite ver ese paso del fiscal de corbata abúlico a ciudadano comprometido, aunque hubiera podido ser todo eso.

Reitero lo dicho, pese a todo, la película emociona, pero emociona por el poder del material de base, porque el hecho histórico es inspirador y porque en Colombia también se han dado casos de ejecuciones extrajudiciales por parte de las fuerzas militares, así que podemos vincularnos con eso. También debemos reconocer la habilidad del elenco, los testimonios increíbles que encharcan los ojos de esas actrices tan poderosas, así como el equipo técnico capaz de producir esas atmósferas tan aptas para que la emoción surja, tanto así que este guion que mucho abarca y poco aprieta no impide el disfrute general ni tampoco evitará que la recomiende.

Aunque hay una cosa preocupante: si dejamos que la emoción nos nuble el pensamiento y permitimos que las obras con las que estamos de acuerdo políticamente sean menos precisas en su ejecución que las demás, estamos celebrando la propaganda y no el oficio audiovisual. La exaltación de la emoción con propósitos de persuadir, sobre todo en el ámbito político, son más propios del dictador que del defensor de la democracia. Con eso hay que tener mucho cuidado, no vaya a ser que los totalitarismos terminen por apropiarse de ese espacio de libertad que es la pantalla del cine.

*Escritor. Realizador de cine.

Aullidos, ladridos, zarpazos

Con cada crítica que escribo sobre cine colombiano, al ver cómo se han venido transformando nuestros paradigmas y mitologías en la gran pantalla, más comprendo la importancia de los acuerdos de paz para la cultura. La jauría, dirigida por Andrés Ramírez Pulido, es una película que solo puede existir posterior a estos, en un momento en el que no podemos seguir culpando a los grupos armados de la violencia del país. En lugar de eso, La jauría nos ubica en medio de un caleidoscopio de interacciones violentas y de relaciones mediadas por esta en un centro experimental de rehabilitación para delincuentes juveniles.

Detrás de su argumento parece haber una pregunta por el origen de los miembros de bandas criminales y grupos armados al margen de la ley. Ramírez Pulido responde con mucha seguridad, en las malas paternidades. Y aunque esta no es la respuesta definitiva, sí asoma una luz a un tema ignorado en nuestra tradición audiovisual. Los personajes de La jauría son todos hijos de padres ausentes o abusivos y estas relaciones han dejado cicatrices grandes en ellos. Eliú, el protagonista, termina preso por un intento de venganza al matar a un hombre que confunde con su padre y su hermano, carente de figura paterna, termina integrándose en una banda criminal.

Figuras paternas también son Adolfo y Godoy, el director y el jefe de seguridad del centro de rehabilitación, caracterizados de forma muy esquemática como el “bueno” y el “malo”. Adolfo es un hombre delgado de expresión pensativa que hace meditación con ellos y los trata con respeto. Godoy, más corpulento y vulgar, anda de escopeta en la mano y los trata como basura. Ramírez Pulido no es sutil al plantearlos, quiere que simpatizamos con Adolfo y a partir de la tensión de estos dos mueve algunos hilos narrativos. Godoy quiere ocupar el puesto de director, no cree en que la rehabilitación sea posible mediante buenas maneras.

La jauría no es una película fácil, está poblada de preguntas, de verdades incómodas, de violencia y, aunque parece totalmente fuera de lugar, de humor. Esto último es la jugada más audaz de Andrés Ramírez. La obra no es una comedia, pero algunas escenas están cargadas de un humor retorcido y satírico que complementa perfectamente el tono. Por un lado, permite momentos de livianos en medio de tanta infamia y por el otro, aumenta el impacto de los momentos de tensión que los suceden.

Por ejemplo, cuando vemos al recién ingresado Chucho hacer parte del inicio de la “terapia”, empieza siendo risible la acción de marcar de una lista de crímenes previamente seleccionados por Adolfo y admitir su culpabilidad. Los primeros ítems de la lista son convencionales: “ladrón”, “asesino”, “estafador”, pero los últimos adjetivos “bandido” y “malnacido” son más descabellados. La escena graciosa concluye con una secuencia en la que todos los internos recitan en coro la confesión de sus crímenes, otorgando un aire cultista que resulta incómodo y tenebroso.

Hacia el final del segundo acto uno de los presos se pronuncia en contra de Adolfo diciendo que anda “todo pepo por los pasillos” y recurre a otra serie de expresiones igualmente graciosas para referirse a su incompetencia. En la escena siguiente muere ahogado en una piscina atado de brazos y piernas. Adicionalmente hay otra serie de narraciones violentas dentro de la propia película, de muchachos golpeados y abusados sexualmente por sus padres, así como de varios homicidios. Las risas que provoca la película se silencian rápidamente por la violencia inmediatamente posterior que presenciamos.

Después del intento de fuga de El Mono, vemos cómo se cae esa fachada de filantropía del centro de rehabilitación. Adolfo mata a uno de los internos después de una noche de beber, replicando esos comportamientos paternos abusivos que tanto se ufana de no repetir y también nos enteramos de que el propósito del centro no es rehabilitar, sino utilizar a los muchachos como mano de obra para proyectos de construcción de privados y hacia el final hay un giro de tuerca peor cuando vemos a Godoy vender a dos jóvenes como mercancía.

Una observación adicional que me gustaría hacer sobre estas dinámicas de poder del centro es que resulta irónico el odio de los internos hacia su padre abusivo y su falta de respeto por Adolfo que cambia una vez este se comporta de forma autoritaria y cruel. Algo muy cercano a la realidad que añade un elemento adicional a esta problemática de la delincuencia juvenil.

Las impresiones que deja la película son fuertes, esta me invita a preguntarme qué tanto de lo visto es producto de la imaginación y qué tanto de esto ocurre o ha ocurrido realmente. La tradición violenta de nuestro país no está exenta de hechos ignominiosos y cosas como la venta de personas y los campos de concentración para jóvenes delincuentes, lastimosamente, no me parece fuera del espectro de posibilidades, menos aun tratándose de un grupo poblacional tan descuidado. Y por la forma como son retratados en La jauría, vincularse en bandas criminales y grupos armados parece la conclusión lógica de sus vidas.

El premio de la Semana de la Crítica de Cannes recibido por La jauría evidencia que internacionalmente el cine que habla de nuestra violencia se ve y se recibe bien. Las artes también tienen la opción de tratar temas de forma directa, herramientas como la sátira no sirven para comunicar sutilezas ni tampoco para sugerir nada. Ramírez Pulido no pretende apelar a todos los públicos, espera complicidad de sus espectadores, no seduce con preciosismo ni poesía. Su película está cargada de energía juvenil, es directa, punzante, lúcida y por estas razones, también incómoda.

*Escritor. Realizador de cine.

 

Cinco príncipes en busca de un trono

El regreso a la tierra prometida es una de esas premisas narrativas enraizada profundamente en nuestra herencia judeocristiana. En el contexto colombiano, a partir del segundo periodo del gobierno Santos, el programa de restitución de tierras y la firma de los acuerdos de paz inauguraron un capítulo nuevo dentro de nuestra mitología derivado de esta idea seminal, podríamos decir que un reencauche de este motivo: el regreso a la tierra despojada.

Los reyes del mundo, dirigida por Laura Mora, es una película de carretera que cuenta el viaje que hacen cinco jóvenes habitantes de calle para reclamar las tierras heredadas de un pariente. La directora no se ahorra ningún comentario: acorde con el argumento, las tierras nunca van a ser recuperadas mientras haya intereses privados con más poder que el Estado en esas regiones tan alejadas de las capitales.

En muchos aspectos la película se siente como una consolidación de dos tradiciones audiovisuales que se vienen explorando desde hace años en el país y también, por sus valores de producción tan altos gracias al aporte económico de públicos y privados, un acercamiento al cine industrial.

La primera tradición que recoge la directora es ese “neorrealismo criollo” popularizado por Víctor Gaviria que se ha convertido en un estándar de producción en el país, caracterizado por su recurrencia a los actores naturales y locaciones reales. En Medellín, particularmente, estas historias se han enfocado en el retrato de las juventudes marginadas, su búsqueda de un lugar en el mundo o el intento por construirlo. Ejemplos de esto son el ya clásico de culto Rodrigo D. no futuro (1990) o un poco más recientes, La playa D.C. (2012) y Los nadie (2016).

Otra de las tradiciones que retoma Laura Mora es la de la película de carretera o road movie, desafortunadamente asociada con una de las vertientes más mediocres de la comedia norteamericana y adaptada acá en Colombia mediante El paseo (2010). Ejemplos de mayor interés en nuestro cine nacional son el híbrido entre ficción y documental Memorias del calavero (2014), Apatía (2012) y El abrazo de la serpiente (2015), recorrido por la carretera fluvial del Amazonas.

Estas dos tradiciones se complementan con éxito en Los reyes del mundo. Cinco muchachos marginados parten en busca de la tierra prometida, ese lugar al cual pertenecer que les ha sido vedado desde siempre, sea por caprichos del azar o por indiferencia de algún dios. Lo único que necesitan es llevar a la notaría del pueblo los papeles que identifican a Rá, el protagonista, como legítimo heredero de su difunta abuela.

La road movie más tradicional cuenta cómo los personajes emprenden un viaje que les permite crecer o conocerse mejor, un giro más oscuro es ese del hundimiento progresivo en el corazón de las tinieblas. Esta película elige esa vía, es un viaje hacia el desencanto en el que la esperanza inicial se va apagando con cada desilusión y desencuentro que facilitan la burocracia estatal y —lo que me parece un poco excesivo— la tiranía del hombre blanco.

Pese a todo, no puedo afirmar que la película sea nihilista ni tampoco de propaganda. Al contrario, no hay en Los reyes del mundo un intento de forzar ningún mensaje, antes es una celebración de la juventud, la amistad y los viajes ligeros de equipaje. A pesar de la tragedia final, en el que pareciera comentar la directora, les pasa solo a los colombianos que se atreven a reclamar lo que es suyo, el tono de la película es bastante festivo y, dado el espíritu inextinguible de los personajes, quedan retratados más como héroes trágicos que como víctimas.

El argumento y la estructura narrativa son sencillas, vemos la trayectoria desde Medellín hasta esa tierra prometida y el viaje que inicia en fiesta va alternando entre conflicto y celebración. Esta sencillez no implica ningún defecto, antes establece un ritmo claro y usa esto a su favor como herramienta de tensión: la anticipación del guarapazo en medio de cada escena alegre, así como la seguridad de que va a haber un momento mejor al atravesar cada crisis. Y a lo largo de estas iteraciones, a modo de progresión, vemos el fortalecimiento de los vínculos de estos personajes.

 Es tanto el contenido que aporta esta película que resulta difícil mencionarlo todo, la abundancia de recursos trae consigo algunos excesos. Quizás lo más innecesario es la presencia de una segunda estética aparte de la realista, caracterizadas por la presencia de un caballo blanco, secuencias de sueño, como la que inicia la película, con una voz en off que recita un texto en un lenguaje tan diferente al de sus personajes se sienten postizas. Este ejercicio onírico, un recurso innecesario para comunicarnos el mundo interior de Rá, empieza a irrumpir en el argumento mediante la aparición del caballo en los momentos de vigilia, de modo que la separación entre fantasía y realidad se confunden para cuestionar los hechos narrados sin que esto traiga consecuencia mayor o aporte de forma significativo al argumento.

Este tono de ambigüedad ya se logra perfectamente sin necesidad de tanta parafernalia en la escena nocturna del burdel en la montaña con efectos mucho más potentes que el de la aparición del caballo blanco.

El problema principal de la película aparece al momento de representar la violencia. A diferencia de sus dos estéticas que diferencian fantasía y realidad y del impresionante despliegue técnico y cuidado con el que parecen rodados la mayoría de los planos, cada vez que hay violencia en escena pareciera haber una parálisis general. La representación es “esquemática” o “esbozada”, nada que ver con la propuesta estética general tan atenta al detalle. Es posible que esto no se deba a negligencia sino a razones económicas, la violencia explícita hubiera restringido la película para mayores de 16 o 18 años trayendo la pérdida de un público potencial.

Esto, que funciona como un método de extrañamiento involuntario, no impide el disfrute general de la película, pero sí deja un mal sabor en la boca, parece un error amateur en medio de tan altos estándares que maneja el equipo.

De todos modos, Los reyes del mundo no es una pieza de relojería, tampoco parece buscarlo. La road movie como género implica que el rodaje sea también una aventura, que el encuentro con lugares y situaciones inesperadas inviten a la improvisación y la adaptación. Muchos momentos poderosos de la película, como el del juego con la cerca eléctrica o la estallada de las luces del alumbrado público, parecen producto de una improvisación y por esto mismo resultan tan refrescantes.

La intención de Mora parece más enfocada en la búsqueda de este tipo de momentos llenos de espontaneidad que en la elaboración de un producto perfectamente labrado. Por esta razón, irónicamente, los momentos de más pulcritud técnica, en los que el equipo demuestra su más alto nivel de competencia, son los que más chillan.

En Los reyes del mundo el todo fue más que la suma de sus partes, aunque hay unas que suman más que otras. Los castings impecables junto con las técnicas de dirección permitieron que quedara registrado en cámara el espíritu de estos muchachos, esos rostros endurecidos de ojos brillantes. Estos actores, que sin necesidad de academia y sin más experiencia que la vital son capaces de transmitir y suscitar tantas emociones, son los verdaderos reyes.

*Escritor. Realizador de cine.

 

Agua y jabón para el rey del rock ‘n’ roll

El mes pasado Elvis llegó a la plataforma de video HBO Max y después de su relativo éxito en cartelera despertó mi curiosidad. No me dejó decepcionado, aunque sí notablemente confundido. Un ejercicio tan descarado de propaganda siempre despierta muchas preguntas.

El mejor adjetivo para calificar la película es «cuestionable». Desde sus decisiones estéticas hasta las de guion, mi relación con la película osciló entre el antagonismo y la indiferencia durante casi todas sus dos horas y media de duración y mi sorpresa fue grande al ver el nombre de un director veterano en los créditos, «Baz Luhrmann», reconocido principalmente por dos títulos de culto: Romeo y Julieta (1996) y Moulin Rouge (2001). Esta última, una comedia musical que me gusta personalmente y también a algunas leyendas del género como Stanley Donen (Singin’ in the Rain) y Robert Wise (West Side Story).

Luhrmann se hizo un nombre gracias a su estética expresiva y transgresora que involucra recursos como el abuso de colores brillantes y saturados en la escenografía y vestuario, miradas a cámara, angulaciones poco habituales, amor por la música popular e incurrencia en anacronismos que juntos lograban producir universos vívidos, vibrantes, desbordantes de energía y plenamente autoconscientes.

Este director no hubiera podido ser más apropiado para Elvis, una vida de conciertos, sexo, abuso de sustancias, resacas infernales y dramas dignos de folletín suena como el conjunto perfecto de ingredientes para que Luhrmann pudiera deleitarse y deleitarnos con un brebaje delirante. Pero así como ocurre en la película con Elvis Presley, ocurre en la vida con los talentos, no sabemos quién está detrás de ellos poniendo el capital ni cuáles son sus intereses. El resultado: Elvis es el retrato de un músico maniatado por su mánager narrado por un director maniatado por sus productores, un álbum de grandes éxitos con imágenes en movimiento y datos biográficos, pero también, y sobre todas las demás cosas, un ejercicio profesional de barrer mugre bajo la alfombra.

Es descarada la preocupación de la película por deificar a Elvis, no basta con que sea una buena persona, carismática, talentosa y bienintencionada, también es una pobre víctima de un mánager despiadado, un padre avaro, una fama inmanejable y un público insaciable; además lo pintan de revolucionario, de figura conciliadora entre negros y blancos, del mejor amigo de los músicos afroamericanos, lo único que hizo falta fue que tuviera pelo largo y barba y la capacidad de convertir el agua en vino. Si existiera honestidad de parte del equipo de realización, la imaginería religiosa o el relato mitológico hubieran hecho parte de la película, también eso la hubiera hecho más interesante, pero la cobardía es evidente, para evitar el escándalo rehúyen a cualquier atrevimiento estético, narrativo o argumental.

El guion parece fan fiction escrito por un equipo de novatos. Esto sorprende porque Luhrmann lleva 30 años de carrera, aunque hay que reconocer que su fuerte no es el drama ni los personajes profundos, por el contrario, estos tienden a ser estereotípicos y unidimensionales, cosa que se presta muy bien para la ficción de género como la comedia, el terror o el romance, pero para retratar a un personaje real sí resulta problemático.

Otras biopics de músicos populares como Ray (2004) muestran el infierno personal del protagonista, la tensión constante entre sus raíces y su carrera, cómo la música, a la vez que le ayuda a sobreponerse a algunos conflictos, genera otros. En Elvis no tenemos acceso al alma del músico porque lo vemos desde la óptica utilitarista de su mánager, el coronel Parker.

Directores de musicales contemporáneos como Damien Chazelle y John Carney —Whiplash (2014) y Sing Street (2016) respectivamente—, han representado con más éxito el personaje compositor e intérprete. Los números musicales que antaño interrumpían la narración pasan a formar parte del flujo natural de las escenas: presentaciones, grabaciones, ensayos y el proceso de composición está integrado dentro del propio drama, pone en evidencia dinámicas de grupo y problemas personales, siempre hay algo en juego: la carrera, el respeto de los colegas, el amor de la pareja, la factura de la luz, cualquier cosa importante para el protagonista que, en consecuencia nos parece importante a nosotros. A Elvis, en cambio, no lo vemos prepararse, ensayar, componer, ni mucho menos tener miedo, inseguridad o duda. No hay temor al fracaso, al desperdicio de tiempo, esfuerzo o dinero, todo le es dado, su música simplemente aparece sin necesidad de composición, no vemos pruebas de vestuario, no lo vemos maquillarse, escribir una letra, pedir una opinión. Me hubiera encantado ver a Elvis lavarse los dientes en ropa interior frente al televisor mientras intenta imitar los movimientos de Bruce Lee antes de su concierto de la noche, cualquier cosa que lo humanizara un poco, en lugar de eso, tenemos a un semidiós maltratado por todos aquellos en quienes confía y deposita su amor.

La decisión de narrar desde el coronel Parker es completamente nociva. Pues a este hombre lo caracterizan desde el inicio como la encarnación de todo lo que está mal en una persona: es avaro, estafador, manipulador, sin ninguna característica redentora aparte de ser interpretado por Tom Hanks. Su relación paternal con Elvis se torna muy rápido en antagónica, la película se mueve gracias a esta dinámica. Elvis se ve forzado en repetidas ocasiones a tomar una decisión: hacer lo que él y su público quieren versus lo que su mánager y los malvados hombres blancos conservadores le dicen que haga. Un falso dilema siempre. Nunca hay sacrificios que hacer ni precios por pagar.

Hacia el primer tercio de la película hay un momento cercano a lo dramático: para apaciguar las críticas de los más conservadores, Elvis se une al ejército. Verlo en una situación indiferente a su fama, las dificultades que debe vivir como militar, el desdén y resentimiento de algunos de sus compañeros, cómo la guerra afecta su forma de ver el mundo, la vida y, en consecuencia, su sensibilidad artística, pudieron acercarlo a nosotros los espectadores. Pero en lugar de darnos conflicto, la película nos entrega unos titulares de periódico y nos dicen que volvió con su imagen por lo alto.

¿Por qué ahora, después de tanto tiempo, le estamos lavando la cara a Elvis? La película es evidentemente comisionada y artísticamente restringida. No nos muestra ningún lado oscuro de Elvis, solo lo de mostrar. Por eso levanta en mí tanta sospecha la película. Ante ese esfuerzo tan grande y costoso de endiosar a Elvis Presley ¿qué es lo que se está tratando de ocultar?

*Escritor. Realizador de cine.

“Hay que dejar de utilizar actores cisgénero para encarnar a personajes trans”: Adrián Silvestre, director invitado de la Muestra de Cine Español

  • El público de Manizales podrá ver dos películas del realizador valenciano: Sedimentos (2021) y Mi vacío y yo (2022).

Ser el invitado de la Muestra de Cine Español en Colombia no es la primera toma de contacto del cineasta español Adrián Silvestre con nuestro país. En su primer largometraje, Los objetos amorosos (2016), nos contaba la historia de Luz, una inmigrante colombiana y sus dificultades en Italia, país en donde intenta hacer una nueva vida, alejada de sus seres queridos.

Ya en sus obras posteriores, Sedimentos (2021) y Mi vacío y yo (2022), también se rastrea algo de lo que proponía aquella ópera prima, aunque desde los ideales y anhelos de un grupo de mujeres trans de Barcelona: la necesidad imperiosa de afirmarse en el mundo, de batallar a contracorriente en una sociedad en donde los más vulnerables pueden tornarse víctimas de un paisaje de indolencia y rechazo.

Justamente, estas dos últimas películas podrán verse en Manizales, gracias a la Muestra, que en nuestra ciudad tendrá el plus de la entrada libre para todas sus funciones, a diferencia de otros territorios en donde también habrá programación.

El Quehacer Cultural tuvo la oportunidad de charlar con Silvestre, quien nos dijo:

¿Con qué se topará el público manizaleño que vea sus películas?

Podrá conocer un poco de la experiencia que he tenido a lo largo de cinco años con la comunidad de mujeres trans en Barcelona, con quienes desarrollé estas dos películas. Una es Sedimentos (2021), proyecto documental sobre las vidas y los relatos de seis de ellas. La otra es Mi vacío y yo (2022), que con un lenguaje de ficción retrata la vida de la más joven del grupo, llamada Raphaëlle Pérez, quien también es guionista de la película.

En sus películas hay una marcada búsqueda de la identidad, de indagar en quiénes somos y cómo se construye nuestra esencia. ¿A qué responde esa necesidad?

Es una necesidad universal que todos nos planteamos, algo que trasciende las fronteras, la cuestión identitaria del género y la cultura. Todos, en un momento, tenemos que luchar la vida y hacernos preguntas como: ¿por qué somos como somos? ¿Cómo queremos ser?

En este sentido, hablar partiendo de algo como es la identidad de género y las personas trans, quienes han luchado a contracorriente para decirle al mundo: aquí estoy yo y esa o ese soy yo; nos va muy bien para conectar con algo que a lo mejor los demás no hemos vivido, pero que podemos sentir de forma similar a través de la empatía.

Eso es algo muy cinematográfico y que apela a emociones y sentimientos universales. También sirve para, de repente, sensibilizar o generar un impacto social hacia vidas que en este momento son más vulnerables.

¿Qué piensa de la representación de la comunidad LGBTI en el cine contemporáneo? ¿Crees que hay algo de oportunismo comercial en lo que hace Hollywood y sus películas sobre la inclusión? De ser así, ¿podemos hablar de un cine LGBTI realmente valioso y dónde podríamos encontrarlo?

Ahora, más que nunca, vivimos un momento de mayor representación. Básicamente porque hace años la representación era nula y estas personas ni siquiera tenían unos referentes en los cuales verse proyectadas.

Ahora tenemos más consumo en plataformas, cines y festivales. Cada vez tenemos más opciones y ahí entramos en el debate de si estas personas están siendo bien representadas. No es tanto el grado y el número de veces que son representadas, sino cómo se está haciendo: de manera realista, perpetuando clichés o, como dices en Hollywood, podemos estar ante un momento oportunista.

No niego que, al final, el cine es un mercado. Cuando se identificó un nicho de público dispuesto a pagar y consumir este cine, si este público tiene un nivel adquisitivo, también cada vez más este cine, que era de nicho, está yendo al mainstream para tener una mayor explotación comercial.

Es algo que no critico y tampoco tengo las claves para decir qué cine es legítimo y cuál no. Yo creo que siempre, hablando de la comunidad trans, deberíamos trabajar con ella. Dejar de utilizar actores cisgénero disfrazados para representar otras historias en pantalla y tratar de ceñirnos y escuchar sus historias, en lugar de inventarlas.

¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar con actores y actrices naturales?

Para mí es muy gratificante, lo llevo haciendo desde que empecé con el cine y el video. Era por una cuestión de necesidad, porque al final yo trabajaba con las personas que tenía a mi alrededor. Eso se convirtió en un statement.

Para mí es muy valioso, porque estas personas no solo dotan estos artefactos cinematográficos de una naturalidad incomparable, sino que también te ayudan, son tus aliadas a la hora de configurar una historia, una escena, identificar cuándo algo está mal, cuándo hay un error.

Vas a tener que encontrar otras técnicas y metodologías para trabajar con estas personas, porque probablemente no han sido profesionales hasta ese momento. Pero a mí es algo que me hace sentir en una zona de confort y que me gustaría seguir haciendo en futuros trabajos.

Has transitado de un proyecto documental a otro de ficción, ¿tienes una preferencia por algún lenguaje o te sientes cómodo en ambos?

Me siento cómodo jugando con ambos lenguajes. Siempre he ido alternando ficciones con documentales y permitiéndome licencias entre ambas. Desconozco si es casual o por alguna razón.

Cuando hago ficciones me gusta jugar con la verdad y darle pequeñas licencias documentales. Cuando realizo documentales me gusta que tengan una narrativa, un sabor de ficción en cómo está contado, cómo está filmado o en cuanto a la estética. Es algo que está siendo muy aceptado dentro del cine contemporáneo y que me gustaría seguir haciendo siempre.

Dé clic al enlace para consultar la programación en Manizales de la Muestra de Cine Español: https://bit.ly/3Cf6IMo

*Comunicador Social y Periodista y Crítico de Cine.

Foto de la entrada de Óscar Fernández Orengo.

No se pierda estas cinco películas de la Muestra de Cine Español en Manizales

  • Un total de 14 cintas con entrada libre que se presentarán del 19 al 27 de agosto, en el auditorio Olimpia del Teatro Los Fundadores.

Por fortuna, ¡a veces!, podemos sentir que no estamos a merced de Dios cuando hablamos de cultura, puntualmente de exhibición de buen cine, en esta parte del mundo. Irremediable no hacerlo ante tanta sequía y dominio de las industrias, algo que hace imposible que veamos algo diferente a lo que hacen Hollywood y compañía, especialmente en las salas.

De vez en cuando salimos de ese hoyo de desolación, gracias al trabajo de las embajadas en Colombia, entre ellas la de España, que realiza la Muestra de Cine Español por medio de su Consejería Cultural. En Bogotá, Medellín o Cali podrá ser paisaje en medio de la frenética actividad cultural de las principales ciudades del país. En otras es como maná caído del cielo.

Manizales tendrá parte de la Muestra este año: 14 películas con entrada libre. Una vez más, la Fundación Red Espiral es el enlace local que nos trae los mejores eventos de la exhibición cinematográfica nacional. Por eso, siempre estaremos en deuda con la labor comprometida y titánica de Viviana Castro y Alexander Pardo.

La Muestra es un compendio de los títulos más relevantes de años recientes del cine ibérico, y la invitación es a no perderse ninguna función de esta actividad, que se realizará del viernes 19 al sábado 27 de agosto, en el auditorio Olimpia del Teatro Los Fundadores. Todas las películas tendrán entrada libre.

Aunque, para aquellos que deseen saber qué es lo esencial, les proponemos una selección de cinco películas indispensables, ordenadas en cuenta regresiva:

5. Destello bravío (2021), de Ainhoa Rodríguez

Ópera prima de la directora madrileña, que ahonda en el hastío y la angustia silenciosa de un grupo de mujeres en un pequeño pueblo rural de España. En medio de un deseo inminente de aplastar los cimientos de esa prisión, todas empezarán a rebelarse contra la rutina.

  •  Domingo 21 de agosto, 3:00 p.m.

4. Viaje a alguna parte (2021), de Helena de Llanos.

Documental sobre la vida y la obra de Fernando Fernán Gómez, el director de obras inmortales del cine español como El extraño viaje (1964), El mundo sigue (1963) y El viaje a ninguna parte (1986), esta última es la que inspira el título de una obra que dirige una nieta del también actor y novelista.

  •  Sábado 20 de agosto, a las 5:00 p.m.

3. La virgen de agosto (2019), de Jonás Trueba

El director de Los exiliados románticos (2015) nos propone el relato de Eva, una mujer de 33 años y sus vivencias en Madrid durante un mes de agosto. Drama con tintes de comedia a cargo del realizador madrileño, siempre en búsqueda de lo extraordinario en lo ordinario y de la poesía que irrumpe desde el corazón de lo cotidiano.

  •  Jueves 25 de agosto, a las 4:00 p.m.

2. Tres (2021), de Juanjo Giménez

El ganador de la Palma de Oro en Cannes por su cortometraje Timecode (2016) regresa con una historia digna de la misma creatividad y ambición narrativas. Una diseñadora de sonido para cine comienza a cometer un error en los trabajos que hace: la falta de sincronía entre la imagen y el sonido. No parecerá extraño hasta que note que el problema, en realidad, está en lo profundo de su mente.

  •  Sábado 27 de agosto, a las 5:00 p.m.

1. Espíritu sagrado (2021), de Chema García Ibarra

La cinta revelación de los últimos años en España. Una propuesta extravagante y descabellada que combina cultos OVNI, proyectos para cambiar el rumbo de la raza humana, niños desaparecidos, fanatismo y locura. Hay que verla para creerla, una auténtica joya que se disfruta más entre menos detalles se sepan.

  •  Domingo 21 de agosto, a las 5:00 p.m.

*Periodista y Crítico de cine.

RRR: sincretismo y pasión

La obra que marca el inicio de nuestra tradición literaria, después de la invocación a las musas, explica que la cólera del Pelida Aquiles se da después del rapto de Criseida y su posterior devolución para aplacar la ira de Apolo. También la guerra de Troya inicia después del rapto de Helena de Esparta. Así también ocurre en la épica india RRR, estrenada este año y dirigida por S.S. Rajamouli, el rapto de la niña Malli por parte del gobernador inglés en Delhi pone en movimiento los engranajes argumentales de la trama principal.

Producto de la colonia, en Latinoamérica leemos nuestra tradición desde los griegos, y aunque ignoro cómo fue este proceso en India, sí puedo afirmar que RRR inscribe con intención su relato dentro de la corriente de la épica occidental. Una hipótesis posible es que las productoras de la India están buscando nuevos mercados por fuera del asiático y pese a no haberse estrenado en salas colombianas, hasta la fecha la película puede encontrarse en la plataforma Netflix, en la cual alcanzó a ser una de las diez películas más vistas en el mes de junio.

El mito y los héroes del cine han estado íntimamente ligados desde Star Wars, con notables influencias de la tragedia griega y el Nuevo testamento. Según el propio George Lucas, la película fue inspirada por la lectura de El héroe de las mil caras de Joseph Campbell. De ese libro se desprende la teoría moderna del guion argumental, pero en esta el componente mítico se ha dejado a un lado.

En las narraciones de superhéroes occidentales está ocurriendo lo mismo, su acervo mítico está cada vez más perdido y en cambio resalta la reproducción del armazón estructural que viene trabajando Hollywood desde los 80s, salpicado con ejercicios de autorreferencialidad, repletos de memes y guiños constantes al público. Estas se han tornado estériles y escépticas, igual que sus héroes.

Por otro lado, el trabajo de S. S. Rajamouli parece querer nutrirse de la tradición narrativa occidental, el díptico Baahubali, por ejemplo, tiene un argumento de inspiración shakespeariana y resonancias con la historia de Moisés. RRR, su último trabajo, está más cercano a la mitología griega. Aquí toma dos personajes históricos, Komaram Bheem y Alluri Sitarama Raju, próceres de la independencia india, y por obra y gracia de la magia del cine los eleva al estatus de héroes mitológicos.

Todo en RRR es desbordante, empezando por su género, híbrido de drama histórico y película de acción con elementos de policiaco y comedia romántica. Sus escenas de acción son violentas e inverosímiles, los diálogos son cursis y sentimentales, y, sorprendentemente, esto no juega en su contra. Antes, estos componentes se articulan muy bien a la obra dada su particular propuesta estética.

Que el héroe histórico se confunda con el héroe mítico es fundamental para la película, lo que le permite al director darse la licencia de ser históricamente impreciso, pues los hechos narrados son pura especulación, y también divorciarse del realismo.

Los héroes son los más fuertes y los más virtuosos, mientras los villanos son los más crueles y deshumanizados. Este maniqueísmo, que en otra situación podría destruir completamente el guion, se entiende porque el argumento se construye sobre la premisa de “la lucha del bien contra el mal”, quizás la línea narrativa más elemental de cualquier narración épica.

Al permitirse exagerar los atributos de los personajes, Rajamouli también nos introduce al universo de la caricatura que se complementa tan bien con el cómic clásico de superhéroes, también profundamente maniqueo y de premisas sencillas y que tienen en común la ausencia de arcos de transformación en los personajes: ni descenso trágico del héroe, ni redención de los villanos, ni cuestionamientos a la moralidad de los héroes o a la de nosotros los espectadores. Es muy claro quién es quién y no hay intención de confundirnos.

Este contraste alto puede verse en otros aspectos de la narración, el choque de opuestos es un tema importante: ambos protagonistas están caracterizados como contrarios, uno “civilizado” y el otro “salvaje”, uno entrenado para matar y el otro para sanar. Incluso en su primera aparición unos intertítulos los presentan como “El fuego” y “El agua” respectivamente. La amistad entre un volcán en erupción y una tormenta salvaje […] un giro inesperado del destino que culminó en esta amistad. Está por verse si esto terminará en un baño de sangre. Esto es lo que canta un coro de resonancia griega que sirve de interrupción y comentario a la narración y que, de algún modo, nos resume la película, el encuentro explosivo entre dos opuestos y cómo esto a la vez es producto, y trae consecuencias, al otro gran choque entre opuestos, los indios y los ingleses.

Es difícil contener los elogios y ser objetivo a la hora de evaluar la película porque la apuesta principal de Rajamouli es a que bajemos la guardia como espectadores, nos ablanda lo suficiente para que la película nos golpee. Estamos viendo cine comercial, a fin de cuentas, y los aplausos que se merece son por cumplir lo que deberíamos exigir como lo mínimo: ser entretenimiento de calidad.

Ante la plena consciencia de la incapacidad de competir frente a frente con el puro despliegue técnico de Hollywood —aunque los efectos visuales, el CGI y los movimientos de cámara complejos están muy bien logrados—, Rajamouli muestra la calidad del entretenimiento en las coreografías de combate y de danza, en la intensidad de las emociones que inspira el guion y en su habilidad como director que de forma excepcional, maneja el ritmo y modula las emociones en esta película de tres horas, sin generar tiempos muertos ni fatiga emocional. La ligereza de la comedia romántica permite balancear la pesadez del drama histórico, y la brutalidad de las escenas de acción logra matizarse entre su propia inverosimilitud hasta lograr tonos cómicos, todo sin necesidad de romper la cuarta pared, de recurrir a la autorreferencialidad, ni de decantarse por ninguna clase de escepticismo. Al contrario, RRR destaca, principalmente, por esa confianza en sí misma, por esa “inocencia” con la que está hecha, por la convicción y amor del equipo entero que quedó capturado entre sus fotogramas y que podemos sentir al reproducirla. Esto es lo que la hace tan especial.

El subgénero de superhéroes lleva una década gobernando las salas de cine, poco hemos visto de estos héroes clásicos y aún menos del género épico. El éxito comercial de RRR, tercera película india más vista a nivel internacional y segunda en su propio país, nos demuestra que hay espacio en el mundo y, quizás más importante para algunos, en el mercado. Las exhibidoras necesitan buenos títulos que atraigan público masivo y los monopolios mediáticos, un buen susto que los despierte.

*Escritor. Realizador de cine.

 

 

Bajo la tiranía del cine de la nostalgia

El fiasco de las historias originales de Hollywood frente al éxito en taquilla de los blockbusters de la nostalgia tiene a la industria del cine enfocada en películas que reciclan el pasado reciente.

Parece que nada será tocado por el éxito, a menos que reciba el tratamiento de la nostalgia. Hoy es un mandamiento esculpido en mármol para los estudios de Hollywood, que como nunca están decididos a recuperar las viejas glorias con el fin de desatar la euforia entre la legión de fanáticos que tienen esas creaciones.

Un reciclaje cultural inescrupuloso y desmedido, obsesionado con un pasado reciente: las décadas de los 80 y los 90, especialmente. No hablamos de una tendencia que retroceda más en el tiempo, porque su objetivo es despertar el entusiasmo de aquellos adultos contemporáneos que, de niños, cultivaron una especie de educación sentimental, gracias a películas y series míticas.

¿Y quiénes somos para oponernos a que tantos conecten con esas sensaciones y placeres primarios marcados a fuego? Lo curioso es que la experiencia no se dirige a las fuentes originales en búsqueda de aquella emoción, sino que ocurre a partir de nuevos productos que extienden los arcos narrativos de sagas y franquicias populares.

El dinero manda

Por tanto, Hollywood y otras industrias tienen sus maquilas a punto para producir en masa cuantas extensiones sean necesarias con el fin de capitalizar este mercado. La estrategia funciona, por lo menos en los términos deseados por quienes la dirigen: dinero constante y sonante. Lo demuestra la buena acogida de estas producciones, en comparación con los fiascos en taquilla de muchas historias originales recientes.

Por eso, el margen es cada vez más estrecho para películas que no parten de sagas y franquicias. Esa, justamente, ha sido la queja de Martin Scorsese en el tema Marvel, más allá de sus opiniones artísticas sobre estas películas. En el fondo, le choca la condición de desventaja en la que están cineastas como él, que desean hacer un cine diferente al que esperan los grandes estudios.

Es una de las implicaciones del mercado cinematográfico de hoy, y si bien no somos nadie para cuestionar los afectos del espectador que solo espera la nueva entrega de aquella franquicia que tiene 20 años y que tanto adora, sí habría que poner en consideración lo que dice Simon Reynolds en su libro Retromanía: la adicción del pop a su propio pasado.

El crítico musical señala que esta práctica cultural a contracorriente, decidida a declarar el pasado como su territorio soñado y definitivo, está provocando que hoy tengamos menos arte que debería hablarnos del aquí y el ahora, expresiones que tendrían que lanzarse en búsqueda de lo nuevo y lo actual.

El juez de la historia

Es probable que algunos se pregunten: ¿acaso existe algo original? No, pero sí auténtico, valor que ha caracterizado la irrupción de muchos movimientos y tendencias a lo largo de la historia del cine que, si bien no fueron originales, tomaban elementos del pasado y los combinaban con otros modernos para consolidar una experiencia que sin duda era hija de su tiempo.

Esto es algo que no pasa hoy. Por más que estas “creaciones” de la nostalgia sean funcionales como buen entretenimiento, es indudable que gran parte de estas propuestas quedan lastradas por su vocación de refritos explotados hasta la saciedad.

¿Qué lugar ocuparán estas películas y series en la historia? ¿Cómo serán encasilladas de aquí a 20 años? Me atrevo a decir que como un simple fenómeno para ilustrar la marcada aparición de la nostalgia en un periodo determinado, y como una decadencia respecto a otros momentos del cine comercial.

Por lo demás, esta tendencia del dinero a toda costa y atrincherada en un espacio temporal remoto bajo la cobardía de la rentabilidad tendrá poco o nada que aportar al arte en el cine.

Por supuesto, no todas las películas de hoy están subidas al bus de la memoria emocional. Me refiero sobre todo al cine popular, que, con el tiempo, se ha vuelto más dependiente y limitado por franquicias y sagas que gozaron de éxito. Justamente, y evocando un pasado que en ese aspecto seguro fue mejor, los blockbusters tenían una distinción de originalidad que hoy se suministra a cuentagotas.

¿Dónde están los blockbusters originales de hoy? ¿Por qué los tanques actuales de Hollywood son, en su mayoría, prolongaciones de viejas películas o sagas? La sensación de déjà vu es una constante del cine comercial contemporáneo.

–PP

Tom Cruise en Top Gun: Maverick (2022), éxito global de taquilla y secuela nostálgica de Top Gun (1986).

*Periodista y Crítico de Cine.

 

 

 

 

 

 

 

 

El nuevo tiempo del cine en Manizales

El público de Manizales ha sido afortunado este año con la inclusión de la ciudad en varios de los circuitos cinematográficos más importantes que se programan en el país. Esto se ha logrado gracias a la gestión de RedEspiral y Ficma, con el apoyo de otras instituciones que hacen parte del ecosistema regional audiovisual.

Es así que se ha disfrutado de cine francés, El circo de las ilusiones, Eurocine ¡Pa´lante! En este mes de junio llegará Que haiga paz. En julio cine rosa por el mes del orgullo gay y en los siguientes meses ciclos de derechos humanos y cine africano y más cine francés. Del 27 de octubre al 5 de noviembre la joya de la corona, el 13 Festival Internacional de Cine de Manizales con El amor todo locura.*

Conversamos con el periodista Federico Zapata, coordinador de este exitoso proceso.

Concluido Eurocine Pa´lante, cuya realización tuvo lugar en el mes de mayo con excelentes resultados, ¿cuál será la agenda que nos espera para los próximos días?

Finalizó la 28 edición de cine europeo Eurocine; el 3 de junio inauguramos un ciclo muy especial para nosotros con la película El film justifica los medios de Jacobo del Castillo, el inicio de un ciclo que se llama Que haiga paz, tejido con la Cinemateca de Bogotá y la Comisión de la Verdad. Tiene un valor muy relevante porque el 28 de junio la comisión entrega el informe y ese informe es como una gran polifonía donde se recogen las voces de las víctimas, de los victimarios, de casi 50 años de violencia en Colombia. Así es que todo el mes de junio estará dedicado al cine documental que ha abordado el conflicto armado colombiano.

¿Qué reto implicó para ustedes recrear Eurocine en Manizales, una de las 4 ciudades del país beneficiadas en el 2022, con una multitud de ficciones, documentales, animaciones, y además con entrada libre para el público?

La verdadera complejidad se sucedió en el 2021 cuando todavía había muchos rezagos de la pandemia, había mucho temor por parte de las personas y las instituciones. El Teatro Los Fundadores llevaba un año cerrado, esa fue la génesis para el nuevo tiempo del cine en la ciudad. Gracias a la confianza que el teatro tuvo, a la confianza de las instituciones que apoyaron, se generó el espacio para considerar importante a Eurocine. Este año, a diferencia del año pasado, se vincularon el Consejo Departamental de Cine y la Secretaría de Cultura de Caldas, gracias a ellos y a la Vicerrectoría de Proyección Universitaria de la Universidad de Caldas, pudimos abrir las puertas de manera amplia al público.

Ustedes han sido obstinados y perseverantes con la programación de cine de calidad este año en la ciudad, ¿cómo lo han logrado?

Lo primero es entender el gran vacío que tiene la ciudad y entender que ese vacío es una complejidad que tiene que resolverse desde la imaginación, desde la creación, y en este caso el cine. Nosotros lo que nos hemos querido imaginar y plantear es justamente cómo colmamos esos vacíos con algo que amamos, que en este caso es el cine, y en ese amor profundo proyectamos el difícil camino de hacer gestión cultural en una ciudad donde los círculos de la cultura están en crisis; Sábato decía que son los tiempos de crisis los que más demanda la utopía y nosotros somos amantes furibundos de la utopía. En esa declaratoria de amor a la utopía nos estamos inventando permanentemente el hacer y el hacer tiene que ver con tocar puertas, con insistir, persistir y de esa manera hemos ido labrando la ruta de la continuidad que es muy clave para esta ciudad.

En el contexto de todo este esfuerzo avivado por la imaginación, ¿qué análisis hacen de la respuesta del público?

La respuesta del público es un gran acertijo. Nosotros hemos dicho que después de la pandemia hubo una recomposición del rol del espectador, es como si los espectadores hubieran renacido. Veníamos de un año y medio de ser espectadores a través de ordenadores y computadores, nos vimos nuevamente anclados a las sillas y al rol de ser espectador que para nosotros es importante que sea crítico. Es muy bello porque hay una figura del renacer del público a partir de lo que les hemos podido brindar desde el cine, desde lo que fue Eurocine el año pasado, desde lo que fue la Feria Internacional de Cine, los circuitos que empezamos muy temprano en ferias, todo lo que ha sido el Cinema Fundadores. En ese proceso de renacer hemos ido todos aprendiendo. Hay una frase hermosa de Marcel Proust que dice que nuestro corazón tiene la edad de aquello que amamos y en esa lógica es con ese nuevo público que hemos ido aprendiendo a caminar, a transformar la mirada, a entendernos a partir del otro y de la diferencia desde esa gran ventana que es el cine y es en esa especie de gran travesía que, para citar a Pessoa cuando dice que es necesario abandonar las ropas que ya tienen la forma de nuestro cuerpo, nosotros estamos plenamente convencidos de que el tiempo de la travesía es el tiempo del cine.

Hablando de esa gran travesía, ¿qué nos traerá la 13 Feria Internacional de Cine de Manizales?

La Feria este año, que será del 27 de octubre al 5 de noviembre, tiene como tema El amor todo locura. En esa especie de juego de palabras entre la posibilidad de que el amor sea una locura, un delirio, también el amor como la posibilidad de curar, de sanar colectivamente, tendremos una feria muy disonante, poética, abismal, delirante. Una feria que habitará muchos escenarios, que se va a plantear ser muy disruptiva y Cortázar decía que no cualquiera se vuelve loco, que esas cosas hay que merecerlas, entonces lo que queremos es que el público se merezca esa oportunidad de volverse loco por un tiempo a través del cine.

*A estas posibilidades se suma la programación de cine de las universidades, la Alianza Francesa, el Colombo Americano y algunos cafés culturales de la ciudad.

La pérdida de 200 mil suscriptores de Netflix retrata la guerra por el jugoso mercado del streaming

  • Las plataformas legales de exhibición de películas y series por Internet están abocadas a un solo propósito: lograr la mayor cantidad de usuarios y conseguir que se mantengan como suscriptores a lo largo del tiempo.

Hay cierto morbo en la derrota del triunfador, ese que no sabe otra cosa sino ganar y ganar. Como cuando un futbolista infalible desperdicia un tiro penal. En el terreno de las plataformas de streaming, podríamos asegurar que Netflix es el Cristiano Ronaldo.

El mes pasado, se conoció que el portal de películas y series en línea sufrió un desplome de 200 mil suscriptores durante el primer trimestre del año. Esto tras una historia de crecimiento continuo, todavía más durante los días de cuarentena de la pandemia y el cierre de las salas de cine.

¿Qué pasó? ¿Qué significa para la exhibición en general y, particularmente, para la que ocurre a través de Internet? ¿Hablamos más bien de un suceso natural y previsto dentro de su proceso de crecimiento desmesurado?

Lo cierto de la cuestión es que no le vino nada bien a la reputación de la compañía, precisamente por la fascinación que suscita ver caer a Goliat.

Las causas

Los comentarios no se hicieron esperar en todos los rincones de la red para atribuir los motivos de la crisis: pésimo contenido, el anuncio de cobrar un cargo extra por compartir la contraseña de usuario, la decisión de implementar funciones tan cuestionadas como la reproducción acelerada de una producción, como si fuera un audio de Whatsapp, ideal para aquellos espectadores afanados.

Aunque hay una razón de mayor peso: la competencia. Apenas lógico que muchos frentes del cine deseen apoderarse de una tajada del suculento negocio conquistado por Netflix, cuyo éxito global ha sido el detonante para que nazcan nuevas plataformas lideradas por modestas iniciativas o megacorporaciones del entretenimiento.

Era cómodo para Netflix cuando era el único jugador de la partida, pero ahora debe posicionar su valor y diferencia respecto a otros del mercado que también se esfuerzan por seducir al consumidor con el propósito de convencerlo de ser la mejor opción. Amazon Prime Video, HBO Max, Disney Plus, Star Plus, Paramount Plus, Blim, Claro Video, Apple TV+, entre otras, protagonizan la puja por arrebatarle terreno al rey Netflix.

El valor del suscriptor fiel

Además, con un aspecto crucial que determina la consagración de estas plataformas. Lo que importa no es la nueva suscripción, sino que el usuario se mantenga afiliado a lo largo del tiempo. Es decir, que pague mes a mes el valor del servicio. De nada sirve cosechar 30 suscriptores si al mes pierdes 25.

Las plataformas lo han entendido tan bien que HBO Max, por ejemplo, maneja una tarifa de $10 mil para su plan básico. No obstante, la advertencia que hace es: puedes pagar esta suma cada mes mientras no canceles la suscripción. De hacerlo, te cobraré $20 mil cuando vuelvas a reactivar el servicio.

En eso consiste la lucha por el crecimiento exponencial, en la que Netflix ha dejado escapar a un buen número de seguidores. Aun así, continúa en la cresta de la ola, aunque ya no parece tan invencible como antes, y los competidores no paran de frotarse las manos.

Cacería de catálogos

Los grandes estudios de Hollywood y otras multinacionales están tan convencidas de que el futuro de la exhibición está en el campo del streaming, que sus departamentos de ventas y compras están en función de adquirir la mayor cantidad de catálogos con el objetivo de fortalecer las ofertas de las plataformas y ganar suscripciones de personas que desean ver aquellas películas y series.

Disney compró 20th Century Fox, hoy rebautizada como 20th Century Studios, y gran parte de las producciones de este mítico estudio de Hollywood pueden verse en Star Plus, el portal paralelo y adscrito a Disney Plus. Mediante una sola tarifa, el usuario puede pagar ambas plataformas por un precio cercano a los $40 mil.

También está el caso de Amazon, que oficializó este año la compra de MGM, del que pueden verse en Amazon Prime Video una buena oferta de sus películas, entre ellas las que conforman la saga del súper agente James Bond, las cuales están al alcance de quien pague el servicio de este operador.

¿Y los cines?

Entre tanto, las salas se han convertido en los recintos de los estrenos exclusivos, por lo menos en esta parte del mundo. En Latinoamérica no se ha recurrido a la práctica de lanzar de manera simultánea una película en cines y plataformas, como lo hace HBO Max en Estados Unidos, que, por ejemplo, subió a la plataforma Dune (2021), de Denis Villeneuve, el mismo día que llegó a las salas.

En cambio, por estos lares se respeta un margen de tiempo en el que la cinta solo puede verse en salas y, solo culminado este ciclo, llega a Internet de forma legal. Lo mismo hace Disney con los blockbusters de Marvel, cuyas millonarias recaudaciones provienen de la taquilla y no del pago de suscripciones. En ese sentido, la gran máxima de la promoción de películas “solo en cines” adquiere hoy más peso por este sistema.

¿Qué pasará ahora? Netflix no lo piensa poner fácil. Para recuperarse, anunció una suscripción más económica que incluirá avisos. Es un gana y gana para captar un mayor número de usuarios que paguen sin inconvenientes la tarifa y, por otra parte, obtendrá un ingreso adicional en cobro de publicidad. Ya podrán imaginar que más de una empresa querrá pautar con el gigante del streaming.

Ilustración tomada de wwwthrillist.com

*Comunicador Social y Periodista. Crítico de Cine.

 

 

 

Las cinco películas de Eurocine 2022 que no puede perderse en Manizales

  • Comienza el sábado 7 de mayo y termina el 31 del mismo mes. Las funciones serán en el auditorio Olimpia del Teatro Los Fundadores.
  • La selección oficial del festival tendrá entrada gratuita en la ciudad.

Eurocine 2022 llega a Manizales, en donde podremos ver su selección oficial de forma gratuita. Esto por segundo año consecutivo, algo que es importante en la medida en que la entrada podría ser con cobro de boletería, como ha pasado en ediciones anteriores del evento en la ciudad, o bien nos podría haber llegado otra muestra secundaria y no tan buena.

La Fundación Red Espiral y el Consejo de Cine de Caldas se pusieron de acuerdo para destinar los recursos necesarios y darle este gran obsequio a la ciudad.

¿Qué ver? ¿Cómo desenvolverse dentro su programación? ¿Cuáles son las películas imprescindibles del cine europeo reciente que no puede perderse? Aquí un top de las cinco que debe tener en el radar, no sin antes aclarar que la invitación es a llenar las funciones de las 24 películas de 20 países que podrán verse en el auditorio Olimpia del Teatro Los Fundadores.

1. Las niñas (2021)
Ópera prima de la directora española Pilar Palomero. 29 premios en distintos eventos del cine internacional, entre ellos cuatro premios Goya en 2021.
La historia de una niña de 11 años, estudiante de un colegio de monjas, quien vive con su madre, una viuda de 30 años. La protagonista se adentra en la adolescencia, gracias a una nueva compañera de clases.
• Sábado 7 de mayo, 4:00 p.m.

2. Undine (2020)
El más reciente largometraje del célebre director alemán Christian Petzold. Otra crónica de amor trágico a cargo del artífice de En tránsito (2018), cuya protagonista es historiadora y experta en el desarrollo urbano de Berlín.
• Sábado 14 de mayo, 6:30 p.m.

3. Josep (2020) – película inaugural
Una de las obras animadas más aclamadas del 2020. Dirigida por el cineasta francés Aurel, cuenta las memorias del encuentro entre un gendarme y el artista catalán Josep Bartolí en un campo de concentración francés tras la Guerra Civil Española.
• Sábado 7 de mayo, 6:30 p.m.

4. Berlin Alexanderplatz (2020)
Adaptación moderna del clásico de la literatura firmado por Alfred Döblin, una experiencia de tres horas de duración. 16 premios en festivales la acreditan como una de las cintas europeas imprescindibles del 2020.
• Domingo 8 de mayo, 4:00 p.m.

5. Enfant terrible (2020)
Biopic del legendario cineasta alemán Rainer Werner Fassbinder, que capta sus excesos, locura y frenetismo creativo en uno de sus periodos más fértiles y salvajes.
• Jueves 12 de mayo, 6:30 p.m.

Dé clic al enlace para consultar toda la programación de Eurocine Manizales 2022: https://bit.ly/3kL4F8G

*Periodista y Crítico de Cine.

Amparo, la ópera prima de Simón Mesa Soto, tendrá función exclusiva en Manizales, con presencia del director

  •  La película retrata el drama y lucha de una madre por evitar que su hijo sea reclutado por el Ejército en la Colombia de los 90.
  • Se exhibirá el 6 de mayo a las 7:00 p.m., en el Teatro Los Fundadores.

¿Es tan malo que Amparo (2021), el primer largometraje de Simón Mesa Soto, no haya llegado a las salas comerciales de Manizales el pasado jueves? No si podremos verlo este viernes 6 de mayo de forma gratuita, en el Teatro Los Fundadores, y (como si fuera poco) con presencia del director antioqueño.

Claro, la audiencia gana, no tanto los productores y distribuidores de la cinta, que con seguridad esperaban un ingreso en taquilla desde Manizales. Aquí, como siempre, es irremediable volver a esa consabida, pero vigente discusión: la apatía de los grandes exhibidores por darle cabida al cine colombiano en las regiones, más allá de las funciones a cuentagotas que no fallan en Bogotá, Medellín y Cali.

En últimas, se agradece que los amantes del cine en Manizales tengan esta opción única, gracias a la buena gestión de la Fundación Red Espiral, en alianza con la distribuidora DOC:CO. Lo anterior permite algo valioso: quienes la vean en Manizales podrán sumarse a la discusión que genera hoy la película en redes y otros espacios.

Es mejor así que verla meses u años después, cuando el debate ya no está en el aire, como ha sucedido en Manizales con la obra de Simón Mesa Soto, especialmente con sus cortos Leidi (2014) y Madre (2016), el primero de ellos distinguido con la Palma de Oro a mejor cortometraje en Cannes 2014.

La lucha de una madre

Amparo es una película de época, que transcurre en la década del 90. Una madre emprende una carrera contra el tiempo para evitar que su hijo sea reclutado por el Ejército y enviado a uno de los frentes de guerra más sangrientos de Colombia. Todo esto en una sociedad marcada por el machismo, la violencia y la corrupción.

Simón Mesa Soto, director de Amparo (2021). El cineasta antioqueño ganó la Palma de Oro a mejor cortometraje en Cannes 2014.

La película se estrenó mundialmente en la Semana de la Crítica de Cannes 2021, en donde la actriz no profesional Sandra Melissa Torres se alzó con el premio a la actriz revelación.

La invitación es a no perderse esta oportunidad, pues involucra a uno de los cineastas más prometedores del cine nacional. Como siempre, un gusto estos espacios en los que, además de ver la película, puedes interactuar con el director o directora.

  • Fecha: viernes 6 de mayo.
  • Hora: 7:00 p.m.
  • Lugar: Teatro Los Fundadores.

Tráiler

https://www.youtube.com/watch?v=7DjYKb0PAcY

*Periodista. Crítico de Cine.

Cinema Fundadores, el recinto de las ilusiones

Hace poco, 80 personas se dieron cita en el auditorio Olimpia del Teatro Los Fundadores para ver Noche de Circo (1953), del maestro Ingmar Bergman. Cualquier signo de pesimismo o rabia frente a la asistencia de espectadores a los cineclubes de Manizales tiene que replantearse o, por lo menos, reevaluarse ante un dato como ese.

También muchísimas cosas más, especialmente cuando se da por sentado el desinterés de las audiencias actuales por los clásicos del cine, la fiebre por la novedad que impulsan las carteleras de cine comercial y los estrenos en plataformas de ‘streaming’, la certeza de que es inútil salir a ver una película vieja cuando, perfectamente, puedo hacerlo desde el sofá de mi hogar.

Noche de Circo (1953), de Ingmar Bergman.

La cinta en cuestión se exhibió como parte del ciclo El Circo de las Ilusiones, que realiza el Cinema Fundadores, junto a la Fundación Circo Manizales y la Asociación Circo en el Aire. Un espacio coordinado por la Fundación Red Espiral, organización que, pese a los cambios y transformaciones constantes de los actores del cine en la ciudad, sigue siempre vigente, desde tiempo atrás.

Una labor que lideran Viviana Castro y Alexander Pardo, a quienes Manizales debe años de trabajo permanente, apasionado y comprometido, aun con los tropiezos y las frustraciones que implica dedicarse a la formación de público cinematográfico en la capital de Caldas. Aunque sin dejar de lado las satisfacciones y dichas que también conlleva.

Función deL Cinema Fundadores.

Al respecto, veo a unos actores del cine local motivados y, más importante aún, unidos. Las rencillas del pasado dieron paso a complicidades: Federico Zapata, Diana Castellanos, Pablo Villa, Jazmín Muñoz y la Red Espiral juntos, como lo constatan eventos recientes, entre ellos la Feria Internacional de Cine de Manizales (FICMA), en los que han sumado fuerzas e intereses al servicio del público manizaleño.

Los Payasos (1970), de Federico Fellini.

El Circo de las Ilusiones ha sido la extensión de aquello, y la oportunidad de evidenciar (como en la pasada FICMA) que la audiencia local está ávida de buen cine, que llena los espacios, que desea debatir y escuchar, que considera las películas experiencias imprescindibles para el curso de sus vidas y necesidades.

Diera la impresión de que, durante y tras la pandemia, se mantiene la escasez de cineclubes que asumen con seriedad y rigor la exhibición de un cine para indagar, ser cuestionado, dudar, perder la brújula de la complacencia y el terreno firme. En ese sentido, la tarea del Cinema Fundadores cobra mayor relevancia.

Felicitaciones a quienes lo hacen posible, incluidos los asistentes. La carpa del Circo de las Ilusiones sigue desplegada y presta abrigo a quienes deseen deslumbrarse por los colores, el encanto, las risas, las lágrimas, el fulgor, la desesperación, el engaño, la magia, la pena tras bambalinas, la nostalgia.

Yoyo (1965), de Pierre Etaix.

Actos a cargo de Federico Fellini, Charles Chaplin, Pierre Etaix, Tod Browning, Shūji Terayama, entre otros grandes del ilusionismo. Bienvenidos todos, las funciones serán hasta el próximo 30 de abril. Y después no digas que no te avisamos.

https://www.youtube.com/watch?v=uD54S9n7kWI

*Comunicador Social y Periodista. Crítico de Cine.

Las 12 películas más esperadas del 2022

El cine ha recuperado el rumbo. Ha vuelto a la carretera de la que fue desplazado tras chocar contra la pandemia. Todo parece despejarse, y nos quedan los rezagos con los que se busca mantener el asunto bajo control: petición de carnés de vacunación en los ingresos de las salas que certifiquen el esquema completo (las dos dosis) para poder ver las películas.

“La COVID-19 pasó por aquí y no permitiremos que vuelva”, es lo que indican estas medidas. Otra cuestión que parece superada es el efecto del virus en la producción. La industria se reactivó meses atrás, con el efecto de que las cintas llegan cada jueves a las carteleras. Ese es el ritmo al que estábamos acostumbrados antes de que la emergencia aplazara las películas, impidiera la celebración de festivales y clausurara las salas.

La vista está puesta hacia el futuro. Vale la pena entonces preguntarse: ¿qué nos depara el 2022 en materia de estrenos? Propuestas nuevas de autores a los que hay que seguirles la pista, épicas nórdicas, dramas, relatos de ciencia ficción al estilo indie, wésterns, thrillers criminales. El cine, siempre vital y testarudo, se las ha ingeniado para desplegar e incrustar sus raíces en tierra, de la cual asciende con vigor.

Estas son las 12 películas más esperadas del 2022, ordenadas en cuenta regresiva, la mayoría de ellas con fecha de estreno por confirmar en Colombia:

  1. Everything everywhere all at once – Dan Kwan y Daniel Scheinert

Los directores de Un cadáver para sobrevivir (2016) vuelven con esta película, en la misma línea del espíritu demencial e inclasificable que los caracteriza. La actriz asiática Michelle Yeoh encarna a una anciana inmigrante china que se embarca en una alucinante aventura para salvar al mundo.

En la travesía explora otros universos que la ponen en contacto con las vidas que pudo haber llevado. Una obra que promete retorcer cualquier capacidad de asombro mediante el uso de un recurso narrativo muy en boga: el multiverso.

  1. Showing up – Kelly Reichardt

Tras la magnífica First cow (2019), la directora más reconocida del cine independiente americano nos ofrece la historia de una artista en crisis, que intenta maniobrar a través de los altibajos de su vida personal, mientras busca mantener activa su carrera. Protagoniza Michelle Williams, actriz incondicional de la cineasta.

  1. Decision to leave – Park Chan-wook

Apenas hay datos de este proyecto en desarrollo del surcoreano, siempre recordado por Oldboy (2003). Esta vez nos propone el relato de un detective que rastrea la muerte de un hombre y que, en medio de la investigación, conoce a la misteriosa esposa del fallecido. Mucha expectativa por lo que haga este maestro del cine contemporáneo.

  1. Red rocket – Sean Baker

Tal como nos tiene acostumbrados, lo nuevo del responsable de The Florida project (2017) recibió el aval de la crítica. Estrenada en Cannes 2021, por desgracia sin noticias de estreno por estos lares. La historia de una estrella porno fallida que vuelve a su pueblo natal en Texas. Con una curiosa elección de actor protagónico, nadie menos que Simon Rex, conocido por la saga de Scary movie.

  1. The northman – Robert Eggers

Lo nuevo del director estadounidense parece ir en la línea de Conan (1982), es decir, la venganza de un hijo desde el exilio, cuyo padre es asesinado y apartado del trono. Épica nórdica a cargo del autor de La Bruja (2015) y El Faro (2019), con Alexander Skarsgård, Anya Taylor‑Joy y Björk. Podrá verse en abril.

  1. After yang – Kogonada

Tras su aclamado debut, Columbus (2017), el crítico de cine surcoreano y ahora cineasta aborda el género de la ciencia ficción, en esta película estelarizada por Colin Farrell y producida por la prestigiosa casa A24. Un hombre y su hija intentan salvar la vida de Yang, un robot mitad asistente y mitad niñera al que consideran parte de la familia.

  1. Bardo – Alejandro González Iñárritu

Bajo un absoluto hermetismo se mantienen los detalles de la próxima película del mexicano, quien no estrena un largometraje desde El renacido (2015). Lo único que salió a la luz fue la polémica por el presunto maltrato del director a los extras de esta película, como se viralizó en redes el año pasado. Protagoniza Daniel Giménez Cacho.

  1. The whale – Darren Aronofsky

Lo próximo del autor de Réquiem por un sueño (2000) tiene una particularidad. Su protagonista es nadie menos que Brendan Fraser, actor maldito y olvidado de Hollywood, alguien que en su momento de gloria fue la estrella de la saga La Momia (1999-2008). Aquí dará vida a un profesor de inglés con sobrepeso que intenta reencontrarse con su hija adolescente.

  1. Crimes of the future – David Cronenberg

El canadiense debe ser el único director que realizará una película cuyo nombre es el mismo de otra que hizo antes, pero que no es un remake… Tan solo con leer la sinopsis te provoca que se estrene mañana: los humanos intentan adaptarse a un entorno sintético, en el futuro cercano, lo cual hace que experimenten metamorfosis. Con Léa Seydoux, Kristen Stewart y Viggo Mortensen.

  1. Poor things – Yorgos Lanthimos

El director griego más célebre, afincado en Hollywood desde La langosta (2015), regresa con un argumento digno de sus temas y excentricidades: tras morir ahogada al escapar de su esposo maltratador, el hombre decide reemplazar el cerebro de la fallecida por el de un hijo a punto de nacer. Adaptación de la novela de Alasdair Gray, con Emma Stone y Mark Ruffalo confirmados en el reparto.

  1. Killers of the flower moon – Martin Scorsese

Basada en la novela homónima de David Grann, esta película de reparto estelar cuenta la historia del asesinato de miembros de la tribu nativa americana de los osage, en 1920, hecho que motiva una investigación del FBI. Con Leonardo DiCaprio, Robert De Niro, Jesse Plemons, Brendan Fraser y más. Además, el inmenso Martin Scorsese en la dirección.

  1. Disappointment blvd. – Ari Aster

Otra producción cuyos detalles se mantienen bajo llave. Solo tenemos una escueta sinopsis: el retrato a lo largo de varias décadas de uno de los empresarios más exitosos. La expectativa no solo recae en su protagonista, el ganador del Óscar Joaquin Phoenix, sino también en las credenciales del neoyorkino Ari Aster, director de las perturbadoras El legado del diablo (2018) y Midsommar (2019).

*Crítico de cine.

Tomado de “La Patria”.

100 años del cable aéreo

El Historiador Pedro Felipe Hoyos, estrena el 2 de febrero de 2022 el documental “El cable aéreo más largo del mundo”, con el cual conmemora los 100 años de creación de este sistema de transporte en su ruta Mariquita-Manizales. Incluye 6 minutos de filmación del año 1922 y una entrevista al último operario vivo, Gustavo Jiménez, además tomas en Mariquita, Herveo, Fresno y Manizales.

Según explica el escritor, su impacto económico en la importación y exportación de mercancías, especialmente café y cuero, fue muy importante, así como, a raíz del incendio de Manizales, en el transporte del primer hierro y el primer cemento para la reconstrucción que era muy urgente porque iba a haber una desbandada de gente.

“Fue un sistema de transporte muy interesante, en su época el más largo del mundo: 73 kilómetros 350 metros, 365 torres, 9 motores halando el cable. Este sistema hoy en día lo estamos utilizando en Manizales, Pereira, Bogotá, Medellín y Cali, una respuesta muy económica para el transporte en la montaña”.

Cuenta Hoyos que el cable aéreo fue una empresa británica con sede en Londres. “No tuvo apoyo local, la tecnología y el capital eran de ellos, muy poquitas acciones las tuvo aquí don Sinforoso Ocampo, más simbólicas que operativas. Sí hubo un aporte de ingeniería local con la torre de Herveo, la torre 20, hierro que se hundió con el barco en la Primera Guerra Mundial. Hacía falta para poder montar todo el sistema, entonces decidieron elaborarla en madera”. La torre se encuentra en Manizales y hace parte del conjunto de la estación La Camelia, lugar donde hoy funciona la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional, símbolo trascendental en nuestra historia declarado patrimonio nacional colombiano.

El documental estará colgado en las redes sociales de las alcaldías de Manizales, Herveo, Mariquita y Fresno.

Links del documental:

https://drive.google.com/file/d/1kvTBgQK2_G8lzkCZYONEuokQzamF5JJ0/view?usp=drivesdk.

https://drive.google.com/file/d/1RqsBAj3fGz288RC9iIeI2MF-6BB-GGqF/view?usp=drivesdk

 

 

Spencer: la angustia silenciosa de una princesa

La nueva película del chileno Pablo Larraín puede verse desde hoy en Cinépolis Manizales, a las 8:00 p.m., en función subtitulada.

Hay una anécdota reveladora acerca de la princesa Diana de Gales. Minutos antes de un concierto de Michael Jackson en Londres, pudo charlar con el Rey del Pop, a quien preguntó si cantaría Dirty Diana (Diana Sucia, en español). Jackson dijo que no, por respeto a su majestad, pero Lady Di señaló que era una lástima, pues amaba la canción. La respuesta cogió por sorpresa al cantante y bailarín.

En especial, sirve para darse cuenta de que estaba en las antípodas de las formas inflexibles y el decoro de la nobleza. A pesar de la solemnidad del papel que desempeñaba, la princesa era una mujer sencilla, relajada y con sentido del humor, valores que, como podrán imaginar, no facilitaron su adaptación a la compostura y la rigidez expresiva de la realeza británica.

Justamente, la dificultad de asimilar aquella vida, con la ansiedad y la angustia que traía, es el tema central de Spencer (2021), la nueva película del cineasta chileno Pablo Larraín, que puede verse desde hoy jueves en Cinépolis Manizales. Protagoniza Kristen Stewart.

Esta cinta parece conformar una serie de películas a cargo de Larraín sobre esposas de nobles y jefes de estado paralizadas por el existencialismo y el dolor. La primera fue Jackie (2016), en la que Natalie Portman encarnaba a Jacqueline Kennedy tras el asesinato de su marido, el expresidente de Estados Unidos John F. Kennedy.

Aunque la semejanza no es solo temática, sino de estilo. Si hay un valor admirable de la filmografía de Larraín es su versatilidad: desde el despliegue de formas y la experimentación de películas como Neruda (2016) o Ema (2019) hasta la sobriedad, elegancia y delicadeza de sus dos largometrajes para Hollywood: Jackie y Spencer.

Su más reciente trabajo es una indagación psicológica que se zambulle en la mente agotada y convulsa de la princesa Diana, justo para el momento en que suma años en la Casa Real Británica y en que sus hijos, los príncipes William y Harry, viven la adolescencia y la infancia, respectivamente.

Es notable su irritación, al punto de que la capacidad para seguir disimulando aquel desagrado ha llegado al límite. Stewart da cuerpo y forma a un ser que emerge del escondite en el que se mantuvo durante años y que ahora sale con violencia a la superficie en busca de aire, desesperada por reconciliarse consigo misma y afirmarse en el mundo sin ataduras.

Todo bajo una perspectiva minimalista, limpia y simple con la que Larraín hace que percibamos la inmensidad de los espacios, la fluidez y la armonía de los movimientos (prepárense para mucha steadicam, al estilo Terrence Malick), la belleza de entornos en donde grandes palacios se conjugan con el verde rural.

En lugar de un relato sobre la realeza abarrotado de lujo, pompa y grandiosidad, Spencer opta por el brillo y la sencillez de unos cuantos elementos puestos con sensibilidad en el espacio. Un fondo de privilegio y glamour que ocupan escasas figuras humanas, las cuales lidian con la desesperación, la melancolía y el pesimismo.

Porque Spencer es un refinado y cruel cuento de hadas. Una princesa secuestrada en su gran castillo, presa de una indolente tradición que estrangula su individualidad y su libertad. La psique afligida de una mujer a causa de circunstancias y fuerzas que la someten, pero que con espontaneidad y chispazos de alegría se enfrenta a un entorno decidido a marchitar cualquier asomo de vida.

*Crítico de Cine.

 

 

 

Hollywood está explotando el miedo al spoiler para llenar las salas, y Spider-Man: No Way Home lo confirma

  • ¿El terror de tragarse un momento crucial de la trama de una película le está ganando la partida al simple interés de verla?

El spoiler, además de un concepto relacionado con las historias del cine, se ha vuelto un aliado del mercadeo y las ventas de Hollywood. Es curioso, pues ya no es solo parte del componente artístico de una obra cinematográfica (en donde es lógico que esté), sino también de la promoción (en donde es raro que esté).

La propuesta de ver una película ya no es “véala”, sino “véala antes de que se la arruinen”. Aquello explica la ansiedad en las filas interminables para ver Spider-Man: No Way Home. Y Hollywood encantado, pues entre más personas vean una película y pocos días después del estreno, mejor la recaudación del primer fin de semana, que es el indicador sobre si una película es un triunfo comercial o no.

Por ende, cada vez más, la industria del cine le apuesta a un tipo de película que contiene revelaciones y sorpresas. Es decir, producciones ideales para desencadenar una ola de spoilers por todas partes. Entre más riesgo haya de tragarse un suceso decisivo de la trama de una película, más interés habrá de verla lo más pronto posible.

Esto funciona muy bien en el terreno del blockbuster de superhéroes, sobre todo en el delimitado por Disney-Marvel, que se ha encargado de fidelizar una nutrida audiencia desde el inicio del Universo Cinematográfico de Marvel (UCM).

Y si le añades la nostalgia, su combinación con la estrategia del spoiler augura una alta probabilidad de una amplia recaudación. Spider-Man: No Way Home es un claro exponente de ello, una película que a través del recurso narrativo del multiverso trae de vuelta a los personajes icónicos de las dos anteriores sagas del arácnido, las protagonizadas por Tobey Maguire y Andrew Garfield.

Entonces me pregunto: ¿Hay más interés por evitar un spoiler que por ver una película en el anhelo y revuelo multitudinario de Spider-Man: No Way Home? ¿Lo que se busca al final de la experiencia es el alivio de saber que ahora nadie te podrá arruinar la cinta y no tanto el hecho de haberla visto?

Lo llamaría el anzuelo de Hollywood. Pero, para el caso, hablemos mejor de las telarañas.

*Crítico de Cine.

 

Matrix, el blockbuster que citaba a Jean Baudrillard

Desde el jueves 9 de diciembre, Cinépolis Manizales exhibe Matrix (1999), en la previa al estreno de Matrix Resurrecciones (2021).

¿Por qué acceder a esta u otra película ya no parece tan novedoso? Tener casi todo al alcance, gracias a las agitadas mareas del streaming, nos convence de que no es extraordinario que cierta cinta esté en alguna plataforma. Simplemente, debería estarlo.

Suena mal perder el asombro, aunque no tanto. En el fondo, hablamos de mayor acceso al cine. ¿O quizás la magnitud de una oferta tan colosal nos ha insensibilizado al punto de que simplemente dejó de importar? Bueno, ese es tema para otra ocasión. Quiero hablarles de Matrix (1999).

Que la película de las hermanas Wachowski llegue a HBO Max no justifica mayor entusiasmo, podrían decir algunos. Pero si vuelve a los cines, la experiencia adquiere capas de interés: no solo es verla, sino regresar a 1999 y ponerse en los zapatos del espectador que la disfrutó en la gran pantalla durante el estreno.

¿Quién sabe? A lo mejor ese espectador eras tú. Querrás revivir aquel día o bien sumergirte por primera vez en la experiencia a través de una pantalla grande, sonido envolvente y público. Cualquiera sea el caso, cualquiera el interés, podemos estar de acuerdo en que tener una obra maestra de hace 22 años en la cartelera es, cuanto menos, fascinante.

En los cines

Justamente, desde el jueves 9 de diciembre, puede verse Matrix (1999) en Cinépolis Manizales, un reestreno que ambienta la llegada de Matrix Resurrecciones (2021) el 23 de diciembre. Lana Wachowski dirige en solitario esta cuarta entrega que supone el regreso de la saga, exactamente 18 años después de que se estrenó Matrix Revoluciones (2003).

En esta era permeada de nostalgia y fan service, resulta apenas lógico que las glorias del pasado vuelvan a la primera línea del mainstream desde los anaqueles del archivo. La saga Matrix no es la excepción de esta tendencia empeñada en capitalizar el fervor de los fans por aquellos hitos de la cultura popular.

En medio de tanto producto anémico, complaciente y efímero de este fenómeno, es bueno saber que el asunto viene acompañado del regreso a los cines de las obras originales. Porque, si se fijan bien, el lío no está tanto en los éxitos que abren el camino, sino en la explotación inescrupulosa y desmedida que viene después, lo cual también le pasó a esta saga.

Profundidad y entretenimiento

El director ruso Victor Kossakovsky describió alguna vez al cineasta ideal como una mezcla entre Charles Chaplin y Andréi Tarkovski. Es decir, el encuentro entre la comedia y la solemnidad del arte más elevado.

Esa aspiración al entretenimiento y la profundidad es una excepción a la regla, pues las películas suelen inclinarse por un lado u otro. Y, en caso de buscar el equilibrio, no me interesan aquellas que lo intentaron, sino las que triunfaron. Esa proporción sí que es menor, porque no es nada fácil conseguirlo.

Matrix (1999) es,  con plena seguridad, una de ellas. Combina los dos enfoques con más gloria que pena. Lo evidencia que sea un objeto recurrente de las clases de filosofía para ilustrar postulados, teorías y deducciones acerca de la relación del hombre con la realidad, pero que a la vez sea ideal para pasar una tarde amena de domingo junto a tu padre.

Una clase de Descartes en medio de explosiones, combates al estilo artes marciales y un derroche de efectos especiales, lo cual es grandioso si se compara con aprender sobre Descartes en un salón gris y con un profesor de voz monótona. A propósito, cabe anotar que la película incluye un guiño al filósofo francés Jean Baudrillard mediante un cameo de un ejemplar de su libro Simulacros y Simulación.

Fantasía narcotizante

Las hermanas Wachowski consiguen ahondar en la ambición del componente filosófico, desplegarlo y ajustarlo de manera orgánica al espíritu blockbuster de la película. En lugar de fatigar, el argumento fluye por las vías del interés y la exposición clara de la historia. Lo curioso es que tampoco se torna ligera, como un tanque de Hollywood sin personalidad cuyo propósito es rendir al máximo en taquilla.

Antes bien, Matrix (1999) es compleja, siempre a la altura de sus aspiraciones. Un relato acerca de la desconexión, la alienación, la epifanía de la verdad, las arenas movedizas de la percepción, la distopía que adormece a sus dominados con una fantasía narcotizante y, sobre todo, la lucha de clases. En cada uno de estos aspectos, la obra se desenvuelve con una genialidad y maestría notables.

Y luego está el espectáculo, que no es un fin en sí mismo, sino otro medio al servicio de la historia. Un armazón de coreografías, persecuciones y combates que es una carta de amor a la destreza física y, en segundo lugar, a la letalidad de las armas de fuego.

Sus efectos especiales popularizaron el recurso del bullet time, técnica que emplea un centenar de cámaras para captar un instante de acción dramática y reproducirlo mediante un giro de 180 grados en el que los actores permanecen inmóviles. El resultado te roba el aliento, una pausa que cambia el ángulo de visión y le permite al espectador moverse por el espacio de ese momento congelado por unos segundos.

Neo (Keanu Reeves), inclinado hacia atrás en una línea perpendicular, mientras mantiene los pies en la tierra y esquiva una bala que amenaza con destruirlo, no es solo una imagen icónica de la franquicia, sino de la cultura popular, como da fe la numerosa cantidad de series y películas que han rendido homenaje a ese momento.

Las píldoras roja y azul

¿Qué lectura podemos hacer de Matrix? ¿Qué supone verla hoy en comparación con quienes lo hicieron en los albores de internet, es decir, 1999? Primero, la película adquiere mayor vigencia  con el paso de los años, lo cual es una característica de los clásicos que vencen el juicio implacable del tiempo.

La razón es que sus conceptos tienen hoy una mayor resonancia, como espejos que arrojan luces a cuestiones y fenómenos de la era digital, internet, las redes sociales, los juegos de identidades en los mundos real y analógico, la anestésica felicidad de los likes, etc. Todo eso, en 1999, podía considerarse ciencia ficción. Ya no.

¿Te inclinarás por la píldora azul o la roja? Sea cual sea la elección, es un lujo poder ver en pantalla grande ese mítico primer plano del rostro de Laurence Fishburne (Morfeo) y apreciar que en sus lentes plateados se refleja el dilema: en uno la palma que sostiene la azul, en otro la que ofrece la roja, en ambos un Keanu Reeves pensativo y temeroso. Pero el miedo no podrá contra el anhelo de ser libres, y entonces emprenderemos la aventura.

*Crítico de cine