El Declamador

Casting

Las escuelitas en donde estudié mis letras iniciales, siempre estuvieron marcadas por espectáculos culturales en donde nunca faltaba el teatro, el canto y la declamación. En mi casa practicaba la entonación de las poesías, la puesta en escena y los gestos enmarcados por mis brazos y manos que agitaba cual molino de viento enfatizando las emociones. Era la época de clásicos de la poesía popular: El brindis del bohemio; Reír llorando; La gran miseria humana, El seminarista de los ojos negros, etc… extraídos de las pequeñas bibliotecas que había en las casas en donde no faltaban estas antologías populares. En mi caso, papá tenía unos cuantos libros que él apreciaba como tesoro: los famosos Almanaques Mundiales, que cada año salían en gruesos volúmenes con mucha información valiosa de historia, geografía, astronomía y notas de cultura general; las infaltables revistas Selecciones, en las cuales bebimos muchos de nosotros; los libros prohibidos de José María Vargas Vila, como Aura o las violetas; y estos libritos de poesía popular. Mi padre solía recitar de vez en cuando algunas estrofas de los mismos, y le encantaba sobremanera La gran miseria humana, de Gabriel Escorcia Gravini:

“Una noche de misterio
estando el mundo dormido
buscando un amor perdido
pasé por el cementerio…

Desde el azul hemisferio
la luna su luz ponía
sobre la muralla fría
de la necrópolis santa,
en donde a los muertos canta
el búho su triste elegía.

La luna sus limpideces
a las tumbas ofrecía
y pulsaba el aura umbría
el arpa de los cipreses,
y en aquellas lobregueces,
de mi corazón hermanas
me inspiraron,
y con ganas
de interrogar a la Parca
entré a la glacial comarca
de las miserias humanas.

(…)”

El poema continúa en muchas estrofas más, pues es largo y delicioso.

Esta introducción me permite presentar a quien considero es uno de los últimos clásicos de la declamación en Manizales, mi amigo Armando de la Rosa, cuyo nombre no se dice, se declama, y quien “es frecuente ver caminar como poeta soñador por las calles de esta mágica ciudad con la lluvia y el sol a cuestas”, como dice de él el médico Uriel Buitrago.

Armando practica desde hace muchos años este arte escénico que se desarrolla frente a un público o grupo que observa y escucha, como testigo ocular y auditivo de la misma. Su interpretación puede ser colérica o pausada, con temas que generan polémica enfatizada con voz fuerte y ceño fruncido o silencios y susurros bien interpretados. Los buenos declamadores siempre generan asombro utilizando el rostro, los ojos, la voz, las manos y todo su cuerpo.

En la maleta, Armando tiene clásicos de amor, humorísticos, tristes, de fantasía, serios, anecdóticos, soñadores, nostálgicos, expresados con todo el sentimiento de alguien que los vive y transmite apasionadamente. Contemplarlo en acción es una experiencia inolvidable. Y para ello tenemos la oportunidad de admirarlo en la presentación que hará junto con su espectáculo artístico y noche de gala “Romance Lírico”, el 29 de septiembre en la Sede Social de Cootilca, calle 44 n° 23-52a, sector Cristo Rey, en donde actuará junto a reconocidos artistas como el grupo Rumba Flamenca y Árabe; Corazón Latino Show; y Son Varadero, que muestra la riqueza de ritmos afroantillanos como la guaracha, el son, la conga, la guajira y el son montuno.

Estos eventos son propiciados gracias a la gestión de Armando, quien voz a voz y con gran esfuerzo realiza toda la organización desde el contacto con los artistas, la difusión y el mercadeo, que es hecho de a pie, con lista en mano de quienes lo apoyan y a quienes visita, uno a uno, realizando la promoción, a la vez que también participa como artista con su presentación como declamador, que recomiendo por su calidad y puesta en escena, pues es muy grato volver a disfrutar de un espectáculo que hizo parte de los escenarios y veladas manizaleñas en épocas pretéritas y que ojalá hoy se recupere porque considero que es uno de los tesoros de nuestro acervo cultural y patrimonial.

* Poeta, anacronista y pintor; editor de «ojo con la gota de TiNta (una editorial pequeña e independiente)».

La Escritura, la lectura y el teatro: Una puerta abierta en la obra de Rubén Darío Zuluaga

Tengo hoy la feliz oportunidad de presentar a ustedes el nuevo libro de Rubén Darío Zuluaga Gómez titulado LO DIJO CASANDRA. Rubén Darío, el amigo y expedicionario de muchas jornadas existenciales, estéticas y de creación alrededor del Teatro y la Literatura.

Refiero en el título de estas notas, la expresión Puerta Abierta, para destacar unas reflexiones acerca de la actuación y el teatro escritas por del Director Teatral y de Cine Peter Brook, en donde podemos encontrar similitudes con algunos aspectos de esta obra de Rubén Darío, la cual traza pinceladas en prosa poética que evidencian cuidado, elaboración y originalidad, permitiendo al lector a través de cada uno de los relatos crear un gran teatro de la vida sin tregua al aburrimiento.

Cada línea o párrafo en LO DIJO CASANDRA, parece ser narrado en tono autobiográfico; en cada uno de sus relatos hacen presencia las juveniles y muy apasionadas lecturas del autor, las huellas de una infancia y vida familiar con vestigios de las tradiciones orales recogidas con delicadeza y ternura en los recuerdos de sus padres, hasta las incursiones dramatúrgicas de Monólogos, faceta del hombre maduro y de formación académica en tiempos de la reciente Pandemia del covid-19.  Como él mismo lo confiesa, las acciones cotidianas le han impuesto durante toda su existencia, los actos de leer y escribir como obligación y vocación sin pretender llegar a considerarse algún día un escritor. Conjuntamente ha sido un hombre a quien El Teatro como la vida misma ha obligado a la permanente lucha ante sí mismo, con el otro y con el público.

Rubén Darío en los relatos que componen esta obra literaria, además, va reafirmándonos que la vida es un laboratorio  de experimentos, expresión suya con la cual nos invita en LO DIJO CASANDRA al  primigenio mundo  de la alquimia y la transmutación permanente, esa bella metáfora de la conversión de los metales ordinarios en metales preciosos de plata y oro, la elocuente imagen de ese Ars Regio, que en el artista  constituye su permanente proceso interno de maduración espiritual o la fluida transformación o renacimiento en una búsqueda incesante que atraviesa las pasiones humanas, el  objeto perdido, en el cual  la lúdica y la creación son esas anclas para sostenerse a veces en los acantilados de confusiones y confesiones telúricas en donde como seres humanos nos podemos llegar a refugiar ante la fragilidad  y milagro de lo efímero.

Por ejemplo, desde el numeral 1, LO DIJO CASANDRA, en el relato denominado “Quién del otro lado”, Rubén Darío, a la manera profética del personaje mítico Casandra, nos advierte la sentencia humana expresada como Horror al cambio. De modo determinante lo enuncia en primera persona: “Me miré al espejo y vi a otro, le reclamé y se fracturó en mil pedazos”.  Esta es su forma poética de poner en escena la dialéctica de todo ser humano, sus luchas silenciosas por descifrar los enigmas existenciales que llevamos en una memoria colectiva inconsciente. Como compensación metafísica cuando el alma se mira en ese espejo, puede descubrir la vergüenza que ella encierra y entonces  la arroja de sí, pues tan pronto se pone frente al espejo, se olvida de su propia imagen. Pero para no caer en los solipsismos del individualismo, en la obra va descorriendo el sentido humano del lenguaje y su simbolismo como construcción histórica y social o en un estilo muy singular, se permite visualizar muchos de los artefactos que conforman la cultura hasta nuestros días.

LO DIJO CASANDRA, desde esa perspectiva narrativa, da una muestra muy representativa del entorno del hombre que se dedica como artista a la literatura y al Teatro, las tramas y sub-tramas del vivir humano, en la lucha existencial por un añorado equilibrio, así como la del actor y su vida interior, el actor y sus compañeros o la tensión entre el actor y su público. En síntesis, la obligación existencial de estar en dos mundos a la vez: El mundo interior y el mundo exterior, un camino simple para la referencia al YO, al Tú y al Nosotros.

Recurro ahora a la particular importancia entre el mundo del relato, el Arte Teatral y el mundo de la Pedagogía y la Enseñanza a partir de algunas Claves desde Paulo Freire como la Emancipación, el Pensamiento Crítico y los asombros.

Desde el Título “Lo dijo Casandra”, Rubén Darío pone al lector frente al privilegio de la palabra y su poder profético, pero siempre en riesgo de ser escupida y apartada de ese poder mágico consistente en ser creíble. En otras palabras, la eterna lucha entre la verdad y la mentira. Y aquí la primera clave que inspira esta obra de relatos en prosa poética, es la de poner en juego la libertad de los seres humanos con su  natural capacidad creadora, facultad eminentemente aprehendida a través del lenguaje y los asombros del entorno en una dialéctica entre los mundos existenciales de las interioridades y las exterioridades, que definen el modus  de todo accionar, el permanente discernimiento, la decisión y elección,  basamentos políticos de todo ser humano; y esta es una de las Claves de lectura desde Paulo Freire: Casandra la pitonisa, es capaz de enfrentarse al poder otorgado por otro poder sublime y así es como el valor de su palabra profética se banaliza. Hoy podríamos decir que ante las arrogancias del Fatalismo, las palabras pierden el valor de la verdad y son vehículo de falsas noticias del mundo del Statu Quo, la resistencia al cambio, que desde las redes sociales y medios masivos de comunicación, construyen terrorismos simbólicos para movilizar todo tipo de emociones degradantes.

Ningún ser humano es neutro, todos estamos existencialmente como seres de lenguaje en diálogo para el discernimiento, el cruce de caminos entre los sueños creadores o las pesadillas devastadoras, flujo de contradicciones que van y vuelven, en el enorme caudal del eterno retorno, figura que nos llega desde el filósofo Federico Nietzsche a través de Rubén Darío en LO DJJO CASANDRA.

En cada apartado de esta obra el autor cautiva a través de los recursos y estilos literarios y fortalece la condición humana de ser lectores del mundo y de la palabra. Deja claro en la Introducción que su escritura es diaria por obligación y vocación. Y esto se puede constatar, ya que desde muy joven Rubén Darío ha sabido compartirnos con lujo de detalles en tertulias inolvidables que llegaban hasta la mirada fija, sus inquietudes y posturas alrededor de escritores variopintos tanto en sus obras como en sus contextos, formas y contenidos. Y como buen hombre de teatro que sabe las reglas de la recepción de la puesta en escena, sorprende al final del libro con el anuncio aleccionador que hace a sus descendientes: “La herencia más importante que dejaré a mis nietos incluidos Isaac y Thiago, será mi gran biblioteca…”.

Quisiera finalmente que estas líneas se las llevara Rubén Darío y cualquier otra persona que por feliz hallazgo alguna vez las lea, como una pequeña carta surgida del afecto y la lectura atenta del libro que hoy tienen ya en sus manos.

Las líneas que a continuación me permito dedicar, son de nuestro Maestro y gran referente artístico común, Enrique Buenaventura y titulado Carta a Theo surgida quizás de la hermosa comunicación epistolar que el artista Vincent Van Gogh sostenía con su hermano Theo en el siglo XIX y que estoy seguro, también constituyen parte sustancial de esta cofradía existencial, estética y artística, que bien puede resumir el valor poético y creativo del nuevo libro LO DIJO CASANDRA :

“Pero luz, lucidez, cálculo
Pasión, amor, entrega, no
Son la locura Theo.
La locura son solo las carencias”

El camino de soledad casi siempre incomprendido, pareciera advertirnos, de manera inútil y poco creíble como en el caso de Casandra, esta sentencia paradojal : “La perfección nunca es bastante perfecta” y por tanto para hacer escuchar esa especie de voz interior y conectarla con el oído de un mundo incrédulo, como lo escribe Rubén Darío Zuluaga en la introducción de LO DIJO CASANDRA, ”hoy tampoco se escuchan las voces de alerta ante las catástrofes ambientales o ante dilemas del espíritu que no tienen resolución y solo pueden expresarse en la locura o la alucinación”. El momento paradojal consiste entonces en que esa soledad deberá expresar toda su fuerza en la voz estruendosa de ese otro u otra afuera, en las circunstancias de un lector del mundo y de la palabra como en este caso.

Y esa podría ser, una clave emancipadora desde Paulo Freire, lo que hace fascinante la incompletud o inacabamiento de toda obra y de todo ser humano.

Con todo mi afecto y reconocimiento.

Presentación del libro “Lo dijo Casandra” el 14 de septiembre de 2023 en Macondo Manizales.

*Director y actor de teatro.

 

Lo dijo Casandra

Con “Lo dijo Casandra”, Rubén Darío Zuluaga Gómez**, profesor de la Universidad de Caldas, ofrece una obra ecléctica y heterogénea, rica y profunda, particularmente variada en su estilo y en sus temas, pero de la que se desprende una gran coherencia de conjunto.

En primer lugar, el título plantea un interrogante: ¿Por qué “Lo dijo Casandra”? Casandra es una mujer sublime, una pitonisa de la mitología griega a la que Apolo quiso seducir y, para ello, le concedió el don de la profecía. Sin embargo, cuando ella lo rechazó, él le escupió en la boca, lo que la privó de toda posibilidad de ser creída. Antes de llevarnos de un texto a otro, ¿se refiere el autor a visiones del futuro? ¿A la falta de fe? ¿A la falta de comprensión? ¿Al vínculo entre la palabra y el otro? ¿A la función poética del lenguaje? ¿A un retorno a los orígenes del pensamiento? ¿A las profecías y a visiones?

El personaje de Casandra está presente en la literatura, en Boccaccio, Ronsard, Schiller, Wolf, Sartre. Pero, más recientemente, nos hará pensar en el escritor y etnólogo francés Jean Laude con su largo poema “Le Dict de Cassandre” (El Dictado de Casandra) que representa una especie de testamento de Casandra en forma de monólogo, donde la palabra “Dict” significa al mismo tiempo “palabra poética”, “máxima” o incluso “relato”. Pues es de este conjunto de significados de lo que tratan los textos de Rubén Zuluaga.

En segundo lugar, todo el libro está escrito en forma de prosa poética, con un cierto lirismo en el que las figuras retóricas como la metáfora, pero también los oxímorones y las antítesis, desempeñan un papel central. A través de ellas, el autor parece poseer una llave que abre la puerta a otro mundo y da respuesta a algunas cuestiones relacionadas con la propia existencia. Además de esta obra poética, los textos varían de género, desde el ensayo al monólogo teatral, pasando por la narración, la ilustración y la autobiografía.

Hay muchas influencias explícitas o implícitas en esta obra. La Antigüedad tiene un rol esencial, remitiéndonos al título, pero también a Platón y Aristóteles, en particular a la Poética. La poesía desplegada remite a la filosofía de Kant, Hegel o Nietzsche, y abundan las referencias literarias, destacando, sobre todo, Dostoievski, pero también Borges, Keaton, Homero o Shakespeare. En cuanto al estilo de escritura, nos sumerge en una época que oscila entre el simbolismo de Mallarmé y el surrealismo de Aragón y Laude, pasando por el expresionismo de Ball. Esta relación con las referencias literarias revela una trayectoria vital inmersa en el arte y la literatura.

En cuanto a los temas abordados por Rubén Zuluaga, son múltiples sin alejarse de las visiones oníricas, simbolistas y surrealistas en las que puede evolucionar el hombre. Algunos textos tratan de los orígenes de la vida, especialmente del ser humano, estableciendo el vínculo entre un origen físico y un origen simbólico, incluso mitológico, del tiempo. A través de la puesta en escena de este tipo de profecías, se tiene la impresión de asistir al nacimiento del Universo, al Caos de los orígenes, al desarrollo de la naturaleza, a las primeras tribus, al surgimiento de las sociedades hasta la modernidad, a la complejización de las relaciones sociales, a la importancia de los sueños, del amor, de lo imaginario donde perdura el misterio del mundo y de la realidad que hay detrás.

La relación con la naturaleza establece la correspondencia entre la Naturaleza misma y la naturaleza del hombre, y tiene algo profundamente colombiano, apegado a la tierra, a las raíces; pero también, esta naturaleza con sus aspectos a veces humanistas, guarda algo de cierta violencia natural, sin juzgarla. La relación con la naturaleza se confronta entonces con la Modernidad desarrollada por el hombre, simbolizando también a Dios frente a la tecnología; el hombre moderno materialista, en particular el político, es objeto de cierta crítica mordaz e irónica en relación con una verdad simbólica.

En este mundo antiguo y moderno desarrollado por los textos, se revela poco a poco el vínculo con la cotidianidad. La experiencia a través de los sentidos se codea con los diferentes aspectos de la vida, los sueños, el día y la noche, el amor, el desengaño, la filiación. Estos aspectos abren hacia una forma de introspección donde el humor ayuda a iniciar el viaje interior que permite el lenguaje poético, hasta la pregunta universal: ¿Quién soy yo? Este cuestionamiento remite a la propia vida del autor, especialmente en la última parte de la obra, que trata de la madre, del padre, del nieto, de la violencia y de la transmisión; pero también en otras partes, a lo largo del libro, tal vez más íntimas, que evocan algo de un sufrimiento ligado a la mujer, al niño, a la infancia. Sin hacer una hermenéutica del texto, me viene a la memoria esta frase atribuida al célebre escritor francés Gustave Flaubert: “Madame Bovary, c’est moi” (Madame Bovary, soy yo); una frase apócrifa nunca pronunciada por el autor que subraya tanto la mezcla entre leyenda y realidad, como el hecho de que, aunque no hable de sí mismo, un autor crea en función de su identidad, de sus conocimientos, de su subjetividad. A través de la nostalgia, a veces parece que se trata simplemente de una invitación a seguir siendo un niño.

Introspección, autobiografía, sueños, simbolismo, surrealismo conducen a una inmersión en el inconsciente, pero ¿cuál? ¿El del autor? ¿Un inconsciente colectivo? La dimensión mitológica de ciertos textos, la fuerza de los símbolos, el juego de lo imaginario con sus fantasmas y demonios son la imagen de representaciones construidas durante la infancia y subrayan una dimensión más profunda del ser humano y de su existencia. Las referencias a Jung recuerdan implícitamente los arquetipos que están en la raíz del inconsciente y que se reflejan en los sueños y en el lenguaje poético. Y los símbolos y la relación con la tierra colombiana recuerdan el trabajo de Jean Laude como etnólogo africanista. Por momentos, este viaje a las infinitas profundidades que revela la creación poética alude a cierta locura; pero al fin y al cabo, ¿qué es la locura? Para no preguntarse qué es la normalidad.

La creación poética ocupa así un lugar esencial, por no decir todo el lugar en estos textos, para constituir el corazón de los mismos. Remite al misterio de la creación, tanto artística como del mundo, que se inscribe en la relación del poeta con su propia estética. El lenguaje, en particular a través de la metáfora, permite, como demostró Baudelaire en su poema “Correspondances” (Correspondencias), poner en relación mundos diferentes. Abre una metafísica, nos permite atravesar el espejo, entrar en otro universo, hace aflorar lo misterioso y lo desconocido. Es un verdadero viaje al interior de la mente y de lo invisible.

La relación con el lenguaje, con la poesía, se convierte en un elogio del arte, un elogio de la vida artística frente al materialismo; un canto a la vida, como si el autor intentara dejar algo de arte en el mundo. Para identificar este “algo”, si tuviera que elegir una sola frase de la obra de Rubén Zuluaga, que resumiera el conjunto de esta creación, sería “¡Todo dogma niega la risa!”. Esta frase, escogida subjetivamente por mí, lleva en sí todo el trabajo realizado; resume la coherencia y variedad del estilo, de los géneros, de los temas: la creación se encuentra en la libertad, porque es la libertad, en definitiva, lo que está en juego en la creación poética, en el lenguaje y en la vida.

Además, probablemente uno de los elementos más fuertes de la obra sea el “eterno retorno”. Aunque Nietzsche sólo se mencione una vez y más allá del texto del mismo título, esta noción es trascendental para los escritos de Rubén Zuluaga, y la obra de Nietzsche permite comprender la relación entre la naturaleza de los orígenes y una violencia sin juicio, más allá del bien y del mal. En fin, todo vuelve. La vida, la muerte, los días, las noches, el amor, la violencia y, más que todo, la poesía. Es un ciclo eterno en el cual estamos todos encerrados, pero del cual nos libera la misma poesía.

Por último, “Lo dijo Casandra” representa una experiencia única de Rubén Zuluaga; uno se pregunta por la dimensión autobiográfica oculta tras los símbolos presentados y las visiones nostálgicas adormecidas por el humor. Es un resumen de lo que debe ser un autor: un poeta, un filósofo, un artista y un escritor; es todo un mundo por descubrir. Puede haber mil y una opiniones sobre esta obra e invito a todos a tener la suya. Esa fue la mía.

*Profesor de la Universidad de Caldas. Lingüista y escritor.

**Presentación del último libro del actor, director, dramaturgo y amante del teatro desde la adolescencia. Crítico y ensayista. Colaborador en periódicos y revistas nacionales e internacionales en artes escénicas. Licenciado en Artes Escénicas y Magister en Filosofía de la Universidad de Caldas.

Cita en Bestiario

Vale la pena mencionar que el primer libro de relatos que Julio Cortázar publicó con su nombre fue Bestiario y que después de leer esos clásicos del género, nuestra opinión sobre el mundo y su contenido no sigue siendo la misma. En su último relato se mezclan herbarios, con fornicarios, juegos de niños, peleas de adultos, miradas sin malicia y acercamientos maliciosos, comedias y tragedias como es la vida misma.

Por su parte, uno de los nuestros, Alfredo Iriarte con su estilo mordaz y sarcástico nos dejó en su Bestiario Tropical unos precisos y preciosos retratos de los sátrapas que han infestado nuestra sufrida América. Es que para bestias, algunos humanos.

En Bestiario (publicado en 1959), el mexicano Juan José Arreola generó una propuesta en la cual los animales se mostraron fieles a su propia naturaleza, pero desplegaron una serie de actitudes fatalmente emparentadas con las de los humanos. Podrán imaginar todo lo posible allí, con las ratas, las hienas, los lobos, los elefantes, etc.

Aquí podemos dar un salto casi mortal para llegar a Sartre quien en su obra de teatro A puerta cerrada, en la cual interactúan varios personajes en un recinto sin acceso al exterior y tratan de hacer pactos o alianzas, unos con otros y cada vez recomponiendo alianzas o acuerdos mutuos, que van incumpliendo o deshaciendo, y que al final los conducen a afirmar, el infierno son los otros.

Esto contrasta con lo planteado por el premio nobel 1968,Yasunari Kawabata, quien en un emotivo discurso de recepción del premio, lleno de lirismo, tradición, bellas descripciones, amor por la naturaleza y sus manifestaciones y con un reconocimiento por la labor de los traductores quienes han permitido por su trabajo el acceso a esas obras, manifestó:

Cuando vemos la belleza de la nieve, cuando vemos la belleza de la luna llena, cuando vemos la belleza de los cerezos en flor; es decir, cuando somos acariciados y despertados por el esplendor de las cuatro estaciones, es cuando más pensamos en quienes amamos, y deseamos compartir con ellos ese placer. La emoción ante lo bello despierta fuertes sentimientos de amistad, deseos de compañía, y el término camarada puede tomarse en el sentido de ser humano. La nieve, la luna, las flores, palabras que expresan el sucederse de las estaciones, abarcan en la tradición japonesa la belleza de las montañas y de los ríos, de las plantas y de los árboles, todas las innumerables manifestaciones tanto de la naturaleza como de los sentimientos humanos.

Ese espíritu, ese sentir hacia los amigos que despierta la nieve, la luz de la luna, las flores, es también fundamental para la ceremonia del té, que es una unión en el sentimiento, una reunión   de amigos en una estación agradable.

Este preámbulo para ubicarnos en Germán Eugenio Restrepo Arango (Pereira, 1958), abogado de la Universidad de Caldas, consultor en derecho penal, docente universitario, ha sido columnista del diario La Patria de Manizales, igualmente escritor y poeta con Mención Especial en 1999 en el IX Premio Internacional de Literatura en Colliure, Francia. Además del ejercicio de su profesión se ha interesado por la búsqueda de la verdad para encontrar no solo el conocimiento sino encontrarse a sí mismo. Con relación a uno de sus temas de estudio se ha identificado por lo planteado por Epicuro sobre la muerte:

Así pues, el más espantoso de todos los males, la muerte, no es nada para nosotros porque, mientras vivimos, no existe la muerte, y cuando la muerte existe, nosotros ya no somos. Por tanto la muerte no existe ni para los vivos ni para los muertos porque para los unos no existe, y los otros ya no son.

Él la aborda con uno de sus personajes, en su relato así:

La muerte es  nuestra sombra y nace con nosotros y nos enseña su naturaleza incorpórea en los sueños. Cada que me acuesto en la noche y despierto al día siguiente, comprendo minúsculamente el señorío de la muerte y aprendo de mi fatuidad y de mi fragilidad humana, demasiado humana. Es un bello milagro del existir. Tengo muy presente mi   muerte, o mi futura desencarnación y convivo con su misteriosa e inesperada visita. Me preparo para esa nueva iniciación que es partir; decir adiós a lo que un día fui, para encarnar la verdadera presencia que soy. Esa es mi verdadera naturaleza.

En su constante indagación sobre el motivo por el cual estamos acá ha trasegado muchos caminos con rituales iniciáticos en escuelas gnósticas, masonerías, movimientos rosacruces, budismo, filosofías orientales, y un largo etc. Ha participado en regresiones, lecturas de tarot, sondeos del inconsciente, aceptación de duelos, interpretación de sueños, acompañamiento a enfermos terminales y otras actividades esotéricas y metafísicas, de las cuales ha ido aprendiendo y asimilando. Toda esta estructuración la encontramos en una juiciosa lectura que hagamos a su primera novela Diatriba de un ángel caído, publicada el año pasado.

Entendemos por diatriba un discurso escrito u oral en el que se injuria o censura a alguien o algo, pero en el Diccionario de Filosofía de José Ferrater Mora, hay una más amplia explicación, que es la usada por los estoicos, como una forma de expresión que se propone reproducir las conversaciones sostenidas entre el maestro y sus discípulos. Su propósito es principalmente didáctico. La diatriba implica un intercambio de opiniones y una casi siempre prolija discusión entre varias personas sobre las tesis principales.

Se nos presentan una serie de personajes trágicos unos, cómicos otros, unos patéticos, otros ridículos, pero todos fácilmente identificables en nuestro propio entorno, muchas veces varias de esas características conjugadas en una sola persona, pues en la fauna humana es lo que somos o lo que encontramos.  No sabemos esos ángeles a que religión pertenecen de las ochocientos cincuenta que hay reconocidas en Colombia.

Los llamados del escritor desde el comienzo a que abandonemos la lectura constituyen un desafío, un acicate a no hacerlo y en cambio a buscar en ella algo tan recóndito que solo una atenta lectura logre desentrañar, aunque no ayude mucho su pronóstico:

No sé si soy un ángel de Luz o un ángel caído… Me reconocerás en las páginas que caerán en tu corazón –¡qué desgastada palabreja, hirsuta, ambivalente; eminentemente fisiológica!— como un bálsamo o como una bendición. Y me sentiré reconocido en tu mirada, en una torpeza humana y en esas condiciones de tu destino que todavía no has podido comprender, que no comprenderás y que el día en que entiendas eso de incomprensible, de inaudito e inexplicable que tiene tu vida, ese día o esa noche morirás.

La interacción de estos personajes con otros ángeles caídos va fraguando tal escepticismo que no solo se ve reflejado en sus actuaciones sino en sus pensamientos y elucubraciones que el escritor nos presenta matizadas de esoterismo, doctrinas y otros ingredientes que a veces no parecemos capaces de digerir o entender. Hay mucho escepticismo frente a la familia, el matrimonio y en general en las relaciones humanas a tal punto que ese negacionismo nos hace recordar lo expuesto al final de la vida por Amado Nervo

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,/porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;/Porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;/que si extraje la mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:/cuando planté rosales coseché siempre rosas.

…Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:/¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!

Hallé sin duda largas las noches de mis penas;/mas no me prometiste tan sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas…/Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!

Algunas descripciones están tan bien desarrolladas que parecen vivencias propias, al estilo de Aldous Huxley, como es el caso de la experiencia en la selva con algo como la toma del yagé:

Me fui sumiendo en un extraño sopor, como si sombras superpuestas, cayeran sobre mí, pesadamente. Mire las estrellas, la luna y los arboles encumbrados que lo cerraban todo, dejando ver escasamente un fragmento del cielo negro. Las arcadas me hicieron inclinar y me retiré de la fogata, pues no soportaba las ganas de trasbocar. Perdí la noción del espacio y del tiempo y me sumergí en algo que no podía definir y menos comprender. Muchos colores vivos danzaban en mi mente y, sobre el pasto, serpientes de colores se movían, generándome una desabrida sensación de  desequilibrio e inestabilidad. Me perdí en un confuso horizonte de  lejanías, de evocaciones y una mutable sombra, lo   invadió todo y me hizo deleznable e incierto.

Son tantas las experiencias y los deseos de compartirlas a través de la escritura, que en el libro encontramos más de una historia y todas relacionadas formando una amalgama que exige un lector no solo interesado, sino dispuesto a desentrañar su propia versión de ángel, demonio o dios que es lo que ejercemos con nuestra voluntad y a veces solo con nuestro deseo, para eso son los sueños. Y ahí tenemos al escritor recordándonoslo: Tener historias que contar, es sencillamente haber vivido y haberlo hecho con intensidad y con la hondura que brinda la vida. Estamos todos invitados al banquete de la vida y podemos escoger, si entramos o nos quedamos afuera, fisgoneando. Yo escogí entrar. ¿Tu estas afuera? ¿O ni siquiera te has sentido invitado?

Varias veces el ángel de la diatriba menciona el diario del nobel de Literatura Yasunari Kawabata, que le sirve de inspiración y de norma, por la forma tan precisa y preciosa de escribir, pero debe tener mucho cuidado con su acción final, pues volviendo al discurso de aceptación del Nobel, decía Kawabata: En mi ensayo La visión en los últimos momentos digo: Por muy desencantado que se pueda estar del mundo, el suicidio no es una forma de iluminación; por muy admirable que sea, el hombre que se suicida está lejos del reino de la santidad. Yo no admiro ni estoy de acuerdo con el suicidio. Tuve otro amigo que murió joven, un pintor vanguardista. También pensó en el suicidio en los últimos años, y sobre éste escribí en el mismo ensayo lo siguiente: Parece que ha dicho una y otra vez que no hay arte superior a la muerte, que morir es vivir. Para él, nacido en un templo budista y educado en una escuela budista, el concepto de muerte era muy diferente al occidental. De aquéllos que reflexionan, ¿quién no habrá pensado alguna vez en el suicidio?

Pero como todo lo categórico es circunstancial, acongojado, enfermo, solitario y triste por la muerte de su amigo Yukio Mishima, quien lo había definido como un “viajero perpetuo”, se suicidó en un pequeño apartamento a orillas del mar, se cree que inhalando gas.

Si lo que buscamos desde el comienzo es la definición del ángel caído, solo la conoceremos al final:

Ser un ángel caído y soportar como mortal, el peso acuoso de la eternidad, es algo difícil de entender. Tener la condición de expatriado, exiliado o de proscrito, es llorar sufrientemente por todo lo que existe y sentir que nuestra fragilidad es lo que realmente nos aproxima a seres tan perecibles y transitorios como nosotros mismos y es saber que el niño que soy no ha muerto aún, asesinado por un mundo venal donde no es posible ni   la esperanza, ni la fraternidad y donde no caben ni los niños, ni los ancianos.

La descripción de la vida, sus comedias, tragedias, sus logros y frustraciones, sus triunfos y fracasos, sus aciertos y desaciertos, sus alegrías y tristezas, es lo que nos ha tocado y tocará afrontar y resolver, en cada etapa y hasta el final, por eso la disposición que tengamos frente a su acontecer se constituirá en la clave para continuar. Los obstáculos no serán más que nuevos desafíos, cuya superación traerá nuevas satisfacciones o desengaños, pero aprendizajes. No podemos rendirnos, debemos estar pendientes de inesperadas situaciones.

* Profesional en Filosofía y Letras Universidad de Caldas

Texto leído en la presentación del libro Diatriba de un ángel caído de Germán Eugenio Restrepo, el día 29 de agosto de 2023 en Bestiario Galería Creativa de Manizales.

En la fotografía Alba Quintero, Germán Eugenio Restrepo, Germán Sarasty.

Ángeles, dioses o demonios

Germán Eugenio Restrepo Arango (Pereira, 1958), abogado de la Universidad de Caldas, consultor en derecho penal, docente universitario, ha sido columnista del diario La Patria de Manizales, igualmente escritor y poeta con Mención Especial en 1999 en el IX Premio Internacional de Literatura en Colliure, Francia. Además del ejercicio de su profesión se ha interesado por la búsqueda de la verdad para encontrar no solo el conocimiento sino encontrarse a sí mismo. Con relación a uno de sus temas de estudio se ha identificado por lo planteado por Epicuro sobre la muerte:

Así pues, el más espantoso de todos los males, la muerte, no es nada para nosotros porque, mientras vivimos, no existe la muerte, y cuando la muerte existe, nosotros ya no    somos. Por tanto la muerte no existe ni para los vivos ni para los muertos porque para los unos no existe, y los otros ya no son.

En su constante indagación sobre el motivo por el cual estamos acá ha trasegado muchos caminos con rituales iniciáticos en escuelas gnósticas, masonerías, movimientos rosacrucianos, budismo, filosofías orientales, y un largo etc. Ha participado en regresiones, lecturas de tarot, sondeos del inconsciente, aceptación de duelos, interpretación de sueños, acompañamiento a enfermos terminales y otras actividades esotéricas y metafísicas, de las cuales ha ido aprendiendo y asimilando.

Toda esta estructuración la encontramos en una juiciosa lectura que hagamos a su primera novela Diatriba de un ángel caído, publicada el año pasado en la cual nos presenta una serie de personajes trágicos unos, cómicos otros, unos patéticos, otros ridículos, pero todos fácilmente identificables en nuestro propio entorno, muchas veces varias de esas características conjugadas en una sola persona, pues en la fauna humana es lo que somos o lo que encontramos.

Estos arquetipos como en la vida real afrontan situaciones a veces conflictivas, en otras ocasiones placenteras y así se debaten entre el amor y el odio, la pasión  y la inercia, el llanto y la risa, el conflicto y la serenidad, la esperanza y la frustración, son los extremos en los cuales transcurre la vida y el recorrido de un estado al otro entraña el conocimiento y la aceptación de sí mismo.

Los llamados del escritor desde el comienzo a que abandonemos la lectura constituyen un desafío, un acicate a no hacerlo y en cambio a buscar en él algo tan recóndito que solo una atenta lectura logre desentrañar, aunque no ayude mucho su pronóstico:

No sé si soy un ángel de Luz o un ángel caído… Me reconocerás en las páginas que caerán en tu corazón –¡qué desgastada palabreja, hirsuta, ambivalente; eminentemente fisiológica!— como un bálsamo o como una bendición. Y me sentiré reconocido en tu mirada, en una torpeza humana y en esas condiciones de tu destino que todavía no has podido comprender, que no comprenderás y que el día en que entiendas eso de   incomprensible, de inaudito e inexplicable que tiene tu vida, ese día o esa noche morirás.

Encontramos como recurso narrativo la generalización, aunque no siempre es aceptada por el lector, ya que este no tiene por qué identificarse con el autor, quien tiene sus propias posturas frente a la familia, el matrimonio, el amor, el desprecio y la propia visión de la sociedad en donde está inmerso.

La gente en las grandes ciudades vive en pequeños apartamentos; ven televisión en la noche, navegan en internet, cuentan como gran cosa la odisea de su jornada laboral y se empeñan en ser agradables, melifluos y sumisos con sus jefes. Se envidian entre ellos y hacen de sus lugares de trabajo, un verdadero mercado persa, donde la envidia, el odio, la maledicencia y la desconfianza, no dejan que se den relaciones armónicas y amables.

Uno de los ángeles está casado con Vitelina y tiene dos hijas Publia, excelente lectora y Amaranta, rumberita, aunque se siente cómodo allí, manifiesta su estado de ánimo de una manera concluyente y muy negativa, como si ese ángel estuviera muy insatisfecho en la tierra:

La familia es ese pequeño reducto que me permite alimentar el propio sentido de mi identidad. Una identidad que es prestada, inánime; siempre el resultado de lo que la cultura y la sociedad han establecido, para hacerme un ser manipulable y poder así   cercenar mi libertad, sin ningún reparo. Pero en la familia no se encuentra la felicidad y hay allí, otra forma de explotación que es la que imponen los hijos a los padres. Y algo parecido sucede con el matrimonio. El amor filial y el amor conyugal forman parte de la misma patología social. De la misma grotesca esclavitud.

No desaprovecha oportunidad para menospreciar la vida familiar y considera que todos los afectos no son más que deseos interesados por buscar satisfacción de necesidades económicas o sociales; se siente asfixiado en familia. Todo ese constructo no solo mental sino real quizá lo hace para poder justificar su infidelidad con Atala que según él fue la única que lo supo entender y tolerar, pero a quien dejó muy claro su imposibilidad de vivir juntos ya que la convivencia hace sucumbir el amor.

Otro de los personajes es el poeta y servidor público Valentín Fegali quien encuentra su alma gemela en Sabina una diosa terrenal a quien conoció en una tertulia literaria sobre los egipcios y la reencarnación que ella orientó pues era uno de sus temas apasionantes. Al pobre Valentín aun le retumbaban las palabras de Rosalba su mujer quien le repetía ¡Eres un fracasado! ¡Eres un fracasado! Haber conocido a Sabina le daba la posibilidad de volver a soñar con la felicidad que había perdido con su mujer y su hija Maryclare.

Eduardo, el marido de Sabina se casó con ella cuando él tenía veinte años, tuvieron tres hijos: Leonardo, Maria Sabina y Loly y llegó a ser ejecutivo del sector financiero, pero nunca se interesa por los temas que desde adolescente, cautivaron a Sabina: el estudio de la personalidad, las ciencias ocultas, la magia, la alquimia, la psicología y la astrología.

Cuando Eduardo tenía cincuenta años Sabina emprendió durante algo más de un mes un viaje por el Medio Oriente, Egipto, Grecia y la India, que la cambiaria definitivamente y la prepararía para el rescate del poeta Valentín, quien solo alcanzaba a musitar en sus brazos:

Me parece muy inverosímil todo esto. Muy extraño. Con misterios o sin ellos, me gustas mucho, Sabina. En tu compañía, me siento fortalecido y desaparecen mis putos miedos, mi inseguridad y todas esas cabronadas que me han jodido siempre. He conocido en tus brazos, la certeza del verdadero amor.

Por su parte Sabina interiorizaba: Solamente Valentín me comprende y cómo me hace el amor de rico. Lo amo ciertamente y es un alma que viene conmigo desde tiempos inmemoriales; lo que sucede es que él no tiene memoria, pero estuvo conmigo en el esplendor del Templo de Heliópolis, como Sumo Sacerdote.

La interacción de estos personajes con otros ángeles caídos va fraguando tal escepticismo que no solo se ve reflejado en sus actuaciones sino en sus pensamientos y elucubraciones que el escritor nos presenta matizadas de esoterismo, doctrinas y otros ingredientes que a veces no parecemos capaces de digerir o entender. Hay mucho escepticismo frente a la familia, el matrimonio y en general en las relaciones humanas a tal punto que ese negacionismo nos hace recordar lo expuesto al final de la vida por Amado Nervo

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,/porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;/Porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;/que si extraje la mieles o la hiel de las cosas, fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:/cuando planté rosales coseché siempre rosas.

… Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:/¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!

Hallé sin duda largas las noches de mis penas;/mas no me prometiste tan sólo noches buenas; y en cambio tuve algunas santamente serenas…/Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!

El pacto con el lector implica que el escritor presente su texto, su creación y espere que la interpretación de quien lo aborda sea coherente con lo planteado, teniendo presente que cada lector tiene cultura, formación e intereses diferentes para hacer esa inmersión de la cual pueden surgir nuevas posturas. Lo que sí es indispensable es que el texto entregado esté tan limpio y depurado que evite distraer al lector con errores de construcción o lo más lamentable, de ortografía de allí la importancia de un editor que con su agudeza lo deje totalmente asequible a una lectura serena y  juiciosa, eso hace parte de la estética del texto.

* Profesional en Filosofía y Letras Universidad de Caldas.

 

 

 

    

Belleza, asombro, creatividad

Vivimos inmersos en una cultura en la cual se privilegia el valor del tiempo y esto es correcto, siendo un recurso no renovable, una vez lo consumimos, no lo podemos recuperar salvo lo que hayamos hecho con él y allí aparecen los inolvidables recuerdos. Pero si bien es cierto no lo podemos estirar para un mayor disfrute, no es menos cierto que han aparecido cantidad de sustitutos como dicen, para hacerlo rendir y surgen entonces los falsos profetas que pregonan la fast food, la lectura rápida, la escritura abreviada en los chats de whatsApp y ahora la generación faster.

Con esto lo único que se logra es perder el disfrute de un agradable momento al frente de un delicioso plato pues se privilegia la comida rápida: hamburguesas, perros, pizza y la denominada comida chatarra, con el pretexto de la falta de tiempo, atentando además contra la salud con esa forma de consumir. Lo grave es que para poder tener más tiempo con los niños pequeños se los ha inducido desde tempranas edades a este tipo de consumo en donde se dejan de suministrar los principales nutrientes necesarios para su crecimiento y salud física y mental.

De manera similar y con el fin de poder consumir más se han adecuado métodos de lectura rápida, usando un proceso de reconocer y absorber palabras, frases u oraciones de una página, en lugar de identificar palabras individuales o por sílabas, a veces usando lectura de la página en diagonal. El promedio de lectura normal de una persona es de doscientas cincuenta palabras por minuto, sin embargo, con esta técnica se podría aumentar su ritmo. Así se pierde la satisfacción de una lectura juiciosa, sosegada, asimilada y comparada, como debe hacerse.

En el siglo digital, el consumo de información y de ocio en internet se ha vuelto para la mayoría de personas, una parte integral de la vida cotidiana, especialmente los jóvenes suelen ser las generaciones más conectadas. La nueva tendencia en el consumo de contenidos se ha denominado generación faster formada por aquellos que acceden a Spotify, YouTube, WhatsApp, etc. y saben que  con un par de clics pueden acelerar o desacelerar el ritmo de un video, un podcast o un mensaje de audio, lo que les brinda un mayor control sobre su tiempo y experiencia de consumo para poder realizar otras actividades. Constituye la cultura de la inmediatez y la superficialidad.

Todo esto es apenas una muestra de la manera como nos hemos acomodado a vivir, los valores que privilegiamos, las metas que nos proponemos y la forma de medir nuestras realizaciones, pues hemos aceptado que lo que no sea posible cuantificar o aquello que no nos produzca como resultado algo útil, no es digno de ser tenido en cuenta, es aquí en donde aparece lo pregonado por ese gran filósofo, humanista y pensador italiano Nuccio Ordine, quien nos ha dejado como digno legado su Manifiesto La utilidad de lo inútil.

Nuccio Ordine (Diamante18 de julio de 1958Cosenza10 de junio de 2023), doctor en Ciencias Literarias y profesor de Literatura Italiana del Departamento de Estudios Humanísticos de la Universidad de Calabria, considerado “el ensayista más conocido de Italia en el mundo”​ y una de las personalidades más significativas del panorama cultural internacional, junto con pensadores como Umberto Eco, Jürgen HabermasGeorge SteinerGianni VattimoAlain BadiouPeter SloterdijkSlavoj ŽižekGabriel MarcelByung-Chul Han y Martha Nussbaum.

Poniendo en evidencia lo que realmente debería ser lo más importante para el ser humano, aquellos saberes cuyo único beneficio es hacernos mejores, afirma:

Existen saberes que son fines por sí mismos y que —precisamente por su naturaleza  gratuita y desinteresada, alejada de todo vínculo práctico y comercial— pueden ejercer un papel fundamental en el cultivo del espíritu y en el desarrollo civil y cultural de la humanidad.

Señala el peligro de privilegiar solamente aquello que produce una utilidad tangible, inmediata y que muchas veces ha constituido el eje central del quehacer humano, su verdadera preocupación y casi su razón de ser, pues se ha pretendido así medir la capacidad del ser humano como realizador y utilizador de todos los medios requeridos para lograr los objetivos propuestos. En innumerables ocasiones y casi que sin darnos cuenta hemos caído en el consumismo, pues con la invasión de la publicidad muchos bienes innecesarios han sido posicionados como útiles e indispensables. Todo esto nos distrae y evita que disfrutemos los pequeños detalles que nos proporciona el solo hecho de vivir.

En este brutal contexto, la utilidad de los saberes inútiles se contrapone radicalmente a   la utilidad dominante que, en nombre de un exclusivo interés económico, mata de forma progresiva la memoria del pasado, las disciplinas humanísticas, las lenguas clásicas, la enseñanza, la libre investigación, la fantasía, el arte, el pensamiento crítico y el   horizonte civil que debería inspirar toda actividad humana. En el universo del    utilitarismo, en efecto, un martillo vale más que una sinfonía, un cuchillo más que una poesía, una llave inglesa más que un cuadro: porque es fácil hacerse cargo de la eficacia de un utensilio mientras que resulta cada vez más difícil entender para qué pueden servir la música, la literatura o el arte.

Para una mejor comprensión de su afirmación, teniendo en cuenta que el concepto de ciencia lo constituye aquella esfera de la actividad de la sociedad, cuyo objeto esencial es la adquisición de conocimientos acerca del mundo circundante y que la tecnología, por su parte, constituye aquel sector de la actividad de la sociedad empeñada en la modificación del mismo, vemos que la investigación pura realizada por la ciencia está exenta de un fin práctico, pues generalmente son planteamientos teóricos, series de ecuaciones, algoritmos complejos u otro tipo de presentación que generan conocimiento, aunque luego retomando esos fundamentos se busque por parte de otros investigadores un fin práctico, como ha pasado con las telecomunicaciones, la electricidad, la automatización, el procesamiento de datos, la inteligencia artificial y un largo etc.

Este gran pensador expone su Manifiesto en tres partes: La útil inutilidad de la literatura, La universidad-empresa y Poseer mata: “Dignitas hominis”, amor, verdad  y cada parte la ilustra con planteamientos de filósofos, historiadores, escritores, dramaturgos, lingüistas, matemáticos y otros especialistas cuyos aportes reafirman sus planteamientos. Veamos algunos.

«Un mundo sin literatura sería un mundo sin deseos ni ideales ni desacatos, un mundo de autómatas privados de lo que hace que el ser humano sea de veras humano: la capacidad de salir de sí mismo y mudarse en otro, en otros, modelados con la arcilla de nuestros sueños». Vargas Llosa

La obra de arte «exige nacer» de la misma manera que «el niño exige nacer»: «El niño no nace para la sociedad aunque la sociedad se apodere de él. Nace para nacer. La obra de arte nace igualmente para nacer, se impone a su autor, exige ser sin tener en cuenta o  sin preguntarse si es requerida o no por la sociedad. Ello no impide que la sociedad pueda «apoderarse de la obra de arte»: y aunque sea cierto que «puede utilizarla como quiera» —«puede condenarla» o «puede destruirla»— queda en pie el hecho de que la obra de arte «puede cumplir o no una función social, pero no es esta función social». Y si «es absolutamente necesario que el arte sirva para alguna cosa, yo diré, que debe servir para enseñar a la gente que hay actividades que no sirven para nada y que es indispensable que las haya». Ionesco

Si nos regaláramos el tiempo para apreciar y disfrutar el patrimonio que nos han dejado los grandes humanistas, constituido por lo artístico, literario, musical, filosófico, científico y arquitectónico, además de lo que nos brinda la naturaleza con solo detenernos a contemplar un atardecer, un amanecer, el vuelo de un pájaro, los colores de una mariposa, un arcoíris y tantas otras cosas que no disfrutamos, seguramente lo valoraríamos plenamente y de esa mirada para contemplar tanta belleza, surgirá el asombro que con una mente limpia y una mirada escrutadora, nos despertará no solo curiosidad sino también la creatividad. ¿Qué nos estamos perdiendo? A propósito de la forma como nos relacionamos con los demás, Italo Calvino en su libro Ciudades invisibles, desarrolla el concepto planteado por Sartre: el infierno son los otros, y a su manera afirma:

El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar y darle espacio.

Así como al contemplar la naturaleza y el mundo en general con sus personajes, acciones, omisiones, intencionalidades, noblezas, bajezas y todos los demás rasgos de la conducta del ser humano, podemos asimilarlo a una obra de teatro pues tiene todos los elementos de lo trágico y lo cómico y a los personajes que a veces son protagonistas o espectadores las diferentes escenas de la obra los afectan de manera diferente, de lo alegre y lo triste está compuesta la vida, entendámoslo y asimilémoslo, es la clave para disfrutar nuestro paso por la vida, en donde la dignidad nos la proporciona la cultura.

La permanente búsqueda de la verdad debe constituirse en una norma de vida ya que el ese proceso de aproximación a ella es en donde nos vamos formando y adquiriendo el conocimiento, pues este es tan vasto que es imposible abarcarlo todo, salvo para los dioses que por su sabiduría ya lo tienen o el caso de los ignorantes que no lo buscan pues creen ya poseerlo o no consideran que vale la pena el estudio. Pero una cosa es la búsqueda de la verdad y otra es considerar que no es válida sino la nuestra, pues no solo nos priva de considerar otras alternativas, sino que nos conduce al dogmatismo paralizante.

El pasado diez de junio tras concluir la lectura de El manifiesto, decidí hacer una reseña sobre él y ese mismo día murió Nuccio Ordine, gran humanista quien ha dejado honda huella con su obra. Paz en su tumba.

Profesional en Filosofía y Letras Universidad de Caldas

Abrupto despertar

Sara Jaramillo Klinkert en su nueva novela Donde cantan las ballenas, publicada en el 2021, desde un comienzo logra despertar la curiosidad y el interés en el lector, no solo con el sugestivo nombre de su libro, los enigmáticos epígrafes de Edgar Allan Poe, sino con el párrafo inicial del mismo:

El polvo estaba quieto a lo largo del camino. Quietos los pies descalzos de Candelaria como renacuajos confinados en la estrechez de la pecera. Quietas las ballenas que custodiaban la casa y que nunca habrían de cantar. Quieta el agua del estanque en el que iban a pasar tantas cosas. No es que fuera verano y el viento no soplara, lo que pasaba era que hacía mucho tiempo que nadie recorría el camino hacia Parruca. Pero no era una quietud de las que indican calma, sino de las que anuncian que algo está a punto de ocurrir.

Sara Jaramillo Klinkert (Medellín 1979), es una periodista y comunicadora social de la Universidad Pontificia Bolivariana, quien ha sido colaboradora de los principales medios de comunicación de Colombia. Licenciada en Periodismo por la Universidad Pontificia Bolivariana, estudió el Máster de Escritura Narrativa de la Escuela de Escritores de Madrid, en donde comenzó a concretar su carrera literaria, en la cual irrumpió con su libro autobiográfico Cómo maté a mi padre, y ahora nos ofrece según ella, una novela que rinde tributo de nuevo a su padre, a la naturaleza que la rodeó en sus primeros años, pues se crió en una finca plena de exuberancia de plantas y animales, a autores que la han inspirado, Alejo Carpentier, Edgar Allan Poe, y en general al idioma que le ha permitido exponer su alma a través de la escritura, en la cual es muy exigente consigo misma.

En esta novela de aprendizaje, en donde la protagonista es una niña en pleno crecimiento, pero con la ausencia de su padre, quien le alcanzó a enseñar tantas cosas, como en El Principito, “lo esencial es invisible a los ojos”, a tener confianza en sí misma, a arriesgarse con medida y a amar y respetar la naturaleza. Su morada está en Parruca un sitio alejado de todo, en donde las plantas crecen a su antojo, los animales son libres, y quien llega allí se siente protegido por la soledad del lugar. La acompañan Teresa su madre, Tobías su hermano y la casa, otro elemento importante en su vida, por todas sus singularidades.

Ante la ausencia de su padre, serán los personajes extraños y enigmáticos que se instalarán en la casa, con quienes interactuará buscando su crecimiento y tratando de entender a los seres humanos en sus diversas facetas cronológicas y anímicas y comprenderá que crecer implica tomar decisiones y luego se dará cuenta que los adultos al tomarlas pueden equivocarse y que el arrepentirse de ello, es lo que los humaniza. Esta será otra forma de explorar la ausencia de su padre y empezará a surgir en ella la necesidad de buscarlo, para saber porqué los abandonó.

Para quienes arriban a ese lugar, por diferentes motivos, constituye el sitio ideal, lejos de la indiscreción y de la morbosa curiosidad de los demás y un escondedero perfecto:

Parruca es un buen lugar para esconderse. Viven pocas personas, es difícil llegar y las montañas no hablan, nadie delata a nadie. Así se comportan quienes tienen asuntos que ocultar.  A veces es mejor así: yo no hablo, tu no hablas, las montañas no hablan. Eso es lo que pasa con las personas que andan huyendo, nunca pueden estar seguros de adonde pueden ir a parar, ni lo que les espera a donde sea que lleguen.

A Candelaria, la nostalgia, el recuerdo de la presencia de su padre y las celebraciones que armaban con su mamá y su hermano, en las que todo era alegría, música, baile y diversión, la marcaron definitivamente: su papá con el tamboril interpretado majestuosamente, hacía sonar el corazón de la casa, como llena de vida; sus silbidos que competían con los pájaros, Tobías improvisando e interpretando las letras de las canciones, ella tocando la marimba que le construyó con las botellas de aguardiente que se tomaba y su madre festejando con su vestido rojo que le hacia juego con sus labios y su dicha. Todo lo que sonaba cuando su padre estaba, ahora era silencio.

Pero en medio de ese silencio la vegetación siguió su curso normal y se fue desbordando ya que él no estaba para controlar su crecimiento, fue invadiendo no solo el exterior de la casa, sino su interior e igualmente su cimentación, nada la detenía. Su madre creía que al arrancar los laureles invasores, podría así arrancar el recuerdo de su esposo. Los sonidos regresarían luego con la presencia de Gabi de Rochester–Vergara quien arribaría después de deshacerse de su tercer marido y con el dinero, sin dejar rastro. Esta constituyó un paradigma femenino para Candelaria, antes despreocupada de su figura y su desarrollo, pero al ver la coquetería y la forma de organizarse de Gabi, comenzó a inquietarse de sí misma.

Por primera vez se atrevió a tocarse en los lugares en que las monjas le tenían vetados, y la sangre empezó a circular más rápido en sus venas. Sintió un calor emanado desde dentro que le coloreó la cara con el mismo tono del pelo. Era diferente al que percibía cuando se tumbaba al sol o llevaba a cabo alguna actividad física que la pusiera a sudar. Los pensamientos deambulaban en una espiral sin orden ni lógica dentro de su   cabeza. El corazón le latía más duro y más deprisa, pero esta vez percibió los latidos entre sus piernas y a lo largo de todo el cuerpo. Creía necesario hacer algo a lo que no   sabía que nombre poner. Tuvo la sensación de que se derretía por dentro y se angustió porque lo que estaba sintiendo tenía que ser pecado, pero el solo hecho de pensar que    estaba pecando, le generó mas placer.

En cuanto a Tobías, este vivía en otro mundo, tratando de experimentar con los hongos alucinógenos que habitualmente consumía y a pesar de la constante vigilancia de su hermana y el marcado desinterés de su madre, pero era tanto el abandono de su hermano y la decidida decadencia en la que se involucró,  hasta que su interés por él, fue cuestionándola:

La altura del balcón le proporcionó una visión general de su hermano que la hizo pensar en un montón de cosas que nunca tendría la oportunidad de decirle a la cara. Pensó en los alejados que estaban y en que no sabía si odiaba más sus silencios o sus comentarios sarcásticos. Visto desde arriba parecía un completo desconocido. Llegó a la conclusión de que uno puede vivir bajo el mismo techo o dormir en la misma cama con alguien y, aun así, sentirlo a kilómetros de distancia.  

Después de Gabi, aparecieron otros personajes que fueron aportando nuevos conocimientos en la formación de Candelaria, su frenética búsqueda no solo del sitio en donde cantan las ballenas, sino de su sexualidad, despertada por Gabi y exacerbada por la visión accidental de la desnudez de su hermano. Santoro sería uno de los nuevos huéspedes, con su cuervo Edgar que le servía para comunicarse con los demás, venía huyendo de sus enemigos, o de pronto de sí mismo;  y como novedad pagaría su alquiler con pepitas de oro. Luego vendría el desahuciado, Emilio Borja y sería Gaby quien lo traería y también lo despacharía. Finalmente aparecería Facundo con su incesante búsqueda de un ave a punto de extinguirse y su presencia llenaría la casa de calma y de nuevas expectativas, después de la misteriosa partida de otros huéspedes.

La búsqueda de Candelaria se concretará, cuando Facundo con gran motivación emprenderá con ella el viaje en pos de su sueño de encontrar el ave que le falta para evitar la extinción de una especie a la que ha dedicado mucho tiempo y esfuerzo. Esta motivación de Facundo, la cuestionó: Se preguntó si ella también era rara, si todo el mundo lo era a su manera y si la rareza es algo que vemos en los otros, pero no en nosotros mismos. Comprendió que lo que parece más oculto, siempre está frente a nosotros y por eso no nos percatamos y que si las cosas parecen cambiar, más bien es la percepción que de ellas tenemos.

Crecer implica saber aceptar la realidad, entender que muchas veces lo que estábamos buscando, no existe, o no justificó la búsqueda, por eso a la felicidad y la tristeza no las separa sino un instante, el de la percepción.

*Profesional en Filosofía y Letras Universidad de Caldas

 

“Los hombres no somos animales racionales, somos animales emocionales”

Invitado por la Universidad de Caldas, el escritor Mauricio García Villegas presentó en Manizales su último libro “El viejo malestar del Nuevo Mundo”, en una charla con el también escritor Octavio Escobar Giraldo, un ensayo sobre las emociones tristes en América Latina, sus desafueros y sus pesares.

Para iniciar este encuentro dijo que el libro está marcado por un acontecimiento trágico ocurrido durante la escritura, “la muerte en una montada de bicicleta de Álvaro García Estrada, un primo que para mí era más que un primo, era como un hermano y en él perdió la vida. Es un homenaje a su memoria”.

Mauricio García nació en Manizales, es doctor en Ciencia Política de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica). Actualmente es profesor de la Facultad de Derecho y Ciencia Política de la Universidad Nacional de Colombia e investigador asociado del Institute for Legal Studies de la Universidad de Wisconsin-Madison, columnista del periódico El Espectador e investigador de la organización Dejusticia. Otros libros suyos son La eficacia simbólica del derecho, El orden de la libertad, Virtudes cercanas y El país de las emociones tristes.

Durante la conversación explicó por qué prefirió escribir el libro en el género literario del ensayo “que tiene sus ventajas y sus desventajas. Las desventajas pueden ser la falta de rigor, la falta de pruebas, pero las ventajas es que uno se compromete, uno se mete en el texto y habla de cosas personales, de su familia, cómo se ha sentido, que le ha pasado”.

Así mismo se refirió a cómo llegó a la idea de que era mejor hablar desde las emociones: “Leyendo la sicología evolutiva me di cuenta de la enorme importancia que tienen las emociones, de que los hombres no somos animales racionales, somos animales emocionales, algunas veces para bien y otras para mal.”

Escobar Giraldo le indagó el por qué habla de una América Latina completa, si los diferentes países son aparentemente distintos, sino integrada sí coherente: “Yo creo que las distinciones son cosméticas, son aparentes, claro son muy evidentes, pero es secundario frente a una misma manera de ver el mundo, de ver la autoridad, de ver al otro, de ver el poder público, de ver la trascendencia o intrascendencia de concebir los valores que valen la pena y los que no valen la pena, de saber qué es interesante y qué no es interesante, en eso somos muy parecidos. Yo estoy convencido ahora de que eso es así”.

Escuche aquí los relatos completos de García Villegas respecto a estos tópicos:

 

En la contracarátula del libro se lee:

“Este libro es un ensayo sobre América Latina y también sobre el mundo actual, sobre sus logros y sus fracasos, sobre el desborde emocional que hoy vemos en la cultura y en la política y sobre el debilitamiento de las instituciones que nos podrían ayudar a evitar un eventual futuro trágico”., reza en la contracarátula de la publicación.

“Pero no solo se habla de tristezas. Siguiendo una tradición que viene del siglo XVIII, el autor postula, sobre todo en los momentos actuales, el rescate el sentimiento americanista y de la unidad espiritual del continente, en medio de su diversidad cultural y de la belleza inabarcable de su naturaleza”.

Fundación de la Universidad de Caldas y “El Gran Otto”

-Fragmento de mi libro “El Gran Otto: Años de formación” (Amazon, 2020)

 Rumbo a la Asamblea

Otto Morales Benítez (1920-2015) asumió la jefatura de debate en enero de 1945, a escasos tres meses de los comicios que tendrían lugar en abril. Debió, entonces, actuar a las carreras, naturalmente con el propósito de obtener un buen resultado en las urnas con tan poco tiempo a su favor.

Visitó los distintos municipios de Caldas. Al mismo tiempo, adelantó una intensa y efectiva organización de campaña, con tres secretarías a cargo para manejar asuntos tan complejos y fundamentales como los financieros y la cedulación, entre otros.

Fundó un radioperiódico, que escribía de punta a punta, lo cual le dio además mucha popularidad y le permitió acercarse a la comunidad por una vía distinta al contacto directo.

Hasta cuando vino la convención regional del partido, donde fue proclamado, por unanimidad, cabeza de lista para la asamblea departamental, “por voluntad de la gente -aclaraba-, no por pedir sus votos”.

El éxito fue arrollador. Tanto que de los doce diputados puestos por el liberalismo, diez correspondían a su lista, mientras los dos restantes representaban a las citadas disidencias, cuyas personas elegidas salieron por residuo.

En el Directorio Liberal

Otto, por consiguiente, llegó a la asamblea departamental como jefe de la bancada liberal, que era mayoría. Y aunque no fue presidente de la entidad, parecía serlo por el poder de que hizo gala, enfrentando su liderazgo al de colegas tan capaces como Alfonso Muñoz Botero, Gonzalo Uribe Mejía (Luis Yagarí, uno de los mejores cronistas del país por sus leídas Jornadas en La Patria), Pablo Emilio Duque y Fernando López Agudelo.

Hubo varios intentos por romper su bloque de diputados. No lo lograron, ni siquiera cuando los disidentes liberales se unieron a los conservadores para tener la mayoría, o cuando él se negó a formar parte de la comitiva para viajar a otros departamentos con la misión comercial de vender allí más licores de Caldas.

Demostró, en fin, suficiente habilidad política para mantener la cohesión de su grupo, a pesar de las dificultades. En tales circunstancias, no fue de extrañar que su nombre obtuviera pleno respaldo del partido para ser miembro del Directorio Liberal de Caldas, ratificando la jefatura regional que de manera acelerada iba quedando en sus manos.

La Universidad Popular

Pero, ¿cuál fue su balance en la asamblea? De aquella gestión, hubo dos obras en particular, dignas de destacar: primero, la Universidad de Caldas, su mayor aporte al desarrollo educativo del departamento, y segundo, la empresa Cementos de Caldas, como contribución al desarrollo industrial, económico.

En cuanto a la universidad, fue la respuesta al reclamo ciudadano, oído en los municipios, sobre esa necesidad sentida de las familias que carecían de recursos económicos para enviar a sus hijos hacia Bogotá, Medellín, Cali y Popayán, las únicas ciudades que entonces contaban con centros de educación superior.

Y aunque Manizales poseía el Instituto Universitario, centro cultural de primer orden y de sobrado prestigio en su enseñanza, requería con urgencia una universidad de caldenses y para los caldenses.

Al respecto, rescató un viejo proyecto de universidad popular (a la sombra de las que se extendían en América Latina), concebido por Efrén Lopera Gutiérrez, si bien cambió dicho proyecto no sólo en su contenido sino en el nombre: Universidad de Caldas.

Aprovechando acaso las mayorías de que disponía en la asamblea, obtuvo la aprobación que permitió, por ordenanza, crear la universidad.

De las palabras a los hechos

Sólo faltaba una cosa, de veras fundamental: pasar de las palabras a los hechos e iniciar la construcción de la obra y conseguir, para ello, el terreno donde habría de levantarse el nuevo edificio.

Visitó al gobernador, Ramón Londoño Peláez; lo convenció, aludiendo a la inminente caída del liberalismo por la división existente, para que el partido liberal dejara a los sectores populares de Caldas una obra de tal envergadura, y hasta le presentó la opción de que el departamento cediera unos terrenos en las afueras de la ciudad, rumbo al barrio Fátima.

Como el mandatario recibió la propuesta con explicable escepticismo por la distancia del terreno y su naturaleza agreste, consultaron al mejor urbanizador del momento, Eduardo Jaramillo Uribe, quien destacó el proyecto, negó que los montículos de tierra fueran obstáculo para edificar (“Hay que aplanar el área”, les dijo) y observó, con espíritu visionario, que el desarrollo urbanístico se extendería hacia allá, donde desembocarían -aseguró- importantes avenidas.

Fue así como nació la Universidad de Caldas, en el sitio escogido por Morales Benítez y gracias a su iniciativa en la asamblea departamental, donde también logró sacar adelante la creación de Cementos de Caldas, clave asimismo para el desarrollo urbanístico de Manizales y el departamento.

“Porque el cemento había que traerlo de Antioquia y Valle, lo cual encarecía mucho los costos”, observaba con la satisfacción del deber cumplido.

 

 

Hongos de estiércol y mujeres en llamas

A propósito de Todas las que fuimos de Juanita Hincapié

Supongo que fue por alguna herencia mojigata de la cultura de las “buenas costumbres” que la metáfora digestiva de la lectura —aquella que habla de textos ligeros e indigeribles— hasta el día de hoy permanece truncada: no pasa del estómago, no se habla nunca del subproducto de la digestión que consiste en la deposición, la expulsión de residuos, ignorando, por ejemplo, que los alimentos abstractos y espirituales, por medio de la alquimia lingüística, logran descomponerse, mezclarse con otros textos, pensamientos y palabras propias hasta ser expulsadas en forma de producción intelectual, de coprografía.

Ignoro si “coprografía” sea un sustantivo con el cual Juanita Hincapié quiera relacionar su libro Todas las que fuimos, cosa que hago sin ningún ánimo de ofender; antes bien, me gustaría pensar que hago algo semejante a lo que veo en su poética, la intención de “renaturalizar”, de disociar lo natural de lo culturalmente aprendido. La mierda no es solo desecho, es también insumo y para algunas especies de hongos, animales y plantas, alimento.

No es fortuito el énfasis en la analogía, pues en el libro de Juanita, esta es la figura retórica dominante: desde el orden más pequeño, el de las oraciones, hasta el mayor, la forma de organizar la recopilación, hay constantes comparaciones e invitaciones de la autora a que juguemos con ella a encontrar las similitudes.

Este juego empieza en el título: Todas las que fuimos y que antes de leer su contenido asumí que era una declaración política, que las que “ya no somos” hacía referencia a “todas las mujeres muertas”, pero después de su lectura pasa a hacer referencia a versiones anteriores, pasadas, más jóvenes, que forman parte del ciclo natural de nacer, crecer y morir. De ahí que los títulos del primer y último cuento Todo arde y Fénix, respectivamente, relacionan la vida con el proceso de la combustión: arder hasta hacerse ceniza y renacer para repetir el ciclo.

Análogo a la idea de Heráclito, en Todas las que fuimos el fuego es el fundamento de la naturaleza, símbolo del devenir y la transformación, con el agregado original de la autora de que significa también vitalidad.

Pero este fuego no viene solo, no puede arder por sí mismo, necesita una materia la cual transformar, arder en otro, y esta materia maleable por el fuego es el cuerpo. Muy en oposición a lo que las redes sociales y el cine de masas actualmente glorifica, los cuerpos juveniles y musculosos de piel tersa y brillante sobre los que no hay envejecimiento ni descomposición, los cuerpos que retrata Juanita son realistas: les avergüenzan, les tallan, les duelen, les pueden fallar y —aquí más pertinente que nunca el eufemismo— sienten debilidad por “los placeres de la carne”.

Esta identificación tan fuerte de los personajes con su precariedad corporal hace que esos pequeños placeres como aceitarse la piel, tomar el sol o sentir una peinilla pasar por el cuero cabelludo, y esos placeres gastronómicos como la cerveza, las papitas y la torta red velvet se conviertan en los más estimulantes. También está presente ese otro lado de la corporalidad tan esencial y tan rehuido por las narraciones: el desecho. Es numeroso el inventario de descripciones que pueden resultar desagradables, como la comparación entre la erupción de un volcán y una espinilla estripada, la pregunta por el olor de la tierra hace 250 millones de años cuando los océanos estaban llenos de azufre y las diversas referencias y alusiones a los fluidos corporales, secreciones y materia fecal.

Quizás Carne sea intencionalmente escandaloso. Este cuento nos ubica en un mundo en el que las reses son reemplazadas por mujeres de modo que su leche y carne son comercializados como productos agrícolas, pero con excepción de este, en los demás no parece haber ninguna intención de incomodar o escandalizar, antes son consecuentes con el realismo que ella propone y fieles a la que —sospecho— es su mirada personal, libre de ese prejuicio cultural que nos invita a rechazar la descomposición y los desechos naturales. Adicional parece que, como dice el Chavo, sin querer queriendo hay una denuncia a ciertas formas de vida citadinas modernas que por cinismo o hipocresía esconden cualquier indicio de mal olor, suciedad o desorden. Por esto es que vemos a una médica en el cuento Silvia decirle a la protagonista, que contempla con angustia la descomposición progresiva de su cuerpo, «A todos nos aparecen cosas, no es bueno obsesionarse». Y aunque no haya acusación ni señalamiento a sus lectores, somos puestos en evidencia; la incomodidad y desagrado son el juicio y el propio castigo.

También cabe destacar que este choque con los lectores no parece intencional, sino que deriva naturalmente de la mirada de la autora, cuyo realismo abarca desde la construcción de argumentos y personajes hasta la propia lógica del universo narrativo: un universo visto con inocencia, pero no una inocencia edénica, sino una construida conceptualmente, un trabajo intelectual de observar sin juzgar, de evitar interpretar los fenómenos naturales, remitirse a señalarlos y relacionarlos.

De modo que, así como no podemos afirmar malicia en la naturaleza, en la erupción del volcán o en la cacería del animal carnívoro, tampoco podría afirmar crueldad o malicia en estos cuentos que solo procuran observar sin filtros. Del mismo modo que un niño con sus preguntas puede exponer la doble moral o las excentricidades de la adultez, pareciera que Juanita Hincapié en Todas las que fuimos nos ofrece una mirada inocente que cuestiona nuestra “civilidad” y hace borrosa esa línea que separa el “ser humano” del “ser animal”.

* Escritor. Realizador de cine.

Fotografía cortesía de la Universidad de Manizales, institución de la que Juanita Hincapié es egresada del programa de Comunicación Social y Periodismo.

Entrevista con promesa

Juan Grajales (Manizales, 1998), con la publicación de sus novelas, cuentos y columnas de opinión, se ha convertido en una promesa para nuestras letras. Desde pequeño mostró un marcado interés por la lectura y la escritura, y quien más lo animó fue Jorge su padre, a tal punto que desde los doce años empezó a escribir en sus cuadernos la simiente de las historias que lo inquietaban y a los quince años publicó su primera novela FALLSVILLE  Cuando sale la luna, la cual tuvo una segunda edición en el 2017.

Después de Falsville, en su segundo libro La cuarta bestia, noviembre 2016, abordó a nuestra querida Manizales, pero de una manera apocalíptica. En su tercera novela en 2019 PINOS, nos presentó fundamentalmente un análisis de la conducta humana, resaltando los opuestos entre la bondad y la maldad, pero de una manera desgarradora, como el ya nos ha mostrado que lo sabe hacer. En su penúltimo libro, La luna en un suspiro nos mostró la existencia de otras realidades En su última publicación Lo que la noche nos dejó, nos presentó quince relatos que no pocas veces nos quitan la respiración por lo tenebroso de las historias, o por la belleza de la descripción sobre la relación entre las personas, u otras veces por lo inesperado del final; siempre con unos claroscuros que hacen verosímil las situaciones narradas y nos sobrecogen por su crudeza.

Después de ese libro renunció a sus estudios académicos para dedicarse a su carrera de escritor, dejó su país y se fue para Europa en búsqueda de nuevos horizontes. Primero en Italia luego en Alemania, Dinamarca y desde principios del 2022 en el Ártico en donde ahora vive. Desde allí amablemente me atendió la presente entrevista.

Al ingresar a la universidad ¿qué carrera escogió y por qué?

Cuando entré a la universidad primero elegí derecho y después me pasé a biología. Siempre quise ser escritor, de hecho ya lo era cuando inicié la universidad, pero no había en la ciudad alguna carrera sobre literatura o creación literaria (que de hecho de esta última son poquísimas en todo el país), por lo que decidí seguir los pasos de mi hermano mayor, que se graduó de abogado en la Universidad de Caldas y ha sido un excelente profesional. Lastimosamente no pude conectar con la carrera y decidí estudiar mi segunda pasión: la naturaleza y el mundo. La biología cambió mi forma de pensar y de existir, y me ayudó a entender la vida desde una perspectiva mucho más amplia. De allí surgió, por ejemplo, la inspiración por los microbios de La Cuarta Bestia

¿Cuántos semestres alcanzó a cursar y cuál fue la razón de su retiro?

Cursé aproximadamente siete u ocho semestres, dispersos entre sí, con materias adelantadas y otras atrasadas producto de los constantes paros, de mis propios aplazamientos para tener tiempo de escribir, y porque constantemente veía materias de otros programas en mi afán de aprender, sobre todo. Aprendí aspectos básicos sobre geografía, geología, antropología, historia, derechos humanos y demás; puedo decir que fueron los años felices de mi primera juventud, cuando todavía tenía el tiempo, la energía y la incertidumbre del futuro. Me retiré en el 2021, después de las interrupciones de la pandemia y varios eventos personales que me llevaron a tomar la decisión de dedicarme a la escritura, y todo lo que esto conllevaba en materia de libertad de expresión en un país en donde este derecho sólo se encuentra en el papel. 

¿Cuánto tiempo lleva por fuera, en dónde se radicó y por qué?

Salí de Colombia una semana después de la publicación de mi último libro, “Lo que la noche nos dejó”, con la intención de pasar un tiempo viajando por Europa, principalmente en Italia. Una serie de eventos terminaron por moverme un poco más al norte cada mes, de Italia a Alemania, de Alemania a Dinamarca, y a principios del 2022 terminé en el Ártico, en donde ahora vivo. Tuve la oportunidad de quedarme, de obtener garantías para escribir sin tapujos sobre los temas que siempre reservé cuando vivía en Colombia, y que se agudizaron en los duros meses del Paro Nacional. 

Como todo lo que uno aprende, en algún momento le ha de servir ¿Cuál considera el aporte de su paso por la Universidad de Caldas?

Mi paso por la Universidad de Caldas fue determinante para ser la persona que soy y la persona que seré. Incluso sin haberme graduado, incluso sin tener un diploma en la pared, incluso si ya no queda registro de esos años felices, la Universidad de Caldas cambió mi vida y me abrió las puertas del conocimiento, me hizo revivir esa curiosidad de niño que se había disipado en la adolescencia, me hizo encontrar gente que pensaba como yo y gente que pensaba distinto, me ayudó a entender otras culturas, otros idiomas, otros mundos y otras historias. Aquellos años de universidad están bien plasmados en mi libro “Pinos”, que escribí precisamente en plena clase, cuando todos creían que estaba tomando apuntes de las exposiciones de mis compañeros de Derecho Ambiental, mientras lo que en realidad hacía era tomar nota de todo cuanto veía para convertirlo en una historia. También conocí a personas excepcionales, como mi profesora Lupe Laserna, que ha sido un apoyo constante desde que pasé por su clase de Textos y Discursos I, por donde también pasó mi hermano menor el mismo año en que me fui. 

¿Qué es lo  que más extraña de nuestra cultura y qué le ha sorprendido de la nueva en la cual está inmerso?

Lo que más extraño de Colombia es precisamente lo que nunca pensé que iba a extrañar; extraño la bullaranga de los mercados, las risas estridentes de la gente en los billares, el fragor de los mercados, los colores de las frutas enormes (ya descubrí por qué mis amigos extranjeros se emocionaron cuando los llevé por primera vez a la Galería), las doce horas de luz que son tan verídicas como la ley de la gravedad. También los balcones, y el sentimiento de que todavía queda mucho por hacer y mucho para arreglar, y que a pesar de todo lo malo la gente saca una sonrisa para seguir adelante. Donde estoy ahora parece que ya no hay nada más para hacer, nada más por mejorar, y la gente anda por la calle en un silencio de tumba en el que uno puede escuchar sus propios latidos. Me encanta, sin embargo, la seguridad y la tranquilidad con la que vive la gente, y cómo en aquel silencio han tenido tanto tiempo para pensar, que se conocen muy bien a ellos mismos, y eso es algo que nos hace falta a los colombianos, pues vivimos tan ajetreados y acompañados que no sabemos ni quiénes somos. Eso lo descubrí yo cuando sentí la soledad por primera vez en mi vida. 

¿Qué proyectos de escritura tiene ahora?

Ahora soy escritor para una agencia de expediciones del Ártico, estoy en varios proyectos con ellos, estoy muy emocionado a pesar de que ya han sido dos inviernos muy largos. Aquí la mitad del año es de una oscuridad impenetrable y la otra mitad es de una luz perpetua en la que uno ve el sol incluso a las dos de la mañana. A veces me da la impresión de que el mundo se estropeó y que las leyes del universo no funcionan aquí; quizá fue por eso que me interesé tanto en el realismo mágico desde que llegué. Estoy escribiendo una novela que ya había empezado desde antes de la pandemia, también un libro sobre mis primeros 400 días en el Ártico, y ahora también soy escritor para la revista de una ONG noruega sobre derechos humanos en latinoamérica.

Así como estando en Colombia logró desarrollar una novela como Fallsville que trascurre en Norteamérica, ¿qué ha pensado de escribir sobre Colombia estando por fuera?

Me siento más colombiano de lo que alguna vez lo fui. La historia que estoy escribiendo ocurre en un país latinoamericano ficticio, inspirado en Colombia, en donde me esfuerzo por retratar las cosas que nunca tomé en cuenta porque las veía todos los días. Es como la nariz, uno puede verla todo el tiempo si cierra un ojo y mira hacia abajo, pero realmente la ignoramos porque siempre está allí, y no es hasta que nos vemos en un espejo cuando realmente somos conscientes de ella. Lo mismo pasa con todo lo demás, como ver el sol esconderse a las seis de la tarde, o verlo en lo más alto del cielo al mediodía, o escuchar los pájaros al amanecer, poder salir a un parque o sentarse en una banca; todas esas cosas se convirtieron en lujos para mí, y me costó entender cuán simple es la felicidad. Ojalá lo hubiera sabido antes. 

Las pestes extrañas están en el trasfondo de sus relatos como en La cuarta bestia y en Fallsville, ¿qué más podemos esperar en sus narraciones a veces apocalípticas?

Siempre me fascinó entender cómo se comporta la gente en tiempos de crisis, qué tanto cambiamos, quiénes somos realmente. Escribí sobre las epidemias debido a mi pasión por los microbios, y ahora escribo sobre los conflictos sociales en mi afán por entender lo que nos pasó en los últimos setenta años. Nacer y crecer en Colombia me hizo normalizar eventos inconcebibles en muchos otros lugares del mundo, exterminios políticos, masacres, atentados, cosas que veía en televisión todos los días desde que tenía uso de razón, y que se me hacían tan normales como el sereno al anochecer. Ahora estoy interesado en saber cómo llega una sociedad hasta ese punto de desconexión (¿o tregua bélica?) con sus propios principios. De ahí viene “El Conflicto”, un libro que narra la vida de una mujer desde sus primeros años hasta su lecho de muerte en la vejez, y cómo su país experimenta cambios abruptos y atroces durante el ascenso de un dictador electo democráticamente y una posterior guerra que desestabiliza a la sociedad latinoamericana. Empezó como un proyecto de ficción, pero entre más leía más entendía y más me adentraba en el tema, descubrí que es una realidad latente en nuestro territorio. Por eso decidí ser escritor y activista para Amnistía Internacional y LAG i Norge; defender la democracia, los derechos humanos y las instituciones es responsabilidad de todos, incluso de los menos interesados en la política. 

¿Qué tipo de lecturas está haciendo?

Estoy leyendo exclusivamente autores latinoamericanos, especialmente aquellos relacionados con el realismo mágico (como Gabriel García Márquez e Isabel Allende), pues en este mismo estilo estoy escribiendo “El Conflicto”. También he descubierto autores escandinavos, pero son lecturas lentas porque mi nivel de noruego no es tan avanzado. 

¿En las librerías se ven libros de nuestros escritores?

 Sí, sobre todo de Gabriel García Márquez, traducido al inglés y al noruego. En un pequeño rinconcito de la biblioteca pública de Tromsø encontré un ejemplar en español de “El Amor en los Tiempos del Cólera”, ese día me puse muy feliz. 

¿Qué actividades desarrolla en un día normal?

Antes vivía en medio de la nada, rodeado de hielo y más hielo, pero desde mayo vivo en el centro de Tromsø y la vida se siente más normal. Como el estado de la luz cambia muy rápido, prácticamente no hay dos días iguales salvo cuando es el periodo del sol de medianoche o el de la noche polar, que parece como si el tiempo se congelara dentro de los relojes y no pasaran los días ni las horas. En el periodo de oscuridad trato de mantenerme acompañado todo el tiempo, salir con amigos, tomar mucho café. Incluso a los noruegos de otras ciudades les cuesta acostumbrarse a tanta oscuridad. En los meses de luz es al revés, no hay ni un rastro de oscuridad en el cielo y uno ve a la gente comiendo helado en los parques o asoleándose en la playa a la una de la mañana. Lo complicado es que luego es difícil conciliar el sueño, uno se siente como un sonámbulo a todas horas. Ahora que trabajo para la agencia de expediciones empezaré a viajar y a conocer más sobre el Ártico, eso me llena de mucha inspiración. No pienso quedarme aquí para toda la vida, pero, por ahora, este mundo tan loco es mi día a día. 

*  Profesional en Filosofía y Letras. Universidad de Caldas.

(Las fotografías fueron tomadas por Esme Andrews & Petra Policova).

 

Héctor Hernando López y su iceberg

Casting

El poeta invitado en nuestra columna es Héctor Hernando López Hincapié, quien nació en Anserma, Caldas, y vive en Manizales desde hace muchos años. He leído su último libro “Presencia y distancia”, publicado por la Secretaría de Cultura de Caldas en la colección “Libros al aire”, del cual, para reseñarlo, voy a retomar la idea de Ernest Hemingway sobre la literatura como iceberg, en este caso, los que denomino poemas-iceberg de Héctor Hernando. Se refiere este concepto a que los textos siempre son la punta del iceberg que asoma una pequeña proporción de su inmensa mole que en mayor porcentaje se encuentra sumergida en el océano, porque así es la creación, el resultado de toda una vida de experiencias, de la cual surge un toque leve, en este caso, con forma de poema, y más específicamente poemas breves.

Me voy a enfocar en los que aparecen de mínima extensión en el libro de Héctor, textos leves como la brisa y profundos como el mar: “Palabra altisonante/imperfecta y escondida/incapaz de explicar/el silencio de la tarde”. En el anterior poema, imagino al autor ensimismado y aturdido frente a un atardecer de Chipre, consciente de la incapacidad de las palabras para nombrar el éxtasis, el cual solo es posible esbozar en un susurro.

Y es que en los silencios, él encuentra la esencia de las palabras: “Lo que nos dijimos/fue lo que más/pudo acercarnos”. Son tres versos contundentes y limpios, gotas que caen en el pozo de un alma transparente. Pero también un alma atormentada: “Nunca escribo/para satisfacer/deseos insulsos./Lo hago para luchar/con esos demonios insondables”, pues el acto creativo surge de los pantanos, como las flores de Baudelaire, como las flores más hermosas, cuyo aroma nos atormenta, como las flechas de Cupido.

Y es que ese demonio del amor, gusanito que nos habita como parásito sin posibilidad de expulsar, suena de la siguiente manera en sus palabras: “La vajilla,/el butaco de madera/y la mesa donde escribo/como nuestro amor/se fueron desgastando”, porque, como continúa en otro poema: “En el verano de mi juventud/te amé,/ha llovido mucho/desde entonces”.

Es la maldición existencial de los poetas, de sus lamentos: “Tendré un mediodía/de ilusiones/con la esperanza/incierta/de estar equivocado”; que siempre, al final de las jornadas, exclama en la derrota:

Solo el amor puede lograr

que un hombre espere

con encanto

un amanecer

sin la angustia de pensar

en sus muertos.

 Referencia bibliográfica: López Hincapié, H. H. (2022). Presencia y distancia. Manizales: Secretaría de Cultura de Caldas.

* Poeta, anacronista y pintor; editor de «ojo con la gota de TiNta (una editorial pequeña e independiente)».

Ovidio y los santos perdidos

Luis Felipe Valencia Tamayo, profesor de la Universidad de Manizales publicó recientemente  la novela “Ovidio y los santos perdidos”, obra literaria que tendrá su lanzamiento en la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FilBo) que se realiza del martes 18 de abril al martes 2 de mayo.

El libro consta de 357 páginas y trata la historia de un hombre que ha fracasado en intenciones de vivir y se ha refugiado en el alcohol y en sus amigos para definir su vida. “Incómodo, pedante y mordaz, Ovidio acentúa los problemas de quienes lo rodean, da legitimidad a la sordidez que quisiera extirpar y enfrenta los demonios de lo que fue con la fría pose de quien se cree invulnerable. Sin embargo, su aventura hacia una posible redención no está exenta de enemigos ni de la crisis que viene con el paso del tiempo”.

La obra fue publicada por la editorial Calixta, de Bogotá. “Es importante la apuesta que se hace por la literatura colombiana y más aún la proveniente de las regiones frente a un panorama complejo porque no es sencillo que se apoye estas iniciativas y a veces solo algunos autores con posicionamiento tienen la oportunidad de publicar”, dijo el profesor Valencia Tamayo quien orienta Literatura y Humanidades en el Programa de Comunicación Social y Periodismo.

El escritor Tamayo nació en Manizales. Ha hecho parte de revistas y antologías hispanoamericanas y colombianas de ensayo y de cuento. Premio de cuento «La Monstrua» de literatura fantástica, 2007 (Vavelia – Guadalajara, México). Hace parte de las antologías de relatos «El Camino de los Mitos» I (2007) y III (2010), ambas en Ediciones Evohé (Madrid, España). Premio nacional de cuento ciudad de Barrancabermeja 2012 (Alcaldía de Barrancabermeja, Colombia); finalista en el IX Certamen internacional de cuento Canal Literatura 2012 (Murcia, España); finalista en el Concurso internacional de cuento «Palabras Sin Fronteras» 2013 (Bruma ediciones – Mendoza, Argentina). Finalista del III Certamen e-DitARX de relatos breves de ficción histórica 2017 (Castellón de la Plana, España). Es autor del libro de ensayos «Historia e historiadores» (Punto de Vista Editores, Madrid, 2015). «Ovidio y los santos perdidos» ha sido Premio caldense de novela, en la modalidad Estímulos de la Secretaría de Cultura de Caldas, 2019.

Una revisión a las relaciones entre la comunicación, la infancia y la juventud

Son 10 profesores de la Universidad de Manizales y 1 invitado externo, quienes hacen parte de la investigación “Infancia infinita, juventud imperecedera. La comunicación como territorio de las nuevas generaciones”, plasmada en un libro editado por el fondo editorial de esa institución.

Esta es la presentación que hace el editor académico Carlos Fernando Alvarado Duque:

La Universidad de Manizales y el Cinde, a través del Centro de Estudios Avanzados de niñez y juventud, han horadado una tradición académica-investigativa de alto impacto en el contexto social sobre la infancia y la juventud. De hecho, puede decirse que este trabajo, que fácilmente supera las dos décadas del actual siglo, ha permitido reconceptualizar las perspectivas tradicionales en términos de comprensión de lxs niñxs y jóvenes. Para ello han hecho eco del reconocimiento de nuevos derechos, de la importancia de la inclusión, de la fuerza de la pluralidad al grado de impactar políticas públicas. En tal recorrido, se han tenido en cuenta las diferentes violencias, los discursos hegemónicos, los olvidos estatales y múltiples fenómenos que invisibilizan o, peor aún, constriñen a la infancia y a la juventud. El presente libro, que responde a un gran proyecto de investigación, desea sumarse a este esfuerzo y, en el proceso, reconocer la importante labor gestada al interior de la institución en este campo.

La Escuela de Comunicación Social y Periodismo decidió hacer sentir su voz en un gran proyecto que permitiera revisar, desde diferentes ángulos, las relaciones entre el campo de la comunicación, la infancia y la juventud. Procedimentalmente, se elaboraron diferentes búsquedas que, podemos decir, se dividen en dos enfoques: El primero de ellos ausculta la manera como lxs niñxs han sido objeto del universo narrativo. Esto supone indagar por la manera en que aparecen representados en diferentes medios expresivos. Por ello, se revisa su presencia en la literatura, como los relatos dirigidos a la infancia, su aparición en el cine nacional, como los estereotipos con que son construidos en series televisivas, al igual que el tipo de teatro dirigido a ellos mediado por nuevas tecnologías. El segundo enfoque se centra en la juventud para revisar sus modos de participación en el tránsito a la vida adulta. De esta manera se revisan el grado de participación política a partir de fenómenos de protesta contra el Estado, se estudia el tipo de consumo de medios que realizan en la vida universitaria de una ciudad de provincia y se expone la capacidad de intervenir la realidad a través de la imagen-fija en clave de investigación-creación.

No deseamos hacer más que la evocación previa de este trabajo colectivo fruto de diez profesores de la Escuela de Comunicación y un profesor externo invitado. Cada capítulo presenta los resultados del trabajo centrado en un ángulo preciso, siempre en el marco el gran proyecto de investigación adscrito a la Dirección de Investigaciones y Postgrados de la Universidad: Comunicación, infancia, niñez y juventud: representaciones y usos. En tal medida, se respeta el estilo investigativo que se urde finalmente con el estilo escritural de cada uno de los autores. No obstante, se delinean diferentes vertientes investigativas, dado los objetos de estudio, los cuales dejan en claro modelos empíricos de corte cuantitativo y modelos hermenéutico-fenomenológicos de viraje cualitativo, no sin faltar los desarrollos desde la investigación-creación.

El presente trabajo se publica al interior de la Colección Escribanía de la Escuela (sello editorial de la Universidad de Manizales), que difunde el material producido por los docentes para la comunidad académica en general. Sumado a ello, el libro también oficia de memoria no oficial de la mesa Comunicación, Niñez y Juventud en América Latina: representación y participación, con la cual la Escuela hizo presencia en la IV Bienal Latinoamericana y Caribeña en Primera Infancia, Niñez y Juventud y en donde los autores compartieron una versión parcial de los trabajos publicados a completud aquí. Agradecemos a todos los que apoyaron este proceso que hoy es una realidad, en especial al actual director de la Escuela de Comunicación: Richad Millán Torres (también autor) y al Decano de la Facultad de Ciencia Sociales y Humanas, Diego Ocampo Loaiza. Sin más, esperamos que los lectores disfruten de este colegiado.

Los profesores autores de este trabajo son: Adriana Villegas Botero, Luis Felipe Valencia Tamayo, Carlos Fernando Alvarado Duque, Julián Andrés Burgos Suárez, Wilson Escobar Ramírez, Yoiver Giraldo Quintero, Carlos Eduardo García Cortés, Richard Armando Millán Torres, Carlos Andrés Urrego Zuluaga, Alejandro Jiménez Salgado, Andrés Felipe Roldán García.

* Profesor Universidad de Manizales.

 

Destrucción, surgimiento y concreción de un escritor

Juan Grajales (Manizales, 1998) desde pequeño mostró un marcado interés por la lectura y la escritura. Su padre, Jorge, fue quien más lo animó a ello a tal punto que desde los doce años empezó a escribir en sus cuadernos la simiente de las historias que lo inquietaban y a los quince años publicó su primera novela FALLSVILLE Cuando sale la luna, la cual tuvo una segunda edición en el 2017.

Su fértil imaginación le dio para situar su historia fuera de su entorno y escogió sitios de Norteamérica para desarrollarla y hacerla mas creíble, con nombres de personajes y características propias de las ciudades gringas, además con un trasfondo tenebroso como lo fue la quema de las brujas en Salem.

En Fallsville, todo se inicia con la ruptura de Henri Cruise y Katty, los padres de Annie y por supuesto el cambio de residencia de Sacramento a Fallsville, en donde su madre heredó una casa de una de sus familiares y es allí donde surge el problema pues su apellido de soltera que volverá a adoptar después de la separación es Malcott.

El 18 de octubre de 1784 Mary Malcott fue golpeada, amordazada y ejecutada por una turba enardecida y antes de morir maldijo al pueblo.

Murió quemada, pero sabiendo que algún día una de las descendientes de su hija volvería, y sería solo en ese entonces cuando ella podría regresar, poderosa como ella misma, como una mariposa que ha salido del frio capullo de la muerte. Volvería y se encargaría de que el mundo ardiera en llamas.

Annie se sintió mal, desadaptada, solitaria y sin sus amigos que tanta falta le hacían. Ingresó a la escuela y trató de adaptarse, aunque con dificultad. Su madre empezó a trabajar en el hospital y poco a poco la rutina tomó el mando. Aunque la casa era cómoda, tenía un aire de misterio que la asustaba, además el viento no contribuía pues las ventanas a veces golpeaban fuerte o las puertas pareciera que se abrían solas. Lo que creía era producto de su imaginaciones se hizo realidad un día que estaba sola.

No movía ninguna parte de su cuerpo; empezó a oír susurros y risas a su alrededor. Llevó su mano lentamente hasta el bolsillo para sacar su teléfono, pero una fuerza extraña y potente la lanzó hacia el techo, haciendo que ella impactara fuertemente con él y luego con el suelo. No lo pensó dos veces, se puso de pie a tropezones, empezó a correr hacia donde creía que estaba la puerta, pero alguien la tomó del tobillo y la arrastró    varios metros dentro de la casa…  

Estos fenómenos continuarán y serán los preparativos para la venganza que tiene planeada Mary Malcott quien espera poder contar con la colaboración de su descendiente Annie, quien está convertida en un mar de nervios, temores y terribles premoniciones, pues en el parque principal ha aparecido un aviso previniendo a la población sobre la próxima luna llena que comienza el fin de semana.

Para colmo de todo, a bordo de un carro de la policía, que acababan de robar, un hombre al volante le pidió que subiera al auto y ella trató de alejarse caminando rápido y cuando casi el carro la alcanzaba, una extraña criatura salió de entre los árboles y lo impactó destruyéndolo. Después de esto la criatura recobró la forma de una anciana y un olor a perfume barato inundó el ambiente.

–Eres mi legado— dijo la anciana con voz normal— estás lista para el ritual. No somos enemigas, tú y yo tenemos que quemarlos hasta las cenizas, tal como lo hicieron conmigo.

–Aléjate de mi–  gritó Annie mientras apretaba los puños.

 –¿Crees que me harás daño?—  –dijo con voz burlona— Ahora eres mía, necesito tu cuerpo, y tú necesitas mis atributos. Seremos una sola, tu juventud y mi poder.

Todo esto va constituyendo la ambientación de una gran destrucción producto de la batalla entre el fanatismo religioso, las venganzas no resueltas, las envidias ancestrales y todo eso en un torbellino que arrasará con Fallsville, y con ello a los culpables y a muchos inocentes.

La carrera literaria de Juan Grajales inició muy temprano tanto como lector y como escritor, pues sus primeros cuentos fueron publicados a los trece años. Después de Falsville, en su segundo libro La cuarta bestia, noviembre 2016, a la manera de los grandes novelistas de esta ciudad, como Eduardo García Aguilar con su Tierra de leones, Octavio Escobar Giraldo con Después y antes de Dios y Orlando Mejía Rivera con su Recordando a Bosé, aborda nuestra querida Manizales, pero de una manera apocalíptica.

En sus cuatrocientas cinco páginas de narración nos va llevando en una abigarrada descripción desde una apacible calma a una tenebrosa catástrofe que va cobijando todo lo que toca y así va destruyendo lo más querido que se tiene desde las posesiones materiales, hasta los seres cercanos a nosotros. Una vez iniciada la trama no hay sosiego en la lectura, pues intentamos como los seres involucrados, encontrar apertura de esas tinieblas pavorosas, sin encontrar salidas plausibles.

En su tercera novela en 2019 Pinos, nos ofrece un relato que no puede encasillarse fácilmente como novela policiaca, negra, drama u otro calificativo, pues fundamentalmente es un análisis de la conducta humana, en donde muestra los opuestos entre la bondad y la maldad, pero de una manera desgarradora, como el ya nos ha mostrado que lo sabe hacer.

Para su penúltimo libro, la Gobernación de Caldas en 2019por medio de su Secretaria de Cultura, con la Red Departamental de Bibliotecas Públicas, con el fin de apoyar a nuestros autores, y para que los pasajeros aéreos tengan acceso gratuito a unas lecturas que permitan distraer las esperas y disfrutar con nuestros escritores, tuvo la idea de publicar una colección que denominó Libros al Aire. Lecturas para viajeros.

De ese libro, en su relato La luna en un suspiro, vemos cómo un sueño puede desencadenar otra realidad, y su despertar ser tan comprometedor como alucinador, pues nos puede conducir a realizarlo, esto le sucedió al personaje de El día de mi muerte, un empleado normal de una empresa común y corriente, viviendo con una novia protectora y segura de sí misma, pero a veces con poco tiempo para atender las angustias de este hombre. Su sueño lo desubicó:

Fue una pesadilla horrible, asquerosa, aterradora. De ese tipo de sueños en los que, por más que uno quiera, es simplemente imposible despertar y, cuando por fin abandonamos el mundo onírico para sumergirnos en el real, quedamos con una amargura en la boca durante la mañana siguiente. Pero aquella amargura era diferente. Había muerto en el sueño, y sentía que ese día iba a morir.

En estos descarnados relatos vislumbramos lo efímero de la vida, a la vez que lo frágil no solo de la salud física, sino principalmente de la mental. Su lectura nos permite una reflexión sobre lo que estamos haciendo, cómo estamos utilizando el tiempo y qué esperamos para hacer los ajustes que hemos ido aplazando.

En su última publicación Lo que la noche nos dejó, en ciento sesenta páginas nos presenta quince relatos, que no pocas veces nos quitan la respiración, por lo tenebroso de las historias, o por la belleza de la descripción de la relación entre las personas, u otras veces por lo inesperado del final; siempre con unos claroscuros que hacen verosímil las situaciones narradas y nos sobrecogen por su crudeza.

Es interesante, en una juiciosa lectura, hallar elementos o situaciones de unas historias en otras, y como se ha discutido en el arte, la dicotomía entre elaborar una pintura o lograr describirla con precisión, como lo han sido Las Meninas de Velásquez y lo dicho al respecto por Michel Foucault, o Los zapatos viejos de Van Gogh y la interpretación de Heidegger. Aquí también aparece el tema del lienzo y la hoja en blanco.

Así mismo encontramos la tensión por algunas dudas y temores del escritor frente a su composición, sobre si ésta es de calidad o le falta más esfuerzo o tema para su concreción. Describe la lucha infatigable por lograr que lo imaginado por el escritor, lo disfrute plenamente el lector, es por tanto una objetividad en la subjetividad. ¡Que siga la creación!

De todo esto surgirá el escritor que hoy nos deslumbra con su creación, con varios libros de cuentos y novelas, quien a no dudarlo se revela como una promesa en nuestra literatura. Después de ese libro renunció a sus estudios académicos para dedicarse a su carrera de escritor, igualmente dejó su país y se fue para Europa en búsqueda de nuevos horizontes. Primero en Italia luego Alemania, Dinamarca y desde principios del 2022 en el Ártico, en donde ahora vive. Desde allí me atendió una entrevista que espero publicar en mi próxima colaboración.

Su dedicación a lo que más ama y sabe hacer, seguirá dando sorpresas no solo por la calidad de escritor, sino por la persona que es, a quien deseamos lo mejor pues tiene las condiciones para ello.

*  Profesional en Filosofía y Letras. Universidad de Caldas.

 

RISARALDA: dimensión retórica y visual

Risaralda” es una obra literaria de Bernardo Arias Trujillo, el escritor caldense que empezando los años treinta del siglo XX pretendió trazar, para la cultura, una línea divisoria con Isaacs, el de María, y emular a Rivera, el de La Vorágine. Para eso, Arias Trujillo escribió esta “novela de negredumbre y vaquería, filmada en estampas”, con el “reparto” de “muñecos principales”, (como La Canchelo y Pacha Durán), “compañía de muñecos mínimos (fondistas, cuatreros, bandidos, gendarmes, negros, negras, mestizos, zambos, mulatos, criollos…), “afiches decorativos” y “objetos ornamentales”. Fue publicada en 1935.  

 Varios críticos han dicho que “Risaralda” es una novela de corte modernista y parnasiano que hace alarde, para la crítica y la historia, de las características de la escuela literaria grecocaldense.

Hasta el presente se ha editado varias veces, alguna de ellas en forma memorable, como la realizada por Rafael Montoya en Ediciones Académicas de Medellín, (1960). La lectura de esta obra se convirtió en un mojón entre mis lecturas de adolescente pues desde mi nacimiento he tenido frente a los ojos el Valle del río Risaralda, territorio que sirvió a Arias Trujillo para escenificar la vida del palenque Pueblo’e Lata, llamado luego Sopinga y, en tiempos posteriores, La Virginia.     

Esa lectura me impuso una imagen descriptiva y antropológica, más que narrativa, del medio en que se desarrollaron los acontecimientos. Desde el primer párrafo me sentí apabullado por la pedrería de sus palabras: “Valle anchuroso de Risaralda, valle lindo y macho que se va regando entre dos cordilleras como una mancha de tinta verde. Llanura de dulce nombre que de tan serlo se deslíe en los labios como un confite de infancia” (B. Arias Trujillo, 1960).

De esta obra tenía un recuerdo aletargado hasta cuando, en la Navidad de 2011, recibí, de manos de Jorge Hernán Arango Vélez, en edición de lujo, el texto de la novela del autor caldense.

Al tomar en las manos el libro en la espectacular edición, uno queda sorprendido. En primer lugar, el dueño de los derechos de autor, Lucio Michaelis, “propietario universal de las obras de Bernardo Arias Trujillo”, de la familia del autor de las obras y que vivía en Cali, patrocinó esta edición en 2009 con el propósito de entregarla a los clientes de sus empresas.

Michaelis tuvo el acierto de encomendar el concepto, el diseño y las fotografías de su proyecto a un maestro en estas lides como era Jorge Hernán Arango Vélez y la logística fotográfica a Beatriz Elena Corrales Laverde.

La obra “Risaralda” (2009), fue editada en la Editorial Blanecolor de Manizales, en gran formato, a todo color, papel de alta calidad y una diagramación pensando en el prestigio de la obra, del autor, del editor y en el deleite del lector. Se buscaba hacer de la lectura y la contemplación del diseño y las fotografías un recuerdo inolvidable y, con seguridad que lo lograron.

Las fotografías no evocan la telaraña delirante del Amazonas, ni la Costa Atlántica o Pacífica, ni el desierto guajiro, ni los áridos pegujales boyacenses o santandereanos, ni esos mares verdes que son los Llanos, ni la colcha de retazos en acuarela que son los sembrados nariñenses.

Por allá en 1969, debido al crudo invierno, por los sanitarios de las casas de La Virginia (Sopinga), brotaban peces procedentes de los ríos desbordados y caían chapaleando al piso. ¡Ni qué Macondo!

En esos mismos días me tocó subir a una canoa junto a la plaza principal del puerto fluvial y avanzar por las calles inundadas, como en una Venecia criolla, hasta la entrada al actual Ingenio Risaralda. De Pereira me dirigía a Apía, y, para colmo de males, llevaba un ramo de rosas en mis manos, pues en esa fecha se celebraba el Día de los Novios. Al trajinar con ese ramo, a pleno sol, las rosas llegaron marchitas a la casa de la destinataria.

Lo que sigue pasando en La Virginia, por los represamientos del río Risaralda al desembocar en el anchuroso Cauca: los sacadores de arena, los incendios en los cañaduzales y los atardeceres sobre el océano Pacífico, las jornadas para marcar el ganado, fue tenido en cuenta en la obra de Arias Trujillo y denunciado, en forma simbólica, por Arango Vélez.

Hay mucho más que fotografías de planes, montañas y atardeceres que embelesan. Guaduales, cañaduzales, quebradas, tambores, tiples, caballos pacientes, rostros de mujeres de bellos ojos, neblina adormecida, casas de bahareque, canoas silenciosas, sogas y sillas de montar… Por medio de las imágenes visuales se habla de un pueblo altivo y autóctono. Lenguaje beligerante. La lucha de una tierra mítica con las fuerzas naturales dominantes.

Pero, sobre todo, se trata de la apoteosis de una nueva corriente humana que llegó desplazada del Valle del Cauca, en donde era esclavizada, y que descendió en piraguas hasta refugiarse en la confluencia del Cauca y el Risaralda, ríos cargados de cieno de las dos serranías que lo enmarcan. Otros negros huyeron de Marmato hacia Sopinga al agotarse las vetas que picaban en las entrañas de la mina.

Desde entonces, sus descendientes y otros desplazados padecieron el ataque del jaguar, el sigilo de las serpientes, las inundaciones perpetuas, los incendios inextinguibles de pajonales, como el que aparece en la fotografía sobrecogedora de la portada.

Por cien años, cronistas e historiadores idealizaron la colonización antioqueña representada en este volumen, en las fotografías del arriero y la mula sonámbula debido a la mulera con que cubrieron sus ojos; la edad insospechada de los árboles; los ecos de la conquista española y de la colonización caucana; la vitalidad de la raza negra y el silencio de la raza indígena que ocupaba los pliegues de las cuchillas de Belalcázar y Apía. Los colonizadores procedentes del norte de este territorio se propusieron domar estas laderas para sembrar café y ese valle para montar dehesas.

Los blancos llegaron con sus instituciones, su avaricia y sus armas, pero, como si se tratara de una muralla, encontraron a los habitantes de este palenque firmes en la resolución de no dar un paso atrás. Jorge Hernán Arango captó el templo sumergido entre pastizales, más como un símbolo que como un retrato.

La intuición de Gustavo Álvarez Gardeazábal lo llevó a escribir, en la contra carátula: “Risaralda ha terminado siendo la primera gran novela donde se abrió el espacio a todos los personajes y conflictos sociales de la vida colombiana que entre el oscurantismo pacato y el conservadurismo bogotano impidieron por siglos que se llevaran a la narrativa”.

Con la Edición Michaelis en las manos es satisfactorio llenarse de ese espíritu que nos transmite la lectura. En esta ocasión, basta pasar y repasar, morosamente, las fotografías de Arango Vélez para comprender que son obras de un profesionalismo, una ética, una finura, un rigor, dignos de admiración.

De trecho en trecho, como reposo de esa visión descarnada, el fotógrafo publica fotos de hembras exuberantes, con sus carcajadas y vestimentas de vivos colores, pertenecientes a la raza morena, desconocida para la mayoría de habitantes de pueblos encaramados en las montañas como nidos de gulungos. Entre todas, se yergue solitaria, La Canchelo que expulsa al aire cálido de Sopinga la bocanada de humo de sus funambulescos tabacos; apropiada imagen de los ancestros afrocaribeños, patria de la macuba, la macumba y la santería.

En las fotografías los varones dejan escuchar los sones que, cuando se escribió la obra, ahí cerca, en la Hacienda Portobelo de Francisco Jaramillo Montoya, se disfrutaban, al calor del tapetusa, los aguardientes y luego el ron con miel de caña, de esos que hacían delirar y enloquecían a los asistentes de los bailongos armados por la Pacha Durán.

En esta ocasión se trata de una edición histórica del libro “Risaralda. En ella, mientras Arias Trujillo escribió con la pluma, Arango Vélez escribe con los ojos.

Jorge Hernán Arango Vélez, fallecido el 30 de octubre de 2022, seguirá siendo uno de los maestros más admirados del diseño gráfico y la fotografía en el panorama caldense.

*  Escritor.
** Fotógrafo.

 

 

 

 

 

¿Qué decía Otto Morales de Betancur y “Generación”?

 En reciente artículo para Quehacer Cultural, recordamos una bella anécdota del expresidente Belisario Betancur (cuyo centenario de nacimiento venimos celebrando por estos días) con el exministro caldense Otto Morales Benítez, quien le invitó a colaborar en el prestigioso suplemento literario “Generación” del diario “El Colombiano” de Medellín, donde ambos cursaban estudios de Derecho, a comienzos de los años cuarenta del siglo pasado, en la Universidad Bolivariana.

Hoy presentamos la versión al respecto de Morales Benítez sobre “Generación” y la colaboración de Betancur, según pasaje tomado de “El Gran Otto: Años de formación” en mi libro “Dos maestros de la cultura colombiana”, publicado por Amazon en 2020.

Ambiente intelectual

De aquellos grupos de estudio en la Universidad Bolivariana salieron expositores eruditos, brillantes oradores en distintas corporaciones públicas, escritores a granel que se paseaban a sus anchas por las revistas universitarias (de la de Antioquia, la Bolivariana o la Nacional de Medellín), y profesores de las mismas universidades, como Otto, quien dictaba clases en el colegio de bachillerato de la Bolivariana mientras cursaba la carrera de Derecho.

No eran los únicos grupos de estudio. No. Porque, dentro de ese agitado ambiente intelectual que se respiraba entonces, también había estudiantes de derecha o, para ser exactos, conservadores, fervientes católicos, inspirados en la Doctrina Social de la Iglesia.

Allí participaban, por ejemplo, sacerdotes educados en Europa, quienes al regresar transmitían en sus aulas las enseñanzas recibidas, con las obligadas referencias al marxismo y, en especial, a las obras de autores como Mauriac, León Bloy, Maurras…, y a la encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII, quien había sentado las bases de esa doctrina a partir de los continuos llamados de Cristo a la caridad, la solidaridad con los pobres, el amor al prójimo, etc.

Eran las ideas que enunciaban, en grandilocuentes discursos de acento grecocaldense, los llamados Leopardos, como Silvio Villegas, desde la encopetada capital de Caldas.

Por la justicia social

La influencia se extendía por doquier, a lo largo y ancho de Colombia, particularmente en Medellín, entre los empresarios antioqueños, quienes se oponían al capitalismo cerrero, autoritario, mientras propugnaban por la justicia social, de modo que las utilidades o ganancias de sus compañías fueran compartidas, no sólo individuales.

Creían, pues, en la función social de la propiedad y del capital, acercándose así a las concepciones ya descritas del liberalismo social, de izquierda, que guiaba a los máximos dirigentes de ese partido y a las nuevas generaciones en que militaba, con entusiasmo, Morales Benítez.

La prensa, a su turno, se convirtió en protagonista de tan extraordinario fenómeno social. Más aún, había periódicos católicos, como El Pueblo, dirigido en un principio por Manuel Mosquera Garcés, o La Defensa (su director era Manuel J. Betancur), en cuyas páginas aparecían las muy leídas columnas de José Mejía y Mejía, donde la citada Doctrina Social de la Iglesia se exponía en una bella síntesis, digna de ser recogida hoy como gran testimonio de su tiempo.

Un joven rebelde

Y empezó a figurar el nombre de otro estudiante universitario, quien con el tiempo llegaría a ocupar la presidencia de la república: Belisario Betancur, seducido por las nuevas doctrinas de la iglesia y el afán de modernizar al conservatismo con acento social, al servicio de los sectores más desprotegidos de la población.

Era un joven rebelde, no hay duda. Enfrentó a los jefes tradicionales de su colectividad en Antioquia (los cuales se volvieron en su contra mucho después, cuando ocupaba la jefatura del Estado), escribía, pronunciaba discursos y, en definitiva, era un líder, un auténtico líder, como lo demostraría con el paso de los años.

Y las coincidencias ideológicas en lo social, tanto como el simple hecho de ser su compañero de estudios en la Bolivariana, lo acercó a Otto, quien desde su primer año de derecho ya dirigía, al lado de Miguel Arbeláez Sarmiento, el suplemento literario Generación del diario El Colombiano, antecedente de Mito en la historia de la literatura colombiana.

Betancur fue uno de sus principales colaboradores y, como tal, participó en tan maravillosa experiencia que se prolongó durante un largo lustro, tiempo de duración de la carrera universitaria.

* Miembro correspondiente de la Academia Colombiana de la Lengua.

Adriana Villegas, jurado del Premio Simón Bolívar

Adriana Villegas Botero, profesora de la Escuela de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Manizales ,es jurado de la edición 48 del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar 2023.

La académica e investigadora evaluará los trabajos con seis personas más de Bogotá y Medellín que fueron seleccionados por la organización que promueve este galardón: Eduardo Arias, Natalia Botero, Edwin Carvajal, Jorge Orlando Melo, Yolanda Reyes y Sandra Sánchez.

“Me llamaron a finales de enero y me hicieron la propuesta. Es un reto interesante porque hay que revisar uno a uno todos los trabajos que se postulan desde todo el país. Usualmente son más de mil inscritos y eso implica un enorme volumen de trabajo, también la oportunidad de mirar qué se está haciendo en periodismo en Colombia y qué propuestas innovadoras hay en términos de temas, enfoques y tratamiento del lenguaje. Hacer parte de este jurado es un honor”, dijo Adriana Villegas Botero.

La profesora es comunicadora social-periodista y abogada, magíster en estudios políticos y candidata a doctora en literatura, y columnista de La Patria.

En ediciones anteriores Fernando Alonso Ramírez, profesor del Programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Manizales, también ha estado como jurado de estos premios.

Peligra la democracia

Los problemas que han implicado los usos de las tecnologías, las nuevas formas de vida, la manera de relacionarnos, la convivencia y muchas otras consideraciones, han hecho incursionar a grandes pensadores en temas que antes no eran de su interés. El envejecimiento, la claustrofobia, la posverdad, las noticias falsas, el otro tipo de realidades diferentes a la basada en hechos comprobables, en fin, una lista bastante larga de aspectos que nos conciernen y nos afectan directamente y que se han constituido en temas de investigación.

Uno de estos destacados estudiosos es el filósofo y ensayista surcoreano Byung-Chul Han  (Seúl1959). Inició sus estudios de metalurgia en la Universidad de Corea que pronto abandonaría. Su destino estaba en Alemania a donde viajó cuando tenía veintiséis años, sin saber alemán, ni haber leído sobre filosofía, pero con una mente abierta al conocimiento.

Estudió filosofía en la Universidad de Friburgo y literatura alemana y teología en la Universidad de Múnich. En 2000, ingresó al Departamento de Filosofía de la Universidad de Basilea. Desde 2012 es profesor de estudios de filosofía y estudios culturales en la Universidad de las Artes de Berlín, en donde dirige el programa de estudios generales. ​

Estamos ante un filósofo que ha sabido interpretar de una manera clara nuestra sociedad, no solo globalizada, tecnificada, deshumanizada, sino también desconcertada, por lo cual se ha dado a estudiarla y transmitirle los resultados de sus investigaciones en un lenguaje tan fácil de comprender que de ahí su visibilidad en el medio no solo académico, sino entre el público en general. Los títulos de sus libros nos pueden dar una idea de sus preocupaciones, los temas de su estudio han sido: Psicopolítica, Buen entretenimiento, Hiperculturalidad, Ausencia, La sociedad del cansancio, La agonía del Eros, Topología de la violencia, La sociedad de trabajo y rendimiento, El aroma del tiempo: Un ensayo filosófico sobre el arte de demorarse, En el enjambre, Sobre el poder, Capitalismo y pulsión de muerte.

Uno de sus últimos libros, Infocracia publicado en Colombia el 2022, nos descoloca de esa pasividad con que normalmente solemos afrontar los cambios que aunque no son inminentes, si comienzan a alterar nuestra sociedad y la percepción que tenemos de ella, sus planteamientos nos  interrogan, nos interpelan y nos inquietan. Comienza su análisis al contraponer el régimen de la disciplina que siempre nos controló, con el régimen de la información que nos hace sentir libres y autónomos, pero en el que estamos sutil, pero efectivamente vigilados.  En el primero se explotan cuerpos y energía, en el otro información y datos que mediante algoritmos e inteligencia artificial determinan los procesos económicos, políticos y sociales, pronosticando comportamientos.

La tecnología de la información digital hace de la comunicación un medio de vigilancia. Cuantos más datos generemos, cuanto más intensamente nos comuniquemos, más eficaz será la vigilancia. El teléfono móvil como instrumento de vigilancia y sometimiento explota la libertad y la comunicación. Además, en el régimen de la información, las personas no se sienten vigiladas, sino libres.

Entendido como democracia, el sistema político que defiende la soberanía del pueblo y el derecho de este a elegir y controlar a sus gobernantes, veamos que ha estado sucediendo para socavar los principios de este sistema. Con la aparición de los libros, obviamente la cultura tuvo su momento de expansión, por el acceso al conocimiento de una mayoría que de esa manera podía plantear sus puntos de vista y el distanciamiento de los otros con una regulación coherente y regulada de hechos e ideas, con una disensión civilizada y desacuerdos argumentados.

Hoy en día los medios de comunicación contribuyen a deteriorar esa práctica discursiva, conduciendo a los receptores a la pasividad, por ausencia de interlocución, así predominan el intercambio de gustos e inclinaciones de los consumidores. En la mediocracia, también la política se somete a la lógica de los medios de masas. La diversión determina la transmisión de los contenidos políticos y socava la racionalidad. En los debates políticos televisivos cuenta mas la escenografía, el desempeño de los protagonistas, la fácil respuesta, así no sea la correcta, las preguntas no resueltas, las respuestas equívocas y sobre todo el argumento de que como el tiempo es corto, no hay forma de desarrollar los planteamientos o de controvertir a los otros.

Como la velocidad es lo primordial y el incesante bombardeo de información no deja el tiempo que requieren las practicas cognitivas, como son el saber, la experiencia y el conocimiento, bajo esa presión se recurre a la inteligencia que se orienta a las soluciones a corto plazo, en contraposición a las decisiones racionales basadas en reflexiones que implican no solo el momento, sino el pasado y el futuro. Para agravar surge otra amenaza.

 Hoy la racionalidad discursiva también se ve amenazada por la comunicación afectiva.   Nos dejamos afectar demasiado por informaciones que se suceden rápidamente. Los afectos son más rápidos que la racionalidad. En una comunicación afectiva, no son los mejores argumentos los que prevalecen, sino la información con mayor potencial de excitación. Así, las fake news concitan más atención que los hechos. Un solo tuit con una noticia falsa o un fragmento de información descontextualizado puede ser más efectivo          que un argumento bien fundado.

Para tratar de contaminar nuestras decisiones políticas, económicas o sociales, se han servido de diferentes herramientas que lo posibilitan, pues sin darnos cuenta hemos ido entregando nuestros perfiles a través de las redes, con las compras que realizamos, las búsquedas que hacemos, las canciones que escuchamos, las series y películas que vemos, los medios de comunicación que consultamos, nuestras lecturas, etc. Hemos ido generando tal información que a veces se logra saber más de nosotros, que nosotros mismos. Esto conduce a que me muestren visiones del mundo acordes con mis preferencias, por eso me llegan las noticias de lo que me gusta u ofertas de aquello que quisiera tener. Solo la voz del otro presta a mi afirmación, a mi opinión, una cualidad discursiva. En la acción comunicativa, debo ser consciente de la posibilidad de que mi discurso sea cuestionado por otro.

La variedad de elementos que son utilizados en la red para tratar de encausar nuestras preferencias, gustos y finalmente nuestras decisiones, han ido permeando nuestra voluntad, de manera casi imperceptible. El uso de boots, memes, influenciadores y otro tipo de artillería, actúan de forma incansable tratando de lograr nuestra aceptación. Los boots no son más que cuentas falsas automatizadas en las redes sociales que actúan como personas reales, como una mayoría induciendo a crear falsos escenarios, difunden noticias, falsas, difamaciones y odios.  “Un meme es un texto, una imagen o un video que se presta para propagarse exponencialmente en internet con modificaciones del mensaje original a menudo con fines humorísticos.” Y los influenciadores son aquellas personas que han sabido crear  en la red una imagen de conocedores de temas específicos y así han logrado una cantidad de seguidores, quienes al haber sido deslumbrados por aquellos, han comprometido muchas veces su criterio.

Los peligros latentes apuntan a lograr una subordinación silenciosa a una subliminal manipulación, primero de nuestras preferencias y luego de nuestra voluntad. Debemos continuar alertas. Ejemplos hay suficientes con los usos indiscriminados de Facebook, Twitter, Instagram, Tinder  y otros con diferentes nombres, pero funciones similares. Por no mencionar todo el daño causado con sospechosas ofertas de diferente índole, con el fin de hacerse a nuestras contraseñas y acceder a nuestras cuentas. Ha pasado más veces de las que imaginamos.

Lo que aquí está en juego es la expectativa que cada ser humano abriga de ser dueño de su propia vida y autor de su propia experiencia. Lo que está en juego es la experiencia interior con la cual conformamos nuestra voluntad de querer y los espacios públicos en los que actuar de acuerdo con esa voluntad.

En cuanto a la verdad considerada por Nietzsche como una construcción social que sirve para hacer posible la convivencia humana, es necesario tener muy claro el concepto para rechazar la posverdad, la realidad alternativa y otros conceptos que han comenzado por ser aceptados como válidos, minando así la credibilidad. Hay que saber diferenciar el mundo verdadero y el de la mentira. La verdad ejerce una fuerza centrípeta que mantiene unida a una sociedad. Y la fuerza centrifuga inherente a la información tiene un efecto destructivo sobre la cohesión social. Otro insigne pensador francés, Foucault planteaba: El futuro es la forma en que respondemos a lo que está sucediendo, es la forma en que hacemos un movimiento consistente en convertir la duda en verdad.

En gobiernos anteriores, con una desafortunada posición populista, logró afirmarse: Nosotros creemos que, en un Estado de opinión, donde no prevalece el capricho del gobernante, sino el imperio de la ley, y más allá de la misma interpretación de los jueces, la superiormente (sic) importante es la opinión pública.

Hoy estamos bien informados, pero desconcertados, son tantas las mentiras que circulan en las redes, tantos los montajes sobre supuestos hechos reales, pero que corresponden o a otros sitios, a otras épocas o que definitivamente son mentiras, que debemos actuar con precaución. La premura en reaccionar reenviando todo lo que nos llega, nos convierte en difusores de esas cadenas de mentiras, dislates o exabruptos. Tenemos que ser muy críticos con lo que leemos, escuchamos y vemos, pues las trampas son muchas y nos pueden conducir a situaciones inesperadas. No caigamos tan fácilmente en la red.

*Profesional en Filosofía y Letras Universidad de Caldas

Biblioteca Digital de Confa incluye nueva colección de ebook de Panamericana

Sin excusas, elige leer

La Biblioteca Digital Confa continúa con su propósito de acercar a la población a la lectura en digital y con ello favorecer el acceso a información, aportar al mejoramiento de la calidad educativa del departamento y  mejorar los índices de lectura de libros en Caldas, es por ello que para empezar el 2023 incluyó una nueva colección de 110 títulos de Panamericana.

Esta colección representa una novedad ya que ofrece títulos modernos y actualizados, los cuales están vigentes en librerías, son cercanos a muchos de los gustos de los colombianos y fueron seleccionados en distintos géneros  y para distintas edades,  algunos de ellos se suman al plan lector, un apoyo para el docente dentro y fuera del aula.

Estas historias escritas buscan un lugar en el tiempo de disfrute y aprendizaje de los cerca de 5.000 visitantes mensuales que tiene hoy la Biblioteca Digital de Confa.

Narraciones como Colombia mi abuelo y yo, La hermana del principito, Descubriendo a Miranda y La extraña en mi, se suman a los clásicos ya vigentes y hacen parte de las colecciones de novela juvenil, novela gráfica, literatura infantil, fomento a la lectura, cocina, temas generales, conocimiento para niños, Marketing y emprendimiento, ambiental, autoayuda e historia que trae consigo la biblioteca para este 2023.

El acceso a la Biblioteca Digital de Confa es gratuito, es por ello que la invitación es a que se registren con su documento y un correo electrónico para poder disfrutar de esta nueva y entretenida colección.

Biblioteca Digital de Confa ofrece en total 1.980 libros, además de podcast, audiolibros y videos de booktuber, una propuesta multimedia integral para todos los gustos.

La Biblioteca Digital de Confa tiene la posibilidad de leer en la plataforma, descargar los libros, colocarlos como favoritos e incluso regalarlos a otras personas a través de correo electrónico, con ello se posibilitan interacciones importantes alrededor de la lectura.

  • Según estudio realizado por el centro de investigación Lectupedia en el 2022, en promedio un colombiano lee 1,9 libros al año, muy por debajo de Canadá, donde leen 17 libros al año.

  • Según la Encuesta Nacional de Lectura, ENLEC 2018, Manizales es la 5 ciudad donde más se lee de forma digital, por debajo de Yopal 83%, Tunja 81,7%, Bogotá 81,2% y Villavicencio 80,1%.

  • En la biblioteca digital de Confa actualmente se descargan en promedio 200 libros al mes.

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